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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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De vuelta a casa #Arthur
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No sabía que hora debía de ser, pero sería cercana al medio día, sobre la hora en la que comíamos todos en casa, nos solíamos reunir todos al rededor de una enorme mesa de madera que mi padre mismo había fabricado con varios troncos con la ayuda de Tiago, echaba tanto de menos aquellos encuentros... Suspiré al par que me sacudía el barro de mis botas en los escalones de la entrada a aquella casa y me acercaba a la puerta de entrada mientras que se escuchaba de fondo el ruido de la lluvia mezclado con aquel viento y el sonido de mis propios pies al pisar aquellas tablas huecas del porche.
Era un porche bastante bonito, me encontraba en una casa, quería mirar el mapa con tranquilidad para ver donde estaba, pero no había parado de llover en todo el día desde que había despertado escondida en el interior de aquel coche en la nada y había logrado avanzar por entre aquellos campos y caminos hasta aquella granja, era un sitio bastante hermoso, no había dado con ningún caminante y aunque el cielo estuviera tan oscuro por culpa del tiempo y lo hiciera todo parecer más siniestro el lugar me encantaba, era como si en esa granja se hubiera parado el tiempo cuando empezó el apocalipsis, la hierba había ido creciendo y avanzando de forma caprichosa por zonas en las que seguramente no debería de estar, pero aún así todo parecía bastante normal, como en los viejos tiempos, aquel lugar me recordaba algo a mi casa, mi antigua casa había sido una granja en otro tiempo y miss padres junto a mis hermanos la remodelaron para hacerla el hogar de la familia numerosa que llegamos a ser.
Estaba aún dudosa sobre entrar o no en aquella casa, pero finalmente el frío, estaba helada, no paraba de tiritar y rechinar los dientes, algún que otro trueno en la lejanía y el viento sobre todo me obligaron a tirar de la contrapuerta que estaba abierta, un chirrido me puso la piel de gallina pero continué y abrí la puerta definitiva para dar con un pasillo y unas escaleras, a un lado estaba la sala y a la izquierda la pared con las escaleras que ascendían y dos puertas, no parecía haber nadie, avancé dejando que las puertas se cerraran solas de golpe dejando que la oscuridad se apoderara del lugar, había ventanas, pero las persianas estaban medio echadas y el día era muy oscuro ya de por si.
Me quedé allí esperando sigilosa ante cualquier posible ruido.
Era un porche bastante bonito, me encontraba en una casa, quería mirar el mapa con tranquilidad para ver donde estaba, pero no había parado de llover en todo el día desde que había despertado escondida en el interior de aquel coche en la nada y había logrado avanzar por entre aquellos campos y caminos hasta aquella granja, era un sitio bastante hermoso, no había dado con ningún caminante y aunque el cielo estuviera tan oscuro por culpa del tiempo y lo hiciera todo parecer más siniestro el lugar me encantaba, era como si en esa granja se hubiera parado el tiempo cuando empezó el apocalipsis, la hierba había ido creciendo y avanzando de forma caprichosa por zonas en las que seguramente no debería de estar, pero aún así todo parecía bastante normal, como en los viejos tiempos, aquel lugar me recordaba algo a mi casa, mi antigua casa había sido una granja en otro tiempo y miss padres junto a mis hermanos la remodelaron para hacerla el hogar de la familia numerosa que llegamos a ser.
Estaba aún dudosa sobre entrar o no en aquella casa, pero finalmente el frío, estaba helada, no paraba de tiritar y rechinar los dientes, algún que otro trueno en la lejanía y el viento sobre todo me obligaron a tirar de la contrapuerta que estaba abierta, un chirrido me puso la piel de gallina pero continué y abrí la puerta definitiva para dar con un pasillo y unas escaleras, a un lado estaba la sala y a la izquierda la pared con las escaleras que ascendían y dos puertas, no parecía haber nadie, avancé dejando que las puertas se cerraran solas de golpe dejando que la oscuridad se apoderara del lugar, había ventanas, pero las persianas estaban medio echadas y el día era muy oscuro ya de por si.
