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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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03/11/15 Pandemonium Mañana Cafetería B.S.O.
Tras mi salida de ayer me sentía mucho más despejada, más calmada y tranquila, pese a los golpes y el esguince de tobillo. En realidad hasta me daban igual, me sentía perfectamente y eso me había hecho recapacitar sobre mi degradación. Igual debía volver a solicitar mi puesto en los SSU. Después de todo apenas había vuelto a hablar con Math, estaba enfadado desde que pedí el puesto en seguridad.
Aquel día me lo habían dado libre y eso era otra cosa que adoraba de los SSU, si salías un día al siguiente librabas. Era el equilibrio perfecto. Aunque yo ahora tenía "vacaciones" durante unos días, gracias a mi metedura de pata. Igualmente había ido a visitar a mi superior para pedirle turnos de vigilancia en los siguientes días. Podía moverme con las muletas bastante bien.
— Hey, buenos días — saludé a uno de mis compañeros, que pasó por un lateral, mientras que yo seguía a mi ritmo, saltando sobre mi pie bueno, con ayuda de las muletas.
Iba hacia la cafetería, me apetecían cantidades industriales de café con leche. Paso a paso estaba más cerca. No era la primera vez que me hacía un esguince, siempre el primer día me costaba avanzar, pero en seguida le acababa pillado en truquillo a las muletas. La misma historia de siempre en un lugar diferente.
Aquel día me lo habían dado libre y eso era otra cosa que adoraba de los SSU, si salías un día al siguiente librabas. Era el equilibrio perfecto. Aunque yo ahora tenía "vacaciones" durante unos días, gracias a mi metedura de pata. Igualmente había ido a visitar a mi superior para pedirle turnos de vigilancia en los siguientes días. Podía moverme con las muletas bastante bien.
— Hey, buenos días — saludé a uno de mis compañeros, que pasó por un lateral, mientras que yo seguía a mi ritmo, saltando sobre mi pie bueno, con ayuda de las muletas.
Iba hacia la cafetería, me apetecían cantidades industriales de café con leche. Paso a paso estaba más cerca. No era la primera vez que me hacía un esguince, siempre el primer día me costaba avanzar, pero en seguida le acababa pillado en truquillo a las muletas. La misma historia de siempre en un lugar diferente.
La tranquilidad de la habitación se vio interrumpida por el abrupto grito del hombre, quien se levantó de un salto prácticamente. La respiración de Math era cuanto menos tranquila, se encontraba notablemente alterado y nervioso. Sus manos temblrosas se movieron a tientas hasta la mesita de noche buscando el maldito frasco de pastillas. Cuando lo tocó se sintió aliviado hasta que se percató de que este estaba vacío. Encendió la lámpara de noche y buscó en los cajones de la mesita sin llegar a dar con más medicación. Andersen lanzó con furia la lámpara y se encogió, en el borde de la cama, frotando sus sienes. Aquello se le estaba escapando de las manos.
Salió de la habitación algo más de media hora después de aquello, con un ligero nerviosismo se acercó hasta la zona de vestuarios de sus antigua división. Allí, en los bancos se encontraba Mike, jugando a las cartas, él solo.
-Dime que te queda algo - suplicó, él negó. -Tío, venga ya- Math parecía desesperado. Mike estaba muy tranquilo en comparación.
-Mira, llegas a ser uno más de esos tarados y le vendo hasta mi riñón si hace falta, pero tú no, no te hagas eso, siempre has sido un buen tipo, esto no te pega- Mike se mostró tranquilo, dejando caer un par de cartas sobre el banco. Aquellas palabras le enfadaron más.
-¡¿Qué coño vas a saber tú!? - Math le sujetó por el cuello de la camisa zarandeando al hombre. Mike se echó a reir, pero al mirar la cara de Andersen su sonrisa desapareció. No, Mike no vio en aquel momento a Mathias Andersen, no había mucha diferencia entre lo que ahora era y los tarados a los que solía pasarle su mercancía.
Un Mathias mucho más calmado se movía por los pasillos de Pandemonium, vestido con su habitual uniforme de seguridad. Algo desaliñado y con las ropas bastante arrugadas avanzaba dirección a la cafetería, en su habitual pausa para el café. Lo que no esperaba era toparse con Harley saltando a la pata coja sobre unas muletas.
