La tormenta después de la calma [Matthew]

Recuerdo del primer mensaje :


Hacía apenas un día que habían salido de Silver Lake, ¿hacia dónde? en realidad no iban con un rumbo fijo. Ya que se trataba de una salida programada para recoger víveres y cualquier cosa útil para el campamento. Habían decidido que cuanto más lejos mejor, ya que solían ir por los alrededores de Silver Lake y últimamente no les funcionaba bien.

Ashley se había quedado dormida en el asiento del copiloto. No solía pasarle ese tipo de cosas con nadie más que Matt, con él se sentía segura pasara lo que pasara.

— ¿Hemos parado? — susurró repentinamente, cuando en un momento dado empezó a espabilarse. No sabía cuanto llevaba dormida, pero ya salía el sol. Se hacía de día poco a poco y la claridad inundaba el interior del vehículo. Al desperezarse se dio cuenta de que él no estaba allí. ¿Habría salido? El vehículo se encontraba aparcado a un lado de la carretera en mitad de la nada, junto a lo que parecía ser una gasolinera. ¿Habría ido Matt allí? Ashley se preparó para salir. Seguido de un leve bostezo, se estiró para recoger su cinturón de armas y colocárselo. Acto seguido bajó del vehículo, mientras se frotaba ambos brazos.

Aunque se acercaban días calurosos, el frío de la mañana se le clavó en la piel, así que se hizo con una chaqueta que se fue echando por encima mientras avanzaba hacia la gasolinera.

— ¿Matt? — Ahley se detuvo en silencio delante la puerta, esperando algún tipo de respuesta o algo. El silencio solo la puso más nerviosa y corrió hacia la puerta abriendo de golpe. No lo pudo evitar.

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'¿Qué hay ahí?' :

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El silencio se apoderó de los dos en ese momento, el sabía perfectamente lo que podía sucederles allí, recordaba bien aquella vez que había conocido a Balion y a Aiden. Fue por haberse metido en ese supermercado que había cambiado su forma de pensar con respecto a lo de Ashley. Esos lugares podían ser una trampa mortal, pero la verdad es que no tenía mucha opción en ese momento, sentía que se estaba encerrado a si mismo, por lo que lo mejor, siempre era llamar la atención lo menos posible.

El negó cuando ella pregunto si creía que era seguro -no tenemos otra opción, así que no hay que separarnos ¿De acuerdo?- se negaba a imaginar que algo le pasará a ella por su culpa. Probablemente no podría vivir con eso. El viento en la superficie de intencificaba, haciéndolo entender que había tomado la opción correcta, aunque no le gustará del todo.

Una vez que estacionaron el la miro, dudaba que fuera seguro allí, pero aún así dijo -bien, pero no es una broma, quiero que te quedes cerca. Ashley...- respiro profundo por lo que iba a decir -si pasa algo, tomas la camioneta y te vas ¿De acuerdo?- sabía que ella no quería escuchar esas palabras pero necesitaba saber que ella entendía el riesgo de lo que estaba pasando.

Preparo su arma y como si se tratara de una misión, antes de salir miro al perro y dijo -quedate aquí muchacho- luego la miro a ella y dijo -¿Tenemos algo en donde dejarle agua?- se aseguró de dejar algo apenas abierto para que el animal no se sofoque por la falta de aire, esperaba no dejarlo allí esperando para siempre, pero en ese mundo, todo era posible.

El salió detrás de ella cuando n su arma en la mano, no iba a dejar que nada le pasará. Dejó que ella avanzará mientras seguía sus pasos y vigilaba. Entonces sacó la linterna de y dijo -preciosa- cuando ella se giró hacia el, le entrego la linterna. Normalmente la hubiera llevado en la donde apoyaba la que llevaba el arma, pero si ella iba a buscar, probablemente le serviría más a ella.

No pudo evitar sonreír ante lo que decía, porque al parecer algo arriba, en el cielo, había determinado que ese perro tenía que estar con ellos. Se acercó un poco al auto y noto algunos casquillos vacíos u una botella de agua -toma la mochila y mete esas cosas ahi- señaló vos casquillos y el agua, quizás tenían un poco de suerte y podían encontrar algo nuevo allí.

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'¿Qué hay ahí?' :

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Pudo notar en su mirada un deje de alegría. Eso la hizo sonreír más a ella. Se sentía bastante tensa por el panorama de arriba, pero aún así él podía tranquilizarla y aliviar esos pensamientos simplemente con un par de palabras dulces o una mirada. Desde el día que lo había conocido supo que tenía delante a una de las personas con mejor corazón del mundo, y tras todo lo ocurrido, pese a las luchas, decepciones, las heridas... el maldito fin del mundo. Allí seguía él. Seguía siendo su refugio por más que el mundo hubiera cambiado, cuando Ashley había tenido un mal día y regresaba a su lado en casa... o ahora, por mucho que el mundo se hiciera pedazos. Él era quien la reconfortaba. Siempre lo hacía.

