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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Mientras los tiburones se alimentan [BalioN]
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Los paparazzis los esperaban en el aeropuerto. Incesables "clicks" y flashes que obligaban a Maeve a llevar gafas de sol polarizadas. Debería haberse acostumbrado, pero jamás lograba sentirse a gusto con toda esa atención. Su cara, sin embargo, reflejaba lo contrario. Seducía a esos paparazzis y a las gentes con una radiante sonrisa y un ligero saludo a todos los presentes. Su indumentaria acabaría en las portadas de las revistas, aún cuando fuera un simple vestido blanco.
—¿Cómo permiten entrar a toda esa gente? —Bromeó el conductor cuando Maeve, su esposo y sus suegros entraron en el vehículo que los esperaba en el parking. Lo increparon y agachó la mirada.
—Bueno, es un sitio público. —Respondió la irlandesa—. Lo preocupante sería encontrártelos en la pista de aterrizaje.
Soltó una pequeña risa y luego se hizo silencio durante todo el trayecto desde el aeropuerto de Virginia Beach hasta la base de los Navy Seals, donde debían procurar un acto público, visitando a las fuerzas especiales que tanta admiración les procuraba su suegro, un reconocido veterano de guerra. Sólo Dios sabía cuánto odiaba la joven lo bélico y aquellas presentaciones. Si bien su suegro era un fanático de todo eso, su esposo sólo estaba allí con el fin de recaudar más votos. Le hubiera gustado gritar que pararan el coche, bajarse en el medio de la ciudad y dar una nota de prensa repugnando al gobierno. Pero no podía.
No fue mucho más de media hora hasta que llegaron. Si bien los esperaban, toda precaución era poca. Sobretodo teniendo en cuenta las últimas amenazas que la familia había recibido. Todo transcurrió con normalidad, se saludaron unos a otros, se dieron la mano y recitaron un extenso discurso plagado de patriotismo y patrañas varias para motivar a los muchachos. Por suerte sólo era un trofeo y, como tal, estaba allí para mostrar su apoyo incondicional. Luego de tanta seriedad, habían montado un banquete. Reunidos allí estaban los altos cargos de las fuerzas especiales, peces gordos de la política y algún enclenque que había logrado una invitación. Y periodistas.
Fotos por todos lados. Posar, sonreír y repetir, hasta que el pase de prensa se acabó y los hombres trajeados se reunieron en una sala a tratar cuestiones que debían escapar al oído de los pequeños. En aquella reunión había entrado el Comandante Jack Skrooger, que se había presentado muy amablemente frente a la rubia.
Cuando se hubieron ido y su suegra y ella quedaron rodeadas de soldados, Maeve se dedicó a charlar dulcemente con algunos de ellos, más que nada de política y actualidad. Uno en especial llamó la atención de la irlandesa. Recordaba su nombre: Adam Jensen. Uno de los capitanes, de los perros grandes. Al contrario que ella, el hombre sí demostraba su descontento con la situación. Pensó que él tendría una conversación mil veces mejor que el resto. Se acercó, con una copa extra en la mano y se la cedió.
—Esto no es lo tuyo, ¿verdad? —Comenzó diciendo—. Soy Maeve Fitzgerald, un gusto.
Fitzgerald... Uno de los requisitos que había impuesto su padre al casarla: Se conservaría su apellido.
—¿Cómo permiten entrar a toda esa gente? —Bromeó el conductor cuando Maeve, su esposo y sus suegros entraron en el vehículo que los esperaba en el parking. Lo increparon y agachó la mirada.
—Bueno, es un sitio público. —Respondió la irlandesa—. Lo preocupante sería encontrártelos en la pista de aterrizaje.
Soltó una pequeña risa y luego se hizo silencio durante todo el trayecto desde el aeropuerto de Virginia Beach hasta la base de los Navy Seals, donde debían procurar un acto público, visitando a las fuerzas especiales que tanta admiración les procuraba su suegro, un reconocido veterano de guerra. Sólo Dios sabía cuánto odiaba la joven lo bélico y aquellas presentaciones. Si bien su suegro era un fanático de todo eso, su esposo sólo estaba allí con el fin de recaudar más votos. Le hubiera gustado gritar que pararan el coche, bajarse en el medio de la ciudad y dar una nota de prensa repugnando al gobierno. Pero no podía.
No fue mucho más de media hora hasta que llegaron. Si bien los esperaban, toda precaución era poca. Sobretodo teniendo en cuenta las últimas amenazas que la familia había recibido. Todo transcurrió con normalidad, se saludaron unos a otros, se dieron la mano y recitaron un extenso discurso plagado de patriotismo y patrañas varias para motivar a los muchachos. Por suerte sólo era un trofeo y, como tal, estaba allí para mostrar su apoyo incondicional. Luego de tanta seriedad, habían montado un banquete. Reunidos allí estaban los altos cargos de las fuerzas especiales, peces gordos de la política y algún enclenque que había logrado una invitación. Y periodistas.
Fotos por todos lados. Posar, sonreír y repetir, hasta que el pase de prensa se acabó y los hombres trajeados se reunieron en una sala a tratar cuestiones que debían escapar al oído de los pequeños. En aquella reunión había entrado el Comandante Jack Skrooger, que se había presentado muy amablemente frente a la rubia.
Cuando se hubieron ido y su suegra y ella quedaron rodeadas de soldados, Maeve se dedicó a charlar dulcemente con algunos de ellos, más que nada de política y actualidad. Uno en especial llamó la atención de la irlandesa. Recordaba su nombre: Adam Jensen. Uno de los capitanes, de los perros grandes. Al contrario que ella, el hombre sí demostraba su descontento con la situación. Pensó que él tendría una conversación mil veces mejor que el resto. Se acercó, con una copa extra en la mano y se la cedió.
—Esto no es lo tuyo, ¿verdad? —Comenzó diciendo—. Soy Maeve Fitzgerald, un gusto.
Fitzgerald... Uno de los requisitos que había impuesto su padre al casarla: Se conservaría su apellido.
Una mañana infame, un día de celebración, pero no para Adam. Mientras que se prepara una reunión protocolaría, el despierta en su barracon, sabe que ha de salir a medio día no obstante, anoche se tomó tres dosis de LSD, demasiada cocaína y Ketamina y una infinidad de porros, nunca les hacían controles ni nada por esl estilo, su unidad Jericho, era completamente extraoficial, por lo que de cara a la galería para hoy era el capitán del grupo VI de los Navy Seals, aunque hoy a él lo único que le gustaría es ser Adam y poder llorar por la muerte de sus hermanos.
Tirado en la cama aún sosteniendo la botella de Whiskey por el cuello, entra algo de luz por una pequeña ventana en esa pocilga de madera contrachapada, suena la radio del despertador.
Se despierta con una fuerte tos y no tarda en lanzarse de la cama a la mesita de rodillas para tromar un trago de codeína y detener la tos. Lleva un par de días sin ducharse y afeitarse, en calzoncillos y con una resaca que mantiene su mirada en la nada como un vegetal, pensando en si esta vida merece la puta pena o no. Su mandíbula está completamente suelta y respira hondo antes de cerrar los ojos y tratar de recuperar la compustura, pues aún está flipando ligeramente.
"No es justo Weekman...No te merecías ese puto final..."Se frota la cabeza con las manos, recordando que hace solo unos días un compañero de hace muchos años un hermano de armas había sido declarado culpable de alta traición y ejecutado por ello, a Adam no le cuadraba, pero era posible, su antigua compañero era muy contrario a la disciplina, así que el evento preparado era para celebrar el triunfo de los navy seal en su captura y la fuerte capacidad de respuesta de las fuerzas armadas de los estados unidos, y al ritmo de la música decide ponerse en pié de un salto para hacer sus cosas.
Se acerca rascandose de nuevo la cabeza y se mete en la ducha a trompicones, agua fría a más no poder, desde donde está se pueden escuchar sus gritos hasta varios barracones más allá, no son los gritos de alguien que sufre por el agua fría, sino la liberación del odio de un animal.
Para cuando cierra el grifo y termina de flagelarse, se cuelga una toalla de la cintura y dispone a afeitarse y lavarse los dientes.
Cuando se quiere dar cuenta lo ha hecho, se pasa un apr de minutos fijándose en la cara y el cuello verificando que no se ha cortado, cuando todo parece en orden termina por vestirse de calle. Vaqueros, camiseta y chaqueta, se pone unas botas y se acerca a su vieja guitarra, se toca un par de acordes y punteos, es consciente de que no quiere ir así que pierde el tiempo y sigue fumando verde.
