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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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En busca y captura • Ava Aiken
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En busca y captura
05/06/16 • CALIFORNIA • ALGÚN LUGAR • DÍA SOLEADO • B.S.O.
— Ava... creo que deberías empezar a... — no fue capaz de decir la frase al final. Había perdido la cuenta del número de veces que salían de la base en búsqueda de Ryder Ketchup. Harley ni siquiera recordaba haberla visto por la base y sin embargo sentía, que ahora era una de las personas que más conocía en su vida. ¡Sí, y sin haber hablado nunca con ella! O igual sí, porque trabajaba en la cafetería, pero no se acordaba.
Ava se había encargado de contarle todo sobre Ryder, también había conocido a Jemma, quien era su mejor amiga, Jason Hotchner... todos le habían explicado cómo era esa muchacha. Y ahora, que la conocía tan bien sabía perfectamente que la habría sacado de sus casillas, pero que le habría encantado.
Sus gustos, su trabajo, su humor, hasta se sabía su comida favorita.
Cuando pidió regresar al SSU pidió alguna salida por alejarse de la base y entonces conoció a Ava Aiken, buscaba a Ryder. Y sí, conocía la perta de que habían discutido y que Ava se sentía tan culpable que no había cambiado de objetivo en los últimos meses. Ava y ella habían hecho buenas migas, y ahora era también su objetivo. Ryder había sido entrenada y sabían que había sobrevivido sola durante un tiempo al fin del mundo, pero tras tanto tiempo, debían plantearse otras opciones, y precisamente por todo lo que la conocía, aquello le dolía tanto o más como a la mismísima Ava.
Y allí estaban una vez más, tras la pista de Ryder.
— Deberíamos dejar California atrás — sugirió.
La calle desolada se extendía ante Harley como un escenario fantasmal de lo que una vez fue una bulliciosa avenida. Los edificios en ruinas, con ventanas rotas y fachadas ennegrecidas, se erguían como monumentos silenciosos al caos. Los restos de coches abandonados y oxidados formaban barreras improvisadas, mientras la maleza comenzaba a reclamar el asfalto. Harley avanzaba con paso firme, sus botas resonando suavemente contra el suelo cubierto de escombros, siempre alerta ante cualquier movimiento entre las sombras. A su lado, Ava Aiken caminaba con la misma determinación, empuñando su arma con una familiaridad que hablaba de innumerables batallas. Harley observó de reojo a su compañera, admirando su fuerza y la forma en que mantenía la calma incluso en medio de ese paisaje de muerte. El aire estaba cargado de un hedor rancio, mezcla de podredumbre y humo, y la única banda sonora era el crujido ocasional de un cristal bajo sus pies y el lamento del viento entre los edificios. Harley sabía que no podían bajar la guardia; en ese mundo, hasta el silencio podía ser una emboscada disfrazada.
Ava se había encargado de contarle todo sobre Ryder, también había conocido a Jemma, quien era su mejor amiga, Jason Hotchner... todos le habían explicado cómo era esa muchacha. Y ahora, que la conocía tan bien sabía perfectamente que la habría sacado de sus casillas, pero que le habría encantado.
Sus gustos, su trabajo, su humor, hasta se sabía su comida favorita.
Cuando pidió regresar al SSU pidió alguna salida por alejarse de la base y entonces conoció a Ava Aiken, buscaba a Ryder. Y sí, conocía la perta de que habían discutido y que Ava se sentía tan culpable que no había cambiado de objetivo en los últimos meses. Ava y ella habían hecho buenas migas, y ahora era también su objetivo. Ryder había sido entrenada y sabían que había sobrevivido sola durante un tiempo al fin del mundo, pero tras tanto tiempo, debían plantearse otras opciones, y precisamente por todo lo que la conocía, aquello le dolía tanto o más como a la mismísima Ava.
Y allí estaban una vez más, tras la pista de Ryder.
— Deberíamos dejar California atrás — sugirió.
La calle desolada se extendía ante Harley como un escenario fantasmal de lo que una vez fue una bulliciosa avenida. Los edificios en ruinas, con ventanas rotas y fachadas ennegrecidas, se erguían como monumentos silenciosos al caos. Los restos de coches abandonados y oxidados formaban barreras improvisadas, mientras la maleza comenzaba a reclamar el asfalto. Harley avanzaba con paso firme, sus botas resonando suavemente contra el suelo cubierto de escombros, siempre alerta ante cualquier movimiento entre las sombras. A su lado, Ava Aiken caminaba con la misma determinación, empuñando su arma con una familiaridad que hablaba de innumerables batallas. Harley observó de reojo a su compañera, admirando su fuerza y la forma en que mantenía la calma incluso en medio de ese paisaje de muerte. El aire estaba cargado de un hedor rancio, mezcla de podredumbre y humo, y la única banda sonora era el crujido ocasional de un cristal bajo sus pies y el lamento del viento entre los edificios. Harley sabía que no podían bajar la guardia; en ese mundo, hasta el silencio podía ser una emboscada disfrazada.