Me quedé allí esperando sigilosa ante cualquier posible ruido.
Eso de ir solo era un coñazo, un verdadero coñazo. No puedes hablar con nadie, ni jugar al veo-veo, ni dar las buenas noches, ni saludar al despertar, ni pelear por la última pizca de comida de ese día... Era una mierda, y no solo hablaba de una compañía femenina. Sonaría estúpido, pero se echaba en falta simplemente un copiloto que cogiese el mapa de carreteras y me echase una mano. ¿De verdad estaría solo? Se me hacía difícil de creer teniendo en cuenta que últimamente me había encontrado con más gente pero siempre por unos motivos o por otros había terminado separándome de ellos. Quizás algún día podría llegar a estar en un lugar al que llamar hogar con una comunidad de supervivientes. Sonaba idílico y un tanto imposible, pero eh, soñar es gratis.
Por ahora había que asegurar prioridades, y la primera era encontrar un lugar donde meterme antes de que llegase la lluvia, que terminaría por hacerlo antes o después y no me molaba nada eso de tener que dormir en el jeep. Vale, era un coche grande y seguro, pero no me gustaba la idea de despertarme rodeado de hijos de puta. Lo mejor era encontrar un techo minimamente seguro bajo el que resguardarse sin correr demasiados riesgos. La verdad es que en el campo parecía que el tiempo no pasase, era como cuando iba a ver a mis padres a su estúpida granja. ¿Por qué dejarían la gran manzana? Una buena pregunta que no sabía responder, no había nada como la ciudad... Aunque ahora era mejor el campo, la verdad. El mapa no señalaba todo, pero lo justo, algunos caminos y poco más, así que supuse que sería buena idea ir por un camino no marcado en el mapa, total, ¿qué podía pasar?
Llevaba algo de música suave puesta (no siempre iba a ir con algo de rock jodidamente duro, terminaría más loco de lo normal) y silbaba con intención de distraerme un poco. Como el camino estaba encharcado y embarrado no me fiaba mucho de el tema de las marchas automáticas del jeep y lo puse en manual. Yo conducía mucho mejor que cualquier ordenador, ni lo dudaba. Reduje el ritmo a medida que me acercaba hasta la granja y paré frente a la puerta con el coche ligeramente de lado para una huida rápida, por si acaso, aunque no se veía nada raro. Preparé las cosas antes de bajar del coche, solté el cinturón de seguridad y me enganché al mío el machete. No daba mucho uso a mi recortada, así que sería la elegida para cuidarme las espaldas hoy. La cargué hasta su límite, que sólo eran dos cartuchos, y me crucé por el pecho una cinta de cuero con cartuchos para esta. Me quedaba genial para una foto, la verdad. Bajé del coche, la chupa de cuero no hacía mucho contra la lluvia, pero me cubrí la cabeza con la capucha de la sudadera que llevaba debajo. Al llegar al porche de la casa pude resguardarme, y como no escuché ruidos decidí tener mi momento All-bran. Saqué mi paquete de tabaco y me coloqué un cigarro entre los labios, después encendí el zippo con mi ya característico movimiento, chocar contra la pierna para abrirlo y otro golpe para encenderlo. Quedaba de miedo. Encendí el cigarrillo y me dejé resbalar por la pared de la casa para quedar sentado en el porche con la escopeta en la mano izquierda.-Pues no está mal la vida del campo.-Susurré en el intervalo en el que sacaba el cigarrillo de la boca para echar el humo.
Por ahora había que asegurar prioridades, y la primera era encontrar un lugar donde meterme antes de que llegase la lluvia, que terminaría por hacerlo antes o después y no me molaba nada eso de tener que dormir en el jeep. Vale, era un coche grande y seguro, pero no me gustaba la idea de despertarme rodeado de hijos de puta. Lo mejor era encontrar un techo minimamente seguro bajo el que resguardarse sin correr demasiados riesgos. La verdad es que en el campo parecía que el tiempo no pasase, era como cuando iba a ver a mis padres a su estúpida granja. ¿Por qué dejarían la gran manzana? Una buena pregunta que no sabía responder, no había nada como la ciudad... Aunque ahora era mejor el campo, la verdad. El mapa no señalaba todo, pero lo justo, algunos caminos y poco más, así que supuse que sería buena idea ir por un camino no marcado en el mapa, total, ¿qué podía pasar?
