Siguiendo la pista [Ranza Díaz]

Uno de octubre de 2015.

Los días se sucedían en la Prisión. A su llegada, Jack creyó que un refugio fijo le ayudaría para seguir buscando a su hermana Tara. Pero aquel lugar le había absorbido hasta el punto de centrarse más en el refugio y su gente, dejando a un lado esa búsqueda que seguramente era una causa perdida. Y tal vez era mejor así, Tara seguramente ya ni existiría. ¿No era aquella una causa perdida? Esa búsqueda había acabado con parte de su humanidad y al centrarse en otras cosas, poco a poco volvía a ser la persona que fue.

- Me han dicho los chavales que vieron un jabalí adentrarse en el bosque, voy a tratar de darle caza - explicaba mientras recogía sus armas. - Con suerte esta noche nos daremos un buen festín - y sin más dilación se marchó en la dirección que le habían señalado. Los zombies que paseaban por la almbrada ni se percataron de él, ya que seguían con su mirada fija en los refugiados del interior.

No se le daba mal hacer de rastreador, así que se fue fijando en los detalles y continuó avanzando entre los árboles persiguiendo el rastro de aquel animal. Esperaba alcanzarlo antes de que se hiciera de noche o que siguiera vivo al menos. ¿Cuántas veces había perseguido un venado y se había encontrado con la criatra agonizando por culpa de los no muertos? Odiaba ese tipo de cosas.

Continuó en aquella dirección a buen ritmon. El tiempo pasaba rápidamente y él creía estar cada vez más cerca. Se había topado en el camino con algunos zombies que eliminó rápidamente. Solo esperaba que el animal siguiera vivo.

Outfit

Solo quedaban algunas semanas para que se cumplieran tres años desde el fatídico día en que todo se había ido al puto infierno. En momentos como aquel solía arrepentirse de haberse quejado tanto de la vida que llevaba e incluso extrañaba a su madre. Momentos como ese, en los que tenía hambre y las noches se volvían más frías. Por eso intentaba llegar a Florida, aquel año se negaba a pasar una nevada más. Pero le había tomado dos años salir de California y llegar hasta allí, saltando de caravana en caravana que la hacían dar vueltas por todo el país. Para cuando se había dado cuenta ya estaba demasiado lejos para regresar a Cali, ahora solo le quedaba bajar hacia la antigua casa de Mickey Mouse.

Le ayudaba enormemente el que los zombies solieran pasar de ella la mayoría del tiempo. No comprendía el motivo, pero en alguna parte de su cabeza, una que se negaba a escuchar, estaba segura que tenía que ver con las lagunas mentales que terminaban en ataque a otras personas, con ese particular gusto por el olor a sangre humana o el ver a otros como una deliciosa presa cuando sentía demasiada hambre. Aceptar aquella realidad era aterrador, aceptar que había sido mordida por un zombie y aquello había iniciado le asustaba aun más, porque era aceptar que era un monstruo y ella no quería serlo.

No estaba segura de dónde se encontraba en ese momento, tampoco el día exacto, pero lo que veía no muy lejos de ella parecía una prisión. La horda de caminantes parecía demasiado concentrada en encontrar una forma de entrar a esta, así que podía movilizarse por los terrenos con facilidad. Debía encontrar comida y definitivamente no podía ser un conejo, tenía muchísima hambre y una vez más se había alejado de la caravana con la que viajaba. Esta vez la razón tenía que ver con ellos queriendo ir al norte y ella al sur. No necesitaba tanta estupidez en su vida.

Pronto dio con las huellas de lo que parecía un cerdo muy grande ¡Jackpot!, así que usó sus habilidades de rastreo para dar con él. Cazarlo no sería fácil, en especial porque no tenía nada con lo que crear un señuelo, pero su hambre podía hacer maravillas. Un movimiento en los arbustos la alertó.