Se despierta pasadas unas horas, por lo que de nuevo con la música de la radio decide recoger su traje y meterse en su coche, un mustang del 69 original verde oscuro metalizado, no tarda en conducir hacía la base, nadie en la base habla con él, nunca hablan con los de Jericho por lo que se dice de ellos.
Para cuando llega el momento de la reunión, ya que Adam se ha perdido el homenaje incluso cuando Skrooger estuvo hablando de la valentía de los hombres y bla bla bla, adoraba al viejo porque le había dado una segunda vida, pero no le soportaba. Para cuando se retiraron las cámaras y los invitados no autorizados, comenzó la gala, al fin se deja ver.
Vestido de traje y bien arreglado, aunque ha dejado algo de abrba la ha recortado pertinentemente, lleva el cabello muy corto en ese momento. Nadie le saluda, nunca le habían visto antes, el único que decide saludarle es Skrooger y no precisamente para nada agradable.
-Te dije que estuvieras en el acto ante la bandera de nuestro país...-Le comenta en voz baja pero grave.
-Y yo te dije que quería haberme quedado en la base muriendome en mi agujero...Para que cojones me quieres aquí?...-Sin embargo Adam viene de un mundo distinto no le importa la etiqueta y el comportamiento social.
-Eres mío Jensen, tu y tu alter ego...-Ambos se quedan mirándose, Jensen serío cual boxeador y su Comandante con una amplia sonrisa.
-Así que pórtate bien y se mi florero esta noche, eres el mejor marine que he visto en mi vida pero estás como una puta cabra así que no hagas que tenga que dar la cara por ti o ni siquiera tu historial se salvará...-Pero Adam, está demasiado ocupado observando al personal, de cuanto alcohol disponen y como va a hacer cabrear a su comandante.
-Me estás escuchando Jensen? Esta noche es crucial están aquí el Ministro de defensa y su familia, su hijo, va camino de convertirse en senador, esta fiesta ha de ser impecable, el ejército quiere apoyar su carrera...Como jodas esto...-La voz de Skrooger se escuchaba cada vez más flojo para él hasta que de pronto reaccionó.
-Balion! Me estás escuchando?...-Aunque alzó la voz para llamarle por su apodo de guerra el resto lo dijo volviéndo a calmarse sonriendo a la gente de alrededor.
-Tranquilo jefe, buena temperatura...-Empezó a decir sonriendole ladinamente-...Buena comida, buena compañía...-Mira de reojo a unas cuantas mujeres-...Esta noche he venido a divertirme...-Termina diciendo mientras da un par de pasos atrás hasta darse la vuelta, cerrando los ojos, aunque por dentro lo que realmente quiere es sacarle los ojos a alguien y hacerselos comer. No tarda en acercarse a un camarero que temblando le ofrece una copa.
-Esquivando al enemigo, munición letal en forma de palabras, diferentes uniformes con distintos bandos...-Da un trago-..Se parece más a mi día a día de lo que crees...-Hace una pausa para darse la vuelta y mirarla, lo hace directamente a los ojos, pero al ver lo bella que es frunce el ceño, nadie puede ser tan guapa.
-Espero que lo estés disfrutando más que yo Maeve...-Lo pronuncia perfectamente, se nota cierto acento-...Aunque bueno, la esposa del candidato a senador , su padre es el ministro de defensa...-Mete una mano en su bolsillo de su pantalón, acariciando su encendedor con la punta de los dedos.
-...Estoy seguro de que tu vida debe ser un sueño verdad?...-No tarda en darse cuenta de que Adam lleva ambas manos totalmente tatuadas y asoman tatuajes por el cuello, mientras el mira a ambos lados tratando de huir precisamente de la situación que más debe evitar.
-Mierda...Lo que daría por escabullirme y fumarme un maldito cigarro...-Da otro trago a la copa mientras levanta las cejas a su interlocutora tratándo de hacerla sonreír y divertirla, odia ser un mono de feria, pero tampoco es ningún imbécil, sabe que no tiene que cabrear tanto a sus jefes.
Tirado en la cama aún sosteniendo la botella de Whiskey por el cuello, entra algo de luz por una pequeña ventana en esa pocilga de madera contrachapada, suena la radio del despertador.
Se despierta con una fuerte tos y no tarda en lanzarse de la cama a la mesita de rodillas para tromar un trago de codeína y detener la tos. Lleva un par de días sin ducharse y afeitarse, en calzoncillos y con una resaca que mantiene su mirada en la nada como un vegetal, pensando en si esta vida merece la puta pena o no. Su mandíbula está completamente suelta y respira hondo antes de cerrar los ojos y tratar de recuperar la compustura, pues aún está flipando ligeramente.
"No es justo Weekman...No te merecías ese puto final..."Se frota la cabeza con las manos, recordando que hace solo unos días un compañero de hace muchos años un hermano de armas había sido declarado culpable de alta traición y ejecutado por ello, a Adam no le cuadraba, pero era posible, su antigua compañero era muy contrario a la disciplina, así que el evento preparado era para celebrar el triunfo de los navy seal en su captura y la fuerte capacidad de respuesta de las fuerzas armadas de los estados unidos, y al ritmo de la música decide ponerse en pié de un salto para hacer sus cosas.
Se acerca rascandose de nuevo la cabeza y se mete en la ducha a trompicones, agua fría a más no poder, desde donde está se pueden escuchar sus gritos hasta varios barracones más allá, no son los gritos de alguien que sufre por el agua fría, sino la liberación del odio de un animal.
Para cuando cierra el grifo y termina de flagelarse, se cuelga una toalla de la cintura y dispone a afeitarse y lavarse los dientes.
Cuando se quiere dar cuenta lo ha hecho, se pasa un apr de minutos fijándose en la cara y el cuello verificando que no se ha cortado, cuando todo parece en orden termina por vestirse de calle. Vaqueros, camiseta y chaqueta, se pone unas botas y se acerca a su vieja guitarra, se toca un par de acordes y punteos, es consciente de que no quiere ir así que pierde el tiempo y sigue fumando verde.
Se despierta pasadas unas horas, por lo que de nuevo con la música de la radio decide recoger su traje y meterse en su coche, un mustang del 69 original verde oscuro metalizado, no tarda en conducir hacía la base, nadie en la base habla con él, nunca hablan con los de Jericho por lo que se dice de ellos.
Para cuando llega el momento de la reunión, ya que Adam se ha perdido el homenaje incluso cuando Skrooger estuvo hablando de la valentía de los hombres y bla bla bla, adoraba al viejo porque le había dado una segunda vida, pero no le soportaba. Para cuando se retiraron las cámaras y los invitados no autorizados, comenzó la gala, al fin se deja ver.
Vestido de traje y bien arreglado, aunque ha dejado algo de abrba la ha recortado pertinentemente, lleva el cabello muy corto en ese momento. Nadie le saluda, nunca le habían visto antes, el único que decide saludarle es Skrooger y no precisamente para nada agradable.
-Te dije que estuvieras en el acto ante la bandera de nuestro país...-Le comenta en voz baja pero grave.
-Y yo te dije que quería haberme quedado en la base muriendome en mi agujero...Para que cojones me quieres aquí?...-Sin embargo Adam viene de un mundo distinto no le importa la etiqueta y el comportamiento social.
-Eres mío Jensen, tu y tu alter ego...-Ambos se quedan mirándose, Jensen serío cual boxeador y su Comandante con una amplia sonrisa.
-Así que pórtate bien y se mi florero esta noche, eres el mejor marine que he visto en mi vida pero estás como una puta cabra así que no hagas que tenga que dar la cara por ti o ni siquiera tu historial se salvará...-Pero Adam, está demasiado ocupado observando al personal, de cuanto alcohol disponen y como va a hacer cabrear a su comandante.
-Me estás escuchando Jensen? Esta noche es crucial están aquí el Ministro de defensa y su familia, su hijo, va camino de convertirse en senador, esta fiesta ha de ser impecable, el ejército quiere apoyar su carrera...Como jodas esto...-La voz de Skrooger se escuchaba cada vez más flojo para él hasta que de pronto reaccionó.
-Balion! Me estás escuchando?...-Aunque alzó la voz para llamarle por su apodo de guerra el resto lo dijo volviéndo a calmarse sonriendo a la gente de alrededor.
-Tranquilo jefe, buena temperatura...-Empezó a decir sonriendole ladinamente-...Buena comida, buena compañía...-Mira de reojo a unas cuantas mujeres-...Esta noche he venido a divertirme...-Termina diciendo mientras da un par de pasos atrás hasta darse la vuelta, cerrando los ojos, aunque por dentro lo que realmente quiere es sacarle los ojos a alguien y hacerselos comer. No tarda en acercarse a un camarero que temblando le ofrece una copa.