-¿Dónde coño has metido el pie? - en realidad Math sabía lo que le había pasado, él mismo estuvo ayer al otro lado, en el Centro de Operaciones escuchando la salida de Harley, en silencio y después fue al Centro médico para preguntar por ella, sin embargo llevaban mucho tiempo sin hablar tras lo ocurrido con su degradado. No le había hecho ninguna gracia, podía soportar compasión de cualquiera, menos de ella.
Salió de la habitación algo más de media hora después de aquello, con un ligero nerviosismo se acercó hasta la zona de vestuarios de sus antigua división. Allí, en los bancos se encontraba Mike, jugando a las cartas, él solo.
-Dime que te queda algo - suplicó, él negó. -Tío, venga ya- Math parecía desesperado. Mike estaba muy tranquilo en comparación.
-Mira, llegas a ser uno más de esos tarados y le vendo hasta mi riñón si hace falta, pero tú no, no te hagas eso, siempre has sido un buen tipo, esto no te pega- Mike se mostró tranquilo, dejando caer un par de cartas sobre el banco. Aquellas palabras le enfadaron más.
-¡¿Qué coño vas a saber tú!? - Math le sujetó por el cuello de la camisa zarandeando al hombre. Mike se echó a reir, pero al mirar la cara de Andersen su sonrisa desapareció. No, Mike no vio en aquel momento a Mathias Andersen, no había mucha diferencia entre lo que ahora era y los tarados a los que solía pasarle su mercancía.
Un Mathias mucho más calmado se movía por los pasillos de Pandemonium, vestido con su habitual uniforme de seguridad. Algo desaliñado y con las ropas bastante arrugadas avanzaba dirección a la cafetería, en su habitual pausa para el café. Lo que no esperaba era toparse con Harley saltando a la pata coja sobre unas muletas.
-¿Dónde coño has metido el pie? - en realidad Math sabía lo que le había pasado, él mismo estuvo ayer al otro lado, en el Centro de Operaciones escuchando la salida de Harley, en silencio y después fue al Centro médico para preguntar por ella, sin embargo llevaban mucho tiempo sin hablar tras lo ocurrido con su degradado. No le había hecho ninguna gracia, podía soportar compasión de cualquiera, menos de ella.
— ¡Me cago en la puta...! — gtité con un buen sobresalto cuando Math me habló a mis espaldas. Todo por el susto que me había dado y porque a punto estuve de caerme al perder el equilibrio con las malditas muletas.
— Ayer salí, ya sabes, gajes del oficio — me encogí de hombros. Al mirarle mejor traté de poner mi mejor cara de póker, Math daba pena y ya no era por sus heridas, a eso me había acostumbrado. Pero esas ojeras, el pelo, el estado de su ropa... Ya no se molestaba en cuidarse en absolutamente nada.
— ¿Quieres un café? — pregunté mientras comenzaba a caminar de nuevo, con ayuda de las muletas. — Bueno, siendo la hora que es... Seguro que ya ibas a por uno — sonreí, había cosas que no cambiaban.
No recordaba la última vez que habíamos hablado, pero era demasiado tiempo para lo que solía ser antes. Desde su accidente todo había cambiado. Yo quería pasar más tiempo con él y Math se alejaba de todo el mundo, incluso de mi.
— Te habría... — no terminé la frase, seguí caminando. No, era mejor que me callase. Logré alcanzar la puerta de la cafetería y con una destreza de lo más ridícula, logré empujar la puerta, pasar con ayuda de las muletas y mantener la puerta abierta para que pasara él también. En un trabajo que de normal habría durado escasos segundos, a mi me había llevado un minuto entero.
El pabellón de la cafetería estaba bastante despejado, cosa normal teniendo en cuenta que la mayoría del personal se encontraba trabajando. Avancé con calma hasta una de las mesas y me dejé caer en el banco.
— Va, te toca a ti ahora — le pasé mi tarjeta. — Trabajo en equipo — sonreí ampliamente, por un lado habría querido ir yo misma a por los cafés, pero sinceramente estaba ya harta de las muletas. No era un gran esfuerzo, simplemente era una tarea bastante aparatosa. Por no hablar de regresar luego con los cafés y las muletas.
Tal vez en otro momento me habría marchado, pero echaba de menos hablar con él, pese a todo.
— Ayer salí, ya sabes, gajes del oficio — me encogí de hombros. Al mirarle mejor traté de poner mi mejor cara de póker, Math daba pena y ya no era por sus heridas, a eso me había acostumbrado. Pero esas ojeras, el pelo, el estado de su ropa... Ya no se molestaba en cuidarse en absolutamente nada.
