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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Believer | Zasha
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01/03/2016
St Friedrich, Pensilvania
St Friedrich, Pensilvania
Los pies le estaban matando, aunque había conseguido que un hombre la llevara a esa parte de Estados Unidos desde donde se encontraba ambos tuvieron que separarse pues este iba a seguir hasta Nueva York; el hombre, antes de que la joven comenzara su camino hasta algún lugar remoto de la zona, le habló de volver a Kansas en un mes o así por lo que ella optó en aceptar. ¿Qué más podía hacer? Además, el hombre le había caído bastante bien; según le comentó había trabajado con su padre por lo que estar con alguien conocido le iba a venir bien.
—Joder... ¿No hay alguna casa por esta zona? —se quejó la joven acomodando mejor su mochila.
Se detuvo en mitad del camino de tierra para poder beber un trago de lo que quedaba del agua de una botella, iba a guardarla por si necesitaba esta en algún otro momento. Guardó la botella para poder proseguir su camino pero justo en ese momento, al alzar la mirada, pudo ver a un hombre a lo lejos. Frunció el ceño para así poder seguir caminando un poco más rápido, no le sonaba de nada pero no perdía nada en preguntar.
—Perdone —preguntó una vez estuvo a la altura del hombre.— ¿Me podría ayudar? Estoy buscando algún lugar en el cual quedarme pero no veo ninguna casa por los alrededores.
Tenía que tener cuidado en decir alguna cosa que le pudiera traer problemas pues tampoco sabía si ese hombre era de fiar.
— Paco, eres el compañero de paseos más soso del mundo — Zasha bostezó. — Que ya le he dicho veinte veces que me llamo John y no Paco — el hombre resopló, cansado, Zasha no le hizo ni el más mínimo caso y prosiguió con su paseo gracias a la ayuda de un bastón.
Harvey Black había accedido a dejar que Zasha saliese de vez en cuando de St. Friedrich a pasear siempre que alguien lo acompañase, su niñera era John Smith, nombre que a Zasha no le hubiera sonado de nada de no ser por haber vivido toda su vida en el poblado. Bueno, el tal John Smith debía cuidar de que los zombies no devorasen al anciano fuera de las murallas. Sí, para ella sería más sencillo dejarlos abandonados, pero al parecer los gemelos habían causado cierta diversión en la mujer y además, ahora que Erica parecía tener algo de mejor trato con Harvey... cualquiera se metía con ellos.
— Tu nombre parece inventado — el tal Smith rió en silencio, el viejo no lo pillaba. Era un hombre que medía prácticamente los dos metros, calvo, moreno, de barba larga... un armario empotrado en toda regla, que cargaba con un arma de fuego y un hacha a la espalda. — ¿Qué ha pasado con esos nombres tipo Jeremaiah, Tobias, Thomas...? — iba diciendo el anciano. — Ahora los chavales se llaman Eric, Alex... Aiden... ¿Qué clase de no...? — el armario empotrado no le dejó seguir y Zasha estuvo a punto de darle con el bastón. — Calle viejo, escóndase a un lado, viene alguien — le hizo a un lado y Zasha pensando que igual era uno de esos zambies se calló quedando tras el árbol.
— ¡Eh, tú, alto! — exclamó el hombre alzando su pistola hacia la figura que aparecía a los lejos. — No me cuentes tu vida, este territorio... — Zasha apenas había escuchado a la joven, si alguna palabra suelta como "quedarme" o "casa". ¡Eso no era un zambie! — ¡Epa, eeeepaaa...! — exclamó él saliendo de su escondite. Alzaba las manos y movía el bastón de un lado a otro, si John de por si ya tenía cara de pocos amigos ahora parecía hasta peor. — Buenos días señorita, disculpe a este cabeza alcornoque — se colocó a un lado de John apoyando ambas manos sobre el bastón y sonrió, todas sus arrugas se remarcaron el doble. — Está viva Paco, no es un zambie — señaló lo obvio con el bastón y John suspiró resignado. — ¿Qué te pasa muchacha, necesitas ayuda? — John se giró hacia el anciano. — Zasha, esto no es una ONG — parecía realmente molesto. — Siempre haces lo mismo y Harvey un día de estos se va a... — Zasha alzó el bastón en su dirección y con la otra mano hizo gesto de pedir silencio luego señaló a la mujer. — Deja que la señorita hable primero — ahora la señaló a ella con el bastón, mientras que John, resignado, se llevó ambas manos a la cabeza y se alejó unos pasos de ellos, parecía frustrado, pero dada la cabezonería del viejo decidió inspeccionar los alrededores con disimulo por si ella no venía sola.
Harvey Black había accedido a dejar que Zasha saliese de vez en cuando de St. Friedrich a pasear siempre que alguien lo acompañase, su niñera era John Smith, nombre que a Zasha no le hubiera sonado de nada de no ser por haber vivido toda su vida en el poblado. Bueno, el tal John Smith debía cuidar de que los zombies no devorasen al anciano fuera de las murallas. Sí, para ella sería más sencillo dejarlos abandonados, pero al parecer los gemelos habían causado cierta diversión en la mujer y además, ahora que Erica parecía tener algo de mejor trato con Harvey... cualquiera se metía con ellos.
— Tu nombre parece inventado — el tal Smith rió en silencio, el viejo no lo pillaba. Era un hombre que medía prácticamente los dos metros, calvo, moreno, de barba larga... un armario empotrado en toda regla, que cargaba con un arma de fuego y un hacha a la espalda. — ¿Qué ha pasado con esos nombres tipo Jeremaiah, Tobias, Thomas...? — iba diciendo el anciano. — Ahora los chavales se llaman Eric, Alex... Aiden... ¿Qué clase de no...? — el armario empotrado no le dejó seguir y Zasha estuvo a punto de darle con el bastón. — Calle viejo, escóndase a un lado, viene alguien — le hizo a un lado y Zasha pensando que igual era uno de esos zambies se calló quedando tras el árbol.