-Esquivando al enemigo, munición letal en forma de palabras, diferentes uniformes con distintos bandos...-Da un trago-..Se parece más a mi día a día de lo que crees...-Hace una pausa para darse la vuelta y mirarla, lo hace directamente a los ojos, pero al ver lo bella que es frunce el ceño, nadie puede ser tan guapa.
-Espero que lo estés disfrutando más que yo Maeve...-Lo pronuncia perfectamente, se nota cierto acento-...Aunque bueno, la esposa del candidato a senador , su padre es el ministro de defensa...-Mete una mano en su bolsillo de su pantalón, acariciando su encendedor con la punta de los dedos.
-...Estoy seguro de que tu vida debe ser un sueño verdad?...-No tarda en darse cuenta de que Adam lleva ambas manos totalmente tatuadas y asoman tatuajes por el cuello, mientras el mira a ambos lados tratando de huir precisamente de la situación que más debe evitar.
-Mierda...Lo que daría por escabullirme y fumarme un maldito cigarro...-Da otro trago a la copa mientras levanta las cejas a su interlocutora tratándo de hacerla sonreír y divertirla, odia ser un mono de feria, pero tampoco es ningún imbécil, sabe que no tiene que cabrear tanto a sus jefes.
Pudo notar la tinta sobre la piel del soldado, los tatuajes parecían querer escapar del traje y mostrarse. Maeve se preguntó qué significarían, pero le pareció imprudente hacerlo en voz alta, no era una información que le resultara indispensable. Lo dejó estar. Lo que sí le interesaba de sobremanera era averiguar un poco más sobre lo que había oído de la reprimenda de Jack hacia él, ¿el alter-ego?¿Y aquello había sido un nombre en clave? Siendo la nuera de quien era había aprendido un poco sobre la metodología militar y le resultó raro que le llamara por otro nombre cuando no estaban en el campo de batalla.
Aunque para ella sí que lo era.
Soltó una pequeña risa y asintió con la cabeza.
—No te haces una idea de lo mucho que me gustan estos eventos. —Comentó con tono sarcástico y miró alrededor antes de proseguir. No había nadie alrededor de ellos, como si Adam y los soldados fueran del mismo polo magnético y se repelieran—. Bueno, puede que haya forma de que te escabullas. ¿Por qué no me enseñas la base? Para ser sincera, iba a ser aquel chico quien lo hiciera. —La joven señaló con la cabeza a un muchacho alejado, que sólo estaba allí por ser hijo de. O eso había sacado en conclusión tras oír a un par de soldados hablar—. Por lo que me han dicho no va al campo de batalla, no sé si será verdad. ¡Pero qué ilusión que un capitán condecorado sea mi guía!
Se tapó la boca y agachó la cabeza. Rápidamente se disculpó por su actuar.
—Lo siento, me he dejado llevar. —Volvió a mirar al soldado a los ojos y elevó levemente la comisura de sus labios—. Pero sí que es verdad que me gustaría que me enseñaras. Además, tendrías una excusa para ir a fumar, ¿verdad?
Sintió una mano en su hombro. Uñas largas que rasparon su piel, sin realmente lastimarla, una advertencia que pocos podrían notar. Era su suegra, una mujer despreciable en todos los sentidos que había desconfiado de la irlandesa toda su vida. No porque se oliera que estaba detrás de los crecientes conflictos internos del país, sino porque creía que se lanzaría a los brazos de cualquier hombre, quebrantando el honor de su amado y único hijo. "Una mujer debe ser fiel hasta la muerte... -le repetía ocasionalmente- Jamás desvirtuar a su esposo." Se ahorraba de rodar los ojos cada vez que se lo decía. La vieja se había mantenido leal ante los ojos de una nación entera, pero Maeve había descubierto el amorío que tenía con su propio padre, Cian. La larga amistad entre ambas parejas era una maraña de engaños y envidias que se sustentaba porque todos estaban igual de enfermos de poder y tirar de uno de los extremos, evidenciaría ante los ojos atentos todo lo que se llevaba cociendo durante años. No podían destapar la olla, aunque la joven irlandesa planeara hacerlo tarde o temprano.
—¿Qué sucede por aquí, Maeve? —Preguntó su suegra, escrutando a Adam—. ¿Estás pensando en unirte a los SEALs, que tanto has hablado con ellos?
A la rubia le revolvía el estómago la forma de ser de la mujer.
—No, no podría, no creo que les sirva una bailarian de ballet o una pianista. —Bromeó, ignorando sus instintos—. Pero sí que es importante conocer a la gente que sirve a nuestra nación, ¿no opina así, señora? —La cuarentona apartó la mano y miró con desprecio al soldado, a forma de amenaza silenciosa. La niña tenía razón y oponerse a ella en esos momentos y frente a más gente, haría que corriera el rumor de una mala relación entre ellas. Le comodó un mechón rubio y le sonrió de manera maternal, dándole la razón. Mas cuando se dispuso a irse, Maeve volvió a hablarle:— ¿Está segura de que no quiere venir a visitar la base con nosotros?
Un gesto de cabeza negativo y se marchó. Al poco ya estaba hablando animadamente con el resto de esposas de los políticos.
Fitzgerald sonrió a Jensen.
—¿Te sigo, pues?
Solo la ha escuchado hablar un poco, pero cuanto más la escucha hablar más extraña le parece la persona que tiene delante. No obstante la mirada de Adam se torna serena y cargada de experiencia cuando la joven empieza a tratar de convencerle de que la saque de allí y le enseñe la base.
"Típico de niñas ricas...En fin que se le va a hacer, por lo menos podré salir de aquí..."Pensativo espera antes de responder, además al ella volver a la carga señalando a un pobre chaval, un chupatintas de Washington.
-Ese chaval también querrá presumir, no puedo hacerle esa faena...Probablemente sea lo único de lo que podrá fardar...-Se rasca ligeramente la nuca con la mano libre inclinando ligeramente la mirada, es como un animal, no puede evitar mostrar como se siente.
-Yo no he ganado ninguna medalla señorita...-Contestó seriamente cuando lo interrumpió y ante sus disculpas, Adam que se siente saturado por los efectos del LSD y las emociones humanas no puedo hacer otra cosa que soltar una ligera risilla.
-Es verdad que tendría una excusa, pero nose Maeve...-Iba a decir algo extradamente monótono y aburrido parecido a lo que su suegra iba a decirle, pero esta aparece y se le adelanta, haciendo que el Seal eleve una ceja a modo de desconcierto.
La voz de la mujer como se expresa y le mira lo hace sonréir cual psicópata en su interior, no obstante por fuera Adam tan solo las observa con una sonrisa encantadora de labios cerrados, con la copa en la mano.
Si no fuera porque no es su primera vez ya se le habría roto la copa en la mano mientras mantiene esa mirada embaucadora, por suerte ya tiene práctica.
"Esta chica...Venga ya...Casi pareciera que quiere escapar de ellos...Joder seguro que Skrooger sabe algo de esto, querrá que la vigile? Por algo en especial? Que era lo que me había dicho?...Mierda Adam...Bfff"Ensismismado en sus pensamientos vuelve a la realidad cuando entiende que cruela devil se va a largar a lo que simplemente puede responder apoyando las palabras de la rubia.
-Semper fidelis...-Con una amplia sonrisa, mostrando los dientes. Como si de un aliado se tratara relaja la postura cuando vuelven a quedarse prácticamente a solas, inquieto y ligeramente incómodo.
Viendo como ha manejado la situación sabe que ella ha ganado el terreno, es su juego sus reglas, ahora mismo está jodido pero él odia estar así, por lo que decide cambiar las reglas del juego. Su sonrisa se apaga poco a poco, deja la copa sobre la mesa con suavidad y con tranquilidad y mucha sutileza se acerca a ella, demasiado cerca para que se considere una distancia apropiada, pero esquiva directamente su rostro para llegar a su oído.
-Te espero fuera en cinco minutos...Sígueme si puedes...Y puede que consigas lo que estás pidiendo a gritos...-tras susurrarle tales palabras se aparta aun con una ligera sonrisa y la mira durante un instante sujetando otra copa, sin haberla tocado a ella con las manos, la cohartada perfecta.
-Ha sido un placer señorita Fitzgerald...Los Navy Seals agradecemos el apoyo que brindan a nuestras tropas...-Inclina ligeramente la cabeza y se marcha dando media vuelta de forma muy relajada y sosegada. Él cree que ha cambiado el juego, que la habrá asustado y no le seguirá. Se da mucha prisa para salir, está acostumbrado a marchar, conforme pasa por la puerta hacía la salida ve a algunos compañeros en la puerta que ven como este al salir empieza a quitarse la chaqueta y la corbata.
