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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Punto de inflexión — Privado
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— Estaba buscando a Jason Hotchner... — había pasado mucho tiempo desde mi última charla con él. Las cosas por la base se estaban asentando, pero mi posición no había mejorado en nada. Al contrario. La sombra de Umbrella seguía ahora más que nunca sobre mi cabeza, era un secreto susurrado a voces por los pasillos. Pero Jason tampoco es que estuviera en mejor lugar que yo.
Tras lo de Ryder y Jemma ya había pasado suficiente tiempo. Hotchner prácticamente había desaparecido, se recluía en su despacho y apenas coincidíamos con él. Jemma incluso había dejado de venir a entrenar. Ryder incluso parecía haber entrado en vereda, ya no llamaba la atención, no rechistaba... se limitaba a hacer su trabajo. Pero aunque me alegrara por un lado, por el otro sabía que no estaba bien. La pérdida de Khian nos había afectado a todos, pero a Jason más que a ninguno.
— Me da igual que esté ocupado, llevo tratando de hablar con él desde hace meses — crucé el pasillo evitando a uno de sus secretarios, giré el pomo de la puerta y esta no abrió, pero yo sabía que él estaba ahí adentro. — Hotchner, soy Ava Aiken, es hora de que hablemos — no obtuve respuesta. — Jason, sé que estás ahí, me lo ha dicho quien te trajo la comida hace menos de cinco minutos — silencio. — Maldita sea Hotchner... Lo de Khian no fue su culpa... fue un lamentable error, pero él lo quiso así y sé que lo último que querría es que como consecuencia nos viniéramos abajo — de nuevo silencio. Molesta golpeé la puerta, pero dio igual porque él no hizo acto de presencia. Tras un rato desistí y me marché. Ahora me sentía frustrada y enfadada.
Avanzaba por el pasillo hacia la sala de entrenamiento. Allí pasaba los últimos días, golpeando el saco de boxeo o entrenando. Llevaba más de un mes sin salir al exterior, y todo porque era la que había trabajado para Umbrella y la que dejó morir a su compañero en una misión.
Golpeé el saco con todas mis fuerzas, la sala estaba vacía, como de costumbre a la hora de comer. Un golpe, tras otro... la ira se disipaba con el cansancio, pero no desaparecía. Seguía ahí y ya no podía más.
Tras lo de Ryder y Jemma ya había pasado suficiente tiempo. Hotchner prácticamente había desaparecido, se recluía en su despacho y apenas coincidíamos con él. Jemma incluso había dejado de venir a entrenar. Ryder incluso parecía haber entrado en vereda, ya no llamaba la atención, no rechistaba... se limitaba a hacer su trabajo. Pero aunque me alegrara por un lado, por el otro sabía que no estaba bien. La pérdida de Khian nos había afectado a todos, pero a Jason más que a ninguno.
— Me da igual que esté ocupado, llevo tratando de hablar con él desde hace meses — crucé el pasillo evitando a uno de sus secretarios, giré el pomo de la puerta y esta no abrió, pero yo sabía que él estaba ahí adentro. — Hotchner, soy Ava Aiken, es hora de que hablemos — no obtuve respuesta. — Jason, sé que estás ahí, me lo ha dicho quien te trajo la comida hace menos de cinco minutos — silencio. — Maldita sea Hotchner... Lo de Khian no fue su culpa... fue un lamentable error, pero él lo quiso así y sé que lo último que querría es que como consecuencia nos viniéramos abajo — de nuevo silencio. Molesta golpeé la puerta, pero dio igual porque él no hizo acto de presencia. Tras un rato desistí y me marché. Ahora me sentía frustrada y enfadada.
Avanzaba por el pasillo hacia la sala de entrenamiento. Allí pasaba los últimos días, golpeando el saco de boxeo o entrenando. Llevaba más de un mes sin salir al exterior, y todo porque era la que había trabajado para Umbrella y la que dejó morir a su compañero en una misión.
Golpeé el saco con todas mis fuerzas, la sala estaba vacía, como de costumbre a la hora de comer. Un golpe, tras otro... la ira se disipaba con el cansancio, pero no desaparecía. Seguía ahí y ya no podía más.
- - - -:
- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
Ver a Ava Aiken insistirle a Hotchner de aquella forma sin obtener respuesta alguna removió en lo más hondo de mi pecho algo. Observaba desde la distancia perpleja en como Hotchner nos había dado de lado tras todo lo que aconteció en Sunnydale.