— ¡Eh, tú, alto! — exclamó el hombre alzando su pistola hacia la figura que aparecía a los lejos. — No me cuentes tu vida, este territorio... — Zasha apenas había escuchado a la joven, si alguna palabra suelta como "quedarme" o "casa". ¡Eso no era un zambie! — ¡Epa, eeeepaaa...! — exclamó él saliendo de su escondite. Alzaba las manos y movía el bastón de un lado a otro, si John de por si ya tenía cara de pocos amigos ahora parecía hasta peor. — Buenos días señorita, disculpe a este cabeza alcornoque — se colocó a un lado de John apoyando ambas manos sobre el bastón y sonrió, todas sus arrugas se remarcaron el doble. — Está viva Paco, no es un zambie — señaló lo obvio con el bastón y John suspiró resignado. — ¿Qué te pasa muchacha, necesitas ayuda? — John se giró hacia el anciano. — Zasha, esto no es una ONG — parecía realmente molesto. — Siempre haces lo mismo y Harvey un día de estos se va a... — Zasha alzó el bastón en su dirección y con la otra mano hizo gesto de pedir silencio luego señaló a la mujer. — Deja que la señorita hable primero — ahora la señaló a ella con el bastón, mientras que John, resignado, se llevó ambas manos a la cabeza y se alejó unos pasos de ellos, parecía frustrado, pero dada la cabezonería del viejo decidió inspeccionar los alrededores con disimulo por si ella no venía sola.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Parpadeó dos veces observando al hombre alto que la estaba hablando tan mal, “y yo que únicamente le he pedido ayuda...”. Se mordió la lengua para poder evitar soltar alguna burrada de las suyas pero su atención se puso en el otro hombre que había aparecido ¿detrás de un árbol? La escena que en ese preciso momento estaba presenciando le estaba pareciendo muy entrañable pues era como si un abuelo estuviera regañando a su nieto por malos modales, llevó una mano a su boca intentando tapar la risa que había soltado.
La mirada de Keira se posó en el otro hombre el cual parecía exasperado y parecía optar por largarse de allí con resignación, intentando comprender del porqué de la hostilidad hacia ella miró hacia el hombre que quedó junto con ella.
—¿Siempre es así de gruñón? —preguntó señalando al tipo que ya estaba alejado.— Lo que decía... No tengo donde quedarme y por esta zona parece que no hay lugares para pasar la noche o días —prosiguió la joven.— ¿Sabe dónde hay algún motel abandonado o parecido? No quiero dormir, de nuevo, a la intemperie.
La mirada de Keira se posó en el otro hombre el cual parecía exasperado y parecía optar por largarse de allí con resignación, intentando comprender del porqué de la hostilidad hacia ella miró hacia el hombre que quedó junto con ella.
—¿Siempre es así de gruñón? —preguntó señalando al tipo que ya estaba alejado.— Lo que decía... No tengo donde quedarme y por esta zona parece que no hay lugares para pasar la noche o días —prosiguió la joven.— ¿Sabe dónde hay algún motel abandonado o parecido? No quiero dormir, de nuevo, a la intemperie.
— Mi hermano y yo lo estamos tratando de domar, sin mucho éxito como ves, pero le acabas pillando cariño — Zasha se rió por lo bajito, seguido de un alto suspiro de su compañero, que pese a estar junto a unos árboles se les escuchó perfectamente. — Eso no está bien, y menos con todos esos zambies por ahí, no deberías ir por ahí tú sola, es muy peligroso... — Zasha parecía estar dando un discurso a lo que John se giró negando. — No, no, no... No empiece señor Stolzfus — Zasha le miró y alzó su dedo índice, se lo llevó a los labios muy ceremonialmente para indicarle que se callara, pero no pudo evitar sonreír con ternura. De todos los guardaespaldas que Harvey le había puesto aquel era su favorito. No era muy espabilado y pese a que a veces se liaba y le soltaba algún "viejo", siempre o casi siempre le trataba de usted. Los demás parecían protegerlo por compromiso, él sí parecía hacerlo por algo más.
— Puedes venir con nosotros, vivimos en un refugio — ya estaba dicho y John se llevó una mano a su frente con mucha resignación. — Algún día logrará que Harvey se canse y lo mate — alzó un dedo en su dirección. — ¿No eres muy grandecito para temer a una nena loca? — John volvió a suspirar. — Después de todo lo que ha vivido y visto, viejo, usted mejor que nadie debería saber que tiene que andarse con mucho tiento — incluso vio preocupación en sus ojos, y Zasha volvió a sonreir, con ternura, se acercó y puso una mano en su brazo.
— Por eso mismo muchacho, por todo lo que he visto y vivido. Si no lo hago yo no lo hará nadie y hace más falta de "eso" que de "eso otro" — se volvió de nuevo hacia la mujer. — Bueno joven, ¿tiene nombre? Puede venir a mi casa, hoy hay bizcocho de zanahoria... No quedaba limón — se encogió de hombros, como si estuviera apenado, el bizcocho de limón era su favorito. John lo miraba fijamente, como si le hubiera dicho algo muy importante, no, sí que lo era. Aquel viejo estaría loco, pero no de mala manera. Aunque temía que eso le costara la vida.
— Puedes venir con nosotros, vivimos en un refugio — ya estaba dicho y John se llevó una mano a su frente con mucha resignación. — Algún día logrará que Harvey se canse y lo mate — alzó un dedo en su dirección. — ¿No eres muy grandecito para temer a una nena loca? — John volvió a suspirar. — Después de todo lo que ha vivido y visto, viejo, usted mejor que nadie debería saber que tiene que andarse con mucho tiento — incluso vio preocupación en sus ojos, y Zasha volvió a sonreir, con ternura, se acercó y puso una mano en su brazo.
— Por eso mismo muchacho, por todo lo que he visto y vivido. Si no lo hago yo no lo hará nadie y hace más falta de "eso" que de "eso otro" — se volvió de nuevo hacia la mujer. — Bueno joven, ¿tiene nombre? Puede venir a mi casa, hoy hay bizcocho de zanahoria... No quedaba limón — se encogió de hombros, como si estuviera apenado, el bizcocho de limón era su favorito. John lo miraba fijamente, como si le hubiera dicho algo muy importante, no, sí que lo era. Aquel viejo estaría loco, pero no de mala manera. Aunque temía que eso le costara la vida.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Llevó su mano a su rostro tapando la sonrisa que le había salido pues se había reído al escuchar lo que el hombre había dicho sobre el otro, hacía tiempo que la joven Dumont no sonreía o simplemente tenía una conversación amena. Acomodó su mochila conforme observaba a ambos hombre dejando ver una leve sonrisa en su rostro.
