Desde las cenizas [Luanna Sallow]

Virginia Occidental // Huntington // 06:42AM
18ºC // Cielo despejado// Es una mañana tranquila, se nota que será un día soleado.

Es difícil cuando el sentido del deber para con uno mismo te dice: "Corre". Mientras que otra parte de ti quiere lanzarse de lleno a un mar fangoso pero, posiblemente, lleno de cosas interesantes. Eso es justo lo que Luanna sintió al oír el alboroto que se había formado durante toda la noche. Como alma llevada por el diablo, se había dirigido hacia el lugar del que provenían los disparos.—"¿Qué estás haciendo? Te van a matar"—Sin duda estaba loca. Pero llevaba tiempo sin ver a nadie, sin oír nada más que los gruñidos y berridos de los caminantes. No le gustaban las personas demasiado, pero algo le decía que necesitaba saber que seguía habiendo gente por ahí. Que no era la única estúpida que se perdía en el puto fin del mundo. Además, aquello sonaba a que se estaban matando a gusto y eso significaba cadáveres, cadáveres con armas, con cosas, con munición quizás.

Tuvo que deshacerse de algunos caminantes mientras subía por la carretera. No era fácil para ella cargarse a cadáveres andantes demasiado grandes, ya que era de constitución menuda. Agradeció que solo fuesen una mujer y un niño. Tenía que reservar fuerzas, no sabía lo que se encontraría. Caminó entre los árboles, asegurándose de evitar la mirada de algún que otro caminante, tal vez se arrepentiría de no haberlos matado en ese momento, pero no quería perder tiempo. Si el ruido había llamado su atención, tal vez la zona ya estuviese completamente infectada, tal vez otras personas habían acudido, o tal vez y solo tal vez, sería la primera y podría sacar algo que le beneficiase de allí, o morir en el intento.

Tras pasar el bosque por un caminito de tierra, llegó a una cabaña, parecía un buen lugar para tomar unas vacaciones, salvo por la cantidad de gente muerta que la rodeaba y porque casi se caía a pedazos. Tanteó algunos cadáveres por si encontraba algo que le fuese de utilidad. Unas voces que provenían de dentro de la casa llamaron su atención, de tal manera que tuvo que dejar lo que hacía para guiar sus pasos hacia allí. Se paró en seco cuando ya estaba cerca, al oír un último disparo. Tragó grueso y sacó su revólver. Esperó un poco, pero nada más se escuchó.—"No tienes munición, pero ellos no lo saben"—Se dijo a sí misma, dándose fuerzas para entrar.

Cuando entró en la casa solo encontró más muerte. Se movió entre los cuerpos con cuidado, no quería sorpresas, no quería un caminante agarrándole la pierna o un puto soldado moribundo disparándole porque sí. Se paró delante de un hombre porque le pareció que se movía.—"¿Este aún respira?"—Claro que sí, alguien había disparado por última vez, así que debía de quedar uno vivo. Apretó los dientes, ladeó la cabeza mientras le apuntaba con su inútil revólver y lo observó durante largos e inquietantes segundos. Cerca de una de sus manos vio un arma, así que solo para asegurarse, la empujó con el pie hacia atrás, dónde el tipo no pudiese alcanzarla, luego pateó suavemente en la pierna al soldado, por si reaccionaba. Y un poco más fuerte después.—No sé si estás vivo, pero si lo estás...No parece que vayas a durar mucho, ¿eh?—Habló bajito, más para sí misma a modo de broma para relajarse. El tío estaba destrozado, tal vez debiera rematarlo y hacerle un favor.  