Sintió una emoción momentánea al creer que había dado con su cena, pero pronto esta cambió a temor al encontrarse a solo unos pasos de un hombre cargado con diferentes armas. De un solo golpe se ocultó detrás del árbol más cercano a su derecha y se preguntó de dónde mierdas había salido aquel tipo. Trató de respirar lo más lento posible y esperar a que se fuera, pero entonces vio frente a ella al muy enorme cerdo. Era un puto jabalí y no se le veía de buen humor.

Shhh intentó aplacar al animal llevándose un dedo indice a los labios. Por supuesto, en vano, no como que a él le importara lo que ella tuviera que decir, algo que dejó muy en claro cuando la amenazó con un sonoro gruñido - mal movimiento, George - dijo la pelirroja en un susurro, con eso los había dejado a ambos al descubierto.

En el pasado había salido de caza con su padre en varias ocasiones, ojalá le hubiera prestado atención, porque jamás le interesó y ahora de seguro que sus consejos le habrían servido de gran ayuda. Pese a todo eso no se le daba mal y algo parecía habersele quedado en la cabeza.

La ballesta iba cargada, preparada para disparar a la presa en cuanto diera con ella... eso o uno de esos pútridos seres. Seguir un rastro solía aburrirle, pero aquel día lo tenía absorto, tan concentrado en la señales del bosque que ni se percataba del paso del tiempo. La idea de comer carne durante un par de días había podido acabar con cualquier pensamiento negativo de aburrimiento o cansancio.

Jack llegó hasta un diminuto claro, el rastro seguía hacia la derecha y por ahí habría avanzado de no ser porque escuchó aquel gruñido. Rápido se giró hacia el lugar de procedencia ballesta en mano. El hombre se lanzó hacia los arbustos topandose con que la criatura no estaba sola, para su sorpresa, pero mantuvo la calma y antes de que la mala bestia pudiera huir de él apretó el gatillo de la ballesta dejando escapar el virote que se hundió con fuerza en la cabeza del animal.

Cayó muerto, redondo, al suelo. Y entonces sí, se permitió observar a la joven que quedaba a poco centímetros de él. Jack se apartó rápidamente de ella para no asustarla más de la cuenta.

- ¿Estás bien? - preguntó mientras se acercaba al cadáver del animal y le hacía una revisión rápida. No estaba nada mal. Recuperó el virote y tras comprobar que estaba bien lo volvió a colocar en el arma.

Observó a su alrededor esperando que llegase alguien más, o alguna amenaza para que se alejase más de la chica, pero no pasó y eso no sabía si era bueno o malo. Ella parecía bastante joven para ir sola, pero cosas más raras se habían visto...

- ¿Dónde está tu grupo? - preguntó sin rodeos. - Os daré una pieza del animal - dependiendo de la cantidad de personas que fueran y de cómo le tratasen, él no era idiota. Pero sabía que podía estar en una mala posición si eran bandidos.

- Soy Jack - y con eso había hablado más de lo que lo había hecho en toda la semana. Si bien, antes podía hablar por los codos, tras tanto tiempo solo buacando a Tara había perdido aquello. Pero con la pelirroja de golpe sintió que aquel silencio era muy incómodo y tampoco deseaba asustarla. Fue como si de golpe, en aquel momento, volviera a estar en el ejército y sentirse responsable de lo que pudiera pasarle a la gente a su alrededor. En La Prisión era así, pero no de la misma forma, eran demasiados y estaba confiando en ellos poco a poco. Tal vez todo aquello era lo que necesitaba para volver a ser el hombre de siempre y aún así le faltaría algo: su familia. Nada volvería a ser igual de todas formas.

Sus ojos se abrieron como platos cuando el hombre apareció por uno de sus costados y sin mayor esfuerzo le clavó una saeta a la bestia en toda la cabezota a quemarropa. Ranza parpadeó un par de veces y frunció el cejo, ahí quedaba sus sueños de comida para una semana, ese tipo se veía que podía defenderse bastante bien. Trató de encontrar una ruta de escape y salir de allí antes que quisiera arrastrarla hasta donde sea que hubiera salido, pero entonces le preguntó si estaba bien y eso captó la atención de la pelirroja.