—¿Quién es Harvey? —cuestionó la joven arqueando una ceja, estaba claro que ella no sabía de quién hablaban pero aún así agradecía al anciano que la quisiera ayudar.
Al ver que el hombre miraba hacia ella sonrió un poco más asintiendo para así desvelar su nombre, aunque esperaba que esos dos no fueran parte de las personas de las que ella misma estaba huyendo.
—Soy Keira —respondió justo al mismo tiempo que este hablaba de bizcocho.— Bizcocho de zanahoria —repitió la joven sintiendo que su estómago rugía.— Hace bastante que no como comida 'normal'.
—¿Quién es Harvey? —cuestionó la joven arqueando una ceja, estaba claro que ella no sabía de quién hablaban pero aún así agradecía al anciano que la quisiera ayudar.
Al ver que el hombre miraba hacia ella sonrió un poco más asintiendo para así desvelar su nombre, aunque esperaba que esos dos no fueran parte de las personas de las que ella misma estaba huyendo.
—Soy Keira —respondió justo al mismo tiempo que este hablaba de bizcocho.— Bizcocho de zanahoria —repitió la joven sintiendo que su estómago rugía.— Hace bastante que no como comida 'normal'.
— ¡La reina de corazones! — respondió John y a Zasha la resultó muy curioso que utilizara esa expresión tan suya. Zasha asintió a modo de aprobación. — Es quien lleva el asentamiento donde vivimos, lo tomó por la fuerza, pero a unos pocos... nos dejó quedarnos — la mirada de ambos se ensombreció. John no estuvo durante el ataque a St. Friedrich y aquella era otra cosa que le gustaba de él. No le veía matando a gente inocente, pero sabía que tampoco era un santo, de lo contrario Harvey tampoco le habría dejado estar con ellos.
— Keira es un bonito nombre, elegante, sencillo, sin muchas florituras, pero hermoso, me gusta y no parece inventado... — Zasha rió, recordando algo, que se guardó solo para él. No era una risa burlesca, sino más bien amable, como quien recuerda algo que le agrada.
— Veo que tienes hambre, así que no perdamos más el tiempo, nos marchamos a casa. John te cubrirá para que entres con tranquilidad, iremos directamente sin entretenernos — y así fue, Zasha señaló el camino por el que habían venido y comenzó a caminar a su ritmo.
— Y cuéntame Keira, ¿qué es de tu día a día con los zambies? — preguntó mientras se apoyaba en el bastón. — Me dijeron que se trataba de demonios, pero ya sé la verdad... John me ha explicado mejor... aún hay gente en el poblado que no lo sabe. El tarado de mi hermano sigue empeñado en que son demonios, por más que le he dicho que esto no es un castigo divino, él sigue creyendo que sí... castigado por sus pecadillos sueltos... — Zasha iba negando mientras avanzaba. A lo lejos se iban alzando los muros de St. Friedrich. John se adelantó para pedirle al guardia que abriera las puertas, ya que mientras menos se fijaran en la muchacha mejor. — Mi casa no está muy lejos de la entrada, si no te ven mejor... si te ven, tampoco pasa nada, no eres la primera persona a la que ayudo — se encogió de hombros quitándole importancia.
— Keira es un bonito nombre, elegante, sencillo, sin muchas florituras, pero hermoso, me gusta y no parece inventado... — Zasha rió, recordando algo, que se guardó solo para él. No era una risa burlesca, sino más bien amable, como quien recuerda algo que le agrada.
— Veo que tienes hambre, así que no perdamos más el tiempo, nos marchamos a casa. John te cubrirá para que entres con tranquilidad, iremos directamente sin entretenernos — y así fue, Zasha señaló el camino por el que habían venido y comenzó a caminar a su ritmo.
— Y cuéntame Keira, ¿qué es de tu día a día con los zambies? — preguntó mientras se apoyaba en el bastón. — Me dijeron que se trataba de demonios, pero ya sé la verdad... John me ha explicado mejor... aún hay gente en el poblado que no lo sabe. El tarado de mi hermano sigue empeñado en que son demonios, por más que le he dicho que esto no es un castigo divino, él sigue creyendo que sí... castigado por sus pecadillos sueltos... — Zasha iba negando mientras avanzaba. A lo lejos se iban alzando los muros de St. Friedrich. John se adelantó para pedirle al guardia que abriera las puertas, ya que mientras menos se fijaran en la muchacha mejor. — Mi casa no está muy lejos de la entrada, si no te ven mejor... si te ven, tampoco pasa nada, no eres la primera persona a la que ayudo — se encogió de hombros quitándole importancia.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Arqueó una ceja escuchando a John para así mirar hacia Zasha, pudo ver como los rostros de ambos se ensombrecían por lo que entendió que esa mujer no parecía ser buena. La mirada se posó en John, de nuevo, no le estaba gustando como todo se había tornado. ¿Acaso esa tal Harvey podría formar parte de las personas que casi la habían atrapado en ese almacén? De ser así, estaba jodida y lo sabía.
—Claro —asintió la joven para así poder seguir tanto a Zasha, iba a su paso, como a John.— Bueno... En verdad intento evitarlos, no tengo mucha munición como para poder enfrentarme a ellos.
Le parecía entrañable el escuchar como el hombre hablaba de los zombies, estaba claro que parecía saber qué es lo que ahora sucedía en el mundo. Sonrió ligeramente al escucharle decir eso de su propio hermano mientras seguía siendo guiada por Zasha. Frunció ligeramente el ceño al escucharle decir lo último por lo que su mirada se posó en el hombre con cierta curiosidad.
—¿De verdad? ¿Puedo saber quiénes han pasado por aquí? —preguntó.— Verá... Ando buscando a mi grupo. Hace unos meses nos separamos por unas emboscadas que tuvimos y cada uno fue por un lado, ¿cree que es posible que alguno haya pasado por aquí?
