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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Going to hell [K-Mart]
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Ocho de febrero de 2014.
Estoy en algún lugar de Maryland, el cielo se torna gris mientras avanzo por unas carreteras bastante solitarias, para variar, si no me equivoco con los mapas voy hacia Pensilvania, ¿por qué?, no lo sé, me gusta el nombre así que iré hacia allí, es el único Estado cercano a mi posición que ha llamado mi atención por lo que hacia allá que voy. He comido hace poco, chocolatinas, me estoy empezando a hartar de esa mierda, pero no tengo mucho más y quiero que la comida me dure por lo menos hasta llegar al siguiente pueblo, según la guía que llevo en la mochila debe de estar cerca a mi posición, pero tampoco estoy muy segura nunca se me han dado bien estas cosas. Llevo un par de horas andando, me he acostumbrado a caminar, conducir no es mi punto fuerte precisamente, así que ir a pie es lo que toca, cosa que tampoco me desagrada hasta que me veo obligada a salir corriendo, huyendo de grandes grupos, cuando se juntan demasiados si que llegan a ser un buen problema.
Voy por una carretera secundaria, diría que hasta terciaria, no veo ninguna señal, ninguna marca nada... Todo está rodeado de esos árboles y bosques profundos en los que me acabaría perdiendo con tan solo poner un pie en ellos, mi plan en seguir la carretera hasta dar con algún pueblo, me coloco esas dichosas gafas de pasta negra, enormes, que recuerdan a las típicas gafas de abuela para mirar el mapa una vez más, coloco la mochila sobre el hombro y miro mejor a través de los cristales.
– Se supone que estoy en... Será posible, hay una mancha sobre el nombre del maldito pueblo – Digo mientras rasco la zona y nada, parece un fallo del mapa, aún así al alzar la mirada no veo más que un camino hacia mi derecha y nada más. Se supone que tendría que haber un pueblo aquí, tal vez sean cuatro casas dispersas, así que decido avanzar por el sendero que hay en el bosque, intranquila, el lugar está bastante silencioso, es siniestro y no me he topado aún con ninguno de esos descerebrados, con las gafas puestas, se me olvida quitármelas y eso que es una manía, no me gusta llevarlas, sigo por el sendero hasta llegar a un claro enorme y dejo de avanzar sorprendida.
Me encuentro ante lo que parece un maldito cementerio de coches, dudo, estoy a punto de largarme en cuanto veo en la entrada una cabaña de madera, seguramente perteneció a uno de esos paletos con sus camionetas que se dedicaban a la chatarra y a cazar ardillas por el bosque, por lo que pienso en dar media vuelta, seguro que el improvisado desguace está plagado de zombies, no me interesa un paseo por un laberinto del terror, entonces escucho el chillido y me quedo completamente parada en el sitio, el grito vuelve a resonar en el lugar, solo que esta vez es incluso peor que el primero, algunos cuervos salen de entre los árboles espantados y doy un respingo que no puedo evitar, lo más normal sería salir corriendo por patas, pero en vez de eso sujeto con ambas manos el bate, miro hacia mi alrededor y avanzo por el lugar escondiéndome entre los coches, el grito procede de la cabaña, estoy totalmente segura, me doy algo de prisa pues es posible que la persona en cuestión necesite ayuda, sigilosa accedo a un tosco porche y ligeramente agachada me asomo a una de las ventanas mugrientas que dan a una habitación oscura, limpio el cristal con la mano y veo que no hay nadie por lo que accedo a través de la puerta.
Ahogo la arcada en cuanto ese olor nauseabundo llega a mi, el suelo está completamente encharcado de algo y no tardo en darme cuenta de que es sangre. – ¿Alguien necesita un tampax? – Pregunto con sarcasmo en un tono bajo mientras avanzo y se me quitan las ganas de bromear al ver en el suelo un cadáver completamente destrozado. Sujeto el bate con fuerza decidiendo no mirar hacia eso y sigo mi camino hasta que escucho el jadeo y siento como algo viscoso y cálido me agarra un tobillo, no tardo en darme cuenta de que se trata del cadáver del suelo, que al parecer no está muerto, es un chico, su único ojo en buen estado me mira con desesperación, el derecho está completamente destrozado y al ver el bueno carente de ese deterioro característico en los zombies me doy cuenta de que no está muerto, pero la impresión me hace retroceder y él mira hacia un lado cayendo finalmente con el último suspiro. El grito me había parecido ser de una chica y no de un chico, por lo que empiezo a dudar de lo que me pueda encontrar detrás de esa puerta que ha señalado él.
Estoy en algún lugar de Maryland, el cielo se torna gris mientras avanzo por unas carreteras bastante solitarias, para variar, si no me equivoco con los mapas voy hacia Pensilvania, ¿por qué?, no lo sé, me gusta el nombre así que iré hacia allí, es el único Estado cercano a mi posición que ha llamado mi atención por lo que hacia allá que voy. He comido hace poco, chocolatinas, me estoy empezando a hartar de esa mierda, pero no tengo mucho más y quiero que la comida me dure por lo menos hasta llegar al siguiente pueblo, según la guía que llevo en la mochila debe de estar cerca a mi posición, pero tampoco estoy muy segura nunca se me han dado bien estas cosas. Llevo un par de horas andando, me he acostumbrado a caminar, conducir no es mi punto fuerte precisamente, así que ir a pie es lo que toca, cosa que tampoco me desagrada hasta que me veo obligada a salir corriendo, huyendo de grandes grupos, cuando se juntan demasiados si que llegan a ser un buen problema.
Voy por una carretera secundaria, diría que hasta terciaria, no veo ninguna señal, ninguna marca nada... Todo está rodeado de esos árboles y bosques profundos en los que me acabaría perdiendo con tan solo poner un pie en ellos, mi plan en seguir la carretera hasta dar con algún pueblo, me coloco esas dichosas gafas de pasta negra, enormes, que recuerdan a las típicas gafas de abuela para mirar el mapa una vez más, coloco la mochila sobre el hombro y miro mejor a través de los cristales.
– Se supone que estoy en... Será posible, hay una mancha sobre el nombre del maldito pueblo – Digo mientras rasco la zona y nada, parece un fallo del mapa, aún así al alzar la mirada no veo más que un camino hacia mi derecha y nada más. Se supone que tendría que haber un pueblo aquí, tal vez sean cuatro casas dispersas, así que decido avanzar por el sendero que hay en el bosque, intranquila, el lugar está bastante silencioso, es siniestro y no me he topado aún con ninguno de esos descerebrados, con las gafas puestas, se me olvida quitármelas y eso que es una manía, no me gusta llevarlas, sigo por el sendero hasta llegar a un claro enorme y dejo de avanzar sorprendida.
Me encuentro ante lo que parece un maldito cementerio de coches, dudo, estoy a punto de largarme en cuanto veo en la entrada una cabaña de madera, seguramente perteneció a uno de esos paletos con sus camionetas que se dedicaban a la chatarra y a cazar ardillas por el bosque, por lo que pienso en dar media vuelta, seguro que el improvisado desguace está plagado de zombies, no me interesa un paseo por un laberinto del terror, entonces escucho el chillido y me quedo completamente parada en el sitio, el grito vuelve a resonar en el lugar, solo que esta vez es incluso peor que el primero, algunos cuervos salen de entre los árboles espantados y doy un respingo que no puedo evitar, lo más normal sería salir corriendo por patas, pero en vez de eso sujeto con ambas manos el bate, miro hacia mi alrededor y avanzo por el lugar escondiéndome entre los coches, el grito procede de la cabaña, estoy totalmente segura, me doy algo de prisa pues es posible que la persona en cuestión necesite ayuda, sigilosa accedo a un tosco porche y ligeramente agachada me asomo a una de las ventanas mugrientas que dan a una habitación oscura, limpio el cristal con la mano y veo que no hay nadie por lo que accedo a través de la puerta.
Ahogo la arcada en cuanto ese olor nauseabundo llega a mi, el suelo está completamente encharcado de algo y no tardo en darme cuenta de que es sangre. – ¿Alguien necesita un tampax? – Pregunto con sarcasmo en un tono bajo mientras avanzo y se me quitan las ganas de bromear al ver en el suelo un cadáver completamente destrozado. Sujeto el bate con fuerza decidiendo no mirar hacia eso y sigo mi camino hasta que escucho el jadeo y siento como algo viscoso y cálido me agarra un tobillo, no tardo en darme cuenta de que se trata del cadáver del suelo, que al parecer no está muerto, es un chico, su único ojo en buen estado me mira con desesperación, el derecho está completamente destrozado y al ver el bueno carente de ese deterioro característico en los zombies me doy cuenta de que no está muerto, pero la impresión me hace retroceder y él mira hacia un lado cayendo finalmente con el último suspiro. El grito me había parecido ser de una chica y no de un chico, por lo que empiezo a dudar de lo que me pueda encontrar detrás de esa puerta que ha señalado él.
WIND OF CHANGE
— Joder... — Me susurraba a mi misma mientras avanzaba entre los hierbajos, por el bosque en dirección de a saber que... Trataba de tener cuidado con el camino porque este era bastante inestable. Sabía que andaba por Maryland, pues era la zona en la que andábamos con el convoy, hasta que me perdí, si, me había separado del grupo porque me había perdido, ¿no era fantástico? Pero curiosamente estaba bastante tranquila, ¿por qué?, porque no era ya la primera vez que me apartaba de ellos y quedaba sola, Carlos me solía decir que era una chica con suerte. Pero no podía evitar tener algo de miedo, me resultaba imposible, ¿quién no podía tener miedo en aquellos días tan perdidos, quién?, seguro que hasta el mejor de los militares estaba aterrado, seguro que Carlos bajo esa expresión seria y tranquila se asustaba hasta en las peores situaciones. Aunque a decir verdad lo que me daba miedo ahora no eran esas cosas o saber donde estaba, sino cuanto tiempo estaría alejada de ellos, de mi familia. No aguantaba separarme del grupo.
Tuve que parar un momento, allí rodeada de árboles y mirar a todas las direcciones, sentía la respiración agitada y por ello saqué de mi mochila la botella de agua para darle un largo trago, estaba sedienta. Luego saqué el mapa de la mochila y traté de dar con la zona de mi posición, pues sabía hacia donde iba el convoy, a Annapolis, faltaba mucho para llegar a allí y por eso no debía parar. Terminé de beber agua y tras eso guardé la mochila, revisando que todas mis cosas siguieran ahí, no llevaba todas mis armas porque algunas estaban en el todoterreno de Carlos, pero si las que a mi parecer me resultaban mejores. Pesaban un poco de más, pero no las iba a dejar tiradas, dos kamas de Alice, el bate de hierro en la mano y la ballesta junto a algunos virotes. Todo era obsequio del pequeño arsenal que habíamos conseguido con el grupo.
Seguí avanzando hacia adelante hasta que una voz me puso los pelos de punta, no era una voz cualquiera, era un grito de dolor, un grito de socorro aterrador que procedía del oeste. Sería bastante estúpido por mi parte, pues la habrían mordido, era un grito femenino, era estúpido sí, porque pensar que ya estaba perdida era la opción más evidente y aún así no dudé en salir corriendo en esa dirección como si pudiera ayudar a quien ya estaba condenado. Los árboles se acababan y di con un claro, la estampa era desoladora, una cabaña típica de esas de películas y un centenar de coches abandonados detrás, parecía todo un desguace, había algunos zombies merodeando. Iba a salir de entre los árboles cuando entonces vi uno de esas camionetas todoterreno con gancho en la parte trasera y una enorme chapa delante avanzaba hasta la entrada de la casa atropellando a los zombies, no supe por qué pero decidí ocultarme detrás de un árbol.
El vehículo paró y de este bajaron dos hombres que fueron hacia la parte trasera para coger algo, mejor dicho alguien, era una chica rubia que parecía medio aturdida, llena de heridas, con la que cargaban hacia la cabaña. Parecía estar viva porque sollozaba sin fuerzas, entonces resonó otro grito de terror que procedía del interior de la cabaña y aunque yo me sentí asustada ellos dos se echaron a reir. — Mark parece haber empezado la fiesta sin nosotros — Ambos rieron mientras avanzaban con la chica hacia el interior y yo sentía como se me helaba la sangre en las venas por completo, pues la conclusión que saqué de aquello no podía ser real joder y lo peor era que yo no me podía largar de allí como si nada. Entonces bajaron dos más cantando una canción estúpida y yo me sentía cada vez más fuera de lugar. ¿Qué estaba pasando en aquel lugar?
Tuve que parar un momento, allí rodeada de árboles y mirar a todas las direcciones, sentía la respiración agitada y por ello saqué de mi mochila la botella de agua para darle un largo trago, estaba sedienta. Luego saqué el mapa de la mochila y traté de dar con la zona de mi posición, pues sabía hacia donde iba el convoy, a Annapolis, faltaba mucho para llegar a allí y por eso no debía parar. Terminé de beber agua y tras eso guardé la mochila, revisando que todas mis cosas siguieran ahí, no llevaba todas mis armas porque algunas estaban en el todoterreno de Carlos, pero si las que a mi parecer me resultaban mejores. Pesaban un poco de más, pero no las iba a dejar tiradas, dos kamas de Alice, el bate de hierro en la mano y la ballesta junto a algunos virotes. Todo era obsequio del pequeño arsenal que habíamos conseguido con el grupo.
Seguí avanzando hacia adelante hasta que una voz me puso los pelos de punta, no era una voz cualquiera, era un grito de dolor, un grito de socorro aterrador que procedía del oeste. Sería bastante estúpido por mi parte, pues la habrían mordido, era un grito femenino, era estúpido sí, porque pensar que ya estaba perdida era la opción más evidente y aún así no dudé en salir corriendo en esa dirección como si pudiera ayudar a quien ya estaba condenado. Los árboles se acababan y di con un claro, la estampa era desoladora, una cabaña típica de esas de películas y un centenar de coches abandonados detrás, parecía todo un desguace, había algunos zombies merodeando. Iba a salir de entre los árboles cuando entonces vi uno de esas camionetas todoterreno con gancho en la parte trasera y una enorme chapa delante avanzaba hasta la entrada de la casa atropellando a los zombies, no supe por qué pero decidí ocultarme detrás de un árbol.
El vehículo paró y de este bajaron dos hombres que fueron hacia la parte trasera para coger algo, mejor dicho alguien, era una chica rubia que parecía medio aturdida, llena de heridas, con la que cargaban hacia la cabaña. Parecía estar viva porque sollozaba sin fuerzas, entonces resonó otro grito de terror que procedía del interior de la cabaña y aunque yo me sentí asustada ellos dos se echaron a reir. — Mark parece haber empezado la fiesta sin nosotros — Ambos rieron mientras avanzaban con la chica hacia el interior y yo sentía como se me helaba la sangre en las venas por completo, pues la conclusión que saqué de aquello no podía ser real joder y lo peor era que yo no me podía largar de allí como si nada. Entonces bajaron dos más cantando una canción estúpida y yo me sentía cada vez más fuera de lugar. ¿Qué estaba pasando en aquel lugar?
- K-Mart:
Me quedo mirando el pasillo que hay al fondo y la puerta que ha señalado el tipo, es curioso, no parece que le hayan mordido, es como si le hubieran golpeado, tiene cortes y le han amputado varios dedos, logro describir finalmente. ¿Qué coño le ha pasado a este tipo?, bueno, da igual, no tardará en levantarse y lo mejor es largarse, el lugar me pone enferma, pero mi curiosidad... Escucho algunos ruidos que proceden del fondo del pasillo y lo importante es creo distinguir a la perfección ruidos que provienen de fuera, esos a los que ya estoy más acostumbrada, zombies.
