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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Aquella noche había sido larga, por lo que la mañana fue muy corta. La discusión con Harley el día anterior no le ayudó en nada. Math terminó su turno y fue directo a su habitación para encerrarse y dedicarse a lo único que hacía en los últimos meses: beber, fumar, drogarse, ver alguna película y poco más. Así hasta que a eso de las seis de la mañana apagaba la televisión y él se quedaba dormido, por fin, siendo el único momento del día en el que se quedaba en calma. Sin pensar en absolutamente nada, a no ser que las pesadillas irrumpieran su sueño tranquilo.
Se despertó más tarde, a eso de las diez de la mañana y solo porque la alarma comenzó a sonar. Al verla se maldijo a si mismo. Le tocaba turno de vigilancia y ni corto ni perezoso llamó a su superior para pedirle el día libre, alegando que se encontraba fatal aquella mañana, que le dolía mucho la cabeza... y funcionó. Al menos para algo le servía aquella lástima y no sería él quien se quejase en aquella ocasión. Ahora solo le importaba seguir durmiendo, por lo que en cuanto obtuvo la positiva de su superior, se dio media vuelta y continuó durmiendo.
Pero como no, las pesadillas comenzaron a sucederse. Los gritos, el sonido de las balas, la sangre y aquella criatura cuando le devoró los dedos. Apenas lograba ver, pero corría y corría, tratando de huir, tratando de salvarse por más que pesara todo su cuerpo, por más que se tropezara con sus propios pies... sabía que iba a morir, estaba muerto ya y aún así solo pensó en una única cosa antes de dejarse morir. Sí, quería morir, pero no podía hacerlo, aún no. Despertó como tantas otras veces, entre gritos y manotazos, creyendo que estaba de nuevo allí, peleando contra esa horda de zombies, sin munición, perdido, desorientado, sin llegar a ver absolutamente nada. Reaccionó tras unos segundos, en los que logró encender la luz y acomodarse en la cama, sujetando su rostro. Se hizo con el tarro de pastillas y se tomó dos de un solo trago. Entonces se dejó caer sobre el colchón.
Se despertó más tarde, a eso de las diez de la mañana y solo porque la alarma comenzó a sonar. Al verla se maldijo a si mismo. Le tocaba turno de vigilancia y ni corto ni perezoso llamó a su superior para pedirle el día libre, alegando que se encontraba fatal aquella mañana, que le dolía mucho la cabeza... y funcionó. Al menos para algo le servía aquella lástima y no sería él quien se quejase en aquella ocasión. Ahora solo le importaba seguir durmiendo, por lo que en cuanto obtuvo la positiva de su superior, se dio media vuelta y continuó durmiendo.
Pero como no, las pesadillas comenzaron a sucederse. Los gritos, el sonido de las balas, la sangre y aquella criatura cuando le devoró los dedos. Apenas lograba ver, pero corría y corría, tratando de huir, tratando de salvarse por más que pesara todo su cuerpo, por más que se tropezara con sus propios pies... sabía que iba a morir, estaba muerto ya y aún así solo pensó en una única cosa antes de dejarse morir. Sí, quería morir, pero no podía hacerlo, aún no. Despertó como tantas otras veces, entre gritos y manotazos, creyendo que estaba de nuevo allí, peleando contra esa horda de zombies, sin munición, perdido, desorientado, sin llegar a ver absolutamente nada. Reaccionó tras unos segundos, en los que logró encender la luz y acomodarse en la cama, sujetando su rostro. Se hizo con el tarro de pastillas y se tomó dos de un solo trago. Entonces se dejó caer sobre el colchón.
Pese a mi esguince, aquella mañana me presenté en el trabajo, muletas incluidas. Los turnos por lo general eran sencillos, simplemente había que pasear por la base y asegurarse de que todo estaba en orden. Nos asignaban un espacio y te limitabas a que nada saliera de control. Podría hacerlo hasta a gatas si hiciera falta.
— ¡Buenos días! — saludé mientras me acercaba a mi taquilla a recoger mis cosas. — Eh, genial... — sonreí al ver a mi superior que se acercaba a mi con el cuadrante del día.
