Penumbra [Trama del Amish C.]

• Normas generales.
  
• Agent 4.0 planteará los desafíos, nunca vosotros, no podéis hacer lanzadas de dados a no ser que el narrador las plantee.
  
• La trama empieza con los encuentros, como es lógico no vamos a encontrarnos todos en la entrada de la prisión, así pues alguien puede ir por la carretera y nos lo encontramos ahí, otros pueden llegar de casualidad a la prisión y vernos, si, otros pueden estar ya dentro en la entrada etc...
  
• Por favor, evitar los roles demasiado largos, pero también demasiado cortos, entre 10 y 35 lineas están bien, queremos que este rol sea rápido.
  
• No hay orden de posteo, pero tampoco queremos que dos personajes estén posteandose uno a otro todo el rato, entre tu último post y el siguiente tuyo deben haber un mínimo de cuatro mensajes.
  
• Estas normas pueden variar o pueden incrementar según el staff decida.
  
• Recuerdo una de las normas: Quien no postee en 48 horas será sancionado con -5 puntos, y modificamos esta norma con: No se echa a la persona del rol, por cada 48 horas sin postear son cinco puntos menos, si se exceden las 72 horas entonces esa persona si quedará fuera, con un extra de 10 puntos menos.
  

Tras mucho pensarlo y recapacitar acerca de ello acabé aceptando la propuesta de Leah, una de las personas más "espabiladas" del poblado. Y con "espabiladas" entendía a aquellos que no pensaban que la situación del mundo actual era un castigo divino, por ahora, ella, Madeleine, el viejo y el marido de Leah, el rubito ese y tal vez alguno más, eran los únicos a los que incluía en tal club privado, el resto de los habitantes del Amish Country seguían rezando cada mañana y noche para que Dios en su infinita misericordia alejase a esos "demonios" de los muros del poblado. - Vamos a ver... Esto no es una democracia, ¿de acuerdo? - Empecé a decirle al grupo que me acompañaría, que básicamente eran Leah y su marido... Maaaaadreee mía... No íbamos a ver por donde nos llegaban las hostias.

- En todo momento aceptaréis mis ordenes, y si yo no estoy... ¡Atendéis si queréis al espíritu Santo, ¡pero lo que yo os haya dicho y puto! - Avancé con el bastón delante de ellos como si aquello fuera una escena sacada de la Chaqueta Metálica, el caso es que me faltaban insultos, tal vez podría ensañarme luego con el rubito. - ¿Estamos? - Hacía mucho tiempo que había dejado de disimular con ellos quien era, básicamente porque eran tan creyentes como yo. Es decir, cero patatero, que yo desde luego no me había caído de un pino. - La gente no sabe que nos vamos, ya sabéis que piensan de fuera, así que cuidado luego cuando regresemos con lo que contáis, como si decís que os habéis escapado al bosque a echar un polvo... Que si lo decís adornarlo - Les miré enarcando una ceja.

- Esta es la ruta que seguiremos, ayer preparé un todoterreno con combustible, está aparcado en un camino del bosque, sólo tenemos que saltar el muro y llegar a este, así que andando - Me colgué la mochila al hombro y comencé a caminar en la dirección del muro que solía saltar, mi amigo el viejo se encargaría de disimular mi ausencia de aquel día, las calles del Amish Country estaban totalmente vacías, pareciendo un pueblo fantasma, pues apenas había salido el sol y ni los Amishs habían empezado aún con sus tareas, de ahí que eligiese tal hora. Tal partida se había puesto porque empezábamos a quedarnos sin suministros, el pueblo de al lado ya prácticamente no contaba con nada que saquear más. Así que de ahí dicha excursión, semillas, medicamentos... Sabíamos que esa prisión contaba con una zona de jardinería para los presos, ¿yo que sabía por qué?, tan sólo lo sabía... Así iba el país con tantos proyectos estúpidos... Tan sólo esperaba que plantasen cosas útiles y no bonsais o esas mierdas. - Rubio, ¿sabes conducir?, lo llevas tú, sigue el mapa - Y seguidamente se lo dí sin más cuando llegamos al coche que había preparado el día anterior y ahora de camino a la prisión, pero mientras me echaría una siesta en el asiento trasero que me había reservado para mi dejando a la parejita delante.

Fui girando lentamente la cabeza hacia Kenneth para mirarle de reojo mientras que Edward se comportaba como si fueramos una pequeña, más bien micro unidad, del ejército, el tipo estaba echándonos un sermón y sin haber salido aún del poblado, mordí el lado izquierdo de mi labio inferior, cerca de la comisura mientras que rápida volvía a mirar a nuestro improvisado coronel para "atender" a sus peticiones, aunque en verdad estaba con la cabeza en otra parte, ¿estaría bien Ethan con mi madre?, ¿y si no volvíamos?, se quedaría mi pequeño huérfano de padre y madre así sin más, de la noche a la mañana.

Asentí rápidamente cuando hizo una pregunta, bastaba con simplemente asentir de vez en cuando y el alcalde del poblado seguía hablando. Me daba igual lo que ocurriese, iba a volver con vida, no iba a dejar a mi pequeño sólo con mi familia... Si, estar con Kenneth me empezaba a influir bastante... Pero imaginar que Ethan se criaba siguiendo al pie de la letra todas las costumbres de los amish me ponía la piel de gallina. Hasta yo misma me daba cuenta de que eran muuuuy exageradas en muuuchos aspectos. Y allí estábamos, lo mejor de lo mejor del poblado listo para una especie de misión kamikace.

— ¿Crees que se ha pasado con el whisky o tal vez el café...? — Le susurré a Kenneth cuando Edward ya se giró para marcharnos. Me lo creería si no fuera porque hasta esas cosas empezaban a escasear ya y eso que tan sólo Edward o Kenneth traían ese tipo de cosas de fuera, para el resto era impensable beber alcohol o mucho menos café.