-V'ah a coeh po la ba'e aoa?-Jimmy como siempre no se le entendía una mierda, pero había dado en el clavo, aquella chica quería una experiencia única o eso parecía dar a entender, dentro de poco comprobaría si es cierto. Para cuando ella saliera se lo encontraría ya quitándose los zapatos listo para empezar la vuelta de calentamiento y reconocimiento.
-Estás lista para ver la base?...-Dejando los zapatos a un lado y recogiendo las mangas de su camisa hasta los codos, abriendo los botones del cuello de la camisa además, sabe que es ella al escuchar la puerta abrise, la forma de caminar, la fragancia de su perfume...
Adam no se aproximó tanto, pero sí que se había acercado mucho más que cualquier hombre desde que se convirtiera en la esposa del candidato favorito a Senador. No se aparta, no se siente intimidada ni mucho menos molesta, aún con su expresión dulce en el rostro lo ha calado. Sabe de qué va.
"Cinco minutos."
Oops. Aquello suena como un reto y Maeve jamás se ha dejado amedrentar por algo así. ¿Qué planea el Capitán? Aún no lo sabe, pero está segura de que no será nada casual. En su mente se imagina que es capaz de aparecer con un cañón y reventar media base, ¿acaso no están todos esos veteranos un poco tocados? Se humedece los labios tras acabarse la copa. En el reloj de su muñeca ya casi han pasado esos cinco minutos. De camino a la puerta son muchos los que le hablan, las cuarentonas intentan llamar su atención, pero ella se excusa.
—Debo continuar con mi trabajo... —Dice y señala su móvil—. Esas notas de prensa no se harán solas.
—Asegúrate de entrevistarnos más tarde, ¿si? Eso aumentará los votos al partido.
Maeve asiente sumisa, sonriente. Escucha, a lo lejos: "Es un sol de niña." Decide ignorarlo y camina rápidamente hacia la puerta. Alguien la abre para ella, le agradece y al salir se encuentra con una imagen que no esperaba ver. Eleva una ceja, incrédula. Los zapatos a un lado, la camisa arremangada, que deja ver esas obras de arte sobre sus brazos. Parpadea rápidamente y suelta una risa sincera.
—Esto no es lo correcto según el protocolo... —Dice, acercándose a Adam. Se quita sus zapatos de tacón y los deja bien puestos a un lado, no piensa correr una maratón con ellos. De su bolso saca una goma del pelo y se hace un rápido moño. Luego, deja todas sus pertenencias juntas y mira desafiante a Adam—. Pero por eso va a ser divertido.
Remata la frase con un guiño hacia el Capitán y le hace una señal de mantener aquello en secreto al resto de los SEALs que están allí presentes, quienes no acaban de entender qué está sucediendo, ¿está la mujer del futuro senador descalza?¿Y planea seguir el ritmo de Jensen?¿Dónde ha quedado la princesa que procura que no se manchen sus trajes blancos? Maeve está cansada de esos actos y en unos pocos días comenzará su delirante juego en contra de su familia, por eso no perderá la oportunidad de divertirse un poco. Además, el resto de visitantes tienen cero interés en la base, están allí para comerse las cámaras y beberse el champagne. Los líderes seguirán reunidos por mucho más tiempo.
—Nací lista. —Mueve el cuello de un lado a otro, este cruje con el movimiento—. Más te vale ser rápido o acabaré yo siendo la guía. —La irlandesa confía en su condición física, en su entrenamiento. No es la primera vez que tiene que correr y no será la última. Además, considera que cuanto más pique haya y más competencia, siempre que sea sana, más divertida será la carrera. Alguien le comenta que es el más rápido, ella sólo chasquea la lengua—. No nací con piernas largas en vano, muchacho.
En su cabeza tiene ideadas mil excusas en caso de que la descubran, a pesar de que duda que lo hagan. Porque siempre ha sido así: mientras los tiburones se alimentan, Maeve tiene la desfachatez de nadar a su alrededor de forma burlona, robarles la comida y salir victoriosa.
Es toda una falta de respeto, pero Adam se golpea el timo en el pecho con el puño cerrado, con cierta suavidad, un músculo que en teoría al bombearlo aumenta la serotonina, cuando lo hace las alucionaciones del LSD vuelven ligeramente, animándose este, se lo está imaginando como siempre, está en la rampa del Hercules AC-130, con el paracaídas puesto, el sonido es atronador por estar en el cielo abierto, la luz está roja.
En la realidad esa luz es el cigarro de Samuel Crow, quien está sentado en la escalera bastante tirado observando la situación con desdén, es un tipo enorme con el cabello largo y barba, Jimmy es rubio de ojos claros y va bastante sucio, todo un gitano, Lucas Vessen, tiene un aspécto caucásico parecido al del capitán, todos están bastante tranquilos observando y cuchicheando.
Para el capitán, la realidad y la ficción de su mente se solapan de una forma en la que del estruendo vuelve a la calma incesantemente. Sabe que ya la ha hecho esperar demasiado, pero está tan ocupado en su cabeza que no es capaz de darse cuenta.
Como sabe que está más que preparada la mira y después mira la ceniza del cigarro de Samuel. Vuelve a mirar al frente y respira hondo, no hace ninguna pose extraña ni de atletismo simplemente mira al frente con una amplia sonrisa, aunque en sus ojos se puede ver una gran determinación, no la está tomando por menos que un Seal, no sabe si podrá seguirle el ritmo o no, pero alguien capaz de aguantar esa clase de eventos así merece el respeto de Adam así que no piensa ser piadoso con ella.
-150 metros hasta los barracones que tenemos en frente, después 200 metros más hasta la zona del polvorín, curva y 300 metros más hasta la zona de comunicaciones, después para llegar a la siguiente curva es casi 1 kilómetro pasando las zonas de maniobras dentro de la base, campo de tiro y demás, de camino hasta aquí está la zona de entrenamiento físico y pista americana, 2 kilómetros y medio de puro infierno y barro...El que pierde se rapa la cabeza al cero...-Termina de decir, viendo como la ceniza del cigarro está apunto de romperse, manteniendo la concentración vuelve la vista al frente.
A sus 28 para 29 años Adam está en la cumbre de su juventud, su cuerpo y mente han llegado al zénit, cuando la primera hebra calcinada toca el suelo hasta levanta el polvo de la grava al empezar a correr, a ojos de cualquiera simplemente es demasiado ràpido para ser humano, quizá para ella no pero en cuanto sale despedido hacia delante sus compañeros empiezan a gritar y a sacar dinero, algunos hablan de jugarse 1.000 putos dólares por el capitán, el "trueno" de la costa este.
Seguramente correr no es la mejor forma de conocer un sitio. No tendrá tiempo de observar con detenimiento, pero qué importa eso. Se va a divertir. Eso si es que en algún momento decide empezar. Adam parece totalmente perdido en sus pensamientos; su mente ha viajado a otra dimensión, de eso está segura. Considera que es su forma de centrarse en la carrera. La irlandesa asiente sonriente cuando le comenta el recorrido. Se mira el vestido blanco y antes de dar comienzo lo arremanga un poco, para evitar la mayor cantidad de barro posible. Observa el horizonte por unos segundos, recordando que siempre lleva ropa de repuesto, en caso de cualquier accidente con la comida que pueda perjudicar su indumentaria. Nunca le ha agradado la idea de ir caminando con un lamparón de salsa en la camisa. En caso de ensuciarse, correrá a cambiarse. El chófer no dirá nada, de eso está segura. Una nueva duda asalta su cabeza. No debería haber nadie en el campo de tiro ahora mismo, ¿pero y si algún soldado ha decidido desquitarse así? Al fin y al cabo, es mucho más normal que lo que están dispuestos a hacer.
—Espero que no haya nadie practicando tiro mientras pasamos... —Comenta pensativa—. No es que desconfíe de vuestras habilidades para apuntar, todo lo contrario... Si viera a dos locos corriendo por la base, yo también les dispararía.
¿Raparse el pelo? Eso no es divertido. Mas no le causa terror alguno, no está dispuesta a perder. Y obviamente no se echará atrás. Su teléfono se ilumina a causa de un mensaje de una amiga. Maeve lo ignora completamente, está demasiado centrada. Se humedece los labios y los frota, como si se acabara de poner pintalabios. De pronto, la expresión dulce cambia por un ceño fruncido. En su cara se puede notar la determinación. Pero no deja de ser una niña rica ante los ojos de los demás soldados, que obviamente apuestan por su colega. ¡1000 dólares! Criada en el lujo no es una gran cifra cuando se trata de apostar, pero sabe que es demasiado dinero. Por un momento se plantea no hacer perder tal cantidad de dinero al hombre que la ha propuesto y luego recuerda el breakdown de Britney Spears, cuando se rapó el pelo, y la empatía desaparece. Si aquel muchacho no es consecuente con su dinero, ella no lo será por él. Le tiene mucho aprecio a su melena rubia como para venderla por una irresponsabilidad ajena.