– Joder... – Susurro apara mi misma, mientras voy hacia una ventana y me asomo por esta levantando ligeramente la persiana, podrían ser perfectamente más de diez, a saber si estarán rodeando toda la casa, lo único que se ven son zombies llegar por entre los árboles e ir en mi maldita posición hasta que de repente el sonido de un motor les hace girarse, un todoterreno bien equipado con la parte delantera hábilmente trucada para el apocalipsis zombie, el coche se mueve de forma brusca y ágil por el camino atropellando a unos cuantos de cadáveres, de forma casi hasta sencilla se deshace de la gran mayoría y se detiene delante de la cabaña, del vehículo salen varios tipos, creo que tres... Vale sé que tendría que estar contandolos, pero... Ver como uno de ellos baja del coche con el cuerpo de alguien ensangrentado, ella se queja es algo que no comprendo, tal vez sea un familiar, una amiga herida, pero no, se bajan riendo y arrastran el cuerpo con burla por el suelo, ni siquiera tiene el aspecto de haber sido mordida o algo, son golpes y cortes en su piel y este es el preciso instante en el que me giro y veo la cabaña con mayor atención, todo está lleno de sangre, el tipo muerto al que parecían haber atacado y que no poseía mordiscos. Miro mejor a los tipos, tienen una pinta de locos que no pueden ni con ella, para colmo tienen algunas manchas y esas pintas de cazadores obsesos, si, salidos de esas películas malas de terror en las que un grupo de adolescentes idiotas llega a una casa en mitad del bosque y se topa con locos que quieren acabar con ellos. Mierda... Cuando yo que creía que una solo debía preocuparse de los muertos, se me olvida que los vivos siempre fueron un problema. Los cuatro, son cuatro, van en dirección a un lateral la cabaña y es cuando me digo que tengo que salir de ahí por patas... Me vuelvo de golpe y creo que puedo morir perfectamente de un infarto a causa del susto que me doy. Un tipo con una sonrisa bastante sádica viene a por mi con un cuchillo de carnicero, lleva tanta sangre por encima que... – No nos gustan los invitados... – Dice de una forma bastante sádica al par que se lanza a por mi con el cuchillo, joder no me ha dado tiempo ni a reaccionar, simplemente logro apartarme con cierta dificultad, golpeándole con una patada en la cabeza cuando me agarra por el tobillo y ambos caemos al suelo, me lleno de sangre, pero ahora mismo eso no me importa, si no el tipo que está empezando a gritar obscenidades y que sujeta un cuchillo con ganas de abrirme en canal seguramente. Le golpeo de nuevo con el pie en la cabeza y me arrastro por el suelo en dirección a la puerta poniéndome de pie, al abrirla tan solo veo a los tipos que van corriendo en mi dirección y que se ríen divertidos, por aquí no puedo salir, salgo corriendo hacia el interior de la cabaña, mientras escucho otras cosas y gritos. - ¡Pero si tenemos una linda gatita por aquí! - Por el pasillo hacia el fondo, huyo del tipo del cuchillo y de los otros cuatro que entrarán también a por mi, estoy metida en líos... No, la palabra líos es un paseo por el campo comprada con lo de verdad que estoy metida en problemas, al llegar a la última habitación doy un brinco aterrorizada en el marco de la puerta al ver el panorama la habitación ensangrentada, el cuerpo de la mesa lleno de heridas imposibles, le falta un ojo y decido no seguir mirando para no vomitar, era una chica, también rubia como la de fuera, ¿qué obsesión tienen estos por las chicas rubias joder?, espero que a las morenas no nos tenga tanta manía. Corro entrando en la habitación, pues no hay otra y cierro la puerta atrancandola con una silla y echando el pestillo, no duro que aguante mucho, voy hacia la ventana. - Ayúdame por favor... - Escucho de golpe y no puedo evitar dar un respingo, me giro hacia la mesa y veo a la chica llorando, está atada a la mesa, tiene mil y un cortes y la cuenca del ojo izquierdo vacía, llena de sangre. - Oh joder... - Voy hacia ella y la veo, no tiene heridas profundas, pero si todos esos cortes, y le faltan varios dedos de la mano izquierda, tres en total que están esparcidos por el suelo, al menos veo dos. - ¿Qué está pasando aquí? - Pregunto hecha nervios mientras la ayudo desatándola. - No lo sé... - Solloza justo cuando ambas escuchamos los golpes en la puerta y los gritos de esos hijos de puta. - Yo estaba con mi hermano y... Ellos le mataron... - Ahora si que rompe a llorar. - Vi lo que le hicieron y me lo estaban haciendo a mi, me..., me... No veo bien, mira, mira lo que me han hecho... - Le cuesta hablar, su propia sangre le estorba, ella trata de limpiarse con la mano herida y al verla llora aún más, la situación no solo empieza a aterrarme si no que me dan ganas de llorar también, rompo el borde de mi camiseta y envuelvo su mano para evitar que se desangre. - Tenemos que irnos ya - Le susurro, ella asiente mientras que siguen golpeando la puerta y ambas vamos hacia la ventana, la abro y la ayudo a salir primero a ella, voy a salir yo y es el momento en el que rompen la puerta, el gorila carnicero corre a por mi con el cuchillo y yo me lanzo por la ventana, pero este me agarra de un pie y la rubia grita aterrada tratando de ponerse en pie para ayudarme, pataleo tratando de soltarme, me agarro al marco de la ventana clavando incluso mis uñas en la madera, el tira y ahogo el grito de dolor, he logrado patearle y tirarle el cuchillo al suelo, pero él tira con tanta fuerza y yo me agarro con la misma a la madera que veo como un par de uñas se rompen y comienzo a sangrar, pero el dolor es el de menos, el pensar lo que puede ocurrir si me atrapan puede conmigo y lucho por salir de ahí.
– Joder... – Susurro apara mi misma, mientras voy hacia una ventana y me asomo por esta levantando ligeramente la persiana, podrían ser perfectamente más de diez, a saber si estarán rodeando toda la casa, lo único que se ven son zombies llegar por entre los árboles e ir en mi maldita posición hasta que de repente el sonido de un motor les hace girarse, un todoterreno bien equipado con la parte delantera hábilmente trucada para el apocalipsis zombie, el coche se mueve de forma brusca y ágil por el camino atropellando a unos cuantos de cadáveres, de forma casi hasta sencilla se deshace de la gran mayoría y se detiene delante de la cabaña, del vehículo salen varios tipos, creo que tres... Vale sé que tendría que estar contandolos, pero... Ver como uno de ellos baja del coche con el cuerpo de alguien ensangrentado, ella se queja es algo que no comprendo, tal vez sea un familiar, una amiga herida, pero no, se bajan riendo y arrastran el cuerpo con burla por el suelo, ni siquiera tiene el aspecto de haber sido mordida o algo, son golpes y cortes en su piel y este es el preciso instante en el que me giro y veo la cabaña con mayor atención, todo está lleno de sangre, el tipo muerto al que parecían haber atacado y que no poseía mordiscos. Miro mejor a los tipos, tienen una pinta de locos que no pueden ni con ella, para colmo tienen algunas manchas y esas pintas de cazadores obsesos, si, salidos de esas películas malas de terror en las que un grupo de adolescentes idiotas llega a una casa en mitad del bosque y se topa con locos que quieren acabar con ellos. Mierda... Cuando yo que creía que una solo debía preocuparse de los muertos, se me olvida que los vivos siempre fueron un problema. Los cuatro, son cuatro, van en dirección a un lateral la cabaña y es cuando me digo que tengo que salir de ahí por patas... Me vuelvo de golpe y creo que puedo morir perfectamente de un infarto a causa del susto que me doy. Un tipo con una sonrisa bastante sádica viene a por mi con un cuchillo de carnicero, lleva tanta sangre por encima que... – No nos gustan los invitados... – Dice de una forma bastante sádica al par que se lanza a por mi con el cuchillo, joder no me ha dado tiempo ni a reaccionar, simplemente logro apartarme con cierta dificultad, golpeándole con una patada en la cabeza cuando me agarra por el tobillo y ambos caemos al suelo, me lleno de sangre, pero ahora mismo eso no me importa, si no el tipo que está empezando a gritar obscenidades y que sujeta un cuchillo con ganas de abrirme en canal seguramente. Le golpeo de nuevo con el pie en la cabeza y me arrastro por el suelo en dirección a la puerta poniéndome de pie, al abrirla tan solo veo a los tipos que van corriendo en mi dirección y que se ríen divertidos, por aquí no puedo salir, salgo corriendo hacia el interior de la cabaña, mientras escucho otras cosas y gritos. - ¡Pero si tenemos una linda gatita por aquí! - Por el pasillo hacia el fondo, huyo del tipo del cuchillo y de los otros cuatro que entrarán también a por mi, estoy metida en líos... No, la palabra líos es un paseo por el campo comprada con lo de verdad que estoy metida en problemas, al llegar a la última habitación doy un brinco aterrorizada en el marco de la puerta al ver el panorama la habitación ensangrentada, el cuerpo de la mesa lleno de heridas imposibles, le falta un ojo y decido no seguir mirando para no vomitar, era una chica, también rubia como la de fuera, ¿qué obsesión tienen estos por las chicas rubias joder?, espero que a las morenas no nos tenga tanta manía. Corro entrando en la habitación, pues no hay otra y cierro la puerta atrancandola con una silla y echando el pestillo, no duro que aguante mucho, voy hacia la ventana. - Ayúdame por favor... - Escucho de golpe y no puedo evitar dar un respingo, me giro hacia la mesa y veo a la chica llorando, está atada a la mesa, tiene mil y un cortes y la cuenca del ojo izquierdo vacía, llena de sangre. - Oh joder... - Voy hacia ella y la veo, no tiene heridas profundas, pero si todos esos cortes, y le faltan varios dedos de la mano izquierda, tres en total que están esparcidos por el suelo, al menos veo dos. - ¿Qué está pasando aquí? - Pregunto hecha nervios mientras la ayudo desatándola. - No lo sé... - Solloza justo cuando ambas escuchamos los golpes en la puerta y los gritos de esos hijos de puta. - Yo estaba con mi hermano y... Ellos le mataron... - Ahora si que rompe a llorar. - Vi lo que le hicieron y me lo estaban haciendo a mi, me..., me... No veo bien, mira, mira lo que me han hecho... - Le cuesta hablar, su propia sangre le estorba, ella trata de limpiarse con la mano herida y al verla llora aún más, la situación no solo empieza a aterrarme si no que me dan ganas de llorar también, rompo el borde de mi camiseta y envuelvo su mano para evitar que se desangre. - Tenemos que irnos ya - Le susurro, ella asiente mientras que siguen golpeando la puerta y ambas vamos hacia la ventana, la abro y la ayudo a salir primero a ella, voy a salir yo y es el momento en el que rompen la puerta, el gorila carnicero corre a por mi con el cuchillo y yo me lanzo por la ventana, pero este me agarra de un pie y la rubia grita aterrada tratando de ponerse en pie para ayudarme, pataleo tratando de soltarme, me agarro al marco de la ventana clavando incluso mis uñas en la madera, el tira y ahogo el grito de dolor, he logrado patearle y tirarle el cuchillo al suelo, pero él tira con tanta fuerza y yo me agarro con la misma a la madera que veo como un par de uñas se rompen y comienzo a sangrar, pero el dolor es el de menos, el pensar lo que puede ocurrir si me atrapan puede conmigo y lucho por salir de ahí.
WIND OF CHANGE
No podía creerme lo que estaba pasando, era una locura y aún fue todo más a prisa, aquellos dos iban delante con una chica que empezó como a espabilarse y a moverse gritando no muy alto, a forcejear para soltarse, ellos, los muy hijos de puta la dejaron caer al suelo entre carcajadas, entonces ella se puso en pie como pudo, los miró aterrada pidiendo que no les hiciera nada. — Tranquila muñequita, venga vete... Ya nos hemos divertido contigo — Le decía uno con sorna. La chica alzó la mirada hacia ellos y se puso en pie como pudo, no contentos con toda aquella panorámica escuchamos gritos de la cabaña, de un hombre, solo alcancé a ver que parecía haber una morena peleándose con uno y nada más. «¡Pero si tenemos una linda gatita por aquí!» Gritó uno de los cuatro que se acercaba a la cabaña. ¿Había alguien más en apuros?
— Joder... — Susurré al ver a la chica entonces que se largaba corriendo como podía. — ¿Sabes?, he cambiado de idea... — Gritó el tipo alzando su ballesta y disparándola a sangre fría, el virote dio de lleno en el muslo de ella provocando que cayera al suelo y gritara de dolor entre llantos, en la cabaña había más gente, uno de los cuatro entró con el otro que le decía que se había encontrado allí a una chica y que estaban encerradas en la habitación. ¿Encerradas?, solo escuchaba palabras sueltas. Los otros tres desaparecieron por el otro lateral de la casa.
Ahora que tenía la entrada libre eché a correr por el otro lateral al girar por una esquina vi a una chica, también rubia que trataba de ponerse en pie y agarraba como podía las manos de otra, una morena que luchaba por salir de una ventana, corrí hacia ellas viendo a un tipo dentro tirando de ella, las manos de las dos chicas estaban ensangrentadas, rápida cargué la ballesta y apunté al tipo que la sujetaba. — ¡Sueltala o disparo! — Grité furiosa. — ¡Pero si tenemos a otra niñita!, vaya... jejeje... Hoy es nuestro día de suerte, ¿verdad Steve? — Aquel tipo habló de una forma que me dio hasta asco, lleno de sangre con un tic en el ojo sorbió los mocos y se pasó la mano por la nariz refregandose y manchandose aún más, la morena cayó fuera de golpe sobre la rubia y yo continué apuntandole con la ballesta, el tipo que había entrado en la cabaña ahora, más limpio pero no tanto sonreía asintiendo, ambos me miraban divertidos y cuando vi que trataba de sacar disimuladamente un revolver de su cintura no dudé y disparé. — ¡Vamos, corred! — Grité echándome hacia ellas, la rubia estaba muy mal herida, el tipo al que había disparado gritaba de dolor quejándose y el otro trataba de ayudarle, ni siquiera vi donde le disparé solo ayudé a la rubia y a la morena a ponerse en pie. — ¡Por aquí! — Les decía mientras avanzábamos ambas ayudando a la rubia que estaba muy mal herida, le faltaba un ojo y la ropa estaba rasgada, o solo la habían herido parecía que habían abusado de ella, podía distinguir sus lágrimas y como aún continuaba sollozando mientras luchaba por avanzar, corríamos ahora en dirección al cementerio de coches ocultandonos entre estos, pero no me olvidaba de que tenían a una chica más y no era capaz de dejarla así. — Tienen a alguien más... — Les decía entre dientes casi sin poder ni hablar a causa del esfuerzo. — Pero... ¿Estáis bien?, es de locos, ¿qué está pasando aquí? — Preguntaba y ahora si, asustada, toda aquella tranquilidad de esa mañana se había esfumado por completo.
— Joder... — Susurré al ver a la chica entonces que se largaba corriendo como podía. — ¿Sabes?, he cambiado de idea... — Gritó el tipo alzando su ballesta y disparándola a sangre fría, el virote dio de lleno en el muslo de ella provocando que cayera al suelo y gritara de dolor entre llantos, en la cabaña había más gente, uno de los cuatro entró con el otro que le decía que se había encontrado allí a una chica y que estaban encerradas en la habitación. ¿Encerradas?, solo escuchaba palabras sueltas. Los otros tres desaparecieron por el otro lateral de la casa.
Ahora que tenía la entrada libre eché a correr por el otro lateral al girar por una esquina vi a una chica, también rubia que trataba de ponerse en pie y agarraba como podía las manos de otra, una morena que luchaba por salir de una ventana, corrí hacia ellas viendo a un tipo dentro tirando de ella, las manos de las dos chicas estaban ensangrentadas, rápida cargué la ballesta y apunté al tipo que la sujetaba. — ¡Sueltala o disparo! — Grité furiosa. — ¡Pero si tenemos a otra niñita!, vaya... jejeje... Hoy es nuestro día de suerte, ¿verdad Steve? — Aquel tipo habló de una forma que me dio hasta asco, lleno de sangre con un tic en el ojo sorbió los mocos y se pasó la mano por la nariz refregandose y manchandose aún más, la morena cayó fuera de golpe sobre la rubia y yo continué apuntandole con la ballesta, el tipo que había entrado en la cabaña ahora, más limpio pero no tanto sonreía asintiendo, ambos me miraban divertidos y cuando vi que trataba de sacar disimuladamente un revolver de su cintura no dudé y disparé. — ¡Vamos, corred! — Grité echándome hacia ellas, la rubia estaba muy mal herida, el tipo al que había disparado gritaba de dolor quejándose y el otro trataba de ayudarle, ni siquiera vi donde le disparé solo ayudé a la rubia y a la morena a ponerse en pie. — ¡Por aquí! — Les decía mientras avanzábamos ambas ayudando a la rubia que estaba muy mal herida, le faltaba un ojo y la ropa estaba rasgada, o solo la habían herido parecía que habían abusado de ella, podía distinguir sus lágrimas y como aún continuaba sollozando mientras luchaba por avanzar, corríamos ahora en dirección al cementerio de coches ocultandonos entre estos, pero no me olvidaba de que tenían a una chica más y no era capaz de dejarla así. — Tienen a alguien más... — Les decía entre dientes casi sin poder ni hablar a causa del esfuerzo. — Pero... ¿Estáis bien?, es de locos, ¿qué está pasando aquí? — Preguntaba y ahora si, asustada, toda aquella tranquilidad de esa mañana se había esfumado por completo.