El viaje hacia el coche fue bastante tranquilo y menos mal, cargué con mi mochila siguiendo a los dos hasta llegar ahí, madre... Si nos viera alguno del poblado saltando el muro para subir en uno de estos cacharros nos tachaban de herejes y todo. — Mi cuñado tiene una cara que se la pisa... — Susurré de mala gana cuando en el asiento del copiloto me volví para ver como Edward se espatarraba así como si nada. — No me esperaba pasar el día de hoy así... — Añadí luego finalmente.

Ya no se cual es la fecha de hoy dia... pero prometo que conseguiré un calendario.

Hola... cuanto tiempo llevo sin contarte algo? o sin decirte como me siento, se debe a que no he estado de animo estos dias. Bueno... sabes que nunca estoy de animo, pero esta vez hay una razón mas trascendental, la razón es que finalmente paso, he perdido todo lo que alguna vez tuve en el pasado, Judy... ella solo... se fue, y con ella lo poco que se podía rescatar del antiguo Marcus Forester, no tengo porque seguir preocupándome cada día por alguien mas, no tengo que seguir esperando el momento en el que alguien a quien quiero muera, solo seré yo... hasta el fin de mis días.

No... no sientas pena por mi, jamas habría funcionado, que Judy y yo... no. ¿Esperabas que después de que le confesara que la amaba ella me correspondiera y cabalgaríamos juntos hasta el atardecer? Judy fue lo que me alentó a... intentar recuperarme, jamas lo logre, y ella lo sabia... y ahora que no esta aquí, no tengo porque retenerlo, a quien llevo adentro, que a paso lento pero seguro fue creciendo, saliendo desde lo mas profundo de mi ser, y que me hace lo que soy hoy día.

¿Que sigue ahora...? bueno... decidí que lo mejor seria hacer caso a Judy, hay que llevar a la pequeña a esa "Zona segura" ¿recuerdas? aquella pagina de ese libro hablaba de un refugio Amish en pensilvania, no estaba muy lejos de Nevada, y ahora que he logrado abastecer el auto de gasolina, no ha tomado mucho llegar hasta Missouri, donde me encuentro ahora, si me decido a conducir en la noche, no me topo con embotellamientos, o algun grupo de los come carne en el camino, calculo estaré llegando a horas de la mañana... Dejare al pequeño engendro en ese refugio, esperando que un grupo de Amish este allá esperando niños y niñas del exterior para traerlos a la cordura, o hacerles una sesión de exorcismo... o al menos que se muera de aburrimiento, lo que pase primero... Por mi parte, yo seguiré mi camino... Pensilvania es lo mas cerca que estare a Nueva York desde que sali de allí, puede que vuelva allá por mis viejas memoria, si decido que es mi momento de morir... que dudo lo haga, lo mas posible en ese caso sera que me encamine sin razón alguna a Atlanta, la gran ciudad, probando mi suerte una vez mas.

MARCUS FUERA.

Cerré mi libro y puse la pluma dentro de mi bolsillo, para escuchar de inmediato una pregunta de Boo, me resultaba mas cómodo decirle Boo que Alexander, era mas corto, mas simple... y me recordaba a una pequeña mascota.

-¿Tienes hambre? bueno... esa lagartija que tienes en la mano, seria la solución para ambos- le dije esbozando una sonrisa bastante leve, era de noche... el sol había bajado tan pronto ese día que no nos había dejado tiempo de buscar techo, o alimentos, y menos la oportunidad de cazar algo. Estábamos pasando la noche al lado de la carretera, junto a una fogata que nos daba el suficiente calor para no quejarnos por el frió y la brisa que sentíamos en la espalda.

-Aquí... toma mi túnica, eso te mantendrá caliente, y si te pones la capucha y no hablas, sera casi como si no estuvieses aquí.- le dije tras sacarme mi túnica, y llevarla hasta ella con mi mano.

Quede con los brazos cruzados durante no sé cuánto minutos mientras que Marcus se hacia el desentendido con el libro en manos y la mente en el otro lado y que ni que sé que estará escribiendo y que tampoco me importa. Tengo hambre, aquí es aburrido, no hay nada que hacer y el único sonido que distingo es de la fogata crepitando. ¿Y sueño? Sí, pero el hambre no me permite dormir. Lanzaba piedritas bien diminutas de vez en cuando para hacerlo volver, despistarlo de su mundillo y fijarse en hallar algo de comer porque mi estómago me duele, está enojado y está gritando como un león furioso, pero mis intentos de llamar su atención no daban resultados por ninguna parte. Bostezo y me sobo los ojos con una mano –Oye, oye Ogro, digo Marcus ¿No piensas hacer nada? Tengo hambre– dije perezosa abrazándome la barriguita sin preocupación de que volviera a dirigirse a mí de manera gruñona a falta de Judy, hasta que menciono sobre lo de comerse a mi Toto y yo me enoje mucho mucho por eso. Lo mire mal, hice una mueca de desaprobación y abrace recelosa a Toto escondiéndolo lejos de él – Ni te atrevas. Te juro que si lo tocas yo te pego ¡Te pego! –o lo muerdo o cualquier cosa hago con tal de mantenerlo lejos de mi lagarto que en más de una ocasión se lo han querido comer con patatas y ensalada.
Marcus me ofreció su túnica que apesta a cebolla y a un montón de cosas feas como a porquería de caballo  y tire de ella con brusquedad sin dejar de mirarlo con la misma cara ya que pide algo casi imposible, aparte de no olvidar su anterior frase y sus ganas de meterle el diente a Toto –Bufff… ¿Hasta cuándo vamos a estar aquí?– dije colocándome la túnica de mala gana y tome un palito para hacer dibujos en la tierra.