— Ayer no parecías tan contento cuando te dije que vendría... — me reí con cierto tono divertido mientras sacaba mi cinturón de la taquilla y me lo colocaba. — Y sigo pensando que deberías estar de baja... — el hombre miró mi pie y luego alzó la mirada hasta mi rostro mientras anotaba algo en el papel. — Te he asignado la ruta de Andersen, la C4, gracias por venir Harley — se dio la vuelta.
— ¿La de Mathias Andersen? — él se giró y asintió.
— Sí, quédate por ahí hasta eso de la una, ha avisado de que no se encontraba bien, por lo que me salvas el culo, no quería llamar a nadie en su día libre — el hombre no dijo más, simplemente se marchó mientras que yo cerraba la taquilla.
Con un suspiro me marché hacia el sector C4 a hacer el trabajo de Math. Desde que le conocía jamás se había saltado un turno, por mal que se encontrase. Y aunque el encontronazo de ayer me había puesto de muy mala humor, decidiendo incluso que a partir de ahora iba a pasar completamente de él. Cuando terminé el turno decidí ir a visitarle a su habitación.
Al llegar a la puerta me quedé con la mano a escasos milímetros de llamar. Planteandome si de verdad debía hacerlo o no. Fue muy claro con sus palabras ayer. No necesitaba ayuda, estaba bien, era... él después de lo ocurrido. Se había convertido en otra persona. Pero aquella no era la primera vez que llamaba a su puerta y no obtenía respuesta, aún a sabiendas de que se encontraba allí.
Debatí conmigo misma unos segundos más y entonces, decidí no llamar, abrí directamente la puerta. No iba a tolerar su indiferencia otra vez, no iba a aguantar sus palabras cortantes.
— Te he sustituido en tu turno — no dije más, pasé al interior de la habitación a la vez que me sorprendía al encontrarme con todo aquel desorden, Math nunca había sido tan desordenado. — Creo que empiezo a comprender lo que te pasa... — empecé a decir. — Vístete ya, nos vamos — ordené. Tenía que obligarme a mi misma a hablar con autoridad y a mostrarme así, porque por dentro deseaba salir corriendo de allí. Quien me lo iba a decir. — Odias que se compadezcan de ti, ¿no? — coloqué ambas muletas a un lado para apoyarme sobre estas. — Pues será mejor que empieces por ti mismo, eres quien más se compadece de ti — salté a la pata coja por la habitación mirando hacia mi alrededor. — Joder, solo hay que mirar aquí... — suspiré a la vez que me acercaba al panel del fondo, el cual simulaba una ventana y lo encendía. La claridad se hizo en la habitación. Con cuidado empecé a recoger prendas de ropa sucia que había por ahí y las echaba en el cajón de la ropa sucia. — Math, no moriste en ese accidente y yo necesito al Mathias de siempre, a quien me ayudó tras lo de Raccoon City, ¿te acuerdas de como me gritabas a la salida de aquella cafetería y yo te ignoraba? Ahora me toca gritarte a ti — le miré muy seria, aunque estaba a punto de derrumbarme a llorar. Sobre todo cuando me fijé en el tarro de pastillas de su mesita. Avancé como un rayo hasta la mesita, recogiendo el bote para mirarlo, ni siquiera me importó apoyar mi pie herido, aunque doliese. Leí la etiqueta y se las mostré a él. — ¿Sigues tomando esto? — pregunté con notable sorpresa. — Math... han pasado más de cinco meses, son muy adictivas — ahora sí que me dejé caer a su lado, en la cama.
— Por favor, deja que te ayude... — me apoyé en su hombro. — Te necesito de vuelta.
— ¡Buenos días! — saludé mientras me acercaba a mi taquilla a recoger mis cosas. — Eh, genial... — sonreí al ver a mi superior que se acercaba a mi con el cuadrante del día.
— Ayer no parecías tan contento cuando te dije que vendría... — me reí con cierto tono divertido mientras sacaba mi cinturón de la taquilla y me lo colocaba. — Y sigo pensando que deberías estar de baja... — el hombre miró mi pie y luego alzó la mirada hasta mi rostro mientras anotaba algo en el papel. — Te he asignado la ruta de Andersen, la C4, gracias por venir Harley — se dio la vuelta.