Asintió con la cabeza, no era buena con presentaciones y pequeñas charlas. Era fácil notar que estaba ansiosa, miraba para todos los lados en espera de que aparecieran más personas o una vía libre, pero ni llegó gente ni encontró una salida por la cual no pudiera alcanzarla a ella también una de esas saetas, así que decidió jugar con seguridad mientras pudiera.

- Ranza - se alejó un paso del tronco del árbol y observó al animal caído, no estaba segura si debía decirle que estaba viajando sola, eso la hacía un blanco vulnerable, pero también le permitía evaluar el tipo de persona con la que acababa de toparse - me separé de mi grupo en busca de comida - estiró la mano, eso era mejor que nada en ese momento - yo recibiré la pieza, lo que desee darme - definitivamente no iba a pelearle, ya encontraría algo más, por ahora necesitaba poder vivir una noche más.

- ¿Dónde está tu grupo? - tanteó, no sería la primera vez que un maldito psicópata se presentaba como un hombre encantador. Mantuvo su distancia todo el tiempo mientras lo observaba hacer, ya había perdido interés en escapar o esperar el ataque sorpresa, por el momento.

No pudo evitar sentir lástima por la joen Ranza, se mostraba asustada, tal vez recelosa y no la culpaba por ello. Era normal, era correcto que no se fiaba... y no debería ser así. El mundo no debería haberse ido al traste, a veces se culpaba de ello. Él solo no podría haber hecho más, pero si el ejército hubiera peleado mejor, de otra forma...

- ¿Cuántos sois? Para repartirla - señaló el animal con un cuchillo que sacaba de su cinturón. Jack no pensaba despeciar al animal allí mismo. ¡Que locura! Solo supondría ponerles las cosas más sencillas a los zombies. - Mi grupo... - empezó a decir mientras seguía con la mirada los ojos de la pelirrojo. Ranza miraba a todas partes, ¿esperaba a alguien o estaba asustada? Podía significar muchas cosas. ¿Sería irresponsable hablarle de La Prisión? ¡Era apenas una cría! Pero había visto tantas cosas... que ya no sabía a quién podía confiarle nada.

- Mi grupo se encarga de otras tareas ahora - dijo finalmente mientras seguía observando a su alrededor, temiendo que apareciera alguien más que no llegó. - Será mejor recoger a este bicho y llevarlo hasta allí... aquí solo conseguiremos que nos maten -  Jack se agachó recogiendo al animal por sus extremidades y entonces lo levantó y cargó sobre sus hombros, rodeando su cuello. Eraa muy pesado, sería costoso acercarlo a La Prisión, pero merecería la pena.

El hombre comenzó a caminar dirección al refugio.

- Si no te fías de mi lo entiendo, pero un plato de comida y un lugar seguro... si quiere spuedes quedarte a dormir, hay camas de sobra y esta noche parece que hará frío - decidió hacerse el despreocupado. Quería que realmente fuera con él, pero insistir, preocuparse en exceso... tal vez fuera contraproducente. - ¿Sabes disparar una ballesta? Podrías llevarla tú y defendernos si aparece alguno de esos bichos indeseables... - iba diciendo con calma mientras avanzaba.

Ranza podría decir que viajaba con una caravana de diez, pero qué tanto podía aquel hombre repartir de ese jabalí en realidad. El animal era grande, pero tampoco para tanto - somos cinco - las caravanas variaban todas en tamaño. Las más pequeñas se desplazaban con mayor rapidez, pero las más grandes eran más seguras y comúnmente llevaban familias con niños entre ellos, un grupo de guardias, más comida y armas. Ella solía unirse a estas ultimas, era más fácil que la aceptaran por su corta edad que en las pequeñas conformadas por varios adultos y una muy mala actitud, como las de criminales. En esas solo había estado como prisionera un par de veces o tres.

Hablaba poco, no se le daba bien interactuar con personas extrañas así que era más común que usara monosílabos o simples gestos y ruidos. Se mesó los dedos, era evidente que él tampoco quería hablar mucho sobre el grupo con el que se encontraba, pero en algo estaban de acuerdo los dos y era aquello de que quedarse allí conversando solo los haría presas fáciles. El olor a sangre pronto atraería a alguna criatura, o varias. Asintió.