Ni siquiera estaba totalmente curado de mi anterior misión cuando ya estaban enviándome a otra. El brazo me dolía cuando lo movía bruscamente y todos los músculos de mi cuerpo seguían resentidos por el esfuerzo que realicé en aquel hospital del demonio. ¿Qué rayos pensaba Umbrella al enviarme a mí en vez de a otro? Vale que se han perdido muchos agentes y en ese momento yo era el único disponible, pero un poco de consideración, por favor. Al menos nos dieron un vehículo y no nos mandaron a pie, que son capaces eh. Para complicar las cosas, Luci fue voluntaria para acompañarme. Que no me molestaba su compañía, incluso mejor estar con ella, pero era una carga estresante tener que velar por su seguridad en medio de una misión.

¿El punto de destino? Pennsylvania. ¿La razón de ir a un estado tan alejado? Recuperar unas carpetas con documentos comprometedores para la compañía. Tantas horas de viaje sólo para tomar un par de hojas de papel e irnos. Definitivamente no estaba contento con las decisiones de mis superiores. Sólo esperaba que no hubiera ningún monstruo enorme en esa prisión. Mi cuerpo no podría soportar dos veces lo mismo.

Yo conduje todo el día mientras que Luci organizaba su trabajo en el asiento del copiloto. Al caer la luna ella quedó dormida. Sólo al amanecer despertó, para encontrarme a mí medio dormido frente al volante. -Ya casi llegamos, pero puedes conducir si quieres-. Detuve el humvee y me bajé para cambiar de asiento con ella. Tan pronto el vehículo se puso en marcha otra vez, el sueño me venció. Lastimosamente no alcancé a dormir mucho, porque unos cuarenta minutos después la enorme prisión ya se erguía frente a nosotros.

Normalmente Leah se negaba a que ambos saliéramos de excursión juntos, más que nada por no dejar al niño con mi suegra, que claro, si me despisto le enseña que los botones son el diablo. Pero esta vez la podíamos sumar a aquellas en las que no ponía quejas, y es que a veces ella y yo solíamos hacer alguna escapada -para hacer cosas por las que me colgarían en el pueblo, sin duda-, solo que esta vez teníamos un objetivo y un acompañante, Edward. Poco a poco había perdido el miedo a hablar con él sin mentir, porque cada día que pasaba entre esos muros tenía que comportarme como es panda de... en fin, esa secta, dejémoslo ahí, sin embargo él me había descubierto que su opinión era parecida a la mía y a la de Leah. Cuando salíamos del pueblo siempre me cambiaba de ropa, usando los vaqueros y camisetas que recogí en viajes anteriores y que escondía junto a muchas otras cosas que no me interesaba que el resto encontraran.

Me puse el último, dejando a Ed el primero y a Leah en medio, pero alcanzando a esta cuando sentí que se estaba comiendo la cabeza. Yo también me preocupaba. La cogí de la mano cuando me puse a su altura, alzándolas para besarla sobre esta.-Tranquila, no pasará nada.-Susurré para que el viejo no se enterara mientras seguía con su charla. Evité reirme cuando me preguntó por Ed, y la respondí.-Yo creo que es la edad.-Susurré sonriendo, como si fuesemos dos chiquillos metiéndonos con el profesor. Cada vez que salíamos Leah se moría de miedo por Ethan, pero para mi era liberación salir al mundo real... aunque fuera un asqueroso mundo real, al menos era real y no lo estúpido del pueblo. El pueblo me alimentaba, protegía, y mantenía vivas a las personas que me importaban, nada más.-Tranquilo, ya sabes que directamente no hablo, además, si tuviésemos que contar eso no habría horas del día.-le dije con coña cuando le vi alzar esa ceja, vamos, ¿hay que disimular entre nosotros a qué se deben todas esas salidas que hacemos Leah y yo? Por favor... Llegamos hasta el coche, y claro, Ed ya era mayorcete y Leah... Leah no sé si ha tocado un coche en su vida.

-No es lo mismo que un ferrari pero me conformo.-Dije metiendo las llaves en el contacto y pasándole el mapa a Leah después de pedirla que se pusiera el cinturón. Me encantaba conducir y, cuando aún tenía dinero en Nueva York lo hacía a todas horas y con coches que superaban en coste al sueldo anual medio de una familia, pero bueno, este coche lleno de polvo y jodido serviría para lo que queríamos.-Déjale, que por un rato que se queda quietecito...-Susurré con sorna mirando por el retrovisor al viejo, que no tardó nada en echarse un sueñecito. Miré a Leah después, llevando una mano a la palanca de cambios mientras el coche aceleraba lentamente para no hacer ruido y después hasta su pierna, acariciándola y mirándola de reojo.-Venga, estaremos bien.-Y quizás pudiéramos conseguir algo además de lo que buscábamos, algo para ella que le guste.

¿Fin de la humanidad? O Fin de la humanidad… No se sabía exactamente si aquella frase iba en signos de interrogación o quizá era una afirmación pero lo que era seguro es que varios humanos pensaban en seguir en pie y cada día tratan de seguir sobreviviendo aunque sea duro, difícil y agotador.

Al parecer todo, absolutamente todo se había derrumbado… Las esperanzas se perdían cada día. ¿Acaso el humano resistirá ante la destrucción del mundo?... No se sabe ni se sabrá por el momento.


Las ganas de vivir era lo único que les mantenía en pie… Además de tener que sufrir por escasez de comida, también tenían que lidiar contra unos seres desconocidos. Había alguien caminando por la calles de New York, según los expedientes, fue ex militar del ejército de los Estados Unidos llamado “Paul B. Holmes” capitán de la armada con varias insignias pero gracias a la destrucción de esa organización, quedó como un simple superviviente.