— Te amo — susurró. Se le había quedado mirando embobada por un instante, siendo consciente de su suerte. Se obligó a concentrarse en la realidad, para guardar todo lo que acababan de encontrar en la mochila. — Posiblemente arriba podríamos encontrar más cosas, pero al peligro estándar hay que sumarle el de la tormenta y no sé si fiarme... — una vez que Ashley guardó las cosas cargó con la mochila hasta el coche para dejarlas dentro e ir lo más ligera posible, puesto que aún no estaban lejos.

— Terminamos de revisar los coches de aquí... y vemos qué hacemos, si se ha calmado la tormenta, si podemos subir... ¿Qué dices? — ya estaba de vuelta junto a Matt. — ¿O subimos directamente? — observó las escaleras al final del parking. Se veía una tenue luz iluminarlas.

— Estos otros coches parecen llevar aún más tiempo por aquí... — Ashley avanzó hacia el siguiente más cercano. Se trataba de un modelo que ni reconoció, estaba bastante oxidado y las gomas de las ruedas bastante deterioradas.

— No se ve nada — los cristales estaban muy sucios. Al abrir la puerta el terrible olor la hizo comenzar a toser y alejarse, se llevó una mano a la boca para cubrirse. — ¡Ay no! — se quejó. En el asiento del copiloto había un cuerpo. Estaba prácticamente consumido. Ashley se colocó en frente para observarlo, aún cubriéndose la boca. Cuando el cadáver comenzó a gruñir con suavidad y tratar de moverse Ashley retrocedió de un brinco. No se lo esperaba para nada. — Maldita sea... que susto — se trataba de una mujer, aún tenía el cinturón de seguridad puesto y entre eso y el avanzado estado de descomposición, ni pudo levantarse, ni siquiera mover los brazos, tan solo levemente la cabeza. Ashley se quedó observando con mucha atención, para ella no tenía sentido y eso era lo que la cautivó aún más. Si es que aquella era la palabra correcta. Habría sido una mujer rubia, de unos treinta años. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Inevitablemente pensó en su hermana. ¿Podría haber sido ella? — Lo siento... — susurró alzando su machete. Lo hundió en su cráneo aunque al parecer no de la mejor forma, porque pareció que no la había matado por completo.

En aquel momento al ver mejor la escena, algo en su interior se revolvió de tal forma que Ashley se tuvo que alejar lo más rápido posible para vomitar lejos de ella. Había visto cosas asquerosas y desagradables en los últimos años, pero aquello pudo con ella.

— Matt... — logró pronunciar mientras trataba de tranquilizarse y de limpiarse la boca. Aún podía escucharla desde el coche esos gruñidos y aquello la revolvía aún más. — Por favor... mátala — se sujetaba la frente con los ojos cerrados, tratando de alejar todo pensamiento que la relacionase con ella. Respiró hondo, terminando por controlar de paso las arcadas.

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'Números' :

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Lo mejor era mantenerse atento mientras ella revisaba los autos. Pero la forma en la que ella le dijo que lo amaba hizo que bajará solo un poco su arma para sonreírle -tambien te amo preciosa- porque sin importar lo que lo hubiera pasado, ella se había vuelto su ancla en el mundo. Ella lo salvaba de los pensamientos más caóticos que que pudiera tener, ella lo hacía sentirse bastante completo. Justamente por eso debía mantenerse atento y asegurase de protegerla.

Ella quería subir porque probablemente habrían provisiones allí pero la verdad es que eso llevaba un gran riego. Probablemente si estuviera solo se habría arriesgado pero no lo estaba y a pesar de que ella se esforzaba por qué el no la sobreprotegiera, la verdad es que ni podía hacer eso. Sabía que si ella se volvería completamente loco. Si había un Dios, cada día le rogaba morir antes que ella porque no quería terminar haciendo lo que su padre hizo.

Cuando ella abrió la puerta de ese auto, el mal olor casi le dieron ganas de vomitar. El mundo de por sí ya no olía muy bien pero eso había estado ahí cerrado mucho tiempo -cierra esa puerta- no creía que hubiera nada que valiera la pena estar sintiendo ese olor. Pero ella en cambio siguió mostrando la compasión que sentía por todos cuando tomo el machete y trato de terminar con ella. No estaba seguro si los zombies todavía tenían un mínimo de conciencia pero si era mordido definitivamente el preferiría que alguien terminara con su vida antes de terminar así.

Le sorprendió que ella terminara vomitando así que la miró -estas bien?- pero rápidamente noto que era porque no había logrado terminar con la vida de la mujer del asiento. Así que bajo el arma y lo puso en la muslera para tomar el machete que ella había dejado enterrado. Quizás debería haberlo sacado pero decidió girarlo y así terminar con lo que ella había empezado.

Saco el machete dispuesto a devolvérselo a Ashley pero entonces otro zombie apareció de la oscuridad y se avanzó contra el. Lo tiró l suelo pero pudo sacarlo de encima y con rapidez desenfundó su arma y le disparó directo en la cabeza. Respiraba agitado -toma tus cosas hay que irnos- si había más zombies tenían que irse de inmediato. Comenzaron a caminar por el estacionamiento y podía sentir los ruidos de los seres que hasta el momento habían estado calmados.