Ava no se dio cuenta de que estaba allí, se marchó y yo me acerqué a la puerta del despacho de Jason.
- Jason... soy Ryder - me quedé un par de segundos allí parada, esperando el milagro. - Nadie te culpa de nada, salvo de abandonarnos ahora. ¡AÚN ESTOY ESPERANDO A QUE ME REGAÑES POR HABER COLGADO LOS ORDENADORES DE NUEVO! - ni siquiera fui consciente de que gritaba hasta que golpeé la puerta con mi mano. - Me prometiste poder ayudar, nos prometiste algo... y ahora... - di una patada a la puerta en esta ocasión. - ¡Maldita sea, así es cuando estás ensuciando el nombre de Khian, rindiendote! - grité más fuerte, pues en esta ocasión miembros de seguridad me detuvieron y me apartaron de la puerta hacia el pasillo.
- Genial, que siga encerrado en su burbuja - solté sarcástica.
Comencé a caminar sin ser consciente de hacia dónde iba realmente, no hasta que me encontré con la puerta que daba al gimnasio. Ava estaba allí y aunque no nos llevábamos nada bien, entré.
- Si te sirve de consuelo a mi tampoco me hace caso - avancé por la sala hasta sentarme en frente de donde ella estaba. Las últimas veces habíamos discutido, pero ahora podía imaginar cómo se sentía ella. Igual que yo.
Ava no se dio cuenta de que estaba allí, se marchó y yo me acerqué a la puerta del despacho de Jason.
- Jason... soy Ryder - me quedé un par de segundos allí parada, esperando el milagro. - Nadie te culpa de nada, salvo de abandonarnos ahora. ¡AÚN ESTOY ESPERANDO A QUE ME REGAÑES POR HABER COLGADO LOS ORDENADORES DE NUEVO! - ni siquiera fui consciente de que gritaba hasta que golpeé la puerta con mi mano. - Me prometiste poder ayudar, nos prometiste algo... y ahora... - di una patada a la puerta en esta ocasión. - ¡Maldita sea, así es cuando estás ensuciando el nombre de Khian, rindiendote! - grité más fuerte, pues en esta ocasión miembros de seguridad me detuvieron y me apartaron de la puerta hacia el pasillo.
- Genial, que siga encerrado en su burbuja - solté sarcástica.
Comencé a caminar sin ser consciente de hacia dónde iba realmente, no hasta que me encontré con la puerta que daba al gimnasio. Ava estaba allí y aunque no nos llevábamos nada bien, entré.
- Si te sirve de consuelo a mi tampoco me hace caso - avancé por la sala hasta sentarme en frente de donde ella estaba. Las últimas veces habíamos discutido, pero ahora podía imaginar cómo se sentía ella. Igual que yo.
- Muchas cosas:
- Home:
Graaacias Jason
- Life Is Strange...:
- Multipass!:
— ¿Y por qué te iba a hacer caso a ti? — cuestioné nada más ver el rostro de Ryder, por un momento sentí la sangre hervir bajo mis venas. — Eres la última ala que Hotchner le haría caso — golpeé con más fuerza el saco de boxeo, ni siquiera entendía cómo era posible que Ryder siguiera tan libre y feliz por la base. — Si por mi fuera... — empecé a decir entre dientes, pues golpeaba con todas mis fuerzas el saco una y otra vez. — En vez de esa pulsera estarías encerrada en una celda, desde que llegaste no has hecho más que dar problemas — nada más terminar de decir aquello me coloqué los auriculares y comencé a escuchar música ignorando por completo la presencia de la muchacha.
No sabía por qué pero la joven tenía la maravillosa facilidad de enervarme con tan solo notar su presencia. Una parte de mi seguía sin confiar nada en ella. Incluso empezaba a pensar que ella fue la responsable de todo cuanto ocurrió con Jemma, ella y finalmente la muerte de Khian.