Él caminaba por allí, aburrido, buscando a algún sobreviviente para hablar o algo así dado que hace días o incluso meses que no veía a algún ser humano… Siempre ha tenido que lidiar con monstruos de resto nadie más…  Se notaban las ganas de ser abrazado en sus ojos, de ser mimado, de sentirse alguien importante. La soledad le invadía y el futuro seguía incierto, demasiado incierto. También a cada rato pensaba en su familia y rezaba para que estén bien, porque sinceramente, es lo único que queda…


Seguía mirando al suelo con seriedad,  cuando de repente escuchó que cerca de él, alguien abrió la puerta de un auto lujoso, efectivamente era un humano vivo. Paul quedó perplejo y le llamó con fuerza, persiguiéndolo. –Oye… ¿A dónde vas?, espera…-Forzó su voz, tratando de que él le escuchase pero no fue así dado que ese hombre sacó una navaja y miró al cielo por última vez. – no aguanto más… Voy a acabar con mi vida.-Su voz era temblorosa… -¿Qué mierdas dices?... Suelta eso y escúchame, los dos podemos sobr…-Era tarde, ese hombre se había apuñalado el cuello, provocando su muerte instantáneamente.


Paul con bastante rabia le zampó un puñetazo a un muro y sin nada qué hacer, tomó el auto que era de ese tipo y comenzó a chequearlo, prendiendo el motor para luego ver que si funcionaba. Un grito de euforia y felicidad pegó el joven al ver que también había un poco de comida. ¿Fue suerte o simple casualidad?... No se sabía pero la oportunidad no se debe desaprovechar.
Con decisión, aquel morocho condujo el auto para hacer lo que siempre había soñado durante 2 años, después de la catástrofe… Largarse de una buena vez de New York. Con seguridad, se dirigió a pensylvania, dado que quería conocer y mirar si puede encontrar algún refugio. Apenas eran las 3:00 pm y calculando el tiempo, ya estaría en pensylvania al otro día, temprano por la mañana. –Ojalá allí si hayan personas vivas…-Habló con bastante angustia, sintiendo sensaciones extrañas que le recorrían el cuerpo…

- A ver que hacéis ahí delante... Quiero llegar vivo a ese sitio - Comenté mientras que abrí un sólo ojo para ver a la parejita delante, tan solo faltaba que esos dos se pusieran a hacer manitas mientras que el otro conducía y acabaran estampado el coche contra un árbol... El cansancio me pudo y finalmente me quedé dormido en el asiento trasero de aquel todoterreno, vehículo que era un cacharro, pero el único que conseguí encontrar junto a mi buen amigo, él me había ayudado a planificar toda aquella aventura, pero se había negado a venir y mejor, si yo no llegaba a regresar él se encargaría bien de mantener el Amish Country a raya.

El astro rey ya lo iluminaba todo a su paso cuando al abrir los ojos por culpa de las sacudidas que daba el coche me desperté, el todoterreno iba por un camino mal asfaltado, a lo lejos se alzaba la enorme prisión, imponente, alejada de cualquier ciudad, entre campos y bosques, me estiré al par que bostezaba de forma escandalosa y asomaba mi cabeza entre los dos asientos delanteros para mirarlos a ambos. - Muy bien Hadley, no nos has perdido... - Le di una palmadita al rubio en la espalda conforme este seguía conduciendo. - La entrada parece estar despejada, aparcaremos ahí - Le iba diciendo mientras que miraba hacia nuestro alrededor y conforme nos acercábamos más me daba cuenta de que no sería tan sencillo, las alambradas que rodeaban la prisión mostraban los patios, la entrada estaba despejada, podíamos aparcar ahí sin problema alguno y cuando se detuvo el todoterreno bajé rápidamente para ir hacia la puerta de la cárcel. Suspiré mientras me acercaba a la enorme alambrada. El lugar era enorme. - Las puertas están cerradas, no sé si esto es bueno o malo... - Tal vez estuvieran todos ahora esperándonos en el interior del edificio. Pero no habíamos venido para quedarnos de brazos cruzados, algunos presos pululaban muertos por el patio, esperaba que el resto ya no estuviera ahí dentro. - Vamos coged vuestras cosas... Tenemos trabajo que hacer - Y sin más fui directo a por mi mochila con las cosas que llevaría a la expedición.

A cualquier persona le hubiera causado ternura, gracia... o algún otro sentimiento alegre el ver a pequeña colocándose una tela que era dos veces mas grande que ella, parecía una cabeza flotando en la nada, si... eso haría reír a cualquiera, menos a mi. Para mi... era solo otro fantasma mas, un ser que al igual que yo, no tiene valor en este mundo mas que para ella misma, somos lo que somos... porque hacemos lo que hacemos. Lo mejor seria deshacerme de esa carga lo mas pronto posible, antes de que tenga que verla morir, o peor aun... la única razón de que siguiera a mi lado, era el hecho de que era una pequeña niña, supongo que después de todo... aun queda una milésima pizca de humanidad en este moribundo ser.
Estaba a punto de dejar caer mi cabeza y todo el peso de mi cuerpo en el suelo, pero en ese momento Boo me formulo una pregunta, que se me hizo muy interesante.

-Solo nos detuvimos porque creí que querrías descansar- le dije en tono seco, pero con expresión de curiosidad, esta niña desde el principio me pareció un caso especial, no era algo normal ver tales energías en una pequeña de su edad, a pesar de todo... me alegro darme cuenta que ella no quería ser un retraso en todo esto, lleve mi mano hasta el carcaj guardando dos flechas en el, tome el arco del suelo y lo deje en mi espalda para seguidamente apoyar mis manos en el suelo y me levante a medio ritmo, dándole la espalda a Boo, ¿debería ayudarla a que se levante? pensé al sentir que su mirada quizá podía estar posada en mi esperando tal ayuda, ¿que haría Judy? pensé seguidamente. Pero no... Judy no esta aqui, fue entonces cuando seguí caminando dirección al coche sin mirar atrás en algún momento.