— ¿La de Mathias Andersen? — él se giró y asintió.
— Sí, quédate por ahí hasta eso de la una, ha avisado de que no se encontraba bien, por lo que me salvas el culo, no quería llamar a nadie en su día libre — el hombre no dijo más, simplemente se marchó mientras que yo cerraba la taquilla.
Con un suspiro me marché hacia el sector C4 a hacer el trabajo de Math. Desde que le conocía jamás se había saltado un turno, por mal que se encontrase. Y aunque el encontronazo de ayer me había puesto de muy mala humor, decidiendo incluso que a partir de ahora iba a pasar completamente de él. Cuando terminé el turno decidí ir a visitarle a su habitación.
Al llegar a la puerta me quedé con la mano a escasos milímetros de llamar. Planteandome si de verdad debía hacerlo o no. Fue muy claro con sus palabras ayer. No necesitaba ayuda, estaba bien, era... él después de lo ocurrido. Se había convertido en otra persona. Pero aquella no era la primera vez que llamaba a su puerta y no obtenía respuesta, aún a sabiendas de que se encontraba allí.
Debatí conmigo misma unos segundos más y entonces, decidí no llamar, abrí directamente la puerta. No iba a tolerar su indiferencia otra vez, no iba a aguantar sus palabras cortantes.
— Te he sustituido en tu turno — no dije más, pasé al interior de la habitación a la vez que me sorprendía al encontrarme con todo aquel desorden, Math nunca había sido tan desordenado. — Creo que empiezo a comprender lo que te pasa... — empecé a decir. — Vístete ya, nos vamos — ordené. Tenía que obligarme a mi misma a hablar con autoridad y a mostrarme así, porque por dentro deseaba salir corriendo de allí. Quien me lo iba a decir. — Odias que se compadezcan de ti, ¿no? — coloqué ambas muletas a un lado para apoyarme sobre estas. — Pues será mejor que empieces por ti mismo, eres quien más se compadece de ti — salté a la pata coja por la habitación mirando hacia mi alrededor. — Joder, solo hay que mirar aquí... — suspiré a la vez que me acercaba al panel del fondo, el cual simulaba una ventana y lo encendía. La claridad se hizo en la habitación. Con cuidado empecé a recoger prendas de ropa sucia que había por ahí y las echaba en el cajón de la ropa sucia. — Math, no moriste en ese accidente y yo necesito al Mathias de siempre, a quien me ayudó tras lo de Raccoon City, ¿te acuerdas de como me gritabas a la salida de aquella cafetería y yo te ignoraba? Ahora me toca gritarte a ti — le miré muy seria, aunque estaba a punto de derrumbarme a llorar. Sobre todo cuando me fijé en el tarro de pastillas de su mesita. Avancé como un rayo hasta la mesita, recogiendo el bote para mirarlo, ni siquiera me importó apoyar mi pie herido, aunque doliese. Leí la etiqueta y se las mostré a él. — ¿Sigues tomando esto? — pregunté con notable sorpresa. — Math... han pasado más de cinco meses, son muy adictivas — ahora sí que me dejé caer a su lado, en la cama.
— Por favor, deja que te ayude... — me apoyé en su hombro. — Te necesito de vuelta.
-¡¿Pero qué...?! - el sobresalto de Mathias fue bastante abrupto. Se estaba volviendo a quedar dormido, cuando Harley irrumpió en la habitación como un torbellino. El hombre, por un momento, a punto estuvo de pellizcarse para comprobar si se trataba de una de sus habituales pesadillas. No lo era, la morena estaba allí de verdad, hablando muy rápido y notablemente alterada. A él le costaba seguirle el ritmo y comprender todo lo que le estaba diciendo.