— ¡Es que ni siquiera eres consciente de todo lo que suponen tus acciones! — exploté finalmente a la vez que me quitaba los auriculares e iba hacia ella. — Te fugaste un mes entero de Pandemonium, ¿sabes cuántas unidades enviaron en tu búsqueda para rescatarte? Para colmo te pusieron esa maldita pulsera para controlarte y en vez de aceptarla y ser responsable un maldito mes, que te la habrían quitado... no... te dedicas a ir por ahí fastidiando al resto su trabajo. ¿Sabes cuánto tardan en restaurar todos los equipos? Y ya no solo eso, los informes, mandar a alguien que te llame la atención... y luego empeñarte en convencer a Jemma de salir a la superficie... podría haber muerto, todos podríamos haber muerto, pero eso te da igual... tres personas murieron por tu culpa y te extraña que Jason esté encerrado en su despacho... — reí sarcástica al recordar todo aquello, pero lo peor de todo fue pensar en como Khian murió y mis ojos se llenaron de lágrimas. — La gente comenzaba a confiar en mi después de haber trabajado para Umbrella, pero entonces todo se jodió en buscar de nuevo una vez más a Ryder y ahora me culpan a mi de todo... — tal vez aquella idea estuviera muy pillada con pinzas, es decir, que fuera poco sustancial. Pero yo lo sabía. Volver con la muerte de Khian sobre nuestras espaldas hizo que de nuevo las dudas cayeran sobre mi, por más que explicásemos que él se sacrificó por el grupo.
Miré fijamente a Ryder, estaba soltando por fin todo cuanto me había inquietado en estos meses.
— Nunca formarás parte de Desarrollo Tecnológico, eres un maldito caos. Limítate a lo único que haces bien que es trabajar en la cafetería y deja que los demás hagan su trabajo — tras decir aquello último respiré hondo y volví al saco de boxeo. Me coloqué de nuevo los auriculares y comencé a golpear una y otra vez la lona. Una parte de mi se había quedado tranquila, pero seguía habiendo algo que me inquietaba.
No sabía por qué pero la joven tenía la maravillosa facilidad de enervarme con tan solo notar su presencia. Una parte de mi seguía sin confiar nada en ella. Incluso empezaba a pensar que ella fue la responsable de todo cuanto ocurrió con Jemma, ella y finalmente la muerte de Khian.
— ¡Es que ni siquiera eres consciente de todo lo que suponen tus acciones! — exploté finalmente a la vez que me quitaba los auriculares e iba hacia ella. — Te fugaste un mes entero de Pandemonium, ¿sabes cuántas unidades enviaron en tu búsqueda para rescatarte? Para colmo te pusieron esa maldita pulsera para controlarte y en vez de aceptarla y ser responsable un maldito mes, que te la habrían quitado... no... te dedicas a ir por ahí fastidiando al resto su trabajo. ¿Sabes cuánto tardan en restaurar todos los equipos? Y ya no solo eso, los informes, mandar a alguien que te llame la atención... y luego empeñarte en convencer a Jemma de salir a la superficie... podría haber muerto, todos podríamos haber muerto, pero eso te da igual... tres personas murieron por tu culpa y te extraña que Jason esté encerrado en su despacho... — reí sarcástica al recordar todo aquello, pero lo peor de todo fue pensar en como Khian murió y mis ojos se llenaron de lágrimas. — La gente comenzaba a confiar en mi después de haber trabajado para Umbrella, pero entonces todo se jodió en buscar de nuevo una vez más a Ryder y ahora me culpan a mi de todo... — tal vez aquella idea estuviera muy pillada con pinzas, es decir, que fuera poco sustancial. Pero yo lo sabía. Volver con la muerte de Khian sobre nuestras espaldas hizo que de nuevo las dudas cayeran sobre mi, por más que explicásemos que él se sacrificó por el grupo.
Miré fijamente a Ryder, estaba soltando por fin todo cuanto me había inquietado en estos meses.
— Nunca formarás parte de Desarrollo Tecnológico, eres un maldito caos. Limítate a lo único que haces bien que es trabajar en la cafetería y deja que los demás hagan su trabajo — tras decir aquello último respiré hondo y volví al saco de boxeo. Me coloqué de nuevo los auriculares y comencé a golpear una y otra vez la lona. Una parte de mi se había quedado tranquila, pero seguía habiendo algo que me inquietaba.
- - - -:
- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
- Ava, yo... - traté de decir algo comprensible, pero no fui capaz. Las palabras de la rubia fueron arrojadas sobre mi como si de cuchillos se tratasen y lo peor de todo era que le daba la razón en todo. Fui incapaz de debatir a sus palabras, una parte de mi deseaba hacerlo y tenía argumentos, pero ahora todos me parecían tan poco sólidos que me quedé en silencio.
