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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Blake Lisbeth Weis
17 de junio de 2013.
— ...es-estoy muerta, no vengáis por mi — logró pronunciar las palabras con voz ronca y entrecortada, estaba agotada y era consciente de que se moría, o eso creía ella. Le dolía hasta la garganta al hablar, todo su cuerpo pesaba, la cabeza le daba vueltas... empezaba a sentirlo, el virus en su cuerpo.— Os quiero... — susurró al par que dejaba caer el walkie, ni siquiera quiso escuchar respuesta de las gemelas, apagó el comunicador y se dejó caer en el suelo, pegando su espalda contra la pared del pasillo.
— Joder... — suspiró, después estiró su pierna para golpear de una patada el cadáver que yacía a su lado. El condenado zombie que la había pillado de imprevisto y mordido. Observó la herida en su brazo, aún sangraba. No era una herida muy profunda, de haber sido una herida normal y corriente sanaría en breve, pero no le daría tiempo, antes morirá convertida en una de esas asquerosas criaturas.
No quería morir, y sí le daba miedo. ¿Podría quitarse la vida antes de convertirse? No tenía un arma de fuego, pero como buena descendiente del clan Weis conocía un sin fin de ideas que la llevaría al otro barrio. Sí, su propio padre les enseñaba cómo suicidarse en caso de verse en alguna emboscada o encierro involuntario: "No dejéis que os atrapen nunca", solía decir. Si el vejo levantase la cabeza ahora... ella era incapaz, no podía.
— Os quiero... — repitió en un susurro, pero esta vez con ironía. Blake se echó a reír de las últimas palabras que les había dedicado a sus hermanas. ¿Era lo que se solía decir, no? ¿pero sentirían ellas algo, dejarían escapar alguna lagrimita, tratarían de buscarla... cuánto tardarían en olvidarse de ella? La rubia se hacía todas esas preguntas mientras con la mano sana aferraba la herida y la apretaba, sangre caía entre sus dedos mientras ella obviaba el dolor.
— Bah... — chasqueó la lengua, apoyó la cabeza en la pared y cerró los ojos. Se dormiría, sería lo mejor, ella estaba cansada, llevaba mucho sin dormir, así que si ahora ya todo había acabado, que mejor momento para descansar un poco.
— No puede ser... — esa voz familiar se le clavó en los oídos, sin saber cuánto tiempo llevaba con los ojos cerrados. — Joder... — al ver de quién se trataba Blake creyó estar muerta ya. — Gracias por alegrarte de verme... — sus ojos pasaron a la herida en el brazo y su semblante se ensombreció. — Gracias por no alegrarte de esto... — Blake sonrió suavemente, aún se creía en un sueño, o tal vez en el más allá. No podía ser que precisamente él estuviera allí.
Blake Lisbeth Weis
17 de junio de 2013.
Blake daba por hecho que estaba sufriendo alucinaciones, eso explicaría por qué Nigel estaba justo allí: Nigel M. Black. ¿Era eso? EL virus comenzaba a afectar a su cabeza, antes de que se convirtiera en un zombie.— ¿Vienes a llevarme? — Blake agarró aún con más fuerza la herida del brazo, sí quería que doliera. ¿La traería eso de vuelta al mundo real? No quería verle, no quería ver a nadie. ¿Por qué aparecía él y no sus hermanas por ejemplo?
— Vete — sollozó, los ojos se le llenaron de lágrimas y los cerró con fuerza, apretando, esperando que al abrirlos él no estuviera allí.
— Espera... ¿Crees que soy una puta alucinación? — Nigel seguía ahí, se agachó junto a ella y rebuscó en su mochila. — No vas a tener esa suerte — comentó. Había sacado un rollo de venda que comenzó a utilizar para envolver la herida de Blake, no sin antes echarle un poco de algo que creyó antiséptico. Blake trató de darle un manotazo, pero él la inmovilizó y dolió, dolió tanto que se cuestionó de nuevo la realidad.
— ¿Por qué haces eso? Es inútil, voy a morir — se quejó Blake.
— Si mueres, por lo menos no lo haces desangrada y si sobrevives... ¡Eh no te has desangrado! — Nigel la miró con una sonrisa e incluso le guiñó un ojo. Blake enarcó una ceja. Nigel entonces le mostró algo, una cicatriz vieja de lo que parecía ser una mordedura.
— ¿Eres inmune? — ella abrió mucho los ojos y él se encogió de hombros.
