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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Tú decides [Sage A. Kramer]
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Había días ajetreados, complicados y otros tranquilos como aquel. Aburrido como nunca. Nigel Hunt lo sabía, así que había decidido ir a echar un vistazo a su viejo camión de bomberos. Le haría una pequeña puesta al día y de paso limpiaría aquella chatarra que tanto adoraba.
Él mejor que nadie sabía de esa rutina e incertidumbre. En el cuartel a veces había avisos y otras nada. Hoy parecía un día de los del segundo grupo. En cierta manera le gustaba. Se aburría pero lo prefería a los problemas.
Tras recoger algunas herramientas y trapos, fue hacia el hangar donde descansaba su vehículo. Se sentó en el asiento del conductor, encendió la radio con un nivel de volumen muy bajo y comenzó a trabajar en el camión.
Él mejor que nadie sabía de esa rutina e incertidumbre. En el cuartel a veces había avisos y otras nada. Hoy parecía un día de los del segundo grupo. En cierta manera le gustaba. Se aburría pero lo prefería a los problemas.
Tras recoger algunas herramientas y trapos, fue hacia el hangar donde descansaba su vehículo. Se sentó en el asiento del conductor, encendió la radio con un nivel de volumen muy bajo y comenzó a trabajar en el camión.
- Vamos a dar un pequeño paseo - sonreí mientras terminaba de vestir al pequeño, viendo como hacía diferentes tipos de muecas. - ¡Vamos a tomar el sol! - Aiden, que estaba tumbado en la cama comenzó a mover sus piernecitas y brazos. Parecía que algo le hacía gracia porque sonreía mucho y eso me hizo reír de nuevo. - ¿Qué ocurre peque, qué te hace tanta gracia mi vida? - me acerqué a él acariciando su pechito y luego besé su nariz. El pequeño comenzó a balbucear, como si fuera toda una persona mayor, hablando en su idioma particular. Me giré para recoger mi mochila y cuando quise darme cuenta Aiden ya se había girado y comenzaba a gatear por la cama.
- ¡No, no! - me lancé a por él antes de que pudiera llegar al borde y caerse. Lo sujeté entre mis brazos y él se echó a reir a carcajadas como si aquello fuera un juego. - ¡Ay monito mío que no paras quieto! - besé su cabeza y ambos salimos del edificio hacia uno de los patios, no muy lejos del hangar.
Allí había una zona de césped con un árbol enorme que nos proporcionaría sombra cuando nos cansáramos de estar bajo el sol. Coloqué una sábana en el suelo y ambos nos sentamos en ella, seguidamente le saqué a Aiden unos juguetes y comenzamos a jugar juntos con ellos. Momento en el que me di cuenta de que las puertas del hangar estaban abiertas.
- Aiden, mira... ¿quieres ir a ver los coches? ¡Hay un camión de bomberos y todo - sujeté sus manitas y le ayudé a avanzar un par de metros andando juntos. Después le sujeté entre mis brazos y pasamos al interior.
- ¿Nigel, eres tú? - él era dueño del camión de bomberos, así que... cuando vi la puerta abierta. - Cuidado con esa radio... - me tensé un poquito al escuchar la música, aunque sabía que estaba bastante baja, pero aquel lugar... y entonces Aiden comenzó a agitar su manita en la dirección del hombre, tal vez a modo de saludo o puede que emocionado por verse frente a aquel enorme camión rojo. - ¿Has visto que grande? - el niño comenzó a dar suaves palmadas. Parecía muy feliz. Y es que con lo poco que solíamos salir fuera... era normal.
- ¡No, no! - me lancé a por él antes de que pudiera llegar al borde y caerse. Lo sujeté entre mis brazos y él se echó a reir a carcajadas como si aquello fuera un juego. - ¡Ay monito mío que no paras quieto! - besé su cabeza y ambos salimos del edificio hacia uno de los patios, no muy lejos del hangar.
Allí había una zona de césped con un árbol enorme que nos proporcionaría sombra cuando nos cansáramos de estar bajo el sol. Coloqué una sábana en el suelo y ambos nos sentamos en ella, seguidamente le saqué a Aiden unos juguetes y comenzamos a jugar juntos con ellos. Momento en el que me di cuenta de que las puertas del hangar estaban abiertas.
