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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Caminos inciertos [Ireth Haven]
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30 de mayo de 2016.
Lawton.
Condado de Comanche, Oklahoma.
No puedo decir que este invierno haya sido fácil, pero lo cierto es que no lo habría aguantado de la misma forma si no fuera por Ireth. Desde que empezamos este viaje en enero, hemos pasado por todo tipo de situaciones, y aunque el frío ha sido brutal y la comida escasa en más de una ocasión, aquí seguimos, juntos, sobreviviendo.
Recuerdo cuando la recogí aquel día en aquel pueblecito, la forma en que nos miramos antes de partir… jamás habría pensado que llegáramos tan lejos. Hemos recorrido medio país desde entonces, y aunque el invierno nos dejó tocados, logramos buscar refugio en algunos lugares bastante decentes. Hicimos un buen equipo, la verdad. Si algo me ha quedado claro, es que Ireth y yo nos entendemos sin necesidad de muchas palabras.
Ella, por su parte, ha tenido un par de meses complicados. No puedo culparla. Fuimos a su antigua casa en Nueva York buscando pistas de su hija Audrey y su prima. Joder, la cara de Ireth al entrar allí, rebuscando entre los restos, me destrozó. No encontramos nada, ni una maldita pista, y eso solo la hundió más. Pero ahí he estado, como siempre, haciendo lo que mejor se me da: intentar hacerla reír, aunque sea un poco. A veces es complicado, pero cuando lo consigo... vale todo el esfuerzo.
Jason, su novio, sigue en sus pensamientos, aunque con el tiempo me da la sensación de que ha empezado a resignarse. A veces creo que lo echa tanto de menos que no quiere soltarlo. Y bueno, ahí estoy yo, el buen amigo, el que siempre la apoya, aunque en el fondo... en el fondo siento algo más. No se ha dado cuenta, claro, ¿por qué lo haría? Para ella soy su compañero, su apoyo, pero nada más que eso. Y me conformo, al menos por ahora. Quizás algún día vea en mí algo más, pero no voy a presionarla. No es el momento.
Hoy estamos en algún punto de Oklahoma, en el Condado de Comanche, después de un largo viaje. Nos hemos topado con un pequeño asentamiento, pero parece abandonado. Ireth está explorando lo que queda de una vieja tienda de comestibles mientras yo reviso un par de vehículos destartalados. No tenemos mucha gasolina, pero estos últimos días hemos tenido suerte con los hallazgos.
El clima ha mejorado bastante desde que dejamos atrás el invierno, y aunque la primavera nos ha traído alguna que otra tormenta, al menos el sol ha vuelto a salir. Nos hemos asentado aquí por ahora. Quizás pasemos la noche si el lugar resulta ser seguro. Lejos del caos de las grandes ciudades, este rincón del país se siente casi tranquilo... casi.
- ¡Ireth! - le grito desde el otro lado del estacionamiento, tratando de que escuche mientras busca. - ¿Algún tesoro escondido ahí dentro o me conformo con este trasto? - Mi tono es ligero, como siempre intento mantenerlo. No importa lo duro que se ponga todo, quiero que ella siga viendo que las cosas pueden mejorar, que aún hay algo de esperanza.
La verdad, no me imagino seguir haciendo todo esto sin ella.
Lawton.
Condado de Comanche, Oklahoma.
No puedo decir que este invierno haya sido fácil, pero lo cierto es que no lo habría aguantado de la misma forma si no fuera por Ireth. Desde que empezamos este viaje en enero, hemos pasado por todo tipo de situaciones, y aunque el frío ha sido brutal y la comida escasa en más de una ocasión, aquí seguimos, juntos, sobreviviendo.
Recuerdo cuando la recogí aquel día en aquel pueblecito, la forma en que nos miramos antes de partir… jamás habría pensado que llegáramos tan lejos. Hemos recorrido medio país desde entonces, y aunque el invierno nos dejó tocados, logramos buscar refugio en algunos lugares bastante decentes. Hicimos un buen equipo, la verdad. Si algo me ha quedado claro, es que Ireth y yo nos entendemos sin necesidad de muchas palabras.
Ella, por su parte, ha tenido un par de meses complicados. No puedo culparla. Fuimos a su antigua casa en Nueva York buscando pistas de su hija Audrey y su prima. Joder, la cara de Ireth al entrar allí, rebuscando entre los restos, me destrozó. No encontramos nada, ni una maldita pista, y eso solo la hundió más. Pero ahí he estado, como siempre, haciendo lo que mejor se me da: intentar hacerla reír, aunque sea un poco. A veces es complicado, pero cuando lo consigo... vale todo el esfuerzo.
Jason, su novio, sigue en sus pensamientos, aunque con el tiempo me da la sensación de que ha empezado a resignarse. A veces creo que lo echa tanto de menos que no quiere soltarlo. Y bueno, ahí estoy yo, el buen amigo, el que siempre la apoya, aunque en el fondo... en el fondo siento algo más. No se ha dado cuenta, claro, ¿por qué lo haría? Para ella soy su compañero, su apoyo, pero nada más que eso. Y me conformo, al menos por ahora. Quizás algún día vea en mí algo más, pero no voy a presionarla. No es el momento.
Hoy estamos en algún punto de Oklahoma, en el Condado de Comanche, después de un largo viaje. Nos hemos topado con un pequeño asentamiento, pero parece abandonado. Ireth está explorando lo que queda de una vieja tienda de comestibles mientras yo reviso un par de vehículos destartalados. No tenemos mucha gasolina, pero estos últimos días hemos tenido suerte con los hallazgos.
El clima ha mejorado bastante desde que dejamos atrás el invierno, y aunque la primavera nos ha traído alguna que otra tormenta, al menos el sol ha vuelto a salir. Nos hemos asentado aquí por ahora. Quizás pasemos la noche si el lugar resulta ser seguro. Lejos del caos de las grandes ciudades, este rincón del país se siente casi tranquilo... casi.
- ¡Ireth! - le grito desde el otro lado del estacionamiento, tratando de que escuche mientras busca. - ¿Algún tesoro escondido ahí dentro o me conformo con este trasto? - Mi tono es ligero, como siempre intento mantenerlo. No importa lo duro que se ponga todo, quiero que ella siga viendo que las cosas pueden mejorar, que aún hay algo de esperanza.
La verdad, no me imagino seguir haciendo todo esto sin ella.
- Grey:
Ireth levantó la cabeza cuando escuchó la voz de Grey desde el otro lado del estacionamiento. Había estado rebuscando en lo que quedaba de una tienda de comestibles, moviendo latas vacías y cajas rotas que ya no tenían nada que ofrecer. No esperaba encontrar mucho, quizás algo, pero el mero hecho de seguir buscando le daba una sensación de propósito. Desde que Jason había desaparecido, desde que no encontró ni rastro de su hija Audrey ni de su prima... los días a veces se volvían un poco borrosos. El invierno había sido duro, no solo por el frío, sino por la cantidad de veces que la esperanza se había vuelto en su contra. Buscar y no encontrar nada, ni siquiera una pista, había sido una tortura.
— ¡Solo polvo y latas vacías! — gritó de vuelta a Grey, sonriendo ligeramente mientras se dirigía hacia la salida. La verdad es que no le molestaba no haber hallado nada útil. Ya no. No como antes. Había aprendido a no esperar milagros de lugares como ese, a no aferrarse a la idea de que cada sitio abandonado guardaba algo valioso. Lo único valioso de verdad era su propia supervivencia, y en los últimos meses había demostrado que podía cuidarse sola. O al menos, no ser una carga.