El tipo estaba haciendo movimientos raros y parecía hacer presión con los ojos. Mierda, ¿iba a despertarse realmente? Luanna habría preferido que se muriese y no tener que enfrentarse a la tesitura de ayudarle o dejarle morir. Pero maldita sea, era un colador, no estaba segura de cuántas heridas podía tener, pero sus conocimientos sanitarios no alcanzaban el nivel de "milagro".
Definitivamente oírle hablar fue sorprendente. Debía estar hecho de hierro. ¿Sería un problema?—"Mátalo mientras puedas, Lu"—Se dijo frunciendo el ceño y trató de verse amenazante con su estúpido revólver. —"¿Pero qué se ha creído? Encima con exigencias..."—Era un chulo, definitivamente, inexorablemente.—Me da igual tu puto nombre. Y a ti parece que no te importe morirte. ¿Por qué tendría que ayudarte, a ver?—Su actitud cambió por completo, estaba más molesta que asustada.—Fuma... A ver si te sale humo por los agujeros de bala... Idiota...—Renegó entre murmullos mientras se guardaba el revólver, no iba a necesitarlo de momento, ese tipo apenas se arrastraba por el suelo.—Quédate quieto, vas a desangrarte, joder.—Dijo malhumorada. Luego se agachó para coger el arma del hombre, la que había apartado antes, puso el seguro y se la guardó bajo la chaqueta. Más tarde miraría si tenía munición.

Suspiró mirándole y luego sus ojos pasearon por la cabaña. En algo si tenía razón, no había demasiado tiempo, pero ella no guardaba muchas esperanzas de que él pudiese salir de allí con vida. Gruñó para sí misma antes de disponerse a buscar algo que les sirviese en la habitación. Al menos su consciencia quedaría tranquila...

Rebuscó entre los cadáveres y los muebles, con prisa, pero cuidadosa, siempre echándole un par de vistazos al moribundo. Lu no se fiaba ni de su propia sombra y menos de un extraño que acaba de sobrevivir a una batalla campal.

No tenía muy claro qué hacer con el, debería examinar las heridas, encontrar algo para coserle quizás. O cauterizarlo... Aún no entendía como seguía respirando. Algo debía haber en aquella maldita casa.

¿Sabéis esos momentos en los que tienes claro lo que debes hacer? Para Luanna, las palabras del soldado moribundo BalioN fueron el detonante para que la chispa prendiese la bombilla en su cabeza. Escucharle hablar de un coche y de la existencia de algún tipo de objeto que pudiera salvarle la vida, fue lo que hizo que decidiese dejarse de estupideces y desconfianzas. Ya tendría tiempo para dudar de él o matarlo ella misma, cuando la vida de aquel tipo no estuviese en un delicado hilo que solo ella podía sujetar.

No le agradaba, obviamente, no quería ser una heroína, no quería ir de buena samaritana por la vida, recogiendo la mano de soldados agujereados como un colador que estaban a punto de espicharla. Pero en aquel momento, en aquel preciso instante, se recordó a sí misma las palabras de su padre: "Hacemos lo que hacemos, no por quienes somos, sino por quién queremos ser". Y ella no quería ser de las que dejan morir a alguien que pide ayuda, a menos que ese alguien sea un cerdo violento y asqueroso. BalioN, cómo él mismo se había presentado, de momento era solo un extraño temerario, demasiado estúpido para quedarse quieto cuando su vida dependía de ello. Y ella, si bien no era una heroína, era buena y nunca dejaba nada a medias. Se había propuesto ayudarle y eso haría.

En cuanto en su mente aparecieron las palabras "mustang verde", salió corriendo de la casa a buscarlo. No había tiempo que perder. Al salir de la cabaña sus ojos recorrieron todo el perímetro que alcanzaba a ver, primero para evitar caminantes, segundo, buscando el coche verde. Una vez localizado se dirigió hacia el vehículo sin demora. Al principio miró por las ventanas, un vistazo rápido por si había algo de utilidad, pero se dirigió a abrir el maletero, miraría después en los otros asientos, el maletero le pareció el lugar más adecuado para guardar cualquier cosa en un coche.