- Aiden, mira... ¿quieres ir a ver los coches? ¡Hay un camión de bomberos y todo - sujeté sus manitas y le ayudé a avanzar un par de metros andando juntos. Después le sujeté entre mis brazos y pasamos al interior.
- ¿Nigel, eres tú? - él era dueño del camión de bomberos, así que... cuando vi la puerta abierta. - Cuidado con esa radio... - me tensé un poquito al escuchar la música, aunque sabía que estaba bastante baja, pero aquel lugar... y entonces Aiden comenzó a agitar su manita en la dirección del hombre, tal vez a modo de saludo o puede que emocionado por verse frente a aquel enorme camión rojo. - ¿Has visto que grande? - el niño comenzó a dar suaves palmadas. Parecía muy feliz. Y es que con lo poco que solíamos salir fuera... era normal.
— ¡Ay su madre...! — exclamé cuando accidentalmente me corté con el cúter. — ¡Me caaaa... ahola! — no estaba solo. — Hola chicos — saludé con la mano libre y salté bajando del camión.
— Eh pequeñajo, ¿cómo tú por aquí, vienes a ayudarme? — saludé al niño agitando mi mano sana. — ¿O vienes a ver a Peter? — giré sobre mis talones en busca del perro que se encontraba tumbado en una de las esquinas del hangar. — ¡Peter ven aquí! — me agaché y alcé ambas manos, el animal me observó y en cuanto se dio cuenta de que lo llamaba comenzó a correr hasta lanzarse sobre mi. Lo abracé entre mis brazos y acaricié varias veces.
— ¿Qué tal la mañana Sage? — tras acariciar a Peter me puse en pie. El perro se quedó quieto a nuestro lado con la mirada fija sobre el bebé. Eso me hizo gracia. — Yo estaba poniendo al día este viejo cacharro... — el niño comenzó a mirar a Peter y no le quitaba los ojos de encima. — No sé si se han gustado o simplemente echan un duelo de miradas...
— ¡Aiden, mira! ¿Quieres subir al camión? — acerqué mis brazos a los del pequeño y ese momento dudé un momento en el que miré a Sage. — Perdona, ¿puedo?
— Eh pequeñajo, ¿cómo tú por aquí, vienes a ayudarme? — saludé al niño agitando mi mano sana. — ¿O vienes a ver a Peter? — giré sobre mis talones en busca del perro que se encontraba tumbado en una de las esquinas del hangar. — ¡Peter ven aquí! — me agaché y alcé ambas manos, el animal me observó y en cuanto se dio cuenta de que lo llamaba comenzó a correr hasta lanzarse sobre mi. Lo abracé entre mis brazos y acaricié varias veces.
— ¿Qué tal la mañana Sage? — tras acariciar a Peter me puse en pie. El perro se quedó quieto a nuestro lado con la mirada fija sobre el bebé. Eso me hizo gracia. — Yo estaba poniendo al día este viejo cacharro... — el niño comenzó a mirar a Peter y no le quitaba los ojos de encima. — No sé si se han gustado o simplemente echan un duelo de miradas...
— ¡Aiden, mira! ¿Quieres subir al camión? — acerqué mis brazos a los del pequeño y ese momento dudé un momento en el que miré a Sage. — Perdona, ¿puedo?
- ¿Quieres que te eche un vistazo a ese dedo? - asentí cuando Nigel quiso recoger a Aiden. - Tampoco puedo ponerme en contra... como le gusta a este niño la fiesta - Aiden, en cuanto vio que Nigel le estiraba los brazos estiró los suyos también en señal de que quería irse con el antiguo bombero.
Aproveché entonces para agacharme a saludar al perro de Nigel que no paraba de dar vueltas a nuestro alrededor. - ¡Hola Peter, bonito! - unas caricias y el animal se puso tan contento que no dejaba prácticamente ni tocarlo. Salto a un lado, salto al otro...