Grey la ayudaba a mantener la cabeza en alto. Siempre encontraba la manera de hacerla reír, incluso cuando todo parecía hundirse. Lo admiraba por eso, aunque a veces no se lo dijera. El simple hecho de que él estuviera allí, que no la sobreprotegiera ni la tratara como alguien frágil, la había hecho más fuerte. Algo que nunca había podido ser con Jason, quien siempre la trató como si fuera a romperse.
Salió del edificio y se acercó a Grey, que estaba revisando uno de los vehículos. Aunque ya tenían el jeep que robaron meses atrás, él seguía obsesionado con revisar cualquier cosa con ruedas que encontraran. Tal vez era su manera de asegurarse de que nunca quedarían tirados en medio de la nada. Esa simple obsesión les había salvado el cuello más de una vez.
— A menos que quieras llevarte latas vacías para tu colección, creo que aquí no vamos a sacar mucho más — bromeó ella, sonriendo de nuevo, se colocó las manos en jarra. Luego miró el jeep, su confiable compañero de viaje. Ese coche los había llevado a través del país, y a veces, en esos largos silencios, Ireth se preguntaba si en algún momento se detendría definitivamente. Había sido testigo de muchas cosas en esos últimos meses, y más de una vez había pensado que todo acabaría de golpe.
El recuerdo de su hija, Audrey, todavía pesaba sobre sus hombros. No encontrarla, no saber nada de su paradero ni el de su prima, la había destrozado más de lo que estaba dispuesta a admitir. Ya no lloraba por las noches como antes, pero el vacío seguía ahí. Jason, por otro lado… el hecho de que no hubiera señales de él no le afectaba tanto como creía que lo haría. Lo extrañaba, sí, pero no de la forma que había pensado. De alguna manera, Grey había llenado ese espacio de apoyo que Jason había dejado. Aunque era diferente, no sentía la misma presión constante de tener que ser cuidada. Con Grey, todo era más... libre.
— Vamos, seguro que encontraremos algo mejor más adelante — dijo, acomodándose la mochila en el hombro. Pero justo cuando se acercaba al jeep, algo la hizo detenerse. El silencio en el aire había cambiado, como si el viento hubiera cesado de repente. Frunció el ceño y miró alrededor, buscando la fuente de esa incomodidad que se colaba por sus sentidos.
— Grey — su tono ya no era relajado. — No sé qué es, pero... algo está mal — No podía explicarlo, pero había aprendido a confiar en esa sensación, esa inquietud que venía justo antes de que las cosas se torcieran. — Quizás deberíamos movernos rápido. Este lugar... no me gusta. Algo no está bien.
Miró el cielo, que se oscurecía lentamente. Las nubes cubrían el sol, y el aire empezaba a sentirse más frío de lo que debería. De repente, un ruido sordo retumbó en la distancia, como si algo hubiera caído o explotado.
— ¿Has escuchado eso? — preguntó, con la mano ya en el machete que llevaba colgado del cinturón. Dio un par de pasos hacia adelante, mirando en dirección al sonido. Lo que fuera, no estaba tan lejos.
No sabían lo que les esperaba, pero una cosa era clara: no podían quedarse allí mucho más tiempo. La seguridad que había sentido hasta ese momento se desvanecía lentamente.
— ¡Solo polvo y latas vacías! — gritó de vuelta a Grey, sonriendo ligeramente mientras se dirigía hacia la salida. La verdad es que no le molestaba no haber hallado nada útil. Ya no. No como antes. Había aprendido a no esperar milagros de lugares como ese, a no aferrarse a la idea de que cada sitio abandonado guardaba algo valioso. Lo único valioso de verdad era su propia supervivencia, y en los últimos meses había demostrado que podía cuidarse sola. O al menos, no ser una carga.
Grey la ayudaba a mantener la cabeza en alto. Siempre encontraba la manera de hacerla reír, incluso cuando todo parecía hundirse. Lo admiraba por eso, aunque a veces no se lo dijera. El simple hecho de que él estuviera allí, que no la sobreprotegiera ni la tratara como alguien frágil, la había hecho más fuerte. Algo que nunca había podido ser con Jason, quien siempre la trató como si fuera a romperse.
Salió del edificio y se acercó a Grey, que estaba revisando uno de los vehículos. Aunque ya tenían el jeep que robaron meses atrás, él seguía obsesionado con revisar cualquier cosa con ruedas que encontraran. Tal vez era su manera de asegurarse de que nunca quedarían tirados en medio de la nada. Esa simple obsesión les había salvado el cuello más de una vez.
— A menos que quieras llevarte latas vacías para tu colección, creo que aquí no vamos a sacar mucho más — bromeó ella, sonriendo de nuevo, se colocó las manos en jarra. Luego miró el jeep, su confiable compañero de viaje. Ese coche los había llevado a través del país, y a veces, en esos largos silencios, Ireth se preguntaba si en algún momento se detendría definitivamente. Había sido testigo de muchas cosas en esos últimos meses, y más de una vez había pensado que todo acabaría de golpe.
El recuerdo de su hija, Audrey, todavía pesaba sobre sus hombros. No encontrarla, no saber nada de su paradero ni el de su prima, la había destrozado más de lo que estaba dispuesta a admitir. Ya no lloraba por las noches como antes, pero el vacío seguía ahí. Jason, por otro lado… el hecho de que no hubiera señales de él no le afectaba tanto como creía que lo haría. Lo extrañaba, sí, pero no de la forma que había pensado. De alguna manera, Grey había llenado ese espacio de apoyo que Jason había dejado. Aunque era diferente, no sentía la misma presión constante de tener que ser cuidada. Con Grey, todo era más... libre.
— Vamos, seguro que encontraremos algo mejor más adelante — dijo, acomodándose la mochila en el hombro. Pero justo cuando se acercaba al jeep, algo la hizo detenerse. El silencio en el aire había cambiado, como si el viento hubiera cesado de repente. Frunció el ceño y miró alrededor, buscando la fuente de esa incomodidad que se colaba por sus sentidos.
— Grey — su tono ya no era relajado. — No sé qué es, pero... algo está mal — No podía explicarlo, pero había aprendido a confiar en esa sensación, esa inquietud que venía justo antes de que las cosas se torcieran. — Quizás deberíamos movernos rápido. Este lugar... no me gusta. Algo no está bien.
Miró el cielo, que se oscurecía lentamente. Las nubes cubrían el sol, y el aire empezaba a sentirse más frío de lo que debería. De repente, un ruido sordo retumbó en la distancia, como si algo hubiera caído o explotado.
— ¿Has escuchado eso? — preguntó, con la mano ya en el machete que llevaba colgado del cinturón. Dio un par de pasos hacia adelante, mirando en dirección al sonido. Lo que fuera, no estaba tan lejos.
No sabían lo que les esperaba, pero una cosa era clara: no podían quedarse allí mucho más tiempo. La seguridad que había sentido hasta ese momento se desvanecía lentamente.
Estoy revisando lo que queda de este maldito jeep, tratando de mantenerme concentrado, pero mi atención no está exactamente en el motor. Ireth está ahí, rebuscando entre las ruinas, y aunque parece concentrada en su tarea, no puedo evitar mirarla de reojo. Es curioso, después de todos estos meses juntos, lo mucho que ha cambiado. Está más segura de sí misma, más fuerte, y cada vez que la veo así, moviéndose con esa confianza que no tenía cuando nos encontramos por primera vez, me doy cuenta de lo increíble que es.