Llevaba algo de música suave puesta (no siempre iba a ir con algo de rock jodidamente duro, terminaría más loco de lo normal) y silbaba con intención de distraerme un poco. Como el camino estaba encharcado y embarrado no me fiaba mucho de el tema de las marchas automáticas del jeep y lo puse en manual. Yo conducía mucho mejor que cualquier ordenador, ni lo dudaba. Reduje el ritmo a medida que me acercaba hasta la granja y paré frente a la puerta con el coche ligeramente de lado para una huida rápida, por si acaso, aunque no se veía nada raro. Preparé las cosas antes de bajar del coche, solté el cinturón de seguridad y me enganché al mío el machete. No daba mucho uso a mi recortada, así que sería la elegida para cuidarme las espaldas hoy. La cargué hasta su límite, que sólo eran dos cartuchos, y me crucé por el pecho una cinta de cuero con cartuchos para esta. Me quedaba genial para una foto, la verdad. Bajé del coche, la chupa de cuero no hacía mucho contra la lluvia, pero me cubrí la cabeza con la capucha de la sudadera que llevaba debajo. Al llegar al porche de la casa pude resguardarme, y como no escuché ruidos decidí tener mi momento All-bran. Saqué mi paquete de tabaco y me coloqué un cigarro entre los labios, después encendí el zippo con mi ya característico movimiento, chocar contra la pierna para abrirlo y otro golpe para encenderlo. Quedaba de miedo. Encendí el cigarrillo y me dejé resbalar por la pared de la casa para quedar sentado en el porche con la escopeta en la mano izquierda.-Pues no está mal la vida del campo.-Susurré en el intervalo en el que sacaba el cigarrillo de la boca para echar el humo.
Miré a mi alrededor un poco perdida, desubicada más bien, me solía pasar cada vez que entraba en algún lugar que no conocía, me sentía como una extraña y no lo podía evitar, siempre igual, pero bueno tendría que empezar a moverme, no me podría quedar allí de pie toda la noche, primero debería registrar la casa y ver si había alguien, más bien algo por allí, así podría encontrar algo de comida con suerte y luego descansar, que era lo que más ansiaba, había estado durante todo el día caminando.
Me fui internando en el interior de la casa, avancé con sigilo por el salón mientras que tragaba saliva completamente asustada, tenía miedo, no lo podía evitar, aquellos seres me asustaban, al fin y al cabo eran muertos, monstruos como los que salían en las historias de terror de Tiago, pero él siempre me tranquilizaba con un "No son de verdad" y yo me calmaba, pero ahora que sabía que si eran reales aquellas palabras ya no ayudaban, hubo un momento en el que me paré en mitad del salón, no sabía si abrir la persiana o no, era evidente que necesitaba luz, algo de esta entraría por el cristal, pero, ¿y si a la larga era peor? Aún así decidí levantar la persiana, sigilosa, conseguí hacerlo sin que hiciera mucho ruido y sonreí de forma nerviosa para mi misma, algo de claridad entraba por el viejo y desgastado marco, el cristal estaba curiosamente limpio y mostraba una vista de los campos, bonitos, me encantó, además la lluvia no me desagradaba, podía escuchar el ruido que hacía, era agradable.
Continué mi camino hasta dar con una cocina, no me impresionó ver a alguien sentado en una especie de mecedora, estaba tan quieto, ¿estaría vivo?, cogí un tarro que había encima de un mueble cercano a la puerta y lo dejé caer rápidamente cogí la espada que Smith me había regalado y la sujeté en mis manos. El hombre comenzó a gruñir y levantarse, lo miré aterrada, pero cuando salió corriendo hacia mi fui capaz de levantar la espada, un poco torpe por la presión y alzarla para clavársela en su cabeza, conforme empezó a caerse muerto retrocedí soltando el arma que cayó con él.