Cómo el había dicho, las llaves estaban puestas y por lo tanto, el coche abierto. Así que abrió el maletero y silbó al ver el interior.—"Este tipo sabe lo que hace"—Pensó mientras rebuscaba entre las cosas, tenía que mantener la calma o no vería lo que necesitaba. Gasas, hilo, algunas herramientas...—"Bien..."—Fue colocando lo que pensó que necesitaría a un lado y luego lo recogió entre sus brazos como pudo antes de cerrar el maletero. Fue entonces, mientras se giraba para volver a la casa, cuando se dio cuenta de que el tipo apenas podía moverse y salvarlo implicaba sacarlo de allí. Ella no podía con él, solo servirle de apoyo, así que lo normal sería acercar el coche. Abrió la puerta del copiloto y soltó todas las cosas, luego se apresuró en montarse y encendió el motor. No se le daba bien conducir, pero joder, la cabaña estaba ahí, enfrente, así que solo tenía que pegar el coche un poquito más, sobre los cadáveres que rodeaban el lugar.

Tomó aire, quitó el freno de mano, metió la marcha y ...—Vamos allá.—En un acelerón y en un momento se había plantado frente a la cabaña sin llegar a comérsela, por suerte para ella. Aunque había encontrado algún bache orgánico, no era nada que aquellos neumáticos no pudieran soportar. Volvió a colocar el freno de mano y a dejar el coche como estaba, luego tomó las cosas y entró en la casa buscando a su soldado herido.—¡Ya estoy aquí, no te mueras!—Al verle reboleado contra un mueble casi suelta las cosas y se hecha las manos a la cabeza.—"Idiota, definitivamente idiota"—Negó con la cabeza mientras se dirigía hacia él. En el suelo había algunos objetos que habían rodado por la habitación, además de los otros que ella había encontrado previamente. Aparentemente inservibles. Le llamó la atención la guía de supervivencia, pero no tenía claro que tuviese tiempo para leer.

Dejó las cosas que traía en el suelo y luego empujó con todas sus fuerzas a uno de los muertos cercanos, para hacer sitio, recolocando sus instrumentos.—Eres un herido terrible. Te morirás a gusto.—Le dijo mientras trataba de moverlo con cuidado y tumbarlo de forma que pudiese examinarlo en condiciones.—Vamos a ver a qué nos enfrentamos cowboy.—Suspiró y usó el cuchillo para tratar de quitar el exceso de ropa que le impedía una visión clara, mientras buscaba y analizaba las heridas.—Y por favor... No te muevas, sé un buen chico y pórtate bien.—Pidió con la voz clara pero con cierto deje de nerviosismo cayendo por su garganta.

Sabía lo que hacer, no es como si nunca hubiese curado una herida. Desde que empezó aquello había tenido que aprender, normalmente por las malas, a ser una eficiente enfermera para la multitud de personas que había en su mierda de refugio, eso incluía a Mason, de hecho, sobre todo a él. Había aprendido de Joanne, era médico residente antes de que todo aquello pasara y le caía bien, esperaba que ella siguiera con vida, era una mujer increíble, divertida y muy inteligente. Y aunque Joanne siempre le decía que el mejor remedio para una herida, era no hacértela, le había enseñado tanto como había podido, tanto a vendar, como a desinfectar material o a coser la piel, incluso a veces bastaba con un "sana sana, culito de rana"... Bueno, no era una de esas veces, pero una vez que acabase con él, si es que podía salvarle, le daría un "besito en el culito de rana" para que se pusiera bien.

Luanna se quitó la mochila donde solía llevar sus pocas posesiones y la apartó a un lado, luego dejó sobre ella su chaqueta, necesitaba libertad de movimiento absoluta y relajarse. Había localizado varias cositas muy feas, un disparo en el muslo, que con suerte no le dejaría cojo de por vida. Otro en la espalda, a la altura del omóplato, si este había parado la bala, no debía de haber órganos dañados. El último disparo estaba en el brazo y luego había dos puñaladas, una en el otro brazo y otra en el abdomen, esta última le preocupaba más que la otra, pero las heridas de bala parecían mucho más graves, tenía que sacar las balas y coserle y esperaba que no se hubiesen fragmentado...