- Ava, todo eso es muy injusto - empecé a decir a la vez que notaba como mi rostro se contraía y mis ojos se llenaban de lágrimas que yo trataba de contener. - Todo lo que he hecho ha sido para ayudar a la gente y Pandemonium, jamás quise molestar a nadie o que pasara lo de... - fui incapaz de pronunciar su nombre. - Yo no quise que él muriera, lo apreciaba mucho - ahora sí, nada más decir aquello las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro con fuerza, el nudo en mi garganta tampoco me dejaba hablar bien. - Quiero pensar que han sido infortunios, pero de ahí a culparme de todo aquello... - mi voz comenzó a temblar. No, no sabía qué decir para tratar de justificarme, en aquel momento solo podía pensar en que la rubia tenía toda la razón del mundo y que yo solo era una inútil que estaba fastidiando a Pandemonium.
Pero llamar infortunios a todo cuanto había pasado era cuanto menos descabellado y ridículo. Un infortunio era equivocarte con un código, que te regañase un superior, perder el turno de comida... Lo que había pasado estaba siendo una pesadilla y ahora gracias a Ava veía las cosas claras. Allí no estaba haciendo nada más que estorbar.
Ni siquiera fui capaz de pronunciar un "Lo siento". ¿De qué serviría? De nada, no traería a la vida a Khian, al igual que no arreglaría todos los problemas que había ocasionado. Ava ya no me escuchaba, se había vuelto a poner los auriculares y sentía que por más que le dijera no la iba a cambiar de parecer, al igual que tampoco iba a arreglar nada. Así que decidí marcharme, pero entonces al pasar por delante del banco donde había dejado sus cosas vi su pase de seguridad. Y en aquel momento lo tuve muy claro: «solo una vez más Ryder y todo se solucionará».
Miré hacia atrás para ver que ella seguía entrenando, pasé por delante de sus cosas a la vez que le quitaba el pase y me marchaba. Rápido, muy rápido... llegué a mi habitación, una vez que pasé al interior del cuarto un llanto incontrolado se apoderó de mi, todo eso mientras que recogía mis cosas en mi mochila.
Me coloqué la capucha de mi sudadera por encima y salí, fui directa hacia la planta cero. Una vez arriba fue fácil llegar a la puerta, lo difícil era pasar por delante de los guardias de seguridad y esquivar su control de seguridad. Me encontraba sentada tras uno de los coches, vigilando y entonces me fijé en la pulsera plateada de mi muñeca. Me acerqué cabizbaja a la puerta de entrada al hangar, allí había un ordenador. Solo tuve que acercarme lo suficiente, encenderlo y tratar de conectarme a la red. Saltó, como de costumbre. Salí corriendo de nuevo hacia mi anterior posición, a la vez que los guardias de la salida corrían hacia la otra puerta para ver que había pasado. Ese era el momento, comencé a correr hacia la salida, pasé la acreditación de Ava por el lector y la puerta se abrió. Dejé caer la acreditación, ya no me haría falta.
Salí fuera de la base a través de la entrada secreta de personal, que daba a una cabaña en el muelle. No recordaba la última vez que salía fuera de Pandemonium, bueno sí, cuando ocurrió todo...
Era media tarde. Hacía bastante calor, así que me coloqué la gorra por encima. Una parte de mi se sentía aterrada por lo que acababa de hacer, pero era lo mejor para todos. Al menos, antes de irme podía haberme despedido de Jemma dejando una nota.
Volver a la superficie, caminar por esas calles desoladas y tristes de nuevo... eso me hacía sentir otra vez sola. «Seguro que eres mucho más fuerte de lo que te crees, has sobrevivido a todo esto, así que ya me dirás.» Y entonces recordé las palabras de Thea. Su colgante estaba en el bolsillo de mi chaqueta, lo había recogido de la pared de mi habitación antes de marcharme. Me coloqué al cuello el colgante de St. Michael y comencé a caminar dejando atrás Pandemonium.
