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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Mooney falls || Dallas
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El sol se encontraba ya en lo alto del cielo cuando detuve el motor del coche. Aquel toyota ya se había acostumbrado demasiado a mi y yo demasiado a él como para simplemente olvidarme de que existía. A Taylor además no le importaba que me lo llevara por lo que se había acabado haciendo un buen compañero de viaje. La expedición de hoy resultaba para echar un vistazo a los alrededores del motel. Nos habíamos quedado prácticamente asentados en aquella zona y cuanto más conociéramos de ella mucho mejor. Aquella zona de desiertos y acantilados era bastante hermosa, además de que apenas contaba con el factor muerte, zombies o apocalipsis, era como si simplemente hubieras dejado la ciudad atrás, el tiempo no parecía pasar para aquellos lugares y resultaban ser unas vistas demasiado agradables como para ignorarlas. Apoyé la barbilla sobre el volante y me concentré en la panorámica. Parecía mentira que aquel lugar que parecía ser otro mundo, uno maravilloso, se encontrara a menos de una hora del motel viejo y sucio en el que me refugiaba.
Alguno de los chicos debió venir conmigo, pues aquello me parecía además de impresionante una buena forma para desconectar del fin del mundo y sus desastrosas consecuencias. Bostecé a la vez que cerraba los ojos y me dejaba acariciar por la calidez de los rayos del sol. Hacía ya bastante frío, así que estos atravesaban la luna y el ambiente del coche resultaba ser bastante agradable. Si, alguno de estos perezosos tendría que haberme acompañado para disfrutar de aquello. Con un bostezo decidí que ya había hecho yo bastante el vago por aquel rato, así que arranqué de nuevo el coche y lo hice volver por donde había venido, pues sabía que no muy lejos de mi posición había un pueblo, uno no muy grande con cuatro casas de madera. Pero algo había y con suerte encontraría armas, ropa y pudiera ser que conservas para aguantar algo más. La comida junto a lo demás comenzaba a ser un auténtico problema.
El paisaje se componía prácticamente de tonos marrones y anaranjados. Eran zonas de desierto, apenas se veía nada, incluso seguro que si me lo proponía encontraba el típico arbusto rodador. Las temperaturas por el lugar eran tan altas que me quité la chaqueta y la dejé a un lado incluso. Sería por el lugar y por estar dentro del coche tal vez, pero hacía más calor y lo agradecía. Los últimos días por la zona en la que estábamos habían decrecido bastante las temperaturas y cada vez se hacía más duro. Con el verano casi me había olvidado de lo complicados que fueron mis inviernos pasados y entonces recordé a Jack, a él y todos los que vi caer. Suspiré tratando de controlar aquella marea de recuerdos, que no hacían más que entristecerme y ahora estando sola era algo que no me convenía. Me resultaba imposible. Los echaba de menos, igual que a otros viejos conocidos, gente que se quedó atrás con el brote del virus, había ocasiones y más ahora que en el grupo eramos más en las que ocurría cualquier cosa, una broma, algún comentario divertido... Y me giraba, como en los viejos tiempos, por un momento buscando con la mirada a Dallas, el propio Jack... Aquellos momentos eran sin duda los peores. Jack había sido un soldado con el que escapé de Nueva York, eramos un grupo más grande y aunque no conocía a ninguno de antes ahora los echaba de menos demasiado. Jack fue el último de esos soldados en morir, aún era capaz de escuchar el sonido del disparo en mi cabeza, una y otra vez. Aquel que le quitó la vida, era angustioso.
Detuve el coche por fin en la mitad del camino principal que recorría aquel pueblo fantasma. Parecía componerse tan solo de esa calle principal y a su alrededor las casas, en su mayoría de madera. Me acerqué a la parte trasera del toyota y recogí mi mochila con mis cosas, además del resto de armas que descansaban en un cinturón. Me coloqué este y comencé a caminar por la solitaria calle. Le di un trago a la cantimplora de agua que llevaba en la mochila y proseguí calle abajo. Si seguía aquella ruta podría llegar a Mooney falls, alguna vez había leído sobre aquel lugar y ya que estaba por la zona me gustaría verlo.
El silencio era ya hasta molesto, no se escuchaba nada. Con el tiempo que había vivido en silencio y ahora me costaba estar sin él, todo se debía al alboroto y el ambiente que había casi siempre en el motel o con el grupo, sencillamente una se podía acostumbrar a lo bueno muy rápidamente. Continué mi camino, los escaparates de las pocas tiendas que encontraba allí estaban completamente negros a causa de la suciedad. Si no me equivocaba había un bar, una tienda de ultramarinos y una farmacia, al final parecía haber acertado con esa visita, ojalá que hubieran cosas de utilidad y ya haría un completo. Si había más tiendas ya no lo supe, pues un ruido hizo que me girase en el sentido de la calle por la que había venido, cristales, si, era el ruido típico de los cristales al romperse. - ¿Qué diablos...? - Me dije mientras desenfundaba mi arma y apuntaba hacia el frente. Ahora tocaba ver que había pasado ahí, las tiendas y Mooney falls podrían esperar.
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¿Podía existir algo más coñazo que aquel silencio? La rutina tal vez era lo peor de todo, incluso más que la soledad que me transmitía aquella ausencia de ruido. Si, esa pesarosa rutina acompañada del silencio, si no fuera por ello y los zombies esto serían como unas vacaciones. En realidad incluso podía omitir los zombies, pues con ellos o sin ellos prácticamente era todo igual, siempre hubo gente muy pesada. Y aquel era un pensamiento cruel, así que decidí tratar de olvidárlo de mi mente retorcida y mi humor negro—. Incluso demasiado para mi —me susurro en un intento romper ese silencio. Pero a quien pretendía engañar. Estaba cansada incluso de mi misma. Era horrible tenerme como compañera de viaje. Para colmo en un viaje que parecía no tener fin alguno. Lo odiaba.
—Dallas... —susurro de nuevo, esta vez mientras dejaba de andar y me llevaba una mano a la frente. Sentía los ojos hinchados y húmedos, no estaba bien y para colmo me aguantaba las ganas inmensas que tenía de romper a llorar. Demasiado tiempo sola, demasiado tiempo creyendo que todos estaban muertos, que estaba sola, demasiado tiempo preguntándome cual era el objetivo de mi camino. Así era, ¿qué viaje estaba haciendo?, ¿hacia dónde?, ¿por qué seguir si no quería seguir hacia adelante?, ya estaba cansada de esa soledad infinita, de esa rutina espeluznante. Incluso escuchar ese nombre provoca una punzada de dolor en mi estómago. Recuerdos, maravillosos a la vez que amargos, porque sabía que aquellos que me llamaban así ahora seguramente estarían muertos o arrastrándose de forma complicada por el mundo, como todos esos errantes, mensajeros de muerte. Respiro hondo y trato de concentrarme, de recobrarme, porque toda esa fortaleza que había mantenido duramente hasta ahora comenzaba a desmoronarse y yo a odiarme por ello, no quería sentirme débil, no quería derrumbarme como aquellas otras veces, porque sabía que esta sería seguramente la vencida.
Con mi izquierda acaricié el cargador intacto de la reglamentaria, con mi derecha el arma. Introduzco el cargador sin pensarlo—. Joder... —mi voz tembló y en un momento de lucidez guardo rápidamente el arma, con el seguro, en la funda que llevo en mi cinturón—. Hey Sienna Adler, estás como una puta cabra — sonreí nerviosa, forzada a hacerlo para no llorar. Mis manos temblaban, a causa del frío, de aquellos nervios... Ni uno, ni otro, muchas cosas a la vez. Las temperaturas habían subido algo, más por aquella zona y aún así tenía frío. Era más bien la sensación de incomodidad que arrastraba desde hacía ya un par de días atrás.
El sol comenzaba por fin a calentar con más fuerza y era algo que yo agradecía. Avancé por el jardín de la casa hasta el banco que descansaba medio engullido por la hiedra en un lado. Dejé caer en él mi chaqueta y me siento para disfrutar algo más de la luz del día. Estoy de paso, pero necesitaba descansar y esa casa parecía ser una de las que en mejor estado se encontraba. La ocupé la noche anterior y había disfrutado de un buen sueño, del sol y unas galletas repugnantes mojadas en algo de agua. Asqueroso. Apoyé la frente sobre el borde de mesa desgastada que tenía delante y cerré los ojos. Una ligera brisa acariciaba mi piel, un murmullo de gruñidos resonaba no muy lejos de mi posición y esa especie de ruido tímido, que crecía poco a poco se rompió con uno más intenso. Una campana que colgaba de la puerta de la cocina sonó por culpa del viento desencadenando en un golpe seco contra la valla que tenía detrás.