-Echa tierra sobre el fuego para apagarlo y sube, llegaremos en la mañana, y... no vuelvas a llamarme ogro, o yo seré el que le pegue a alguien- Dicho esto... hale de la manija del auto abriendo la puerta de golpe y me subí en el.
Y así... pasaron las horas en carretera, amaba atropellar caminantes con el auto, pero eso llevaría a tener a cierta persona en el asiento de en frente preguntándome cuando llegaríamos cada cinco minutos, así que... el camino fue tranquilo, esquinar uno que otro "cono" en el camino, gracias al mapa que no perdí mucho tiempo rodeando las ciudades grandes en la que creo fue una decisión sabia no entrar, en cuestión de horas divise el letrero: Despídase de Ohio. Y para ese momento aun no empezaba a divisarse el alba en el cielo, faltaba poco... en cuestión de horas... podría estar solo, para siempre, eso siempre y cuando fuera cierto lo del tal refugio, que de no ser así... ya no se que haría con esta niña.
Sentí que paso una hora cuando empezó a salir el sol, me vino el pensamiento entonces de que conduci toda la noche sin dormir... algo a lo que ya estaba acostumbrado, algunas veces yo hacia guardia mientras Judy dormía, y otras noches era al revés, o otras veces nos dábamos turnos cada 3 horas, en fin... mire el espejo retrovisor observando como Chucky dormía plácidamente en la parte de atrás, con un pie subido en la puerta del auto y otro en el suelo, cosa que observe solo por unos segundos pues el haberme distraído provoco que un come carne se estrellara contra el frente del auto.

-¡Tomas eso desgraciado! ¡Marcus uno! ¡pensilvania 0!- Mi grito de euforia despertó a Boo.

-Disculpa es solo que... disculpa- le dije con rostro de emoción al principio, pero después volví a la normalidad por así decirse.

-Si... ya hemos llegado, pero primero hay que desayunar, o tendrás que llevarme cargado hasta allá- dije a tono de broma tras detener el auto en una carretera no pavimentada en medio del bosque.
Cerca habia un árbol grande y que se podia diferenciar de los demás que lo rodeaban

-Supongo que debemos dejar un rastro...- dije mientras me acercaba a el desefundando mi machete, lo empuñe con fuerza y deje marcado: PUDRETE. De repente escucho como el murmullo de una ardilla cerca a mi oido, pero era Boo.

-Soy mas maduro que tu, no lo entenderías...-
-Sabes... en este mundo, técnicamente tenemos la misma edad, pero no te lo tomes a pecho... sigo siendo el maduro aquí.- Dije esbozando una sonrisa soberbia mientras guardaba el machete e en su funda de nuevo.
El bosque había crecido en los últimos años... se había vuelto espeso, casi impenetrable, si había raros cerca... de seguro estaban atrapados entre las lianas, la única forma de salir fue caminando en linea recta hasta llegar a un claro, donde casi de inmediato divisamos un árbol en el que crecían algunas manzanas verdes

-Algo que solo nos abrirá el apetito- Susurre mientras cerraba mi ojo izquierdo afinando mi puntería y mi vista en la flecha y en el objetivo. Hale de la cuerda y la solté de golpe, dándole a la manzana que cayo de inmediato al suelo. En ese momento, así porque si... sentí que debía girarme a mirar en una dirección distinta, al mirar a la derecha, lo primero vi fue el alambre de púas que rodeaba todas y cada una de las paredes que lográbamos ver, no muy lejos estábamos divisando lo que parecía ser una prisión.

El gran impacto del humvee golpeando la valla logró desaparecer todo rastro de sueño y cansancio. ¿Acaso estaba loca? Está bien que nos bloqueara el paso y tuviéramos que buscar un modo de entrar, ¡¿pero atravesar la verja con el auto?! No le reproché nada, pero creo que con la mirada le dije todo. Por el amor de Dios, esta mujer estaba demente. Tal vez por eso me gustaba tanto. ¿Quién podía estar enojado con esa hermosura? Es que ni siquiera queriendo era capaz de recriminarle o reprocharle cualquier cosa. Por eso mis ojos expresaban lo que mis palabras no podían.

Bajé del humvee y me dirigí al baúl donde tenía todas mis cosas. La cajuela se abrió y tomé el arma que me había aprovisionado Umbrella en reemplazo de la que perdí durante mi última misión. Tenía dos cargadores, suficientes balas para ir y volver, o al menos eso creía yo. También saqué esa porra de policía que me sería muy útil si volvía a perder la pistola o si se me acaban las armas. Tenía la esperanza de que esta vez no apareciera ninguna bestia indestructible que quiera matarme a golpes.

-¿A qué se debe esa pregunta?- Ladeé la cabeza un poco mirándola a la cara. -Por supuesto que me molestas, pero tengo que aguantarte o tu padre me arranca los testículos-. Era claro que estaba bromeando, pero para hacerlo más evidente solté una sonora carcajada.

No sabía exactamente el tiempo que había estado moviéndome sin parar por las carreteras, pero era bastante poco a decir verdad. Además, no llevaba ningún tipo de vehículo y tampoco es que tuviera un arma lo suficientemente buena para defenderme de muchos enemigos, pero podía apañarme con lo que tenía y creando planes para escabullirme de los zombies y poder evitar cuantas peleas pudiera, al menos hasta que pudiera encontrar a más gente con la que formar un equipo, o simplemente hablar. Se hace muy duro el no poder hablar con nadie salvo con los muertos tras destrozarles el cerebro.

Llevaba varios días sola, y no estaba acostumbrada a ello, antes de la infección yo estaba siempre acompañada de cuidadores, guardaespaldas y gente de confianza de mi madre. Y ahora me encontraba sola y perdida en un mundo que prácticamente me era desconocido salvo por los pocos retazos que había podido encontrar a lo largo de la calle donde residí durante estos 2 últimos años. Con gente de confianza y que podían ayudarme de un modo u otro.