Y entonces una polvareda se levanta a su alrededor. No tarda en alcanzar a Adam. Las indicaciones han sido breves, pero como llevan básicamente el mismo ritmo no hay forma de perderse realmente. Atrás quedan los gritos de ánimo de los soldados. Éstos ya no pueden ver las figuras de los competidores, que han llegado a los barracones.
A Maeve le encanta esa sensación tanto que no le molesta la tierra en la suela de sus delicados pies. Los músculos de sus piernas están en constante tensión, dando lo mejor de sí. Algunos mechones de su cabello se han escapado del recogido y ondean libres al viento. No, no es viento precisamente: es la velocidad que llevan. Debe admitirlo, el muchacho es rápido. La adrenalina corre por sus venas, hacía tiempo que no se emocionaba tanto en un acto público. La última vez, retrocediendo varios meses, fue cuando apuntó una mirilla infrarroja a la frente de su propio padre desde una ventana, amenazándolo. Luego tuvo que correr por las azoteas y darse a la fuga, pero el gusto de tener ese poder en contra de un ser tan despreciable como lo era Cian no se lo quitaba nadie. Y nunca encontraron al responsable de ese acto.
—Tendría que haber convencido a mi suegra de venir con nosotros. Me encantaría verla corriendo así.
Se siente libre a medida que se van acercando al polvorín.
Es como un colibrí entre una manada de pingüinos.
Porque vuela.
La mirada de Adam lo dice todo, cuando la ve correr a su lado, no se lo puede creer, nunca nadie lo había alcanzado en la salida, más adelante quizás pero ya nada más salir seguir su ritmo es algo que se nota le está haciendo perder la concentración, mueve los brazos y las piernas lo más rápido que puede conforme están llegando a los barracones sin perder el ritmo hace gala de sus pulmones.
-Eres buena, lo reconozco, pero esto no ha terminado!-Adam aprieta los dientes y baja su centro de gravedad varios centimetros en una postura más baja alcanza más velocidad a causa de perder elegancia al correr pero solo quiere ganar, no puede entenderlo, no tiene la condición física ni por lo que parece el entrenamiento, como puede ser tan rápida, tanto como él es un misterio que se le escapa.
Cuando están apunto de salir de los barracones, Adam tiene una extraña y estúpida idea, tiene la sensación de haber encontrado un rival al altura, no sabe exactamente porqué, pero como si no pudiera dejarse ni siquiera igualar da un salto mortal cortonsionándose hacia delante para alcanzar más velocidad y volver a correr como lo hacen los marines, tratando de haberla distraído para ganar distancia, esa jugada sabe que le ha costado mucha resistencia, pero ni loco piensa perder, si ella lo mira podrá ver como él no le quita el ojo al objetivo la carrera, dejándola en un segundo plano por unos instantes con una sonrisa tan amplia con mirada aunque ligeramente vidriosa tan llena de motivación, que parecería que se ha enomorado.
Ella puede ver claramente por la forma en la corre que Adam no es como el resto de las personas, todos tenemos un límite razonable verdad? Adam no, ya no, no parará hasta romperse las piernas, perder no es una opción, el único Jericho que conoce la derrota es el Jericho muerto.
-Calva estarás de muerte! Mujer de BanderaaAAAaaAA!-Termina casi con un grito para no perder la concentración, quiere ganar, no, va a ganar.
La posición que adopta su adversario le da un poco más de velocidad, pero Maeve aún puede aguantar el ritmo sin recurrir a copiar su táctica. Agradece que sea una noche de invierno y no verano, pues detesta el calor y correr bajo el sol hubiera sido una tortura.
De pronto pasa lo inesperado. Adam se contorsiona de una forma extraña que deja a la irlandesa un tanto perpleja, quedándose atrás. ¿Acaba de arriesgarse a quebrarse el cuello sólo por una carrera? Efectivamente. Confirma, una vez más, que los veteranos de guerra están desquiciados. Puede que no en el mal sentido como los de Umbrella, pero puede que inhalar tanta pólvora o el común sonido de las bombas y las balas les haya cruzado los cables. A ratos parece que sus neuronas hicieran cortocircuito entre sí.
Pero no piensa perder. Ya no es sólo por la calvicie, sino por su espíritu competitivo. Es como una fuerza superior que la obliga a luchar y, por supuesto, vencer. Maeve no está acostumbrada al fracaso y mucho menos si se trata de algo tan normal como lo es la carrera de la que es partícipe. Aprieta los puños y sus zancadas se vuelven mucho más extensas, recuperando velozmente los metros que los separan. Para cuando logra volver a su lado oye un motor aproximarse. Es un jeep que los sigue y en él van un par de soldados de la unidad de Adam, animándolo.
—Creo que a ti te quedaría mejor el rapado, algo me dice que nunca lo has usado. Al menos no por perder una apuesta.
Maeve no lo duda. Extiende aún más sus zancadas, aprendidas de sus años de ballet, y comienza a tomar una mínima ventaja. En esos momentos lo mínimo es mucho. Ya han pasado el polvorín. Toma la curva a toda velocidad y el jeep que los sigue derrapa a su lado. Poco a poco el escenario cambia, ya han llegado a la zona de comunicación.
De una ventana, al candidato a senador le parece ver un coche pasar y dos personas. Incrédulo se lo comenta a Jack Skrooger, quien simplemente le contesta que a veces sus soldados deciden entrenar. Mientras que al político no le ha dado tiempo a reconocer quiénes eran, el Comandante sí que sabe quiénes son. Tiene claro que ha sido idea de Jensen, pero no puede entender porqué la muchacha estaría corriendo y a esa velocidad. Ya tendría tiempo de averiguarlo. Ahora, era hora de tocar el tema de los traidores a la bandera.
Con su clara ventaja se siente imparable, sus zancadas no paran, su corazón es como un motor de coche, no para de revolucionarlo, sin comprender que está llegando a su límite, hacía tiempo que no corría con tanta rabia, como si escapara de los disparos de balas de goma de su comandante.
Está tan concentrado que salta por encima del Jeep impulsándose pasando de largo, no es la primera vez que lo hace, hasta se podría decir que en cierta manera ha sido un poco trampa.
Cuando cae rueda sin ningún miedo a mancharse y casi hasta clava las uñas en el suelo para levantarse de un salto y llegar a la zona de comunicaciones, frena de golpe y la deja pasar un instante cogiendo aire.
"Sí, debo averiguarlo para estar seguro..."Mira al frente de nuevo tras salir de sus pensamientos,
en línea hay 4 estructuras, cada una más alta que la anterior, hay que escalar, él lo sabe, sabe que ella se dará cuenta enseguida, pero de alguna forma no quiere darle ninguna ventaja más, no quiere darle explicaciones, solo quiere ganar.
-Es precisamente lo que estás pensando...-Adam está sudando y jadeando ligeramente, hasta que toma aire y salta contra la pared del edificio, agarrandose a este con la fuerza de sus dedos, empezando a escalarlo a golpes y manotazos, las partes en la que el contrachapado es débil, da una patada y lo atraviesa para apoyarse, realmente este tio es humano? Puede ver como su pie sangra ligeramente, pero la mirada de locura que recorre su rostro no tiene parangón, hace rato que algo debió haber dicho basta, pero además con su unidad observando, va a perder contra una bailarina? Ni hablar.
Con fuerza al llegar a la cima del primer edificio de contrachapado, observando que ella lo sigue de cerca una vez arriba salta sin contemplaciones a la terraza de enfrente, para tratar de volver a subir al siguiente edificio, saltando sobre una de las mesas que hay en ella tras recuperarse del revolcón, la distancia a saltar son 2 metros y medio, a todos los navy seal se les pide como mínimo saltar esa distancia, no es para cualquiera.
Colgando usa la fuerza de su espalda para elevarse y repetir la acción en el siguiente edificio, así hasta llegar al cuarto, en la cima cuando ella suba podrá ver igual que él, la tirolina que lleva hasta el suelo y de ahí el camino hacía los campos de maniobras pero antes de lanzarse se detiene a respirar y se arranca la camisa, no puede con tanto puto calor, el a diferencia de ella es como el jodido sol, hasta de su cuerpo sale vapor de lo concentrado que está. Cuando va a pecho descubierto ella puede ver que su torso espalda y brazos por completo están tatuados.