Me levanto de un salto con la mirada fija en la dichosa valla. Hay caminantes detrás, errantes que hubieran pasado de largo de no ser por ese maldito ruido. Ahora ya no me molesta tanto el silencio. Comienzo a retroceder mientras que los golpes en la valla resuenan cada vez más y más fuertes, me indica que hay más de uno, ¿pero cuantos? Desenfundo el arma y apunto hacia la valla lista para cuando esta se cae—. Puta suerte... —echo a correr hacia la casa. Son demasiados, hasta para ponerme a contarlos o disparar. Corro por el pasillo principal, al llegar al sofá del salón recojo mis cosas rápidamente y cargo con la bolsa de deporte a la par que escuchaba los ruidos de la parte trasera. Se acercaban. Con velocidad corrí hacia la puerta principal para escapar. Abro la puerta y cierro de golpe cuando en el porche veo a más—. ¿Pero que coño está pasando, tenéis reunión del club del lector aquí o qué? —al girarme distingo a los caminantes comenzar a entrar por la puerta del jardín. Los de la puerta golpean el cristal y lo rompen. No me queda de otra que subir por las escaleras a la planta superior. Una vez allí arriba salgo por una ventana al tejado y me desplazo con cuidado al tejado vecino y me cuelo por la primera ventana que hay. La habitación era un desastre y el olor no muy agradable. Antes de dirigirme hacia la puerta me obligué a mirar por la ventana, por un momento creí ver a alguien vivo en la calle, efectivamente era una mujer morena que sujetaba un arma.
—¡Aléjate de ahí! —grito mientras que desenfundaba el arma y apuntaba no muy lejos de su dirección, el caminante que se acercaba peligrosamente a ella por detrás, cayó muerto con el sonido del disparo—. Vaya puntería —sonrío satisfecha. Como no tenía tiempo de nada más salí corriendo de la habitación, tenía que salir de aquella casa lo antes posible, porque ni siquiera sabía que podía encontrar allí y para colmo no veía nada por culpa de la oscuridad.
—Dallas... —susurro de nuevo, esta vez mientras dejaba de andar y me llevaba una mano a la frente. Sentía los ojos hinchados y húmedos, no estaba bien y para colmo me aguantaba las ganas inmensas que tenía de romper a llorar. Demasiado tiempo sola, demasiado tiempo creyendo que todos estaban muertos, que estaba sola, demasiado tiempo preguntándome cual era el objetivo de mi camino. Así era, ¿qué viaje estaba haciendo?, ¿hacia dónde?, ¿por qué seguir si no quería seguir hacia adelante?, ya estaba cansada de esa soledad infinita, de esa rutina espeluznante. Incluso escuchar ese nombre provoca una punzada de dolor en mi estómago. Recuerdos, maravillosos a la vez que amargos, porque sabía que aquellos que me llamaban así ahora seguramente estarían muertos o arrastrándose de forma complicada por el mundo, como todos esos errantes, mensajeros de muerte. Respiro hondo y trato de concentrarme, de recobrarme, porque toda esa fortaleza que había mantenido duramente hasta ahora comenzaba a desmoronarse y yo a odiarme por ello, no quería sentirme débil, no quería derrumbarme como aquellas otras veces, porque sabía que esta sería seguramente la vencida.
Con mi izquierda acaricié el cargador intacto de la reglamentaria, con mi derecha el arma. Introduzco el cargador sin pensarlo—. Joder... —mi voz tembló y en un momento de lucidez guardo rápidamente el arma, con el seguro, en la funda que llevo en mi cinturón—. Hey Sienna Adler, estás como una puta cabra — sonreí nerviosa, forzada a hacerlo para no llorar. Mis manos temblaban, a causa del frío, de aquellos nervios... Ni uno, ni otro, muchas cosas a la vez. Las temperaturas habían subido algo, más por aquella zona y aún así tenía frío. Era más bien la sensación de incomodidad que arrastraba desde hacía ya un par de días atrás.
El sol comenzaba por fin a calentar con más fuerza y era algo que yo agradecía. Avancé por el jardín de la casa hasta el banco que descansaba medio engullido por la hiedra en un lado. Dejé caer en él mi chaqueta y me siento para disfrutar algo más de la luz del día. Estoy de paso, pero necesitaba descansar y esa casa parecía ser una de las que en mejor estado se encontraba. La ocupé la noche anterior y había disfrutado de un buen sueño, del sol y unas galletas repugnantes mojadas en algo de agua. Asqueroso. Apoyé la frente sobre el borde de mesa desgastada que tenía delante y cerré los ojos. Una ligera brisa acariciaba mi piel, un murmullo de gruñidos resonaba no muy lejos de mi posición y esa especie de ruido tímido, que crecía poco a poco se rompió con uno más intenso. Una campana que colgaba de la puerta de la cocina sonó por culpa del viento desencadenando en un golpe seco contra la valla que tenía detrás.
Me levanto de un salto con la mirada fija en la dichosa valla. Hay caminantes detrás, errantes que hubieran pasado de largo de no ser por ese maldito ruido. Ahora ya no me molesta tanto el silencio. Comienzo a retroceder mientras que los golpes en la valla resuenan cada vez más y más fuertes, me indica que hay más de uno, ¿pero cuantos? Desenfundo el arma y apunto hacia la valla lista para cuando esta se cae—. Puta suerte... —echo a correr hacia la casa. Son demasiados, hasta para ponerme a contarlos o disparar. Corro por el pasillo principal, al llegar al sofá del salón recojo mis cosas rápidamente y cargo con la bolsa de deporte a la par que escuchaba los ruidos de la parte trasera. Se acercaban. Con velocidad corrí hacia la puerta principal para escapar. Abro la puerta y cierro de golpe cuando en el porche veo a más—. ¿Pero que coño está pasando, tenéis reunión del club del lector aquí o qué? —al girarme distingo a los caminantes comenzar a entrar por la puerta del jardín. Los de la puerta golpean el cristal y lo rompen. No me queda de otra que subir por las escaleras a la planta superior. Una vez allí arriba salgo por una ventana al tejado y me desplazo con cuidado al tejado vecino y me cuelo por la primera ventana que hay. La habitación era un desastre y el olor no muy agradable. Antes de dirigirme hacia la puerta me obligué a mirar por la ventana, por un momento creí ver a alguien vivo en la calle, efectivamente era una mujer morena que sujetaba un arma.
—¡Aléjate de ahí! —grito mientras que desenfundaba el arma y apuntaba no muy lejos de su dirección, el caminante que se acercaba peligrosamente a ella por detrás, cayó muerto con el sonido del disparo—. Vaya puntería —sonrío satisfecha. Como no tenía tiempo de nada más salí corriendo de la habitación, tenía que salir de aquella casa lo antes posible, porque ni siquiera sabía que podía encontrar allí y para colmo no veía nada por culpa de la oscuridad.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
Seguramente se trataba de una ventana y seguramente había sido uno de esos indeseables quien la había roto. ¿A dónde iba entonces?, tal vez debería aprovechar y largarme en la dirección contraria. Ahora que podía. ¿Es que no me sabía ya el dicho de que la curiosidad mató al gato? Lo pasé por alto, había algo que me decía que siguiera avanzando, como si fuera una prioridad y otra parte de mi me decía que hiciera callar a mi estúpida intuición, pero como hasta el momento había seguido viva en todo el sentido de la palabra, pues le debía cierta confianza. No sabía si seguir con el arma de fuego en alto o si por el contrario hacerme con el machete. Por estúpido que pareciese en estos casos una no sabía como actuar, pues tampoco sabía que se encontraría a la vuelta de la esquina o cuantos. Aún así opté por continuar con la pistola y cuando distinguí aquel disparo no pude más que agacharme a la vez que me movía hacia un lado, reviviendo viejos tiempos y tiroteos.
La voz humana, más bien el grito, en un primer momento sonó incluso hasta a amenaza. Hasta que no distinguí el cadáver que había detrás de mi. Mi cerebro ató cabos rápidamente y llegué a la conclusión de que no es que me hubiera encontrado con más de esos indeseables, es que me acababan de salvar el culo. Justo delante de mi una pequeña horda de caminantes llegaba para recibirme. - Genial... - La reina del sarcasmo estaba otra vez en apuros. Fruncí los labios a la vez que me volvía para tratar de huir de allí y lo más importante también, de hacer caso a la voz. Siguiendo la trayectoria del disparo fui directa hacia el porche de la casa, abriendo la puerta de par en par y al hacerlo quise cerrarla de nuevo. ¿Me había equivocado de casa?, ¡si había mirado bien!, ¿pero cómo podía estar allí un superviviente habitando con una familia de caminantes?, aparté al primero de un empujón forcejeando para hacerle caer al suelo y cuando el segundo se lanzaba a por mi disparé en su cabeza rápidamente, no tenía tiempo de sacar el machete y el daño ya estaba hecho en cuanto a ruido.