Primero se aseguró que ella subiera al auto y pudo notar que el perro intentaba ladrar. Hasta el había notado el peligro en el que estaban. Giró hasta llegar a la puerta del conductor y un zombie lo atacó por la espalda. Sintió el dolor en el hombro pero no lo pensó en el momento. Se sacudió para apartarlo y subirse a la camioneta -espero que el clima haya mejorado. Nos vamos de aquí- cuando encendió la luz pudo notar la cantidad que venían a ellos así que aceleró y golpeó a los que estaban a su paso.

La adrenalina del momento no lo dejo notar el hilo de sangre que corría de su hombro y el dolor que esté le causaba -¿Ash estás bien? ¿Te tocaron?- el animal parecía tan nervioso como ellos.

uso fuerza en vez de Ac porque para mí entender el arma quedó incrustada y solo debo moverla lo suficiente para terminar de hacer el año.

Mí ataque 5+ 2= 7
Su defensa 2+1=3
9- 13 = -4 (0)

Mí defensa 5+7=12
Su ataque 2+5=7
Defensa exitosa

Mí ataque 4+8=12
Su defensa 2+9=11
20-20=0

Demás dados en este link https://www.enjoythesilence40.com/t7314p400-torneo-mundial-de-los-dados#115463

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#1 'Números' :

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#2 'Números' :

#2 Resultados :

Aquel lugar parecía tranquilo, qué gran error. Se habían confiado y ahora pagaban las consecuencias. Todo ocurrió tan rápido a partir de que ella se recuperase de esas náuseas. No podía evitar quitarse el rostro de su hermana de la cabeza y como aquella mujer del auto tenía rasgos similares. Una parte de ella estaba convencida de que se trataba de su hermana. La otra argumentaba que era una locura. Habría sido mucha casualidad que se tratara de ella. ¿Pero seguiría viva?

— Estoy... — no fue capaz de terminar la frase, los gruñidos, el caos. — ¡Matt! — Ashley fue incapaz de hacer nada, solo de tomar el machete y ver como lo atacaban. Trató de adelantarse al tiempo que él se deshacía del zombie y le pedía que tomase sus cosas. Viendo como se desenvolvía la situación sería lo correcto. Entre el caos podía distinguir más ruidos en la lejanía, sombras al final del lugar de los zombies que se acercaban. Resultaba aterrador.

Corrió al vehículo al tiempo que Matt se deshacía de otras criaturas.

Ashley, con el corazón encogido se adentraba en el coche al tiempo de calmar a Kal y ver que Matt ya estaba con ellos. pese a estar rodeados suspiró con algo de alivio.

— ¡Vámonos! — no tardarían en rodear el coche. — ¡Estoy bi...! — palideció al ver la sangre caer en su hombro. ¿Era del zombie o tal vez...? No, era sangre fresca, no coagulada, así que solo había una opción. Sus ojos se llenaron de lágrimas. En ese momento se olvidó hasta de dónde estaban y de como los estaban rodeando, de golpe la idea de morir no pareció tan aterradora después de ver como el hombro de Matt sangraba por lo que parecía ser una mordedura.

Fue incapaz de decir nada, las lágrimas caían por su rostro, sin apartar la mirada de la herida. Estaba en shock. Hasta se olvidó de Kal y lo nervioso que se estaba poniendo. Sentía que el mundo llegaba a su fin, esta vez de verdad. Inevitablemente.

No era ni de cerca la primera vez que entró a un lugar y todo parecía demasiado tranquilo para luego desatarse el caos con completa rapidez. Quizás si estuviera con el loco de Balion o incluso Ligeia, se quedaría a terminar con esos infectados pero si estaba ella en el lugar preferiría sacarla de allí antes de que corriera alguna clase de riesgo. Por eso le dijo que tomara sus cosas y que se marcharan de allí, era más probable que sobrevivieran a la tormenta que estaba arriba que a la cantidad de zombies que habían aparecido con rapidez.

Probablemente el hecho de estar preocupado porque Ash saliera de allí completamente ilesa no lo hizo pensar lo suficientemente rápido y tampoco notar el dolor que estaba en su hombro. Se metió una camioneta y arrancó esta con rapidez antes de que los zombies se volvieran una barrera para poder salir de allí -espero que la tormenta no sea tan terrible como se escucha- aunque ella no dijo nada al respecto. Él estaba demasiado concentrado para anotar el silencio de la mujer.

Afuera del estacionamiento llovía y el viento era bastante fuerte por lo que tendría que buscar un lugar donde resguardarlos hasta que terminara esa tormenta. Aceleró lo más que pudo pues sabía que estando al completo descubierto tampoco las cosas serían fáciles. Condujo un par de minutos hasta ver un puente en el que podía estacionar la camioneta y quedarse allí hasta que la tormenta terminara.

Fue justo en el momento que estacionó y la miró que notó como ella estaba llorando -¿Que? ¿Ash?- y en el momento que estiró el brazo Para acariciar sus mejillas sintió el dolor punzante de su hombro. Fue casi como si el tiempo se detuviera mientras él se miraba al brazo y notaba las gotas de sangre sobre su ropa. ¿Que había...? Todo cerrón un segundo pues recordó la mordida del zombie. Todo su mundo se había terminado. Él no podía ponerla en peligro -mierda...- entonces se quedó en silencio.