La carretera estaba completamente vacía pero eso sería algo habitual. Aunque tenía la ligera esperanza de que alguien pudiera recogerme en algún convoy o tráiler. Bueno, o eso esperaba. Las carreteras no estaban del todo colapsadas y eso me lo decía el vehículo que días antes había parado en mi mansión a buscarme, se supone que vienen de lejos, así que en un principio quizás con un poco de suerte alguien puede haber llegado a salvarme o a recogerme o a ayudarme. Así que mientras me fijaba en el horizonte pude divisar a lo lejos una especie de prisión a lo lejos, con vallas, y lo que parecía ser un grupo de gente con vida en la entrada, bueno, al menos no se movían como lo hacían los zombies, así que era probable que pudiera encontrar algún tipo de ayuda entre ellos. O podía serles de ayuda, ¿Quién sabe?
Así que con pasó decidido decidí acercarme hasta la prisión de todos modos, no pensaba que tuviera otro tipo de plan, y sola y sin ayuda ni objetivo claro. No iba a sobrevivir durante demasiado tiempo. A medida que me acercaba pude ver vehículos ya allí, sin duda, tendría que haber supervivientes cerca, Así que respirando profundamente, me acerqué hasta la valla y hasta esas personas esperando y deseando que no fueran cazadores furtivos de personas que se dedican a comerse a la gente. No quería tener que lidiar además con Caníbales humanos.

-Ho...hola, ¿Necesitais ayuda?- Pregunté algo asustada ante su posible contestación. Pero decidida a hacerla para encontrar al menos un poco de información.

La noción del tiempo se había perdido completamente. Frente a una brisa salvaje, el auto se desviaba de la carretera y hacía que estuviese a punto de chocar. Paul apenas podía mantener los ojos abiertos y aunque estaba a punto de quedar dormido, alcanzó a notar hace unas horas atrás, que había entrado a Pensylvania. Ya estaba comenzando a amanecer y el sol por cada segundo, salía a presentarse de nuevo. Con decisión, tomó un pedazo de pan que había en el carro mientras que con la otra manejaba, y se percataba de que no se fuera a estrellar.

Una sensación de alegría sintió cuando probó el pan y entre masticarlo, podía saborear lo buen elaborado que estaba. Sin pensarlo dos veces, se lo comió completo y rápidamente se sació. La neblina no le dejaba ver la carretera y le era muy duro manejar por el espeso viento que dañaba a el coche cada vez. La soledad le volvió a atormentar y apenas una lagrima salía de su ojo, haciendo que meta su mano en el bolsillo y tome la foto de su familia. Con una sonrisa comenzó a recordar aquella familia tan linda, perdiéndose en esa imagen.

Allí se veía a su esposa, con ese hermoso cabello rubio y sus dos hijas que parecían a la madre por la misma mirada, la misma risa e incluso el mismo cabello rizo que parecía de un cuento, pero su sueño acabó cuando escuchó fuera del auto, las masculladas de un caminante que parecía cantar opera. a Paul le entraron unas ganas de salir para pegarle unas puñaladas pero no, su control lo animó para que no lo hiciera.

Las calles eran iguales a las de New York... Gente muerta, zombies arrastrándose, personas gritando "Ayuda" y finalmente, monstruos destruyendo casas abandonas. Qué dilema... Todo iba cada vez peor y la humanidad se desvanecía como cenizas en el viento. Lo único bueno de la escena, era que el morocho que conducía, no se iba a morir de hambre por la cantidad de comida.

Pero no duró esa felicidad, dado que en el momento menos pensado, el carro se averió y la gasolina se acabó por completo, quedando como una chatarra inservible. Paul notó ello y le metió un golpe al asiento, para luego respirar hondo y golpear el manubrio con fuerza. -¡AAH!, Joder, Joder, Joder... ¿Acaso no puedo tener mejor suerte?.-Abrió bruscamente la puerta y salió del cómodo auto para luego sentir el frío de la calle.

En medio de la carretera comenzó a caminar siendo lo más sigiloso posible... La piel se heló rápidamente y con un poco de temblor, siguió caminando, con el cuchillo en mano. Ya tenía planeado algo, iba a buscar alguna casa o lugar abandonado para dormir durante estos días pero tan mala fue su suerte que mientras se acercaba, vio una prisión y era la única alternativa de dormir pero le tocaría como un preso, descansar en una celda. Al acercarse, vio que habían algunos carros y también personas que rodeaban la prisión. Sin más preámbulo se acercó lentamente a ellos con su cuchillo, por si eran caminantes o algunos locos. Ya en nada se podía confiar y era muy difícil encontrar a un humano cuerdo, con sentimientos y con ganas de sobrevivir.

