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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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En total hay 11 usuarios en línea: 2 Registrados, 0 Ocultos y 9 Invitados :: 1 Motor de búsquedaOctavia Orue, Ryder
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Un cuento sin final feliz
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Ryder
29 de febrero de 2012.
- ¡Por favor, se lo suplico, deje que nos vayamos! - rogué nada más abrirse la puerta. Un hombre uniformado pasó al interior de la sala, mi madre estaba sentada en una esquina, yo de rodillas frente a la puerta y el hombre que nos miraba con superioridad.- Llevamos aquí encerradas cuatro días, por favor, ya he cumplido con todo lo que me pidieron, deje que nos vayamos... - me quedé de rodillas con las manos en alto en señal de suplica. - Por favor, prometo que no contaré nada... - rompí a llorar con más fuerza. Mi madre estaba ya demasiado cansada, apenas había comido y se sentía agotada. Se había pasado los últimos días llorando y suplicando que nos liberaran.
Yo había hecho cuanto me habían pedido aquellas personas, junto a un equipo de gente que no conocía, con el ordenador que me dejaron. Había conseguido tirar internet en la ciudad de Raccoon City, dejar colgados los teléfonos móviles... Incomunicar prácticamente toda la ciudad. A cambio de mi vida y la de mi madre.
- Lo he hecho, lo hice, por favor... - el tipo me miró fijamente sin inmutarse. - Al menos dejen a mi madre libre - el hombre, quien estaba a punto de marcharse se giró y asintió. Le miré desesperada y emocionada ante la posibilidad de que dejara salir a mi madre al menos. Volví la mirada a mi madre, estaba sentada en el suelo, con la cabeza apoyada en la pared. Cuando volví la mirada hacia el hombre, mis ojos eran testigo de como sacaba un arma y la disparaba sin inmutarse siquiera.
- ¡NOOO! - salté a por él, pero mis fuerzas eran tan escasas que él pudo deshacerse de mi con un sencillo empujón. Caí al suelo viendo como él salía por la puerta y cerraba con llave, sin decir nada.
Entre sollozos me acerqué al cadáver sin vida de ella, la bala había impactado en su cráneo, murió al instante. Me abracé a su cuerpo y comencé a llorar con más fuerza. - No... ¡No, no, no...! - lloraba sin cesar mientras que la abrazaba. - Lo siento... - las lágrimas caían una tras otra, algunas cayeron sobre su rostro inerte, así que las limpié con cuidado, en una suave caricia. - Lo siento...
No había dejado de llorar. Nunca había llorado tanto, nisiquiera cuando se marchó mi padre de casa. Me había acurrucado en una esquina. El cuerpo inerte de mi madre estaba justo en frente. Tuve que apartarme, tuve que dejar de mirarla. El corazón se me hacía añicos cada vez que la miraba.
La cerradura de la puerta comenzó a sonar. Él venía. Acabaría todo aquello, pues había sido un engaño. Me capturaron con una falsa esperanza: Si hacía lo que me pedían nos soltarían, sino matarían a mi madre. Ella ahora estaba muerta, pese que había cumplido todo cuanto me pidieron. ¿A caso había fallado algo? Daba igual, ahora venía a por mi.
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Ryder
1 de marzo de 2012.
- Pienso acabar contigo... - mi voz ni sonó mía. Estaba llena de ira, ira y dolor. Alcé la mirada y vi al hombre trajeado, entraba tranquilo, como si allí no hubiera un cadáver, como si aquello no hubiera sido nada ilegal. Sonrió ante mis lapalbras, como si hubiera contado un chiste. Entonces me apuntó con el arma, con la misma pistola con la que había asesinado a mi madre. Me levanté de un salto, no pensé en nada más que en atacar a ese hombre. El disparo sonó con fuerza, pero falló, él esperaba que yo me hubiera quedado quieta y me lancé hacia la derecha esquivando el balazo. El segundo disparo si fue más acertado. Grité de puro dolor, pero no me detuve en mi objetivo y me lancé sobre él. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero si sabía donde golpear. Un rodillazo en su entrepierna y obtuve el tiempo justo para quitarle el arma.