No estaba seguro cuánto tiempo se quedó en silencio pensando en todo lo que había vivido hasta ese. Todas las veces que había esquivado la muerte y al final esta le había llegado de una manera completamente asquerosa. No dijo absolutamente nada simplemente tomó el arma que estaba en la funda que tenía en su pierna y la sacó -no voy a ponerte en peligro- dijo completamente serio Y con seguridad en la voz -lo siento Ashley esto no tenía que terminar así. -

Aún no se había animado a mirarla pero al final terminó por hacerlo y luego miró al perro quién parecía haberse calmado. -llevalo a Silver Lake. Tienes que irte- no iba a pedirle a ella que le disparara y tampoco quería que viera aquella situación. Al fin de cuentas ella merecía el mundo y toda la felicidad que podía darle. Quizás por eso sentía que al final le había fallado.

— No, no, no, no... — empezó a decir, mientras que movía las manos de forma nerviosa, quería tocar la herida, bueno, no tocarla, limpiarla, tratarla, hacer algo, ¿pero qué podía hacer? Y lo miraba a él y más lloraba. — No puede ser — sollozaba. — Tú no, por favor, Matt — tenía que ser una pesadilla, un mal sueño que no fuera real.

El silencio dentro del vehículo era interrumpido por los llantos de ella, que no podía contenerse. Trataba de respirar hondo, de calmarse, pero era imposible. No era capaz de imaginarse sus días sin él, no de que su camino hubiera acabado en aquel momento. Sentía que se iba a morir, de hecho sí, sentía que sin él no tenía nada más sentido. Temblaba, las lágrimas seguían cayendo... tan solo el sonido de la lluvia fuera podía silenciar su propio llanto.

— ¡No! — y casi se abalanzó sobre él para tratar de quitarle el arma. — No puedes hacerlo, no puedes... — prácticamente se echó sobre él. Colocó su frente contra la de Matt y cerró los ojos, acariciaba su rostro con la otra mano. — No voy a irme, ni se te ocurra pensar que me iré — susurraba una y otra vez. No le iba a dejar solo, sabía que era retrasar lo inevitable, que se moría, que era cuestión de horas, pero no lo quería ni pensar y mucho menos lo iba a dejar solo.

— No pienso dejarte, no me voy a ninguna parte — las lágrimas seguían brotando de sus ojos. Sentía como si el corazón se le fuera a parar, después de todo... ¿Cómo podía ser el mundo tan cruel? ¿Casualidad? Que terrible casualidad, separados, de vuelta a unirse, para acabar así...

Había intentado mantener la calma pero pero verla así completamente envuelta en llantos y tratando de llegar a su herida, lo rompió por completo. Algunas muertes le pesaban más que otras e incluso ver el cadáver de sus padres había sido terrible pero jamás había esperado verla a ella en esa situación. —Ashely. Calama— dejó el arma que había tomado entre medio de ellos dos y con sus manos tomó las de ella para calmar —lo siento— el mundo se estaba desmoronando por completo pero no iba a permitirse caer completamente al menos por el momento podía ayudarla a pensar en frío.

Ella tenía que marcharse de ahí llevarse al perro y la camioneta, porque ella tenía que sobrevivir. Ese había sido siempre su deseo. Él Había decidido terminar con su vida antes de ser una de esas cosas que se arrastraban por lo que quedaba del mundo buscando morder a alguien más. Si no podía vivir tampoco iba a quitarle la vida a nadie por lo que era mucho mejor tener una bala en la cabeza.

Pero ella, terca como siempre. Se abalanzó sobre él para evitar que hiciera aquel —precisa...— le dijo con dulzura —tu más que nadie Sabes lo que va a pasar después de esto. Y y no necesitas verme así levantó las manos hacia ella para poder secarle las lágrimas. Si hubiera sabido que será el final probablemente le hubiera hecho el amor esa misma mañana y la hubiera besado mucho más de lo que había hecho antes. Por Dios! Nadie podía tener una idea lo que deseaba besarla en ese momento. Pero eso ya no era una opción para él y tampoco para ella.

Una parte de él no quería verla llorar pero sabía que necesitaba dejar salir aquello —mi amor. Tienes que escucharme — aunque ella seguía negando y diciendo que no iba a dejarlo —es mejor para los dos— hubiera deseado que le pasara algo así estando con Balion, él definitivamente no hubiera dudado ni un segundo en ponerle una bala en la cabeza y aquello se habría terminado muy rápido. Quizás ella jamás hubiera enterado de la verdadera forma en la que él había muerto pero eso no importa siempre y cuando estuviera bien. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasarle con ella? Al menos había asegurado de que nadie lo hubiera lastimado.

Respiro profundo y le pasó la mano por el cabello, está era la última vez que la tendría así —quería más tiempo Ash, quería verte cada día — suspiro —aunque sea muy estúpido quería verte siendo la madre de mis hijos. Y yo sé que este mundo es demasiado porquería para eso pero era un sueño y eso al menos no nos los han quitado— ¿Qué ganaba diciendo eso? Absolutamente nada porque quizás solo haría que ella se sintiera peor.