¿En realidad creyó que necesitaba descansar en un lugar como este? Lleno de tierra, muchos bichos, con frio y más frio. Pues...no. Para nada. Marcus es pésimo eligiendo lugares para descansar. Al menos con el estómago vacío podía dormir algo, pero aquí no, es muy feo. Mejor me hubiese quedado en el auto a echar una siestecita en vez de esperar comodidad en la intemperie–¿Aquí, descansar?–arroje el palito y le di un vistazo a mi alrededor–¿Dónde?–dije con tono de burla. Solo veía tierra, nada cómodo, todo horrible y hay un hormiguero a mi derecha y las hormigas se quiere comer mi carne a toda costa. Sí, sí, muy bonito lugar para dormir–Me quiero ir, no soporto tanto bicho, a este paso voy a quedar puro huesitos–bufé rascándome un brazo y me gire para ver el hormiguero. Los bichitos no paraban de subir por mis piernas, escalar y morder donde sea. Cuando volví la mirada al frente, Marcus ya se estaba retirando, y como si yo no existiera, ni siquiera se tomó la molestia de girarse y decir algo de frente o al menos echarme una manita para levantarme del suelo. Aun estando de espaldas, indicó que echara tierra al fuego y subiera al auto, lo que si me hizo mucha gracias es que mencionara sobre su apodo de ogro. Por un momento pensé que lo había olvidado aunque las últimas palabras no me cayeron muy en gracia, no porque le tuviera miedo, solo que no entendí a quién le iba a pegar si yo lo llamaba otra vez Ogro. Lancé una oleada de tierra con las manos, me sacudí el polvo de las ropas, subí al auto y cerré la puerta con fuerza sin pronunciar ni una palabra más. Al rato me quedé dormida, no sé como, pero me pareció tan suave los asientos que no resistí demasiado a dejarme caer sobre ellos y cerrar los ojos. Sin embargo el sueño no duro mucho. Fue cuestión de horas para volver a despertar, esta vez de golpe al sentir una fuerte sacudida seguida de un grito eufórico, obviamente producto de Marcus. Si no decir que estuve apunto de resbalar de los asientos y resultar en la alfombra por su culpa–Amm...¿Por qué gritas?–me senté mientras sobaba mis ojos con las manos en puño y observaba a pocos a Marcus con cierto fastidio–¿Ya hemos llegado?– clavé la mirada en su espalda notando como mi estómago retornaba a los rugidos–¿Eh?¿Qué dices?No te pienso llevar cargado a ninguna parte–para eso tiene los pies, o sino fuera un chiste que los tuviera si no los va usar.
El auto freno en un lugar boscoso, no lo había visto antes y tampoco me importaba. Yo solo tenia hambre, lo demás me era indiferente, si conseguía algo de comer no seria tan despreocupada del entorno. ¡Ey, mira!¿qué dice ahí?–Pu-pu-pude–pudre...púdrete–tuve que empinarme y afilar un poco los ojos para distinguir lo que decía–¿Qué es un púdrete?–pregunté aunque la respuesta me irritó–Pero, pero también quiero saberlo, si yo ya soy grande– ¿maduro? ¿otra vez esa palabra? Ni que fueras una fruta para decir que eres maduro. Fui tras su pasos y a los 5 minutos desviaba la mirada hacia otro lado porque me aburría ver su espalda a cada rato, hallé paredes enormes y terroríficas. Me separe de él sin pedir permiso. Conseguí asomarme curiosa lo más cerca posible a ese edificio, escondida detrás de un árbol, divise personas, autos y más personas aproximándose al mismo lugar–¡Oyeeeeee, Marcus!–alce la voz–Oye Marcus ¡Ven aquí!¡Tienes que ver esto!–

Tras un rato de más de viaje la prisión se empezó a visualizar a lo lejos, yo había sugerido ir a aquel sitio tras investigar un poco por la biblioteca del pueblo, esperaba que la cosa saliera bien o no me lo perdonaría nunca. — Parecen haber unos cuantos por el patio... — Susurré mientras me echaba un poco hacia adelante para ver mejor el patio. Edward bajó del coche y yo le seguí cuando Kenneth paró el coche, lo cierto es que no me gustaba casi nada ver como se burlaba de ambos, pero el viejo era así. Suspiré mientras iba al maletero y sacaba las cosas, en realidad sólo mi mochila y las armas, cargué con ellas y sujeté con fuerza en mis manos el hacha que solía llevar siempre.

— Tres, cuatro... — Empecé a contar los caminantes que había en el patio hasta tener el número. — Hay quince... — Suspiré al verlos todos por ahí esparcidos, al menos no estaban juntos, pero empezaban a acercarse a la entrada de la prisión cuando nos vieron llegar. — ¿Y si os coláis dentro mientras que yo los atraigo hacia un punto de la valla y los vais matando?, os ayudaré desde fuera — Sugerí mientras estos se acercaban, así podrían entrar y acabar con algunos y luego a los otros por la espalda, yo podría hacer algo con ellos desde fuera en una posición más segura. Cuando al girarme vi a a alguien que se acercaba hacia nosotros, una chica morena y estaba viva.

— ¡Hola! — Exclamé de golpe sorprendida por ver a alguien vivo allí fuera. Sin pensarlo muy bien me fui acercando a ella. — ¿Ayuda?... — Me giré para mirar a mi cuñado y a Kenneth y luego a ella. — Íbamos a entrar ahí a por suministros... ¿Tú necesitas algo? — Pregunté con curiosidad. — No nos importaría echarte una mano... ¿verdad? — Me volví hacia los dos chicos pensando que tal vez se negarían, así que por ello les dediqué aquella mirada. Sabía que aquel mundo de fuera no era nada fácil y si ella estaba por allí no sería sencillo, no me importaría ayudar, luego pensé que ella podría estar por la zona con más gente. — ¿Vas sola o por esta zona, la conoces? — Pregunté y luego rápidamente decidí presentarme. — Oh... Ellos son Edward y Kenneth, yo soy Leah — Le ofrecí mi mano con una pequeña sonrisa, había algo que me decía que no era mala persona y además ella misma también se había ofrecido a ayudar nada más llegar, si conocernos siquiera. Fue entonces cuando de la nada salió alguien más, un hombre moreno, lo que me preocupó fue verlo con aquel cuchillo en su mano, amenazante, rápida di un paso hacia atrás mirando a la chica, ¿venía con ella?

Off: Hago una lanzada, espero que no sea problema.

El miembro 'Leah Hadley' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'Números' :

Resultados :

-Quiero pensar en la cantidad de idiotas que van allá y son devorados... Demonios, ese lugar debe estar infestado- Deje salir una risa burlona y recogí la manzana sacando la flecha, le marque una gran mordida sin ni siquiera limpiarla, poco me importaba morir por algún tipo de enfermedad, cualquiera cosa seria mejor que morir devorado por los hijos de puta que siempre están presentes en mi mente.