- Hoy es tu día libre, ¿no? - Aiden solía mostrarse muy cariñoso con todo el mundo, y no estaba segura de si eso era bueno o no. Nunca solía llorar o mucho menos mostrarse receloso con los desconocidos. Bueno, una vez se puso a llorar cuando llegó uno de los soldados del exterior cubierto de barro y él al verlo se asustó mucho. - Tranquilo, también es mi día libre y quería aprovecharlo con este granujilla... ¿Probamos a acercarlo a Peter? Tengo curiosidad por ver como reacciona Aiden... Peter es cariñoso, ¿verdad? Quiero decir, no le hará nada... ¿no? - me agaché de nuevo para acariciar al animal.
Aproveché entonces para agacharme a saludar al perro de Nigel que no paraba de dar vueltas a nuestro alrededor. - ¡Hola Peter, bonito! - unas caricias y el animal se puso tan contento que no dejaba prácticamente ni tocarlo. Salto a un lado, salto al otro...
- Hoy es tu día libre, ¿no? - Aiden solía mostrarse muy cariñoso con todo el mundo, y no estaba segura de si eso era bueno o no. Nunca solía llorar o mucho menos mostrarse receloso con los desconocidos. Bueno, una vez se puso a llorar cuando llegó uno de los soldados del exterior cubierto de barro y él al verlo se asustó mucho. - Tranquilo, también es mi día libre y quería aprovecharlo con este granujilla... ¿Probamos a acercarlo a Peter? Tengo curiosidad por ver como reacciona Aiden... Peter es cariñoso, ¿verdad? Quiero decir, no le hará nada... ¿no? - me agaché de nuevo para acariciar al animal.
— Sinceramente no sé cómo reaccionará con los niños, nunca hemos... — no terminé la frase, me pareció muy triste. — Va, con cuidado — me agaché con el pequeño Aiden al lado de Peter y sujeté las manos del pequeño para que se mantuviera en pie.
— Peter, ven aquí — llamé al perro que se acercó a su ritmo, no es que fuera el animal más activo del mundo. El perro se acercó a mi y observó al niño con mucha atención.
— Peter, mira este es Aiden, Aiden... mira el perrito, ¿qué te parece Peter? — observé al pequeño con mucha atención, quien se tambaleó suavemente, pero al sujetar sus manos se mantuvo en pie. Yo le sujetaba y opté por sentarme en el suelo, dejando que él se quedase de pie mirando a Peter. Miré de reojo a Sage.
— Aún no anda, ¿no? — pregunté mientras volvía a prestar atención al particular dúo.
— Peter, ven aquí — llamé al perro que se acercó a su ritmo, no es que fuera el animal más activo del mundo. El perro se acercó a mi y observó al niño con mucha atención.
— Peter, mira este es Aiden, Aiden... mira el perrito, ¿qué te parece Peter? — observé al pequeño con mucha atención, quien se tambaleó suavemente, pero al sujetar sus manos se mantuvo en pie. Yo le sujetaba y opté por sentarme en el suelo, dejando que él se quedase de pie mirando a Peter. Miré de reojo a Sage.
— Aún no anda, ¿no? — pregunté mientras volvía a prestar atención al particular dúo.
- Puede ser un buen momento de verlo... - sonreí levemente. Nigel parecía más interesado por el pequeño que en su propia herida y eso me causó gracia. - ...Aiden, mira a Peter - caminé lentamente y me senté al lado de Nigel para ver qué hacían ambos. El perro se mostraba muy tranquilo, sin embargo Aiden, lo miraba fijamente y muy serio sin moverse apenas.
- Mira Aiden, es un perrito, es muy bueno... - fui yo quien se acercó primero al perro, para acariciar su cabeza con cariño, el perro se mostró cariñoso y se acercó más a mi, pegando su cabeza a mi mano. Esto provocó que me riera y para mi sorpresa, el pequeño dejó escapar una carcajada también, acompañada de un suave saltito, moviendo sus pequeñas piernecitas para tratar de andar hacia nosotros también.
