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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Diario de Lex Sloane
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Alexia "Lex" Sloane
Quince de agosto de 2005
Hoy ha sido uno de esos días en los que me pregunto si la ciencia será siempre parte de mí o si, en algún momento, podré vivir sin hacer cálculos mentales de todo lo que me rodea. Me aceptaron en el programa de aceleración en el MIT, y aunque mamá y papá están orgullosos, no puedo evitar sentir que esto es solo el principio de algo mucho más grande. Ellos dicen que tengo un "don", pero a veces me pregunto si es más una maldición. Las expectativas... son abrumadoras.No puedo hablar de esto con nadie, porque todos esperan que lo acepte con una sonrisa, como si no me asustara un poco todo lo que viene. A veces, solo quisiera ser una chica normal, preocuparme por cosas triviales como el cine o los chicos... pero mi mente no me lo permite. Estoy atrapada en este deseo insaciable de entender todo, de diseccionar el mundo a mi alrededor. Es extraño.
Creo que mi lugar está en un laboratorio, donde las cosas tienen sentido. Donde las respuestas están ahí, esperando ser encontradas. Hoy, después de clases, me quedé sola en el laboratorio de biotecnología de la universidad. Estuve horas allí, jugando con hipótesis sobre la replicación celular. Me perdí tanto en mis pensamientos que cuando salí ya era de noche. Eso siempre me pasa.
La verdad es que, en el fondo, me asusta lo que pueda descubrir. No sé si estoy preparada para todo lo que este mundo, o la ciencia, pueden lanzar hacia mí.
Alexia "Lex" Sloane
Diez de abril de 2006
Llevo casi un año en el programa de aceleración, y a veces todavía me cuesta creerlo. Todos los días siento que aprendo algo nuevo, algo que me empuja más allá de los límites que pensé que tenía. El MIT no es solo una universidad, es una experiencia intensa, una carrera constante por estar a la altura de las expectativas. Es emocionante, agotador, y honestamente... un poco aterrador.Hoy he tenido una reunión con el profesor Grant sobre mi nuevo proyecto. Me ha asignado algo que me parece alucinante: trabajar en la creación de un sistema de diagnóstico avanzado para enfermedades genéticas. No puedo evitar sentirme emocionada; este es el tipo de proyecto que soñé cuando decidí dedicarme a la ciencia. Pero al mismo tiempo, me pregunto si estoy lista para ello. ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si no logro cumplir con sus expectativas?
He hecho algunos amigos en el programa, algo que me ha sorprendido. No soy exactamente la persona más sociable, pero parece que las largas horas en el laboratorio unen a las personas de maneras inesperadas. Alex y Jenny, dos de mis compañeros, son increíbles. A veces, cuando el día ha sido largo y las noches se hacen más cortas, nos quedamos charlando sobre teorías imposibles o simplemente tomamos café en la sala de descanso. Me siento afortunada de haberlos conocido. A veces hablamos de lo que haremos cuando todo esto termine, pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe realmente qué hay después del MIT. Me pregunto si seguiré en contacto con ellos cuando todo esto acabe.
Por otro lado, el ritmo aquí es implacable. He pasado noches enteras trabajando en los laboratorios, haciendo experimentos y ajustando cálculos. La presión es constante, pero la sensación de estar creando algo significativo, algo que podría cambiar vidas, es lo que me mantiene en pie. A veces es difícil, pero me esfuerzo por no dejar que el cansancio me venza.
Lo que más me asombra es que cada día siento que estoy más cerca de descubrir algo importante, algo que podría cambiar la manera en que vemos el mundo. Eso es lo que me empuja a seguir adelante, incluso en los días más agotadores.
Me pregunto qué vendrá después. Hoy, al menos, me siento preparada para enfrentar lo que sea.
Alexia "Lex" Sloane
Trece de mayo de 2013
Hoy he estado más cerca de morir de lo que nunca imaginé. La expedición fuera de la base salió de control desde el primer momento, y perdimos a alguien, no puedo dejar de sentir que algo dentro de mí cambió allí afuera.Todo empezó cuando me enviaron con un pequeño grupo de seguridad para recuperar suministros médicos en un viejo hospital de la costa. Era la primera vez que participaba en una misión de recolección en tierra, y mi pulso iba tan rápido que tuve que sentarme para calmarme antes de salir. ¿Qué podía saber yo sobre estar fuera de la seguridad de Pandemonium? La base es una burbuja, un lugar donde las reglas aún funcionan, pero fuera... fuera ya no queda nada.