Tuve que apartarme del porche y para cuando quise mirar de nuevo en busca de la ventana de la tiradora, no di con nadie. Por la voz supe que había sido una mujer, y habría jurado que ella se encontraba en aquella ventana, pero ni eso. ¿Estaba perdiendo facultades?, no, aquel no era el momento de ponerse a pensar en aquellas cosas. Tenía mayores problemas y ahora estos me estaban rodeando. No podría ni llegar al coche sin sufrir algún mordisco o arañazo indeseado y eso me preocupaba demasiado, no me quedaba de otra debía correr, aunque esto supusiera olvidarse de la tiradora, pero hacerlo de otra forma supondría seguramente arriesgar demasiado mi vida y perderla seguramente con tan mala apuesta. - Mierda - Gruñí bastante molesta al par que echaba a correr para alejarme del lugar, con toda la resignación del mundo. - ¡Sal de ahí, hay demasiados! - Antes de alejarme grité en la dirección de las casas, aunque tal vez aquella persona contaba ya con un buen escondite y yo tan solo estaba allí haciendo el indio. Esperaba que en cierto sentido fuera así.
Eché a correr por aquella calle, a toda velocidad, lo máximo que mis fuerzas y mi cuerpo me permitían. Los zombies estaban cada vez más cerca mientras que trataba de huir del lugar. Las casas se quedaban atrás, el terreno era cada vez más desértico. No quedaba apenas vegetación, pero si que distinguía zonas rocosas más adelante, pequeñas montañas de tierra que seguramente servirían para despistar a aquellos indeseables. Sentía incluso que me faltaba el aire, pero era morir ahogada o devorada viva y esta segunda opción no me parecía muy interesante. Me adentré por fin en aquella jungla de piedra. Aún así no dejé de correr, había un par de árboles y más vegetación al frente, por lo que decidí seguir por ahí para despistar a los malditos caminantes. Tuve que parar de golpe, frenar en seco junto a una pequeña exclamación ahogada que salió de mis labios al ver la enorme caída que había bajo mis pies. Algo de tierra cayó al vacío, así que me aparté apenas un par de pasos del borde y me asomé con cuidado. - Bienvenida a Mooney falls... - Me dije finalmente con todo el sarcasmo del mundo. Estaba acorralada.
La voz humana, más bien el grito, en un primer momento sonó incluso hasta a amenaza. Hasta que no distinguí el cadáver que había detrás de mi. Mi cerebro ató cabos rápidamente y llegué a la conclusión de que no es que me hubiera encontrado con más de esos indeseables, es que me acababan de salvar el culo. Justo delante de mi una pequeña horda de caminantes llegaba para recibirme. - Genial... - La reina del sarcasmo estaba otra vez en apuros. Fruncí los labios a la vez que me volvía para tratar de huir de allí y lo más importante también, de hacer caso a la voz. Siguiendo la trayectoria del disparo fui directa hacia el porche de la casa, abriendo la puerta de par en par y al hacerlo quise cerrarla de nuevo. ¿Me había equivocado de casa?, ¡si había mirado bien!, ¿pero cómo podía estar allí un superviviente habitando con una familia de caminantes?, aparté al primero de un empujón forcejeando para hacerle caer al suelo y cuando el segundo se lanzaba a por mi disparé en su cabeza rápidamente, no tenía tiempo de sacar el machete y el daño ya estaba hecho en cuanto a ruido.
Tuve que apartarme del porche y para cuando quise mirar de nuevo en busca de la ventana de la tiradora, no di con nadie. Por la voz supe que había sido una mujer, y habría jurado que ella se encontraba en aquella ventana, pero ni eso. ¿Estaba perdiendo facultades?, no, aquel no era el momento de ponerse a pensar en aquellas cosas. Tenía mayores problemas y ahora estos me estaban rodeando. No podría ni llegar al coche sin sufrir algún mordisco o arañazo indeseado y eso me preocupaba demasiado, no me quedaba de otra debía correr, aunque esto supusiera olvidarse de la tiradora, pero hacerlo de otra forma supondría seguramente arriesgar demasiado mi vida y perderla seguramente con tan mala apuesta. - Mierda - Gruñí bastante molesta al par que echaba a correr para alejarme del lugar, con toda la resignación del mundo. - ¡Sal de ahí, hay demasiados! - Antes de alejarme grité en la dirección de las casas, aunque tal vez aquella persona contaba ya con un buen escondite y yo tan solo estaba allí haciendo el indio. Esperaba que en cierto sentido fuera así.
Eché a correr por aquella calle, a toda velocidad, lo máximo que mis fuerzas y mi cuerpo me permitían. Los zombies estaban cada vez más cerca mientras que trataba de huir del lugar. Las casas se quedaban atrás, el terreno era cada vez más desértico. No quedaba apenas vegetación, pero si que distinguía zonas rocosas más adelante, pequeñas montañas de tierra que seguramente servirían para despistar a aquellos indeseables. Sentía incluso que me faltaba el aire, pero era morir ahogada o devorada viva y esta segunda opción no me parecía muy interesante. Me adentré por fin en aquella jungla de piedra. Aún así no dejé de correr, había un par de árboles y más vegetación al frente, por lo que decidí seguir por ahí para despistar a los malditos caminantes. Tuve que parar de golpe, frenar en seco junto a una pequeña exclamación ahogada que salió de mis labios al ver la enorme caída que había bajo mis pies. Algo de tierra cayó al vacío, así que me aparté apenas un par de pasos del borde y me asomé con cuidado. - Bienvenida a Mooney falls... - Me dije finalmente con todo el sarcasmo del mundo. Estaba acorralada.
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La oscuridad se tragaba la luz como si se tratara de un monstruo cruel. Todo a su paso era engullido por la nada una vez que me adentré en aquel pasillo. Llegué al punto de contener la respiración, pues temía ser atacada por alguno de esos apestosos. Que delatase mi situación y que me condenase a morir de la peor forma. Rápida rebusqué entre mis cosas una linterna que solía llevar conmigo. Esperaba que aún funcionase pues hacía tiempo que no la usaba. La luz brilló por fin aplacando aquella oscuridad. Eran unas escaleras que se sumergían en lo que era sin duda la boca del lobo. El sonido de un disparo resonó con fuerza en la casa. ¿Aquella mujer?, el grito respondió finalmente a mis pensamientos, por lo que corrí escaleras abajo a toda prisa. Al llegar a la parte baja de la casa me encontré con la puerta principal abierta y en ella unos cuantos zombies a los que mejor sería no molestar.
Aprovechando que estaban de espaldas a mi me escabullí por el salón, de esta habitación fui directa a la siguiente, que era la cocina y en esta me escapé por una de las ventanas a la parte trasera de la casa, cayendo de golpe al suelo, de malas maneras, porque me llevé un buen golpe en el hombro—. Mierda —me quejo dolorida por el golpe y me pongo en pie sujetándome el hombro herido. Duele, se pasará, pero duele.
No me quedaba ya más tiempo para seguir quejándome, esos seres salían hasta de debajo de las piedras prácticamente y yo no contaba con las balas suficientes para acabar con ellos—. Bueno... Pues... ¡maricón el último! —con esa ironía me adelanto en la dirección del grupo de zombies. Corrí rápida hasta llegar a la altura de una amplia mesa de jardín y la pateé con el pie haciendo que los zombies chocaran contra esta, algunos perdieron el equilibrio y eso me dio el tiempo precioso y valioso que me sirvió para salir corriendo en la dirección contraria.
Me obligué a mover el hombro para acostumbrarme al pequeño dolor, eso o a hacer que se pasara, todo ello mientras que corría y saltaba la verja de aquel jardín. Ya fuera de la casa seguí corriendo, evitando las calles que daban directamente con la principal, la que estaba celebrando una reunión de antiguos compañeros de trabajo. Devolví la reglamentaria a su funda mientras con la izquierda sacaba el machete y lo empuñaba. Uno de esos zombies creyó que podía cortarme el camino, por lo que se llevó de castigo un empujón y una buena caída contra el suelo. Una vez ahí hundí el machete en la cuenca de uno de sus ojos, así era más sencillo acabar con ellos.