- Ven aquí Aiden... - agarré su manita y gracias a que le sujetaba pudo dar dos pasitos hasta mi. - No, aún no anda solo, da pasitos pequeños, pero siempre y cuando alguien le sujete - el pequeño se sentó en mi regazo y comenzó a acariciar al perro. Ambos parecían muy contentos al tenerse el uno al otro. - Wow... ¿Has visto eso? Se han hecho amigos - me reí mirando de reojo a Nigel y cuando quise mirar a Aiden de nuevo, él solito se había puesto en pie y avanzaba dando un pequeño paso hasta el perro, para dejarse caer literalmente sobre él abrazándolo.
- ¡Has visto eso! - me levanté de un salto. - ¡Aiden has caminado! - el niño parecía ajeno a toda mi felicidad, pues estaba más interesado en frotar sus manos contra la piel peluda del can, que a su a vez miraba al niño sin entender nada. Recogí al pequeño del suelo dándole un gran abrazo, pero con mucho cuidado. - ¡Los primeros pasos en solitario de mi niño! - empecé a repartir besos por su cara, pero Aiden seguía riéndose y estirando sus brazos hacia Peter. - ¡Pero bueno, que pronto quieres alejarte de mamá e independencia! Está bien, está bien... - me agaché y acerqué el pequeño de nuevo al perro, para después mirar a Nigel con una cara bastante curiosa. Empecé a reírme.
- Mira Aiden, es un perrito, es muy bueno... - fui yo quien se acercó primero al perro, para acariciar su cabeza con cariño, el perro se mostró cariñoso y se acercó más a mi, pegando su cabeza a mi mano. Esto provocó que me riera y para mi sorpresa, el pequeño dejó escapar una carcajada también, acompañada de un suave saltito, moviendo sus pequeñas piernecitas para tratar de andar hacia nosotros también.
- Ven aquí Aiden... - agarré su manita y gracias a que le sujetaba pudo dar dos pasitos hasta mi. - No, aún no anda solo, da pasitos pequeños, pero siempre y cuando alguien le sujete - el pequeño se sentó en mi regazo y comenzó a acariciar al perro. Ambos parecían muy contentos al tenerse el uno al otro. - Wow... ¿Has visto eso? Se han hecho amigos - me reí mirando de reojo a Nigel y cuando quise mirar a Aiden de nuevo, él solito se había puesto en pie y avanzaba dando un pequeño paso hasta el perro, para dejarse caer literalmente sobre él abrazándolo.
- ¡Has visto eso! - me levanté de un salto. - ¡Aiden has caminado! - el niño parecía ajeno a toda mi felicidad, pues estaba más interesado en frotar sus manos contra la piel peluda del can, que a su a vez miraba al niño sin entender nada. Recogí al pequeño del suelo dándole un gran abrazo, pero con mucho cuidado. - ¡Los primeros pasos en solitario de mi niño! - empecé a repartir besos por su cara, pero Aiden seguía riéndose y estirando sus brazos hacia Peter. - ¡Pero bueno, que pronto quieres alejarte de mamá e independencia! Está bien, está bien... - me agaché y acerqué el pequeño de nuevo al perro, para después mirar a Nigel con una cara bastante curiosa. Empecé a reírme.
— ¡Son sus primeros pasos! — exclamé incluso tan emocionado con su propia madre. Aquello era como ver un milagro, un auténtico milagro. ¿Sería Aiden el único niño que quedaba en el mundo? ¡Y estaba dando sus primeros pasos, justo ahora!
Me agaché junto a Peter que se mostraba muy contento y cariñoso con el pequeño. Resultaba muy divertido de ver.
— ¡Vas a ser todo un agente k9! ¿eh chiquitín? — me reí de nuevo al ver como el niño sonreía y jugaba con Peter, le cogía de las orejas, de la cola, de cualquier pliegue del perro para manosearlo entero. Casi como si lo investigase, cada detalle... era normal, al parecer era la primera vez que veía un perro.
— ¿Sabes? Pensaba que siempre estuviste aquí, desde el minuto cero, y me dijeron que estuviste en Nueva York... Fue muy duro, ¿no? — ni siquiera supe por qué pregunté algo tan oscuro en un momento como aquel, pero simplemente hice la pregunta y ya era muy tarde para arrepentirse.
Me agaché junto a Peter que se mostraba muy contento y cariñoso con el pequeño. Resultaba muy divertido de ver.