- Ava, todo eso es muy injusto - empecé a decir a la vez que notaba como mi rostro se contraía y mis ojos se llenaban de lágrimas que yo trataba de contener. - Todo lo que he hecho ha sido para ayudar a la gente y Pandemonium, jamás quise molestar a nadie o que pasara lo de... - fui incapaz de pronunciar su nombre. - Yo no quise que él muriera, lo apreciaba mucho - ahora sí, nada más decir aquello las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro con fuerza, el nudo en mi garganta tampoco me dejaba hablar bien. - Quiero pensar que han sido infortunios, pero de ahí a culparme de todo aquello... - mi voz comenzó a temblar. No, no sabía qué decir para tratar de justificarme, en aquel momento solo podía pensar en que la rubia tenía toda la razón del mundo y que yo solo era una inútil que estaba fastidiando a Pandemonium.
Pero llamar infortunios a todo cuanto había pasado era cuanto menos descabellado y ridículo. Un infortunio era equivocarte con un código, que te regañase un superior, perder el turno de comida... Lo que había pasado estaba siendo una pesadilla y ahora gracias a Ava veía las cosas claras. Allí no estaba haciendo nada más que estorbar.
Ni siquiera fui capaz de pronunciar un "Lo siento". ¿De qué serviría? De nada, no traería a la vida a Khian, al igual que no arreglaría todos los problemas que había ocasionado. Ava ya no me escuchaba, se había vuelto a poner los auriculares y sentía que por más que le dijera no la iba a cambiar de parecer, al igual que tampoco iba a arreglar nada. Así que decidí marcharme, pero entonces al pasar por delante del banco donde había dejado sus cosas vi su pase de seguridad. Y en aquel momento lo tuve muy claro: «solo una vez más Ryder y todo se solucionará».
Miré hacia atrás para ver que ella seguía entrenando, pasé por delante de sus cosas a la vez que le quitaba el pase y me marchaba. Rápido, muy rápido... llegué a mi habitación, una vez que pasé al interior del cuarto un llanto incontrolado se apoderó de mi, todo eso mientras que recogía mis cosas en mi mochila.
Me coloqué la capucha de mi sudadera por encima y salí, fui directa hacia la planta cero. Una vez arriba fue fácil llegar a la puerta, lo difícil era pasar por delante de los guardias de seguridad y esquivar su control de seguridad. Me encontraba sentada tras uno de los coches, vigilando y entonces me fijé en la pulsera plateada de mi muñeca. Me acerqué cabizbaja a la puerta de entrada al hangar, allí había un ordenador. Solo tuve que acercarme lo suficiente, encenderlo y tratar de conectarme a la red. Saltó, como de costumbre. Salí corriendo de nuevo hacia mi anterior posición, a la vez que los guardias de la salida corrían hacia la otra puerta para ver que había pasado. Ese era el momento, comencé a correr hacia la salida, pasé la acreditación de Ava por el lector y la puerta se abrió. Dejé caer la acreditación, ya no me haría falta.
Salí fuera de la base a través de la entrada secreta de personal, que daba a una cabaña en el muelle. No recordaba la última vez que salía fuera de Pandemonium, bueno sí, cuando ocurrió todo...
Era media tarde. Hacía bastante calor, así que me coloqué la gorra por encima. Una parte de mi se sentía aterrada por lo que acababa de hacer, pero era lo mejor para todos. Al menos, antes de irme podía haberme despedido de Jemma dejando una nota.
Volver a la superficie, caminar por esas calles desoladas y tristes de nuevo... eso me hacía sentir otra vez sola. «Seguro que eres mucho más fuerte de lo que te crees, has sobrevivido a todo esto, así que ya me dirás.» Y entonces recordé las palabras de Thea. Su colgante estaba en el bolsillo de mi chaqueta, lo había recogido de la pared de mi habitación antes de marcharme. Me coloqué al cuello el colgante de St. Michael y comencé a caminar dejando atrás Pandemonium.
- Nota a Jemma:
- Cuando llegué a este lugar me sentí la persona más afortunada del mundo. Has sido esa familia que jamás creí que volvería a tener. Tú, el ruso, tu pegatina... gracias por todo.
Hoy me he dado cuenta de que mi entusiasmo no es suficiente y que no hago más que incordiar o molestar. No quiero seguir siendo un problema, así que... lo mejor será que me marche. No he hecho más que meter la pata, por más que me esfuerce, no soy lo suficiente para este lugar.
Os deseo lo mejor. Un abrazo enorme. Os quiero.
RyderKetchup.
- Muchas cosas:
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Graaacias Jason
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UNA HORA MÁS TARDE.
