Catarsis [Harley]

Había sido un viaje tranquilo. Sin sobresaltos, Math condujo sin problemas el jeep y cuando llegaron al hangar estaba a punto de marcharse, pero entonces Harley se le acercó. Ya había tenido bastante con las explicaciones sobre lo ocurrido, Marcus y ahora estaba ella. Math se giró para decirle que no tenía ganas de nada, que era mejor que se marchara, no le apetecía hablar y entonces ella habló y él se la quedó mirando. Con esa cara de preocupación y ganas de ayudarle. ¿Se merecía algo así? No la había estado tratando bien, y ella era la única persona en la que podía confiar.

Andersen se giró hacia ella y fue directo a abrazarla.

- Lo siento - era más que evidente que no estaba bien. Soltó su mochila, dejándola caer sin importar la altura y la rodeó con ambos brazos en un fuerte abrazo en el que él hundió su cabeza en el hombro de ella.

Se sentía un idiota.

- Creo que... nos vendría bien una cerveza - sonrió amargamente. - ¿Todavía guardas los palos de golf? - se apartó con suavidad de ella. Recogió la mochila y se la colgó al hombro, no se sentía del todo cómodo allí, con tanta gente mirando. - ¿Nos vemos donde siempre en media hora?

A la hora indicada, Math, bajó con su mochila a la planta donde antes solían reunirse siempre. Era una zona por la que nunca solía pasar nadie, así que aprovechaban para jugar al golf y beber alguna cerveza de las que le pasaban a Mathias algunos de sus compañeros.

Se sentó en el suelo, en mitad del pasillo, pegando la espalda a la pared. Le faltaba el aire, intranquilidad... ¿Por qué? Mientras esperaba a la mujer, sacó el bote de pastillas de su bolsillo y se llevó una a la boca. Las seguía necesitando, siempre se decía que a la semana siguiente las dejaría y... aún seguía con ellas. Pero era la única forma de calmar esa pesadez, de sentirse tranquilo, aunque algo le decía que se trataba de algo psicológico. Por más que no quisiera aceptarlo.

Por fin había visto algo en él que me había recordado a los viejos tiempos. Acepté su invitación y me marché a mi dormitorio para cambiarme y darme una ducha.

Hacía meses que no paseaba por aquella zona de la base. Sonreí al ver a Math allí sentado y alcé el palo de golf y la lata en mis manos a modo de saludo.

— ¿Has perdido tu palo? — fruncí el ceño. — Bueno, te dejo el mío, no te preocupes — avancé un poco más por el pasillo colocando la lata y sacando la pelota, luego regresé junto a Mathias.

— Creo recordar que alguien quería una revancha, ¿no? — sonreí ligeramente a la vez que le pasaba el palo de golf. La última vez fui yo quien ganó la partida, y Math se picó conmigo, exigiendo una revancha que no llegó, porque antes ocurrió su accidente.

No iba a comentar nada de lo ocurrido aquel día, ni siquiera nada sobre lo de su accidente o los últimos meses. Lo único que me importaba en aquel momento es que Math daba un atisbo de volver a ser él. — Bueno, ¿y esa cerveza que se me prometió? — me crucé de brazos y me apoyé en la pared.

- Eso parece... - Math sonrió ampliamente cuando Harley le recordó lo de la revancha, ahora se encontraba mucho mejor, después de haberse tomado esas pastillas, era lo único que calmaba su ansiedad y mal humor.

- Bueno, veamos quién juega mejor- hizo una mueca a la vez que tomaba el palo de golf de ella. Su palo, a saber dónde estaba, tras el accidente había puesto patas arriba su vida y se deshizo de muchas cosas. Math colocó la bola y se preparó para el golpe.

- Están en mi mochila, borracha...- señalo con la cabeza la dirección en la que la había dejado y golpeó la pelota de golf con aquel hierro. Se olvidó por completo del bote de pastillas, dejó de lado todo cuanto le estaba atormentando en aquel día. Era como retroceder en el pasado, a cuando las cosas iban a mejor, pese a que su visión le siguiera recordando que nada estaba bien. Alejaba aquellos pensamientos negativos. Su desorden, su visión... Una parte de él se preguntaba si no era él mismo su peor enemigo, tal vez hubiera podido continuar con su vida si no hubiera sido un cobarde, si no se hubiera contentado con lo que le daban y la pena. Igual tuvo que pelear más... pero todo eso quedaba ahogado bajo las pastillas y el alcohol. Math, tras golpear la pelota se hizo con otra de las cervezas, que abrió con una de sus chapas. La alzó en dirección a Harley y dio un largo trago.