- K-Mart:
Pánico, el mío y el de la rubia, lo puedo ver en su único ojo sano, es capaz de levantarse y agarrarme con fuerza, distingo sus manos llenas de sangre agarrarse a las mías que también sangran, ella llora y de vez en cuando grita, al igual que yo de rabia pataleando, pero viene alguien más, una chica que aproximadamente tendrá mi edad y apunta con una ballesta al tipo para que nos suelte, flipo un poco en colores, pero no me da tiempo a más porque al parecer ese hijo de la gran puta nos suelta y tanto como la chica que me estaba ayudando como yo caemos de golpe al suelo, ella se queja un poco y yo pido perdón ayudando a que se levante, miro hacia el interior de la casa, sale alguien más que se asoma a la venta, pero la rubia de la ballesta le dispara antes y se lanza a por nosotras para ayudarnos.
- ¿Estás bien, cómo te llamas? - Sujeto el rostro entre mis manos de la rubia, ella asiente como puede, para haber perdido un ojo y tres dedos además de todos los cortes la tía aguanta como nadie, yo ya me habría desmayado unas veinte veces e incluso más... - Rachelle - Responde entre sollozos mientras nuestra rescatadora, Rachelle y yo nos ponemos en camino lo más rápido posible adentrándonos en ese jodido cementerio de coches, observo a la rubia desconocida de reojo, Rachelle camina entre ambas. - Mira, no sé de donde sales, pero ahora mismo solo puedo decir que me casaba contigo, nos has salvado la puta vida joder, gracias - Voy diciéndole con el mismo esfuerzo, pero la rubia que no presenta ninguna herida menciona que tienen a alguien más y eso me pone los pelos de punta, porque entonces ya me puedo imaginar el final del pobre desgraciado o desgraciada. - Lo siento por esa persona, pero no podemos regresar ahí... - De verdad, lo siento mucho, pero de pequeña me enseñaron que el bien mayor se anteponía al de unos pocos y por tanto ir ahí solo sería una jugada kamikace.
- No... Es horrible, no podemos dejarle ahí, no sabéis lo que me han hecho... Pero tampoco quiero volver - Rach plantea de golpe un dilema bastante grande. - Por eso mismo, ¿cuántos son?, ¿cinco? - Digo mientras avanzo con ellas entre los coches hasta que escucho jaleo, joder, no están persiguiendo, paro y les hago un gesto para que se agachen, me asomo por encima del techo de un coche y al otro lado veo la casa, estamos en la parte trasera de la casa y una especie de granero, tres gilipollas están de pie desnudando a la chica rubia de la entrada, ya me había olvidado, ella llora y ellos se ríen bebiendo de unas latas de cerveza. - Joder... ¿Pero qué coño es esto? - Susurro mientras las tres vemos eso, pero Rachelle se echa a llorar apartando la mirada y por tanto me agacho con ella sujetando su rostro de nuevo entre mis manos, la abrazo y trato de tranquilizarla acariciando su cabeza. - Shhh... Tranquila, ya ha pasado, por cierto me llaman Nina - Digo mirándolas, entonces los gritos me hacen alzar la mirada, lo único que veo es a la misma chica, uno de ellos la agarra por las piernas y la sujeta contra la pared pegándose a ella... Aparto la mirada y ahora si siento que en cualquier momento o rompo a llorar o a vomitar. Esos hijos de la gran puta se ríen mientras el otro la viola y grita de dolor.
- Vale no... No podemos dejarla, Nina por favor, tenéis que hacer algo, porfavor... - Rachelle solloza y yo miro a la otra fijamente, Rach lo ha vivido, sabe por lo que está pasando y con cada grito de la otra ella sufre hasta el punto de cerrar su único ojo y taparse los oídos, por lo que aprovecho para romper parte de mi camiseta y vendar su mano, además de colocarle un parche en el ojo algo improvisado.
- ¿Estás bien, cómo te llamas? - Sujeto el rostro entre mis manos de la rubia, ella asiente como puede, para haber perdido un ojo y tres dedos además de todos los cortes la tía aguanta como nadie, yo ya me habría desmayado unas veinte veces e incluso más... - Rachelle - Responde entre sollozos mientras nuestra rescatadora, Rachelle y yo nos ponemos en camino lo más rápido posible adentrándonos en ese jodido cementerio de coches, observo a la rubia desconocida de reojo, Rachelle camina entre ambas. - Mira, no sé de donde sales, pero ahora mismo solo puedo decir que me casaba contigo, nos has salvado la puta vida joder, gracias - Voy diciéndole con el mismo esfuerzo, pero la rubia que no presenta ninguna herida menciona que tienen a alguien más y eso me pone los pelos de punta, porque entonces ya me puedo imaginar el final del pobre desgraciado o desgraciada. - Lo siento por esa persona, pero no podemos regresar ahí... - De verdad, lo siento mucho, pero de pequeña me enseñaron que el bien mayor se anteponía al de unos pocos y por tanto ir ahí solo sería una jugada kamikace.
- No... Es horrible, no podemos dejarle ahí, no sabéis lo que me han hecho... Pero tampoco quiero volver - Rach plantea de golpe un dilema bastante grande. - Por eso mismo, ¿cuántos son?, ¿cinco? - Digo mientras avanzo con ellas entre los coches hasta que escucho jaleo, joder, no están persiguiendo, paro y les hago un gesto para que se agachen, me asomo por encima del techo de un coche y al otro lado veo la casa, estamos en la parte trasera de la casa y una especie de granero, tres gilipollas están de pie desnudando a la chica rubia de la entrada, ya me había olvidado, ella llora y ellos se ríen bebiendo de unas latas de cerveza. - Joder... ¿Pero qué coño es esto? - Susurro mientras las tres vemos eso, pero Rachelle se echa a llorar apartando la mirada y por tanto me agacho con ella sujetando su rostro de nuevo entre mis manos, la abrazo y trato de tranquilizarla acariciando su cabeza. - Shhh... Tranquila, ya ha pasado, por cierto me llaman Nina - Digo mirándolas, entonces los gritos me hacen alzar la mirada, lo único que veo es a la misma chica, uno de ellos la agarra por las piernas y la sujeta contra la pared pegándose a ella... Aparto la mirada y ahora si siento que en cualquier momento o rompo a llorar o a vomitar. Esos hijos de la gran puta se ríen mientras el otro la viola y grita de dolor.
- Vale no... No podemos dejarla, Nina por favor, tenéis que hacer algo, porfavor... - Rachelle solloza y yo miro a la otra fijamente, Rach lo ha vivido, sabe por lo que está pasando y con cada grito de la otra ella sufre hasta el punto de cerrar su único ojo y taparse los oídos, por lo que aprovecho para romper parte de mi camiseta y vendar su mano, además de colocarle un parche en el ojo algo improvisado.
WIND OF CHANGE
Las tres salimos corriendo, bueno en realidad hacíamos lo que podíamos, la rubia se presentó como Rachelle y la morena la trataba bastante bien tratando de tranquilizarla, al principio hasta que le preguntó su nombre pensaba que se conocían, pero me dejaron claro que aquello tan solo era el peor encuentro del mundo. — No es nada, que de menos... Lo único que lamento es no habernos conocido en una situación mejor y soy K-Mart — Las tres terminamos por parar detrás de un coche tras estar un buen rato avanzando, la morena se presentó como Nina mientras alegaba que no podíamos volver, fue entonces cuando ambas asomamos la cabeza para ver lo que estaba ocurriendo y me vi obligada a apartar la mirada al igual que ellas, la pobre Rachelle no lo aguantó, dejando claro que acababa de pasar por lo mismo.
Nina trataba de tranquilizarla y yo hice lo mismo. — Rachelle, estás siendo muy fuerte, ¿vale?, tranquila, todo va a salir bien, ya lo verás, ¿eh? — Le decía mientras sujetaba su rostro entre mis manos y acariciaba sus mejillas limpiando un poco su cara, tendría unos años más que nosotras y era muy guapa, su único ojo azul me miraba fijamente, la improvisada venda de Nina se había manchado de sangre, había que limpiar bien esas heridas para que no muriese de una infección y entonces mis pensamientos fueron aplacados por los gritos de la otra que eran cada vez peores, desgarradores, iba a romper a llorar con Rachelle y la ayudé tapándose los oídos, tragando saliva y mirándola con pena. Finalmente ella se negó también a dejar a la chica así, sola a su suerte, teníamos que actuar de forma rápida. — Quédate aquí, ¿vale?, si nos pasa algo deberás irte lejos... Ten — Le di mi machete y ella asintió entre llantos mientras cargaba la ballesta y miraba a Nina. Volví a asomarme, el tipo soltó a la rubia que cayó al suelo entre sollozos cuando se le acercaba otro y se bajaba la cremallera de los pantalones.
— Vamos pequeña, que ahora me toca a mi... — Apreté la mandíbula al escuchar eso y me puse de pie saliendo de mi escondite, no sin antes hacerle un gesto a Nina para que me echase un cable apuntando en su dirección, no tenía mucha puntería con la ballesta, pero si la suficiente como para que al disparar la flecha atravesara la cabeza de él y cayera al suelo.
Nina trataba de tranquilizarla y yo hice lo mismo. — Rachelle, estás siendo muy fuerte, ¿vale?, tranquila, todo va a salir bien, ya lo verás, ¿eh? — Le decía mientras sujetaba su rostro entre mis manos y acariciaba sus mejillas limpiando un poco su cara, tendría unos años más que nosotras y era muy guapa, su único ojo azul me miraba fijamente, la improvisada venda de Nina se había manchado de sangre, había que limpiar bien esas heridas para que no muriese de una infección y entonces mis pensamientos fueron aplacados por los gritos de la otra que eran cada vez peores, desgarradores, iba a romper a llorar con Rachelle y la ayudé tapándose los oídos, tragando saliva y mirándola con pena. Finalmente ella se negó también a dejar a la chica así, sola a su suerte, teníamos que actuar de forma rápida. — Quédate aquí, ¿vale?, si nos pasa algo deberás irte lejos... Ten — Le di mi machete y ella asintió entre llantos mientras cargaba la ballesta y miraba a Nina. Volví a asomarme, el tipo soltó a la rubia que cayó al suelo entre sollozos cuando se le acercaba otro y se bajaba la cremallera de los pantalones.
— Vamos pequeña, que ahora me toca a mi... — Apreté la mandíbula al escuchar eso y me puse de pie saliendo de mi escondite, no sin antes hacerle un gesto a Nina para que me echase un cable apuntando en su dirección, no tenía mucha puntería con la ballesta, pero si la suficiente como para que al disparar la flecha atravesara la cabeza de él y cayera al suelo.
- K-Mart:
No, estás de coña, ¿verdad?, me pregunto cuando lo veo, pero eso no es todo, a la rubia le dan aires de Robin Hood, porque con su ballesta sale al ataque y a la salvación de la otra rubia, bueno, primero me mira a mi, ambas me miran a mi y me siento como una idiota, porque les tengo que ayudar maldita sea...
Aprieto los dientes y le hago un gesto a Rachelle para que se quede en el lugar, ella asiente y yo agarro el bate con fuerza. - Nos van a follar vivas... - Me digo en voz baja. - Nunca mejor dicho - Hago una mueca de fastidio y salgo tras la rubia, espera, ¿cómo ha dicho que se llama?, ¿K-Mart?, ¿en serio o cada día estoy más drogada?.
Es asqueroso, ambas vemos como el tipo la suelta y seguidamente otro se baja la cremallera dispuesto a sacarsela para así como si estuvieran jugando a la nintendo pasarse a la chavala, lo que me impacta es la forma de la rubia de atacar, aún me resulta raro llamarla K-Mart, o estoy segura de si lo he escuchado bien, sin decir nada dispara la ballesta contra el que se acercaba a la otra, actuamos tan rápido que no les da tiempo a reaccionar, uno grita y el otro se gira justo cuando llego yo. Ven guapetón que te voy a dar una buena anestesia...
- ¡EH GILIPOLLAS! - Le grito al que se estaba girando y ZAS, en toda la boca. - Mira que eres feo de cojones... Tú grita y mi amiga te mete la flecha por el culo - Le señalo con el dedo a la vez que le pego una patada en toda la cabeza al que acabo de dejar K.O. - Oye... ¿Qué clase de nombre es K-Mart? - Estallo de golpe preguntándole extrañada al par que la otra rubia en el suelo llora y me acerco a ella mientras K me cubre. - Shhh... Ya pasó, ya pasó... - La ayudo a ponerse en pie vitiéndola y echándole mi chaqueta por encima. - Quedan dos más, estate atenta - Le digo a ella. - Malditas zorras... ¡Os habéis cargado a mi hermano! - Empezaba a decir el tipejo mientras se fijaba en el tío, estaba en el suelo con un enorme charco de sangre al rededor de la cabeza, la flecha le había atravesado la cuenca del ojo. - Joder tía... Recuérdame que no te cabree nunca - Le digo con sarcasmo.
Y cuando suena el primer disparo me dejo caer al suelo con la chica, que solloza entre mis brazos, el tipo echa a correr en otra dirección y no sé lo que se me pasa por la cabeza, pero la dejo a ella y voy tras él lanzándome a por ese gilipollas, rápida observo la pistola en su cinturón que se la quito sin más, es una glock apunto su cabeza. - ¡¡EH PANDA DE PALETOS!! - Grito cabreada mientras presiono el cañón del arma contra su cabeza. - ¡Mirad lo que he cazado, tocarme mucho la moral y lo aso como el cerdo que es! - Le escupo asqueada seguidamente cuando escucho unas risas detrás de mi y veo lo siguiente, la rubia de la que estaban abusando está a los pies de uno de ellos, la sujeta del pelo, el otro apunta con una recortada a K-Mart y no tardo en descubrir al cuarto cuando me golpean con fuerza en la cabeza y caigo en redondo al suelo perdiendo el conocimiento.
Aprieto los dientes y le hago un gesto a Rachelle para que se quede en el lugar, ella asiente y yo agarro el bate con fuerza. - Nos van a follar vivas... - Me digo en voz baja. - Nunca mejor dicho - Hago una mueca de fastidio y salgo tras la rubia, espera, ¿cómo ha dicho que se llama?, ¿K-Mart?, ¿en serio o cada día estoy más drogada?.
Es asqueroso, ambas vemos como el tipo la suelta y seguidamente otro se baja la cremallera dispuesto a sacarsela para así como si estuvieran jugando a la nintendo pasarse a la chavala, lo que me impacta es la forma de la rubia de atacar, aún me resulta raro llamarla K-Mart, o estoy segura de si lo he escuchado bien, sin decir nada dispara la ballesta contra el que se acercaba a la otra, actuamos tan rápido que no les da tiempo a reaccionar, uno grita y el otro se gira justo cuando llego yo. Ven guapetón que te voy a dar una buena anestesia...
- ¡EH GILIPOLLAS! - Le grito al que se estaba girando y ZAS, en toda la boca. - Mira que eres feo de cojones... Tú grita y mi amiga te mete la flecha por el culo - Le señalo con el dedo a la vez que le pego una patada en toda la cabeza al que acabo de dejar K.O. - Oye... ¿Qué clase de nombre es K-Mart? - Estallo de golpe preguntándole extrañada al par que la otra rubia en el suelo llora y me acerco a ella mientras K me cubre. - Shhh... Ya pasó, ya pasó... - La ayudo a ponerse en pie vitiéndola y echándole mi chaqueta por encima. - Quedan dos más, estate atenta - Le digo a ella. - Malditas zorras... ¡Os habéis cargado a mi hermano! - Empezaba a decir el tipejo mientras se fijaba en el tío, estaba en el suelo con un enorme charco de sangre al rededor de la cabeza, la flecha le había atravesado la cuenca del ojo. - Joder tía... Recuérdame que no te cabree nunca - Le digo con sarcasmo.