Tomo la mano de ella y la beso dónde llevaba la argolla de bodas porque a esas alturas es todo lo que podía hacer —en las buenas y en las malas... murmuro ¿Cuántas veces le había dicho eso? Ella se iba a quedar porque en el fondo los dos eran iguales —solo hasta que esto empeoré — tomo el arma y la puso en las manos de ella —si te quedas, tendrás que hacerlo tu Ash... Tienes que dispararme o puedes irte ahora y quedarte con los buenos recuerdos—

Ella decidía. Poesía quedarse un rato más a su lado pero tarde o temprano iba a tener que matarlo o marcharse en ese momento y quedarse con las cosas buenas.

No paraba de negar, una y otra vez. No se iba a ir, no lo iba a dejar, antes se moriría. No podía dejarlo en sus últimas horas... solo de pensar en ello el estómago se le revolvía. "Sus últimas horas". ¡Maldita sea! Era incapaz de procesarlo, mucho menos de asimilarlo, ni quería, ni podía... pero ahí estaba la herida. Las palabras de Matt, combinadas con sus pensamientos provocaban que Ashley no parase de llorar. ¿Qué iba a hacer ahora ella? Sin él, después de haberse reencontrado... pensó en todo el tiempo que pasó sin él. Ese dolor en el pecho, ese vacío lo volvió a sentir con una punzada en el interior del pecho. Pensó que se iba a morir. Solo la idea de estar sin él, solo el pensamiento de volver a esa soledad. Sí, sentía que se iba a morir, no podía volver a pasar por ello. De hecho casi sentía que ya lo echaba de menos.

— Tú lo has dicho amor, en las buenas y en las malas — respiró hondo, tratando de controlar el llanto y aferró sus manos con fuerza cuando le pasó el arma, quedando esta entre los dedos de los dos. — No me pidas algo que sabes perfectamente que tú tampoco harías si estuvieras en mi lugar — una sonrisa fugaz apareció en su rostro, ambos eran iguales de cabezones y se conocían perfectamente.

— Nuestros hijos — pensó en voz alta con la voz rota. Lo había pensado tantas veces que ese pensamiento dolió aún más. Aunque creía que traer un niño al mundo en aquel momento era locura, nunca había dejado de pensar en ello. — Siempre me imaginé un pequeño Matthew correteando por ahí, con tus ojos, tu bondad y mi curiosidad. Un pequeño trasto inquieto — sollozó. — Nos pelearíamos mucho porque tú te empeñarías en enseñarle sobre armas, a defenderse... ¡Y yo te diría: Matt, déjale, es un niño, que juegue, que corretee por ahí! — la mirada de ella brillaba con fuerza, apretaba las manos de él. Kal los miraba desde el asiento de atrás, parecía más triste, comparado a como lo había visto antes comiendo.

— No me iré, lo sabes — volvió a insistir. Necesitaba esos últimos momentos, atesorarlos con fuerza, estar con él... le observó. Miró fijamente sus ojos y colocó una de sus manos sobre la mejilla de su rostro, el cual acarició con suavidad. De golpe, todos esos sueños de futuro, los planes, todas las ideas de las que habían hablado sobre Silver Lake, sobre su cabaña... desaparecieron y Ashley pensaba en el futuro como una neblina oscura. Sin futuro. Le observaba fijamente, habían parado las lágrimas aunque su rostro seguía húmedo al igual que sus ojos.

Amaba aquel hombre y no podía perderlo.

Ella era tan terca y él siempre lo había sabido. Incluso se podía decir que era parte de lo que lo había enamorado, ella jamás se dejaba vencer. Pero en ese momento le hubiera gustado que ella lo dejara ahí. Pero verla negar así solo le hacía entender que no iba a marcharse. Quería que se marcharan pero él sabía que si las cosas hubieran sido al revés, el jamás se hubiera ido. Hasta el final se hubiera quedado a su lado.

"En las buenas y en las mala" se decía a sí mismo mientras la veía llorar. —mi amor... No puedes arriesgarte a esto— si fuera más valiente se marcharía pero sabía que ella iba a seguirlo y tampoco podía dejarla allí, en el medio de la tormenta, así que le tocaba creer que llegado el momento, haría lo que tenía que hacer. Sintió un dolor profundo en el pecho, ellos no tenían que terminar así. Habían construido algo maravilloso en el medio de un mundo terrible, eso no era justo. Aunque pocas veces en la vida las cosas eran justas.

Sonar pare la tan egoísta y sobre todo decirle de ello pero lo había hecho y ella simplemente siguió aquella charla. Ahora sus hijos se habían vuelto eso, solo un sueño que jamás verían realizarse. Aun cuando sus palabras dolieron profundamente dejó salir una pequeña risa — bueno, si. Es probable que haya sido así— aunque hubiera intentado ser diferente a su padre en muchos aspectos.

Asintió porque sabía que no iba a irse —Ash... Hay cosas que jamás te conté. Antes de todo esto, cuando estuve en la guerra, las cosas que hice... Lo que me sucedió, las torturas— quería soltar todo antes de marcharse —todo eso era una pesadilla pero tu las borrabas y estos últimos meses, las olvidé por completo gracias a ti— la atrajo a su cuerpo, quería sentirla cerca mientras podía. Beso su frente —mi amor, hiciste de mí el hombre más afortunado tOdo el tiempo que pudiste y no podría pedir una mejor vida que la que me diste— no era necesario hablar de sus padres o de su hermana.