- No, no me hagas eso, no puedes llegar aquí y chantajearme de esa manera - se apartó rápidamente de ella, cuando se sentó a su lado y se fue al punto de la habitación en el que estaba más lejano de ella. - Harls...- empezó a decir mientras se daba la vuelta y se llevaba ambas manos a la frente. En cuanto la escuchó hablar de las pastillas fue rápidamente hacia ella y se las arrebató de las manos. -No sabes nada- las guardó en el cajón y se volvió a apartar de ella. Quería ayudarle, ¿en qué le iba a ayudar? Pero decidió callarse, no quería volver a discutir con ella, no después de verla actuar de esa forma, aunque le molestara que utilizara lo de Raccoon City con él. Se odiaba a sí mismo por todo aquello, por como había desaparecido, por cómo era él ahora, pero... ¿qué podía hacer más? Él consideraba que si hubiera muerto habría sido mejor para todos.
Recordó aquel día, como se sorprendió tanto al verla en aquella cafetería, como huyó cuando la llamó... como se sintió al darse cuenta de que era ella y no estaba muerta. No supo qué responder ante aquello, porque entonces recordó esa sensación y luego la pesadilla que acababa de tener apenas hacía unos momentos. Aún no... esas palabras no dejaban de clavarse en su cabeza.
- ¿A dónde quieres ir? - no se molestó en cambiarse el pantalón, simplemente se puso unas deportivas y su habitual sudadera. Terminó por ceder.
Cuando regresé a la base fue por ti, creo que no te lo dije en ningún momento... o no sé si alguien te lo dijo, pero fue por ti, me habría dejado morir ahí mismo si no fuera porque quería despedirme de ti, solo pensaba en ti y en que no podía desaparecer sin que supieras lo que me había pasado... - hizo una pausa. - Pero yo ya había asumido que estaba muerto - no dijo más, abrió la puerta para salir. No mentía, cuando aquella criatura le arrancó los dedos, cuando le arañaron, golpearon, mordieron...cuando dejó de ver, supo que estaba muerto. Pero solo pensó en ella, solo se permitió pensar en ella.
- No, no me hagas eso, no puedes llegar aquí y chantajearme de esa manera - se apartó rápidamente de ella, cuando se sentó a su lado y se fue al punto de la habitación en el que estaba más lejano de ella. - Harls...- empezó a decir mientras se daba la vuelta y se llevaba ambas manos a la frente. En cuanto la escuchó hablar de las pastillas fue rápidamente hacia ella y se las arrebató de las manos. -No sabes nada- las guardó en el cajón y se volvió a apartar de ella. Quería ayudarle, ¿en qué le iba a ayudar? Pero decidió callarse, no quería volver a discutir con ella, no después de verla actuar de esa forma, aunque le molestara que utilizara lo de Raccoon City con él. Se odiaba a sí mismo por todo aquello, por como había desaparecido, por cómo era él ahora, pero... ¿qué podía hacer más? Él consideraba que si hubiera muerto habría sido mejor para todos.
Recordó aquel día, como se sorprendió tanto al verla en aquella cafetería, como huyó cuando la llamó... como se sintió al darse cuenta de que era ella y no estaba muerta. No supo qué responder ante aquello, porque entonces recordó esa sensación y luego la pesadilla que acababa de tener apenas hacía unos momentos. Aún no... esas palabras no dejaban de clavarse en su cabeza.
- ¿A dónde quieres ir? - no se molestó en cambiarse el pantalón, simplemente se puso unas deportivas y su habitual sudadera. Terminó por ceder.
Cuando regresé a la base fue por ti, creo que no te lo dije en ningún momento... o no sé si alguien te lo dijo, pero fue por ti, me habría dejado morir ahí mismo si no fuera porque quería despedirme de ti, solo pensaba en ti y en que no podía desaparecer sin que supieras lo que me había pasado... - hizo una pausa. - Pero yo ya había asumido que estaba muerto - no dijo más, abrió la puerta para salir. No mentía, cuando aquella criatura le arrancó los dedos, cuando le arañaron, golpearon, mordieron...cuando dejó de ver, supo que estaba muerto. Pero solo pensó en ella, solo se permitió pensar en ella.
Escuché cuanto tenía que decir con notable tristeza, aquellas palabras habían sido lo máximo que Mathias me había contado sobre su accidente. Jamás ne había hablado de él, todo lo que sabía era por terceros, como los médicos o aquellos que le llevaron a la mesa de operación. Aquel día tuvo mucha suerte en realidad. Pero él no lo quería ver así.