Y cuando suena el primer disparo me dejo caer al suelo con la chica, que solloza entre mis brazos, el tipo echa a correr en otra dirección y no sé lo que se me pasa por la cabeza, pero la dejo a ella y voy tras él lanzándome a por ese gilipollas, rápida observo la pistola en su cinturón que se la quito sin más, es una glock apunto su cabeza. - ¡¡EH PANDA DE PALETOS!! - Grito cabreada mientras presiono el cañón del arma contra su cabeza. - ¡Mirad lo que he cazado, tocarme mucho la moral y lo aso como el cerdo que es! - Le escupo asqueada seguidamente cuando escucho unas risas detrás de mi y veo lo siguiente, la rubia de la que estaban abusando está a los pies de uno de ellos, la sujeta del pelo, el otro apunta con una recortada a K-Mart y no tardo en descubrir al cuarto cuando me golpean con fuerza en la cabeza y caigo en redondo al suelo perdiendo el conocimiento.
WIND OF CHANGE
El tipo cayó muerto al suelo y me di cuenta de que no era un muerto, que era a lo que estaba acostumbrada a matar, no, este estaba vivo, había acabado con la vida de una persona y no me arrepentía de ello, ¿me estaba volviendo una asesina?, no, para nada... El problema era que esa persona no era ni siquiera persona, pues sus actos eran horribles, tu libertad acaba donde comienza la de otra. Nina se acercó a uno de ellos golpeandole de tal forma que cayó al suelo de bruces, había acabado con el otro y quedaba el tercero que estaba de pie, le apuntaba con la ballesta pensando en que debíamos actuar rápido, al menos porque quedaban dos a los que no teníamos localizados, dos que aparecen justo cuando menos los espero.
Disparan a Nina, pero no le dan y es ese momento en el que me agacho asustada cuando el tipo salió corriendo y la morena fue tras él, alcé la ballesta cargando con ella, dispuesta a atacar a otro de ellos. — Estate quietecita princesa... — Sentí el cañón del arma en mi nuca mientras el tipo me daba un manotazo para que tirase las armas. Uno muerto, otro inconsciente, uno al que golpeaba Nina, el que estaba detrás mía... ¿y el otro?, le vi entonces aparecer de entre los árboles lanzarse a por ella. — ¡NIIINAAA! — Grité tratando de soltarme de aquella mala bestia, pero no logré nada, la golpeó cayendo al suelo, había perdido el conocimiento y entonces el que tenía detrás hizo lo mismo conmigo. Buenas noches.
Era un olor insoportable, se filtraba por mi nariz y solo conseguía darme nauseas, fui abriendo los ojos poco a poco, cansada, sintiéndome como si me hubiera pasado la noche anterior bebiendo, un dolor horrible me taladraba la cabeza. — Oh Dios... — Susurré para mi misma, no podía ni ponerme en pie, la superficie en la que me encontraba era madera y estaba sucia, la sentía bajo mis manos, fui capaz de apoyar las palmas de estas sobre el tablón y desperezarme, quedar de cuclillas y abrir los ojos y enfocar donde estaba. Era un granero, si, y yo dentro de una jaula que mediría un metro y medio cuadrado a lo sumo, estaba hecha un ovillo. Me agarré a los barrotes golpeandolos con rabia. — Pero si ya estás despierta... — Retrocedí de golpe al ver la cara de uno de ellos muy cerca de la jaula, se rió divertido. — Vas a pagar con creces por la muerte de mi hermano, ¿ves a tu amiga?, tú serás la siguiente — Señaló a Nina, estaba tirada en el suelo no muy lejos de mi y entonces abrió la jaula de al lado y entre risas y corriendo se marchó. Un perro, si, lo fuera de normal es que este estaba muerto y aún así se movía... Quería que viera lo que iba a pasar conmigo después de ella. — Nina... — Susurré llamandola mientras el perro se desperezaba en su jaula y se percataba de la puerta abierta, era cuestión de segundos que se lanzara a por ella. Pero algo me sorprendió aún más, en un lado del granero arriba, bien alta había una ventana, y Rachelle se asomaba a esta. La miré acercándome a los barrotes, haciendo más ruido de la cuenta, cosa que alertó al perro y se lanzó a por mi, pero al estar yo dentro de la jaula y él fuera, no podía atacarme. Señalé a Nina para que Rachelle la viera y entonces empecé a hacer aún más ruido, para que el perro no se percatara de ellas, el anima se lanzaba contra los barrotes mientras que yo los golpeaba y me movía por la jaula tratando de distraerlo.
Disparan a Nina, pero no le dan y es ese momento en el que me agacho asustada cuando el tipo salió corriendo y la morena fue tras él, alcé la ballesta cargando con ella, dispuesta a atacar a otro de ellos. — Estate quietecita princesa... — Sentí el cañón del arma en mi nuca mientras el tipo me daba un manotazo para que tirase las armas. Uno muerto, otro inconsciente, uno al que golpeaba Nina, el que estaba detrás mía... ¿y el otro?, le vi entonces aparecer de entre los árboles lanzarse a por ella. — ¡NIIINAAA! — Grité tratando de soltarme de aquella mala bestia, pero no logré nada, la golpeó cayendo al suelo, había perdido el conocimiento y entonces el que tenía detrás hizo lo mismo conmigo. Buenas noches.
Era un olor insoportable, se filtraba por mi nariz y solo conseguía darme nauseas, fui abriendo los ojos poco a poco, cansada, sintiéndome como si me hubiera pasado la noche anterior bebiendo, un dolor horrible me taladraba la cabeza. — Oh Dios... — Susurré para mi misma, no podía ni ponerme en pie, la superficie en la que me encontraba era madera y estaba sucia, la sentía bajo mis manos, fui capaz de apoyar las palmas de estas sobre el tablón y desperezarme, quedar de cuclillas y abrir los ojos y enfocar donde estaba. Era un granero, si, y yo dentro de una jaula que mediría un metro y medio cuadrado a lo sumo, estaba hecha un ovillo. Me agarré a los barrotes golpeandolos con rabia. — Pero si ya estás despierta... — Retrocedí de golpe al ver la cara de uno de ellos muy cerca de la jaula, se rió divertido. — Vas a pagar con creces por la muerte de mi hermano, ¿ves a tu amiga?, tú serás la siguiente — Señaló a Nina, estaba tirada en el suelo no muy lejos de mi y entonces abrió la jaula de al lado y entre risas y corriendo se marchó. Un perro, si, lo fuera de normal es que este estaba muerto y aún así se movía... Quería que viera lo que iba a pasar conmigo después de ella. — Nina... — Susurré llamandola mientras el perro se desperezaba en su jaula y se percataba de la puerta abierta, era cuestión de segundos que se lanzara a por ella. Pero algo me sorprendió aún más, en un lado del granero arriba, bien alta había una ventana, y Rachelle se asomaba a esta. La miré acercándome a los barrotes, haciendo más ruido de la cuenta, cosa que alertó al perro y se lanzó a por mi, pero al estar yo dentro de la jaula y él fuera, no podía atacarme. Señalé a Nina para que Rachelle la viera y entonces empecé a hacer aún más ruido, para que el perro no se percatara de ellas, el anima se lanzaba contra los barrotes mientras que yo los golpeaba y me movía por la jaula tratando de distraerlo.
- K-Mart:
Ánimo Katherine, la voz de mi padre resuena en mi cabeza mientras yo le grito que se largue, es tan solo un borracho un estúpido, alguien que no dudaba en asquear a cualquier mujer por algo de dinero. No podía pretender hacer de padre ahora cuando antes ni se llegó a preocupar por mi durante años, ¿pero qué ocurre?, debo estar muerta, porque estoy escuchando la maldita voz de un muerto. Lasher Alexander estará muerto y yo con él, ¿no? Oigo un gruñido, una voz femenina y recuerdo a la rubia del supermercado, del supermercado porque se llama K-Mart, ¿quién puede hacer se llamarse así?, agh... La cabeza me da tantas vueltas que podría ponerme hasta a vomitar justo ahí, así que empiezo a pensar que no estoy muerta, eso o estoy en el infierno, que existe y definitivamente ese es mi lugar. Fantástico.
Si no estoy en el infierno este lugar se le asemeja, los golpes me taladran el cerebro, al abrir los ojos trato de ahogar las arcadas y lo primero que veo me hace retroceder, evito gritar como una campeona y veo a la rubia golpeando una jaula y retrocediendo para que un chucho sarnoso no se la acabe merendando, hay que destacar que aunque el chucho esté muerto, este sigue moviéndose. Y comienzo a entender, aunque la jaqueca me embota la cabeza, K-Mart está distrayendo al perro para que yo no acabe siendo el primer entrante, me levanto entonces como puedo y veo a Rachelle en la parte de arriba asomada, asustadiza como ella sola mirando a su alrededor con nerviosismo, ¿qué pretende?, al menos no queda ni rastro de esos gilipollas, pero cuando voy a moverme, zas, caigo al suelo de bruces, estoy encadenada del tobillo derecho y el ruido ha atraído al perro, que no es estúpido y sabe que soy una presa más fácil que la rubia de la jaula.
- Mierda... - Trago saliva al par que veo como va a por mi, tiempo justo para quitarme la chaqueta de cuero y enrollarla en mi brazo derecho, que uso para defenderme, el animal hunde sus dientes en el cuero mientras yo le sujeto con fuerza y me dejo caer al suelo estirando de la larga cadena para enroscárla en el cuello del animal y tirar con fuerza, en un principio el bicho no llega a morderme a mi, aún, pero si que siento las afiladas garras en mi otro brazo y piernas, gruño al igual que él, pero yo de dolor, sangro, y sé que no voy a morir, ya me mordieron una vez y aún así sigo viva, hago fuerzas y las saco de vete a saber donde, estirando de la cadena hasta que su cuello cruje y cae definitivamente muerto mientras yo pataleo soltándome de él con desesperación, entonces Rachelle cae al suelo justo a mi lado. Estoy llena de sangre y me mira asustada. - Tranquila, creo que soy inmune, ya me mordieron una vez... ¿Veis esta cicatriz? - Susurro con la voz ahogada, sin ganas de hablar, recuperando el aliento y mostrando el brazo izquierdo, con la marca de los dientes de aquel otro que me mordió hacía meses, luego observé la pequeña marca de los dientes del animal, habría sido peor si no hubiera usado la chaqueta que ahora no servía casi para nada más.
- ¿Y ahora qué?, ¿dónde está la otra rubia? - Le pregunté a ambas. - Se la llevaron a la casa - Susurra con la mirada perdida. - Me estaban buscando a mi - Añadió agachando la mirada. - ¿Todos? - Pregunté de golpe. - Si, se han ido, han dejado la casa vacía y he podido conseguir las llaves - Susurra mientras veo como comienza a liberarnos, tanto a mi como a la rubia. Rachelle no tarda en explicarnos los sucedido, mientras K-Mart y yo recuperamos nuestras armas que están justo por allí. - Bien... Iremos a por ella y nos cargaremos a esos de hijos de puta - Las miro a ambas seria, no me pienso largar de ahí sin dejar a esos cabrones bien muertos y cuanto peores sean sus muertes, mejor me sentiré yo.
Si no estoy en el infierno este lugar se le asemeja, los golpes me taladran el cerebro, al abrir los ojos trato de ahogar las arcadas y lo primero que veo me hace retroceder, evito gritar como una campeona y veo a la rubia golpeando una jaula y retrocediendo para que un chucho sarnoso no se la acabe merendando, hay que destacar que aunque el chucho esté muerto, este sigue moviéndose. Y comienzo a entender, aunque la jaqueca me embota la cabeza, K-Mart está distrayendo al perro para que yo no acabe siendo el primer entrante, me levanto entonces como puedo y veo a Rachelle en la parte de arriba asomada, asustadiza como ella sola mirando a su alrededor con nerviosismo, ¿qué pretende?, al menos no queda ni rastro de esos gilipollas, pero cuando voy a moverme, zas, caigo al suelo de bruces, estoy encadenada del tobillo derecho y el ruido ha atraído al perro, que no es estúpido y sabe que soy una presa más fácil que la rubia de la jaula.
- Mierda... - Trago saliva al par que veo como va a por mi, tiempo justo para quitarme la chaqueta de cuero y enrollarla en mi brazo derecho, que uso para defenderme, el animal hunde sus dientes en el cuero mientras yo le sujeto con fuerza y me dejo caer al suelo estirando de la larga cadena para enroscárla en el cuello del animal y tirar con fuerza, en un principio el bicho no llega a morderme a mi, aún, pero si que siento las afiladas garras en mi otro brazo y piernas, gruño al igual que él, pero yo de dolor, sangro, y sé que no voy a morir, ya me mordieron una vez y aún así sigo viva, hago fuerzas y las saco de vete a saber donde, estirando de la cadena hasta que su cuello cruje y cae definitivamente muerto mientras yo pataleo soltándome de él con desesperación, entonces Rachelle cae al suelo justo a mi lado. Estoy llena de sangre y me mira asustada. - Tranquila, creo que soy inmune, ya me mordieron una vez... ¿Veis esta cicatriz? - Susurro con la voz ahogada, sin ganas de hablar, recuperando el aliento y mostrando el brazo izquierdo, con la marca de los dientes de aquel otro que me mordió hacía meses, luego observé la pequeña marca de los dientes del animal, habría sido peor si no hubiera usado la chaqueta que ahora no servía casi para nada más.
- ¿Y ahora qué?, ¿dónde está la otra rubia? - Le pregunté a ambas. - Se la llevaron a la casa - Susurra con la mirada perdida. - Me estaban buscando a mi - Añadió agachando la mirada. - ¿Todos? - Pregunté de golpe. - Si, se han ido, han dejado la casa vacía y he podido conseguir las llaves - Susurra mientras veo como comienza a liberarnos, tanto a mi como a la rubia. Rachelle no tarda en explicarnos los sucedido, mientras K-Mart y yo recuperamos nuestras armas que están justo por allí. - Bien... Iremos a por ella y nos cargaremos a esos de hijos de puta - Las miro a ambas seria, no me pienso largar de ahí sin dejar a esos cabrones bien muertos y cuanto peores sean sus muertes, mejor me sentiré yo.
WIND OF CHANGE
La parsimonia de Rachelle iba a acabar conmigo, Nina parecía seguir en aquel estado de letargo sin despertarse aún del todo y el perro trataba de cazarme, como si fuera un ratón atrapado en una maldita ratonera, perseguido por las zarpas de un gato. — ¡NIIINAAA DESPIERTA, RACHELLE HAZ ALGO POR EL AMOR DE DIOS! — Empecé a gritar mientras pataleaba en la diminuta jaula y me movía como podía huyendo de las zarpas del animal, que trataba de meterlas entre los barrotes para morderme.
Todo para darle un tiempo a Nina y que pudiera soltarse, Rachelle seguía sin moverse por el contrario y a mi me iba a dar algo, no había forma, los segundos se me hacían eternos y sentía como si me fuera a dar algo ahí dentro. Así que si no me mataba el animal muerto me daría un ataque al corazón. Pero entonces vi como pareció despertarse, espabilarse al fin, la miré de reojo mientras empezaba a gritar más y a molestar al animal para que siguiera concentrado en mi, pataleaba a los barrotes y me movía ágil, pero Nina hizo lo que no había que hacer y el perro se percató de que tenía otra presa con la que acabar de forma más sencilla. Y aquí se inició mi desesperación, descripción gráfica.