A veces, cuando estamos así, en silencio, me sorprendo pensando en lo bien que nos llevamos. No como amigos. Bueno, sí, como amigos... pero también algo más. No me atrevo a decírselo, claro, porque la última vez que abrí la boca para algo serio, terminé hablando de coches y zombies. Pero es que... joder, me gusta mucho. Me gusta cómo sonríe cuando suelta una de sus bromas, cómo se relaja cuando no está pensando en lo que ha perdido. Me gusta su compañía más de lo que estoy dispuesto a admitir.
Así que aquí estoy, pretendiendo que me importa más el motor que la forma en que se le ilumina el rostro cuando encuentra algo útil, aunque sea solo un destornillador viejo. Ella es mi compañía favorita en este maldito fin del mundo, y aunque no se lo diga, creo que en parte lo sabe. O tal vez no, porque soy un desastre en esto de expresar lo que siento. Pero da igual. Prefiero seguir aquí, a su lado, sin prisas, sin presiones.
Y justo cuando estoy a punto de soltar alguna tontería para romper el silencio, la escucho decir que algo va mal. Y como siempre, me pongo alerta. Si ella lo dice, es porque lo siente.
- Sí, sí, lo he escuchado - respondo, soltando el destornillador que tenía en la mano mientras miro a mi alrededor como si el sonido fuera a darme un abrazo sorpresa.
Entonces lo veo. A lo lejos, entre las ruinas de lo que fue un almacén, unas luces rojas parpadean. Joder. Eso no es bueno. Parpadeos rojos en sitios abandonados nunca significan que te están preparando una fiesta de bienvenida. Excepto, claro, si es una fiesta de zombies y estamos en la lista de invitados.
- Oye, Ireth - digo, poniéndome más serio, lo que no me sale muy bien la mayoría del tiempo - Creo que no estamos solos. Esas luces no son de un generador cualquiera. Y si lo que escuchamos fue una explosión... no sé, pero ya sabes que nunca trae nada bueno. O... -añado con una sonrisa, levantando una ceja - Lo mismo tenemos suerte y están dando una fiesta. Ya sabes, luces rojas, explosiones... quizás llegamos justo para la piñata.
Me acerco al jeep, pero no con la intención de arrancar y largarnos. No, porque tengo esa maldita curiosidad que me lleva a meterme en problemas desde que tengo memoria. Saco un par de linternas y algunas armas, el combo básico para lo que viene siendo una excursión apocalíptica.
- Mira, Ireth, sé lo que estás pensando, y sí, puede ser una trampa... pero también podría ser una oportunidad. ¿Qué te apuestas que hay algo interesante ahí? Igual encontramos suministros... o algo mejor, como... no sé, chocolate. ¿Hace cuánto no comes chocolate? ¡Podría haber chocolate ahí dentro! - le paso una linterna, dándole un guiño como si acabara de proponerle el plan más emocionante del siglo.
Ajusto la correa de mi mochila y me preparo mentalmente. No es que sea fanático de meterme en el nido del lobo, pero tampoco soy de los que se pierden la acción cuando aparece.
- Oye, podemos seguir nuestro camino como si no hubiéramos visto nada - añado, mirándola a los ojos - Pero algo me dice que este lugar guarda algo más que un susto fácil. ¿Qué dices? ¿Vamos a investigar o prefieres seguir la ruta tranquila?
Y ahí está, esa chispa de intriga en el aire. Sé que esto puede salir mal, pero la adrenalina empieza a bombear. Con suerte, esta vez no acabamos corriendo como locos. O sí, quién sabe, pero si lo hacemos, ¡espero que esta vez me sigas el ritmo!
A veces, cuando estamos así, en silencio, me sorprendo pensando en lo bien que nos llevamos. No como amigos. Bueno, sí, como amigos... pero también algo más. No me atrevo a decírselo, claro, porque la última vez que abrí la boca para algo serio, terminé hablando de coches y zombies. Pero es que... joder, me gusta mucho. Me gusta cómo sonríe cuando suelta una de sus bromas, cómo se relaja cuando no está pensando en lo que ha perdido. Me gusta su compañía más de lo que estoy dispuesto a admitir.
Así que aquí estoy, pretendiendo que me importa más el motor que la forma en que se le ilumina el rostro cuando encuentra algo útil, aunque sea solo un destornillador viejo. Ella es mi compañía favorita en este maldito fin del mundo, y aunque no se lo diga, creo que en parte lo sabe. O tal vez no, porque soy un desastre en esto de expresar lo que siento. Pero da igual. Prefiero seguir aquí, a su lado, sin prisas, sin presiones.
Y justo cuando estoy a punto de soltar alguna tontería para romper el silencio, la escucho decir que algo va mal. Y como siempre, me pongo alerta. Si ella lo dice, es porque lo siente.
- Sí, sí, lo he escuchado - respondo, soltando el destornillador que tenía en la mano mientras miro a mi alrededor como si el sonido fuera a darme un abrazo sorpresa.
Entonces lo veo. A lo lejos, entre las ruinas de lo que fue un almacén, unas luces rojas parpadean. Joder. Eso no es bueno. Parpadeos rojos en sitios abandonados nunca significan que te están preparando una fiesta de bienvenida. Excepto, claro, si es una fiesta de zombies y estamos en la lista de invitados.
- Oye, Ireth - digo, poniéndome más serio, lo que no me sale muy bien la mayoría del tiempo - Creo que no estamos solos. Esas luces no son de un generador cualquiera. Y si lo que escuchamos fue una explosión... no sé, pero ya sabes que nunca trae nada bueno. O... -añado con una sonrisa, levantando una ceja - Lo mismo tenemos suerte y están dando una fiesta. Ya sabes, luces rojas, explosiones... quizás llegamos justo para la piñata.
Me acerco al jeep, pero no con la intención de arrancar y largarnos. No, porque tengo esa maldita curiosidad que me lleva a meterme en problemas desde que tengo memoria. Saco un par de linternas y algunas armas, el combo básico para lo que viene siendo una excursión apocalíptica.
- Mira, Ireth, sé lo que estás pensando, y sí, puede ser una trampa... pero también podría ser una oportunidad. ¿Qué te apuestas que hay algo interesante ahí? Igual encontramos suministros... o algo mejor, como... no sé, chocolate. ¿Hace cuánto no comes chocolate? ¡Podría haber chocolate ahí dentro! - le paso una linterna, dándole un guiño como si acabara de proponerle el plan más emocionante del siglo.
Ajusto la correa de mi mochila y me preparo mentalmente. No es que sea fanático de meterme en el nido del lobo, pero tampoco soy de los que se pierden la acción cuando aparece.
- Oye, podemos seguir nuestro camino como si no hubiéramos visto nada - añado, mirándola a los ojos - Pero algo me dice que este lugar guarda algo más que un susto fácil. ¿Qué dices? ¿Vamos a investigar o prefieres seguir la ruta tranquila?
Y ahí está, esa chispa de intriga en el aire. Sé que esto puede salir mal, pero la adrenalina empieza a bombear. Con suerte, esta vez no acabamos corriendo como locos. O sí, quién sabe, pero si lo hacemos, ¡espero que esta vez me sigas el ritmo!
- Grey:
Ireth se quedó observando las luces rojas a lo lejos, frunciendo el ceño con ese gesto característico suyo cuando algo no le cuadraba. Aunque no había dicho nada aún, sentía la misma tensión que siempre aparecía cuando estaban a punto de tomar una decisión peligrosa. Los meses que había pasado con Grey habían cambiado muchas cosas en su forma de actuar; ya no era la mujer que se dejaba llevar por el miedo o la incertidumbre, y aunque seguía siendo cautelosa, ahora también sabía que tomar riesgos, de vez en cuando, era parte de sobrevivir. Grey se lo había enseñado con sus bromas y su forma despreocupada de enfrentarse al peligro.