Era la primera vez que acaba con uno yo sola, me acerqué deprisa para coger la espada que me costó recuperarla y salí corriendo sin pensar muy bien en todo aquello abrí la puerta del porche y salí fuera dando un respingo al ver que no estaba sola.
Me fui internando en el interior de la casa, avancé con sigilo por el salón mientras que tragaba saliva completamente asustada, tenía miedo, no lo podía evitar, aquellos seres me asustaban, al fin y al cabo eran muertos, monstruos como los que salían en las historias de terror de Tiago, pero él siempre me tranquilizaba con un "No son de verdad" y yo me calmaba, pero ahora que sabía que si eran reales aquellas palabras ya no ayudaban, hubo un momento en el que me paré en mitad del salón, no sabía si abrir la persiana o no, era evidente que necesitaba luz, algo de esta entraría por el cristal, pero, ¿y si a la larga era peor? Aún así decidí levantar la persiana, sigilosa, conseguí hacerlo sin que hiciera mucho ruido y sonreí de forma nerviosa para mi misma, algo de claridad entraba por el viejo y desgastado marco, el cristal estaba curiosamente limpio y mostraba una vista de los campos, bonitos, me encantó, además la lluvia no me desagradaba, podía escuchar el ruido que hacía, era agradable.
Continué mi camino hasta dar con una cocina, no me impresionó ver a alguien sentado en una especie de mecedora, estaba tan quieto, ¿estaría vivo?, cogí un tarro que había encima de un mueble cercano a la puerta y lo dejé caer rápidamente cogí la espada que Smith me había regalado y la sujeté en mis manos. El hombre comenzó a gruñir y levantarse, lo miré aterrada, pero cuando salió corriendo hacia mi fui capaz de levantar la espada, un poco torpe por la presión y alzarla para clavársela en su cabeza, conforme empezó a caerse muerto retrocedí soltando el arma que cayó con él.
Era la primera vez que acaba con uno yo sola, me acerqué deprisa para coger la espada que me costó recuperarla y salí corriendo sin pensar muy bien en todo aquello abrí la puerta del porche y salí fuera dando un respingo al ver que no estaba sola.
Estaba disfrutando tanto de ese merecido descanso y del cigarrillo que cualquier mínimo ruido que pude haber escuchado pasaba inadvertido, todo era paz cuando encendía a uno de esos pequeños cabrones blancos que tanta falta hacían ahora. Me matarán, pero si no lo hacen ellos lo harán los caminantes, así que ahora eso me importaba más bien una mierda. Apoyé la cabeza contra la madera y eché muy lentamente el humo, como si no quisiera hacerlo por nada del mundo. Mi madre me mataría si me viese fumando, pero bah, dejé de creer en eso del cielo y la gente mirando hace mucho. Ningún dios permitiría esto de los zombies, que les den a todos.
Eso de evadirse de todo estaba muy bien, lo juro, pero llegado un punto era imposible. Hay que joderse, ni en el apocalipsis se puede estar tranquilo. Me levanté arrastrando la espalda por la pared hasta quedar de pie y levanté la recortada con el pie. Al más puro estilo chulesco. Me venía al pelo esa actitud, pero nunca había nadie para verme. Una desgracia, sin duda. Aguardé apoyado en la pared hasta que una figura algo bajita salió corriendo, en ese instante me lancé a por ella, la cogí por el cuello de la camiseta/vestido/loquesea y tiré de ella para pegarla a la pared junto a mi, esperé unos segundos más, ni la miré, solo comprobé que no era un caminante, era suficiente. Tras esos segundos, en los que procuré mantener la calma, sujeté la recortada con la mano libre hasta que pasó lo que esperaba que pasase, otra figura más salió a pasos torpes por la puerta. Apunté con la recortada y... bam, buen ruido, sí señor. Eso de la discreción no era precisamente lo mío, la verdad.-¿Matazombies de la semana? ¿Tú qué opinas?-Miré de reojo a la personita a la que había sacado de un posible apuro, pero no esperaba que me lo agradeciese.