—Claro —asintió la joven para así poder seguir tanto a Zasha, iba a su paso, como a John.— Bueno... En verdad intento evitarlos, no tengo mucha munición como para poder enfrentarme a ellos.
Le parecía entrañable el escuchar como el hombre hablaba de los zombies, estaba claro que parecía saber qué es lo que ahora sucedía en el mundo. Sonrió ligeramente al escucharle decir eso de su propio hermano mientras seguía siendo guiada por Zasha. Frunció ligeramente el ceño al escucharle decir lo último por lo que su mirada se posó en el hombre con cierta curiosidad.
—¿De verdad? ¿Puedo saber quiénes han pasado por aquí? —preguntó.— Verá... Ando buscando a mi grupo. Hace unos meses nos separamos por unas emboscadas que tuvimos y cada uno fue por un lado, ¿cree que es posible que alguno haya pasado por aquí?
— Es buen muchacho — dijo refiriéndose a John cuando se adelantó y ya no los podía escuchar. — Evitarlos... — se repitió en voz baja, Zasha no se lo había planteado así. En parte cuando salía a pasear fuera de los muros solo quería toparse con ellos para verlos, le causaban mucha curiosidad.
— Unas cuantas personas, en casa te puedo contar más, estoy por poner un hotel... — se reía el anciano mientras hablaba. — Me cuentan cosas del mundo exterior, de otros tiempos, de los actuales... les tomo mucho cariño y entonces se van... salvo Erica — se paró un momento. — Que Erica no se ha marchado, no que no le tengamos cariño, pero yo no te he dicho nada, que es un poco cara acelga — el hombre negó lentamente, quitándole importancia.
— Hoy cenaremos sopa de tomate, Enno la prepara con tomates frescos y pan, está muy buena — se giró de nuevo, apenas había dado unos pasos. — Es verdad, me preguntaste por la gente... A ver está Erica, un tal Belikov, que vino con uno que decía ser famoso y yo si te soy sincero por más que me ponía caras... — Zasha volvió a negar y se acercó a a mujer para susurrarle al oído. — Creo que eran sodomitas — al apartarse se le escapó una risilla. — Yo no juzgo, allá cada uno con lo suyo, pero a mi que no me traten tampoco de tonto — prosiguió con su verborrea mientras caminaba hacia los portones. John los esperaba algo impaciente, ya que habían abierto, pero Zasha iba a su ritmo con el bastón. — Mi favorito un tal Jack, un hombre encantador, respetuoso, noble... pero le olían los pies... ¡Por el amor santo! Ni al pestoso de Enno — ya iban llegando. Zasha se iba apoyando en el bastón para así caminar mejor. — También han pasado por aquí un al Arthur, muy serio, pero también se le veía un tipo agradable, espero que le vaya bien. Después tuve el placer de conocer a una señorita llamada Taylor, sí un nombre muy poco femenino, pero bueno... no juzgo. Han pasado muchas personas por aquí y a todas he tratado de ayudarlas, porque si os encontrasen antes los burros a los que tengo por vecinos... créeme, no querrías saberlo — alcanzaron por fin la puerta y en cuanto estuvieron dentro John que estaba entreteniendo al guardia para que no se fijara demasiado en Keira cerró.
— Vamos, vamos — Zasha trató de aligerar el paso para perder de vista al guardia. St. Friedrich tenía una entrada sencilla, árboles, algo de campos... un camino que se adentraba al poblado. Por ahí fueron. — Pero llevo mucho sin recibir a nadie más, el último fue mi buen amigo Jeremiah — Zasha suspiró. — En realidad creo que no se llamaba así — avanzaba. — A ver si recuerdo su nombre, ya te digo, parecía inventado... ero un chavalín agradable, educado... Un guaperas de esos que le gustan ahora a las chavalas tontas. Rubito con ojos claros — se fueron adentrando en el pueblo y Zasha señaló su casa.
— Ahí es, vamos — John que había ido corriendo tras ellos, no tardó en alcanzarlos y ayudar a Zasha a subir los escalones. Tras eso se despidió y Keira y él quedaron solos. Zasha fue abriendo la puerta de la vivienda, que era muy tradicional como podía ser cualquier casa amish. — Acomódate — le indicó el salón, donde había un sofá de tres plazas y dos butacones.
Un cascabel resonó en la vivienda, apareciendo una cabra bastante enclenque que se acercó a olfatear a la visita.
— No hace nada, tranquila, es de mi hermano, que a veces se siente solo... normal está más sordo que una tapia... — se acercó a una puerta que daba a la cocina y trajo el bizcocho prometido en un plato, que le ofreció a la mujer. Dejó todo en una mesa de la sala y luego trajo dos vasos con leche fresca.
— Pues ea, que venga Enno y lo vea — se dejó caer en su butacón.
— Unas cuantas personas, en casa te puedo contar más, estoy por poner un hotel... — se reía el anciano mientras hablaba. — Me cuentan cosas del mundo exterior, de otros tiempos, de los actuales... les tomo mucho cariño y entonces se van... salvo Erica — se paró un momento. — Que Erica no se ha marchado, no que no le tengamos cariño, pero yo no te he dicho nada, que es un poco cara acelga — el hombre negó lentamente, quitándole importancia.
— Hoy cenaremos sopa de tomate, Enno la prepara con tomates frescos y pan, está muy buena — se giró de nuevo, apenas había dado unos pasos. — Es verdad, me preguntaste por la gente... A ver está Erica, un tal Belikov, que vino con uno que decía ser famoso y yo si te soy sincero por más que me ponía caras... — Zasha volvió a negar y se acercó a a mujer para susurrarle al oído. — Creo que eran sodomitas — al apartarse se le escapó una risilla. — Yo no juzgo, allá cada uno con lo suyo, pero a mi que no me traten tampoco de tonto — prosiguió con su verborrea mientras caminaba hacia los portones. John los esperaba algo impaciente, ya que habían abierto, pero Zasha iba a su ritmo con el bastón. — Mi favorito un tal Jack, un hombre encantador, respetuoso, noble... pero le olían los pies... ¡Por el amor santo! Ni al pestoso de Enno — ya iban llegando. Zasha se iba apoyando en el bastón para así caminar mejor. — También han pasado por aquí un al Arthur, muy serio, pero también se le veía un tipo agradable, espero que le vaya bien. Después tuve el placer de conocer a una señorita llamada Taylor, sí un nombre muy poco femenino, pero bueno... no juzgo. Han pasado muchas personas por aquí y a todas he tratado de ayudarlas, porque si os encontrasen antes los burros a los que tengo por vecinos... créeme, no querrías saberlo — alcanzaron por fin la puerta y en cuanto estuvieron dentro John que estaba entreteniendo al guardia para que no se fijara demasiado en Keira cerró.