—Ash... Prométeme que vas a seguir. Tu mereces más que esto— comenzó a acariciar su cabello, tendrían al menos un par de horas antes de que toda la porquería los alcanzará así que ¿Por qué no disfrutar de eso?

Para Ashley aquella situación seguía pareciendo irreal, era incapaz de asumir lo que se avecinaba, aunque pasaran los minutos y siguiera viendo la herida. Los minutos fueron seguidos de las horas. Matt y Ashley decidieron buscar algún lugar seguro, primero por la tormenta y en segundo lugar para que él pudiera estar más cómodo. Habían encontrado una antigua casa, en una zona alejada. Debió ser bonita en su tiempo, con un jardín, varias plantas... Tras asegurarse de que estaba despejada los dos se acomodaron en la sala de estar. Donde había una chimenea. Ashley encontró unos troncos de madera fuera y encendieron el fuego. Eso ayudó a que por lo menos entraran en calor y estuvieran más cómodos. Colocó unas mantas que llevaban en el coche sobre los viejos sillones para poder tumbarse y a Kal le improvisaron una cama junto a ellos y el fuego.

Podría tratarse de una situación idílica si no fuera por lo que realmente estaba pasando. Ashley no dejaba de revisar la herida de Matt. Incluso en un par de ocasiones la había limpiado, tapado con jirones de telas limpias, como si eso fuera a cambiar algo.

— ¿Cómo te encuentras? — preguntó acercándose para tocar su rostro y frente. — No pareces tener fiebre — puntualizó, eso le resultaba extraño, ya que en muchos pacientes, una vez pasadas algunas horas la fiebre aparecía y era el primer síntoma del fin. — ¿Tienes hambre, quieres que prepare té o algo de comer? — quería que estuviera bien, no paraba de acomodar los cojines detrás de su espalda, preguntar por síntomas... estaba muy inquieta aunque tratase de mantener la calma.

Seguía tratando de que las cosas no fueran reales pero qué sería no iba a desaparecer Y probablemente el virus ya estaba inundando por completo su cuerpo. Aún así él ha permitido curar sus heridas Y tratar de hacer algo por él porque era lo mínimo que podía darle en ese momento. Ambos sabían que no había manera de que eso resultara bien pero por un rato decidieron jugar a que quizás podrían llegar a salvarse de aquella situación.

No le había dicho nada sobre el dolor de cabeza que comenzaba a sentir en la parte de atrás de su nuca pero ella seguía preguntándole cómo estaba así que al final abrió los ojos y la miró —todo está bien cariño— le mintió por supuesto pero solo porque intentaba que ella dejara el asunto de lado. La verdad es que he comenzado a hacer hora de que ella se marchara pues estaba seguro que en cualquier momento los primeros síntomas se iban a hacer presentes.

—No gastes recursos— que él se alimentara ya no era una clase de prioridad en un par de horas probablemente ni siquiera puede hacer lo suficientemente consciente y la verdad es que ella no necesitaba gastar cosas que eran realmente necesarios para ella. Se pasó la mano por el rostro pues el dolor de cabeza se Estaba volviendo bastante insoportable Pero tenía razón al hecho de que no había comenzado a tener fiebre. Algo que era muy normal cuando el cuerpo atacaba un virus.

Ella volvió a acomodar el cojín y el tomó su mano con dulzura —tienes que parar con esto Ash — beso su mano con suavidad y entonces no pudo esconder la mirada de dolor en su rostro, pues sintió como si una aguja caliente traspasara su herida así que la soltó y dijo —es hora que te vayas— le dijo casi decidido.

Había dejado sus armas en un lugar donde ella pudiera llegar con rapidez pues si no podía evitar la transformación antes de que ya se marchara, tendría que hacerlo. La verdad es que no quería que ese recuerdo quedara en su mente, prefería que ella lo recordara como era siempre y no como un maldito monstruo.

— Yo no te veo que estés bien — Ashley lo miraba y sabía perfectamente que detrás de sus palabras había algo más. — Míralo como una ventaja o tal vez desventaja... llevamos mucho tiempo juntos — le recordó y hasta pronunciar esas palabras le hicieron daño. Porque recordó que eso llegaba a su fin. Se mordió el labio inferior aguantando que las lágrimas aparecieran de nuevo.

Cuando agarró su manos, Ashley la hizo girar para poder acariciar la de él, de hecho la apretó con fuerza y se pegó a su frente.

— No, no puedo parar, ni me iré — sabía que empezaba a encontrarse mal, a parte de que podía notarlo, por el tiempo que había pasado era lo normal. No se di cuenta de que un par de lágrimas caían por su rostro hasta que las vio caer sobre su ropa. Respiró hondo.