— Una fiesta, ¿eh? — respondió con una ligera sonrisa, sin apartar la vista de las luces — La última vez que confié en que una situación así terminara bien, casi no la cuento.
A pesar del comentario, se notaba que su tono no era de rechazo, sino más bien de resignación. Grey siempre sabía cómo hacerla sonreír, incluso en los momentos más tensos. Lo apreciaba, aunque no lo dijera en voz alta. A veces pensaba que, sin él, habría caído en la desesperación hace mucho tiempo. Después de no encontrar a su hija, su prima, ni siquiera a Jason, se había sentido vacía durante semanas, pero Grey siempre estaba ahí, haciéndola reír, recordándole que aún quedaban cosas por las que luchar.
Suspiró profundamente, dándose cuenta de que ya no le importaba tanto Jason como antes. Si había sobrevivido o no, ya no era su prioridad. Ireth se preocupaba más por seguir adelante y, aunque le costaba admitirlo, por mantener a salvo a la persona que tenía a su lado en ese momento: Grey.
Miró hacia él, con esa chispa de decisión en sus ojos que antes no tenía tan presente.
— Vale — mientras ajustaba el machete que llevaba en la cadera y tomaba la linterna que él le ofrecía. — No me voy a quedar aquí esperando. Vamos a investigar, pero con cuidado. Y si resulta que sí es una fiesta... que al menos tengan algo mejor que chocolate — bromeó, dándole un toque al hombro antes de empezar a caminar hacia las luces.
Sabía que lo que estaban haciendo era arriesgado, pero también sabía que no podían permitirse perder oportunidades. Cada vez era más difícil encontrar suministros, y si había alguien allí, debían descubrirlo antes de que fuera demasiado tarde. A fin de cuentas, el mundo en el que vivían ya no permitía las decisiones fáciles.
Mientras caminaban hacia las luces, el eco de sus pasos resonaba en el aire enrarecido. El viento había dejado de soplar, lo que hacía que el entorno pareciera más silencioso de lo habitual. Ireth avanzaba en silencio, pero sus sentidos estaban alerta, captando cada crujido, cada cambio en el aire. A medida que se acercaban más al lugar, empezó a notar algo extraño: el silencio no era normal.
— Es demasiado tranquilo... — murmuró más para sí misma que para Grey, aunque sabía que él lo escucharía. Era un susurro bajo, casi una advertencia para ella misma. Algo en esa quietud la ponía en guardia.
De repente, un destello de luz cruzó por su visión periférica, algo que no había estado allí antes. Se detuvo en seco, levantando una mano para que Grey también parara. No era una luz cualquiera, era el reflejo de algo metálico moviéndose entre las sombras.
— ¿Has visto eso? — preguntó en voz baja, sin moverse. La tensión en su voz ahora era palpable. No sabía si habían sido vistos o no, pero lo que fuera que estaba ahí, no estaba solo. Aguzó el oído, pero el silencio seguía siendo abrumador.
Antes de que pudiera decir algo más, un ruido seco, como un golpe contra el metal, resonó a su izquierda, haciéndola girar de inmediato, instintivamente llevándose la mano al machete.
— Grey... — dijo en voz baja, sin apartar la vista del lugar de donde venía el sonido. — Creo que tenemos compañía.
Y entonces, otro destello, seguido por un ruido sordo, esta vez más cercano. Algo, o alguien, se estaba moviendo en la misma dirección que ellos, pero con más sigilo. Ireth apretó los labios, evaluando rápidamente la situación.
— ¿Qué hacemos? — preguntó en voz baja, volviendo la cabeza lo justo para mirarlo. Podían seguir avanzando hacia las luces, arriesgándose a ser emboscados, o retroceder hasta el jeep. Pero algo dentro de ella sabía que ya era demasiado tarde para volver atrás sin enfrentar lo que fuera que estuviera acechándolos.
Un paso más. Unos segundos más.
Esta vez no se trataba solo de supervivencia. Era una cuestión de control, e Ireth no pensaba cederlo tan fácilmente.
— Una fiesta, ¿eh? — respondió con una ligera sonrisa, sin apartar la vista de las luces — La última vez que confié en que una situación así terminara bien, casi no la cuento.
A pesar del comentario, se notaba que su tono no era de rechazo, sino más bien de resignación. Grey siempre sabía cómo hacerla sonreír, incluso en los momentos más tensos. Lo apreciaba, aunque no lo dijera en voz alta. A veces pensaba que, sin él, habría caído en la desesperación hace mucho tiempo. Después de no encontrar a su hija, su prima, ni siquiera a Jason, se había sentido vacía durante semanas, pero Grey siempre estaba ahí, haciéndola reír, recordándole que aún quedaban cosas por las que luchar.
Suspiró profundamente, dándose cuenta de que ya no le importaba tanto Jason como antes. Si había sobrevivido o no, ya no era su prioridad. Ireth se preocupaba más por seguir adelante y, aunque le costaba admitirlo, por mantener a salvo a la persona que tenía a su lado en ese momento: Grey.
Miró hacia él, con esa chispa de decisión en sus ojos que antes no tenía tan presente.
— Vale — mientras ajustaba el machete que llevaba en la cadera y tomaba la linterna que él le ofrecía. — No me voy a quedar aquí esperando. Vamos a investigar, pero con cuidado. Y si resulta que sí es una fiesta... que al menos tengan algo mejor que chocolate — bromeó, dándole un toque al hombro antes de empezar a caminar hacia las luces.
Sabía que lo que estaban haciendo era arriesgado, pero también sabía que no podían permitirse perder oportunidades. Cada vez era más difícil encontrar suministros, y si había alguien allí, debían descubrirlo antes de que fuera demasiado tarde. A fin de cuentas, el mundo en el que vivían ya no permitía las decisiones fáciles.
Mientras caminaban hacia las luces, el eco de sus pasos resonaba en el aire enrarecido. El viento había dejado de soplar, lo que hacía que el entorno pareciera más silencioso de lo habitual. Ireth avanzaba en silencio, pero sus sentidos estaban alerta, captando cada crujido, cada cambio en el aire. A medida que se acercaban más al lugar, empezó a notar algo extraño: el silencio no era normal.
— Es demasiado tranquilo... — murmuró más para sí misma que para Grey, aunque sabía que él lo escucharía. Era un susurro bajo, casi una advertencia para ella misma. Algo en esa quietud la ponía en guardia.
De repente, un destello de luz cruzó por su visión periférica, algo que no había estado allí antes. Se detuvo en seco, levantando una mano para que Grey también parara. No era una luz cualquiera, era el reflejo de algo metálico moviéndose entre las sombras.
— ¿Has visto eso? — preguntó en voz baja, sin moverse. La tensión en su voz ahora era palpable. No sabía si habían sido vistos o no, pero lo que fuera que estaba ahí, no estaba solo. Aguzó el oído, pero el silencio seguía siendo abrumador.
Antes de que pudiera decir algo más, un ruido seco, como un golpe contra el metal, resonó a su izquierda, haciéndola girar de inmediato, instintivamente llevándose la mano al machete.
— Grey... — dijo en voz baja, sin apartar la vista del lugar de donde venía el sonido. — Creo que tenemos compañía.
Y entonces, otro destello, seguido por un ruido sordo, esta vez más cercano. Algo, o alguien, se estaba moviendo en la misma dirección que ellos, pero con más sigilo. Ireth apretó los labios, evaluando rápidamente la situación.
— ¿Qué hacemos? — preguntó en voz baja, volviendo la cabeza lo justo para mirarlo. Podían seguir avanzando hacia las luces, arriesgándose a ser emboscados, o retroceder hasta el jeep. Pero algo dentro de ella sabía que ya era demasiado tarde para volver atrás sin enfrentar lo que fuera que estuviera acechándolos.