— ¡EH CHUCHO ASQUEROSO! — Empecé a gritar con todas mis fuerzas, sintiendo incluso la garganta dolorida, al día siguiente me podía olvidar de hablar, seguro que si. Me pegué a los barrotes cuando pude estirando los brazos fuera, para ver si así el animal quería venir, pero nada y Rachelle seguía allí arriba como si fuera una maldita estatua. — ¡RACHELLE, LA VA A MATAR! — Empecé a gritarle a la rubia, Nina estaba encadenada al suelo y el perro se lanzó a por ella, yo caí hacia atrás llevándome ambas manos a la boca cuando Nina se enfrentó al animal, ella estaba allí y... Lo mató. Caí de rodillas, al ver la sangre en su piel, los arañazos, fue un movimiento hábil, estratégico, para darle el puto nobel de la caza de zombies, pero el problema era que la acababa de infectar y moriría. La chaqueta sirvió para que no le arrancara el brazo allí mismo, pero algo de sangre si que le hizo y entonces ella como si nada se tomó un respiro y dijo lo que nos vino impresionar tanto a Rachelle como a mi bastante. Nunca me había sonado tan bien hasta ahora la palabra inmune. La miré casi sin creerlo y enseñó una vieja cicatriz, la mirada en mi fue más desconcertadora, allí estaba, apenas podía verla porque estaba lejos, pero me pegué a los barrotes viéndola mejor, una marca de dientes en su brazo, una cicatriz que ya estaba bien curado de la que solo quedaba la cicatriz, así que... Eran ciertos aquellos rumores, había gente que podía ser mordida y no convertirse.
— Hay que joderse... — Susurré incrédula a la vez que soltaba un suspiro. Si aún quedase algo su sangre podría haberlo cambiado todo, podrían haber encontrado una cura con ella tal vez, algo que hubiera salvado a la humanidad, pero ya era tarde, así que daba hasta igual. Rachelle que decía haber conseguido las llaves nos liberó, salí de la jaula tambaleándome y yendo hacia ellas, me acerqué a la rubia que se disculpaba entre sollozos y sujeté su rostro tratando de tranquilizarla. — Shh... Tranquila, tranquila, ya ha pasado y está bien, solo son unos arañazos y no se convertirá... — Miré a Nina y no pude evitarlo mientras hablaba de guerra y recogía sus armas yo me acerqué a ella para ver su brazo, el de la herida pasada y ahí estaba la cicatriz.
— Si se hubiera sabido antes habría sido de gran utilidad para el mundo entero... Lástima que ya sea tarde — La miré soltando su brazo con cuidado y recogiendo mis cosas, aquellos idiotas las dejaron ahí, se pensarían que no íbamos a poder soltarnos y entonces miré a las dos aún más sorprendida por sus últimas palabras. — ¿Qué...? — Pregunté mientras sujetaba la vieja recortada y las miraba hasta molesta. — Tú has perdido un ojo y a ti casi te devora un perro culturista muerto, ¿de verdad queréis seguir con esto? — Rachelle se llevó una mano lentamente a su cara mientras empezaba a llorar, fantástico la había hecho llorar, pero es que iba a llorar hasta yo. — Serán unos hijos de puta, pero están mal de la cabeza y he matado a uno, yo no soy así, apenas he matado a zombies y hoy me he cargado a una persona, definitivamente ha sido suerte y no se volverá a repetir, ¡somos unas crías maldita sea! — No sabía como hacerlas entrar en razón y de ahí mi desesperación a la vez que trataba de no romper a llorar. — Seguimos vivas después de todo y eso es suerte, ¡mucha suerte que no se volverá a repetir! — Exclamé de golpe frustrada dándome la vuelta para recomponerme, tomar aire y volver a mirarlas. — Por favor... — Casi hasta les supliqué.
— ¿Por favor?, dile a la chica de ahí afuera que estás asustada y que por eso la vamos a dejar... — Y tanto la mirada de Rachelle como sus palabras terminaron por matarme ahí mismo. Ni una cuchillada habría sido tan dolorosa. — No podría irme sabiendo lo que le van a hacer porque lo he vivido yo — Añadió y eso me hizo que pensar, ¿de verdad iría ella o se quedaría como antes ahí petrificada?, aún así tenía razón yo tampoco podía y ahora si que rompí a llorar molesta por hacerlo, porque quería evitarlo, me llevé las manos a la cara limpiándome como pude. — ¡Está bien! — Sollocé molesta, respirando con calma y tratando de calmarme, me había convertido en una asesina, por mucho que ellos fueran peores, yo no me sentía así, me sentaba mal hasta acabar con un zombie joder... Y ahora teníamos que acabar con cuatro tíos, aunque con suerte seguirían fuera buscando a Rachelle y ni tendríamos que verlos, pero no, aunque la situación estuviera saliendo como una mierda seguíamos teniendo bastante suerte. — Pero debemos preparar algo, no vamos a ir como si nada, pensemos como lo haremos, Rachelle, explícanos todo lo que has visto y donde estaba ella — Y me tragué mis lágrimas, mi miedo y todo lo que no necesitaba ahora, para pasar a pensar en la rubia y que no la podíamos dejar así pensando también en otra cosa. Algo iba a cambiar aquel día y no sería para bien.
Todo para darle un tiempo a Nina y que pudiera soltarse, Rachelle seguía sin moverse por el contrario y a mi me iba a dar algo, no había forma, los segundos se me hacían eternos y sentía como si me fuera a dar algo ahí dentro. Así que si no me mataba el animal muerto me daría un ataque al corazón. Pero entonces vi como pareció despertarse, espabilarse al fin, la miré de reojo mientras empezaba a gritar más y a molestar al animal para que siguiera concentrado en mi, pataleaba a los barrotes y me movía ágil, pero Nina hizo lo que no había que hacer y el perro se percató de que tenía otra presa con la que acabar de forma más sencilla. Y aquí se inició mi desesperación, descripción gráfica.
— ¡EH CHUCHO ASQUEROSO! — Empecé a gritar con todas mis fuerzas, sintiendo incluso la garganta dolorida, al día siguiente me podía olvidar de hablar, seguro que si. Me pegué a los barrotes cuando pude estirando los brazos fuera, para ver si así el animal quería venir, pero nada y Rachelle seguía allí arriba como si fuera una maldita estatua. — ¡RACHELLE, LA VA A MATAR! — Empecé a gritarle a la rubia, Nina estaba encadenada al suelo y el perro se lanzó a por ella, yo caí hacia atrás llevándome ambas manos a la boca cuando Nina se enfrentó al animal, ella estaba allí y... Lo mató. Caí de rodillas, al ver la sangre en su piel, los arañazos, fue un movimiento hábil, estratégico, para darle el puto nobel de la caza de zombies, pero el problema era que la acababa de infectar y moriría. La chaqueta sirvió para que no le arrancara el brazo allí mismo, pero algo de sangre si que le hizo y entonces ella como si nada se tomó un respiro y dijo lo que nos vino impresionar tanto a Rachelle como a mi bastante. Nunca me había sonado tan bien hasta ahora la palabra inmune. La miré casi sin creerlo y enseñó una vieja cicatriz, la mirada en mi fue más desconcertadora, allí estaba, apenas podía verla porque estaba lejos, pero me pegué a los barrotes viéndola mejor, una marca de dientes en su brazo, una cicatriz que ya estaba bien curado de la que solo quedaba la cicatriz, así que... Eran ciertos aquellos rumores, había gente que podía ser mordida y no convertirse.
— Hay que joderse... — Susurré incrédula a la vez que soltaba un suspiro. Si aún quedase algo su sangre podría haberlo cambiado todo, podrían haber encontrado una cura con ella tal vez, algo que hubiera salvado a la humanidad, pero ya era tarde, así que daba hasta igual. Rachelle que decía haber conseguido las llaves nos liberó, salí de la jaula tambaleándome y yendo hacia ellas, me acerqué a la rubia que se disculpaba entre sollozos y sujeté su rostro tratando de tranquilizarla. — Shh... Tranquila, tranquila, ya ha pasado y está bien, solo son unos arañazos y no se convertirá... — Miré a Nina y no pude evitarlo mientras hablaba de guerra y recogía sus armas yo me acerqué a ella para ver su brazo, el de la herida pasada y ahí estaba la cicatriz.
— Si se hubiera sabido antes habría sido de gran utilidad para el mundo entero... Lástima que ya sea tarde — La miré soltando su brazo con cuidado y recogiendo mis cosas, aquellos idiotas las dejaron ahí, se pensarían que no íbamos a poder soltarnos y entonces miré a las dos aún más sorprendida por sus últimas palabras. — ¿Qué...? — Pregunté mientras sujetaba la vieja recortada y las miraba hasta molesta. — Tú has perdido un ojo y a ti casi te devora un perro culturista muerto, ¿de verdad queréis seguir con esto? — Rachelle se llevó una mano lentamente a su cara mientras empezaba a llorar, fantástico la había hecho llorar, pero es que iba a llorar hasta yo. — Serán unos hijos de puta, pero están mal de la cabeza y he matado a uno, yo no soy así, apenas he matado a zombies y hoy me he cargado a una persona, definitivamente ha sido suerte y no se volverá a repetir, ¡somos unas crías maldita sea! — No sabía como hacerlas entrar en razón y de ahí mi desesperación a la vez que trataba de no romper a llorar. — Seguimos vivas después de todo y eso es suerte, ¡mucha suerte que no se volverá a repetir! — Exclamé de golpe frustrada dándome la vuelta para recomponerme, tomar aire y volver a mirarlas. — Por favor... — Casi hasta les supliqué.
— ¿Por favor?, dile a la chica de ahí afuera que estás asustada y que por eso la vamos a dejar... — Y tanto la mirada de Rachelle como sus palabras terminaron por matarme ahí mismo. Ni una cuchillada habría sido tan dolorosa. — No podría irme sabiendo lo que le van a hacer porque lo he vivido yo — Añadió y eso me hizo que pensar, ¿de verdad iría ella o se quedaría como antes ahí petrificada?, aún así tenía razón yo tampoco podía y ahora si que rompí a llorar molesta por hacerlo, porque quería evitarlo, me llevé las manos a la cara limpiándome como pude. — ¡Está bien! — Sollocé molesta, respirando con calma y tratando de calmarme, me había convertido en una asesina, por mucho que ellos fueran peores, yo no me sentía así, me sentaba mal hasta acabar con un zombie joder... Y ahora teníamos que acabar con cuatro tíos, aunque con suerte seguirían fuera buscando a Rachelle y ni tendríamos que verlos, pero no, aunque la situación estuviera saliendo como una mierda seguíamos teniendo bastante suerte. — Pero debemos preparar algo, no vamos a ir como si nada, pensemos como lo haremos, Rachelle, explícanos todo lo que has visto y donde estaba ella — Y me tragué mis lágrimas, mi miedo y todo lo que no necesitaba ahora, para pasar a pensar en la rubia y que no la podíamos dejar así pensando también en otra cosa. Algo iba a cambiar aquel día y no sería para bien.
- K-Mart:
- De verdad, no tengo nada que perder... ¡Mi vida es una mierda ya, como para sumarle los remordimientos de haber dejado tirada a esa chica! - En cuanto K-Mart se pone en contra de nuestra iniciativa le suelto eso, termino de hacerme con mis cosas y de colocarme la chaqueta, que está ya bastante hecha polvo, pero que aún así ayuda en algo, mientras Rachelle le pide que cambie de opinión y finalmente lo decide, pero bajo condiciones.
- ¡Claro hermana! - Casi grito, pero bajo la voz y las miro enarcando las cejas. - Vamos a dejarles claro a esos gilipollas quien manda aquí, venga, acercaros... - Tras coger mis cosas me voy hacia un lado, el brazo me duele, pero al menos he evitado que esa mala bestia me lo arrancase, me agacho en el suelo. En realidad no hay suelo, solo tierra y con un palo empiezo a dibujar un poco el terreno, hago un circulo para limitar el bosque y seguidamente dibujo dos cuadrados, el granero en el que estamos y la cabaña, luego hago varias x para indicar el cementerio de coches. - Estamos aquí, Rachelle, dinos que has visto - Le pido a ella que se agacha y comienza a hablar.
- Se la llevaron a la casa, podemos entrar por detrás, por donde nos encontramos, entrar por esa ventana, sacarla y marcharnos, ellos se fueron con los coches y yo cogí las llaves de la entrada - Sollozaba y traté de calmarla. - Me están buscando - Terminó por decir entre llantos. - No quiero largarme así sin más y dejar que se vayan de rositas, pero... Es la mejor idea, ¡vamos antes de que vuelvan, saldremos por aquí e iremos por detrás hacia la ventana - Trazo una ruta en la tierra y miro a ambas, Rachelle asiente, me pongo en pie sujetando el bate.
Salimos del granero y tras primero asomarme por la puerta y ver que no hay nadie fuera, corro hasta pegarme a la parte trasera de la casa haciéndole un gesto a ellas. Han quitado ya el cadáver del otro. Tenemos que seguir hacia adelante así que les hago un gesto para que me sigan, momento en el que me fijo en el llavero de Rachelle, el que dice haberle quitado a los tipos, me resulta familiar y no sé por qué, avanzo, ella dice que lo ha cogido de la entrada, ¿ha entrado a la casa y no ha podido ayudar a la chica?, estará asustada... Miro justo donde me lancé a por el tipo y donde me hostiaron, es entonces donde recuerdo haber visto el llavero, lo llevaba aquel idiota colgado del cinturón, y comprendo Rachelle nos está mintiendo. - Rachelle, ¿qué te han prometido a cambio de entregarnos? - Me giro de golpe mirándola fijamente. - ¡¡Y te lo has creído?! - Le espeto sin alzar demasiado la voz justo cuando le señalo a K-Mart el llavero. - ¡¿Cómo lo has podido coger de la casa si lo llevaba uno de esos gilipollas en el cinturón?! - Retrocede, me mira a punto de romper a llorar... - Me dijeron que me matarían... - Llora y no puedo evitar abofetearla de pura rabia.
- ¿Os habéis peleado? - La voz me produce arcadas nada más escucharla. - Soltad las armas y venid con nosotros - Son dos de ellos, nos apuntan con una ballesta y una recortada muy similar a la de K-Mart, no nos queda de otra que responder y por tanto suelto mi bate lanzandoselo, él lo recoge, tras darselo todo nos llevan a la entrada de la casa, la otra chica está ahí con los dos que faltaban que se carcajean cuando nos ven llegar con las manos en alto. - Cariño, ya estoy en casa... - Espeto con asco y sarcasmo. Ellos se ríen. - Juro que pienso mataros, sea lo último que haga... acabaré con vosotros - gruño con la mirada fija en ellos.
- ¡Claro hermana! - Casi grito, pero bajo la voz y las miro enarcando las cejas. - Vamos a dejarles claro a esos gilipollas quien manda aquí, venga, acercaros... - Tras coger mis cosas me voy hacia un lado, el brazo me duele, pero al menos he evitado que esa mala bestia me lo arrancase, me agacho en el suelo. En realidad no hay suelo, solo tierra y con un palo empiezo a dibujar un poco el terreno, hago un circulo para limitar el bosque y seguidamente dibujo dos cuadrados, el granero en el que estamos y la cabaña, luego hago varias x para indicar el cementerio de coches. - Estamos aquí, Rachelle, dinos que has visto - Le pido a ella que se agacha y comienza a hablar.
- Se la llevaron a la casa, podemos entrar por detrás, por donde nos encontramos, entrar por esa ventana, sacarla y marcharnos, ellos se fueron con los coches y yo cogí las llaves de la entrada - Sollozaba y traté de calmarla. - Me están buscando - Terminó por decir entre llantos. - No quiero largarme así sin más y dejar que se vayan de rositas, pero... Es la mejor idea, ¡vamos antes de que vuelvan, saldremos por aquí e iremos por detrás hacia la ventana - Trazo una ruta en la tierra y miro a ambas, Rachelle asiente, me pongo en pie sujetando el bate.
Salimos del granero y tras primero asomarme por la puerta y ver que no hay nadie fuera, corro hasta pegarme a la parte trasera de la casa haciéndole un gesto a ellas. Han quitado ya el cadáver del otro. Tenemos que seguir hacia adelante así que les hago un gesto para que me sigan, momento en el que me fijo en el llavero de Rachelle, el que dice haberle quitado a los tipos, me resulta familiar y no sé por qué, avanzo, ella dice que lo ha cogido de la entrada, ¿ha entrado a la casa y no ha podido ayudar a la chica?, estará asustada... Miro justo donde me lancé a por el tipo y donde me hostiaron, es entonces donde recuerdo haber visto el llavero, lo llevaba aquel idiota colgado del cinturón, y comprendo Rachelle nos está mintiendo. - Rachelle, ¿qué te han prometido a cambio de entregarnos? - Me giro de golpe mirándola fijamente. - ¡¡Y te lo has creído?! - Le espeto sin alzar demasiado la voz justo cuando le señalo a K-Mart el llavero. - ¡¿Cómo lo has podido coger de la casa si lo llevaba uno de esos gilipollas en el cinturón?! - Retrocede, me mira a punto de romper a llorar... - Me dijeron que me matarían... - Llora y no puedo evitar abofetearla de pura rabia.