— No me voy Matt — se acomodó a su lado y se abrazó con fuerza a él, apoyando el rostro sobre su pecho. Lo abrazó con tanta fuerza, como si tuviera miedo de que él la fuese a echar, no se iría a ninguna parte, no. Podía sentir bajo su oído el corazón de él latir. Ashley no quería macharse, quería conservar ese momento para siempre y eso haría. Aprovechar lo que fuera, ese momento de paz, de calma antes de todo lo que estaba por desatarse después. Había tratado dejar de llorar, pero era inevitable. Allí abrazada al que era el amor de su vida, sabiendo que se marchaba, que no lo volvería a ver. Las lágrimas brotaban en silencio mientras lo abrazaba con fuerza. Ashley no miró a Matt, no quería que la viera llorar más, solo se limitó a abrazarlo.

— Por favor, déjame este momento — susurró. — Aquí los dos, abrazados, Matt, no hay nada más mi vida, solo tú y yo. Te amo Matt, siempre.

Ella seguía buscando el lado positivo de lo que estaba sucediendo como si intentara creer que lo que había pasado solo fuera un mal sueño —mi amor por favor— tomó las manos de ellas intentando no pensar en el dolor de cabeza que estaba casi destruyendo su mente —necesitas aceptar esto, necesitas irte— era un poco loco pensar que su vida no había sido destruida cuando había sido prisionero de guerra, no había sido destruida luego de las torturas pero sin embargo todavía ha terminado por una simple mordida.

Seguía negandose a marcharse y la verdad es que el no tenía la fuerza para sacarla de allí, no en este momento. Puede que la fiebre aún no hubiera tardado su cuerpo pero la realidad es que se sentía completamente débil sin fuerza. Odiaba la idea de que hablara por su culpa, tendría que haber sido más cuidadoso ¿Cómo había calculado el riesgo de lo que estaban haciendo? ¿Cómo se había permitido fallarle así a la mujer que amaba?

Paso su brazo sobre ella cuando lo abrazo y suspiró cansado —tambien te amo mí amor— cerro los ojos porque estos le ardían con fuerza y no siquiera pudo saber en qué momento cayó en la inconsciencia. Quizás al final su cuerpo había caído en la fiebre y estaba muriendo. Por dios. Le pedía al cielo morir antes de hacerle algún daño a esa mujer.

De golpe recordó aquel momento donde conocía a Ashley, ella estaba en medio de un grupo de niños y él jamás había visto a una mujer con una sonrisa tan magnética. Había sentido el impulso de ir hacia ella y buscar cualquier tipo de charla. Aún podía recordar la sensación de nervios cada vez que tenían una cita, jamás había querido tanto a una mujer como a ella.

No supo cuánto tiempo había pasado pero para cuando abrió los ojos estaba recostado y bañado en sudor. Le dolía el cuerpo y aún su cabeza parecía que iba a estallar pero aún estaba conciente ¿Cuánto tiempo se supone que tenía que pasar para el cambio? Levantó una mano y la verdad es que está le pesaba como los mil demonios. —Ash...— tenía la garganta seca ¿Estaba muerto? Giró el rostro y vio al perro levantarse para ir donde estaba él y pasarle la lengua por el rostro. Eso definitivamente se sentía real ¿Entonces que había pasado?

— No — repetía ella una y otra vez. — No pienso dejarte solo ahora — susurraba con la voz rota. Ashley le abrazó con fuerza y pegó su rostro al de él. Matt parecía perder el conocimiento poco a poco, como si se durmiera. Sentía que la vida de él se le escapaba entre los dedos sin poder hacer nada. Allí, en silencio, tan impotente, viendo como la vida del amor de su vida se apagaba. Trató de no volver a llorar, pero le resultó imposible, en silencio las lágrimas brotaban de sus ojos sin cesar, Ashley lo aferraba con fuerza y se limitó a abrazarlo, sin más.

Observó al perro, allí tumbado, como apoyaba el rostro sobre la manta y los miraba, parecía triste. Ashley bajó la mirada hacia el rostro de Matt y besó su frente. Ardía. El corazón le iba a mil por hora, sentía como si se le fuera a paralizar en aquel momento. Qué angustia. ¿Así iba a ser? La morena colocó su mano sobre el pecho de él, podía sentir los latidos de su corazón y aunque le aliviaba sabía lo que ocurriría tarde o temprano. Ese retumbar cesaría y tendría que actuar. Las lágrimas seguían cayendo.

No se separó ni un instante de él. Pese a no tener mucha agua, había humedecido algunos paños para colocarlos en su frente, para aliviar el calor, incluso le había quitado algunas prendas de ropa, ardía y ya no había vuelta atrás. Ashley trataba de que al menos estuviera cómodo en aquellos instantes. Pero allí estaba él, sudando, ardiendo, moribundo... se le partía el alma verlo así. El tiempo seguía pasando y ella apenas había dejado de llorar, no recordaba haber llorado tanto en toda su vida. Los ojos le dolían y  la cabeza comenzaba a darle vueltas. Se sentía mareada, cansada... con una mezcla de sentimientos, que hasta sentía como si en cualquier momento fuera a vomitar.

Se había acurrucado junto a él y lo abrazaba pese al calor, no quería separarse de él y aunque trataba de permanecer despierta, en algún momento dado cedió también al cansancio.

«Ash...» Se giró bruscamente para observarle.