Se quedó totalmente impasible escuchando las voces, primero de Ava Aiken y posteriormente de Ryder. Como si realmente aquello no fuera con él. Se levantó de su viejo sillón de piel y caminó hasta la ventana de su despacho. Él no quería todas esas atenciones; un despacho, vistas al océano, plantas, un mobiliario moderno... le habría dado igual incluso en tener una mesa al lado del despacho de Eleazar. Pero fue la misma directora quien quiso darle aquel puesto y ofrecerle todos esos lujos que ahora más que nunca veía innecesarios.
Se frotó la frente con ambas manos y volvió a su asiento. No era la primera vez que Ava venía en su búsqueda, pero sí la de Ryder tras lo acontecido con Khian Redfield. Su muerte había caído como un mazo sobre el hombre. Él quería crear una unidad nueva, y a diferencia de las habituales unidades de los SSU deseaba que esta fuera compuesta por especialistas en diferentes materias, agentes de campo, científicos, médicos... Elezar le había dado el visto bueno y sin embargo antes de empezar metió la pata hasta el fondo.
Tal vez los médicos tuvieran razón, tal vez fuera hora de retirarse. En ocasiones se sentía cansado por el peso de los años, pero él seguía sin rendirse. Su infarto tampoco le ayudó. Sin embargo Jason Hotchner jamás aceptó ninguno de esos problemas y siguió adelante creyendo que podía con todo. Y la muerte de Khian Redfield le había bajado los pies a la tierra. No, tal vez ya no era el mismo que hacía un tiempo.
¡¡Beep, beep!!. La tablet que descansaba sobre la mesa comenzó a sonar. Eso extrañó a Jason, pues la única persona que podía mandarle mensajes era Eleazar y ella no solía trabajar a esas horas.
Ava Aiken acaba de salir de la base. ¿Le has dado permiso? Me ha resultado muy extraño. En el control han encontrado su tarjeta y nadie la ha visto salir.
La tablet se escurrió de las manos de Hotchner, que sin pensarlo dos veces salió a la velocidad del rayo de su despacho. Hasta su secretaria se impresionó al ver al subdirector de la base moverse así. En los últimos meses Jason parecía otra persona, más apagado que de costumbre, callado... y en definitiva distante, sin querer hablar con nadie.
Su objetivo era ir hacia la sala de cámaras de vigilancia. Debía ver qué había pasado o si de verdad Ava Aiken había dejado la base.
Se quedó totalmente impasible escuchando las voces, primero de Ava Aiken y posteriormente de Ryder. Como si realmente aquello no fuera con él. Se levantó de su viejo sillón de piel y caminó hasta la ventana de su despacho. Él no quería todas esas atenciones; un despacho, vistas al océano, plantas, un mobiliario moderno... le habría dado igual incluso en tener una mesa al lado del despacho de Eleazar. Pero fue la misma directora quien quiso darle aquel puesto y ofrecerle todos esos lujos que ahora más que nunca veía innecesarios.
Se frotó la frente con ambas manos y volvió a su asiento. No era la primera vez que Ava venía en su búsqueda, pero sí la de Ryder tras lo acontecido con Khian Redfield. Su muerte había caído como un mazo sobre el hombre. Él quería crear una unidad nueva, y a diferencia de las habituales unidades de los SSU deseaba que esta fuera compuesta por especialistas en diferentes materias, agentes de campo, científicos, médicos... Elezar le había dado el visto bueno y sin embargo antes de empezar metió la pata hasta el fondo.
Tal vez los médicos tuvieran razón, tal vez fuera hora de retirarse. En ocasiones se sentía cansado por el peso de los años, pero él seguía sin rendirse. Su infarto tampoco le ayudó. Sin embargo Jason Hotchner jamás aceptó ninguno de esos problemas y siguió adelante creyendo que podía con todo. Y la muerte de Khian Redfield le había bajado los pies a la tierra. No, tal vez ya no era el mismo que hacía un tiempo.
¡¡Beep, beep!!. La tablet que descansaba sobre la mesa comenzó a sonar. Eso extrañó a Jason, pues la única persona que podía mandarle mensajes era Eleazar y ella no solía trabajar a esas horas.
Ava Aiken acaba de salir de la base. ¿Le has dado permiso? Me ha resultado muy extraño. En el control han encontrado su tarjeta y nadie la ha visto salir.