— ¿Quieres un café? — pregunté mientras comenzaba a caminar de nuevo, con ayuda de las muletas. — Bueno, siendo la hora que es... Seguro que ya ibas a por uno — sonreí, había cosas que no cambiaban.
No recordaba la última vez que habíamos hablado, pero era demasiado tiempo para lo que solía ser antes. Desde su accidente todo había cambiado. Yo quería pasar más tiempo con él y Math se alejaba de todo el mundo, incluso de mi.
— Te habría... — no terminé la frase, seguí caminando. No, era mejor que me callase. Logré alcanzar la puerta de la cafetería y con una destreza de lo más ridícula, logré empujar la puerta, pasar con ayuda de las muletas y mantener la puerta abierta para que pasara él también. En un trabajo que de normal habría durado escasos segundos, a mi me había llevado un minuto entero.
El pabellón de la cafetería estaba bastante despejado, cosa normal teniendo en cuenta que la mayoría del personal se encontraba trabajando. Avancé con calma hasta una de las mesas y me dejé caer en el banco.
— Va, te toca a ti ahora — le pasé mi tarjeta. — Trabajo en equipo — sonreí ampliamente, por un lado habría querido ir yo misma a por los cafés, pero sinceramente estaba ya harta de las muletas. No era un gran esfuerzo, simplemente era una tarea bastante aparatosa. Por no hablar de regresar luego con los cafés y las muletas.
Tal vez en otro momento me habría marchado, pero echaba de menos hablar con él, pese a todo.
-Aquí tiene señorita - Math depositó ambos vasos de café en la mesa y le devolvió la tarjeta a Harley. Se sentó frente a ella y dio el primer sorbo al café en silencio.
-Sigues sin explicarme cómo te hiciste eso - habló por fin. Math desviaba la mirada de ella, era incapaz de mirarla después de lo que había estado haciendo apenas unos minutos atrás. Él sabía que no estaba bien, pero se engañaba. Se decía que el dolor era demasiado y que de verdad lo necesitaba, que lo dejaría poco a poco, en cuanto se encontrara mejor. Pero eso no pasaba. Primero se prometió dejarlo la semana siguiente, y cuando llegaba esa semana, sería la siguiente y la siguiente... Hasta aquella fecha.
-Hoy sabe a rayos esto - añadió sin saber muy bien qué más podía decir después de todo. El café de allí iba por días, a veces sabía delicioso y otras ocasiones a rayos. No había un término medio. Se preguntaba quién sería el que lo hacía bien. Harley parecía estar bien, como siempre, pese a los golpes y el esguince de tobillo. Ayer se alegró de saber que había salido a la superficie. Aquel sería el primer paso de su vuelta a los SSU, estaba convencido de ello. Pero también no pudo evitar preocuparse cuando los problemas llegaron y escuchó a la mujer explicar la situación. Incluso se planteó en un momento dado ascender él mismo a la superficie para ayudarla. Después se dio cuenta de que no iba a servir de nada, de que solo sería un lastre más y se odió más que nunca, por volver a sentirse así de inútil, por no poder ni siquiera ayudar a su compañera, cuando lo estaba pasando mal y para colmo prácticamente allí mismo, junto a la base. De nuevo comenzó a sentir aquella sensación de pesadez, de que le faltaba el aire por más que respirase.
-Debería marcharme Harls - habló sin pensar. No se sentía cómodo. -Solo tengo diez minutos - se puso en pie sujetando el vaso de papel, le quedaba aún un poco y se lo tomaría de vuelta a su sección. -Nos vemos... luego - ni siquiera estaba seguro de cuándo sería luego.
-Sigues sin explicarme cómo te hiciste eso - habló por fin. Math desviaba la mirada de ella, era incapaz de mirarla después de lo que había estado haciendo apenas unos minutos atrás. Él sabía que no estaba bien, pero se engañaba. Se decía que el dolor era demasiado y que de verdad lo necesitaba, que lo dejaría poco a poco, en cuanto se encontrara mejor. Pero eso no pasaba. Primero se prometió dejarlo la semana siguiente, y cuando llegaba esa semana, sería la siguiente y la siguiente... Hasta aquella fecha.