Desafortunadamente en el apocalipsis no había posibilidad de hacerle una radiografía o una resonancia para determinar con exactitud como proceder, ni tampoco un maldito análisis de sangre para descartar infecciones, pero obviamente esos eran problemas del futuro, en el presente, lo importante era no morir.

Podría haber empezado por las heridas de arma blanca, pero prefería resolver el problema de la falta de materiales primero y así no tendría que moverse hasta haber acabado con él.
—Vale...—Nerviosa era poco, había visto a muchos hombres morir, pero no quería que se le muriese a ella.—Saldrás de esta soldado...—Lo decía más para sí misma que para él. De hecho, el tipo tenía una sonrisa tan marcada que ella no tenía muy claro que estuviese lúcido.—"Espero".—Dijo para sí mientras lanzaba una mirada a las cosas que había traído del coche.—"Las pinzas"—Las buscó y las tomó.—"Necesito esterilizarlas... O al menos limpiarlas un poquito. Porque si no se desangra, la infección lo matará"—Bufó mirando a su alrededor. Lo mejor era buscar alcohol, no había tiempo para mucho más, pero ¿resistiría mientras ella lo buscaba? Se incorporó rápido y pivoteó entre los cadáveres, decidida y un poquito optimista mientras rebuscaba con vehemencia alcohol o cualquier cosa que le valiese para su propósito.—¡Ojalá llevaras alcohol encima, soldadito!—Le dijo mientras reboleaba objetos que no le servían, aún a sabiendas de que probablemente él no la estaba escuchando demasiado.

Silencio y una chica abriendo y cerrando muebles varios. El rugir de los muertos susurra de fondo, lejos aún, haciéndoles parecer a salvo, aunque su situación penda de un fino hilo dorado.—"¿Por qué hay tantas guías de supervivencia en esta casa"?—Gruñó cabreada por no encontrar nada que le sirviese. Solo había encontrado comida, que no estaba mal, porque si el tipo se moría, al menos tendría para comer un tiempo, pero ahora era inservible.
Luanna se planteó empezar a sacar las balas de inmediato, quizás no hubiese tiempo para esterilizar nada y aunque encontrase alcohol o algo similar, no iba a eliminar todas las bacterias.—"Si al menos tuviese fuego"—Se dijo mientras cerraba un cajón y miraba de reojo al hombre. Chasqueó la lengua y continuó buscando, fue entonces cuando notó que algo se rompía cerca de ella.—"Mierda"—No era un buen momento para hacer ruido, pero cuando vio caer la botella sus ojos se iluminaron y sin pensarlo sus piernas se flexionaron ligeramente, tomando fuerza en ellas para moverse lo más rápido posible. No podía dejarla caer.

((CONTINUACIÓN POST TIRADA))

Se lanzó de inmediato pero tropezó con uno de los cadáveres y vio caer la botella al suelo, rompiéndose con ella todas sus ilusiones. Pero no iba a quedarse allí tirada maldiciéndose por su torpeza. Se incorporó y se dirigió al hombre, tomando en el camino las botellas de agua que también habían caído y rodado por el suelo.—Se acabaron las tonterías—Dijo con la vista firme en el hombre.
Primero puso su chaqueta en el suelo, la había lavado hacía pocos días en un río, así que se dijo que era lo más limpio que encontraría allí. Abrió una de las latas de Cocacola que habían encontrado por la casa y la vertió a conciencia sobre las herramientas que iba a emplear. Esto podía parecer una tontería, pero cuando era una niña había visto un video en Youtube en el que hacían un experimento matando bacterias con Cocacola, y funcionaba... Bueno, no metería la mano en el fuego por la veracidad de ese experimento, pero probar no le haría más daño a su moribundo amigo. Luego las terminó de limpiar con agua, para quitar los restos y que no quedasen pegajosas por el azúcar, limpiándose también las manos y finalmente las apartó sobre su chaqueta en el suelo. Tuvo que hacerlo rápido, el soldado se desangraba y ella era su única salvación.