- Gracias- dijo después, mirando fijamente a la mujer, si no fuera por ella... no sabría qué había sido de él. No era una situación mucho mejor que la de ahora, porque él mismo se había empeñado en alejarse de todos, pero ella había seguido insistiendo en ayudarle e igual... si que podía tomar otra alternativa. Necesitaba pelear, ella se lo había dejado claro. -Por Marcus- añadió después y volvió a beber. No se olvidaría jamás de aquel hombre. ¿Había sido su culpa, podría haber hecho otra cosa diferente? Igual sí, igual no... ya era tarde, lo que sí podía hacer era esforzarse porque no volviera a pasar, Harley le había demostrado que podía hacerlo. Y con ella de su lado seguro que así era. Llevaba meses sin un pensamiento tan positivo como aquel.

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— Por Marcus — yo también alcé mi botellín y brindé con él. — Uno de los soldados más cabezones y testarudos que habrá pisado esta base, hooyah — añadí en voz baja, en su honor, nunca era fácil perder a un compañero, pero era algo que siempre pasaba. — Algún día nuestros caminos se cruzarán... — bebí un largo trago. Lo de Marcus había sido terrible, nadie merecía esa muerte.

— ¿Y así quieres reclamar una revancha? — empecé a reírme de su desastrosa lanzada. — Deja que te enseñe cómo se hace — me acerqué hasta él y estiré mi mano para quitarle el palo de golf, todo sin apartar la mirada de la suya.

— Veamos... — decía mientras golpeaba la pelota con el palo. — No ha sido muy bueno, pero desde luego mejor que el tuyo... — le devolví el palo y volví a beber de mi botella.

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- Estás haciendo trampas - concluyó él aguantando una sonrisa en sus labios, todo para molestarla a ella, ya que él sabía quién había lanzado mejor y era obvio que no había sido él. Mathias se hizo con el palo de golf y se preparó para tirar.

- Tranquila Køhler, aún no se ha decidido nada - el hombre golpeó con suavidad la pelota de golf para mandarla lo más lejos posible y a su vez tratando de mantener la trayectoria de la lata. - ¿Quieres apostar algo a que remonto? - alzó la mirada en dirección de la morena, estaba muy seguro de sus palabras, o al menos aparentaba que lo estaba.

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— ¿Esa es tu única justificación lógica? — enarqué una ceja, tratando de evitar que mis labios se curvaran en una sonrisa. Simulando mayor seriedad para la partida, pues ahora me tocaba a mi.

— Sujétame la cerveza... — ahora si que no pude evitar reírme al decir aquello. Miles de anécdotas aparecieron en mi cabeza. — ¿No es esa frase con la que solíamos empezar todas las broncas en la taberna de la base? — le quité el palo de golf y preparé la bola.

— Recuerdo una ocasión en la que hasta nos llevaron a los calabozos y tú te pasaste la noche roncando por la borrachera que llevabas encima... — sonreí mientras la bola era golpeada con el palo. Esta salió hacia adelante dejándome un poco mal. No había sido un buen movimiento, así que me limité a poner cara de póker y entregarle el hierro.

— Ahora es todo tuyo — dije al devolverle el palo de golf. — ¿Qué ibas a apostar? Puede que me interese.

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- Harley, creo que acabas de concederme la victoria con ese golpe - Math le devolvió la cerveza con una amplia sonrisa en su rostro. Muy satisfecho con el estrepitoso golpe que su compañera había realizado.

- Mira y aprende - empezó a decir él con mucho orgullo y se quedó mirando la maldita bola con cara de pocos amigos. No le había salido bien, es más, Harley acababa de ganar esa ronda. - ¿Al mejor de tres? Llevo meses sin jugar... - sonrió, en esta ocasión de otra forma, amable. No le importaba perder, eran los piques que tenía con ella. - Estás teniendo muy buena suerte, aceptalo - seguía diciendo él mientras sujetaba la cerveza en su derecha y le pasaba el palo de golf.

- Y aquí la única que ronca eres tú - la señaló con el índice en un intento de molestarla más si era posible. Su sonrisa pícara no desaparecía. - Si gano pidas el traslado a SSU y además me ayudarás a volver - ahora sí, su expresión cambió drásticamente. - No valgo para esta mierda, necesito estar ahí arriba - Math señaló la superficie, él necesitaba salir, luchar, era un soldado, no un guardia de centro comercial. Necesitaba volver a su rutina y tenía que ponerse las pilas de nuevo, ella le había demostrado que podía hacerlo.

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— Uhh... Ese tiro ha sido un poco... Ploff ¿no? — guiñé un ojo a Matt mientras cambiaba mi cerveza por el palo de golf. — No me gusta que me dejen ganar — me había gustado picarle siempre y aquella era la mejor forma de hacerlo.