— Vamos, vamos — Zasha trató de aligerar el paso para perder de vista al guardia. St. Friedrich tenía una entrada sencilla, árboles, algo de campos... un camino que se adentraba al poblado. Por ahí fueron. — Pero llevo mucho sin recibir a nadie más, el último fue mi buen amigo Jeremiah — Zasha suspiró. — En realidad creo que no se llamaba así — avanzaba. — A ver si recuerdo su nombre, ya te digo, parecía inventado... ero un chavalín agradable, educado... Un guaperas de esos que le gustan ahora a las chavalas tontas. Rubito con ojos claros — se fueron adentrando en el pueblo y Zasha señaló su casa.
— Ahí es, vamos — John que había ido corriendo tras ellos, no tardó en alcanzarlos y ayudar a Zasha a subir los escalones. Tras eso se despidió y Keira y él quedaron solos. Zasha fue abriendo la puerta de la vivienda, que era muy tradicional como podía ser cualquier casa amish. — Acomódate — le indicó el salón, donde había un sofá de tres plazas y dos butacones.
Un cascabel resonó en la vivienda, apareciendo una cabra bastante enclenque que se acercó a olfatear a la visita.
— No hace nada, tranquila, es de mi hermano, que a veces se siente solo... normal está más sordo que una tapia... — se acercó a una puerta que daba a la cocina y trajo el bizcocho prometido en un plato, que le ofreció a la mujer. Dejó todo en una mesa de la sala y luego trajo dos vasos con leche fresca.
— Pues ea, que venga Enno y lo vea — se dejó caer en su butacón.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Seguía caminando al lado de Zasha, había metido sus manos en los bolsillos de sus pantalones conforme le escuchaba asintiendo a cada tanto. Una vez alcanzaron la puerta que parecía dar al interior de los muros se adentró junto con el hombre aligerando el paso para poder seguirle hacia su casa, no quería girarse hacia los guardias pues quería evitar que la vieran.
Ante la última descripción de una de las tantas personas que habían estado por esa zona, la joven tuvo más curiosidad. ¿Estaría hablando de Aiden? Aunque le hizo mucha gracia que dijera ese nombre, pero la descripción era igual a la de su mejor amigo. Cuando John volvió junto con ellos ya se encontraban ante la casa de Zasha, por lo que sonrió hacia el otro hombre y se despidió con la mano para así poder entrar detrás de este.
Observó con suma atención la casa, una sonrisa ligera hizo aparición en su rostro. Parecía realmente acogedora, se descalzó para así poder ir hacia el sofá quitándose la mochila y la chaqueta; recordó que tenía una foto de su mejor amigo por lo que sacó dicha foto mientras veía como una cabra, luego de que el cascabel sonara, se acercaba a ella. Arqueó una ceja con sorpresa pero soltó una leve risa para así poder sentarse en el sofá y tomar uno de los vasos.
—Gracias —dijo la joven sonriendo, miró la foto para así poder estirar su mano y entregársela al hombre.— Zasha, ¿recuerda si el chico que antes ha nombrado es uno de estos? —señaló específicamente al que estaba más cerca del objetivo, la foto la había sacado ella antes de que todo se fuera a la mierda justo en la salida de uno de sus tantos viajes.
Ante la última descripción de una de las tantas personas que habían estado por esa zona, la joven tuvo más curiosidad. ¿Estaría hablando de Aiden? Aunque le hizo mucha gracia que dijera ese nombre, pero la descripción era igual a la de su mejor amigo. Cuando John volvió junto con ellos ya se encontraban ante la casa de Zasha, por lo que sonrió hacia el otro hombre y se despidió con la mano para así poder entrar detrás de este.
Observó con suma atención la casa, una sonrisa ligera hizo aparición en su rostro. Parecía realmente acogedora, se descalzó para así poder ir hacia el sofá quitándose la mochila y la chaqueta; recordó que tenía una foto de su mejor amigo por lo que sacó dicha foto mientras veía como una cabra, luego de que el cascabel sonara, se acercaba a ella. Arqueó una ceja con sorpresa pero soltó una leve risa para así poder sentarse en el sofá y tomar uno de los vasos.
—Gracias —dijo la joven sonriendo, miró la foto para así poder estirar su mano y entregársela al hombre.— Zasha, ¿recuerda si el chico que antes ha nombrado es uno de estos? —señaló específicamente al que estaba más cerca del objetivo, la foto la había sacado ella antes de que todo se fuera a la mierda justo en la salida de uno de sus tantos viajes.
Al percatarse, le hizo gestos a la cabra con las manos para que se alejase de Keira. Le daba vergüenza que pudiera molestarla. A veces se pensaba que Enno sería capaz de vivir en una pocilga sino fuera por él. Si fuera por su hermano llenaba la casa de animales.
— Yo a la mía le echo siempre un poco de cacao, si quieres, hay un tarro en la cocina, pone patatas, pero es que sino Enno se lo ventila en dos días — Zasha movía su vaso de leche con una cuchara mientras se reía. — Será nuestro secreto — le guiñó un ojo y se acercó para mirar la foto. La cogió con su mano libre, la alejó, después se la acercó... y todo el rato la observaba entrecerrando los ojos mucho o abriéndolos demasiado.
— ¡Vaya pintas! — exclamó. — Pero... ¿Qué hace mi Jeremiah ahí? — enarcó una ceja y le devolvió la foto. — ¡Es él! — asintió varias veces con una amplia sonrisa. — ¿Está bien? — a Zasha se le veía realmente contento de haber visto la fotografía. — Con lo delgaducho que es y no veas como tragaba el chiquillo, como si le fueran a quitar la comida — Zasha se volvió a reír. — Y hablando de comida... vamos come, que tienes un buen pedazo de bizcocho — Zasha le señaló el plato varias veces y luego se hizo con su pedazo para empezar a devorarlo.