— ¡Vas a ser todo un agente k9! ¿eh chiquitín? — me reí de nuevo al ver como el niño sonreía y jugaba con Peter, le cogía de las orejas, de la cola, de cualquier pliegue del perro para manosearlo entero. Casi como si lo investigase, cada detalle... era normal, al parecer era la primera vez que veía un perro.
— ¿Sabes? Pensaba que siempre estuviste aquí, desde el minuto cero, y me dijeron que estuviste en Nueva York... Fue muy duro, ¿no? — ni siquiera supe por qué pregunté algo tan oscuro en un momento como aquel, pero simplemente hice la pregunta y ya era muy tarde para arrepentirse.
- Que pena no tener una cámara o algo para hacerles fotos - sonreí con ternura al verlos. El perro se recostó y Aiden se tumbón sobre él mientras que acariciaba las orejas de Peter.
- ¡Vaya cambio de tema! - exclamé, ya que me pilló por sorpresa aquella pregunta. - Sí, allí estuve y fue un auténtico infierno, ¿qué te voy a contar? Fue el primer contacto, no teníamos ni idea de qué estaba pasando... Y combatíamos un enemigo que se multiplicaba cada vez que uno de los nuestros caía - me encogí de hombros. - Sinceramente prefiero olvidarlo... quiero centrarme en que estoy aquí ahora y que en este pequeñín comenzará a correr de un momento a otro - reí. Pero sentía las ojos llenos de lágrimas, que trataba de que no salieran a rodar por mis mejillas. - Lo que me duele más ahora es la falta de su padre, lo demás prefiero olvidarlo - tragué saliva. Él se perdería todo aquello y ni sí quiera podría saber qué le había pasado.
- ¡Vaya cambio de tema! - exclamé, ya que me pilló por sorpresa aquella pregunta. - Sí, allí estuve y fue un auténtico infierno, ¿qué te voy a contar? Fue el primer contacto, no teníamos ni idea de qué estaba pasando... Y combatíamos un enemigo que se multiplicaba cada vez que uno de los nuestros caía - me encogí de hombros. - Sinceramente prefiero olvidarlo... quiero centrarme en que estoy aquí ahora y que en este pequeñín comenzará a correr de un momento a otro - reí. Pero sentía las ojos llenos de lágrimas, que trataba de que no salieran a rodar por mis mejillas. - Lo que me duele más ahora es la falta de su padre, lo demás prefiero olvidarlo - tragué saliva. Él se perdería todo aquello y ni sí quiera podría saber qué le había pasado.
— Ah... pues, espera un segundo — me subí rápidamente al camión de bomberos para rebuscar entre mis cosas. — ¡Aquí está! — me asomé por la puerta abierta, con la vieja polaroid en mi mano y tomé una fotografía de Sage junto a Aiden. La instantánea salió rápidamente y yo la agité entre mis dedos.
Bajé de un salto y se la entregué a la mujer.
— Aquí tienes — en la imagen aparecían Sage y Aiden de pie junto a ella acariciando a Peter. — ¿Qué te parece?.
— Y perdona, tienes razón, no es un buen tema del que hablar... — suspiré. — Lo siento mucho — añadí cuando dejó de hablar. Por todo en general, por preguntar, por lo ocurrido...
— Todo va a ir bien, yo te ayudaré en cuanto necesites, lo prometo — sonreí. No sabía si era por el niño, porque me daba ternura, porque me daba pena todo lo que estaba pasando y que alguien tan inocente como Aiden tuviera que criarse en un mundo así. — ¿Si?
Bajé de un salto y se la entregué a la mujer.
— Aquí tienes — en la imagen aparecían Sage y Aiden de pie junto a ella acariciando a Peter. — ¿Qué te parece?.
— Y perdona, tienes razón, no es un buen tema del que hablar... — suspiré. — Lo siento mucho — añadí cuando dejó de hablar. Por todo en general, por preguntar, por lo ocurrido...
— Todo va a ir bien, yo te ayudaré en cuanto necesites, lo prometo — sonreí. No sabía si era por el niño, porque me daba ternura, porque me daba pena todo lo que estaba pasando y que alguien tan inocente como Aiden tuviera que criarse en un mundo así. — ¿Si?
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