— No por favor, no sigas por ahí... — me quedé en silencio sin acabar la frase. — Sé en lo que estás pensando, pero... Jason no está preparado, ni Jemma y... creo que yo tampoco — suspiré. — La muerte de Khian nos afectó a todos mucho y me niego a creer que Ryder haya muerto, es pesada hasta para eso — me reí en voz baja.
Había discutido tanto con aquella niñata cabezona, que sí, la echaba de menos y la culpa me pesaba todos los días. Su marcha había sido lo peor, y yo me sentía responsable.
— ¿Qué? — paré en seco y me giré hacia Harley perpleja. Si bien había sido una persona solitaria dentro de la base, en los últimos meses Harley no solo se había convertido en mi compañera, también en una amiga. Al igual que el equipo de Jason.
— Tienes razón... — empecé a decir pensativa. — Maldita sea, es Ryder, habrá dejado California hace tiempo. Sabe que Pandemonium opera principalmente por esta zona, es absurdo que sigamos por aquí — me llevé una mano a la frente.
— Podemos regresar a la base, o incluso... seguir así, tenemos suministros — asentí pensativa y luego, algo me hizo volverme hacia Køhler. — Espera, no puedo obligarte a hacer eso Harls — dije al darme cuenta de que alejarse de Pandemonium era un gran riesgo. — Sé que te has ofrecido tú, pero es ponerte en un compromiso y es una movida dejar atrás las comodidades de la base, si quieres regresar lo entenderé — hablaba rápido y casi sin pensar, porque quería que me acompañase, pero no deseaba arrastrarla conmigo si ella no quería realmente hacerlo.
Había discutido tanto con aquella niñata cabezona, que sí, la echaba de menos y la culpa me pesaba todos los días. Su marcha había sido lo peor, y yo me sentía responsable.
— ¿Qué? — paré en seco y me giré hacia Harley perpleja. Si bien había sido una persona solitaria dentro de la base, en los últimos meses Harley no solo se había convertido en mi compañera, también en una amiga. Al igual que el equipo de Jason.
— Tienes razón... — empecé a decir pensativa. — Maldita sea, es Ryder, habrá dejado California hace tiempo. Sabe que Pandemonium opera principalmente por esta zona, es absurdo que sigamos por aquí — me llevé una mano a la frente.
— Podemos regresar a la base, o incluso... seguir así, tenemos suministros — asentí pensativa y luego, algo me hizo volverme hacia Køhler. — Espera, no puedo obligarte a hacer eso Harls — dije al darme cuenta de que alejarse de Pandemonium era un gran riesgo. — Sé que te has ofrecido tú, pero es ponerte en un compromiso y es una movida dejar atrás las comodidades de la base, si quieres regresar lo entenderé — hablaba rápido y casi sin pensar, porque quería que me acompañase, pero no deseaba arrastrarla conmigo si ella no quería realmente hacerlo.
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- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
— Ava no — paró en seco y lo más importante, la paró a ella para que no siguiera divagando tan nerviosa como lo estaba haciendo. — Tranquila — la abrazó, y al hacerlo, solo pretendía hacer que ella se tranquilizase, pero también le sirvió a ella misma. ¿Cuándo había sido la última vez que disfrutaba de un buen abrazo? Con Math... una punzada le cruzó el pecho al pensarlo.
— No te voy a dejar sola — sonrió. — Encontraremos a Ryder. La conozco ya tanto con lo que me habéis contado de ella, que te prometo que es como si hubiera sido mi mejor amiga durante años y me duele lo que le pueda pasar — así era. Sujetó sus manos y trató de transmitirle esperanzas. — He tenido muchísimas misiones en el exterior y sé cómo funciona esto, por lo que podemos seguir. Vayamos a por el jeep y empecemos el viaje — le dio una palmada en la espalda y comenzó a andar.
Ava y ella tenían tantas cosas en común, más de la que creían incluso.
— ¿Sabes que sobreviví a Raccoon City? — preguntó. — Eres la primera persona a la que se lo cuento — explicó con una amarga sonrisa en el rostro. — Antes... trabajaba para la corporación Umbrella en Raccoon, hasta que toda la mierda les estalló y vi lo que hicieron... — se quedó con la mirada perdida en el horizonte. Era como si hubiera viajado mentalmente a otro lugar, a ese pasado horrible al que casi no lograba sobrevivir. Tosió sacándose de aquel trance.
— Perdona... — se frotó los ojos con el dorso de la mano. — Te cuento esto porque confío en ti, ¿vale? — y así era, habían desarrollado un fuerte vinculo en los últimos meses. Desde que no hablaba con Mathias, ella era su aliada en el día a día. Bueno, Mathias también lo sabía, pero no se lo había contado ella exactamente.