Empezaría por la pierna. Colocó la linterna recientemente encontrada en su boca, pues aunque la luz del día entraba en el lugar, todo apoyo luminoso le parecía poco en esos momentos. Luego cortó con su cuchillo toda la tela que pudo y vertió un poco de la segunda botella de agua, había gastado una entera en las herramientas, así que tendría que apañárselas con esas dos y la verdad es que le habría gustado conservar alguna para beber. Hurgó y rebuscó usando los dedos, cuando localizó lo que buscaba, tomó las pinzas y con cuidado la introdujo en el agujero de bala, tratando de sacarla con cuidado.—"Una fuera"—La soltó a un lado y tomó el hilo y la aguja para coserle. No podía pararse demasiado pues había otras heridas que requerían su atención y el tiempo no jugaba a su favor. Así que le "parchearía", como decía Joanne y cuando estuviesen a salvo podrían preocuparse de si su trabajo de carnicería había sido mejor o peor.

Al terminar con la pierna decidió encargarse del abdomen, aunque no era una herida demasiado profunda, las heridas en esa zona podían resultar peligrosas si se movía demasiado y era una zona más propensa a sangrar, así que la cosió hasta que quedó completamente cerrada.

—Dos menos, soldado.—Susurró quitándose un momento la linterna de la boca, suspirando antes de dirigirse a su próximo objetivo.—Vas a deberme una muy gorda. Así que no te mueras. O te robaré el coche.—Le amenazó sonriendo mientras rajaba con el cuchillo la tela que cubría la herida en el brazo izquierdo. De momento había tenido suerte porque la primera bala no se había fragmentado, le preocupaba más la que tenía en la espalda, precisamente por eso la había dejado para el final.

Hizo en el brazo izquierdo lo mismo que en el muslo y luego cosió el derecho. De vez en cuando echaba una mirada por encima de su hombro y se erguía un poco para echar un vistazo por la ventana. Estaba agradecida de que el peligro inminente no hubiese llegado a su encuentro aún.

Cuando terminó con los brazos se dirigió a su próximo reto. Había muchas posibles variantes, de momento había tenido buena suerte, si es que a lo suyo se le podía llamar suerte, o "buena" al menos. Rezó porque la trayectoria de la bala hubiese sido lo más recta posible, como no encontró orificio de salida, imaginó que la bala seguía dentro, igual que las demás, quizás el hueso del omóplato la había parado o quizás la trayectoria había sido descendente y había llegado a algún órgano.

Repitió el proceso, con suerte por última vez en un tiempo. Buscó la bala y suspiró aliviada al hallarla.—"No te vas a morir"—Pensó.—"Al menos no en los próximos minutos"—Continuó su labor, limpiando la sangre y ayudándose con algún que otro chorrito de agua de vez en vez, para mejorar la visibilidad. Retiró la bala y alguna esquirla de hueso, no demasiado grande que se había soltado con el impacto. Luego cosió la zona, cansada pero con más seguridad, pues ya había hecho lo mismo unas cuantas veces. Al terminar sonrió satisfecha, rebuscó con la mirada y las manos por el resto de su cuerpo, para asegurarse de que no había más sorpresas y volvió a sonreír al no hallar lo que podría ser un nuevo problema.—"Ahora tengo que sacarlo de aquí..."—No era conveniente moverle demasiado pero tenía que hacerlo. Hizo acopio de toda su fuerza para darle la vuelta.

—Balion, ¿te llamabas así no? ¿Puedes oírme?—Había estado demasiado ensimismada en lo que hacía como para darle charla, pero quizás tendría que haberlo hecho. Tomó lo que quedaba de agua en la segunda botella y se lo echó en la cara.—Despiértate.—Gruñó mientras se planteaba si debía abofetearlo.