— ¿De qué os conocéis el rubito y tú? — Zasha se quedó pensativo. — No... — empezó a decir. — No será tu noviete, ¿no? — el anciano la miró con un ojo más abierto que el otro. — No te pega para nada, que lo sepas — negó varias veces y volvió a darle otro bocado al bizcocho, prácticamente acabando de dos mordiscos.
— Yo a la mía le echo siempre un poco de cacao, si quieres, hay un tarro en la cocina, pone patatas, pero es que sino Enno se lo ventila en dos días — Zasha movía su vaso de leche con una cuchara mientras se reía. — Será nuestro secreto — le guiñó un ojo y se acercó para mirar la foto. La cogió con su mano libre, la alejó, después se la acercó... y todo el rato la observaba entrecerrando los ojos mucho o abriéndolos demasiado.
— ¡Vaya pintas! — exclamó. — Pero... ¿Qué hace mi Jeremiah ahí? — enarcó una ceja y le devolvió la foto. — ¡Es él! — asintió varias veces con una amplia sonrisa. — ¿Está bien? — a Zasha se le veía realmente contento de haber visto la fotografía. — Con lo delgaducho que es y no veas como tragaba el chiquillo, como si le fueran a quitar la comida — Zasha se volvió a reír. — Y hablando de comida... vamos come, que tienes un buen pedazo de bizcocho — Zasha le señaló el plato varias veces y luego se hizo con su pedazo para empezar a devorarlo.
— ¿De qué os conocéis el rubito y tú? — Zasha se quedó pensativo. — No... — empezó a decir. — No será tu noviete, ¿no? — el anciano la miró con un ojo más abierto que el otro. — No te pega para nada, que lo sepas — negó varias veces y volvió a darle otro bocado al bizcocho, prácticamente acabando de dos mordiscos.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
—No se preocupe —dijo la joven sonriendo hacia el hombre, en verdad añoraba tomar cacao pero tampoco era algo de primera necesidad para ella.— Esa es una buena estrategia —agregó riendo para hacer el gesto de que su boca estaba sellada tirando así, a un lado, una llave invisible.
Dio un sorbo a la leche para dar un mordisco a lo que Zasha le había entregado mientras esperaba que este observara la foto, en su interior rezaba para que pudiera reconocer a alguno de ellos. Al menos a quién estaba buscando, arqueó una ceja al escuchar que parecía haber reconocido a uno y para su suerte había sido Aiden.
—Bueno... Es a quién estoy buscando, la verdad —se sinceró la chica dejando escapar un leve suspiro.— Siempre ha sido así —dijo riendo ante el comentario de Zasha,— desde que entró en West Point, antes de que todo cambiara, solía comer bastante pues sus instructores eran muy duros con ellos.
Dio otro mordisco al bizcocho sonriendo para arquear una ceja al escuchar la pregunta por lo que se apresuró a negar con la cabeza conforme reía, tragó el trozo de bizcocho para así poder responder.
—Es mi mejor amigo —informó riendo.— Entonces... Estuvo aquí... ¿Y sabe dónde se dirigía? ¿Le dijo algo?
Dio un sorbo a la leche para dar un mordisco a lo que Zasha le había entregado mientras esperaba que este observara la foto, en su interior rezaba para que pudiera reconocer a alguno de ellos. Al menos a quién estaba buscando, arqueó una ceja al escuchar que parecía haber reconocido a uno y para su suerte había sido Aiden.
—Bueno... Es a quién estoy buscando, la verdad —se sinceró la chica dejando escapar un leve suspiro.— Siempre ha sido así —dijo riendo ante el comentario de Zasha,— desde que entró en West Point, antes de que todo cambiara, solía comer bastante pues sus instructores eran muy duros con ellos.
Dio otro mordisco al bizcocho sonriendo para arquear una ceja al escuchar la pregunta por lo que se apresuró a negar con la cabeza conforme reía, tragó el trozo de bizcocho para así poder responder.
—Es mi mejor amigo —informó riendo.— Entonces... Estuvo aquí... ¿Y sabe dónde se dirigía? ¿Le dijo algo?
— Aiden... — susurró pensativo. ¿Y por qué lo llamaba Jeremiah? ¿Se habría equivocado de nombre o sería su segundo nombre? — Ah sí — dijo repentinamente al escuchar a Keira preguntar, pues se había quedado en sus mundos.
— Sinceramente no recuerdo si lo comentó, haré memoria a ver... tal vez Enno o Erica sepan algo — se pasó la mano libre por la sien, tratando de hacer memoria. — Ay joven... es que ya con la edad que tengo, tengo una memoria... no es la que antes — cerró los ojos, pensativo. — Pero no le digas a Enno que lo he admitido. ¡Menuda satisfacción se iba a llevar y no! — Zasha se bebió de un salto su taza y la depositó en la mesa.
— Argh... — se sentía viejo y desmemoriado, así que estaba molesto consigo mismo. — ¿Qué dijo? — Zasha fruncía el ceño.
— ¡Kansas! — se levantó prácticamente de un salto y alzó ambas manos. — Lo he recordado porque un familiar vivía allí: Pedro Stolzfus, que tío más idiota, hasta vergüenza me daba que llevase nuestro apellido — Zasha se dejó caer en su sofá. — Pero dijo que iba hacia Kansas, sí — se le veía notablemente orgulloso de haberse acordado. Su memoria era algo que le traía por el camino de la amargura, porque últimamente se olvidaba de todo. — ¿Necesitas algo más? — Zasha la miró. — Si quieres darte un baño, descansar... sube arriba al cuarto de Erica y en su armario verás ropa limpia, lo que necesites, seguro que te vale, las dos estáis igual de escuchimizadas, teníais que comer más — Zasha negaba lentamente. Seguro que a Erica no le hacía gracia que alguien le cogiera ropa, pero era su casa y punto. Así que si Keira la necesitaba, adelante.