Eso de evadirse de todo estaba muy bien, lo juro, pero llegado un punto era imposible. Hay que joderse, ni en el apocalipsis se puede estar tranquilo. Me levanté arrastrando la espalda por la pared hasta quedar de pie y levanté la recortada con el pie. Al más puro estilo chulesco. Me venía al pelo esa actitud, pero nunca había nadie para verme. Una desgracia, sin duda. Aguardé apoyado en la pared hasta que una figura algo bajita salió corriendo, en ese instante me lancé a por ella, la cogí por el cuello de la camiseta/vestido/loquesea y tiré de ella para pegarla a la pared junto a mi, esperé unos segundos más, ni la miré, solo comprobé que no era un caminante, era suficiente. Tras esos segundos, en los que procuré mantener la calma, sujeté la recortada con la mano libre hasta que pasó lo que esperaba que pasase, otra figura más salió a pasos torpes por la puerta. Apunté con la recortada y... bam, buen ruido, sí señor. Eso de la discreción no era precisamente lo mío, la verdad.-¿Matazombies de la semana? ¿Tú qué opinas?-Miré de reojo a la personita a la que había sacado de un posible apuro, pero no esperaba que me lo agradeciese.
No me dio tiempo a reaccionar, Smith y los soldados me habían entrenado para cualquier cosa que pudiera pasarme, me prepararon para matar a caminantes, tratar con supervivientes, si me topaba con ellos, defenderme... Todas esas cosas necesarias para seguir adelante con vida, pero no llegaron a explicarme lo que ocurriría cuando yo sola acabase con una de esas cosas, sentirme aterrada era poco, no sabía que estaba ocurriendo tan solo quería salir de la casa y cuando lo hice no vi nada más y cuando lo vi ya era tarde, aquel tipo me sujetaba por la ropa y tiraba de mi hacia atrás, quise patalear para soltarme pero no llegué a hacerlo, principalmente porque detrás de mi salía una de esas cosas, abrí los ojos de par en par sorprendida, ¿cómo no lo había llegado a ver? Y el ruido del disparo fue amortiguado por el sonido de la lluvia que seguía siendo persistente.
El tipo no hizo más que sujetarme con una mano y con la otra apretó el gatillo de lo que parecía una especie de escopeta algo más pequeña, el muerto cayó al suelo de golpe, muerto del todo, yo que estaba aún sorprendida sujetaba la mano del tipo, en un principio porque quería soltarme, pero luego por simple inercia poniéndome de puntillas para ver el cadáver en el suelo. ¿Aquel ruido atraería a más caminantes o la lluvia serviría de distracción?, esperaba que fuera lo segundo.
Reaccioné rápido apartándome de aquel tipo con un movimiento brusco dando un paso hacia el frente y saltando por encima del muerto para no llegar a pisarlo, entonces me coloqué bien la camiseta con otro tirón brusco mirando al tipo algo molesta. – ¡Eso atraerá a más! – Nada de Matazombies de la semana, mala estrategia y se lo dejé bien claro con mi manera de mirarle.
El tipo no hizo más que sujetarme con una mano y con la otra apretó el gatillo de lo que parecía una especie de escopeta algo más pequeña, el muerto cayó al suelo de golpe, muerto del todo, yo que estaba aún sorprendida sujetaba la mano del tipo, en un principio porque quería soltarme, pero luego por simple inercia poniéndome de puntillas para ver el cadáver en el suelo. ¿Aquel ruido atraería a más caminantes o la lluvia serviría de distracción?, esperaba que fuera lo segundo.
Reaccioné rápido apartándome de aquel tipo con un movimiento brusco dando un paso hacia el frente y saltando por encima del muerto para no llegar a pisarlo, entonces me coloqué bien la camiseta con otro tirón brusco mirando al tipo algo molesta. – ¡Eso atraerá a más! – Nada de Matazombies de la semana, mala estrategia y se lo dejé bien claro con mi manera de mirarle.