— ¿Mi vida? — parecía haber despertado. Ashley se echó ligeramente sobre él y colocó ambas manos en su rostro. Kal estaba a su lado también y lo observaba fijamente. No sabía cuánto tiempo había pasado, hasta ella se sentía bastante grogui. Por un momento creyó que se trataba de un sueño, pero aquello era tan real como el calor de su piel bajo sus manos. — ¿Cómo te encuentras? — acarició con suavidad su rostro.

Moverse era la cosa más desafiante que le había pasado en ese momento. ¿Era posible que te doliera el cuerpo de esa manera? Matt jamás había experimentado eso y había estado luchando en el desierto, el clima había sido cruel. Incluso había sido torturado y sin embargo aquello era mí veces peor. El dolor en su cabeza se llevaba la peor parte, sentía que algo se había roto allí pero estaba despierto y eso no era posible ¿O si? De cualquier manera le llevo más tiempo de lo que le había gustado poder decir el nombre de su esposa. Ella también había sido presa del cansancio y las emociones. Si hubiera estado en todas sus facultades ni siquiera hubiera hecho el menor ruido para dejarla dormir. Pero en ese momento vendería el alma por un vaso de agua.

En cuanto él perro había notado que había despertado, se había acercado a lamerle la cara, como si estuviera feliz de no volver a perder a otra persona en su vida. Y entonces Ashley apareció en su campo de visión. La voz de ella lo aturdida un poco, pero aquel dolor de cabeza lo hubiera matado si hubiera caído una aguja al suelo. El cerro los ojos y dijo —necesito agua. Tengo sed— tenía la sensación de haber dormido dos minutos pero el sol entraba por la ventana. ¿Cuántas horas había estado inconciente?

Sintió Cómo es la volaba las manos en su rostro y aún así parecía que la temperatura de su cuerpo iba a quemarla. Ella preguntaba cómo se encontraba el baile costó tanto hablar, jamás en su vida se haya sentido tan incómodo y sin embargo no podía moverse ni un poco —es de día— se forzó a decir, ella no era una doctora eso él lo sabía perfectamente pero así haya un tiempo que había estado ayudando en el campamento con ese fin así que probablemente ella sabría que para ese punto, él ya tendría que estar arrastrándose ¿Que demonios estaba sucediendo?

Kal volvió a acostarse relajado como si no detectara ninguna amenaza, pero eso fue algo que pasó completamente desapercibido a los ojos del soldado que sentía que el cuerpo Le ardía por completo. Solo necesitaba agua y seguir durmiendo, se decía. Aunque Jamás había pensado que podía llegar a salir de eso simplemente ya no podía despedirle a su esposa de que se marchara y tampoco podía tomar un arma y volarse a la cabeza porque ni siquiera tenía la fuerza para eso

— Claro, agua... — nerviosa, sin pensar en prácticamente nada más que en el solo pensamiento de ayudarlo, de que estuviera cómodo... buscó la botella, la cual acercó a sus labios para que bebiera con suavidad. — Con calma, poco a poco... — se percató de que era de día gracias a que él lo dijo. Observó con la mirada hacia la ventana a medio tapiar, unos rayos de luz se filtraban por los tablones. Había perdido la noción del tiempo. ¿Cuántas horas habían pasado desde que lo mordieron?

Su cuerpo ardía. Deslizó las manos por frente y rostro. Perfectamente podría llegar a tener unos 40º de fiebre. La fiebre acabaría con él y entonces despertaría. ¿Se había preparado mentalmente para eso? Para nada, ni siquiera se lo había imaginado. No era capaz de hacerlo. Solo pensaba en que se marchaba, en que debía estar al límite. No era la primera vez que veía a alguien morir a causa del virus y sabía, que una vez que la fiebre llegaba al punto máximo, era cuestión de minutos... con suerte o desgracia, un par de horas. Ella no quería que el tiempo siguiera pasando y a su vez resultaba una tortura.

Observó como volvía a cerrar los ojos y se acurrucó a su lado. De nuevo las lágrimas brotaban de sus ojos. Pensar que Matt se iba... es que era incapaz de pensarlo. ¿Cómo volvería a Terra Save sin él? ¿Cómo se suponía que debía continuar su vida sin él? Sabiendo que había muerto... el nudo en el pecho aumentaba. Es que no se sentía capaz de nada de aquello. Sentía como si se fuera a morir con él.

— Cuando te conocí creí que sería la típica aventura de un día, dos... — empezó a decir en voz baja. — Pero los días fueron pasando, te fui conociendo mejor... y maldita sea, me enamoré de ti por completo y supe que quería estar contigo para siempre. Ya te perdí una vez y me negué a ello, te busqué siempre y ahora... no puedes irte — la voz se le quebró y aunque trataba de llorar sin hacer ruido no lo pudo evitar. Ashley se aferró a él y lo abrazó con fuerza. Incapaz de aceptar lo que estaba pasando. Kal, que se había acomodado, se alzó al verla de esa forma. Se quedó quieto observando.

Y así transcurrían de nuevo los minutos, Ashley seguía colocando su rostro sobre el pecho de él atenta a cada latido, escuchando, aterrada porque en cualquier momento su corazón se parase por completo.