-Eres una espía verdad?...-Entre las palabras de Adam se puede escuchar su corazón a 220 pulsaciones por minuto, está a tope sabe que en pocos segundos va a volver a moverse a una velocidad que su cuerpo no se resienta, pero no puede evitarlo, no en ese momento lejos de que nadie pueda oirles, pues para él que ha luchado contra grandes guerreros de múltiples países enemigos, que ha competido en artes marciales a nivel profesional...Su cabeza va demasiado rápido a de correr o sufrirá por el golpe anaeróbico de pasar de 220 pulsaciones a un estado de calma.
Maeve sonríe. No sabía que ese tipo de tácticas podían utilizarse. Le daba muchísima más emoción. De pronto aquello se vuelve una competición de escalada. Se muerde el labio con emoción y comienza a trepar por los huecos que su adversario ha dejado. Si algo le enseñó uno de sus compañeros era que debías utilizar al enemigo para acabar con él. No gastaría sus fuerzas en romper contrachapado, las usaría para alcanzarlo una vez arriba.
Una vez corriendo por las azoteas, en lugar de sortear los obstáculos los saltaba ágilmente. De pronto ve la distancia de un edificio a otro. No se frena a pensarlo, llena sus pulmones de aire y se lanza, impulsándose con sus fuertes muslos. Alcanza el borde de la siguiente estructura y no se deja colgando, sino que inmediatamente los músculos de sus brazos reaccionan y la ayudan a elevar su cuerpo. Sus pies se clavan en el mismo borde y gracias a esto realiza un salto horizontal de un par de metros y cae al suelo de forma grácil, rodando e incorporándose de manera inmediata. Sus movimientos están calculados al milímetro y sobre la marcha. Cualquier error podía causarle no únicamente el perder, sino un trágico final para su vida. ¿Qué diría la prensa de que la esposa de un influyente político estuviera haciendo esas cosas? Podía resultar hasta un golpe bajo para su partido. La rubia se divierte con la idea, pero pronto se la saca de la cabeza. Está codo con codo con su adversario (recordad, chicos, para evitar el contagio del coronavirus es la mejor forma de saludarse). Y éste le hace una pregunta que se esperaba.
—No, no lo soy. —No era una mentira pero tampoco una verdad. Sí, técnicamente era una espía en contra de su familia y de Umbrella, pero en esos momentos no estaba ejerciendo. ¿Era acaso como los médicos, que deben atender aunque no estén trabajando? Daba igual, jamás lo revelaría—. Digamos que me he saltado algunas clases de ballet para practicar otras artes.
¿Qué mas podía decir?¿Que llevaba años entrenando en una vieja y enorme fábrica abandonada?¿Que sentía que algo en ella no estaba bien y Umbrella Corporation tenía la culpa? No. Estaba emocionada y saltándose el protocolo, porque sabía con certeza que guardarían silencio, pero no estaba demente como para explicarle a un Navy Seal que era una terrorista. Qué palabra más horrible le parecía.
Maeve sabía que ella podría aguantar a ese ritmo más. No se sentía tan fatigada como debería y aquello no le pasaría factura. Algo erróneo en su genética, eso estaba claro. Sus controles médicos siempre se habían realizado por médicos de la farmacéutica, la única vez que había decidido asistir a un profesional ajeno a la empresa, los resultados arrojados parecían completamente erróneos. No podía estar viva de ser así. Ese día la joven cogió sus cosas y se fue, sin dar explicaciones, pero llena de dudas acerca de su pasado y los flashbacks que perturbaban su sueño.
Respecto a Adam, no estaba tan segura de que pudiera seguir así. Sus compañeros estaban mirando; Maeve sabía con certeza que si se llevaba al límite, él intentaría todo lo posible por ganar, aunque eso le costase mucho más que una estúpida apuesta.
Llegaron al tercer edificio y la historia se repitió, el cuarto. Juraba que podía oír los latidos del corazón del soldado, su órgano vital amenazando con reventar.
—Vamos, Balion. No mueras.
Su corazón suigue a mil, puede sentir el frío y la incertidumbre, no se siente compitiendo contra una princesa, su mirada se afila de una manera que parece casi felina, todo sentimiento de duda o de indecsión desaparece en el acto mientras por algún motivo llega a las 225 por minuto y subiendo.
Su respiración se vuelve profunda pero empieza a respirar por golpes y a correr en el sitio para mantener el calor, está dejando claramente que ella pase primero por la tirolina pero como ve que no lo hace simplemente se quita el cinturón para no dejarla a ella sin tirolina y después se acerca al borde del tejado.
-Mientes, pero tranquila te sacaré la verdad...-Su voz suena temblorosa, pareciera que está apunto de colapsar, de hecho mientras baja la tirolina se nota en su rostro por como apreta los dientes que está jodido, será un Navy Seal, pero incluso él sabe que lo que está sucediendo es tan extraordinario que hasta hace nada querría decir las drogas, pero ha sudado tanto que lleva rato sereno, imposible.
Hasta que la tirolina no llega al final no se deja caer e incluso se para un momento a coger aire, sabe que llega una de las partes mas duras del recorrido, lo curiso es que apenas llevan 5 minutos y ya van por la mitad, la unidad de Adam se ha quedado a la espera de que lleguen al siguiente punto de control, en la zona de maniobras y campos de tiro.
"No puedo perder...No voy a perder, se acabó jugar limpio"Termina de pensar, no le importa la ventaja que su rival haya tomado, sabe que la puede alcanzar igual en la pista americana de todas formas, el camino hacia la zona de maniobras y para atravesarlo es campo tierra y montículos, nada que un buen fondo no pueda arreglar.
Alza la mirada ya como Balion al fin y antes de correr se vuelve a poner el cinturón tranquilamente. Ya no está bajo los efectos de las drogas, está limpio, motivado, llegó la hora de ser excepcional. Su velocidad no tiene nada que ver con la de antes, es una máquina que solo conoce una dirección hacía delante, siempre hacía adelante. No tardaría en alcanzarla, esperando sorprenderla con ese mismo factor psicológico. Bastan unos instantes para alguien como él para recuperar el aliento. Fue entrenado por los mejores y no va a dejar de demostrarlo.
-Vamos eso es todo lo que tienes? Te veo calva princesa!-Sigue y sigue forzandose le dará un colapso antes de llegar a la curva y meterse en la zona de pista americana? La sonrisa y felicidad que se ve en él son anti-naturales no hay que ser médico para saber que algo ha pasado con Adam, pero quien va a hacerle entender que tiene que parar?
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Lo deja pasar primero. Maeve cree que puede llegar a ganar incluso dándole algo de ventaja, evitando que se sobreesfuerce. Cuando llega abajo él está retomando el aire y colocándose el cinturón. No se para. Cuanto antes se acabe toda esa locura, antes podrá descansar el soldado. Para su desgracia ha comprendido que ya es muy tarde, por más que ella intente bajar el ritmo, Adam se ha convertido en algo distinto, se le nota en la mirada y en la forma de moverse, mucho más errática. Pronto es alcanzada por él, que parece ignorar el hecho de que toda su anatomía amenace con desplomarse. Maeve lo mira asombrada. ¿Qué clase de gente tienen los Navy Seal? A final de cuentas si todo se va al garete, tendrán que luchar contra ellos y sabe que su gente deberá prepararse mucho más para lograr vencer. Y ella también. El subidón de adrenalina que la había potenciado ahora le juega en su contra, siente como si en sus piernas tuviera pegado plomo. Le cuesta respirar y le raspa la garganta la diferencia de temperatura entre el aire y el calor de su cuerpo que, ¡diablos, es demasiado! Cierra los ojos mientras intenta componerse. ¿De verdad existen tales monstruos del lado del gobierno?
No.
No se trata de los Navy Seal. Con un rápido vistazo analiza al resto de la unidad. No son débiles, pero no hay punto de comparación. El problema está en Adam. Y en ella. De alguna forma comprende que son parecidos, aún jugando para diferentes bandos y pertenecer a mundos distintos. Logra ver la similaridad entre ambos: son dos bestias que no piensan rendirse ante nada. Jensen se lo ha buscado.
La zona de maniobras está llena de barro. Su vestido blanco tiene algún roce rojizo de los ladrillos de las construcciones que ha saltado, nada que no se salga fácilmente... Respecto al lodo, es otra historia. Además moverse con ese vestido le dificulta las cosas. Si alguien los viera en esos momentos, definitivamente parecerían los novios huyendo de su boda al mismo tiempo. Se muerde el labio. Puede tirar ese trozo de tela luego de la carrera. Ahora la idea es llegar viva. Se ha burlado de su contrincante y se ha olvidado que su cuerpo no está acostumbrado a tanta emoción, a tanto esfuerzo. Cuando uno gana ventaja el otro pronto lo alcanza.