-¿Enana?- pregunte cuando por mi mente paso que había otra persona conmigo, pero mi pregunta fue respondida con un soplo de brisa, Boo se había perdido de mi vista en un momento, en un primer momento pensé en buscarla pero... ¿para que? como todos se fue en cuestión de segundos, lo que no me extraña ya que esta niña tienes las energías de una clase entera. Quizá hasta podría sobrevivir a una manada con solo correr, apuesto a que los come carne se cansarían antes que ella, en fin...  poco me importaba lo que le pasara.

-Hice lo que pude Judy... sabes que hablo en serio- susurre mirando al cielo y me dispuse a darme vuelta hacia el auto cuando...

–Oye Marcus ¡Ven aquí!¡Tienes que ver esto!– Era la voz de Boo, que provenía de los arboles de mas adelante, reafirmando sobre mi mala suerte y pensando que ahora mismo Judy se alegraría de esto, camine hacia donde esta la pequeña para ver que era lo taaan importante que tenia que ver.

-¿Que? algo de car... ¡hostia puta!- Exclame en cuanto vi a un grupo de personas, conté tres antes de mirar y asegurarme, un anciano, un hombre que aparentaba ser joven y dos mujeres, ¿podrían ser estos miembros de la comunidad que buscábamos? me pregunte a mi mismo halando con brusquedad a la pequeña y escondiéndola junto a mi tras el árbol, ahora no era una solo debía preocuparme por una peste rondando cerca a mi, no... ahora eran cuatro.

En ese momento empece a procesar alguna posible solución, acercarme así como así... fue la primera y la que menos quería tomar, mi segunda opción era mandar a la pequeña sola e irme, ya seria problema de pensilvania. Pero... ¿y si mataban a la niña cual hormiga? suspire seguro de que arrepentiría pronto.

-Aprende algo... soy un arquero, no debo salir y solo dejar que me vean, no. Podemos acercarnos mas entre los arboles... y esto sera lo que haremos- le dije después de haber maquinado a medias un plan.

Boo salio de entre los arboles y se comenzó a acercar a aquellas personas, tal y como habíamos acordado en un sencillo plan de dos partes, hacer que ella quisiera salir sola no fue tan fácil pero al final... o era eso o le daría un "cocotazo" con la manzana. Gracias a eso teníamos el elemento sorpresa jugaba a nuestro favor, y podíamos manejarlo de forma que sintieran que tenían el control por completo, y así quizá poder ver que clase de personas son en realidad ¿y que como haríamos eso? haciéndolos creer que Boo esta completamente sola, dependiendo de lo que sucediera... mis flechas estarían clavadas en el pecho de cada uno en cuestión de segundos o... podría dejarla al cargo de este grupo e irme tranquilamente. Mientras Boo se acercaba alli... de la nada se vio a un hombre mas acercarse, pero... este tenia un cuchillo empuñado en su mano

-Acércate a la niña... solo dame una razón... y para ti se acaba aquí- susurre mientras apuntaba una flecha al hombre con el cuchillo, oculto desde lo alto de un árbol.

Lo mejor era ignorar al viejo, siempre era igual y la verdad, tampoco es que fuese tan malo simplemente... un rato gruñón, pero si no te lo tomas enserio, genial. Seguí las indicaciones del mapa hasta llegar a la prisión, aparqué cerca de las verjas, lo suficiente como para no tener que andar demasiado hasta ella en caso de tener que huir. Bajé el último, Ed se dio mucha prisa y Leah también, la seguí hasta el maletero colocándome el machete con su funda en la cintura, cargando la escopeta y guardando los cartuchos restantes en un bolsillo. Me eché la mochila a la espalda, en esta llevaba las herramientas que podríamos necesitar para pasar por las verjas y demás, de todo.-Son un montón, y estos son solo los que están fuera.-Dije acercándome a Leah apoyando la escopeta en el hombro, me preocupaban mucho los caminantes, no sé ni cómo podía sujetar ella el hacha aquella, con lo pequeñita que me parecía,como para ponernos a pegarnos nosotros solos contra tantos.-No, no, tú no te separas de nosotros ni para eso.-Dije mirándola, si pasaba cualquier cosa en su lado y yo tardaba en llegar por estar dentro jamás me lo perdonaría.

Me giré junto a ella, divisando a la chica, por un momento intenté coger a Leah del brazo antes de que se acercase a ella, mi mujer era tan inocente como para simplemente acercarse a otra chica supuestamente desvalida en mitad de la nada, genial. Me coloqué a su altura, a mi no me importaba ayudar siempre y cuando charlásemos un poco con ella para saber que no estaba pirada, otra cosa es la que Ed pensara, pero bueno, seguro que no pensaba nada bueno de todas formas.-¿Cómo te llamas?-Dije mirando a la nueva, con la escopeta aún en el hombro, por algún lado había que empezar, Leah nos presentó a todos y se lanzó a darle la mano cuando justo en ese preciso instante de la nada apareció otro tío, con un cuchillo en la mano y una forma de caminar que no me gustó nada. Por si el paso atrás que dio Leah no era suficiente yo me adelanté a ella, colocando el brazo libre sobre su pecho estirado para hacer de barrera y retroceder un par de pasos más, empuñando la escopeta en dirección al del cuchillo, si intentaba algo... escopetazo en la boca y fuera.-¡Eh! ¡Suelta eso!-Dije en voz alta mirándole y frunciendo toda la cara, no daría ni un paso más hacia nosotros, por el contrario la chica... Dejé que se acercara, por si acaso. Estaba seguro de que si estaban conpinchados e intentaban algo me daría tiempo a apretar el gatillo. no me metería en problemas con ella aquí.