— No te voy a dejar sola — sonrió. — Encontraremos a Ryder. La conozco ya tanto con lo que me habéis contado de ella, que te prometo que es como si hubiera sido mi mejor amiga durante años y me duele lo que le pueda pasar — así era. Sujetó sus manos y trató de transmitirle esperanzas. — He tenido muchísimas misiones en el exterior y sé cómo funciona esto, por lo que podemos seguir. Vayamos a por el jeep y empecemos el viaje — le dio una palmada en la espalda y comenzó a andar.
Ava y ella tenían tantas cosas en común, más de la que creían incluso.
— ¿Sabes que sobreviví a Raccoon City? — preguntó. — Eres la primera persona a la que se lo cuento — explicó con una amarga sonrisa en el rostro. — Antes... trabajaba para la corporación Umbrella en Raccoon, hasta que toda la mierda les estalló y vi lo que hicieron... — se quedó con la mirada perdida en el horizonte. Era como si hubiera viajado mentalmente a otro lugar, a ese pasado horrible al que casi no lograba sobrevivir. Tosió sacándose de aquel trance.
— Perdona... — se frotó los ojos con el dorso de la mano. — Te cuento esto porque confío en ti, ¿vale? — y así era, habían desarrollado un fuerte vinculo en los últimos meses. Desde que no hablaba con Mathias, ella era su aliada en el día a día. Bueno, Mathias también lo sabía, pero no se lo había contado ella exactamente.
No supe qué decir. La humedad de mis ojos delataba que estaba a punto de llorar, pero me contuve. Había olvidado cuándo fue el último abrazo que alguien me daba. Últimamente había sido todo demasiado difícil y tener a Harls lo había hecho mucho más fácil, pero no me había dado cuenta hasta ese preciso instante de lo real que era. Sus palabras de aliento y apoyo no me ayudaron a contener las lágrimas.
— Harls — quise decirle algo más, pero fui incapaz de pronunciar palabra alguna. ¿Se podía decir que tenía una amiga? Se podía decir. Era la primera vez en mi vida.
— No sé como agradecerte todo — logré decir. Me había estado ayudando incondicionalmente en la búsqueda de Ryder, su compromiso, sus ánimos, las charlas... adoraba a aquella mujer.
— ¿En serio? ¿Vivías allí? Creía que era de California — empecé a decir mientras le prestaba atención y caminaba junto a ella. — ¿Que tú qué? — me paré repentinamente y una maraña de recuerdos, no muy buenos, me golpearon. Estaba en shock, no había escuchado nada a nadie, ningún rumor. Recordé cómo me habían tratado tras mi incorporación, como cuchicheaban cada vez que pasaba por algún sitio, las miradas... me había costado sudor y sangre que empezaran a confiar en mi. Empecé a reírme.
— No me lo puedo creer... — dejé escapar las palabras ahogando una risa final. — Yo estuve en Nueva York, división USFU — me puse frente a ella. — Me ha costado mucho para que confíen en mi, Jason Hotchner fue el primero en aceptarme en su división, nadie quería salir conmigo en ninguna misión. ¿Quién iba a confiar en alguien que había trabajado para ellos? Así que... puede que por eso me tome tan a pecho lo de localizar a Ryder, no quiero fallarle a él — tampoco quería fallarle a ella. Al fin y al cabo ella también había confiado en mi y yo traicioné su confianza.
— ¿Cómo lo hiciste? — aquella pregunta no paraba de gritar en mi mente. Sujeté su mano con fuerza y sostuve su mirada.
— Harls — quise decirle algo más, pero fui incapaz de pronunciar palabra alguna. ¿Se podía decir que tenía una amiga? Se podía decir. Era la primera vez en mi vida.
— No sé como agradecerte todo — logré decir. Me había estado ayudando incondicionalmente en la búsqueda de Ryder, su compromiso, sus ánimos, las charlas... adoraba a aquella mujer.
— ¿En serio? ¿Vivías allí? Creía que era de California — empecé a decir mientras le prestaba atención y caminaba junto a ella. — ¿Que tú qué? — me paré repentinamente y una maraña de recuerdos, no muy buenos, me golpearon. Estaba en shock, no había escuchado nada a nadie, ningún rumor. Recordé cómo me habían tratado tras mi incorporación, como cuchicheaban cada vez que pasaba por algún sitio, las miradas... me había costado sudor y sangre que empezaran a confiar en mi. Empecé a reírme.
— No me lo puedo creer... — dejé escapar las palabras ahogando una risa final. — Yo estuve en Nueva York, división USFU — me puse frente a ella. — Me ha costado mucho para que confíen en mi, Jason Hotchner fue el primero en aceptarme en su división, nadie quería salir conmigo en ninguna misión. ¿Quién iba a confiar en alguien que había trabajado para ellos? Así que... puede que por eso me tome tan a pecho lo de localizar a Ryder, no quiero fallarle a él — tampoco quería fallarle a ella. Al fin y al cabo ella también había confiado en mi y yo traicioné su confianza.
— ¿Cómo lo hiciste? — aquella pregunta no paraba de gritar en mi mente. Sujeté su mano con fuerza y sostuve su mirada.
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