- ¡Quieto, para quieto, detente! - gritaba con ira. El hombre se detuvo un momento, al ver la pistola entre mis manos, pero entonces se fijó en que mis manos temblaban y en la herida de bala que había rozado mi hombro. Sonrió y comenzó a acercarse. - ¡DETENTE MALDITA SEA! - no se detuvo. No me rceía capaz de apretar el gatillo y entonces vi el cuerpo de mi madre. Se equivocaba. Los disparos resonaron con fuerza. Cuatro.. El tipo me miró sorprendido antes de caer al suelo. Sollocé y la pistola se cayó de mis manos, en realidad la solté como si esta quemara. La puerta estaba abierta, mi madre aún en aquella esquina.
Me derrumbé entre lágrimas y lágrimas. Pero no me podía quedar ahí quieta, corrí hasta la mesa donde descansaba mi portatil, lo recogí y salí de aquella habitación. Estaba en un bosque y sería de madrugada. Era una cabaña, me habían llevado a una maldita cabaña. No lo supe hasta a aquel momento porque me habían vendado los ojos.
Había un mercedes aparcado en la entrada, cerca de un camino sencillo. No veía apenas nada más. Las luces del coche estaban encendidas y señalaban la cabaña. Corrí hasta el vehículo, el hombre había dejado las llaves puestas. Tenía que irme de allí y avisar a la policía, tenía que hacer algo.
Algo en el cielo brilló, pareció una estrella fugaz, pero no podía serlo. Seguí la trayectoria con la mirada. ¿Qué había sido eso? No, no debía entretenerme. Me metí en el coche y arranqué, debía marcharme y buscar a la policía, volvería a por mi madre, para darle un entierro. Debía contar lo que había pasado. Había cometido un delito, pero me habían capturado, no me pasaría nada, o eso pensaba yo. Di marcha atrás y salí veloz por aquel camino. Cuando llegué a un claro, que daba a una carretera distinguí un letrero.
- Bienvenidos a Raccoon City, hogar de Umbrella - leí y al mirar en la dirección de la ciudad vi el mismísimo infierno. Todo ardía.
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Ryder
26 de enero de 2013.
Cuando la luz se encendió tuve que cerrar los ojos con fuerza. Alcé ambas manos en un intento de taparme los ojos, pero estas se quedaron a la mitad del recorrido.- Me había olvidado de esto - observé las esposas que me encadenaban ambas manos a la mesa. Solté un bufido dejándome caer sobre la lisa superficie. - ¿Por qué me tratáis como si fuera... Yo qué sé, alguien muy malo? - exclamé con notable molestias. - Si casi me ahogo en un lago y vosotros mismos me habéis tenido que sacar... - aquello último lo dije con notable molestia, agachando la mirada, entre enfadada y avergonzada. Hice rodar mis pupilas y me dejé caer suavemente hacia un costado sobre mi brazo.
El hombre más mayor me observó desde el sitio de en frente y el más joven, quien precisamente me había rescatado estaba a un lado observando.
- Nos viste y huiste de nosotros, eso no pinta bien... - comentó muy tranquilo. Tenía los brazos cruzados y no apartaba la mirada de mi. Solté una pedorreta al escucharlo, como si dijese la tontería más grande del mundo.
- ¡Nos ha fastidiado, voy tan tranquila por el bosque y veo a lo lejos un montón de hombres vestidos de negro y armados! - traté de alzar las manos ante lo obvio, pero de nuevo las cadenas me lo impidieron y eso provocó que me exasperase más, zarandeando las manos con fuerza. - ¿Habéis visto los tiempos que corren? No me iba a quedar a tomar el té, claro que corrí, creía que eráis Umbrella, ¿no habéis escuchado los rumores? Siguen dando por culo a la gente - el hombre más mayor seguía mirando sin decir nada, yo ignoré al joven y lo miré a él.
- Y luego no nos dices tu nombre, eso es muy sospechoso - siguió él.
- Por favor, dejadme ir, no pienso decir nada, ni siquiera sé dónde estamos - miré al hombre de en frente suplicante. - Claro que os he dicho mi nombre, soy Ryder - ahora sí que lo miré, cansada de insistir, no podía mover las manos y traté de dar un tirón al girarme, pero no sirvió de nada y me quedé ahí con una posición extraña.
- Claro, Ryder... ¿Y tu apellido? - dijo él sarcástico.
- Hmmm... ¿Ketchup? - dije tímidamente, lo primero que se me ocurrió.
El que resopló ahora fue el joven, que hasta se dio la vuelta exasperado. El otro hombre seguía mirando fijamente sin decir nada.
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