Su satén blanco tiene manchurrones marrones y negros y su cabello no aguantará mucho más en ese improvisado moño, varios mechones ya se han soltado y están por su cara. Ahí va el glamour.
La curva y la pista americana. Ya casi terminan. Mira a Adam, agotada, e intenta hablar sacrificando parte del poco oxígeno que entra a sus pulmones.
—¿Cómo me vas a sacar la verdad?
La meta está a la vista. Sus piernas pronto dejarán de responderle. Maeve se cuestiona cómo logrará caminar al coche luego. A este punto hasta piensa en dejarse morir. Es un constante tira y afloja.
¡Britney Spears! Es su única motivación.
La sonrisa de Adam es absoluta, siente lo que hacía tanto tiempo era incapaz de sentir. Si el saltara alto ella trataría de saltar más alto, si el corriera a ponerse a cubierta ella sería quien trataría de llegar primero a esperarlo, tales son los pensamientos que baja el ritmo inconscientemente, se puede alguien como él permitir soñar por un segundo? No que va! La mujer del candidato a senador, su suegro el ministro de defensa y el comandante dándole por culo.
Deja rápidamente de mirarla así y sigue mirando al frente, sus pulsaciones deberían haber bajado pero ahora están altas por otro motivo. Respira a golpes, ahora es cuando se demuestra el verdadero potencial de Adam, ella comprende porque tantas cicatrices entre tatuajes(más las muchísimas que vendrán en el futuro), porque tanta determinación. Es cierto que Adam no es sobrehumano, pero es de esos que nacen cada varias generaciones y él lo sabe, después de todo lo que ha sobrevivido, lo bueno y lo malo, los sacrificios, el miedo, la derrota, el olvido, el odio...BalioN o Adam no importa, todos han sido reclutas alguna vez y viendo su forma de correr la mirada de determinación cambia por una de sabiduria.
En un principio no dice nada, solo se mantiene concentrado compitiendo a su lado, ni dejándose ganar ni tampoco dándolo todo como antes, pues está viendo lo que le pasó a él cuando empezó y lo que le pasa a cualquiera por muy bueno que seas, solo un entrenamiento que te acerque a la vida o la muerte puede otorgarte una voluntad de vivir tan grande que supere a la de sacrificarse, Adam lo sabe, sabe que ella no puede perder como él tampoco.
Ante su comentario, habiendo pasado ya la zona del barro y de camino a la meta la unidad espera a grito pelado, el último tramo es una pista de tierra de 400 metros hasta la zona de entrada de vehículos, pero él decide ignorarlo, algo que Adam tiene pero Maev no, es que ha estado en infiernos peores que laboratorios, ha visto las peores caras de la humanidad, crímenes atroces, se ha entrenado a tal nivel que no puede simplemente ignorar que quien está corriendo a su lado está teniendo tal muestra de respeto que sería capaz de morir por ganar, sabe que son iguales no piensa ser menos respetuoso con ella.
En el último tramo aunque lo estén animando y lanzando billetes al aire decide pasar el brazo por debajo del de Maeve y ayudarla a llegar a la meta, sabe que así serña un empate, pero lo único que le dice con una sonrisa antes de tirar con fuerza de ella y mirarla fijamente a los ojos.
-No se abandona a nadie Maeve, ni siquiera en una carrera, somos una familia...Así es como viven los putos Navy Seals!-Lo grita de tal forma que el resto de la unidad empieza a gritarlo "No leave man behind" "No se abandona a nadie", es el lema de las fuerzas de combate sobre terreno enemigo.
No es un secreto que Adam está muy emocionado y de alguna forma está intentando ocultar sus emociones, no quiere que se note, no es algo propio de él, pero no puede dejar de mirarla antes de mirar al frente y seguir soñando despierto, se le pasan tantas cosas por la cabeza. Sucio, sudado, ardiendo, con los pantalones llenos de agujeros y descosidos, sangrando por el pie izquierdo, pero con una sonrisa de haber hecho lo que mejor sabe hacer de oreja a oreja.
"Ojalá pudiera ayudarte con lo que te pase Maeve..."No deja de tener por algún motivo ese extraño pensamiento desde que vió la escena con aquella mujer en la celebración.
Siente el brazo de Jensen bajo el suyo y de primeras no comprende qué sucede, pero pronto se da cuenta. ¿Será eso un empate? Tiene toda la pinta. Ahora no queda más que cenizas del fuego que ardía por sus venas cuando comenzaron; han bajado el ritmo considerablemente, pero ahí siguen, aguantando como pueden. La irlandesa sabe perfectamente que le costará recuperarse de eso, que al día siguiente se sentirá agotada aún, pero qué importa. Dormirá en el coche, en el avión y donde tenga oportunidad hasta recuperarse. Por el momento sólo está centrada en lo que está viviendo. Sus pulsaciones siguen altas, pero poco a poco irán bajando y estabilizándose.
Están a escasos metros.
Los dos son un cuadro, quizás es por eso que cuando Adam decide ayudarla a llegar, alguien al final decide sacarles una foto con una vieja cámara Polaroid. Por vez única a Maeve no le importa que la retraten, aún habiendo tenido a los más reconocidos fotógrafos del país y haber sido pintada por artistas increíbles, esa foto vale mucho más. No lleva un pulcro vestido de tul color salmón, ni un peinado producto de horas y horas de producción. Está llena de barro, con un vestido de miles de dólares hecho jirones y un moño que ha acabado por desarmarse completamente.
Un último esfuerzo y todo habrá acabado, más allá de su fatiga no está segura de querer que finalice la carrera. Qué es el dolor comparado con el sentimiento de libertad que está teniendo en esos momentos. Se refleja en su cara en la instantánea cuya imagen ya se ha revelado. Le gustaría poder hacer que el tiempo corra mucho más lento y quedarse allí, sumergida en esas emociones un largo rato más. Así cree que se sentirá una vez gane su batalla personal.
Al llegar a la meta al mismo tiempo rompe en risa, ahogándose por la falta de aire que le produjo correr. Sigue apoyándose en Adam, pues le cuesta mantenerse en pie luego de todo ese recorrido. Mira a éste fijamente cuando más o menos logra parar sus carcajadas y le dedica una sincera sonrisa. Jimmy les tiende una botella de agua a cada uno y Maeve tiene una loca idea. Saca la anilla del cuello de la botella y se la pone frente a la cara al Capitán.
—Cásate conmigo. —Propone entre risas—. Un matrimonio secreto de locos. ¡La promesa de tener una revancha!
A su alrededor el resto de los soldados vitorean y hacen insinuaciones que causan en ella aún más risas. Puede que sean sus enemigos, porque pertenecen al sistema establecido y luchan del mismo bando que su suegro pero en ese momento no los ve por sus uniformes, ni sus trabajos, los ve como humanos.
Como ella.
Como las gentes por las que lucha.
Al llegar a la meta nota como ella está de acuerdo con el contacto físico por lo que no la suelta, ni que la fuera a dejar caer o algo como un saco. Entre vítores les lazan billetes y Jensen pone los dedos en signo de victoria sin distraerse por un momento, pero la abraza con fuerza contra él cuando lo hace.
"Así parecerá que he ganado yo!"
Cuando le dan la botella de agua la abre y da un largo trago de satisfacción mientras su ritmo cardíaco al fin empieza a descender entre el abrazo de los suyos y habiendo terminado al fin esa competición, aunque ahora que ha terminado, de alguna forma Adam aunque ya no será el mismo siente que está a punto de volver a caer en una rutina de mierda, se le nota en la mirada en la cara por un instante, hasta que esta saca la anilla de plástico del cuello de la botella y se la ofrece.
-Sí quiero...-Sonrie y poniendo una mueca estúpida se deja poner el plástico en uno de sus dedos.
-Una mujer que es capaz de moverse así puede pedirme todos los matrimonios que quiera...-Hace una pausa-...Y más si hay esa clase de competición de por medio.
Tras un poco más de cachondeo entre palabras Adam decide acercarse de nuevo a Maeve buscando decirle algo que solo ella escuche.
-Quieres ver las partes de la base no aptas para todos los públicos? Así podrías darte una ducha y cambiarte de ropa, no quiero que tu suegra se decepcione después de todo-Le levanta las cejas en un movimiento un tanto cómico un instante, para después dedicarle su mejor sonrisa, no puede evitarlo. Como si la carrera solo fuera el preludio a la siguiente actividad física. Adam está embelesado por lo singular que está siendo su invitada, sabe que se la está jugando con Skrooger, sabe que lo que hace está mal para los interéses de su país, pero no para los suyos, dueño de su propio país en su cabeza no quiere más que dejar de llamarla princesa y verla como toda una reina.