— Gracias — logré decir con la voz ligeramente entrecortada. — Pero ahora voy a ser algo más egoísta, y me vas a hacer otro favor, vamos — salí de la habitación tirando de su mano. No dije nada más, simplemente le arrastré por el pasillo hacia los ascensores y una vez allí pulsé el botón de la planta de entrenamiento. Había esperado demasiado tiempo para aquello y no entendía como no le había arrastrado antes hasta allí.
— Cuando te degradaron, recuerdo que basjate aquí, como otro lunes cualquiera, llevamos sin disparar meses y antes, mínimo dos veces por semana veníamos aquí... Y ese lunes, cuando vaciaste el cargador en la pared... Recuerdo que me limité a darte un abrazo y te largaste — tragué saliva. El ascensor se paró, las puertas se abrieron y sujeté su mano de nuevo para obligarle a seguirme. — Aquel día no debí abrazarte, debí obligarte a seguir disparando hasta que acertaras en la puta chapa — sí, estaba molesta conmigo misma. — Debiste seguir entrenando para adaptarte a tu nueva situación y volver a ser tú — empujé la puerta de la sala de tiro y pasamos al interior. — Debí gritarte como cuando tú lo hiciste conmigo, como cuando me sacaste de esa maldita cafetería Math, estaría muerta de no ser por ti y tú estás vivo según por mi, así que por favor, confía en mi como yo lo hice en ti — sentí las lágrimas a punto de desbordarse de mis ojos, pero me contuve.
El revisor de la galería nos colocó en el mostrador dos pistolas, gafas y auriculares. Nos dieron las dos últimas galerías como favor personal y podríamos estar allí toda la tarde si queríamos, ahora necesitaba que Math pusiera de su parte.
— Tienes que aprender a mirar de nuevo Math — recogí mis cosas y fui hacia las dos últimas galerías mientras me colocaba los auriculares y las gafas de protección. La pistola que nos habían dejado eran dos five seven como las nuestras, mientras colocaban las dos chapas comprobé el arma y apunté a la cabeza de la figura. Hice un solo disparo, para empezar. No fue un disparo perfecto, pero al menos le di en la cabeza, me giré hacia Math.
— Math, por favor...
— Gracias — logré decir con la voz ligeramente entrecortada. — Pero ahora voy a ser algo más egoísta, y me vas a hacer otro favor, vamos — salí de la habitación tirando de su mano. No dije nada más, simplemente le arrastré por el pasillo hacia los ascensores y una vez allí pulsé el botón de la planta de entrenamiento. Había esperado demasiado tiempo para aquello y no entendía como no le había arrastrado antes hasta allí.
— Cuando te degradaron, recuerdo que basjate aquí, como otro lunes cualquiera, llevamos sin disparar meses y antes, mínimo dos veces por semana veníamos aquí... Y ese lunes, cuando vaciaste el cargador en la pared... Recuerdo que me limité a darte un abrazo y te largaste — tragué saliva. El ascensor se paró, las puertas se abrieron y sujeté su mano de nuevo para obligarle a seguirme. — Aquel día no debí abrazarte, debí obligarte a seguir disparando hasta que acertaras en la puta chapa — sí, estaba molesta conmigo misma. — Debiste seguir entrenando para adaptarte a tu nueva situación y volver a ser tú — empujé la puerta de la sala de tiro y pasamos al interior. — Debí gritarte como cuando tú lo hiciste conmigo, como cuando me sacaste de esa maldita cafetería Math, estaría muerta de no ser por ti y tú estás vivo según por mi, así que por favor, confía en mi como yo lo hice en ti — sentí las lágrimas a punto de desbordarse de mis ojos, pero me contuve.
El revisor de la galería nos colocó en el mostrador dos pistolas, gafas y auriculares. Nos dieron las dos últimas galerías como favor personal y podríamos estar allí toda la tarde si queríamos, ahora necesitaba que Math pusiera de su parte.
— Tienes que aprender a mirar de nuevo Math — recogí mis cosas y fui hacia las dos últimas galerías mientras me colocaba los auriculares y las gafas de protección. La pistola que nos habían dejado eran dos five seven como las nuestras, mientras colocaban las dos chapas comprobé el arma y apunté a la cabeza de la figura. Hice un solo disparo, para empezar. No fue un disparo perfecto, pero al menos le di en la cabeza, me giré hacia Math.