Mi carrera continuó más adelante, fuera del pueblo, en la lejanía se distinguía una zona de rocas y pronunciamientos que me servirían para despistar a esos descerebrados. Seguí corriendo pese a que me sintiera ya agotada o que las fuerzas me fallasen, en cualquier momento cedería a aquella carrera, si no eran mis piernas sería el asma. Empecé a toser con fuerza, cual camionera vulgar, me ahogaba y el inhalador a saber en que bolsillo de los cojones se encontraría. Cuando por fin me adentré entre aquellas rocas caí al suelo de forma brusca tosiendo una y otra vez, no podía respirar y me obligué a cerrar los ojos y tomarme un momento para recuperarme. No era capaz de dar con el dichoso botecito, por lo que a final la crisis pareció que se me estaba pasando, aunque aún me costaba respirar con regularidad.
Los muertos vivientes me pisaban los talones. Maldije para mis adentros y continué con mi camino corriendo lo más veloz posible, hasta salir a un claro y darme de bruces contra una persona. Mis ojos se abrieron de par en par al reconocer a la mujer, Thea Grayson, quien había sido mi mejor amiga durante los últimos años—. ¡¡¡¡¿THE...?!!!! —no me dio tiempo a terminar de pronunciar su nombre, tan solo de sujetarla cuando perdí el equilibrio y ambas nos caímos por el acantilado.
Aprovechando que estaban de espaldas a mi me escabullí por el salón, de esta habitación fui directa a la siguiente, que era la cocina y en esta me escapé por una de las ventanas a la parte trasera de la casa, cayendo de golpe al suelo, de malas maneras, porque me llevé un buen golpe en el hombro—. Mierda —me quejo dolorida por el golpe y me pongo en pie sujetándome el hombro herido. Duele, se pasará, pero duele.
No me quedaba ya más tiempo para seguir quejándome, esos seres salían hasta de debajo de las piedras prácticamente y yo no contaba con las balas suficientes para acabar con ellos—. Bueno... Pues... ¡maricón el último! —con esa ironía me adelanto en la dirección del grupo de zombies. Corrí rápida hasta llegar a la altura de una amplia mesa de jardín y la pateé con el pie haciendo que los zombies chocaran contra esta, algunos perdieron el equilibrio y eso me dio el tiempo precioso y valioso que me sirvió para salir corriendo en la dirección contraria.
Me obligué a mover el hombro para acostumbrarme al pequeño dolor, eso o a hacer que se pasara, todo ello mientras que corría y saltaba la verja de aquel jardín. Ya fuera de la casa seguí corriendo, evitando las calles que daban directamente con la principal, la que estaba celebrando una reunión de antiguos compañeros de trabajo. Devolví la reglamentaria a su funda mientras con la izquierda sacaba el machete y lo empuñaba. Uno de esos zombies creyó que podía cortarme el camino, por lo que se llevó de castigo un empujón y una buena caída contra el suelo. Una vez ahí hundí el machete en la cuenca de uno de sus ojos, así era más sencillo acabar con ellos.
Mi carrera continuó más adelante, fuera del pueblo, en la lejanía se distinguía una zona de rocas y pronunciamientos que me servirían para despistar a esos descerebrados. Seguí corriendo pese a que me sintiera ya agotada o que las fuerzas me fallasen, en cualquier momento cedería a aquella carrera, si no eran mis piernas sería el asma. Empecé a toser con fuerza, cual camionera vulgar, me ahogaba y el inhalador a saber en que bolsillo de los cojones se encontraría. Cuando por fin me adentré entre aquellas rocas caí al suelo de forma brusca tosiendo una y otra vez, no podía respirar y me obligué a cerrar los ojos y tomarme un momento para recuperarme. No era capaz de dar con el dichoso botecito, por lo que a final la crisis pareció que se me estaba pasando, aunque aún me costaba respirar con regularidad.
Los muertos vivientes me pisaban los talones. Maldije para mis adentros y continué con mi camino corriendo lo más veloz posible, hasta salir a un claro y darme de bruces contra una persona. Mis ojos se abrieron de par en par al reconocer a la mujer, Thea Grayson, quien había sido mi mejor amiga durante los últimos años—. ¡¡¡¡¿THE...?!!!! —no me dio tiempo a terminar de pronunciar su nombre, tan solo de sujetarla cuando perdí el equilibrio y ambas nos caímos por el acantilado.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
¿Qué iba a hacer ahora?, aquellos seres me pisaban los talones y no podía volverme, pero seguir hacia adelante tampoco es que fuera la mejor solución. Me asomé al acantilado y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Tampoco resultaba agradable escuchar los alaridos de ultratumba de los zombies aproximándose cada vez más. Así que... Tendría que saltar, pero trataría de hacerlo bien, una mala caída podría acabar conmigo peor que con los zombies. Debía saltar cerca de la cascada, donde el agua era más profunda. Respiré hondo y todo pasó al revés y muy rápido. Cuando la mujer salí prácticamente de la nada, por un momento pensé que se trataba de uno de esos seres y ya no me daba ni tiempo a desenfundar el machete por su velocidad, claro que seguidamente comprendí que estaba viva, pues se movía demasiado bien y además, en el último momento, cuando chocó contra mi y me agarró perdiendo ambas el equilibrio vi su rostro. No era un rostro pútrido, desencajado, era uno vivo y muy sorprendido, un rostro que mostraba sorpresa a la vez que pánico porque se dio cuenta de que nos caíamos. - ¡DALLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS! - Grité de la misma forma que ella, aunque yo si pude acabar de terminar de pronunciar su mote, pues con la caída aproveché y alargué las aes.
¿Había sido una alucinación, pensaba que iba a morir y la había visto o estaba muerta ya y por ello la veía?, mi cabeza dio vueltas, literalmente en el aire además. Mis manos agarraban con fuerza a la mujer, su cabello rubio, su piel clara, sus ojos... Era ella y entonces el agua nos engulló por completo, como si fuera la criatura más horrible del mundo nos tragó en la oscuridad prohibiéndonos la necesidad de respirar. Sujetaba a quien yo creía que era Dallas, estaba totalmente segura pese a lo rápido y la locura del momento. Pero una vez en el agua mis manos no pudieron seguir sujetándola, lo intenté y pataleé incluso por tratar de sujetarla de nuevo, aunque ya apenas viera nada por culpa del agua. Estaba helada, era como si miles de diminutas agujas atravesaran mi piel, si no era este ambiente lo que me impediría respirar, ya se encargaría el frío de hacerlo, de incluso hasta congelarme por completo.
Luché por nadar hacia arriba, pero cada vez resultaba más complicado, era como si mi cuerpo pasara a pesar el triple o incluso más. Por fin lograba ver algo con más claridad, los rayos de luz se filtraban ya en el agua y nadar aquel trozo se hizo prácticamente eterno, pues necesitaba con desesperación respirar y cada vez ese deseo parecía más y más lejano. Cuando mis dedos rozaron la superficie por fin, tras mi rostro y fui capaz de dar una larga bocanada de aire sentí como si resucitase, como si hubieran pasado siglos desde que me adentré en aquellas aguas.
Floté en el agua con esfuerzo, estaba agotada tras la carrera y aquella experiencia última y aunque me costó unos segundos recuperarme no me olvidé de lo que había visto. - ¡Dallas! -Grité mientras flotando y nadando giraba en todas las direcciones posibles, en busca de su pelo rubio, sus ojos azules... Estaba segura de lo que había visto, de su voz, era ella. No estaba muerta, aquella lunática seguía viva y necesitaba que fuera real, por muy fantástico que pareciera, lo necesitaba con todas mis fuerzas.
El primer choque me pilló desprevenida. Fue como si una bomba impactase contra el agua provocando que me hundiera de nuevo. Conseguí salir a la superficie una vez más para ver como otro de esos idiotas caía al agua. - Mierda - Gruñí a la vez que nadaba rápida hasta la superficie, sólo faltaría que me cayera uno de esos idiotas encima. - ¡Dallas! - Grité nuevamente su nombre, mientras que me arrastraba por la orilla y conseguía ponerme de pie. La ropa me pesaba, todo mi cuerpo sencillamente, estaba agotada y caí de culo mientras que miraba el lago sin ver nada. Pensando que estaba perdiendo el juicio, reviviendo todo el daño que me hizo pensar que mi compañera, mi mejor amiga había muerto. - ¡Dallas! - Supliqué de nuevo, sintiendo los ojos húmedos, hinchados, no podría con aquello, era lo último que me faltaba ya, verla morir por segunda vez, fuera real o no.