Le pone la anilla de plástico y todos aplauden a su alrededor. Después le da un largo trago al agua del recipiente. El fresco líquido pasando por su garganta le resquema. Tose un poco y tapa la botella.
—Sí, por favor. —Responde agradecida. Coge sus cosas pero antes de ponerse en marcha manda un mensaje con su móvil al chófer, al que le pide que le traiga la ropa de recambio. Se encuentran en la entrada, refugiándose de las miradas de los demás. Confundido se encuentra el pobre hombre ante la imagen que está contemplando—. No se preocupe, Collins. —Comienza, con una sonrisa en su rostro—. Sólo hemos tenido una pequeña carrera de la que nadie más debe enterarse, ¿entendido?
El viejo Collins es el chófer de confianza de la familia cuando van a Virginia. Siempre intenta amenizar el ambiente, pero nunca lo consigue. No logra atravesar esa muralla que los separaba. Excepto con Maeve, que siempre se había mostrado alegre y humilde, más allá de excentricidades. De hecho, la irlandesa saca de su billetera unos cuantos billetes que ni siquiera se molesta en contar y se los da mientras coge la percha que le entregaba el conductor.
—No hace falta, señorita. —Quiere denegar éste, pero la joven levanta una mano en señal de silencio y él se guarda el dinero—. Muchísimas gracias.
Luego le ordena marcharse. A Maeve le hubiera gustado darle un descanso y dejarle entrar a la fiesta, pero no podía tomarse tales atribuciones: debía cuidar el coche y esperar allí hasta que la familia decidiera irse.
—Dios bendiga a ese hombre. —Bromeó. Era atea hasta la médula, incluso cuando debía acudir a misas en actos y rezar frente a las cámaras. Miró a Adam esperando a que éste la guiara hacia los recónditos rincones de la base. De verdad que quería quitarse todo ese barro de encima. Cuando éste comenzó a andar, ella lo siguió de cerca, ahora sí mirando su alrededor. Los enormes focos iluminaban lo justo y necesario todo. Decidió romper el silencio:— Bueno, no se lo digas a nadie, la poligamia está penada por la ley. —Soltó una pequeña y delicada risa y pensó en su marido. A él le daría igual toda esa situación mientras no empañara su carrera.
Adam siempre ha sido una persona reservada con la gente que no conoce o no le da buenas vibraciones, en el caso del chófer de ella, es más bien lo primero, por lo que decide esperarla con cierta distancia, sin poder borrarse la sonrisa de estúpido de la cara, se comporta como un guardaespaldas, dejando la reglamentaria distancia de seguridad y con las manos juntas delante del vientre esperando movimiento, el guardaespaldas más extraño que se haya visto nunca, dado su estado y vestimenta.
Espera pacientemente a que ella termine de hablar y cuando ve como el hombre toma el dinero y se acerca este tan solo la sigue con la mirada girando el cuello levemente hasta darse la vuelta y empezar a andar con ella.
-Parece un buen tipo, se preocupa por ti...-Se permite comentar ahora sí, cuando se han quedado solos dando una vuelta.
Jensen la lleva directamente a su barracon, el que solía tener en esa base. Es el más alejado y en peores condiciones externas, es un edificio casi ruinoso a la vista. Este abre sin usar llave, no se ve cerrado, una vez entro, todo cambia, es como un bar de marines, máximo lujo, pero claro el gobierno no debe saberlo.
-Solo es delito nada en esta vida si te cogen...-La mira embelesado de nuevo mientras pasa al interior, este se asoma comprobando que nadie los ha seguido y hace un gesto, se tapa un ojo con la mano derecha y con la otra se tapa la boca, sobre la puerta se enciende una mira láser y se apaga, a lo que Jensen responde levantado la mano con el pulgar en alto, se mete entro y cierra para que nadie les moleste, no es con llave, ella puede marcharse cuando quiera.
Se acerca a ella levemente, con calma mientras le va indicando por donde es que se puede duchar, señalando la pared del fondo donde hay acceso a los baños. Están limpios y no son la gran cosa, pero será suficiente para ambos. Como en el ejército no se separan hombres de mujeres Adam entra con ella y la mira con una sonrisa, después se acerca a recoger un par de toallas y abre un par de grifos para que corra la privilegiada agua caliente de esos barracones.
-Agua fría o caliente?-Le pregunta al mismo tiempo que le lanza una de las toallas a la cara para tomarla desprevenida, siempre tratando de no cesar esa rivalidad tan sana que ha nacido. Para cuando se la aparte de la cara Adam ya está frente a ella y no lo duda, la mira de cerca unos instantes y después acerca sus labios a los de ella para besarla, al principio despacio, no se va abalanzar sobre ella como un animal sin saber que no estaba simplemente bromeando con como le seguía el juego, ya ha visto que es muy singular, no es como cualquier otra mujer.
Con calma hace que sus manos sujeten la cadera de esta, empezando a rodarla con la punta de los dedos acariciando el vestido hecho polvo y en parte su piel que poco a poco se habrá ido enfriando, por algún motivo él no, cual sera. Lo que si sabe es que casi se queda en la cama drogándose y lamentándose, se habría perdido todo esto, pase lo que pase el se siente tremendamente feliz, no le guardará rencor si solo bromeaba.
Lo que se presentaba ante sus ojos era totalmente nuevo. Jamás había tenido la posibilidad de acceder a ningún sitio así, pero estaba segura de que se trataba de un caso aislado. ¿Sabría el Ministerio correspondiente de aquello? Sólo era mera curiosidad, no podía importarle lo más mínimo en esos momentos. Pasó decidida y dejó el nuevo vestido colgado en el respaldo de un sofá. El baño era normal, tenía lo indispensable. Le cayó una toalla en la cara que rápidamente se quitó y antes de que pudiera alegar nada, Adam la había besado. No le resultó violento en absoluto, de hecho era algo que estaba esperando que sucediera. Y se dejó llevar. Respondió al beso lentamente y llevó su mano derecha hacia el brazo del muchacho, mientras la izquierda subía por la espalda llena de tatuajes hasta alcanzar la nuca. Hundió los dedos en el pelo ajeno, aunque éste fuera demasiado corto como para hacer que se perdieran. Se le ocurrió una idea. Rompió el beso, guió una de sus manos rápidamente hacia el grifo y lo abrió, haciendo que agua helada cayera sobre él y comenzó a reírse.
—Si no nos damos prisa servirán el tiramisú y nos quedaremos sin él. ¡Y es mi comida favorita!
Se quitó la ropa y se puso bajo el chorro de agua fría, que corría por su cuerpo desnudo, procurando que su cabello no se mojara. Enjabonó su cuerpo con un poco de gel que había allí y se enjuagó. Ese pudor característico de la joven era una de sus tantas actitudes fingidas. El cuerpo humano le parecía, en su totalidad, algo de lo que no estar avergonzado. Cuando acabó se secó, no dijo más nada, aún cuando de vez en cuando le dedicó una sonrisa a Adam. Si estaba actuando así de repente no era porque el soldado no le gustara. Asumir eso era un terrible error. Le parecía increíblemente atractivo e interesante, pero no dejaba de ser su enemigo aunque nadie más que ella lo supiera. Maeve tenía sus principios y por más libre que se hubiera sentido junto a él, sabía que también sus colegas y superiores eran los culpables de que los suyos estuvieran reprimidos. Algunos de hecho se encontraban entre rejas después de que alguien corriera la voz de su principal refugio. Ese fatídico día no se habían llevado sólo una importante cantidad de material que poseían, sino a tres de sus hermanos. Y nadie tocaba a la verdadera familia de Maeve.
Era por eso que sentía que no podía continuar con eso. Sentía que se traicionaba a sí misma y a los suyos. Si hubiera conseguido información de aquella forma no lo hubiera dudado ni un segundo, pero estaba segura de que no iba a sacar más que un buen momento. Quedaría como un precioso y eterno recuerdo en su mente, ¿quién le diría que a lo mejor no se encontrarían más adelante, cuando ella cumpliera con su propósito? Aunque probablemente, de ser así, él la odiaría.
—Creo que no es el momento oportuno. —Dijo y se acercó a él para depositar un suave beso en sus labios—. Me hubiera gustado conocerte en otro contexto, todo sería distinto.
Dicho aquello se alejó y vistió rápidamente, esta vez con un traje femenino de color rosa bebé y una camisa blanca. Cuando estaba por calzarse, tras soltar y peinar su cabello con los dedos, escuchó una voz gritando el nombre de Adam desde fuera. Una voz grave y cabreada. La irlandesa parpadeó rápidamente y miró a su acompañante, la voz le resultaba similar a la de Skrooger, pero no estaba segura: no lo había oído gritar tanto jamás.
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