— Math, por favor...
- DADOS:
- Lanzo dos dados, como si fuera un zombie, pero sin mi defensa ni su ataque, porque estamos comprobando puntería.
DADO 1 MI ATAQUE
DADO 2 SU "DEFENSA"
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-No es lo mismo Harls - Math miró la pistola, se quedó allí unos segundos, llevaba meses sin disparar. Ella fue directa a la galería, él se debatía entre probar de nuevo o marcharse. ¿No era lo mismo, no? La cabeza le daba vueltas, Andersen no podía dejar de pensar en aquel día en Los Angeles, en cuando la encontró. Cuando vio que seguía viva, en como se sintió y no pudo evitar tratar de ponerse en su lugar.
-Vamos allá - recogió los materiales sin pensar más y fue directo con Harley. Se acercó a su galería para mirar el disparo, no estaba nada mal. -Bueno, ahora yo... - se colocó las gafas y los auriculares. En un movimiento automático revisó el cargador y le quitó el seguro al arma. Aquello le produjo una sensación extraña, había pasado tanto tiempo... y se sintió tan mal cuando vio su pésima puntería. No quería volver a pasar por ello y al verse con el arma delante del panel... miró hacia atrás y a punto estuvo de irse si no fuera porque Harley se lo estaba prácticamente rogando.
Pasaron los segundos, tal vez minutos. Math observaba el cartel con el arma entre sus manos sin moverse.
-Mirar de nuevo - susurró.
Apuntó, ya lo había intentado la otra vez, ahora tenía que tener en cuenta que su visión no era la misma, que no tenía percepción de la profundidad... la ventaja ahora era que estaba acostumbrado a ver así, que durante todos esos meses se había adaptado a observar, a tener mejores referencias de su alrededor. Miró de nuevo, apuntó y apretó el gatillo.
-Vamos allá - recogió los materiales sin pensar más y fue directo con Harley. Se acercó a su galería para mirar el disparo, no estaba nada mal. -Bueno, ahora yo... - se colocó las gafas y los auriculares. En un movimiento automático revisó el cargador y le quitó el seguro al arma. Aquello le produjo una sensación extraña, había pasado tanto tiempo... y se sintió tan mal cuando vio su pésima puntería. No quería volver a pasar por ello y al verse con el arma delante del panel... miró hacia atrás y a punto estuvo de irse si no fuera porque Harley se lo estaba prácticamente rogando.
Pasaron los segundos, tal vez minutos. Math observaba el cartel con el arma entre sus manos sin moverse.
-Mirar de nuevo - susurró.
Apuntó, ya lo había intentado la otra vez, ahora tenía que tener en cuenta que su visión no era la misma, que no tenía percepción de la profundidad... la ventaja ahora era que estaba acostumbrado a ver así, que durante todos esos meses se había adaptado a observar, a tener mejores referencias de su alrededor. Miró de nuevo, apuntó y apretó el gatillo.
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— ¿Math? — era como si el hombre no me estuviera escuchando, pero al menos logré que se acercara hasta el casillero de la galería contigua, me quedé quieta, esperando a escuchar un disparo que no llegaba, estaba expectante. El disparo resonó con fuerza en toda la galería y tuve que quitarme las gafas para ver de verdad lo que acababa de pasar.
— Math — susurré mientras me acercaba por detrás, habiendo dejado con anterioridad mi arma en mi casillero. — Ese disparo... — empecé a decir con cierto nerviosismo. — ¡Stuart, por favor, acerca el panel! — podía verlo desde nuestra posición, pero por si acaso necesitaba que lo movieran. El panel comenzó a deslizarse hacia nosotros rápidamente, hasta quedar a un escaso medio metro de donde estábamos Mathias y yo.
— Es perfecto — le miré. — Dime que no ha sido al tuntún... — me reí con cierto nerviosismo. El agujero del cartel estaba en pleno centro de la cabeza de la figura. Había hecho todo un pleno, a nada más ni nada menos que 30 metros de distancia. — Sigue disparando — le hice una señal a Stuart para que volviera a colocar el panel en su distancia. — ¡Stuart sube a 50! — grité. Ambos paneles comenzaron a deslizarse hacia el fondo de la galería, me coloqué las gafas de nuevo. Volví a apuntar y disparar, esta vez cuatro disparos seguidos.