El hospital era más aterrador de lo que imaginaba. Pasillos oscuros, escombros por todas partes y el eco de cada paso que resonaba como un recordatorio de lo que había pasado en el mundo. Los guardias avanzaban en silencio, y yo trataba de seguirles el ritmo sin hacer ruido, aunque me sentía expuesta, como si algo me estuviera observando desde cada esquina.
Cuando llegamos a la sala de suministros, pensamos que habíamos logrado nuestro objetivo sin problemas, pero la calma duró apenas un segundo. Un grupo de zombies nos atrapó en un pasillo estrecho. Uno de los guardias cayó. La sangre, el pánico... fue un caos. Me quedé paralizada, el instinto de supervivencia se desvaneció por completo. Solo podía mirar, impotente, mientras los guardias luchaban por mantenernos a salvo. Fue Leo quien me sacó de mi estupor, agarrándome del brazo y empujándome hacia una puerta de emergencia que, por milagro, estaba despejada.
No sé cómo logramos regresar a la base. La imagen de ese guardia cayendo sigue grabada en mi mente. Su nombre era Marcus, lo escuché en la radio cuando pidieron refuerzos. No creo que olvide su rostro, y tampoco puedo olvidar lo que sentí. Mi propia impotencia. Me di cuenta de lo débil que soy en este mundo, un mundo que ya no está hecho para gente como yo.
Aún me tiembla la mano al escribir esto. Una parte de mí está agradecida por haber vuelto a salvo, pero otra... otra se siente terriblemente culpable. Marcus no regresó, y yo solo quiero saber si algún día llegaré a ser lo suficientemente fuerte como para no sentirme tan indefensa.
Este día cambió algo en mí, y aunque sigo sin saber si para bien o para mal, sé que nunca lo olvidaré.
Alexia "Lex" Sloane
Veinte de octubre de 2013
Hoy me han asignado mi primera responsabilidad directa en el área de investigación de virus. He pasado años preparándome para esto, pero al ver el equipo, el entorno hermético, el control absoluto de cada paso, algo en mí no podía evitar temblar. Estuve revisando los análisis de muestras y efectos del virus T durante horas, y cada dato que leía me parecía más surrealista que el anterior. Las cifras, las mutaciones, las terribles consecuencias. Pero la realidad se asentó cuando vi las imágenes.No sé cuántas veces he visto documentales sobre virus, epidemias, infecciones, y cada uno de ellos me fascinaba. Pero lo de hoy fue diferente. Esta vez eran personas reales. Imágenes de campos de refugiados, de pequeñas ciudades que alguna vez estuvieron llenas de vida y ahora son solo sombras de lo que fueron. Escuelas vacías, tiendas destruidas, recuerdos abandonados en cada rincón de una calle desolada.
Mi mente no deja de reproducir una imagen en particular. Un parque en alguna ciudad del norte. Los columpios estaban llenos de herrumbre, y la hierba crecía sin control. En la grabación, un niño pasa frente a la cámara, solo, con la ropa hecha jirones. La mirada perdida. Es un instante, pero mi corazón se rompió. Ese niño representa a tantos otros, a tantas familias destruidas.
No sé si puedo hacerlo. A veces siento que la presión de todo esto me supera, que no soy lo suficientemente fuerte para enfrentar una realidad así. Hoy, mientras escribo, me siento más vulnerable que nunca. Sé que Pandemonium tiene los recursos para seguir luchando, pero no puedo evitar preguntarme si algún día habrá algo que realmente podamos hacer. Algo que cambie las cosas.
Si alguien me hubiera dicho hace diez años que terminaría aquí, en una base submarina, trabajando en algo que define la vida o muerte de tantos… no sé si lo habría creído. Pero aquí estoy, y aunque me cueste, sé que no puedo darme por vencida. Tal vez este es el papel que me toca en esta historia tan rota.
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