No recibió nada a la final y supuso que tendría que irse con las manos vacías después de todo. Él volvería con su grupo y ella con su disque "caravana" inexistente. ¡Maldición!

Había dado dos pasos en la dirección opuesta cuando Jack, como había dicho que se llamaba, le ofreció ir con él. Un año atrás lo habría pensado, pero con el tiempo se aprendía a actuar primero y pensar después. Podía ser una trampa y terminar como moneda de cambio o tener un lugar seguro donde dormir aquella noche, comida caliente y, posiblemente, un baño. Se mordió el interior de la boca y regresó sobre sus pasos, cualquiera de las opciones terminaba siendo mucho mejor que enfrentarse sola a la horda de zombies que se tambaleaba cerca a ellos.

Sin decir palabra alguna tomó la ballesta y la posicionó sobre su hombro. No, no sabía usarla, pero podía intentarlo y si fallaba, siempre podía funcionar como un arma contundente. Eso era mejor que las tijeras en su mochila. Se aseguró de permanecer cerca al hombre y estar alerta, esperaba que no tuvieran que caminar demasiado, estaba más cansada de lo que se le notaba.

off: (aún debo narrar el encontrar el resto de armas en el inventario, por eso no las incluyo)

Sonrió ligeramente cuando la joven aceptó su propuesta. Le vendría bien pasar la noche en La Prisión. Jack comenzaba incluso a dudar de si de verdad viajaba con más gente, ya que ni se había molestado en preocuparse por sus supuestos amigos. Pero no la culpaba para nada, entendía perfectamente que mintiera sobre sus acompañantes. Hoy en día tenías que tener mucho cuidado con la gente.

¿Había sido buena opción dejarle aquel arma? Jack tal vez se la estaba jugando demasiado, pero también creyó que así le daba a ella algo con lo que pudiera confiar en él y si no... Pues él solo habría cavado su propia tumba. ¿Le dispararía ella o lo haría alguno de esos cinco? Se llevarían todas sus cosas y con suerte alguien de la Prisión encontraría su cadáver.

Aquel pensamiento provocó un escalofrío que recorrió toda su espina dorsal. Sin embargo no hizo nada para remediar la situación más que avanzar con la chiquilla hasta el límite del bosque. Tardaron unos diez minutos, dado que realmente no estaba lejos del refugio, pero sí había caminado bastante al principio por los rodeos que le hizo dar su presa al perseguirla.

El edificio se alzaba imponente entre los rayos de luz, la alambrada... Y como no sus zombies en ella. Esperé junto a un árbol aliviando parte del peso de la carga.

- Vamos a tener que dar un pequeño rodeo hasta la entrada, allí nos abrirán mis amigos - amigos... sonaba bastante simpático, teniendo en cuenta que Jack se había vuelto bastante huraño últimamente y apenas hablaba con nadie.

Se acomodó el animal en sus hombros y comenzó a caminar de nuevo hacia los árboles.

- Eh Ranza, estate atenta, tal vez debas usarla ahora - giró su mirada hacia la joven para alertarla. Avanzaron por el limite del bosque, por ahí a veces aparecían caminantes y debian ser cuidadosos.

Levantó una ceja cuando finalmente llegaron a los lindes del bosque y fueron a dar a los laterales de la prisión que había visto no hacía ni una hora atrás. Así que el hombre venía del interior y ella había aceptado... Miró el montón de zombies tambaleándose al exterior de la alambrada y sintió un escalofrío recorrerle toda la columna vertebral. Si, era buena idea pasar unas horas allí adentro que pasarlas ahí afuera sin armas, sin protección.

Sus. Amigos. Añoranzas de tiempos mejores llegaron de repente a su memoria y por un momento se le formó un nudo en la garganta. Tras casi tres años comenzaba a dudar que alguno de ellos estuviera realmente con vida. Parecía un lindo sueño, pero uno que comenzaba incluso a olvidar. En ocasiones pasaba meses sin pensar en sus vecinos o en su madre, poco a poco lo único que iba importando era poder comer y vivir un día más.