Un paso más. Unos segundos más.
Esta vez no se trataba solo de supervivencia. Era una cuestión de control, e Ireth no pensaba cederlo tan fácilmente.
Ireth se detiene y levanta la mano, y yo sé que eso solo significa una cosa: algo anda mal. El silencio es pesado, más denso de lo habitual, y las luces rojas siguen ahí, parpadeando a lo lejos. Algo no encaja, y mi piel se eriza de la misma forma en que lo hace cuando estamos cerca de problemas.
- Lo vi - respondo, aunque lo que vi fue solo un destello en las sombras. Las luces están ahí, estáticas, pero lo que realmente me preocupa es el silencio. Y ahora, también el movimiento que noté entre los escombros. Es apenas una sombra que se mueve rápido, pero lo suficiente para ponerme en alerta.
- Igual están preparando una fiesta sorpresa - bromeo, intentando aligerar el ambiente, aunque sé que Ireth está tan tensa como yo. Pero mi chiste no dura mucho cuando escucho ese ruido.
Un golpe metálico, algo que suena como si algo grande hubiese caído sobre una superficie de hierro. Y no fue casualidad.
Me acerco un poco más hacia el lugar de donde provienen las luces y entonces lo noto. Una caja metálica, de gran tamaño, cubierta de polvo y escombros, pero con un panel de luces parpadeando en rojo. Al parecer, hemos dado con algún tipo de equipo o maquinaria, pero lo extraño es que parece estar encendida. En medio de la nada, con todo el mundo caído a pedazos, y esto... está activo.
- Ireth... mira eso - susurro, señalando hacia la caja. No estábamos solos. Algo o alguien ha activado esa cosa, y aunque no tengo ni idea de qué es, no me gusta nada.
Entonces, un zumbido bajo empieza a escucharse desde la caja, seguido de un ligero temblor en el suelo. Me quedo quieto, parpadeando, mientras intento procesar lo que está ocurriendo. No es un grupo armado ni una horda de zombies lo que nos espera, pero lo que sea que haya activado esa cosa... no es algo que quiero descubrir de la peor manera.
- Oye, no soy un experto en cajas misteriosas con luces rojas, pero estoy bastante seguro de que lo que sea que hayan encendido ahí dentro no es bueno para nosotros - digo con una sonrisa nerviosa, apretando el bate con más fuerza.
El zumbido se hace más fuerte, y de repente, una puerta al lado de la caja comienza a abrirse lentamente. El crujido del metal oxidado me pone los pelos de punta, y la tensión en el aire es palpable. Miro a Ireth, esperando que tenga alguna brillante idea, porque mi plan A (darle a todo con el bate) no parece muy efectivo en este caso.
- Lo mismo tienen café ahí dentro... o lo mismo sale un bicho de cuatro metros. Solo hay una forma de saberlo, ¿no? - comento, tratando de mantener el humor. Pero la realidad es que algo está a punto de salir de esa caja, y no sé si estamos preparados para enfrentarlo.
- Lo vi - respondo, aunque lo que vi fue solo un destello en las sombras. Las luces están ahí, estáticas, pero lo que realmente me preocupa es el silencio. Y ahora, también el movimiento que noté entre los escombros. Es apenas una sombra que se mueve rápido, pero lo suficiente para ponerme en alerta.
- Igual están preparando una fiesta sorpresa - bromeo, intentando aligerar el ambiente, aunque sé que Ireth está tan tensa como yo. Pero mi chiste no dura mucho cuando escucho ese ruido.
Un golpe metálico, algo que suena como si algo grande hubiese caído sobre una superficie de hierro. Y no fue casualidad.
Me acerco un poco más hacia el lugar de donde provienen las luces y entonces lo noto. Una caja metálica, de gran tamaño, cubierta de polvo y escombros, pero con un panel de luces parpadeando en rojo. Al parecer, hemos dado con algún tipo de equipo o maquinaria, pero lo extraño es que parece estar encendida. En medio de la nada, con todo el mundo caído a pedazos, y esto... está activo.
- Ireth... mira eso - susurro, señalando hacia la caja. No estábamos solos. Algo o alguien ha activado esa cosa, y aunque no tengo ni idea de qué es, no me gusta nada.
Entonces, un zumbido bajo empieza a escucharse desde la caja, seguido de un ligero temblor en el suelo. Me quedo quieto, parpadeando, mientras intento procesar lo que está ocurriendo. No es un grupo armado ni una horda de zombies lo que nos espera, pero lo que sea que haya activado esa cosa... no es algo que quiero descubrir de la peor manera.
- Oye, no soy un experto en cajas misteriosas con luces rojas, pero estoy bastante seguro de que lo que sea que hayan encendido ahí dentro no es bueno para nosotros - digo con una sonrisa nerviosa, apretando el bate con más fuerza.
El zumbido se hace más fuerte, y de repente, una puerta al lado de la caja comienza a abrirse lentamente. El crujido del metal oxidado me pone los pelos de punta, y la tensión en el aire es palpable. Miro a Ireth, esperando que tenga alguna brillante idea, porque mi plan A (darle a todo con el bate) no parece muy efectivo en este caso.
- Lo mismo tienen café ahí dentro... o lo mismo sale un bicho de cuatro metros. Solo hay una forma de saberlo, ¿no? - comento, tratando de mantener el humor. Pero la realidad es que algo está a punto de salir de esa caja, y no sé si estamos preparados para enfrentarlo.
- Grey:
Ireth observó la caja mientras la puerta se abría por completo, con un zumbido que no hacía más que intensificarse. Algo no estaba bien. Se adelantó un poco, con el machete en mano, sus ojos fijos en lo que estaba a punto de salir. Y entonces, lo vio: un dron. Una máquina voladora que salió disparada de la caja, sus luces parpadeantes iluminando el lugar mientras giraba en el aire.
Un dron. Algo tan simple, pero tan fuera de lugar en el mundo en el que vivían ahora. El hecho de ver uno funcionando en medio de este caos le hizo sentir un escalofrío. ¿Cómo era posible que, en un mundo donde todo parecía haber colapsado, alguien aún tuviera la tecnología para mantener algo así en funcionamiento? No era un dron casero, ni algo que cualquiera pudiera conseguir. Era avanzado, demasiado para estos tiempos.
—¡Grey!— exclamó Ireth, retrocediendo de inmediato, todavía sin poder procesar del todo lo que veía. —¡Es un dron!.
Sus palabras quedaron colgadas en el aire mientras observaba cómo el aparato empezaba a moverse, flotando con precisión, emitiendo ese suave pitido que hacía que el corazón de Ireth se acelerara aún más. ¿Quién podría tener la capacidad de hacer volar uno de estos hoy en día? Los recursos eran limitados, la tecnología había dejado de funcionar para la mayoría de la gente. Nada de esto tenía sentido.
El dron los estaba escaneando, eso estaba claro. Alguien los estaba vigilando, pero quién, y por qué, era un misterio aún mayor. El foco rojo del dron giraba en su dirección, y en ese momento Ireth entendió lo que estaba pasando: los habían detectado.
—Nos ha encontrado— dijo con frustración y desconcierto en la voz. Miró a Grey, intentando mantener la calma mientras procesaba lo imposible. —Esto no puede ser una casualidad. ¿Quién demonios tiene la capacidad de hacer volar uno de estos ahora? Y, lo más importante, ¿para qué?