¿Había sido una alucinación, pensaba que iba a morir y la había visto o estaba muerta ya y por ello la veía?, mi cabeza dio vueltas, literalmente en el aire además. Mis manos agarraban con fuerza a la mujer, su cabello rubio, su piel clara, sus ojos... Era ella y entonces el agua nos engulló por completo, como si fuera la criatura más horrible del mundo nos tragó en la oscuridad prohibiéndonos la necesidad de respirar. Sujetaba a quien yo creía que era Dallas, estaba totalmente segura pese a lo rápido y la locura del momento. Pero una vez en el agua mis manos no pudieron seguir sujetándola, lo intenté y pataleé incluso por tratar de sujetarla de nuevo, aunque ya apenas viera nada por culpa del agua. Estaba helada, era como si miles de diminutas agujas atravesaran mi piel, si no era este ambiente lo que me impediría respirar, ya se encargaría el frío de hacerlo, de incluso hasta congelarme por completo.
Luché por nadar hacia arriba, pero cada vez resultaba más complicado, era como si mi cuerpo pasara a pesar el triple o incluso más. Por fin lograba ver algo con más claridad, los rayos de luz se filtraban ya en el agua y nadar aquel trozo se hizo prácticamente eterno, pues necesitaba con desesperación respirar y cada vez ese deseo parecía más y más lejano. Cuando mis dedos rozaron la superficie por fin, tras mi rostro y fui capaz de dar una larga bocanada de aire sentí como si resucitase, como si hubieran pasado siglos desde que me adentré en aquellas aguas.
Floté en el agua con esfuerzo, estaba agotada tras la carrera y aquella experiencia última y aunque me costó unos segundos recuperarme no me olvidé de lo que había visto. - ¡Dallas! -Grité mientras flotando y nadando giraba en todas las direcciones posibles, en busca de su pelo rubio, sus ojos azules... Estaba segura de lo que había visto, de su voz, era ella. No estaba muerta, aquella lunática seguía viva y necesitaba que fuera real, por muy fantástico que pareciera, lo necesitaba con todas mis fuerzas.
El primer choque me pilló desprevenida. Fue como si una bomba impactase contra el agua provocando que me hundiera de nuevo. Conseguí salir a la superficie una vez más para ver como otro de esos idiotas caía al agua. - Mierda - Gruñí a la vez que nadaba rápida hasta la superficie, sólo faltaría que me cayera uno de esos idiotas encima. - ¡Dallas! - Grité nuevamente su nombre, mientras que me arrastraba por la orilla y conseguía ponerme de pie. La ropa me pesaba, todo mi cuerpo sencillamente, estaba agotada y caí de culo mientras que miraba el lago sin ver nada. Pensando que estaba perdiendo el juicio, reviviendo todo el daño que me hizo pensar que mi compañera, mi mejor amiga había muerto. - ¡Dallas! - Supliqué de nuevo, sintiendo los ojos húmedos, hinchados, no podría con aquello, era lo último que me faltaba ya, verla morir por segunda vez, fuera real o no.
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Decir que todo ocurrió muy deprisa fue quedarse cortos. Apenas me dio tiempo a reaccionar, pero si, aquella mujer era Thea y cuando me respondió no pude evitar sonreír, pese a la situación del momento y es que podríamos estar perfectamente a punto de morir. La sonrisa desapareció al darme cuenta de que caíamos. Ambas gritamos al mismo tiempo, presas del pánico. Pero era ella, Thea Grayson. El choque contra el gua fue tal vez lo peor, repentinamente dejé de sentir el cuerpo de Thea, la sujetaba con fuerza y se me escapó, no pude ni gritar para llamarla, la boca se me llenó de agua y tuve que nadar hacia arriba, pero la caída provocaba que el agua me tragase cada vez más y más hacia el fondo.
Luché por nadar hacia arriba. Pero sentía las piernas y los brazos cansados. El agua me arrastraba y cada vez me costaba más y más nadar. Luché por alcanzar la superficie y al hacerlo tal vez hubiera preferido mejor quedarme abajo. La cascada no estaba muy lejos de mi posición y aunque pude volver a respirar no tardé nada en volver a hundirme. No podía más, apenas lograba tomar aire y eso sumado a mi cansancio tan solo provocaba que me ahogara más y más.
Además no era capaz de pensar en otra cosa, Thea, estaba allí, la había visto y quería buscarla, quería ver que estaba bien, tenía el miedo de que se hubiera ahogado o que aquello tan solo fuera producto de mi imaginación, pues aquel día no me encontraba nada bien. Llevaba ya mucho tiempo echándolos de menos y claro... Podría ser que lo hubiera imaginado. Me quedé quieta durante un momento. El agua me engulló de nuevo, me sentía como una hoja, movida por el antojo del aire, sin poder hacer nada. No podía seguir así, iba a morir, pero... ¿No sería eso mejor a seguir sola? Dallas. Dallas. Dallas. Lo escuché varias veces, escuchaba esa voz llamarme y me obligué a responder, a bucear lejos de la cascada, a pensar con lógica a apartar ese pánico que no me dejaba actuar. Logré salir por fin respirando agitadamente. Era Thea, me estaba llamando, era ella de verdad. Nadé rápidamente hasta la orilla, aquella zona estaba apartada de donde se encontraba la morena, había arbustos y un par de árboles que me tapaban, pero escuchaba a la mujer llamarme. Torpemente caminé por la orilla tosiendo, cayendo de rodillas, volviendo a ponerme en pie mientras recobraba el aliento. Avancé con pesadez hacia la arboleda y giré en la dirección de la voz. Entre los árboles distinguí a Thea, estaba tirada en la orilla y no dejaba de pronunciar mi nombre, una y otra vez. Maldita loca, podría echarme a llorar ahí mismo—. ¿Qué coño pasa contigo?, ¡¿no tenías otro sitio donde pararte?! —avanzo aún con torpeza, me siento hasta más muerta que esos zombies. Me dejé caer a su lado, tomando asiento aunque nos llenemos de barro—. Para habernos matado joder... —me quejo como si tan solo hubieran pasado tres minutos y no todo el tiempo desde la última vez que nos vimos, como si no hubiera pasado prácticamente una vida y no la hubiera dado por muerta. La miré fijamente sintiendo como las lágrimas caían por mis mejillas—. Grayson, estás viva, maldita zorra... —aunque estoy llorando me echo a reír a la vez y simplemente la abrazo. Ha aparecido en el momento justo, cuando más necesitaba algo así.
Luché por nadar hacia arriba. Pero sentía las piernas y los brazos cansados. El agua me arrastraba y cada vez me costaba más y más nadar. Luché por alcanzar la superficie y al hacerlo tal vez hubiera preferido mejor quedarme abajo. La cascada no estaba muy lejos de mi posición y aunque pude volver a respirar no tardé nada en volver a hundirme. No podía más, apenas lograba tomar aire y eso sumado a mi cansancio tan solo provocaba que me ahogara más y más.
Además no era capaz de pensar en otra cosa, Thea, estaba allí, la había visto y quería buscarla, quería ver que estaba bien, tenía el miedo de que se hubiera ahogado o que aquello tan solo fuera producto de mi imaginación, pues aquel día no me encontraba nada bien. Llevaba ya mucho tiempo echándolos de menos y claro... Podría ser que lo hubiera imaginado. Me quedé quieta durante un momento. El agua me engulló de nuevo, me sentía como una hoja, movida por el antojo del aire, sin poder hacer nada. No podía seguir así, iba a morir, pero... ¿No sería eso mejor a seguir sola? Dallas. Dallas. Dallas. Lo escuché varias veces, escuchaba esa voz llamarme y me obligué a responder, a bucear lejos de la cascada, a pensar con lógica a apartar ese pánico que no me dejaba actuar. Logré salir por fin respirando agitadamente. Era Thea, me estaba llamando, era ella de verdad. Nadé rápidamente hasta la orilla, aquella zona estaba apartada de donde se encontraba la morena, había arbustos y un par de árboles que me tapaban, pero escuchaba a la mujer llamarme. Torpemente caminé por la orilla tosiendo, cayendo de rodillas, volviendo a ponerme en pie mientras recobraba el aliento. Avancé con pesadez hacia la arboleda y giré en la dirección de la voz. Entre los árboles distinguí a Thea, estaba tirada en la orilla y no dejaba de pronunciar mi nombre, una y otra vez. Maldita loca, podría echarme a llorar ahí mismo—. ¿Qué coño pasa contigo?, ¡¿no tenías otro sitio donde pararte?! —avanzo aún con torpeza, me siento hasta más muerta que esos zombies. Me dejé caer a su lado, tomando asiento aunque nos llenemos de barro—. Para habernos matado joder... —me quejo como si tan solo hubieran pasado tres minutos y no todo el tiempo desde la última vez que nos vimos, como si no hubiera pasado prácticamente una vida y no la hubiera dado por muerta. La miré fijamente sintiendo como las lágrimas caían por mis mejillas—. Grayson, estás viva, maldita zorra... —aunque estoy llorando me echo a reír a la vez y simplemente la abrazo. Ha aparecido en el momento justo, cuando más necesitaba algo así.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
Sentía mi respiración acelerada. Además de frío, el agua estaba helada y aunque la temperatura del lugar fuera cálida no ayudaba nada a entrar en calor el hecho de estar chorreando. Dejé mis cosas a un lado, todas empapadas, e incluso me quité la chaqueta que llevaba, que cayó de forma pesada a la tierra. Tiritaba. Con la mirada fija en el lago sentía las lágrimas caer por mis mejillas. ¿Qué había pasado?, ¿dónde estaba Dallas?, estaba totalmente segura de haberla visto, no había sido imaginación mía, era ella de verdad. Su voz, incluso recordando... ¡Ella me salvó!, fue la que me gritó desde la ventana. ¿Cómo no me había dado cuenta?, aquello era real, era Sienna, Dallas estaba allí y temí que ahora de verdad si que estuviera muerta. Mis labios se separaron ligeramente, temblorosos traté de pronunciar su nombre una vez más, pero no fui capaz. En su lugar tomé una larga bocanada de aire y sollocé como una niña pequeña, sin hacer nada. ¿Estaba perdiendo el juicio?, ¿me lo habría imaginado todo? Traté de ponerme en pie y no pude. Cerré los ojos e intenté controlarme, respirar hondo y relajarme. No lo estaba consiguiendo y escuchar aquella voz en mi espalda tan solo consiguió el efecto contrario al propuesto.