La tablet se escurrió de las manos de Hotchner, que sin pensarlo dos veces salió a la velocidad del rayo de su despacho. Hasta su secretaria se impresionó al ver al subdirector de la base moverse así. En los últimos meses Jason parecía otra persona, más apagado que de costumbre, callado... y en definitiva distante, sin querer hablar con nadie.
Su objetivo era ir hacia la sala de cámaras de vigilancia. Debía ver qué había pasado o si de verdad Ava Aiken había dejado la base.
- Familia:
Salto el turno de Jemma.
Uno, dos, tres... golpeaba el saco sin cesar mientras escuchaba aquella canción. Con cada golpe era como si destruyera las palabras que le había dicho a Ryder. Me había pasado. Había sacado todo de quicio, estaba tan enfadada conmigo misma también... que lo único que se me ocurrió hacer fue echarle la culpa de cosas que realmente escapaban a la voluntad de Ryder.
— ¡Mierda! — golpeé con rabia el saco y luego traté de sujetarlo entre mis manos. Mi cuerpo se meció ligeramente con este y terminé por caer al suelo sobre la colchoneta, de rodillas, recapacitando. No estaba enfadada con Ryder, estaba enfadada conmigo, estaba amargada y ella tenía razón. Pagaba con el resto del mundo todos mis errores, mis malas elecciones, todo cuanto se había vuelto en mi contra... también había escapado de mis acciones. La diferencia es que yo no había sabido encauzar mi camino, al menos no del todo.
Finalmente me puse en pie y fui rápidamente a recoger mis cosas. Iba a ir a disculparme con Ryder, por todo lo que le había dicho. Salía de la sala de entrenamiento y me acercaba al ascensor buscando entre mis cosas el maldito pase de la base.
— Ah... — suspiré. — Lo que me faltaba — me quejé mientras revisaba cada bolsillo y entonces algo hizo clic en mi cabeza. — Mierda, no... — comencé a correr por el pasillo en busca de cualquier persona que pasara por allí. — ¡Eh, hola! He perdido mi pase, ¿podrías ayudarme a llegar hasta el centro de seguridad? Debo hablar con Jason Hotchner — la persona aceptó y me llevó al ascensor y de ahí a la planta indicada. — ¡Muchas gracias, te debo un café! — sonreí con verdadera amabilidad.
Corrí lo más rápido posible por el pasillo y entonces me di cuenta de que Jason iba también al mismo lugar. — ¡Hotchner! — exclamé al verle. — Tengo algo que...
Uno, dos, tres... golpeaba el saco sin cesar mientras escuchaba aquella canción. Con cada golpe era como si destruyera las palabras que le había dicho a Ryder. Me había pasado. Había sacado todo de quicio, estaba tan enfadada conmigo misma también... que lo único que se me ocurrió hacer fue echarle la culpa de cosas que realmente escapaban a la voluntad de Ryder.
— ¡Mierda! — golpeé con rabia el saco y luego traté de sujetarlo entre mis manos. Mi cuerpo se meció ligeramente con este y terminé por caer al suelo sobre la colchoneta, de rodillas, recapacitando. No estaba enfadada con Ryder, estaba enfadada conmigo, estaba amargada y ella tenía razón. Pagaba con el resto del mundo todos mis errores, mis malas elecciones, todo cuanto se había vuelto en mi contra... también había escapado de mis acciones. La diferencia es que yo no había sabido encauzar mi camino, al menos no del todo.
Finalmente me puse en pie y fui rápidamente a recoger mis cosas. Iba a ir a disculparme con Ryder, por todo lo que le había dicho. Salía de la sala de entrenamiento y me acercaba al ascensor buscando entre mis cosas el maldito pase de la base.
— Ah... — suspiré. — Lo que me faltaba — me quejé mientras revisaba cada bolsillo y entonces algo hizo clic en mi cabeza. — Mierda, no... — comencé a correr por el pasillo en busca de cualquier persona que pasara por allí. — ¡Eh, hola! He perdido mi pase, ¿podrías ayudarme a llegar hasta el centro de seguridad? Debo hablar con Jason Hotchner — la persona aceptó y me llevó al ascensor y de ahí a la planta indicada. — ¡Muchas gracias, te debo un café! — sonreí con verdadera amabilidad.
Corrí lo más rápido posible por el pasillo y entonces me di cuenta de que Jason iba también al mismo lugar. — ¡Hotchner! — exclamé al verle. — Tengo algo que...
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