— Más o menos... — cerró el vendaje y Blake se dejó caer de nuevo en el suelo. Comenzaba a replantearse las alucinaciones. Había escuchado rumores sobre gente inmune, pero... esa suerte no le correspondía a ella, de hecho ya se sentía mal. Nigel era una alucinación para no dejarla sola, era evidente. ¿Cómo sino se explicaría que apareciera justo en el momento de su muerte la única persona a la que había querido de verdad? Ni sus hermanas, padres, nadie. Él, ese idiota.
— Siento lo que pasó — susurró rato después. Se habían mantenido en silencio sin más, ella recostada sobre su regazo, esperando lo inevitable.
— Madremía, Blake Lisbeth Weis pidiendo disculpas... — colocó su mano sobre la frente de ella y la sonrisa se borró de su rostro, en cambio ella sí sonrió. ¿Fiebre? eso era lo que le preocupaba ahora. Moría.
— Nunca estuve lista, tú mejor que nadie sabes que mi familia jamás... bueno "familia" o lo que sea. Tampoco debo culparlos a ellos, es culpa mía, yo me alejé de ti — Blake se reincorporó. — Lo siento — se apoyó en la pared.
— Éramos muy jóvenes Liss... y aunque hubiera sido de otra forma estábamos en situaciones complejas — Nigel no la miró tampoco.
— Casi olvidaba que tú me llamabas así — le miró con una sonrisa llena de tristeza en el rostro y pudo distinguir que él se contenía las ganas de llorar también.
— Me ha salido solo.
No volvieron a hablar, se quedaron juntos agarrándose de ambas manos, en silencio, esperando lo inevitable.
Blake Lisbeth Weis
17 de junio de 2013.
El silencio fue la mejor cura para su cansancio físico y mental, pero no para la agonía de saber que estaba a punto de morir. Sentía celos de Nigel y su inmunidad. Ese pensamiento la hizo reír... en realidad saber que estaba bien la había hecho sentir cierto alivio. Él había sido la única persona en quien había confiado plenamente. Y eso le llevaba a preguntarse si no estaría soñando.— No puedes ser real... — sollozó repentinamente, además entre risas. Nigel la observó con cara de fastidio, como quien se cansaba de volver a tener que repetir lo mismo. Y entonces, la sujetó con fuerza por la nuca y la acercó a él para besarla, con furia, con ansia. Blake en un principio trató de apartarse, pero fue incapaz ante la forma de sujetarla. Y aunque su primera respuesta fue aquella, la siguiente fue de quererlo, de seguir aquel beso, que acabó conforme él mordió su labio inferior y ella lo apartó de un manotazo. Él se reía en voz baja.
— Auch... — se quejó y volvió a golpearlo.
— ¿Ha sido suficiente real? — se seguía riendo y eso le recordó ciertas cosas que igual eran mejor dejar atrás.
Cuando la sujetó entre sus brazos, pegando su espalda contra la pared, ella lo rodeó por la cintura con ambas piernas. Ambos se devoraban a besos mientras que él la llevaba sobre una mesa que había en la sala de estar. Las prendas iban cayendo poco a poco por la estancia de la olvidada vivienda, Blake hundió sus uñas en la piel de él, quien jadeó voraz por ello y la excitación del momento.
Yacían en la polvorienta cama de matrimonio, simplemente habían apartado las viejas mantas, Blake había rezado porque las sábanas no estuvieran mal y aparentemente habían tenido suerte. Al abrir los ojos Nigel dormía profundamente a su lado y ella lo observó preguntándose por todo lo que había ocurrido. ¿Cómo era posible aquello? Un terrible dolor de cabeza se apoderaba de ella, seguido de unas náuseas terribles. Supo que aquel era el momento.
— Allá vamos — susurró. Se quedó un rato más en la cama, observando a Nigel dormir plácidamente. Pero ya no aguantaba más el dolor. Con sigilo se escabulló, se marchó, incluso dejándole sus cosas a él. Iba a morir, no las necesitaba. Con un gran esfuerzo dejó la casa atrás y se escabulló hacia un improvisado refugio en el que morir en paz. Ni se había llevado sus armas, todo se lo dejó a Nigel junto a una nota: Donde voy no me hace falta. Si me vieras zombie, déjame "vivir", que al menos me cargue a algún idiota. Espero que a ti no. Tú no eres tan idiota. Liss.
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