Las locas vegas [pasado con Victoria]

-¡Oye...!- Exclamo a la vez que le pegaba un largo trago a la botella y su cara se arrugaba como si hubiese chupado el limón más acido del mundo. -Nerviosa no soy, pero si me quedo colgada boca abajo mientras se ríen de mi... ¿Qué quieres, qué te aplauda? Lo que haré será cagarme en tus santos muertos - Dejó la botella a sus pies y, agarrando el hacha, utilizó el filo para abrir la lata, la cual desprendió un olor agradable que hizo a su estomago rugir. -Y para cómico ya tenemos al payaso principal - Hizo un gesto hacia él y luego metió los dedos en la lata, sacando una albóndiga que no dudo en meterse en la boca, recostándose hacía atrás en el respaldo del sillón mientras rodaba los ojos del gusto de comer algo "decente" -Fijo que él me trata mucho mejor que tu - Soltó una pequeña risa tras eso y llevó otra albóndiga a su boca, esta vez inclinándose hacía delante, con los codos sobre las rodillas.

Por un momento se le olvidó que el pavo este la había dejado varios minutos colgada boca abajo mientras era su chiste personal y, se limito a disfrutar un poco del momento, haciendo que la pena terminará de desaparecer. Un recuerdo le inundó la mente y en un pestañeo se vio a si misma, su hermano y su cuñada, sentados en la terraza de su casa, tomando cervezas mientras comían comida china y hablaban del día. Todo sería igual que antes su sus vidas no fueran una montaña rusa constante. Suspiró y volvió a beber de la botella, arrugando menos la cara esta vez.

-¿Sabes que no me has dicho tu nombre todavía? - Dijo dándose cuenta de lo poco importante que era presentarse en estos días. -Que a mi me da igual, te puedo seguir llamando Jeremiah, creo que con tu cara de psicótico te queda bien - Inclinó la cabeza mirándole y preguntándose porque seguía allí con ella. Obviamente aquel sitio era perfecto para hacer una parada antes de continuar el viaje, pero había muchos interrogantes flotando alrededor de su no-compañero y aquellos pensamientos la ponían algo nerviosa. No solía leer a la gente, pero suele ser fácil ver las intenciones que tienen, aunque con el susodicho era imposible... Solo parecía un gilipollas más que disfrutaba vacilando a la gente en un mundo donde a la mínima te plantaban una bala entre ceja y ceja, aunque con las armas que gastaba el tio, apostaba a que él era el caballo más rápido.

Todo se quedo brevemente en silencio dejando que la joven disfrutase su comida con calma, aunque su estómago se cerró cuando escucho ruido proveniente del pasillo por el que habían ido anteriormente. Sus cejas se fruncieron con enfado porque parecía que jamás la iban a dejar comer tranquila así que, dejando la lata en el suelo, agarró la botella y le dio dos últimos tragos largos. Tras eso, fue hasta la puerta por la que habían entrado y se acuclillo frente a esta pegando el ojo a la cerradura para tratar de ver algo al otro lado. Dos personas vestidas con ropas rasgadas se habían quedado mirando la cuerda rota de la que anteriormente había estado colgada y, como su la escuchasen respirar, giraron su cabeza de golpe hacía su dirección.

-Hay que esconderse - Murmuro mientras se alejaba y escondía la lata y la botella que ella había usado lo más rápido posible para luego ir hasta una de las barras de la cocina y abrir las puertas de las pequeñas estanterías que había en estas, viendo la suerte que tenía de que estaban vacías. -Búscate la vida amigo, a mi pelear de frente no se me da muy allá. - Metió la mochila allí y, hacha en mano, se metió ella después, dejando la puerta lo suficientemente abierta para poder ver quien entraba pero que no la vieran a ella.

-¿Cuántos sois? - Preguntó una voz masculina totalmente rasgada. Podría ser una persona mayor o simplemente alguien que parecía estar fumando desde los ocho años. -Sabemos que hay alguien ahí dentro... Y si nos decís que habéis cogido puede que lleguemos a un acuerdo donde salgamos todos contentos. - El desconocido parecía no querer entrar en la sala donde se encontraban aún y ella, desde su escondite, trató de averiguar donde estaba Jeremiah, esperaba que no fuese a hacer una locura.

Desde su escondite pudo ver perfectamente como la espalda de su no-compañero se dirigía a la puerta y la entreabría sin mucho temor, cosa que a ella le puso nerviosa. Ya había tenido la oportunidad de ver que hacer ese tipo de cosas sin precaución podía salir muy mal pero, el señor que se encontraba al otro lado de la puerta cargando una escopeta, solo se limitó a apuntar al chico.
Parecía mayor, podía tener cincuenta y pico años fácilmente, pero el que le preocupaba era el joven muchacho que había al lado de él, parecía tener unos dieciocho, veinte años pero tenía una mirada que ya había visto antes. Los ojos azules del chico joven resaltaban con su piel morena lo que le hacían ver más inquietante de lo que ya le parecía a ella. Pensó en salir pero quiso esperar a ver como sucedían los acontecimientos.