- ¿Os habéis peleado? - La voz me produce arcadas nada más escucharla. - Soltad las armas y venid con nosotros - Son dos de ellos, nos apuntan con una ballesta y una recortada muy similar a la de K-Mart, no nos queda de otra que responder y por tanto suelto mi bate lanzandoselo, él lo recoge, tras darselo todo nos llevan a la entrada de la casa, la otra chica está ahí con los dos que faltaban que se carcajean cuando nos ven llegar con las manos en alto. - Cariño, ya estoy en casa... - Espeto con asco y sarcasmo. Ellos se ríen. - Juro que pienso mataros, sea lo último que haga... acabaré con vosotros - gruño con la mirada fija en ellos.
WIND OF CHANGE
No llores, no llores... Me decía una y otra vez tras ser sorprendidas, Rachelle nos había traicionado. Tiré las armas junto a Nina, estábamos muertas, aún así mantendría el tipo, no les permitiría verme llorar. Avancé delante de ellos junto a Nina, con las manos alzadas, la noche nos acunaba, la luna era una reina cruel en el cielo, que observaba atenta sin hacer nada. — Espero que sea así... — Le susurré a Rachelle cuando pasó por mi lado, esperaba que vendernos hubiera merecido la pena. Llegamos a la entrada de la cabaña, los tipos se burlaban de nosotras. — Quedaros aquí, quietas — Amenazó uno de ellos mientras dejaba nuestras armas a un lado. Me fijé entonces en la otra chica, estaba atada a una de las columnas del porche, sus ropas llenas de sangre y cortes, con la mirada gacha, parecía inconsciente o peor aún, muerta.
— ¡Rachelle!, un trato es un trato, así que... Te dejamos ir — Todos sonrieron, incluso ella, de forma tímida, asustada, nerviosa, el tipo la agarró por los hombros recuperando sus llaves y comenzó a caminar junto a ella hacia un lado de la casa, entonces ella empezó a retroceder. — ¿Los escuchas?, vas a tener que correr... — Le decía él mientras ella sollozaba conforme se acercaban al límite del bosque, sabía que era, estaban por todas partes, era una suerte que no se acercaran hasta aquí, aunque no tardarían en hacerlo. — ¡Un trato es un trato, así que LARGO! — Empezó a gritarle mientras los otros se reían y él sacaba su arma. — Y si no... — Empezó a deslizar el cañón del arma por su sien, bajando lentamente por su cuerpo, ella gritó aterrada y salió corriendo entre las carcajadas de ellos. Estaba condenada y ya había pasado por aquello, acababa de elegir su muerte, aunque para mi ambas eran iguales de horribles. El otro volvió. — Ya nos habíamos cansado de ella... — Comentó mientras nos miraba fijamente a Nina y a mi de forma lasciva.
— Rubia... ¿Cómo te llamas? — Se fue acercando a mi, me agarró por la barbilla y alzó mi rostro insistiendo en que le respondiera. — ¡TU NOMBRE! — Gritó de forma violenta, le miré fijamente, no podía repugnarme más. Entonces se escucharon los gritos, gritos que resultaban familiares, los gritos de Rachelle y solo se rieron. No llores, por favor, no llores... — Pórtate bien, no querrás acabar igual que tu amiga, ¿no? — Le miré de nuevo directamente a los ojos y le escupí. — ¡Que te jodan! — Respuesta incorrecta, se echó a reír tras limpiarse y me golpeó, provocando que cayera al suelo. Esta vez me agarró del pelo, mientras que yo trataba de golpearle, pero era mucho más fuerte y grande que yo, por lo que con una mano logró agarrarme por ambas muñecas e inmovilizarme contra su cuerpo, sintiendo su asqueroso olor. — Tú te vienes conmigo gatita — Gruñó mientras tiraba de mi y yo luchaba por soltarme, pataleando, arrastrándome hasta el interior de la casa, pudiendo tan solo ver como él les hacía un gesto señalando a Nina y como yo la miraba no solo aterrada también suplicante.
— ¡Rachelle!, un trato es un trato, así que... Te dejamos ir — Todos sonrieron, incluso ella, de forma tímida, asustada, nerviosa, el tipo la agarró por los hombros recuperando sus llaves y comenzó a caminar junto a ella hacia un lado de la casa, entonces ella empezó a retroceder. — ¿Los escuchas?, vas a tener que correr... — Le decía él mientras ella sollozaba conforme se acercaban al límite del bosque, sabía que era, estaban por todas partes, era una suerte que no se acercaran hasta aquí, aunque no tardarían en hacerlo. — ¡Un trato es un trato, así que LARGO! — Empezó a gritarle mientras los otros se reían y él sacaba su arma. — Y si no... — Empezó a deslizar el cañón del arma por su sien, bajando lentamente por su cuerpo, ella gritó aterrada y salió corriendo entre las carcajadas de ellos. Estaba condenada y ya había pasado por aquello, acababa de elegir su muerte, aunque para mi ambas eran iguales de horribles. El otro volvió. — Ya nos habíamos cansado de ella... — Comentó mientras nos miraba fijamente a Nina y a mi de forma lasciva.
— Rubia... ¿Cómo te llamas? — Se fue acercando a mi, me agarró por la barbilla y alzó mi rostro insistiendo en que le respondiera. — ¡TU NOMBRE! — Gritó de forma violenta, le miré fijamente, no podía repugnarme más. Entonces se escucharon los gritos, gritos que resultaban familiares, los gritos de Rachelle y solo se rieron. No llores, por favor, no llores... — Pórtate bien, no querrás acabar igual que tu amiga, ¿no? — Le miré de nuevo directamente a los ojos y le escupí. — ¡Que te jodan! — Respuesta incorrecta, se echó a reír tras limpiarse y me golpeó, provocando que cayera al suelo. Esta vez me agarró del pelo, mientras que yo trataba de golpearle, pero era mucho más fuerte y grande que yo, por lo que con una mano logró agarrarme por ambas muñecas e inmovilizarme contra su cuerpo, sintiendo su asqueroso olor. — Tú te vienes conmigo gatita — Gruñó mientras tiraba de mi y yo luchaba por soltarme, pataleando, arrastrándome hasta el interior de la casa, pudiendo tan solo ver como él les hacía un gesto señalando a Nina y como yo la miraba no solo aterrada también suplicante.
- K-Mart:
Agacho la mirada cuando la escuchamos gritar, se ha condenado sola, ella se lo ha buscado y pensar así me duele, pero... Nos ha condenado a las tres ella sola en verdad. Cuando aquel oranguntán golpea a la rubia y tira de ella no lo puedo evitar, me lanzo cual fiera a por él sin pensar en las consecuencias ni nada por el estilo, no tarda en placarme uno de sus secuaces. - ¡HIJO DE PUTA SUELTALA! - El tipo me agarra entre sus manazas y me zarandea, pero yo no paro y trato de soltarme, provocando que caiga al suelo, me levanto rápidamente esquivo a un segundo y el tercero me logra atrapar justo cuando ese desgraciado entra en la cabaña con K-Mart. - ¡SUELTALA MISERABLE CABRÓN, PIENSO MATARTE HIJO DE LA GRAN PUTA, PIENSO MATAROS A TODOS, SUELTAME, DESGRACIADO, SUELTAME! - Decir estar furiosa es quedarse cortos, aunque mis amenazas solo sirven de risas para los tres que me escuchan. Mientras que veo de reojo como la otra chica rubia está ahí atada a la columna, muerta, no se mueve y solo me fijo en la sangre, en las marcas de sus brazos, moratones, ropa rasgada... aparto la mirada rápidamente mientras que esos dos me agarran y entre ambos me tiran al suelo, uno me golpea en plena cara con un buen puñetazo.
Caigo al suelo tosiendo, escupo sangre y les miro. - Me dais asco - Susurro y tras ello recibo una patada. - Tu amiguita va a pagar la muerte de nuestro amigo y tú nos vas a entretener un ratito - Susurra uno de ellos divertido mientras me tira del pelo para levantarme y lo hago, sacando fuerzas de donde no las tengo para pegarle una patada que provoca que pierda el equilibrio y caiga al suelo. - ¡JÓDETE! - Le escupo, seguidamente los otros dos se lanzan a por mi para golpearme y me tiran al suelo nuevamente. Sangre, me cuesta respirar, los golpes duelen joder, digo si duelen, me tambaleo, escupiendo sangre de nuevo, tiñendo la tierra y me carcajeo como una loca. - Me seguís dando pena... Tenéis que juntaros tres para pegarme, ¿no?, porque sois unos cobardes - Me cuesta hablar y respirar aún más, pero me río, agotada.
- ¡Te vas a enterar! - Grita uno de ellos, lanzándose a por mi, me agarra con facilidad porque no es que pese demasiado y me empuja hasta chocarme de espaldas contra la pared. Estoy muerta, agotada y me maneja como a una simple muñequita, es más, me baja los pantalones como a ellas y dudo que sea para probarme modelitos, lo mismo hace con la ropa interior, trato de soltarme, él me susurra algo que no entiendo mientras que se baja los pantalones también, la cabeza me da vueltas y solo grito. Pierdo el control, visualizo su cuello, agarro sus hombros con fuerza y mis dientes se hunden en la piel, le muerdo con fuerza, todos gritan, pero más él. Arranco tejidos y carne, la sangre se desliza por mi boca, por mi ropa, por la suya, trata de apartarme pero muerdo más fuerte y no me da asco, me relamo cuando cae al suelo, yo también caigo, los otros gritan uno se acerca a mi con un cuchillo, trato de zafarme de él, me agarra quedando detrás de mi, con el cuchillo rozando mi cuello, corta un poco mi piel, pero no siento nada tan solo lo sujeto para morder su brazo. El cuchillo se mueve en su mano de forma torpe, corta, hace daño, pero me da igual, apenas veo, simplemente le muerdo, el arma cae por fin tras insistir golpeándola con mis manos. Me empuja pero me agarro con fuerza a él y caemos, el otro ha entrado corriendo en el interior de la casa gritando, el que mordí en el cuello yace muerto, desangrado. Sobre el que estoy grita, porque repito la acción, no le da tiempo a defenderse y le muerdo con violencia. Arranco piel, tejidos y toco esa parte sensible del cuello, la sangre me llena, me gusta, la saboreo, la bebo, pero la cerne es aún mejor, más sabrosa, la devoro, con fuerza y me alimento de ella mientras sus últimos alientos de vida se van con aquel líquido rojizo y apenas un rato después por din reacciono.
Caigo al suelo tosiendo, escupo sangre y les miro. - Me dais asco - Susurro y tras ello recibo una patada. - Tu amiguita va a pagar la muerte de nuestro amigo y tú nos vas a entretener un ratito - Susurra uno de ellos divertido mientras me tira del pelo para levantarme y lo hago, sacando fuerzas de donde no las tengo para pegarle una patada que provoca que pierda el equilibrio y caiga al suelo. - ¡JÓDETE! - Le escupo, seguidamente los otros dos se lanzan a por mi para golpearme y me tiran al suelo nuevamente. Sangre, me cuesta respirar, los golpes duelen joder, digo si duelen, me tambaleo, escupiendo sangre de nuevo, tiñendo la tierra y me carcajeo como una loca. - Me seguís dando pena... Tenéis que juntaros tres para pegarme, ¿no?, porque sois unos cobardes - Me cuesta hablar y respirar aún más, pero me río, agotada.
- ¡Te vas a enterar! - Grita uno de ellos, lanzándose a por mi, me agarra con facilidad porque no es que pese demasiado y me empuja hasta chocarme de espaldas contra la pared. Estoy muerta, agotada y me maneja como a una simple muñequita, es más, me baja los pantalones como a ellas y dudo que sea para probarme modelitos, lo mismo hace con la ropa interior, trato de soltarme, él me susurra algo que no entiendo mientras que se baja los pantalones también, la cabeza me da vueltas y solo grito. Pierdo el control, visualizo su cuello, agarro sus hombros con fuerza y mis dientes se hunden en la piel, le muerdo con fuerza, todos gritan, pero más él. Arranco tejidos y carne, la sangre se desliza por mi boca, por mi ropa, por la suya, trata de apartarme pero muerdo más fuerte y no me da asco, me relamo cuando cae al suelo, yo también caigo, los otros gritan uno se acerca a mi con un cuchillo, trato de zafarme de él, me agarra quedando detrás de mi, con el cuchillo rozando mi cuello, corta un poco mi piel, pero no siento nada tan solo lo sujeto para morder su brazo. El cuchillo se mueve en su mano de forma torpe, corta, hace daño, pero me da igual, apenas veo, simplemente le muerdo, el arma cae por fin tras insistir golpeándola con mis manos. Me empuja pero me agarro con fuerza a él y caemos, el otro ha entrado corriendo en el interior de la casa gritando, el que mordí en el cuello yace muerto, desangrado. Sobre el que estoy grita, porque repito la acción, no le da tiempo a defenderse y le muerdo con violencia. Arranco piel, tejidos y toco esa parte sensible del cuello, la sangre me llena, me gusta, la saboreo, la bebo, pero la cerne es aún mejor, más sabrosa, la devoro, con fuerza y me alimento de ella mientras sus últimos alientos de vida se van con aquel líquido rojizo y apenas un rato después por din reacciono.
WIND OF CHANGE
No, llores, no llores, no te derrumbes, por favor, ni supliques... No podía más, iba a estallar a llorar en cualquier momento. Aquel desgraciado tiraba de mi y yo trataba de agarrarme a cualquier cosa, pero él era más fuerte y tiraba con fuerza. Pataleaba y trataba de apartarle de mi, pero fue imposible, me llevaba al interior de la cabaña, hasta que llegamos a una de las habitaciones finales y me empujó contra el suelo, seguidamente cerró el pestillo. — ¿Sabes qué te has cargado a mi hermano? y ahora vas a pagar por ello — Abrí los ojos de par en par sintiendo aquel nudo en la garganta, viendo como se desabrochaba el cinturón y enrollaba la punta en una de sus manos, con desesperación traté de levantarme y correr hacia una dirección, pero antes de que pudiera llegar a la puerta me agarró de pelo de nuevo golpeando contra el suelo y no contento con ello me pegó con el cinturón a modo de látigo en la espalda. No pude evitar gritar y más aún cuando me golpeó varias veces seguidas en varias zonas diferentes, se dejó caer entonces sobre mi agarrándome por el cuello con la correa y estirando con fuerza, logrando que no pudiera respirar.
Me aferré al cinturón intentando apartarlo de mi piel, pero él estiraba con furia provocando que me faltase el aire y ya no solo era aquello también el dolor que ocasionaba aquello contra mi cuello y la fuerza que provocaba. Los segundos se hacían eternos y cuando ya creía que iba a perder el conocimiento me soltó, golpeandome contra el suelo, agarrándome de la cabeza y chocando esta repetidas veces contra los tablones, tosí y grité sintiendo sintiendo aquel sabor desagradable de la sangre en mi boca y nariz.
— Eres tan solo una zorra más, igual que todas — Me gritaba mientras con violencia tiraba de mi y golpeaba repetidas veces, puñetazos, patadas... No podía más y empezaba a asumir que hasta ahí había llegado yo. Me iba a matar y ahí fue cuando rompí a llorar, pero en silencio, era demasiado orgullosa como para suplicarle a aquel cavernícola. Fue entonces cuando me volvió, aturdida le miré seria, ni miedo, ni pena, frívola, no le iba a dar a aquella satisfacción a mi asesino. Me abofeteó varias veces y entonces me escupió a la cara. — Mira como le damos la vuelta a las cosas... ¿Recuerdas lo de Rachelle no?, pues será un juego lo suyo en comparación con como vas a morir tú — Giré la cabeza hacia otro lado cerrando los ojos con fuerza. — ¡MÍRAME! — Me gritó mientras me agarraba por la barbilla y me obligaba a mirarle, pegándome en la cara para que lo hiciera, pero me negué, no abrí los ojos en ningún momento, solo cuando sentí el frío metal y como este cortaba mi piel, muy poco, en la mejilla derecha. Traté de no gritar y entonces movió el cuchillo hacia la otra mejilla, acariciando la piel sin llegar a cortarme. Sonrió como el auténtico loco que era. Dolía y sentí las lágrimas en mis ojos, pero no quería que me viera así y me aguanté aquel llanto. Tan solo cuando me giró y ya no veía mi rostro, fue ahí cuando me permití llorar en silencio, dolorida, humillada, medio muerta... Me colocó sobre la mesa, me empujó contra esta y quedó de espaldas a mi, sintiendo sus asquerosas manos en mi trasero, bajándome los pantalones y la ropa interior de un solo tirón todo junto. Deslizó sus manos por mi espalda, levantándome la camiseta, con suavidad, suavidad que me asqueaba. — Eres muy guapa para ser tan zorra... Seguro que te lo tenía muy creído, ¿verdad? — Podría vomitar allí mismo, pero me mantuve mientras tan solo deseaba morir de golpe, con todas mis fuerzas antes que aquello.