Sienna se dejó caer a mi lado mirándome fijamente. La miré de la misma forma, con los ojos abiertos de par en par, era ella, su voz, su pelo, sus ojos... Me vi tentada incluso de tocar una de sus mejillas para ver aun real era todo aquello. Arrugué mi expresión cuando ella empezó a hablar. Las lágrimas cayeron por mis mejillas a la vez que me echaba a reír, ambas exactamente igual. La miré fijamente tras decir su último comentario, no era capaz de responder, básicamente no era capaz de articular palabra alguna, pero si me lancé a abrazarla cuando ella lo hizo también.
- ¡Pensaba que estabas muerta! - Y ahora si que rompí a llorar, pero de pura alegría. - ¡Dios, no sabes cuanto te he echado de menos! - Había pasado por mucho y en todo aquel tiempo jamás había llegado a olvidarme de ella. Dallas era prácticamente como esa hermana que jamás tuve. Una amiga, una hermana, esa compañera de trabajo con quien lo compartías todo... Y llevaba pese al tiempo que había pasado para mi había sido como una vida, una vida entera pensando que mi hermana estaba muerta.
Me quedé abrazada a ella durante un buen rato. La sujetaba entre mis brazos con fuerza, como si de un momento a otro Dallas pudiera llegar a desvanecerse como lo haría en un sueño. Era de verdad, era real, Dallas seguía viva y yo no podía sentirme más feliz por volverla a ver. Aquello resultaba hasta increíble. - ¿Có... cómo escapaste de Nueva York?, os perdí a todos - Me aparté apenas unos centímetros para mirarla fijamente, mientras que la sujetaba aún por los hombros, como si Dallas se fuera a marchar corriendo y la obligase a quedarse allí conmigo. Con todo aquello incluso me había olvidado del frío, de que temblaba, del cansancio, de todo, aún estaba en shock por su aparición. No me lo podía casi ni creer, aunque era lo mejor que me podía haber pasado entonces.
- Joder, estás mojadísima - Yo tampoco es que estuviera mejor. - Deberíamos alejarnos de aquí, mira a esas cosas... En el pueblo había más sol, aquí solo sombra y así acabaremos cogiendo una pulmonía - Me levanté como pude y tiré de ella para ayudarla a ponerse en pie también, recogiendo mis cosas a la vez. - Creo que todos los que estaban por allí ya se han ido hasta aquí, vamos - Lo mejor era alejarse de allí ahora que al menos habíamos conseguido perder de vista a los malditos zombies.
Sienna se dejó caer a mi lado mirándome fijamente. La miré de la misma forma, con los ojos abiertos de par en par, era ella, su voz, su pelo, sus ojos... Me vi tentada incluso de tocar una de sus mejillas para ver aun real era todo aquello. Arrugué mi expresión cuando ella empezó a hablar. Las lágrimas cayeron por mis mejillas a la vez que me echaba a reír, ambas exactamente igual. La miré fijamente tras decir su último comentario, no era capaz de responder, básicamente no era capaz de articular palabra alguna, pero si me lancé a abrazarla cuando ella lo hizo también.
- ¡Pensaba que estabas muerta! - Y ahora si que rompí a llorar, pero de pura alegría. - ¡Dios, no sabes cuanto te he echado de menos! - Había pasado por mucho y en todo aquel tiempo jamás había llegado a olvidarme de ella. Dallas era prácticamente como esa hermana que jamás tuve. Una amiga, una hermana, esa compañera de trabajo con quien lo compartías todo... Y llevaba pese al tiempo que había pasado para mi había sido como una vida, una vida entera pensando que mi hermana estaba muerta.
Me quedé abrazada a ella durante un buen rato. La sujetaba entre mis brazos con fuerza, como si de un momento a otro Dallas pudiera llegar a desvanecerse como lo haría en un sueño. Era de verdad, era real, Dallas seguía viva y yo no podía sentirme más feliz por volverla a ver. Aquello resultaba hasta increíble. - ¿Có... cómo escapaste de Nueva York?, os perdí a todos - Me aparté apenas unos centímetros para mirarla fijamente, mientras que la sujetaba aún por los hombros, como si Dallas se fuera a marchar corriendo y la obligase a quedarse allí conmigo. Con todo aquello incluso me había olvidado del frío, de que temblaba, del cansancio, de todo, aún estaba en shock por su aparición. No me lo podía casi ni creer, aunque era lo mejor que me podía haber pasado entonces.
- Joder, estás mojadísima - Yo tampoco es que estuviera mejor. - Deberíamos alejarnos de aquí, mira a esas cosas... En el pueblo había más sol, aquí solo sombra y así acabaremos cogiendo una pulmonía - Me levanté como pude y tiré de ella para ayudarla a ponerse en pie también, recogiendo mis cosas a la vez. - Creo que todos los que estaban por allí ya se han ido hasta aquí, vamos - Lo mejor era alejarse de allí ahora que al menos habíamos conseguido perder de vista a los malditos zombies.
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—Pues casi... —la miro fijamente. En todo aquel tiempo había estado malviviendo, yendo de un lugar a otro sin saber que hacía, sin saber que pasaba, había ocasiones en las que me sentía tan muerta o más que aquellos seres y este día si Thea no me hubiera llegado a encontrar... Si no la hubiera arrollado. No quería saber que habría pasado. Sonreí al ver su expresión, aquella que tanto me conocía y de la que no me había olvidado. Había pasado mucho tiempo, siglos, pero ahora como si fuese ayer la última vez que miraba esos ojos—. Y yo a ti —la abrazo con fuerza—. Os perdí y pensé que estabais todos muertos, llevo tanto pensándolo... —hablo entre sollozos, recordando como me había torturado tanto y tanto por culpa de aquello—. Thea, no sabes cuanto lo siento, no os veía, no sabía donde estábais y todo se desmoronaba, me tuve que marchar... Llevo lamentándome de ello cada día —sollozo con más fuerza, me cuesta casi hasta hablar. No podía contenerme, aquella gente había sido lo más parecido que había tenido a una familia nunca y Thea era sencillamente mi hermana.
—Lo siento, debimos mantenernos todos juntos... —la miro fijamente—. ¿Escapé junto a unos soldados y tú... ¿Vosotros? —la miro de nuevo, dudando, no sé que decir, tal vez se fue sola, tal vez acompañada, aunque ahora no vea a nadie más. ¿Estarán los demás muertos?, pensarlo me rompía en mil pedazos.
—Anda, eso es justo lo mismo que me dijo mi último ligue... —una leve sonrisa se escapa de mis labios, resulta una sonrisa triste algo apagada ante aquella broma. Miré a Thea y negué ligeramente—. Me las sigues poniendo a huevo... —sonrío ahora de forma más amplia tal vez. Ambas nos fuimos poniendo de pie para marcharnos, mi compañera tenía razón, era mejor no quedarse en aquel lugar—. Claro, aunque casi no puedo ni andar —le aviso y comenzamos a alejarnos del lugar. Caminaba a su lado, sin soltar su hombro, la una apoyada en la otra, como los viejos tiempos.
