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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Sombras en la lluvia - Erica
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Recuerdo del primer mensaje :
La lluvia era fina pero calaba como cualquier otra, el frío era cada vez mayor conforme el sol se iba escondiendo tras el horizonte y yo estaba cada vez más perdida. Mis pies me habían guiado hasta una zona donde miles de casas del mismo color y forma se separan por calles perfectamente asfaltadas. Caminé por ellas pasando la mirada de un lado a otro pensando en como sería mi hogar, si tal vez estuviese allí o, fuese donde fuese, si había algo allí que pudiese recordar. Aunque conforme iba avanzando todos los pensamientos cambiaban. Las ventanas rotas, las puertas desencajadas de su lugar, los colches volcados y calcinados solo significaba que mi casa podía estar igual o peor...
Sacudí la cabeza, debía apartar todos esos pensamientos de la cabeza ya que solo eran distracciones. ¿De que le servía recordar la cara de mi padre o de mi madre? ¿A mis hermanos si los tenia? ¿Para sufrir?... "Los recuerdos solo hacen daño" Y eso era cierto, cada vez que recordaba al Lobo mi interior se removía con angustia por saber que habría sido de él... Pero tenia que estar vivo, debía estarlo.
Estornudé con fuerza y abrazándome a mi misma me encogí de hombros acercándome a una de las casas que parecía estar en mejor estado. No esperaba encontrar nada salvo un refugio temporal hasta que el tiempo mejorara un poco aunque, viendo como el cielo se tornaba rojo como el fuego y se oscurecía, era mejor idea pasar la noche allí y seguir con la primera luz de la mañana.
Normalmente no estaba cómoda en este tipo de sitios ya que eran; según el Lobo; una trampa llena de cadáveres andantes pero a grandes males, grandes remedios. Saqué el pequeño arma y preparé el brazo derecho para asestar un golpe mientras que con la izquierda giraba el pomo lentamente hasta que emitió un clic. Abrí y di un paso atrás a la vez que la puerta chirriaba y miré el interior desde lo que yo creía que era una distancia prudencial. Me aparté el pelo con un movimiento de cabeza y entré intentando agudizar el oído por encima de mis pisadas del parqué maltratado por la falta de la mano humana... Todo parecía en silencio...
Cerré la puerta tras de mi y comencé a asegurar el resto de las habitaciones que, a mi sorpresa, estaban todas cerradas. Limpié la planta de abajo bastante rápido permitiendome hacer algún ruido para ver si algo en alguna de las habitaciones se revolvía pero, parecía no ser así. Por primera vez desde que se había despertado, había encontrado un lugar limpio a la primera.
Sonreí animada y ligeramente cantarina me moví por lo que era el salón y el recibidor taponando ventanas y puertas para que nada que quisiese comerme me viese desde fuera y, así, me senté en el cómodo y polvoriento sofá dispuesta a comerme una sabrosa lata sin preocuparme si quiera por lo que pudiese esconderse en la oscuridad.
25 Noviembre
18:57 - Lluvia
Lugar Desconocido
18:57 - Lluvia
Lugar Desconocido
La lluvia era fina pero calaba como cualquier otra, el frío era cada vez mayor conforme el sol se iba escondiendo tras el horizonte y yo estaba cada vez más perdida. Mis pies me habían guiado hasta una zona donde miles de casas del mismo color y forma se separan por calles perfectamente asfaltadas. Caminé por ellas pasando la mirada de un lado a otro pensando en como sería mi hogar, si tal vez estuviese allí o, fuese donde fuese, si había algo allí que pudiese recordar. Aunque conforme iba avanzando todos los pensamientos cambiaban. Las ventanas rotas, las puertas desencajadas de su lugar, los colches volcados y calcinados solo significaba que mi casa podía estar igual o peor...
Sacudí la cabeza, debía apartar todos esos pensamientos de la cabeza ya que solo eran distracciones. ¿De que le servía recordar la cara de mi padre o de mi madre? ¿A mis hermanos si los tenia? ¿Para sufrir?... "Los recuerdos solo hacen daño" Y eso era cierto, cada vez que recordaba al Lobo mi interior se removía con angustia por saber que habría sido de él... Pero tenia que estar vivo, debía estarlo.
Estornudé con fuerza y abrazándome a mi misma me encogí de hombros acercándome a una de las casas que parecía estar en mejor estado. No esperaba encontrar nada salvo un refugio temporal hasta que el tiempo mejorara un poco aunque, viendo como el cielo se tornaba rojo como el fuego y se oscurecía, era mejor idea pasar la noche allí y seguir con la primera luz de la mañana.
Normalmente no estaba cómoda en este tipo de sitios ya que eran; según el Lobo; una trampa llena de cadáveres andantes pero a grandes males, grandes remedios. Saqué el pequeño arma y preparé el brazo derecho para asestar un golpe mientras que con la izquierda giraba el pomo lentamente hasta que emitió un clic. Abrí y di un paso atrás a la vez que la puerta chirriaba y miré el interior desde lo que yo creía que era una distancia prudencial. Me aparté el pelo con un movimiento de cabeza y entré intentando agudizar el oído por encima de mis pisadas del parqué maltratado por la falta de la mano humana... Todo parecía en silencio...