Observé la lata de comida vacía en un lado y fue cuando reaccioné, sacando fuerzas de donde no las tenía, haciendo lo imposible por no acabar así, agarré la lata cogiendo la afilada hoja que era la tapa ahora, esas latas que se abren con un abrelatas con las que tenías que tener cuidado para no cortarte. Él me golpeó contra el mueble, pero me moví ágil girándome, sin dejar de gritar cuando hundí la tapa de la lata contra su cuello, rasgando la piel como si fuera un cuchillo, tiré la lata y me quedé con la tapa en mi mano, gritando mientras hundía el metal en su piel y la sangre brotaba. Él apenas pudo gritar, se quedó ahí de pie, aturdido, con los ojos abiertos de par en par, gimiendo de dolor, mientras yo apretaba más y más la afilada e improvisada hoja contra su garganta. Daba igual que yo también me cortase la palma de la mano y el dolor que sentía, daba igual porque apenas lo sentía, era la desesperación la que me guiaba, no quería morir y tampoco iba a permitir que me violara, iba a luchar. Le empujé con fuerza y cayó al suelo, gimiendo, tratando de evitar la hemorragia sin suerte, agonizando. Sollocé entonces, respiré con fuerza soltando aquello, agitada, asqueada, como pude me subí la ropa de nuevo y me acerqué para escupirle y pegarle una patada, simplemente no pude darle una, fueron más, desesperadas y rápidas conforme recordaba lo que me había hecho a mi, a las demás y seguramente a muchos que ya no estaban allí.
Al escuchar los gritos de fuera recordé que no estaba sola, Nina. Le quité la pistola a él, recordando como se le quitaba el seguro, Carlos me había enseñado algo acerca de ellas y salí corriendo por el pasillo, tambaleándome, como pude, de forma bastante triste, logré entonces casi arrastrándome llegar hasta la puerta que estaba abierta de par en par y allí estaba Nina tirada en el suelo, de rodillas, llena de sangre, dos cadáveres a su lado, bajé la escaleras del porche corriendo, perdiendo el equilibrio y cayendo a la arena. Me levanté rápida y me dejé caer al suelo de nuevo al llegar a su lado, apartándola de aquel tipo, viendo su cuerpo lleno de cortes, golpes y su ojo izquierdo, en el que tenía un corte muy feo, lleno de sangre, pero el ojo parecía estar bien, que era lo que más me preocupaba.
— Nina... — La agarré por los hombros mirándola fijamente sintiendo como las lágrimas caían por mis mejillas al ver como estaba en aquel estado de shock. — Nina... ¡Por favor dime algo! — Le supliqué sollozando, justo cuando caía en la cuenta de que faltaba uno más.
Me aferré al cinturón intentando apartarlo de mi piel, pero él estiraba con furia provocando que me faltase el aire y ya no solo era aquello también el dolor que ocasionaba aquello contra mi cuello y la fuerza que provocaba. Los segundos se hacían eternos y cuando ya creía que iba a perder el conocimiento me soltó, golpeandome contra el suelo, agarrándome de la cabeza y chocando esta repetidas veces contra los tablones, tosí y grité sintiendo sintiendo aquel sabor desagradable de la sangre en mi boca y nariz.
— Eres tan solo una zorra más, igual que todas — Me gritaba mientras con violencia tiraba de mi y golpeaba repetidas veces, puñetazos, patadas... No podía más y empezaba a asumir que hasta ahí había llegado yo. Me iba a matar y ahí fue cuando rompí a llorar, pero en silencio, era demasiado orgullosa como para suplicarle a aquel cavernícola. Fue entonces cuando me volvió, aturdida le miré seria, ni miedo, ni pena, frívola, no le iba a dar a aquella satisfacción a mi asesino. Me abofeteó varias veces y entonces me escupió a la cara. — Mira como le damos la vuelta a las cosas... ¿Recuerdas lo de Rachelle no?, pues será un juego lo suyo en comparación con como vas a morir tú — Giré la cabeza hacia otro lado cerrando los ojos con fuerza. — ¡MÍRAME! — Me gritó mientras me agarraba por la barbilla y me obligaba a mirarle, pegándome en la cara para que lo hiciera, pero me negué, no abrí los ojos en ningún momento, solo cuando sentí el frío metal y como este cortaba mi piel, muy poco, en la mejilla derecha. Traté de no gritar y entonces movió el cuchillo hacia la otra mejilla, acariciando la piel sin llegar a cortarme. Sonrió como el auténtico loco que era. Dolía y sentí las lágrimas en mis ojos, pero no quería que me viera así y me aguanté aquel llanto. Tan solo cuando me giró y ya no veía mi rostro, fue ahí cuando me permití llorar en silencio, dolorida, humillada, medio muerta... Me colocó sobre la mesa, me empujó contra esta y quedó de espaldas a mi, sintiendo sus asquerosas manos en mi trasero, bajándome los pantalones y la ropa interior de un solo tirón todo junto. Deslizó sus manos por mi espalda, levantándome la camiseta, con suavidad, suavidad que me asqueaba. — Eres muy guapa para ser tan zorra... Seguro que te lo tenía muy creído, ¿verdad? — Podría vomitar allí mismo, pero me mantuve mientras tan solo deseaba morir de golpe, con todas mis fuerzas antes que aquello.
Observé la lata de comida vacía en un lado y fue cuando reaccioné, sacando fuerzas de donde no las tenía, haciendo lo imposible por no acabar así, agarré la lata cogiendo la afilada hoja que era la tapa ahora, esas latas que se abren con un abrelatas con las que tenías que tener cuidado para no cortarte. Él me golpeó contra el mueble, pero me moví ágil girándome, sin dejar de gritar cuando hundí la tapa de la lata contra su cuello, rasgando la piel como si fuera un cuchillo, tiré la lata y me quedé con la tapa en mi mano, gritando mientras hundía el metal en su piel y la sangre brotaba. Él apenas pudo gritar, se quedó ahí de pie, aturdido, con los ojos abiertos de par en par, gimiendo de dolor, mientras yo apretaba más y más la afilada e improvisada hoja contra su garganta. Daba igual que yo también me cortase la palma de la mano y el dolor que sentía, daba igual porque apenas lo sentía, era la desesperación la que me guiaba, no quería morir y tampoco iba a permitir que me violara, iba a luchar. Le empujé con fuerza y cayó al suelo, gimiendo, tratando de evitar la hemorragia sin suerte, agonizando. Sollocé entonces, respiré con fuerza soltando aquello, agitada, asqueada, como pude me subí la ropa de nuevo y me acerqué para escupirle y pegarle una patada, simplemente no pude darle una, fueron más, desesperadas y rápidas conforme recordaba lo que me había hecho a mi, a las demás y seguramente a muchos que ya no estaban allí.
Al escuchar los gritos de fuera recordé que no estaba sola, Nina. Le quité la pistola a él, recordando como se le quitaba el seguro, Carlos me había enseñado algo acerca de ellas y salí corriendo por el pasillo, tambaleándome, como pude, de forma bastante triste, logré entonces casi arrastrándome llegar hasta la puerta que estaba abierta de par en par y allí estaba Nina tirada en el suelo, de rodillas, llena de sangre, dos cadáveres a su lado, bajé la escaleras del porche corriendo, perdiendo el equilibrio y cayendo a la arena. Me levanté rápida y me dejé caer al suelo de nuevo al llegar a su lado, apartándola de aquel tipo, viendo su cuerpo lleno de cortes, golpes y su ojo izquierdo, en el que tenía un corte muy feo, lleno de sangre, pero el ojo parecía estar bien, que era lo que más me preocupaba.
— Nina... — La agarré por los hombros mirándola fijamente sintiendo como las lágrimas caían por mis mejillas al ver como estaba en aquel estado de shock. — Nina... ¡Por favor dime algo! — Le supliqué sollozando, justo cuando caía en la cuenta de que faltaba uno más.
- K-Mart:
K-Mart me zarandea, me mueve de forma brusca y me pide que reaccione. Pero estoy lejos de ahí, me siento en otro jodido mundo, no estoy, simplemente no estoy, aunque me mueva y sienta algo de dolor por los golpes, ya que sus movimientos los reviven. Yo ni me inmuto, sigo con la mirada fija en la nada, en esos dos cadáveres. Escucho como K-Mart me suplica y yo tan solo me fijo en la sangre de esos dos, en la macabra escena que nos envuelve y en que yo he sido la culpable, yo les he atacado como si fuera una de esas cosas. He perdido el control, ha ocurrido eso que tanto temía, ¿inmunidad?, me estoy convirtiendo en uno de esos seres poco a poco y perderé el control un día y ya entonces olvidaré quien diablos soy, vagaré por ahí como un alma en pena, con el pecho muerto, con el corazón silencioso y la mirada vacía en busca de saciar algo sin fin.
Las lágrimas brotan lentamente de mis ojos, resbalan por las mejillas y caen al suelo mientras K-Mart también llora. - Estoy muerta - Susurro con la voz rota por fin. Y no contentas con eso lo escucho, un gruñido, un gruñido de ultratumba que procede del más allá, un aviso de que ellos están viniendo.
Las lágrimas caen de forma más rápida cuando al desviar la mirada de la rubia me fijo en el cuerpo del primero al que ataqué antes, se levanta con torpeza gruñendo en nuestra dirección. Rompo en un llanto mayor, desconsolada al ver lo que está pasando, al comprender. Me llevo ambas manos a la cara, solo consigo ensuciarme aún más de sangre, respiro con dificultad, me miro las manos, la sangre me asquea por momentos. Visualizo la recortada de ellos en el suelo, la agarro rápidamente y apunto hacia el muerto que va a por nosotras, me levanto, disparo, cae muerto, me acerco en silencio al segundo y también le disparo en la cabeza, porque sé que se va a levantar también. Camino arrastrando los pies en la dirección de la cabaña. A por el último. Ignoro por completo a la rubia.
Camino por el pasillo con la mirada perdida en nada, seria, frívola, si alguien me viera ahora, si alguien que me hubiera llegado a conocer me viera ahora, no me reconocería... Avanzo por el pasillo como puedo, me duele una rodilla a rabiar, me cuesta hasta respirar, pero consigo llegar a la última habitación, pateo la puerta y disparo, ni le doy tiempo a reaccionar. El tipo cae muerto, aún así le disparo otra vez más y otra, seguida de una última, hasta que le destrozo prácticamente. Es entonces cuando se me cae el arma al suelo y las náuseas llegan, vomito en una esquina. Siento ese dolor característico en la garganta, veo la sangre en el suelo y el asco seguido de las náuseas aumenta, por lo que vomito otra vez.
De la misma forma salgo a fuera visualizando a K-Mart, me acerco hasta ella y le entrego el arma. - Dispara - Le pido rendida, dejándome caer al suelo de rodillas, agachando la mirada ante ella, la acabo de nombrar mi verdugo. - Acaba con ello - Le suplico con la mirada gacha. - He sido yo... Creí que de alguna forma era inmune, pero... Me voy a convertir en una de esas cosas, les ataqué, perdí el control y un día... Seguro que lo haré y ya no volveré, no sé que me está pasando... - Aprieto los puños a la vez que la mandíbula, el nudo en la garganta me impide casi seguir, solo quiero tirarme al suelo y llorar, llorar hasta que me quede sin aliento y no pueda más, pero tampoco puedo, hay algo que me impide hacerlo, no puedo. - Hazlo - Insisto. - ¡DISPARA! - Grito furiosa a la vez que agarro el arma y la coloco entre sus manos con el cañón apuntando directamente a mi cabeza.
Las lágrimas brotan lentamente de mis ojos, resbalan por las mejillas y caen al suelo mientras K-Mart también llora. - Estoy muerta - Susurro con la voz rota por fin. Y no contentas con eso lo escucho, un gruñido, un gruñido de ultratumba que procede del más allá, un aviso de que ellos están viniendo.
Las lágrimas caen de forma más rápida cuando al desviar la mirada de la rubia me fijo en el cuerpo del primero al que ataqué antes, se levanta con torpeza gruñendo en nuestra dirección. Rompo en un llanto mayor, desconsolada al ver lo que está pasando, al comprender. Me llevo ambas manos a la cara, solo consigo ensuciarme aún más de sangre, respiro con dificultad, me miro las manos, la sangre me asquea por momentos. Visualizo la recortada de ellos en el suelo, la agarro rápidamente y apunto hacia el muerto que va a por nosotras, me levanto, disparo, cae muerto, me acerco en silencio al segundo y también le disparo en la cabeza, porque sé que se va a levantar también. Camino arrastrando los pies en la dirección de la cabaña. A por el último. Ignoro por completo a la rubia.
Camino por el pasillo con la mirada perdida en nada, seria, frívola, si alguien me viera ahora, si alguien que me hubiera llegado a conocer me viera ahora, no me reconocería... Avanzo por el pasillo como puedo, me duele una rodilla a rabiar, me cuesta hasta respirar, pero consigo llegar a la última habitación, pateo la puerta y disparo, ni le doy tiempo a reaccionar. El tipo cae muerto, aún así le disparo otra vez más y otra, seguida de una última, hasta que le destrozo prácticamente. Es entonces cuando se me cae el arma al suelo y las náuseas llegan, vomito en una esquina. Siento ese dolor característico en la garganta, veo la sangre en el suelo y el asco seguido de las náuseas aumenta, por lo que vomito otra vez.
De la misma forma salgo a fuera visualizando a K-Mart, me acerco hasta ella y le entrego el arma. - Dispara - Le pido rendida, dejándome caer al suelo de rodillas, agachando la mirada ante ella, la acabo de nombrar mi verdugo. - Acaba con ello - Le suplico con la mirada gacha. - He sido yo... Creí que de alguna forma era inmune, pero... Me voy a convertir en una de esas cosas, les ataqué, perdí el control y un día... Seguro que lo haré y ya no volveré, no sé que me está pasando... - Aprieto los puños a la vez que la mandíbula, el nudo en la garganta me impide casi seguir, solo quiero tirarme al suelo y llorar, llorar hasta que me quede sin aliento y no pueda más, pero tampoco puedo, hay algo que me impide hacerlo, no puedo. - Hazlo - Insisto. - ¡DISPARA! - Grito furiosa a la vez que agarro el arma y la coloco entre sus manos con el cañón apuntando directamente a mi cabeza.
WIND OF CHANGE
— ¿Pero qué estás diciendo? — La miré con los ojos abiertos de par en par, a punto de echarme a llorar por lo que decía. ¿Qué le había pasado a Nina? Realmente parecía muerta en vida, toda esa sangre, las heridas... por otro lado la cabeza me daba vueltas, aquel día estaba siendo sin duda uno de los peores de mi vida. ¿Cómo sobrevivía uno a aquello? ¿qué se suponía que debía hacer ahora?
— Por favor Nina, levanta, tenemos que irnos — Le suplicaba una y otra vez, ya que sabía que aún quedaba uno allí. — Todavía hay alguien dentro de la casa — Estaba aterrada, después de lo que habíamos pasado no era de extrañar, quería irme, no estaba segura de poder aguantar otro ataque más y para colmo el ruido los había atraído, eran caminantes e iban hacia nosotras.