Ahora que íbamos con más tranquilidad podía incluso disfrutar de aquel paisaje exótico, no se solía ver nada similar por ninguna parte—. ¿Ese coche es tuyo? —señalo el toyota que está en la calle estacionado. Thea además tenía razón, la calle estaba despejada de aquellos descerebrados, por lo que cuando llegamos a las primeras casas me dejé caer sobre los escalones del primer porche para recobrar el aliento, si seguía así me volvería a dar otro episodio de asma. Es más, utilicé el inhalador por si acaso, Thea sabía que tenía asma, aquello lo ocultaba a los altos cargos—. Si, y yo era policía... —sonrío y guardo el inhalador en mi bolsillo.
—Lo siento, debimos mantenernos todos juntos... —la miro fijamente—. ¿Escapé junto a unos soldados y tú... ¿Vosotros? —la miro de nuevo, dudando, no sé que decir, tal vez se fue sola, tal vez acompañada, aunque ahora no vea a nadie más. ¿Estarán los demás muertos?, pensarlo me rompía en mil pedazos.
—Anda, eso es justo lo mismo que me dijo mi último ligue... —una leve sonrisa se escapa de mis labios, resulta una sonrisa triste algo apagada ante aquella broma. Miré a Thea y negué ligeramente—. Me las sigues poniendo a huevo... —sonrío ahora de forma más amplia tal vez. Ambas nos fuimos poniendo de pie para marcharnos, mi compañera tenía razón, era mejor no quedarse en aquel lugar—. Claro, aunque casi no puedo ni andar —le aviso y comenzamos a alejarnos del lugar. Caminaba a su lado, sin soltar su hombro, la una apoyada en la otra, como los viejos tiempos.
Ahora que íbamos con más tranquilidad podía incluso disfrutar de aquel paisaje exótico, no se solía ver nada similar por ninguna parte—. ¿Ese coche es tuyo? —señalo el toyota que está en la calle estacionado. Thea además tenía razón, la calle estaba despejada de aquellos descerebrados, por lo que cuando llegamos a las primeras casas me dejé caer sobre los escalones del primer porche para recobrar el aliento, si seguía así me volvería a dar otro episodio de asma. Es más, utilicé el inhalador por si acaso, Thea sabía que tenía asma, aquello lo ocultaba a los altos cargos—. Si, y yo era policía... —sonrío y guardo el inhalador en mi bolsillo.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
¿Podía haber un lado negativo en aquel encuentro?, si, las palabras de Dallas para disculparse sobre todo lo que ocurrió en Nueva York. No la culpaba de nada, jamás lo haría, pero lo que contaba me recordó tanto a mi propia situación que provocó un nudo en la garganta mientras que sujetaba con firmeza a Dallas por los hombros. Sentía los ojos aún hinchados y ahora lloraría por aquellos recuerdos tan negros. - No, no, no... - Le pedía mientras pasaba a sujetar su rostro entre mis manos, mirándola fijamente. Limpié las lágrimas que cayeron por sus mejillas. - Sé de lo que hablas, nos pasó a todos igual, aquello era un infierno - Ya no solo se trataba de tranquilizarla a ella, si no a mi misma, pues al recordarlo todo me había puesto aún más nerviosa de lo que ya estaba. - Y yo, pensaba que estabas muerta, cuando te he visto antes casi acabo perdiendo hasta la cabeza - Sin embargo, pese a sensibleras que estuviéramos ahora, una débil sonrisa surcó mis labios. Pensaba que había perdido el juicio o que había muerto también y por eso la veía. - ¡Casi me da algo y todo! - Hice una mueca llevándome ambas manos a la cara. Con un suspiro alcé la mirada de nuevo en su dirección. Hacía meses que pensaba que jamás volvería a ver a aquella gente y aunque habían muerto muchos ahora me habían devuelto a parte de mi familia.
Temía que todo fuera un sueño. Y cuando Sienna soltó aquella coña la miré enarcando una ceja, seguidamente me eché a reír negando. Seguía siendo ella de verdad y por ello la abracé con fuerza antes de ponernos en pie. - Igual que yo, pero tenemos que hacer el esfuerzo, venga rubia - La molesté con aquel mote y ambas comenzamos a caminar en la dirección del pueblo, ayudándonos la una a la otra. Cuando se dejó caer en uno de los escalones de aquel porche yo me apoyé en la barandilla dejando caer mi cuerpo ligeramente contra esta.
- En cierto modo hemos tenido hasta suerte... Si, si siguieran por aquí no podríamos ni acercarnos al coche - Me erguí al final para tomar asiento a su lado y ver como usaba su fiel inhalador. - Tienes asma, estás como una cabra, sueles decir muchas tonterías y estás más salida que el pico de una plancha... ¡Pro venga!, por lo demás eres una de las mejores STARS que he conocido nunca, yo diría que incluso la mejor - Le di un leve toque en el hombre. - ¡Y has sobrevivido al maldito fin del mundo!, ¿hay mejor examen que eso? - Sonreí de nuevo. Pensando que ahora tenía muchas cosas que explicarle a la rubia. Entre ellas que no estábamos todos muertos, que había encontrado a Hal, Lena, Gata... Y que viajaba con un grupo mayor. Aunque recientemente Fuéramos menos. - Oye, estoy con un grupo de gente, me había acercado aquí para ver si encontraba comida, armas o incluso ropa para el invierno, ¿me echas una mano y nos vamos? - Era mi mejor amiga y al parecer estaba sola, no hacía falta ni preguntarle si quería venir conmigo, es que si no lo hacía la obligaría. - Y sabes que si es necesario te llevaré arrastras conmigo - Aún no le diría quienes eran ellos, dejaría que se llevase la sorpresa del siglo al encontrarse con Hal. Y bueno, lo que si tenía claro es que se llevaría de maravilla con Taylor y Jay.
Temía que todo fuera un sueño. Y cuando Sienna soltó aquella coña la miré enarcando una ceja, seguidamente me eché a reír negando. Seguía siendo ella de verdad y por ello la abracé con fuerza antes de ponernos en pie. - Igual que yo, pero tenemos que hacer el esfuerzo, venga rubia - La molesté con aquel mote y ambas comenzamos a caminar en la dirección del pueblo, ayudándonos la una a la otra. Cuando se dejó caer en uno de los escalones de aquel porche yo me apoyé en la barandilla dejando caer mi cuerpo ligeramente contra esta.
- En cierto modo hemos tenido hasta suerte... Si, si siguieran por aquí no podríamos ni acercarnos al coche - Me erguí al final para tomar asiento a su lado y ver como usaba su fiel inhalador. - Tienes asma, estás como una cabra, sueles decir muchas tonterías y estás más salida que el pico de una plancha... ¡Pro venga!, por lo demás eres una de las mejores STARS que he conocido nunca, yo diría que incluso la mejor - Le di un leve toque en el hombre. - ¡Y has sobrevivido al maldito fin del mundo!, ¿hay mejor examen que eso? - Sonreí de nuevo. Pensando que ahora tenía muchas cosas que explicarle a la rubia. Entre ellas que no estábamos todos muertos, que había encontrado a Hal, Lena, Gata... Y que viajaba con un grupo mayor. Aunque recientemente Fuéramos menos. - Oye, estoy con un grupo de gente, me había acercado aquí para ver si encontraba comida, armas o incluso ropa para el invierno, ¿me echas una mano y nos vamos? - Era mi mejor amiga y al parecer estaba sola, no hacía falta ni preguntarle si quería venir conmigo, es que si no lo hacía la obligaría. - Y sabes que si es necesario te llevaré arrastras conmigo - Aún no le diría quienes eran ellos, dejaría que se llevase la sorpresa del siglo al encontrarse con Hal. Y bueno, lo que si tenía claro es que se llevaría de maravilla con Taylor y Jay.
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—¿No he sido la única a la que casi le da un chungo... —enarco una ceja en su dirección y hago un gesto con la mano derecha—. Joder... —vuelvo a mirar de nuevo a mi compañera y no puedo evitar levantarme una vez más, tras usar el inhalador, para darle un abrazo, no sé cuantos le he dado ya, pero lo necesito—. Tranquila, aún no me he hecho lesbiana —comento en un susurro mientras que la abrazo y no tardo en separarme con una sonrisa algo triste en mi rostro.