Cerré la puerta tras de mi y comencé a asegurar el resto de las habitaciones que, a mi sorpresa, estaban todas cerradas. Limpié la planta de abajo bastante rápido permitiendome hacer algún ruido para ver si algo en alguna de las habitaciones se revolvía pero, parecía no ser así. Por primera vez desde que se había despertado, había encontrado un lugar limpio a la primera.
Sonreí animada y ligeramente cantarina me moví por lo que era el salón y el recibidor taponando ventanas y puertas para que nada que quisiese comerme me viese desde fuera y, así, me senté en el cómodo y polvoriento sofá dispuesta a comerme una sabrosa lata sin preocuparme si quiera por lo que pudiese esconderse en la oscuridad.
Respiraba de forma costosa, a causa de los golpes y el ejercicio físico, debía recobrar el aliento, pero su segundo se esfumó como el viento. La rubia comenzó a escuchar los ruidos en la calle, así que se puso en pie poco a poco. — Uno más... — se dijo a sí misma apoyando sus manos sobre las rodillas. Necesitaba un momento, necesitaba tumbarse y dormir todo el día. Aquellas cosas iban a acabar con ella. Se habían ayudado mutuamente, Erica tomó su chakram y tras limpiarlo con su propio pantalón siguió a la pelirroja de cerca. La idea de quedarse por allí le resultaba una locura, pero en el estado de ambas no llegarían muy lejos con zombies acechando por todas partes y menos aún con tanta oscuridad.
— Ay... — suspiró. Ambas se dirigieron a una casa que parecía despejada, sin puertas o ventanas rotas, todo en su sitio y una valla de madera que rodeaba todo el perímetro. Acababan de ganar frente a un licker, ya por orgullo no se permitiría morir por simples zombies. Al pasar cerca del licker le propinó una patada a su cabeza, por pura rabia.
Mantuvo la puerta de la valla abierta para que pasara la pelirroja y cerró tras de ella.
— Menuda noche — podía escuchar los sonidos de la lluvia, ahogaban los gruñidos de los zombies que se aproximaban a los alrededores sin ver absolutamente nada, ya que ambas quedaban protegidas tras la valla. Mientras no hiciera ruido no pasaría nada, con suerte al día siguiente habrían pasado de largo. Ambas parecían dos almas en pena más, se movían pesadamente, doloridas...
— Oh, algo de suerte — susurró al darse cuenta de que la puerta trasera estaba abierta. También podría tratarse de su billete al infierno, pero la rubia prefirió mantenerse positiva. Al entrar al interior de la casa volvió a sujetar el chakram con su derecha. Había demasiada oscuridad, pero era mejor no encender luces, no quería atraer a nada más hasta allí. Miraba en varias direcciones, cruzando la cocina hasta un tenebroso pasillo.
La decisión de la rubia era marcharse en cuanto pudiera, pasaría la noche allí para recuperarse y a la mañana siguiente se escabulliría entre las sombras del amanecer sin avisar a nada ni nadie, y mucho menos la pelirroja. Erica no se dedicaba a ir por ahí haciendo amigos y aquello era más que evidente.
— Ay... — suspiró. Ambas se dirigieron a una casa que parecía despejada, sin puertas o ventanas rotas, todo en su sitio y una valla de madera que rodeaba todo el perímetro. Acababan de ganar frente a un licker, ya por orgullo no se permitiría morir por simples zombies. Al pasar cerca del licker le propinó una patada a su cabeza, por pura rabia.
Mantuvo la puerta de la valla abierta para que pasara la pelirroja y cerró tras de ella.
— Menuda noche — podía escuchar los sonidos de la lluvia, ahogaban los gruñidos de los zombies que se aproximaban a los alrededores sin ver absolutamente nada, ya que ambas quedaban protegidas tras la valla. Mientras no hiciera ruido no pasaría nada, con suerte al día siguiente habrían pasado de largo. Ambas parecían dos almas en pena más, se movían pesadamente, doloridas...
— Oh, algo de suerte — susurró al darse cuenta de que la puerta trasera estaba abierta. También podría tratarse de su billete al infierno, pero la rubia prefirió mantenerse positiva. Al entrar al interior de la casa volvió a sujetar el chakram con su derecha. Había demasiada oscuridad, pero era mejor no encender luces, no quería atraer a nada más hasta allí. Miraba en varias direcciones, cruzando la cocina hasta un tenebroso pasillo.
La decisión de la rubia era marcharse en cuanto pudiera, pasaría la noche allí para recuperarse y a la mañana siguiente se escabulliría entre las sombras del amanecer sin avisar a nada ni nadie, y mucho menos la pelirroja. Erica no se dedicaba a ir por ahí haciendo amigos y aquello era más que evidente.
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