— Sinceramente no recuerdo si lo comentó, haré memoria a ver... tal vez Enno o Erica sepan algo — se pasó la mano libre por la sien, tratando de hacer memoria. — Ay joven... es que ya con la edad que tengo, tengo una memoria... no es la que antes — cerró los ojos, pensativo. — Pero no le digas a Enno que lo he admitido. ¡Menuda satisfacción se iba a llevar y no! — Zasha se bebió de un salto su taza y la depositó en la mesa.
— Argh... — se sentía viejo y desmemoriado, así que estaba molesto consigo mismo. — ¿Qué dijo? — Zasha fruncía el ceño.
— ¡Kansas! — se levantó prácticamente de un salto y alzó ambas manos. — Lo he recordado porque un familiar vivía allí: Pedro Stolzfus, que tío más idiota, hasta vergüenza me daba que llevase nuestro apellido — Zasha se dejó caer en su sofá. — Pero dijo que iba hacia Kansas, sí — se le veía notablemente orgulloso de haberse acordado. Su memoria era algo que le traía por el camino de la amargura, porque últimamente se olvidaba de todo. — ¿Necesitas algo más? — Zasha la miró. — Si quieres darte un baño, descansar... sube arriba al cuarto de Erica y en su armario verás ropa limpia, lo que necesites, seguro que te vale, las dos estáis igual de escuchimizadas, teníais que comer más — Zasha negaba lentamente. Seguro que a Erica no le hacía gracia que alguien le cogiera ropa, pero era su casa y punto. Así que si Keira la necesitaba, adelante.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Se quedó pensativa ante las palabras de Zasha pero arqueó una ceja al escuchar el nombre de ese estado, “¿Kansas? ¿Qué se le ha podido perder ahí?” se preguntó frunciendo el ceño ligeramente. Terminó de comer para así poder poner ambas cosas en la mesita de café mientras sonreía ligeramente, ¿podría quedarse allí hasta que el hombre que la había llevado la fuera a buscar? Si bien no tenía forma de contactarle porque no tenía ninguna radio, habían quedado en el camino donde la dejó dentro de unos cuantos días.
—¿Podría quedarme aquí por unos días? —preguntó mientras revisaba su mochila, iba a tener que lavar algo de ropa y al menos quería refrescarse y cambiarse e incluso curarse alguna que otra herida que tenía.— No estaré por mucho tiempo, ya que quiero seguir buscando a Aiden; al menos ya sé a dónde se dirigía, espero poder encontrarle antes de que haga alguna locura.
Le conocía bien y sabía que era capaz de todo con tal de encontrar a sus padres, si es que estos aún seguían vivos. También quería buscar a sus otros compañeros, ¿qué habría sido de ellos? Pero lo que menos quería era volver a encontrarse con aquel hombre que la abordó hacía un año atrás.
—¿Podría quedarme aquí por unos días? —preguntó mientras revisaba su mochila, iba a tener que lavar algo de ropa y al menos quería refrescarse y cambiarse e incluso curarse alguna que otra herida que tenía.— No estaré por mucho tiempo, ya que quiero seguir buscando a Aiden; al menos ya sé a dónde se dirigía, espero poder encontrarle antes de que haga alguna locura.
Le conocía bien y sabía que era capaz de todo con tal de encontrar a sus padres, si es que estos aún seguían vivos. También quería buscar a sus otros compañeros, ¿qué habría sido de ellos? Pero lo que menos quería era volver a encontrarse con aquel hombre que la abordó hacía un año atrás.
— Por supuesto muchacha, lo que necesites, estás en tu casa — Zasha le dedicó una sonrisa amable, de esas entrañables, sin nada oculto. Él era así, se sentía bien ayudando a los demás. — Espero que lo encuentres, que esté bien y le des recuerdos de mi parte. Él es un buen muchacho, creo que hasta a Erica le cayó bien y eso que ella... — se echó a reír por la bajito. — Bueno... — Zasha se volvió a levantar. — Te enseñaré dónde están el resto de habitaciones, para que puedas ir al baño... y además donde dormir — comenzó a caminar a su ritmo hacia el pasillo de la vivienda, donde la escalera.
— Subiremos a la habitación de Erica, puedes mirar en su armario por algo de ropa limpia si deseas — Zasha se agarró a la barandilla y se giró en dirección a su invitada.
— Puedes dormir con Erica, en su cuarto hay dos camas — cuando vino Aiden, él durmió en la biblioteca, ya que no era apropiado que ambos jóvenes compartieran cuarto, con Keira era diferente al ser mujer. — Aunque entendería que quisieras intimidad, en la biblioteca hay un sofá, pero nada mejor que una cama — Zasha comenzó a subir las escaleras poco a poco hasta llegar al pasillo de la planta superior. — Es una casa amplia, hemos tenido al menos suerte con ello... — señaló la habitación de la joven y la abrió empujando la puerta suavemente con su bastón.
Se trataba de una habitación bastante sobria. Dos camas individuales en el centro, ambas con una colcha de lana a juego. Erica era una joven muy ordenada y no tenía nada en medio.
— En el armario tiene ropa, limítate a eso, porque... ella es muy suya con sus cosas — luego señaló la puerta del baño. — Hay agua, por si quieres asearte, pero no caliente, si necesitas luz puedo traerte una lámpara de aceite — se volvió a reír. — No, no hay electricidad — aclaró. Todo el mundo le preguntaba lo mismo.
— Subiremos a la habitación de Erica, puedes mirar en su armario por algo de ropa limpia si deseas — Zasha se agarró a la barandilla y se giró en dirección a su invitada.
— Puedes dormir con Erica, en su cuarto hay dos camas — cuando vino Aiden, él durmió en la biblioteca, ya que no era apropiado que ambos jóvenes compartieran cuarto, con Keira era diferente al ser mujer. — Aunque entendería que quisieras intimidad, en la biblioteca hay un sofá, pero nada mejor que una cama — Zasha comenzó a subir las escaleras poco a poco hasta llegar al pasillo de la planta superior. — Es una casa amplia, hemos tenido al menos suerte con ello... — señaló la habitación de la joven y la abrió empujando la puerta suavemente con su bastón.
Se trataba de una habitación bastante sobria. Dos camas individuales en el centro, ambas con una colcha de lana a juego. Erica era una joven muy ordenada y no tenía nada en medio.