-Hoy sabe a rayos esto - añadió sin saber muy bien qué más podía decir después de todo. El café de allí iba por días, a veces sabía delicioso y otras ocasiones a rayos. No había un término medio. Se preguntaba quién sería el que lo hacía bien. Harley parecía estar bien, como siempre, pese a los golpes y el esguince de tobillo. Ayer se alegró de saber que había salido a la superficie. Aquel sería el primer paso de su vuelta a los SSU, estaba convencido de ello. Pero también no pudo evitar preocuparse cuando los problemas llegaron y escuchó a la mujer explicar la situación. Incluso se planteó en un momento dado ascender él mismo a la superficie para ayudarla. Después se dio cuenta de que no iba a servir de nada, de que solo sería un lastre más y se odió más que nunca, por volver a sentirse así de inútil, por no poder ni siquiera ayudar a su compañera, cuando lo estaba pasando mal y para colmo prácticamente allí mismo, junto a la base. De nuevo comenzó a sentir aquella sensación de pesadez, de que le faltaba el aire por más que respirase.
-Debería marcharme Harls - habló sin pensar. No se sentía cómodo. -Solo tengo diez minutos - se puso en pie sujetando el vaso de papel, le quedaba aún un poco y se lo tomaría de vuelta a su sección. -Nos vemos... luego - ni siquiera estaba seguro de cuándo sería luego.
— Sí, luego — murmuré con sarcasmo. Hacía meses que no nos veíamos apenas, que no me hablaba, que me ignoraba... ¿Qué le había pasado conmigo? Adoraba pasar el rato con él, su compañía, nuestras charlas, las tardes de minigolf y cerveza... Y desde que tuvo el accidente parecía otra persona, completamente diferente. Sabía que había estado mal, le quise ayudar, odió mi ayuda y luego le di el espacio que tanto deseaba. Pero no había servido absolutamente de nada, tan solo para alejarnos más y aquello solo me entristecía, al menos en un principio. Después de tanto tiempo me sentía más enfadada que otra cosa. — Hasta luego Mathias.
Me terminé mi café, me puse en pie con cuidado y con la ayuda de las muletas comencé a caminar hacia la salida de la cafetería. No tenía mucho más que decirle, si él quería seguir en ese plan, pues que siguiera. Lo había intentado todo, pero si no ponía de su parte...
— Ah eso... — me giré antes de alejarme demasiado de él. — La próxima vez que quieras compartir medio minuto de tu tiempo conmigo, avísame, te pondré en mi agenda — a punto estuve de marcharme. — O igual no... igual yo también tengo mejores cosas que hacer — me arrepentí de decir aquellas palabras nada más soltarlas, pero estaba realmente enfadada con él.
— Sé que no soy nada tuyo, pero... creí que te importaba algo más, ¿sabes? — fruncí los labios. — Pensé que éramos amigos y ya ni si quiera sé qué te pasa... para estar así — negué lentamente, era incapaz de explicar con palabras cuál era el sentimiento que podía sentir con todo eso. Mi conclusión era que me sentía dolida por la repentina indiferencia que Math había desarrollado conmigo y prácticamente todo el mundo. Tras el accidente se había recluido, era algo normal... pero lo estaba llevando muy lejos y no permitía que nadie quisiera ayudarle. Ni siquiera yo, después de todo por lo que habíamos pasado juntos.
Me terminé mi café, me puse en pie con cuidado y con la ayuda de las muletas comencé a caminar hacia la salida de la cafetería. No tenía mucho más que decirle, si él quería seguir en ese plan, pues que siguiera. Lo había intentado todo, pero si no ponía de su parte...
— Ah eso... — me giré antes de alejarme demasiado de él. — La próxima vez que quieras compartir medio minuto de tu tiempo conmigo, avísame, te pondré en mi agenda — a punto estuve de marcharme. — O igual no... igual yo también tengo mejores cosas que hacer — me arrepentí de decir aquellas palabras nada más soltarlas, pero estaba realmente enfadada con él.
— Sé que no soy nada tuyo, pero... creí que te importaba algo más, ¿sabes? — fruncí los labios. — Pensé que éramos amigos y ya ni si quiera sé qué te pasa... para estar así — negué lentamente, era incapaz de explicar con palabras cuál era el sentimiento que podía sentir con todo eso. Mi conclusión era que me sentía dolida por la repentina indiferencia que Math había desarrollado conmigo y prácticamente todo el mundo. Tras el accidente se había recluido, era algo normal... pero lo estaba llevando muy lejos y no permitía que nadie quisiera ayudarle. Ni siquiera yo, después de todo por lo que habíamos pasado juntos.