-Aqui somos nosotros los que... - El hombre pareció enmudecer de golpe. Se había quedado con la vista fija en algo y el cañón de su escopeta empezó a temblar ligeramente. No sabía lo que había visto pero lo había aterrorizado por completo. En cambio, el chico joven frunció el entrecejo y abrió la boca con evidente enfado.
-Todo lo que esta ahí dentro nos pertenece, lo hemos conseguido nosotros y no tienes ningún derecho a quitárnoslo - Apeló echando al señor a un lado, proyectando una gran sombra en la puerta que lo parecía ver gigantesco desde su perspectiva.
-Calla chico - Gruñó el otro varón con evidente nerviosismo - Mejor retirarse para vivir otro día. - Agarró por la ropa al joven y tiró de él hacía atrás. - Tranquilo muchacho, nos iremos de aquí, podéis quedaros lo que queráis

La joven se quedó pensativa unos segundos... ¿Y entonces el cadáver del armario cómo había acabado ahí si ellos habían traído estas cosas? Algo le parecía raro. No le parecía normal que se rendieran tan rápido con recuperar sus cosas, a no ser que Don Simpatía los hubiera convencido de lo contrario.
Observó al viejo desaparecer de su campo visual mientras que, desde su posición, le escuchaba murmurar cosas con el chico. Esperó a que Jeremiah cerrara la puerta para salir de su escondite con las cejas fruncidas.

-¿Qué cojones ha pasado? - Murmuró mientras se acercaba a él -¿Qué les has dicho? Porqué yo vi el cañón de su escopeta muy cerca de tu cara- Se acercó a la puerta y volvió a acuclillarse frente a esta para mirar por la cerradura, viéndolos hablar al final del pasillo, desapareciendo en una esquina. -Escuché que decían que esto era suyo... ¿Les has creído? Por que entonces no entiendo qué hacía nuestro amigo de siesta en el armario - Le dirigió la mirada a la manta que tapaba el cuerpo y luego volvió a mirar por el pequeño agujero, no había nadie.

En cuanto le escuchó sus ojos se clavaron en él, entrecerrándolos a la vez que levantaba una ceja. Esperaba que estuviera de coña y, a su vez, que su rostro hubiese sido lo bastante especifico para no tener que decir nada, volviendo a dirigir la vista al agujero de la pequeña cerradura para ver el pasillo totalmente despejado.
Era muy obvio que su gran "amigo" Jeremiah le había esquivado las preguntas. ¿Por qué? No tenía ni la más mínima idea. Ella no era nadie, no tenía información ni conocía a nadie a quien poder dársela. Estaba sola en el mundo... Por lo que lo único que se le venía a la mente era que tal vez hubiese dicho algo que pudiese meterla a ella en un compromiso, haciendo que todas sus alarmas volvieran a saltar de nuevo. No se fiaba ni un pelo del tio este... Si, había pasado un momento ligeramente agradable a pesar de haber estado colgada del techo cual chorizo, pero no le conocía de nada y tampoco sabía que intenciones ocultas podía tener... Todos tenían una al fin y al cabo, incluso ella...

Se levantó mientras se estiraba y caminó por el lugar recogiendo sus cosas mientras le escuchaba, arrugando la nariz con obvia molestia. Hacía tiempo que no estaba tan cómoda como lo estuvo esos cinco minutos sentada comiendo. Dejó la botella donde la había encontrado y, a la lata de la que había estado comiendo, le hundió la tapa hacia dentro y la guardó en su mochila, volviendo a colgar esta a su espalda.
Se acercó a la puerta dispuesta a salir quedando de frente al sospechoso compañero y lo escudriñó con la mirada mientras escuchaba lo que decía, obviamente intentando saber que había detrás de todas sus palabras... Era un tio extraño, parecía esconder mucho de él y ahora mismo, tras lo que había visto, era imposible que pudiese terminar confiando en él. De momento...

-Bueno... - Dijo mientras un puchero se formaba en sus labios y abría la puerta saliendo por esta no sin antes dedicarle una fugaz mirada a lo que, por un segundo, había sido un sueño hecho realidad. -Supongo que era imposible que eso estuviese ahí como un regalo divino - Comenzó a avanzar hacia delante intentando aparentar normalidad y no dejar ver que un fuerte miedo empezaba a aflorar en ella. -Así que yo por lo menos tendré que buscarme otro sitio donde pasar la noche tranquila... - Llegando a la esquina del pasillo de las escaleras, bajó la voz. - Y tampoco me fio mucho de ellos así que no me quedaré por aqui.

Miró la escalera esperando que no estuviesen allí y, efectivamente, todo parecía estar limpio. De momento parecían ser buena gente y cumplir su palabra de que se iban a ir y les dejaban el camino libre. Suspiró levemente y comenzó a subirlas para llegar a la planta principal, viendo el pasillo por el que habían pasado minutos antes... Se quedó pensativa unos minutos y miró de reojo a su "no-compañero" intentando volver a la entrada del lugar.

-¿Y tu que vas a hacer ahora? - Comentó de forma sutil, intentando saber aunque sea algo más de él, recordando que aún no sabía ni su nombre... Y aunque se lo dijese, para ella ya iba a ser Jeremiah.

De pronto sonó un fuerte golpe que provenía de la dirección a la que ellos se dirigían, haciendo que la pelirroja se detuviese frunciendo el ceño con cierta duda y preocupación. El no sonido no volvió a repetirse y eso la animó a avanzar un poco con cierta curiosidad, retrocediendo tres pasos cuando el golpe volvió a sonar, dirigiendo una mirada al chico.

-¿Qué coño ha sido eso? - Volvió a mirar al pasillo para luego mirar su espalda, viendo el pasillo totalmente despejado. - ¿Crees que han sido los tios de antes intentando asustarnos? Hay gente muy loca y muy estúpida... - Aclaró levantando ambas cejas para luego alternar la vista del pasillo al chico, esperando que tuviera alguna idea de que hacer ya que ella no le echaba coraje al asunto.