Hi Boss! · Privado

Llevaba días sola, un par de semanas a lo sumo, sola de nuevo, sin Allison, Mike... realmente perdida, desaparecida... podría estar muerta para el mundo, para los pocos que quedaban con vida y odiaba aquello con todas mis fuerzas. Al pensar en Allison y los demás me entristecía y de sobremanera, no quería morir, no quería perderlos y los añoraba con todas mis fuerzas, los echaba demasiado de menos. Me habían ofrecido un auténtico hogar por primera vez en mucho tiempo.

Un K-Mart´s apareció en una esquina y me hizo gracia verlo, en aquellas calles tan solitarias y tristes, pero allí estaba el comercio, grande sucio y abandonado, similar a aquel en el que él me salvó la vida, similar al que me dio un nuevo nacimiento, no supe apenas por qué pero fui hacia él.

El interior dejaba mucho que desear, estanterías tiradas, nada y más nada a parte de suciedad y un olor nauseabundo. A causa de algunos cadáveres en descomposición tirados por doquier, era asqueroso, por lo que decidí volverme hacia afuera, realmente no necesitaba nada de allí. Así que pensé en volver por donde había venido, cuando el ruido, más bien jadeos comenzaron a resonar por mi alrededor, la calle principal comenzaba a llenarse de aquellos seres, ¿pero de donde habían salido?. Al parecer vagaban por otra calle a la que iba a ir si no me hubiera encontrado con esta tienda, di las gracias a mi nombre, a la cadena de K-Mart´s y a todo lo que tuviera que ver a la vez que me ocultaba en la pared dentro de la tienda, apoyándome y mirando de reojo hacia afuera, no me habían visto, pero se dirigían hacia la tienda, con suerte unos veinte o cosa así. Por lo que me introduje aún más adentro a la vez que cogía el machete en mis manos y avanzaba por entre las estanterías tiradas en el suelo, cuando un gruñido me sacó de mis pensamientos, había sido vista, por lo que eché a correr con todas mis fuerzas hasta dar con la entrada de un almacén. Cerré la puerta tras de mi para ver que no había salida, con la linterna encendida comencé a caminar a oscuras por entre estanterías aún en pie, llenas de cosas en mejor estado que las de la parte trasera de la tienda, sabía que no era el mejor momento, pero si salía de aquella necesitaría las cosas de aquel lugar por lo que comencé a meter cosas de utilidad en la mochila hasta que los golpes en la puerta me hicieron detenerme, más bien el pánico llegó. Adiós.

La puerta se abrió con un chirrido típico de las películas de terror, mientras yo corría sigilosa hacia el fondo apagando la linterna y ocultándome en una esquina. Los pasos torpes de aquel ser comenzaron a resonar en el interior del almacén y justo cuando se aproximaba cada vez más y más lo vi, en el suelo había una trampilla, la abrí rápida con dificultad y bajé por las escalerillas hasta cerrar la trampilla y quedar completamente a oscuras en aquel lugar, olía aún peor que arriba, debían de ser las alcantarillas.

- Shh... ¡Jack ya vale! Haría menos ruido acompañada de un tío tocando una pandereta que contigo - dije en voz baja mientras bajaba por la escalera de mano de la alcantarilla. Jack siempre tenía la maravillosa habilidad de sorprenderme, podía ser uno de los mejores hombres que había conocido, el más responsable del mundo en su trabajo... pero por todo lo demás era un desastre. O bueno, más bien un poco payaso, le encantaba atacarlo todo con su particular humor. Sí, tal vez esa era la mejor respuesta a su personalidad. Siempre conseguía solucionarlo todo, pero me preocupaba que algún día no le salieran bien las cosas.

- Me precupa Eilay, como vaya a buscarnos... - registraba mi cinturón en busca de mi vieja linterna, la cual agarré y encendí mientras la agitaba bruscamente. - Está en las últimas, espero que al menos nos acompa... - no terminé la frase, pues cuando hacía un barrido rápido por el lugar, con el haz de luz iluminé una cara y no precisamente de un zombie. ¡Se trataba de una chica viva!

- ¡Hola! - exclamé sorprendida. - ¿Estás bien? No tienes por qué preocuparte, somos parte del ejército, estamos para ayudar - bajé ligeramente ambas manos.

Los ruidos del exterior se hacían eco en aquella apestosa cloaca. Pero si algo olía peor aún era Jack que se había puesto de pie y sacudía sus ropas. A lo que yo le respondí con una arcada ahogada cuando se acercó a mi.

- Ay señor, hueles peor que los calcetines de Eilay tras entrenar... - moví mos manos en un rápido movimiento abanicando mi cara. Necesitaba aire fresco. Pese a aquel hedor, hice de tripas corazón y me acerqué lentamente a la joven. ¿Iba sola? Eso parecía, ¿pero podíamos fiarnos? En los últimos meses la gente había perdido el juicio.

- En serio, no tienes de qué preocuparte, bueno, sí de esos de ahí arriba, por eso lo mejor sería que nos marchasemos - me detuve a apenas un metro de distancia y estiré mi mano en su dirección, esperaba de verdad que aceptase nuestra ayuda.