Sinceramente, no esperaba un gracias por mucho que lo mereciese pero mucho menos esperaba encontrarme con una niña aquí, eso sí era raro. No hice ningún esfuerzo por mi parte para mantenerla agarrada una vez me cargué al caminante. No me apetecía discutir más de la cuenta. Los niños nunca fueron mi fuerte. Eché un vistazo rápido a la joven, ¿mordeduras, arañazos, mierdas de esas? pues no, y me alegraba. Si ya me molestaban los caminantes bien grandes y visibles no me quería ni imaginar tener que cargarme a uno que fuese pequeño y escurridizo. Hice oídos sordos a su comentario, no podía ponerme siempre en las peores joder, y además acababa de probar qué tal funcionaba mi recortada; el gatillo estaba un poco más duro de lo esperado pero sin duda era una pura maravilla en las distancias cortas, en las largas se dispersaría tanto que no serviría para nada.
Hice saltar el cartucho que había gastado, el otro ni lo había tocado por el tema ese de los dos gatillos. Su capacidad era lo más preocupante, dos tiros y tendrías que recargar; osea tirar los cartuchos vacíos, meter los nuevos... Un coñazo que te costaría la vida. Tantos años y no habían sido capaces de inventar algún sistema para que la recarga fuese mejor, hay que joderse. Salí un poco de mi mundo de armas y piruletas y me asomé por la puerta mirando al interior para después girarme y mirarla de nuevo.-¿Estás bien, qué coño haces aquí?-No era lo más normal del mundo eso de ir encontrándose niñas por el campo, vamos digo yo...
Hice saltar el cartucho que había gastado, el otro ni lo había tocado por el tema ese de los dos gatillos. Su capacidad era lo más preocupante, dos tiros y tendrías que recargar; osea tirar los cartuchos vacíos, meter los nuevos... Un coñazo que te costaría la vida. Tantos años y no habían sido capaces de inventar algún sistema para que la recarga fuese mejor, hay que joderse. Salí un poco de mi mundo de armas y piruletas y me asomé por la puerta mirando al interior para después girarme y mirarla de nuevo.-¿Estás bien, qué coño haces aquí?-No era lo más normal del mundo eso de ir encontrándose niñas por el campo, vamos digo yo...
Empieza a llover fuerte, en un principio era algo que me resultaba agradable, ahora incluso me proporciona hasta dolor de cabeza. Demasiado ruido, me molesta, lo puedo escuchar demasiado fuerte, frunzo las cejas evidentemente molesta por eso. Acaricio mi sien con cierta insistencia mientras me pego a la pared alejándome del ruido de la entrada y de los escalones del porche.
– Voy hacia casa – Respondo de forma rápida en cuanto me pregunta, la verdad es que no tengo por qué ocultarle a este extraño mi camino, o eso pienso yo. No parece un mal tipo, me ha ayudado sin llegar a conocerme. – ... ¿Y tu? – Pregunto con cierta tranquilidad y la verdad que sin mucho interés en su respuesta, más bien pregunto por charlar o por amabilidad, ¿qué sé yo? También es cierto que hace mucho tiempo que no hablo con nadie, supongo que algo de charla no me vendrá tampoco mal.
Me dejo caer en el suelo del porche con la espalda apoyada en la pared, ¿ya no habrá más de esos por ahí adentro, no?, dos, espero que no más, es un buen número para una casa, ni más ni menos... O eso es lo que yo espero, dejo la espada sobre mi regazo, está manchada de sangre y me quedo mirándola con fijeza, es un regalo de Smith, le echo de menos. – En la cocina había un... hombre... – Casi no sé ni como llamarlo en un principio, limpio los restos de la afilada hoja con cuidado, no demasiado bien, la sangre queda refregada por la hoja aunque me empeñe en quitarla con el pañuelo, me fijo en algo, hay un pequeño grabado en un lado de la hoja, "Cuídate Lara"
– ¿Cómo te llamas tu? – Alzo la mirada hacia el extraño con curiosidad. – Yo soy... – ¿Quién soy?, Smith me llama Lara, la Reina Blanca Proyecto Lara, mi familia Sky, los que no me llaman Lara o Proyecto Lara, Rhoyne y sus variantes, pero ahora me siento confusa.