Ireth tiró de Grey hacia un costado, buscando ponerse fuera del alcance del dron. Si podían hacer volar algo tan avanzado, también podrían estar controlando otras cosas, o incluso a otras personas. La idea le dio un vuelco al estómago.
—No sé quién está detrás, pero no puede ser buena noticia— añadió con el corazón en la garganta. Si alguien tenía la capacidad de vigilar con drones, probablemente no estarían solos.
El zumbido del dron se hacía más fuerte, pero aún no estaban seguros de qué más podía venir. Quizás más drones, quizás algo peor.
—Tenemos que movernos antes de que esto atraiga más problemas— dijo señalando una pared de escombros a un lado. —Podemos escondernos allí y ver qué más ocurre. Sea quien sea, no me gusta nada esto.
Mientras se movían hacia la cobertura, Ireth no podía dejar de pensar en lo extraño que era todo. La tecnología en el mundo que conocían había muerto hace mucho tiempo. Y ahora, encontrarse con algo tan avanzado le hacía sentir que había más detrás de esto de lo que podían ver.
—Esto no me cuadra, Grey— susurró, mirando de nuevo hacia el dron. —¿Quién puede tener el control de algo así? Y, ¿qué es lo que quieren?.
Un dron. Algo tan simple, pero tan fuera de lugar en el mundo en el que vivían ahora. El hecho de ver uno funcionando en medio de este caos le hizo sentir un escalofrío. ¿Cómo era posible que, en un mundo donde todo parecía haber colapsado, alguien aún tuviera la tecnología para mantener algo así en funcionamiento? No era un dron casero, ni algo que cualquiera pudiera conseguir. Era avanzado, demasiado para estos tiempos.
—¡Grey!— exclamó Ireth, retrocediendo de inmediato, todavía sin poder procesar del todo lo que veía. —¡Es un dron!.
Sus palabras quedaron colgadas en el aire mientras observaba cómo el aparato empezaba a moverse, flotando con precisión, emitiendo ese suave pitido que hacía que el corazón de Ireth se acelerara aún más. ¿Quién podría tener la capacidad de hacer volar uno de estos hoy en día? Los recursos eran limitados, la tecnología había dejado de funcionar para la mayoría de la gente. Nada de esto tenía sentido.
El dron los estaba escaneando, eso estaba claro. Alguien los estaba vigilando, pero quién, y por qué, era un misterio aún mayor. El foco rojo del dron giraba en su dirección, y en ese momento Ireth entendió lo que estaba pasando: los habían detectado.
—Nos ha encontrado— dijo con frustración y desconcierto en la voz. Miró a Grey, intentando mantener la calma mientras procesaba lo imposible. —Esto no puede ser una casualidad. ¿Quién demonios tiene la capacidad de hacer volar uno de estos ahora? Y, lo más importante, ¿para qué?
Ireth tiró de Grey hacia un costado, buscando ponerse fuera del alcance del dron. Si podían hacer volar algo tan avanzado, también podrían estar controlando otras cosas, o incluso a otras personas. La idea le dio un vuelco al estómago.
—No sé quién está detrás, pero no puede ser buena noticia— añadió con el corazón en la garganta. Si alguien tenía la capacidad de vigilar con drones, probablemente no estarían solos.
El zumbido del dron se hacía más fuerte, pero aún no estaban seguros de qué más podía venir. Quizás más drones, quizás algo peor.
—Tenemos que movernos antes de que esto atraiga más problemas— dijo señalando una pared de escombros a un lado. —Podemos escondernos allí y ver qué más ocurre. Sea quien sea, no me gusta nada esto.
Mientras se movían hacia la cobertura, Ireth no podía dejar de pensar en lo extraño que era todo. La tecnología en el mundo que conocían había muerto hace mucho tiempo. Y ahora, encontrarse con algo tan avanzado le hacía sentir que había más detrás de esto de lo que podían ver.
—Esto no me cuadra, Grey— susurró, mirando de nuevo hacia el dron. —¿Quién puede tener el control de algo así? Y, ¿qué es lo que quieren?.
Esto tiene que ser una broma. Parpadeo un par de veces, tratando de procesar que estamos viendo un dron de verdad. Y no un juguete cualquiera, sino uno de esos de alta tecnología, como los que antes sólo veías en las películas de acción. Porque, claro, en este caos apocalíptico que nos ha caído encima, lo más normal del mundo es que te aparezca un dron dando vueltas sobre tu cabeza, ¿no? Esto va a ser divertido…
- ¿Tú crees que nos están haciendo un casting para alguna peli de ciencia ficción? - esbozando una sonrisa mientras trato de restarle tensión a la situación. Pero en el fondo, no tiene ni pizca de gracia. - A ver si tenemos suerte y en vez de zombies, aparece el equipo de producción con cafecito caliente y donuts.
Mi intento de chiste queda en el aire porque, honestamente, ver a Ireth con el rostro tan serio me saca un poco del humor. Ella observa el dron como si tratara de descifrar un rompecabezas imposible, y eso no me tranquiliza ni un poquito.
Miro a nuestro alrededor mientras el dron sigue flotando, sus luces parpadeando con esa insistencia mecánica que empieza a ponerme los pelos de punta. Nos están observando. No puede ser casualidad. El único problema es que no tengo idea de quién podría estar detrás de esto. Umbrella, quizás. ¿Y si es otra corporación? O peor, ¿una de esas organizaciones que quedaron completamente fuera del radar cuando todo se fue al infierno?
- Oye, Ireth, creo que deberíamos alejarnos de aquí antes de que esto atraiga más problemas - murmuro, sin dejar de observar el dron, que ahora parece apuntarnos directamente. ¿Nos está grabando? ¿O peor aún, está marcando nuestra posición para alguien?
La agarro del brazo con suavidad, intentando no mostrar mi inquietud. No sé qué está pasando, pero no quiero que nos quedemos aquí a averiguarlo. Ya hemos aprendido que en este nuevo mundo, la tecnología no suele traer buenas noticias. Y lo último que necesito es que este dron alerte a quien sea de nuestra ubicación.
- Mira, no tenemos idea de a quién pertenece esa cosa, pero algo me dice que no son nuestros fans. Creo que lo mejor es ponernos en marcha y ver si logramos despistarlo.
La suelto y echo un vistazo rápido alrededor. Por suerte, el terreno es accidentado, y si logramos deslizarnos entre esos edificios abandonados a unos metros, podríamos perder al dron. Al menos intentarlo. Pero no tengo ni idea de cuánto tiempo tenemos antes de que esto empeore.
- A ver, plan B. Corramos hacia esa zona más densa de edificios y coches viejos. Con suerte, podemos deshacernos del dron y darle esquinazo. No es que tengamos una alternativa maravillosa…
- ¿Tú crees que nos están haciendo un casting para alguna peli de ciencia ficción? - esbozando una sonrisa mientras trato de restarle tensión a la situación. Pero en el fondo, no tiene ni pizca de gracia. - A ver si tenemos suerte y en vez de zombies, aparece el equipo de producción con cafecito caliente y donuts.
Mi intento de chiste queda en el aire porque, honestamente, ver a Ireth con el rostro tan serio me saca un poco del humor. Ella observa el dron como si tratara de descifrar un rompecabezas imposible, y eso no me tranquiliza ni un poquito.
Miro a nuestro alrededor mientras el dron sigue flotando, sus luces parpadeando con esa insistencia mecánica que empieza a ponerme los pelos de punta. Nos están observando. No puede ser casualidad. El único problema es que no tengo idea de quién podría estar detrás de esto. Umbrella, quizás. ¿Y si es otra corporación? O peor, ¿una de esas organizaciones que quedaron completamente fuera del radar cuando todo se fue al infierno?