Quería estar solo. ¿Tan difícil era de comprender? Ni Harley lograba calmar esa sensación de que le faltaba algo, el dolor invisible, la sensación de que esas partes de su cuerpo ardían, aunque llevaran meses fuera de él. ¿Por qué no aceptaban que el accidente le había cambiado y punto?
-¿Y por qué me tiene que pasar algo? - el hombre se dio la vuelta para acercarse a Harley, iba a añadir otra cosa pero volvió a irse y a acercarse a ella, estaba molesto por las palabras de la morena y tan enfadado que ni siquiera sabía cómo responder. -Es que ese es precisamente el problema, me tiene que pasar algo- negó mirando a ambos lados. Estaba harto de esa lástima, de que todo el mundo le preguntase, le compadecieran y que dieran por hecho que tenía un problema. -¿Y por qué no podéis pensar que estoy perfectamente? - dijo ya a su lado, en voz baja, como quien hacía una confesión secreta. -Estoy harto de que todo el mundo me diga que no estoy bien, pero sorpresa Harley, no, no estoy bien... ¿Crees que esto es estar bien? - alzó la mano derecha, mostrando los dos dedos que le faltaban y luego se señaló el ojo. -Nunca voy a volver a estar bien, porque esto no se puede recuperar joder - pronunció las últimas palabras entre dientes. De nuevo se giró para marcharse y de nuevo regresó junto a la morena. -Pero ya lo he asumido, ya me he adaptado a ello y sobrevivo, me recupero... pero claro, como ya no voy por ahí haciendo el gilipollas y el payaso, ya no estoy bien...
-Es imposible, que vuelva a estar como antes, esto jode a cualquiera, así que dejad de preguntarme qué coño me pasa - respiró hondo. -Porque es obvio joder, se ve a la vista - hizo un movimiento de cabeza negando y se marchó de la cafetería. Ni quiso terminarse el café y lo lanzó a la papelera más cercana.
-¿Y por qué me tiene que pasar algo? - el hombre se dio la vuelta para acercarse a Harley, iba a añadir otra cosa pero volvió a irse y a acercarse a ella, estaba molesto por las palabras de la morena y tan enfadado que ni siquiera sabía cómo responder. -Es que ese es precisamente el problema, me tiene que pasar algo- negó mirando a ambos lados. Estaba harto de esa lástima, de que todo el mundo le preguntase, le compadecieran y que dieran por hecho que tenía un problema. -¿Y por qué no podéis pensar que estoy perfectamente? - dijo ya a su lado, en voz baja, como quien hacía una confesión secreta. -Estoy harto de que todo el mundo me diga que no estoy bien, pero sorpresa Harley, no, no estoy bien... ¿Crees que esto es estar bien? - alzó la mano derecha, mostrando los dos dedos que le faltaban y luego se señaló el ojo. -Nunca voy a volver a estar bien, porque esto no se puede recuperar joder - pronunció las últimas palabras entre dientes. De nuevo se giró para marcharse y de nuevo regresó junto a la morena. -Pero ya lo he asumido, ya me he adaptado a ello y sobrevivo, me recupero... pero claro, como ya no voy por ahí haciendo el gilipollas y el payaso, ya no estoy bien...
-Es imposible, que vuelva a estar como antes, esto jode a cualquiera, así que dejad de preguntarme qué coño me pasa - respiró hondo. -Porque es obvio joder, se ve a la vista - hizo un movimiento de cabeza negando y se marchó de la cafetería. Ni quiso terminarse el café y lo lanzó a la papelera más cercana.
Me mostré totalmente impasible ante las palabras de Math. Por más que en aquel momento solo pensara en gritarle y mandarle a la mierda. Pero antes de que pudiera decir nada más se marchó. Ahí fue cuando me permití tomar aire y dejarme caer sobre el banco. ¿Qué le había pasado? Podía tratar de entenderle, ¿pero por qué me trataba de esa forma? A mi y a todos. ¿Por qué había decidido encerrarse de esa forma y olvidar a todo el mundo? Solo trataba de ayudarle Me apoyé en la mesa con los codos y agaché la mirada a la vez que me frotaba la cara con ambas manos.
Definitivamente Mathias Andersen había muerto el día del accidente. Igual era hora de asumirlo.
Definitivamente Mathias Andersen había muerto el día del accidente. Igual era hora de asumirlo.
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