Avancé, con el palo de golf entre las manos, me preparé y golpeé la pelota. No había sido un buen golpe, pero sí mejor que el de Matt. Sonreí satisfecha y cuando me giré la sonrisa desapareció, disimulando por completo. Avancé hasta Matt y le entregué el palo de golf. Sujeté mi cerveza y bebí un largo trago. Todo como quien no quería la cosa, como si no le importase ganar o perder.

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No pudo evitar más que sonreír cuando se dio cuenta de que Harley acababa de ganarle esa ronda, aunque todavía podía empatar.

- Veamos qué pasa ahora... - sujetó el palo de golf y se preparó para golpear la pelota. - No cantes victoria tan pronto Køhler - la miró de reojo y esta vez golpeó la pelota sin ni siquiera mirarla. Total, ya no importaba mucho, habían dicho al mejor de tres. En realidad ahora le importaba bien poco lo que fuera a suceder, ambos estaban compartiendo un momento, algo que llevaban meses sin hacer y no se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba aquello hasta que simplemente ocurrió.

- Veamos... - la pelota fue contra la pared, rebotó contra la de enfrente y se quedó prácticamente en el mismo sitio que en el que estaba. - Estarás conmigo en que hay que tener un don para hacer eso, ¿no? - decidió tomárselo con humor. Bastaba con que Harley golpease su pelota un poco para superar aquel tremendo desastre. No pudo evitar echarse a reír, aunque hubiera perdido y sus golpes hubieran sido tan desastrosos.

- Pues no, esto no es como montar en bici... - suspiró y dio un trago a su cerveza. - ¿Terminas? - le devolvió el palo.

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— ¡Ohhh...! — exclamé al ver lo que sucedía con la pelota de golf, no pude evitar sonreír, había días malos en el juego y él lo estaba teniendo, pero verle reír y tomarselo de aquella forma... Era lo mejor. Tomé el palo de golf y me preparé para golpear la bola. Por muy mal que le diese, ya le había ganado y eso ocurrió.

Me giré con mi amplia sonrisa mientras volvía a dar un trago a la cerveza. Recordando todo lo que había pasado hoy, la sonrisa cesó y mis ojos se clavaron en los de Math.

— Me alegra tanto que estés de vuelta... — terminé por sincerarme. Ese nudo en mi pecho estaba ahí desde hacía meses y apenas me dejaba respirar. Le necesitaba a mi lado, siempre.

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Math rió también, ya rendido ante aquella derrota, no se podía hacer mucho más, tal vez pedir una revancha, pero en aquel momento la vio reírse de esa forma y en vez de seguir "peleando" rió con ella también. Se terminó lo que le quedaba de la bebida y al mirarla de nuevo Math solo pensó en una cosa.

Avanzó los escasos dos pasos que los separaba y se detuvo por completo, Math pestañeó varias veces y fue como si cambiara de opinión, dejó de reirse incluso y se acercó a recoger sus cosas.

- Deberíamos dejarlo para otro día, vernos mañana... ¿Tienes algo? - se agachó para recoger su mochila. Donde dejó los botellines vacíos, así sería todo más discreto. Algo rondaba su cabeza y en aquel momento hasta se mostraba incómodo.

Así que se colgó la mochila y se dispuso a marcharse.

- Nos vemos otro día, ¿si? - se acercó a ella y por un momento se detuvo, entonces se acercó lo suficiente para besar su frente. - Gracias Harley - y sin decir nada más, se marchó. Estaba muy agradecido por lo que la morena había hecho por él, pero en aquel momento sería mejor que se marchara, antes de que las cosas se torcieran.

Al reírme pude distinguir cierto brillo en su mirada, como antes. Él también parecía estar disfrutando de aquel rato y de golpe esa sensación cálida se esfumó de un hachazo.

— Math... — rígida como una estatua observé como el hombre recogía sus cosas. — ¿Math, qué pasa? — pero él parecía tener otros planes más allá de nuestra pequeña reunión. — Oh venga ya, quédate, podemos jugar otra partida y luego... — no dije nada cuando besó mi frente. Me limité a ver como se marchaba en silencio, ya había insistido suficiente.

Aquel día había sido un continuo ir y venir de sensaciones amargas y dulces. Pero le tocaba a Math hacer ahora el trabajo más difícil y era como si en ocasiones se arrepintiera de todo lo avanzado. Me apoyé en la pared y con molestia observé el techo, sin saber aún qué debía pensar o decir. Aquello era una autentica tormenta de sensaciones.

— Menuda mierda... — hice chasquear mi lengua a la vez que me distanciaba de la estructura del pasillo y me agachaba para recoger también mis cosas. Mañana sería otro día.