— En el armario tiene ropa, limítate a eso, porque... ella es muy suya con sus cosas — luego señaló la puerta del baño. — Hay agua, por si quieres asearte, pero no caliente, si necesitas luz puedo traerte una lámpara de aceite — se volvió a reír. — No, no hay electricidad — aclaró. Todo el mundo le preguntaba lo mismo.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Sonrió hacia el hombre ligeramente, estaba claro que no acostumbraba a que alguien fuera tan amable; se levantó tomando su mochila, que estaba muy ruinosa asintiendo ante las palabras de Zasha. Estaba claro que cuando pudiera dar con Aiden le daría recuerdos de ese hombre, no iba a olvidar el buen gesto que había tenido con ella.
—Por supuesto, estoy segura que aún le recuerda —dijo la joven mientras seguía al hombre.
La mirada de esta paseó por toda la zona, era una casa acogedora y extrañaba mucho este tipo de estancias; vivir sin preocupaciones y totalmente segura pero no. No podía, tenía que seguir su búsqueda e intentar evitar que la atrapasen; tampoco podía decirle al hombre que la buscaban porque aunque parecía alguien agradable y en quién confíar, ¿sería capaz de delatarla?
Llegó junto a Zasha a la planta de arriba y se asomó a la habitación que este le mostraba, sonrió con algo de nostalgia pero cuando el hombre volvió a hablar miró hacia este.
—Comparado a los lugares sin electricidad y agua en los que he estado este tiempo, esto es un lujo —comentó Keira.— Creo que primero me asearé y luego dormiré por unas cuantas horas, estos días atrás casi no he dormido.
—Por supuesto, estoy segura que aún le recuerda —dijo la joven mientras seguía al hombre.
La mirada de esta paseó por toda la zona, era una casa acogedora y extrañaba mucho este tipo de estancias; vivir sin preocupaciones y totalmente segura pero no. No podía, tenía que seguir su búsqueda e intentar evitar que la atrapasen; tampoco podía decirle al hombre que la buscaban porque aunque parecía alguien agradable y en quién confíar, ¿sería capaz de delatarla?
Llegó junto a Zasha a la planta de arriba y se asomó a la habitación que este le mostraba, sonrió con algo de nostalgia pero cuando el hombre volvió a hablar miró hacia este.
—Comparado a los lugares sin electricidad y agua en los que he estado este tiempo, esto es un lujo —comentó Keira.— Creo que primero me asearé y luego dormiré por unas cuantas horas, estos días atrás casi no he dormido.
— Perfecto Keira, como usted desee, está en su casa — Zasha sonrió con amabilidad, mucha gente pensaría que resultaba de lo más extraño encontrar a alguien así hoy en día. ¿Ayudando a los demás? A él no le importaba, al contrario, el gustaba, incluso ahora más. Después de lo que había hecho Harvey, sentía que lo mínimo que podía hacer ahora él, era ayudar a los demás. Sí, Zasha se sentía culpable. ¿Por qué él había tenido la suerte de vivir en aquella casa y otros habían hasta sido asesinados por esa bruja?
— El jabón, toallas... lo tienes todo a mano en el baño, si necesitas algo no dudes en llamarme, estaré abajo, voy a preparar algo para comer después, cuando te despiertes seguro que tendrás hambre — esa hospitalidad no desaparecía de su rostro. Zasha se movía con calma por el pasillo, hacia las escaleras y comenzó a bajar.
— Que descanses, avisaré a Erica de que estás aquí, para que no sea muy bruta y si se pasa avísame, aunque no sé qué podrá tardar — se encogió de hombros mientras bajaba las escaleras y desapareció en la planta inferior de la vivienda. Se dirigió al salón para sentarse un poco y descansar, se había pegado un buen paseo y la verdad era que le hacía falta, después prepararía algo de comer.
— El jabón, toallas... lo tienes todo a mano en el baño, si necesitas algo no dudes en llamarme, estaré abajo, voy a preparar algo para comer después, cuando te despiertes seguro que tendrás hambre — esa hospitalidad no desaparecía de su rostro. Zasha se movía con calma por el pasillo, hacia las escaleras y comenzó a bajar.
— Que descanses, avisaré a Erica de que estás aquí, para que no sea muy bruta y si se pasa avísame, aunque no sé qué podrá tardar — se encogió de hombros mientras bajaba las escaleras y desapareció en la planta inferior de la vivienda. Se dirigió al salón para sentarse un poco y descansar, se había pegado un buen paseo y la verdad era que le hacía falta, después prepararía algo de comer.
- OFF:
- Hola Keira. He vuelto a publicar por si no viste mi respuesta. ¿Quieres seguir? Podemos cerrarlo sino ya y empezar otro. Lo que quieras.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Siguió al hombre asintiendo ante sus palabras para así sonreír ante sus palabras, llevaba la mochila en la espalda y su mirada se posó en la puerta del baño; era lo primero que haría, lavarse y luego ya se ocuparía de sus posibles heridas y de dormir un poco.
—De verdad que le agradezco su hospitalidad —comentó la joven con una leve sonrisa al ver que ese bajaba las escaleras.
Una vez estuvo sola en la planta de arriba caminó hacia el baño para poder entrar en este cerrando tras de sí para poder comenzar a desvestirse y poder meterse en la ducha, no tardó mucho en darse la ducha por lo que luego de secarse y cambiarse se secó el pelo y salió del baño para así poder, luego de tomar su mochila, ir a la habitación y poder tumbarse cerrando los ojos quedándose dormida por un buen rato.
—De verdad que le agradezco su hospitalidad —comentó la joven con una leve sonrisa al ver que ese bajaba las escaleras.
Una vez estuvo sola en la planta de arriba caminó hacia el baño para poder entrar en este cerrando tras de sí para poder comenzar a desvestirse y poder meterse en la ducha, no tardó mucho en darse la ducha por lo que luego de secarse y cambiarse se secó el pelo y salió del baño para así poder, luego de tomar su mochila, ir a la habitación y poder tumbarse cerrando los ojos quedándose dormida por un buen rato.
- notita:
- Holi! Siento la desaparición, tuve ciertos problemitas peeeeero podemos cerrar este y hacer otro tema de unos días más tarde justo cuando Keira se esté preparando para poder seguir su camino
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