Cuando Nina reaccionó por fin, se puso en pie ignorándome por completo. Me quedé en el sitio, de rodillas aún, viendo como marchaba hacia la casa. — ¡Ninaa, no! — Le supliqué entre sollozos, ya no me podía contener más. Observé mis manos llenas de sangre, las ropas raídas, la tierra, los cadáveres... había tanta sangre...
— Oh Dios, oh Dios... — Ahora sí, comencé a llorar con fuerza, temblaba incluso, todo aquello... y lloraba con más fuerza recordando todo aquello, aún no había sido consciente de ello, simplemente había luchado por mi vida. El mundo estaba cambiando y yo lo había hecho con él, ¿pero en qué me había convertido? Me levanté y caminé hacia la casa. Dí un fuerte respingo cuando escuché el disparo. Miré hacia la casa completamente estática y cuando por fin vi que quien salía era Nina corrí hacia ella.
— Tenemos que irnos — Le decía aún entre sollozos. Pero ella me entregó la recortada y me pidió que la disparase. — Pe-pero... ¿qué estás diciendo? — pregunté incrédula. La miré petrificada, mientras que hablaba observé los otros cadáveres, tenían mordeduras, pero allí no había ningún zombie y ella tenía la boca llena de sangre... — Nina... ¿qué ha pasado? — pregunté lentamente, era más que obvio, pero no quería asimilarlo, necesitaba que ella lo dijera. Y entonces me obligó a sujetar el arma y colocó el caño apuntando a ella. — ¡NO! — grité arrojando el arma lejos de las dos. Me agaché junto a ella y la miré fijamente. — No puedes rendirte ahora... no después de todo esto Nina, eres una superviviente, ¿crees que te convertirás en una de esas cosas? lucha como lo has hecho hoy — no estaba segura de lo que estaba diciendo, las lágrimas caían por mis mejillas. — Nina, por favor, tenemos que irnos, ayúdame — rogué temblorosa, sujetando sus manos con fuerza.
— Por favor Nina, levanta, tenemos que irnos — Le suplicaba una y otra vez, ya que sabía que aún quedaba uno allí. — Todavía hay alguien dentro de la casa — Estaba aterrada, después de lo que habíamos pasado no era de extrañar, quería irme, no estaba segura de poder aguantar otro ataque más y para colmo el ruido los había atraído, eran caminantes e iban hacia nosotras.
Cuando Nina reaccionó por fin, se puso en pie ignorándome por completo. Me quedé en el sitio, de rodillas aún, viendo como marchaba hacia la casa. — ¡Ninaa, no! — Le supliqué entre sollozos, ya no me podía contener más. Observé mis manos llenas de sangre, las ropas raídas, la tierra, los cadáveres... había tanta sangre...
— Oh Dios, oh Dios... — Ahora sí, comencé a llorar con fuerza, temblaba incluso, todo aquello... y lloraba con más fuerza recordando todo aquello, aún no había sido consciente de ello, simplemente había luchado por mi vida. El mundo estaba cambiando y yo lo había hecho con él, ¿pero en qué me había convertido? Me levanté y caminé hacia la casa. Dí un fuerte respingo cuando escuché el disparo. Miré hacia la casa completamente estática y cuando por fin vi que quien salía era Nina corrí hacia ella.
— Tenemos que irnos — Le decía aún entre sollozos. Pero ella me entregó la recortada y me pidió que la disparase. — Pe-pero... ¿qué estás diciendo? — pregunté incrédula. La miré petrificada, mientras que hablaba observé los otros cadáveres, tenían mordeduras, pero allí no había ningún zombie y ella tenía la boca llena de sangre... — Nina... ¿qué ha pasado? — pregunté lentamente, era más que obvio, pero no quería asimilarlo, necesitaba que ella lo dijera. Y entonces me obligó a sujetar el arma y colocó el caño apuntando a ella. — ¡NO! — grité arrojando el arma lejos de las dos. Me agaché junto a ella y la miré fijamente. — No puedes rendirte ahora... no después de todo esto Nina, eres una superviviente, ¿crees que te convertirás en una de esas cosas? lucha como lo has hecho hoy — no estaba segura de lo que estaba diciendo, las lágrimas caían por mis mejillas. — Nina, por favor, tenemos que irnos, ayúdame — rogué temblorosa, sujetando sus manos con fuerza.
- K-Mart:
- Por favor K-Mart... no quiero hacer daño a nadie más - siento como las lágrimas comienzan a caer sobre mis mejillas. Mi cuerpo parece pesar al menos el doble o el triple de lo normal, estoy tan cansada... pero es más que el dolor, es más cansancio mental, estoy agotada de sobrevivir, de luchar día tras día, ¿para qué? Hoy acabo de comprobar que hace mucho que dejé de ser yo misma, ¿qué me diferencia de una de esas cosas? - K-Mart por favor - suplico entre llantos ya incontrolados. - Acaba con esto por favor, no quiero que vuelva a ocurrir, no quiero que pase otra vez... - el simple hecho de volver a repetir lo de antes me produce escalofríos, náuseas...
La rubia se niega, lanza el arma a un lado y yo termino por derrumbarme. Llevo ambas manos a mi rostro y lloro con fuerza, no lo puedo evitar. Pensaba que de alguna forma podría ser inmune al virus, que había tenido suerte... pero claro, ¿por qué yo? En su lugar es como si me convirtiera en una de ellos, lentamente.
- ¿Y si te hago daño a ti o cualquier persona que no lo merezca? - replico. - Esa gente se lo merecía, pro y... ¿y si en otra ocasión hago daño de verdad a alguien? no me lo podría perdonar - la miro aterrada, asustada de veras, pero ahora comienzo a entender muchas cosas. Había ocasiones en las que pensaba que ellos no me habían visto, claro que sí, pero es que soy como ellos... ¿no? Incluso mis heridas parecen curar con mayor dificultad, el aclaramiento de cabello, piel... últimamente tenía la sensación de que mi pelo ya no era tan oscuro, al igual que mi piel, pero pensaba que eran imaginaciones mías. Ya no, estoy totalmente segura de ello, estoy cambiando.
- Yo... - K-Mart parece aún más asustada que yo, me mira suplicante porque la siga, porque la ayude a escapar. Al mirar a nuestro alrededor, además de muerte veo a los primeros zombies que se acercan. Vuelvo a mirar a la rubia, sé que podría escapar por si sola, pero... no puedo negarme a ayudarla.
- Está bien - me limpio con el dorso de la mano las lágrimas y restos de sangre. - Recojamos todas las armas y munición que podamos llevarnos, nos serán de utilidad - no quiero nada de esa gente, peros e trata de supervivencia. Mínimo nos llevaremos las armas, comienzo a recogerlas todas, lo peor es acercarse a uno de los cadáveres para quitarle las llaves del coche. Nos iremos en él.
Con la recortada que recojo camino hacia uno de los zombies que se acerca, no puedo evitar quedarme quieta para ver que hace. El muerto avanza hacia mi y cuando trata de morderme alzo la recortada y le vuelo la cabeza. La sangre me salpica pero respiro, retrocedo lentamente y respiro con fuerza. Otro zombie viene a por mi y repito la misma acción. Sí que vienen a por mi... creo que eso me tranquiliza, ¿absurdo? No sé como describirlo, es solo que me hace sentir menos... no sé ni como expresarlo.
- ¡K-Mart, ya son demasiados, larguémonos! - lanzo el resto de las cosas a la parte posterior de la ranchera. El claro se está llenando cada vez más de esos indeseables. Así que en cuento la rubia sube a ese asqueroso vehículo arranco y lo saco de allí como mejor puedo. - No tengo el carnet, así que espero que no nos estrellemos... - comento con ironía mientras que retrocedo y dirijo la ranchera hacia el camino de salida. El interior del vehículo huele igual que esos cerdos y me produce náuseas, la verdad, espero poder salir de ahí en cuanto sea, pero lo primordial ahora es escapar de los zombies. Sé que no hemos podido recoger todas las armas y la munición posible, que hemos dejado parte de ella, pero era eso o enfrentarse a los zombies y mejor así.
Las luces iluminan el camino de tierra. Nos rodean miles de árboles y los zombies se pasean con calma por el lugar, van hacia la casa, lo bueno es que por separado, no son un grupo y por tanto podemos ir con el coche con facilidad. Algunos golpean la chapa y los cristales, pero los dejamos rápidamente atrás. Otros tantos son atropellados por el coche, así que acelero para acabar cuanto antes y llegar a la carretera lo más pronto posible.
- Mierda... - susurro al ver algo a un lado de el camino. Se trata de un grupo de unos seis zombies, devoraban algo, al pasar por su lado solo vemos restos de sangre y las ropas de Rachelle... ni siquiera se distingue nada de su cuerpo, solo un amasijo de sangre, vísceras y poco más. Piso a fondo para alejarnos, cuando llegamos a la carretera cambio de marcha y aumento la velocidad, en silencio, sin decir nada, solo quiero dejarlo atrás, olvidarme y dejarlo atrás.
La rubia se niega, lanza el arma a un lado y yo termino por derrumbarme. Llevo ambas manos a mi rostro y lloro con fuerza, no lo puedo evitar. Pensaba que de alguna forma podría ser inmune al virus, que había tenido suerte... pero claro, ¿por qué yo? En su lugar es como si me convirtiera en una de ellos, lentamente.
- ¿Y si te hago daño a ti o cualquier persona que no lo merezca? - replico. - Esa gente se lo merecía, pro y... ¿y si en otra ocasión hago daño de verdad a alguien? no me lo podría perdonar - la miro aterrada, asustada de veras, pero ahora comienzo a entender muchas cosas. Había ocasiones en las que pensaba que ellos no me habían visto, claro que sí, pero es que soy como ellos... ¿no? Incluso mis heridas parecen curar con mayor dificultad, el aclaramiento de cabello, piel... últimamente tenía la sensación de que mi pelo ya no era tan oscuro, al igual que mi piel, pero pensaba que eran imaginaciones mías. Ya no, estoy totalmente segura de ello, estoy cambiando.
- Yo... - K-Mart parece aún más asustada que yo, me mira suplicante porque la siga, porque la ayude a escapar. Al mirar a nuestro alrededor, además de muerte veo a los primeros zombies que se acercan. Vuelvo a mirar a la rubia, sé que podría escapar por si sola, pero... no puedo negarme a ayudarla.
- Está bien - me limpio con el dorso de la mano las lágrimas y restos de sangre. - Recojamos todas las armas y munición que podamos llevarnos, nos serán de utilidad - no quiero nada de esa gente, peros e trata de supervivencia. Mínimo nos llevaremos las armas, comienzo a recogerlas todas, lo peor es acercarse a uno de los cadáveres para quitarle las llaves del coche. Nos iremos en él.
Con la recortada que recojo camino hacia uno de los zombies que se acerca, no puedo evitar quedarme quieta para ver que hace. El muerto avanza hacia mi y cuando trata de morderme alzo la recortada y le vuelo la cabeza. La sangre me salpica pero respiro, retrocedo lentamente y respiro con fuerza. Otro zombie viene a por mi y repito la misma acción. Sí que vienen a por mi... creo que eso me tranquiliza, ¿absurdo? No sé como describirlo, es solo que me hace sentir menos... no sé ni como expresarlo.
- ¡K-Mart, ya son demasiados, larguémonos! - lanzo el resto de las cosas a la parte posterior de la ranchera. El claro se está llenando cada vez más de esos indeseables. Así que en cuento la rubia sube a ese asqueroso vehículo arranco y lo saco de allí como mejor puedo. - No tengo el carnet, así que espero que no nos estrellemos... - comento con ironía mientras que retrocedo y dirijo la ranchera hacia el camino de salida. El interior del vehículo huele igual que esos cerdos y me produce náuseas, la verdad, espero poder salir de ahí en cuanto sea, pero lo primordial ahora es escapar de los zombies. Sé que no hemos podido recoger todas las armas y la munición posible, que hemos dejado parte de ella, pero era eso o enfrentarse a los zombies y mejor así.
Las luces iluminan el camino de tierra. Nos rodean miles de árboles y los zombies se pasean con calma por el lugar, van hacia la casa, lo bueno es que por separado, no son un grupo y por tanto podemos ir con el coche con facilidad. Algunos golpean la chapa y los cristales, pero los dejamos rápidamente atrás. Otros tantos son atropellados por el coche, así que acelero para acabar cuanto antes y llegar a la carretera lo más pronto posible.
- Mierda... - susurro al ver algo a un lado de el camino. Se trata de un grupo de unos seis zombies, devoraban algo, al pasar por su lado solo vemos restos de sangre y las ropas de Rachelle... ni siquiera se distingue nada de su cuerpo, solo un amasijo de sangre, vísceras y poco más. Piso a fondo para alejarnos, cuando llegamos a la carretera cambio de marcha y aumento la velocidad, en silencio, sin decir nada, solo quiero dejarlo atrás, olvidarme y dejarlo atrás.
WIND OF CHANGE
— Pobre desgraciada... — Aparté la mirada de los zombies y los restos de Rachelle, ninguna de las dos dijo nada más. Nos quedamos en silencio, prácticamente sin movernos. No podía decir que se lo merecía, ni siquiera me sentía bien, todo lo contrario. Estaba asustada, solo hizo lo que creyó que tenía que hacer. Observé por un instante al grupo a través de uno de los espejos del vehículo.
Olía fatal, aquel olor nauseabundo me recordaba a ellos y ni siquiera ayudaba, mi estómago estaba revuelto y habría vomitado sin duda si hubiera llegado a comer algo en las últimas horas. En vez de ello me recosté sobre uno de los laterales de la ranchera y arranqué un trozo de tela de mis ropas para cubrir una de las heridas de mi mano. Solo quería descansar y olvidar lo que habíamos pasado aquel día.
No sabría decir durante cuanto tiempo estuvo conduciendo Nina, pero cuando volví a abrir los ojos parecía que amanecía. Ella seguía en silencio. Me desperecé un poco y fijé mi rostro en ella, parecía que se había limpiado un poco las heridas, pero no era suficiente, ambas necesitábamos limpiarnos bien, si no queríamos acabar muriendo de forma estúpida por culpa de una infección.
— Eh, ¿estás bien? — Me estiré un poco y fijé la vista en la carretera. Seguíamos una carretera recta rodeada de árboles, igual que la noche anterior, como si no hubiéramos avanzado mucho más. — Te diría de intercambiar puestos, peeero...
no sé conducir — Dije con cierta timidez. Alguna vez lo había intentado, pero no, no había sido nada bueno. Al mirar de nuevo a la carretera mostré gran sorpresa conforme me fijaba en que al final parecía comenzar a asomar un edificio. — ¡¿Has visto eso?! — Tal vez fuera una gasolinera y pudiéramos encontrar cosas de utilidad, pues en mi mochila apenas cargaba con nada interesante y ahora más que nunca necesitaba vendas, gasas y sobre todo antiséptico.
Olía fatal, aquel olor nauseabundo me recordaba a ellos y ni siquiera ayudaba, mi estómago estaba revuelto y habría vomitado sin duda si hubiera llegado a comer algo en las últimas horas. En vez de ello me recosté sobre uno de los laterales de la ranchera y arranqué un trozo de tela de mis ropas para cubrir una de las heridas de mi mano. Solo quería descansar y olvidar lo que habíamos pasado aquel día.
No sabría decir durante cuanto tiempo estuvo conduciendo Nina, pero cuando volví a abrir los ojos parecía que amanecía. Ella seguía en silencio. Me desperecé un poco y fijé mi rostro en ella, parecía que se había limpiado un poco las heridas, pero no era suficiente, ambas necesitábamos limpiarnos bien, si no queríamos acabar muriendo de forma estúpida por culpa de una infección.
— Eh, ¿estás bien? — Me estiré un poco y fijé la vista en la carretera. Seguíamos una carretera recta rodeada de árboles, igual que la noche anterior, como si no hubiéramos avanzado mucho más. — Te diría de intercambiar puestos, peeero...
no sé conducir — Dije con cierta timidez. Alguna vez lo había intentado, pero no, no había sido nada bueno. Al mirar de nuevo a la carretera mostré gran sorpresa conforme me fijaba en que al final parecía comenzar a asomar un edificio. — ¡¿Has visto eso?! — Tal vez fuera una gasolinera y pudiéramos encontrar cosas de utilidad, pues en mi mochila apenas cargaba con nada interesante y ahora más que nunca necesitaba vendas, gasas y sobre todo antiséptico.
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