Asintió, como antes, como toda respuesta a tener que rodear para poder entrar al edificio. Apretó un poco más el arma en sus manos y respiró profundamente. Un nuevo asentimiento fue su señal de que estaba lista para comenzar a caminar de nuevo.

No llevaban mucho tiempo caminando cuando él le advirtió que posiblemente tendría que usar la ballesta. Redujo el volumen de sus respiraciones y la velocidad de sus pasos en un instinto de aumentar su oído e intentar escuchar algo más que ellos dos - Juana y yo estamos listas - dijo, dándole tres golpecitos a la ballesta y sonriendo nerviosamente.

El sonido de ramas quebrándose a su izquierda la puso en alerta. Bajó el arma, como había visto a su acompañante hacer antes y a otros antaño. A pesar de continuar movilizándose se giró para quedar dándole la espalda a la espalda de Jack y cubrir mayor terreno de visión. Tragó saliva abundantemente. Algo bueno que tenían aquellos muertos-vivientes y otras criaturas corruptas era que no conocían el significado de sigilo, planeación o emboscada.

- Zombies a las tres - informó una vez notó a dos de aquellos seres asomar sus putrefactas narices - ¡ay, virgencita de Guadalupe! - suspiró y se echó la bendición, como la había enseñado su abuelita.

off: no sé si se usará algún sistema de dados o se dejará a la narración, así que esperaré a tu post para saber qué hacer  

Jack pareció satisfecho, ella lo siguió cargando con la ballesta. Y no solo eso, le había puesto un nombre a su ballesta, lo cual le hio bastante gracia, pero se limitó en seguir en silencio avanzando con el mayor sigilo posible, todo hasta que su acompañante le advirtió de que no estaban solos. Se giró momentaneamente para comprobar que la joven cargaba la ballesta y se preparaba.

- Bien, así es... ten cuidado con el retroceso ahora, parece que no, pero tiene su fuerza... - explicó mientras que desviaba la mirada en varias direcciones para asegurarse de que no le atacaban por otro lado. - Tranquila, respira hondo, apoya el primer pie en el suelo, apunta, suelta el aire y dispara - Jack se quedó quieto mirándo con cautela la situación. Actuaría rápidamente si veía algo fallaba, pero en principio confiaba en ella.

- ¡Fantástico! - exclamó al ver que no necesitaba su ayuda. Jack entonces se permitió seguir avanzando. Gracias al cristal de su linterna de codo, hizo señas a uno de los vigía de la entrada y un grupo de hombres salió raudo para ayudarlos. Apenas diez minutos más tarde depositaba su presa encima de una mesa con algo de brusquedad. Los refugiados no sabían hacia dónde mirar, si hacia el animal o a la desconocida joven que lo acompañaba.

- Es Ranza, nos acompañará en la cena, de no ser por ella no le habría dado caza - sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, y eso lo notaron muchos de sus compañeros que se acercaron a saludar y ofrecer una buena bienvenida a la joven.

- Chicos, calmaros, la vais a agobiar - se acercó apartando a la gente. Recuperó su ballesta con tranquilidad. - Lo hiciste bien ahí afuera antes - depositó el arma dejándola caer sobre su espalda. - ¿Quieres beber o comer algo? Creo que Nala ha hecho bollos caseros de aceite y debe haber agua fresca por aquí... también pediré que te dejen una cel... habitación para ti - al fin y al cabo seguían siendo celdas. - Sé que no es precisamente un hotel de cinco estrellas, pero es seguro... y estamos haciendo un gran trabajo remodelando y pintando las paredes para hacerlo más acogedor... me han contado que a la llegada era mucho peor... - se encogió de hombros mientras que alguien le susurraba al oído para decirle algo. Que fuera a hablar con Drake, a lo que él pidió una habitación para Ranza en el mismo pabellón donde dormía Jack.

- Si Drake quiere hablar conmigo que venga a buscarme, tengo que preparar a este bicho para la cena - se giró hacia Ranza. - ¿Quieres ayudarme o te da asco?