—¿Tú también?, eso quiere decir que solo... —no termino la frase, me acerco de nuevo al porche y me apoyo sobre la barandilla mirando una de las ventanas de la casa—. Siempre pensé que si moría alguien del grupo yo sería la primera, en alguna pelea, un tiroteo... —hago una pausa y la miro—. Bueno, Frost también tenía bastantes papeletas, cuando se cabreaba podía tocar mucho las narices... —ruedo los ojos y los siento húmedos, no tardo entonces en distinguir como las lágrimas caen por mis mejillas y rápida me frota con una mano. Trato de parar respirando hondo, pero no puedo—. Joder... —me quejo entre sollozos como una cría—. Ya he pasado por esto, ¿vale?, más de las veces que te puedes imaginar, pero verte a ti aquí... —pateo ligeramente la barandilla—. La primera opción y más probable era que todos hubierais muerto, la segunda es que hubierais podido huir juntos y estuvierais todos vivos... Así que ahora... —ver a Thea ahí suponía que los demás estaban muertos.
—¡Llevo todo esto tiempo diciéndome que estabais muertos, ¿vale?!, pero supongo que tenía la esperanza... Y esto lo confirma —agacho la mirada tratando de tranquilizarme—. Que no digo que no me legre por ti, pero los demás... Los echo de menos, os he echado tanto de menos a todos... —la miro fijamente, hablando entre sollozos y cuando callo me abrazo a ella de nuevo.
No sabía cuanto tiempo llevábamos así, pero finalmente me suelto, la miro y asiento, ya algo más calmada—. Un grupo... Suena bien, te ayudaré, claro, vaya cosas tienes... —sonrío levemente, con la mirada aún triste y los ojos rojos y seguramente algo hinchados—. Me iría contigo al fin del mundo... —la miro de nuevo—. Sigo siendo hetero, ¿vale? —añado rompiendo el momento de broma, sonriendo algo más por la broma, aunque sigo triste en lo más hondo d mi, es una pena que jamás va a desaparecer, porque aunque si, estoy algo más feliz por encontrar a mi hermana de locuras, sigo habiendo perdido a toda mi familia. Los STARS de Nueva York no eramos simplemente compañeros, eramos una gran familia y ya no están.
—¿Tú también?, eso quiere decir que solo... —no termino la frase, me acerco de nuevo al porche y me apoyo sobre la barandilla mirando una de las ventanas de la casa—. Siempre pensé que si moría alguien del grupo yo sería la primera, en alguna pelea, un tiroteo... —hago una pausa y la miro—. Bueno, Frost también tenía bastantes papeletas, cuando se cabreaba podía tocar mucho las narices... —ruedo los ojos y los siento húmedos, no tardo entonces en distinguir como las lágrimas caen por mis mejillas y rápida me frota con una mano. Trato de parar respirando hondo, pero no puedo—. Joder... —me quejo entre sollozos como una cría—. Ya he pasado por esto, ¿vale?, más de las veces que te puedes imaginar, pero verte a ti aquí... —pateo ligeramente la barandilla—. La primera opción y más probable era que todos hubierais muerto, la segunda es que hubierais podido huir juntos y estuvierais todos vivos... Así que ahora... —ver a Thea ahí suponía que los demás estaban muertos.
—¡Llevo todo esto tiempo diciéndome que estabais muertos, ¿vale?!, pero supongo que tenía la esperanza... Y esto lo confirma —agacho la mirada tratando de tranquilizarme—. Que no digo que no me legre por ti, pero los demás... Los echo de menos, os he echado tanto de menos a todos... —la miro fijamente, hablando entre sollozos y cuando callo me abrazo a ella de nuevo.
No sabía cuanto tiempo llevábamos así, pero finalmente me suelto, la miro y asiento, ya algo más calmada—. Un grupo... Suena bien, te ayudaré, claro, vaya cosas tienes... —sonrío levemente, con la mirada aún triste y los ojos rojos y seguramente algo hinchados—. Me iría contigo al fin del mundo... —la miro de nuevo—. Sigo siendo hetero, ¿vale? —añado rompiendo el momento de broma, sonriendo algo más por la broma, aunque sigo triste en lo más hondo d mi, es una pena que jamás va a desaparecer, porque aunque si, estoy algo más feliz por encontrar a mi hermana de locuras, sigo habiendo perdido a toda mi familia. Los STARS de Nueva York no eramos simplemente compañeros, eramos una gran familia y ya no están.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
Mi mirada y la de Dallas se encontraron en aquel preciso instante y sentí como si se me partiera el corazón en mil pedazos. No era una de esas veces en las que miraba a mi compañera y me daba cuenta de que estaba mal y yo trataba de animarla. No era algo que simplemente le había ocurrido y punto. Mirar sus ojos así solo consiguieron ponerme peor de lo que estaba, no era una una de esas veces en las que yo estaba fuera del asunto y podía tratar de ayudarla con buenos consejos... Esa vez no, porque a mi misma me pasaba igual, porque estaba viviendo aquel infierno como ella. Todo lo que decía yo lo había y estaba sufriendo igual y si no era capaz de consolarme a mi, de ayudarme a mi misma menos idea iba a tener para ayudarla a ella.
Lo único que pudimos hacer fue hablar, abrazarnos y simplemente charlar, contarnos como nos sentíamos y descubrir que era normal, que no pudimos hacer nada. Habíamos perdido a mucha gente, Hal seguía vivo y aún no se lo había dicho, tampoco había mencionado a Lena o Mara, pues de ellas dos si que no podía decir nada, tan solo que se habían ido y desconocíamos como seguirían. Tal vez era apropiado decirle ahora, pero me callé, quería que viera a Hal mejor por ella misma.
Dallas me hizo reír finalmente, la rubia tenía siempre un par de palabras para animarte, aunque ella misma estuviera por los suelos. - Te he echado taaanto de menos, y... Yo también sigo siendo hetero - Hice una pequeña mueca mientras que me limpiaba los ojos con el dorso de la mano.
Tras aquello y un rato de calma, ambas nos pusimos manos a la obra para tratar de dar con objetos de utilidad. Comida, ropa, incluso más armas, mantas para el invierno... Como resultado conseguimos prácticamente cosas de cada punto de la lista, excepto de armas. Dallas y yo cargamos todo lo encontrado que fuera útil en el coche de Taylor y juntas nos marchamos. No tardamos mucho en registrar el lugar, ya que eran pocas casas y además siendo dos nos repartimos la zona. Hay que añadir también que no contamos con más imprevistos, un par de zombies que eliminamos con facilidad y poco más. El camino de vuelta al motel fue rápido, con ella a mi lado todo se hizo mucho más entretenido. Charlamos de los viejos tiempos, pero no para ponernos tristes, si no todo lo contrario, reírnos de nuestras meteduras de pata, de las bromas de las que aún nos acordábamos etc... Y cuando llegamos al motel presenté a Sienna al resto del grupo que la recibió con los brazos abiertos y por último la llevé para que viera a Hal de nuevo tras tanto tiempo.
Lo único que pudimos hacer fue hablar, abrazarnos y simplemente charlar, contarnos como nos sentíamos y descubrir que era normal, que no pudimos hacer nada. Habíamos perdido a mucha gente, Hal seguía vivo y aún no se lo había dicho, tampoco había mencionado a Lena o Mara, pues de ellas dos si que no podía decir nada, tan solo que se habían ido y desconocíamos como seguirían. Tal vez era apropiado decirle ahora, pero me callé, quería que viera a Hal mejor por ella misma.
Dallas me hizo reír finalmente, la rubia tenía siempre un par de palabras para animarte, aunque ella misma estuviera por los suelos. - Te he echado taaanto de menos, y... Yo también sigo siendo hetero - Hice una pequeña mueca mientras que me limpiaba los ojos con el dorso de la mano.
Tras aquello y un rato de calma, ambas nos pusimos manos a la obra para tratar de dar con objetos de utilidad. Comida, ropa, incluso más armas, mantas para el invierno... Como resultado conseguimos prácticamente cosas de cada punto de la lista, excepto de armas. Dallas y yo cargamos todo lo encontrado que fuera útil en el coche de Taylor y juntas nos marchamos. No tardamos mucho en registrar el lugar, ya que eran pocas casas y además siendo dos nos repartimos la zona. Hay que añadir también que no contamos con más imprevistos, un par de zombies que eliminamos con facilidad y poco más. El camino de vuelta al motel fue rápido, con ella a mi lado todo se hizo mucho más entretenido. Charlamos de los viejos tiempos, pero no para ponernos tristes, si no todo lo contrario, reírnos de nuestras meteduras de pata, de las bromas de las que aún nos acordábamos etc... Y cuando llegamos al motel presenté a Sienna al resto del grupo que la recibió con los brazos abiertos y por último la llevé para que viera a Hal de nuevo tras tanto tiempo.
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