– Voy hacia casa – Respondo de forma rápida en cuanto me pregunta, la verdad es que no tengo por qué ocultarle a este extraño mi camino, o eso pienso yo. No parece un mal tipo, me ha ayudado sin llegar a conocerme. – ... ¿Y tu? – Pregunto con cierta tranquilidad y la verdad que sin mucho interés en su respuesta, más bien pregunto por charlar o por amabilidad, ¿qué sé yo? También es cierto que hace mucho tiempo que no hablo con nadie, supongo que algo de charla no me vendrá tampoco mal.
Me dejo caer en el suelo del porche con la espalda apoyada en la pared, ¿ya no habrá más de esos por ahí adentro, no?, dos, espero que no más, es un buen número para una casa, ni más ni menos... O eso es lo que yo espero, dejo la espada sobre mi regazo, está manchada de sangre y me quedo mirándola con fijeza, es un regalo de Smith, le echo de menos. – En la cocina había un... hombre... – Casi no sé ni como llamarlo en un principio, limpio los restos de la afilada hoja con cuidado, no demasiado bien, la sangre queda refregada por la hoja aunque me empeñe en quitarla con el pañuelo, me fijo en algo, hay un pequeño grabado en un lado de la hoja, "Cuídate Lara"
– ¿Cómo te llamas tu? – Alzo la mirada hacia el extraño con curiosidad. – Yo soy... – ¿Quién soy?, Smith me llama Lara, la Reina Blanca Proyecto Lara, mi familia Sky, los que no me llaman Lara o Proyecto Lara, Rhoyne y sus variantes, pero ahora me siento confusa.
Pasado el primer momento de tensión con eso de los zombies, la escopeta y de paso la puñetera niña el resto estaba bastante bien, la lluvia me encantaba y el olor a tierra mojada me recordaba a otros momentos mucho mejores y sin duda, más normales. Ahora solo quedaba arreglar cuentas con la enana y de paso intentar que no nos coman más zombies el trasero, quizás no quedasen más o quizás estuviese llena hasta el culo, si total por poder ser... Me acerqué a la puerta para dejarla bien cerrada y después a la chiquilla. ¿Ahora tengo que hacer de canguro? Me pongo a su lado y me dejo resbalar por la pared hasta dar con el culo en el suelo. Y yo que quería un día tranquilo... nada de vacaciones por hoy.
-A ninguna parte.-Muy poético, Arthur, muy poético.-Quiero decir... no sé, a ningún lado en especial.-Totalmente cierto, no tenía ni puta idea de adónde ir, simplemente conducía. Me encojo de hombros y la miro dejando la escopeta a un lado. Parece inofensiva más allá de su espada, de todas formas no busco problemas. De pronto habla de un hombre, un hombre en la cocina, y por su voz no le quedaba nada de hombre. Lo había matado, imagino, es muy joven como para tener que andar haciendo estas cosas... Bueno, era lo que le tocaba vivir y punto.-¿Me dejas?-Señalo el pañuelo con el que trata de limpiar la sangre y tampoco es que le de mucha opción, lo cojo y me acerco hasta empaparlo en el agua de la lluvia para quitarle la sangre y después vuelvo a sentarme.-Prueba ahora.-Susurro dejando el pañuelo sobre la hoja de la espada.
-¿Yo? Pues... puedes llamarme Grey, o Arthur, pero nada de recortar el nombre.-Añadí alzando el dedo índice, odiaba que la gente lo hiciera, quedaba feísimo y no me gustaba en absoluto.-Oye, no te voy a raptar, puedes decirme tu nombre.-Si era por miedo no había motivo para tenerlo, aunque al principio fuese un poco desagradecida seguía siendo una persona o peor, una niña, y mi instinto era protegerla hasta de la propia lluvia.