DADO: Lanzo un dado para saber si debo ayudarte o no.

El miembro 'Jack Whitlock' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dilemas' :

Resultados :

La sensación al tirar el gatillo de la ballesta era hilarante. Aún recordaba la primera vez que había tenido que matar a uno de esos seres, el terror, la duda, las intensas ganas de llorar y el shock que le había durado un par de días. Ahora, ahora era refrescante. Sabía que era horrible pensar así, pero vaya que entendía a los cazadores más que nunca. Antaño aquella mentalidad la habría puesto tras las rejas o en un psiquiátrico, porque lo que sentía debía parecerse a lo que sentía un asesino en serie. Pero ahí estaba, gritando por lo bajo a causa de la emoción que le causaba el haber seguido las instrucciones dadas por el hombre y haber mandado a dos de esos seres al averno.

Le dolían los brazos y las muñecas, lo de que tenía un tirón potente no era mentira. Pero no importaba, nada importaba, estaba estática, incluso sonreía.

Siguió al hombre hasta la puerta de la prisión por la que sus "amigos" los dejarían entrar y en el mismo instante en que apareció otro rostro para verificar quienes estaban allí afuera, la hostilidad regresó a su rostro y a todo su cuerpo. La tensión en ella era evidente. Maldición, cómo odiaba a la gente.

El ser el centro de atención no ayudaba en nada. Quería que la tierra se abriera y se la tragara. Bajó la mirada y trató de mantenerla oculta tras mechones de cabello, evitando hacer contacto directo con cualquiera. A duras penas se movía detrás de Jack como un perrito faldero. No estaba segura de haber respondido alguna de las preguntas o saludos o no, seguramente lo habría hecho con monosílabos o soniditos, porque solía quedarse muda cuando se sentía agobiada.

En silencio agradeció que el extraño interviniera. Devolvió la ballesta sin verdaderas ganas de hacerlo - adiós, Juana - masculló apenas, entre dientes. Levantó la mirada apenas un poco para mirar a quien le hablaba y le decía que había hecho un buen trabajo. Sus mejillas se tiñeron ligeramente de rojo y la mención de comida y bebida le ayudó a poder desviar su mirada porque de nuevo quería ser tragada por el suelo. No estaba acostumbrada a los cumplidos.

Su timidez la hubiera obligado a negar el hecho de que moría de hambre, pero su estomago la traicionó sonando como un estruendo en ese preciso momento. Rio nerviosamente llevándose una mano a la nuca y tuvo que asentir - muero de hambre - confesó com vergüenza en un tonito de voz bajo. Solo en ese momento fue que realmente asimiló en dónde se encontraba y comenzó a notar los detalles, los rostros, las armas... Siendo una nómada desde el inicio de todo, aquello era lo más seguro que había estado en años.

- Con los estándares de calidad hoy por hoy, ¿estás seguro que no es un hotel cinco estrellas? - ¡había agua fresca, por favor! El intento de conversación entre ellos fue interrumpido por alguien que parecía traerle un mensaje a Jack. Ranza dio un paso atrás para no parecer que se inmiscuía donde nadie la había llamado y comenzó a ver hacía todos lados sintiéndose como el día que había entrado a sexto grado y no conocía a nadie. El lugar se le antojaba un laberinto.

- ¿Quién en estos días puede darse el lujo de que le dé asco despedazar un animal? - menos cuando tenías arrebatos de comerte a tus compañeros de caravana una vez o dos a la semana. Se acercó a él, una pequeña sonrisita en sus labios, mientras en su cabeza entraba en pánico con la misma idea que acababa de darse para sustentar el hecho de que ya debían haber pocas cosas en el mundo que podrían causarle asco. ¿Y si enloquecía? Tragó abundante saliva, había caminado voluntariamente en una trampa.

Sonrió a las palabras de la jóven, definitivamente ella no seguía con vida por nada. Por un lado era bueno que ella estuviera preparada para aquel nuevo mundo, por el otro era muy triste que alguien tan joven tuviera que ser así de madura.