- Oye, Ireth, creo que deberíamos alejarnos de aquí antes de que esto atraiga más problemas - murmuro, sin dejar de observar el dron, que ahora parece apuntarnos directamente. ¿Nos está grabando? ¿O peor aún, está marcando nuestra posición para alguien?
La agarro del brazo con suavidad, intentando no mostrar mi inquietud. No sé qué está pasando, pero no quiero que nos quedemos aquí a averiguarlo. Ya hemos aprendido que en este nuevo mundo, la tecnología no suele traer buenas noticias. Y lo último que necesito es que este dron alerte a quien sea de nuestra ubicación.
- Mira, no tenemos idea de a quién pertenece esa cosa, pero algo me dice que no son nuestros fans. Creo que lo mejor es ponernos en marcha y ver si logramos despistarlo.
La suelto y echo un vistazo rápido alrededor. Por suerte, el terreno es accidentado, y si logramos deslizarnos entre esos edificios abandonados a unos metros, podríamos perder al dron. Al menos intentarlo. Pero no tengo ni idea de cuánto tiempo tenemos antes de que esto empeore.
- A ver, plan B. Corramos hacia esa zona más densa de edificios y coches viejos. Con suerte, podemos deshacernos del dron y darle esquinazo. No es que tengamos una alternativa maravillosa…
- Grey:
Ireth se quedó inmóvil, observando el dron que flotaba frente a ellos. La visión de aquella máquina voladora parecía sacada de un recuerdo distante, de esos días en los que la tecnología era tan común que nadie se molestaba en prestarle atención. Pero ahora, en un mundo desmoronado, un dron en funcionamiento resultaba tan improbable como una tarde de sol tranquila y segura. Algo no encajaba, y su mente comenzó a buscar respuestas que no llegaban.
Se giró hacia Grey, intentando procesar lo que veían. Él, como de costumbre, hizo un comentario que pretendía aligerar la tensión, pero esta vez la idea de una fiesta o un grupo amistoso resultaba demasiado absurda para provocar siquiera una sonrisa. El dron se movió un poco más hacia ellos, y Ireth apretó el mango del machete con fuerza. Aquello no podía ser una coincidencia.
—Esto no me cuadra, Grey —murmuró sin apartar la vista del aparato—. ¿Quién puede hacer volar algo así? Y más importante… ¿por qué?
El dron giraba, sus luces parpadeaban, y el sonido de sus hélices llenaba el silencio como una advertencia constante. Ireth sintió un escalofrío al pensar en lo que podía significar. Durante meses había recorrido un mundo destrozado donde las máquinas estaban tan muertas como las ciudades. Y, sin embargo, ahí estaba esa excepción, flotando ante ellos como una señal de que alguien, en algún lugar, todavía tenía los recursos para mantener algo en funcionamiento.
La posibilidad de que Umbrella estuviera detrás de aquello cruzó su mente, pero no había pruebas. Podía ser cualquiera. Una corporación rival, un grupo que había sobrevivido escondido, o incluso algún loco con conocimientos y recursos más allá de lo imaginable. Lo que quedaba claro era que los estaban observando.
—No deberíamos quedarnos aquí —le dio la razón sin apartar la vista del dron. Miró hacia una zona de escombros cercana, haciendo un gesto a Grey para que la siguiera—. Sea quien sea, no creo que esto traiga nada bueno.
A medida que avanzaban hacia una posible cobertura, Ireth intentó concentrarse en el presente, pero su mente no podía evitar divagar. Los meses que habían pasado buscando a su hija y su prima habían sido un torbellino de emociones. La culpa y la frustración la perseguían constantemente, y aunque había aprendido a seguir adelante, el peso de no haber encontrado ni una pista tangible seguía siendo una carga difícil de soportar. En cuanto a Jason… bueno, cada vez era menos el espacio que ocupaba en su mente. Ahora había prioridades más importantes.
Cuando alcanzaron los escombros, Ireth miró de nuevo al dron, que seguía flotando en la distancia, como si esperara algo.
—Es raro, muy raro —dijo finalmente, con el ceño fruncido—. Sea quien sea, nos están observando. Y si tienen la capacidad de hacer volar algo así, seguramente no estarán solos.
Se apoyó en una pared derrumbada, intentando controlar su respiración. Miró a Grey, buscando en su rostro algo que confirmara que compartía su inquietud. Durante todo este tiempo, él había sido su apoyo más constante, y sabía que no estar sola en momentos como ese era una ventaja invaluable. Pero incluso con Grey a su lado, no podía ignorar la sensación de que ese dron era sólo el comienzo de algo mucho más peligroso.
—Necesitamos decidir rápido —añadió, apretando el machete con fuerza—. Si esto atrae más problemas, no vamos a querer estar aquí para enfrentarlos.
Se quedó en silencio, con la mirada fija en Grey, esperando su respuesta, mientras el zumbido del dron seguía llenando el aire como una presencia inquietante que no se podía ignorar.
Se giró hacia Grey, intentando procesar lo que veían. Él, como de costumbre, hizo un comentario que pretendía aligerar la tensión, pero esta vez la idea de una fiesta o un grupo amistoso resultaba demasiado absurda para provocar siquiera una sonrisa. El dron se movió un poco más hacia ellos, y Ireth apretó el mango del machete con fuerza. Aquello no podía ser una coincidencia.
—Esto no me cuadra, Grey —murmuró sin apartar la vista del aparato—. ¿Quién puede hacer volar algo así? Y más importante… ¿por qué?
El dron giraba, sus luces parpadeaban, y el sonido de sus hélices llenaba el silencio como una advertencia constante. Ireth sintió un escalofrío al pensar en lo que podía significar. Durante meses había recorrido un mundo destrozado donde las máquinas estaban tan muertas como las ciudades. Y, sin embargo, ahí estaba esa excepción, flotando ante ellos como una señal de que alguien, en algún lugar, todavía tenía los recursos para mantener algo en funcionamiento.
La posibilidad de que Umbrella estuviera detrás de aquello cruzó su mente, pero no había pruebas. Podía ser cualquiera. Una corporación rival, un grupo que había sobrevivido escondido, o incluso algún loco con conocimientos y recursos más allá de lo imaginable. Lo que quedaba claro era que los estaban observando.
—No deberíamos quedarnos aquí —le dio la razón sin apartar la vista del dron. Miró hacia una zona de escombros cercana, haciendo un gesto a Grey para que la siguiera—. Sea quien sea, no creo que esto traiga nada bueno.
A medida que avanzaban hacia una posible cobertura, Ireth intentó concentrarse en el presente, pero su mente no podía evitar divagar. Los meses que habían pasado buscando a su hija y su prima habían sido un torbellino de emociones. La culpa y la frustración la perseguían constantemente, y aunque había aprendido a seguir adelante, el peso de no haber encontrado ni una pista tangible seguía siendo una carga difícil de soportar. En cuanto a Jason… bueno, cada vez era menos el espacio que ocupaba en su mente. Ahora había prioridades más importantes.
Cuando alcanzaron los escombros, Ireth miró de nuevo al dron, que seguía flotando en la distancia, como si esperara algo.
—Es raro, muy raro —dijo finalmente, con el ceño fruncido—. Sea quien sea, nos están observando. Y si tienen la capacidad de hacer volar algo así, seguramente no estarán solos.
Se apoyó en una pared derrumbada, intentando controlar su respiración. Miró a Grey, buscando en su rostro algo que confirmara que compartía su inquietud. Durante todo este tiempo, él había sido su apoyo más constante, y sabía que no estar sola en momentos como ese era una ventaja invaluable. Pero incluso con Grey a su lado, no podía ignorar la sensación de que ese dron era sólo el comienzo de algo mucho más peligroso.