-A ninguna parte.-Muy poético, Arthur, muy poético.-Quiero decir... no sé, a ningún lado en especial.-Totalmente cierto, no tenía ni puta idea de adónde ir, simplemente conducía. Me encojo de hombros y la miro dejando la escopeta a un lado. Parece inofensiva más allá de su espada, de todas formas no busco problemas. De pronto habla de un hombre, un hombre en la cocina, y por su voz no le quedaba nada de hombre. Lo había matado, imagino, es muy joven como para tener que andar haciendo estas cosas... Bueno, era lo que le tocaba vivir y punto.-¿Me dejas?-Señalo el pañuelo con el que trata de limpiar la sangre y tampoco es que le de mucha opción, lo cojo y me acerco hasta empaparlo en el agua de la lluvia para quitarle la sangre y después vuelvo a sentarme.-Prueba ahora.-Susurro dejando el pañuelo sobre la hoja de la espada.
-¿Yo? Pues... puedes llamarme Grey, o Arthur, pero nada de recortar el nombre.-Añadí alzando el dedo índice, odiaba que la gente lo hiciera, quedaba feísimo y no me gustaba en absoluto.-Oye, no te voy a raptar, puedes decirme tu nombre.-Si era por miedo no había motivo para tenerlo, aunque al principio fuese un poco desagradecida seguía siendo una persona o peor, una niña, y mi instinto era protegerla hasta de la propia lluvia.
– Rhoy – Respondo rápidamente en cuanto insiste en que le diga mi nombre, no ha sido por nada raro, bueno, si, pero no eso que dice él. Simplemente es que no sé ni como presentarme, pero finalmente escojo ese, supongo que el de Lara se lo dejo a Smith, me gusta que me llame Lara, es bonito, pero solo él. ¿Secuestrarme?, ya estamos, detesto cuando todos se ríen de mi o piensan que no soy capaz de defenderme sola, en Umbrella me ocurría lo mismo hasta que fui demostrando lo capacitada que estaba, me parecía injusto, todos me veían como una cría idiota. – ¿Secuestrarme? – Pregunto molesta a la vez que cojo el trapo que ha mojado y me da, lo dejo a un lado y en un rápido movimiento saco de la manga un cuchillo que siempre llevo conmigo, la hoja queda a escasos milímetros de su cuello. – Podría matarte si lo hubiera querido – Le amenazo seriamente sin apartar la mirada de él de forma bastante fría. – Pero no – Mi tono de voz cambia al tiempo que vuelvo a guardar el cuchillo en la manga y me encojo de hombros.
– No me has caído mal, gracias – Añado a la vez que alzo el paño refiriéndome a este, con ayuda de ello puedo lograr limpiar la espada a la perfección y queda reluciente. – Es bonita, ¿verdad? – La levanto para admirarla y la guardo con con cuidado en la funda que llevo en mi cinturón. – Arthur, no se me olvidará, mi hermano Nathan y yo veíamos unos dibujos llamados así, ¿los has visto alguna vez? – Alzo la mirada en su dirección. – A él le gustaban mucho... – Agacho la mirada de nuevo, echo mucho de menos a Nathan. El cielo se sigue haciendo cada vez más oscuro, no me gusta, y aún no he comprobado que la casa esté vacía del todo. Eso no es bueno y tampoco sé que quiere hacer el tal Arthur, a lo mejor también quiere quedarse en la casa, si es así ya no estoy tan segura de querer quedarme ahí.
– No me has caído mal, gracias – Añado a la vez que alzo el paño refiriéndome a este, con ayuda de ello puedo lograr limpiar la espada a la perfección y queda reluciente. – Es bonita, ¿verdad? – La levanto para admirarla y la guardo con con cuidado en la funda que llevo en mi cinturón. – Arthur, no se me olvidará, mi hermano Nathan y yo veíamos unos dibujos llamados así, ¿los has visto alguna vez? – Alzo la mirada en su dirección. – A él le gustaban mucho... – Agacho la mirada de nuevo, echo mucho de menos a Nathan. El cielo se sigue haciendo cada vez más oscuro, no me gusta, y aún no he comprobado que la casa esté vacía del todo. Eso no es bueno y tampoco sé que quiere hacer el tal Arthur, a lo mejor también quiere quedarse en la casa, si es así ya no estoy tan segura de querer quedarme ahí.
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