— Math — susurré mientras me acercaba por detrás, habiendo dejado con anterioridad mi arma en mi casillero. — Ese disparo... — empecé a decir con cierto nerviosismo. — ¡Stuart, por favor, acerca el panel! — podía verlo desde nuestra posición, pero por si acaso necesitaba que lo movieran. El panel comenzó a deslizarse hacia nosotros rápidamente, hasta quedar a un escaso medio metro de donde estábamos Mathias y yo.
— Es perfecto — le miré. — Dime que no ha sido al tuntún... — me reí con cierto nerviosismo. El agujero del cartel estaba en pleno centro de la cabeza de la figura. Había hecho todo un pleno, a nada más ni nada menos que 30 metros de distancia. — Sigue disparando — le hice una señal a Stuart para que volviera a colocar el panel en su distancia. — ¡Stuart sube a 50! — grité. Ambos paneles comenzaron a deslizarse hacia el fondo de la galería, me coloqué las gafas de nuevo. Volví a apuntar y disparar, esta vez cuatro disparos seguidos.
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Él también se quitó las gafas. Se quedó muy quieto, no dijo nada, Harley estaba a su lado, pidió que acercaran ese panel, había sido un disparo perfecto, podía verlo en el panel. Siguiô totalmente petrificado, mordiendose el interior de la mejilla.
-Harley, ¿no es un truco, no? - su voz sonó ligeramente asustada. Estaba realmente preocupado, quería que fuera de verdad, necesitaba que fuera de verdad. Así que no dijo nada más. Ella disparó cuatro veces más, y Mathias se preparó de nuevo e hizo lo propio.
Cuando terminó le hizo una señal al tal Stuart para que acercase el panel. En cuanto este llegó Mathias lo levantó para comprobar la parte trasera, no había nada, todo estaba bien, los disparos, los cuatro habían sido aciertos en la cabeza, todos disparos muy buenos, uno de ellos incluso en el mismo lugar que el anterior. Miró a Harley de reojo. El primer día de prácticas tras el accidente había sido un desastre y por ello no solo asumió su inutilidad, si no que no volvió a practicar.
-Harley, ¿me dejarías tu barrett? Me gustaría probarlo - quería probarse a si mismo, ahora que sentía esa punzada de... ¿Esperanza?
-Pero... Quiero probarlo fuera - se giró hacia ella completamente, si Harley quería ponerle a prueba tenía que hacerlo de verdad.
-Harley, ¿no es un truco, no? - su voz sonó ligeramente asustada. Estaba realmente preocupado, quería que fuera de verdad, necesitaba que fuera de verdad. Así que no dijo nada más. Ella disparó cuatro veces más, y Mathias se preparó de nuevo e hizo lo propio.
Cuando terminó le hizo una señal al tal Stuart para que acercase el panel. En cuanto este llegó Mathias lo levantó para comprobar la parte trasera, no había nada, todo estaba bien, los disparos, los cuatro habían sido aciertos en la cabeza, todos disparos muy buenos, uno de ellos incluso en el mismo lugar que el anterior. Miró a Harley de reojo. El primer día de prácticas tras el accidente había sido un desastre y por ello no solo asumió su inutilidad, si no que no volvió a practicar.
-Harley, ¿me dejarías tu barrett? Me gustaría probarlo - quería probarse a si mismo, ahora que sentía esa punzada de... ¿Esperanza?
-Pero... Quiero probarlo fuera - se giró hacia ella completamente, si Harley quería ponerle a prueba tenía que hacerlo de verdad.
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— ¿Qué? — esperaba no haber escuchado lo que creía haber escuchado. — No, no, no... — empecé a negar. — Math, una cosa es poner a prueba tu puntería en una galería estática y otra... — tuve que callar de golpe, porque aquello me puso muy nerviosa, pero, era un gran paso por su parte.