—Necesitamos decidir rápido —añadió, apretando el machete con fuerza—. Si esto atrae más problemas, no vamos a querer estar aquí para enfrentarlos.
Se quedó en silencio, con la mirada fija en Grey, esperando su respuesta, mientras el zumbido del dron seguía llenando el aire como una presencia inquietante que no se podía ignorar.
El dron sigue ahí, suspendido como un ave de mal agüero, zumbando y parpadeando con esas luces rojas que parecen gritar "peligro". Lo miro fijamente mientras Ireth suelta sus palabras, cargadas de la lógica que siempre la acompaña. Yo sé que tiene razón; si algo aprendí de ella en estos meses es que su instinto rara vez se equivoca.
- ¿Quién puede hacer volar algo así? Buena pregunta - respondo, más para mí que para ella, porque la verdad es que no tengo ni idea. Pero me desagrada pensar en las respuestas posibles. Si es Umbrella, no será para traernos flores ni chocolatinas.
Ireth ya está en movimiento, y yo la sigo sin dudar. Siempre tiene un plan y, aunque a veces me cueste admitirlo, confío en ella más de lo que debería. Nos metemos entre los escombros, y mientras ella examina el dron con esa mirada seria, yo no puedo evitar soltar algo.
- Igual nos están grabando para un documental… algo tipo "Las últimas vidas humanas: edición apocalipsis" - murmuro con una sonrisa torcida, aunque en mi cabeza ya estoy haciendo cálculos. Si nos están vigilando, es por una razón. Nadie pone en marcha una máquina así porque le sobre el tiempo.
Entonces, el dron desciende un poco más. Su zumbido se intensifica, como si estuviera respondiendo a nuestra presencia. Eso me pone en alerta al instante.
- Genial, ahora nos sigue - digo mientras mis ojos no se despegan del aparato. Muevo la cabeza rápidamente, buscando algo útil entre los escombros. Quizás una tubería o una piedra grande para derribarlo. Pero justo cuando estoy a punto de decirle a Ireth que lo destruyamos, algo cambia.
El dron se detiene en seco y proyecta una luz, un haz que ilumina el suelo delante de nosotros. Al principio, no parece nada especial, sólo un círculo de luz blanca que parpadea, pero luego veo lo que parece un símbolo. ¿Un logo? Me inclino hacia delante para verlo mejor y siento el peso de Ireth observándome desde detrás, probablemente lista para decirme que tenga cuidado. Pero no me importa. Necesito saber qué es esto.
- ¿Es… un mapa? - susurro mientras mis ojos intentan descifrar las líneas y formas proyectadas. Y sí, parece un mapa esquemático, pero incompleto. Hay marcas en él, puntos que brillan de manera intermitente, y una de esas marcas está muy cerca de donde estamos ahora. La otra… está mucho más lejos, hacia el este.
Me levanto, tratando de entender qué demonios está pasando.
- Esto no es aleatorio. Nos están diciendo algo, o quieren que vayamos a algún sitio - digo, mirando a Ireth - ¿Qué crees? ¿Es una trampa? Porque si lo es, tienen un estilo bastante elaborado.
Mientras espero su respuesta, el dron se eleva de nuevo y comienza a moverse, lentamente, como si quisiera que lo siguiéramos. Sus luces parpadean rítmicamente, y no puedo evitar la sensación de que alguien, en algún lugar, está observándonos con interés. Aprieto el bate en mi mano, sintiéndome cada vez más inquieto.
- Esto está dejando de gustarme - murmuro, dando un paso hacia atrás - Pero si no lo seguimos, ¿y si estamos perdiendo algo importante?
Lanzo una mirada rápida a Ireth, esperando que ella, como siempre, tenga alguna idea mejor que la mía. Aunque, si soy sincero, hay algo en esto que me atrae. La curiosidad nunca ha sido mi mejor cualidad, pero es difícil ignorar la posibilidad de que esto sea más que un simple peligro.
- ¿Qué hacemos, Ireth? ¿Le seguimos el juego o lo mandamos al infierno? - pregunto finalmente, mientras el dron sigue flotando, paciente, como si supiera que no podremos ignorarlo por mucho tiempo.
- ¿Quién puede hacer volar algo así? Buena pregunta - respondo, más para mí que para ella, porque la verdad es que no tengo ni idea. Pero me desagrada pensar en las respuestas posibles. Si es Umbrella, no será para traernos flores ni chocolatinas.
Ireth ya está en movimiento, y yo la sigo sin dudar. Siempre tiene un plan y, aunque a veces me cueste admitirlo, confío en ella más de lo que debería. Nos metemos entre los escombros, y mientras ella examina el dron con esa mirada seria, yo no puedo evitar soltar algo.
- Igual nos están grabando para un documental… algo tipo "Las últimas vidas humanas: edición apocalipsis" - murmuro con una sonrisa torcida, aunque en mi cabeza ya estoy haciendo cálculos. Si nos están vigilando, es por una razón. Nadie pone en marcha una máquina así porque le sobre el tiempo.
Entonces, el dron desciende un poco más. Su zumbido se intensifica, como si estuviera respondiendo a nuestra presencia. Eso me pone en alerta al instante.
- Genial, ahora nos sigue - digo mientras mis ojos no se despegan del aparato. Muevo la cabeza rápidamente, buscando algo útil entre los escombros. Quizás una tubería o una piedra grande para derribarlo. Pero justo cuando estoy a punto de decirle a Ireth que lo destruyamos, algo cambia.
El dron se detiene en seco y proyecta una luz, un haz que ilumina el suelo delante de nosotros. Al principio, no parece nada especial, sólo un círculo de luz blanca que parpadea, pero luego veo lo que parece un símbolo. ¿Un logo? Me inclino hacia delante para verlo mejor y siento el peso de Ireth observándome desde detrás, probablemente lista para decirme que tenga cuidado. Pero no me importa. Necesito saber qué es esto.
- ¿Es… un mapa? - susurro mientras mis ojos intentan descifrar las líneas y formas proyectadas. Y sí, parece un mapa esquemático, pero incompleto. Hay marcas en él, puntos que brillan de manera intermitente, y una de esas marcas está muy cerca de donde estamos ahora. La otra… está mucho más lejos, hacia el este.
Me levanto, tratando de entender qué demonios está pasando.
- Esto no es aleatorio. Nos están diciendo algo, o quieren que vayamos a algún sitio - digo, mirando a Ireth - ¿Qué crees? ¿Es una trampa? Porque si lo es, tienen un estilo bastante elaborado.
Mientras espero su respuesta, el dron se eleva de nuevo y comienza a moverse, lentamente, como si quisiera que lo siguiéramos. Sus luces parpadean rítmicamente, y no puedo evitar la sensación de que alguien, en algún lugar, está observándonos con interés. Aprieto el bate en mi mano, sintiéndome cada vez más inquieto.
- Esto está dejando de gustarme - murmuro, dando un paso hacia atrás - Pero si no lo seguimos, ¿y si estamos perdiendo algo importante?
Lanzo una mirada rápida a Ireth, esperando que ella, como siempre, tenga alguna idea mejor que la mía. Aunque, si soy sincero, hay algo en esto que me atrae. La curiosidad nunca ha sido mi mejor cualidad, pero es difícil ignorar la posibilidad de que esto sea más que un simple peligro.
- ¿Qué hacemos, Ireth? ¿Le seguimos el juego o lo mandamos al infierno? - pregunto finalmente, mientras el dron sigue flotando, paciente, como si supiera que no podremos ignorarlo por mucho tiempo.
- Grey:
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