- Está bien, iremos a por los cuchillos de la cocina y... - no llegó a terminar la frase. Una voz desgarradora interrumpió la tranquilidad del pabellón y borró de un plumazo la sonrisa del hombre. La tranquilidad desapareció a la par que resonaron las pisadas de un chaval, de quien Jack no recordaba el nombre. Venía corriendo sin dejar de gritar cosas que él no comprendía. Cuando llegó a la altura de la entrada Amelia se acercó para preguntarle qué pasaba y sobre todo pedirle que se tranquilizara.

No podía calmarse, había habido un accidente en la alambrada. Uno de los guardias había salido como siempre a quitar a algunos de los cadáveres acumulados, al parecer uno de los zombies no estaba muerto del todo y lo atacó. Le habían cortado un brazo y llevado a la enfermería, pero eso no era lo peor de todo... todo aquel alboroto había atraído a una horda que estaba de paso y esta se agolpaba ahora en una de las alambradas más débiles. Cedería si no hacían algo.

- Avisad a Drake, debemos bajar y acabar con los zombies desde el otro lado, buscad palos, palancas... cualquier cosa que se pueda inroducir en la alambrada para clavarselos en los ojos - Jack comenzó a moverse lo más rápido posible. Todo el mundo se movilizaba recogiendo material. Él se giró hacia Raza. - ¿Nos ayudas? Si no me temo que no podremos cenar tranquilos - pero lo peor sería perder aquel refugio.

Corriendo fue directo hacia el exterior y cruzó los campos velozmente. Ya había algunas personas allí tratando de acabar con los zombies. Él se hizo con su machete y prestó un par de virotes, a aquellos que no tenían armas. Desde el interior de la seguridad de La Prisión comenzaron a clavar todas las armas punzantes en las cabezas de los no muertos, todo mietras que otros traían tablones con los que tratar de impedir que la valla cayera.

off: todavía tengo problemas con el internet, pero aprovecho que el foro medio me abrió para dejar post!

Parecía que la noche quedaba ahí y que, finalmente, podría dormir con cierta calma que no existía en las caravanas o en la vida solitaria en el camino. Se mantenía alerta, porque la vida así la había obligado, pero se permitiría disfrutar del momento lo más que podía. Por un momento recordó al señor Ramírez y sus enseñanzas, sonrió por debajo de un mechón de cabello sobre su rostro.

La paz, sin embargo, le duró demasiado poco. Respiró profundamente, llevándose las manos a los bolsillos de su pantalón y tirando su espalda ligeramente hacía atrás. Parpadeó lentamente, otra noche en el infierno.

Asintió ante la pregunta de Jack, era como en las caravanas, todos debían apoyar. Todos. Miró a su alrededor, en su mochila llevaba unas tijeras y poco más, había perdido mucho en el último ataque que había sobrevivido. Sus ojos se cruzaron con un machete reclinado en una esquina y ya que nadie parecía ir por el mismo lo agarró con su mano derecha y se lanzó en la misma dirección que los demás.

Se paró en seco al verse enfrentada a la escena de la alambrada, sintió que los ovarios se le subían a la garganta y estuvo a punto de retroceder. Estaba segura de que jamás se le volvería fácil enfrentarse así a la muerte cada puto día. Tras contar hasta diez en su cabeza arrastró la punta del arma sobre el suelo y se acercó al caos que se vivía allí, protegidos apenas por una valla que amenazaba con retirarse y dejarlos a merced de los zombies.

Les faltaban manos para sostener una de las tablas con las que pretendían reforzar la valla, así que, sosteniendo el machete entre sus pierdas, prestó las suyas para poder elevarla lo suficiente. Una, dos, tres. Se movía como una hormiguita, apoyando el refuerzo y cortando brazos que se atrevían a atravesar la valla e intentar hacerse con los habitantes de la cárcel.

- Not on my watch! -

Los zombies pasaban de ella, por el momento, así que lo aprovechó para quitar muertos -y no tan muertos- de la valla sin la probabilidad de perder una extremidad o un ojo en el proceso. En verdad quería poder comer y dormir, por qué tenían que dañarle su mejor noche en tantas lunas.