El problema era que él seguía sin tener una buena visión, en una pelea cuerpo a cuerpo, o a la hora de entrar en un lugar cerrado... Debía prepararse mejor antes de dar ese paso.
— Quieres blancos en movimiento — asumí. — Pero solo eso, considero que deberías empezar a entrenarte de nuevo en combate antes de salir, esto es como la rehabilitación — traté de explicarme lo mejor posible. — Debes volver a ponerte al día Math, pero poco a poco — coloqué una mano sobre su hombro. — Vámonos.
Llevé las cosas de vuelta a Stuart y salí, manteniendo la puerta abierta para Math.
— Subiremos a la superficie, mañana, pediré el turno de revisión de las placas solares, allí siempre hay zombies merodeando, podrás... Ponerte las botas — tenía la esperanza de que todo fuera bien, pero podía ocurrir cualquier cosa.
— A primera hora Math, así que será mejor que descanses — expliqué mientras avanzaba por el pasillo. — ¿Qué me dices? Tendrás que cuidar de mi además — no pude evitar sonreír, mientras señalaba mi pie.
El problema era que él seguía sin tener una buena visión, en una pelea cuerpo a cuerpo, o a la hora de entrar en un lugar cerrado... Debía prepararse mejor antes de dar ese paso.
— Quieres blancos en movimiento — asumí. — Pero solo eso, considero que deberías empezar a entrenarte de nuevo en combate antes de salir, esto es como la rehabilitación — traté de explicarme lo mejor posible. — Debes volver a ponerte al día Math, pero poco a poco — coloqué una mano sobre su hombro. — Vámonos.
Llevé las cosas de vuelta a Stuart y salí, manteniendo la puerta abierta para Math.
— Subiremos a la superficie, mañana, pediré el turno de revisión de las placas solares, allí siempre hay zombies merodeando, podrás... Ponerte las botas — tenía la esperanza de que todo fuera bien, pero podía ocurrir cualquier cosa.
— A primera hora Math, así que será mejor que descanses — expliqué mientras avanzaba por el pasillo. — ¿Qué me dices? Tendrás que cuidar de mi además — no pude evitar sonreír, mientras señalaba mi pie.
-Está bien, Harls, mañana veremos qué pasa - no las tenía todas consigo. Aunque ahora se sentía algo de mejor humor, incluso sonrió ligeramente a su comentario de irse a dormir pronto. -Lo sé, pero... ¿Poco a poco, no? - se encogió de hombro al repetir sus propias palabras.
Caminó junto a ella por aquel largo pasillo. Hacía bastante tiempo que no compartían una conversación tan larga como aquella. En sus últimos encuentros se habían intercambiado con suerte un par de palabras. Claro que también lo había echado de menos, pero... se había sentido tan inútil, tan incapaz... Ya no era él mismo, no se sentía la persona que fue. Había sido despojado de una parte de él, quitándole lo único que había sabido hacer en toda su vida. Aquello que se le daba bien. ¿Y entonces qué le había quedado?
-Nos vemos mañana en el hangar a las siete - no sería la primera vez. Ella y él ya habían hecho limpieza de los paneles en el pasado. Así que, sería un buen inicio. La primera vez que saldría al exterior en meses y no se le ocurría una mejor compañía.
Tras decir aquello se despidió de ella y fue directo hacia su habitación, esperaba que mañana fuera un largo día, para bien.
Caminó junto a ella por aquel largo pasillo. Hacía bastante tiempo que no compartían una conversación tan larga como aquella. En sus últimos encuentros se habían intercambiado con suerte un par de palabras. Claro que también lo había echado de menos, pero... se había sentido tan inútil, tan incapaz... Ya no era él mismo, no se sentía la persona que fue. Había sido despojado de una parte de él, quitándole lo único que había sabido hacer en toda su vida. Aquello que se le daba bien. ¿Y entonces qué le había quedado?
-Nos vemos mañana en el hangar a las siete - no sería la primera vez. Ella y él ya habían hecho limpieza de los paneles en el pasado. Así que, sería un buen inicio. La primera vez que saldría al exterior en meses y no se le ocurría una mejor compañía.
Tras decir aquello se despidió de ella y fue directo hacia su habitación, esperaba que mañana fuera un largo día, para bien.
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