No me caes bien #Chase Callen

Un golpe, dos golpes, tres golpes... Patada. El saco de boxeo se movió con brusquedad y antes de que siguiera danzando de dorma inconexa lo sujeté entre mis brazos para volver a comenzar una vez más con la rutina. Un golpe, dos golpes, tres golpes, patada y sujetarlo. Repetir una y otra vez hasta la saciedad, sin parar, pese a que los nudillos dolieran o las muñecas se resentieran.

Soltar aire, asestar un golpe, tomar aire, volver a la posición inicial, soltar aire... Eran unas pautas sencillas. El gimnasio se iba llenando poco a poco de más personas, rostos que no conocía o con los que me había cruzado por la base en contadas ocasiones. Aquel día no era normal, dado que no tenía ninguna salida programada, así que los dedicaba a entrenar. Y dentro de lo normal que era aquello, hubo algo que terminó por cambiarlo todo.

Que saliera gente de la sala era normal, que salieran todos a la vez y de forma ordenada me extrañó. Pese a que me tocaba dar aún dos puñetazos más y una patada, sujeté el saco entre mis manos y miré a mi alrededor a la vez que me quitaba uno de los auriculares.

Umbrella me los había facilitado para entrenar y concentrarme sin ruidos.

— A6, buenos días... Tal y como le avisamos hace unos meses, el nuevo integrante de su unidad ya está listo — una mujer ataviada con una bata blanca de Umbrella hizo acto de presencia acompañada de dos soldados que a su vez escoltaban a un hombre. — Ya sabe lo que tiene que hacer — sin decir más se marcharon, dejando al hombre de ojos claros justo delante de mi. Aún sujetando la bolsa de boxeo observé al hombre analizando prácticamente todo lo que veía en él.

Ya me habían avisado de quien se trataba, un antiguo militar a quien Umbrella había rescatado y que ahora yo debía ubicar dentro de la unidad Ice. Sería aquella la primera vez en la que yo debería entrenar a alguien y situarlo en la base. Básicamente hacer de niñera, con la diferencia de que se suponía que él tenía instrucción militar. Estaba convencida de que suponía no solo una prueba para él, si no para mi también.

— ¿Tienes nombre? Solo me dijeron que eras militar... ¿Qué sabes y no sabes? — cuestioné, acto seguido seguí con mi rutina de golpes contra el saco de boxeo.

Le habían repetido tantas veces aquella historia que ahora la hacía suya y ni se podía imaginar que fuera de otra forma. Ni se le ocurriría en ese momento pensar mal o de otra forma. El general de brigada Chase Callen comía de las manos de Umbrella, ya que estos le habían salvado la vida y así se lo habían recordado una y otra vez.

Desde que despertó todo habían sido cuidados para el hombre. Una habitación acogedora, la constante vigilancia de médicos y enfermeros... Buena comida. En resumen le habían hecho sentirse muy agusto. Y había funcionado, pese al constante reconcome que le rondaba la cabeza. No recordaba nada de su pasado y sentía que eso estaba mal, que había algo erróneo.

Pero sí que le habían sabido explicar cuál era su nombre gracias a sus chapas militares, además de su rango. Eso era un buen inicio, aseguró el médico, poco a poco podría recordar más. Como secuela debía llevar aquel aparato pegado a su pecho, no reprochó.

La recuperación fue algo ardua, le hicieron diferentes pruebas, tuvo algunas sesiones de rehabilitación... además fueron curiosamente sinceros con él. El mundo había sido destruído por completo, por culpa de un extraño virus que resucitaba a las personas y dado su antiguo puesto como general, sería interesante que tras su recuperación Callen formase parte de sus filas militares. Él aceptó, sintiendo que era lo correcto ayudar a quienes habían salvado su vida.

Y el día llegó. Lo que no se esperaba y jamás habría adivinado, sería que su superior directo sería una cría. La rubia lo miró fijamente y él se preguntó si no se habrían equivocado: nadie le había dicho que tuviera que hacer de canguro.

— Chase Callen señora — respondió instintivamente. No se sentía nada cómodo de tener que rendirle cuentas a esa niña, cada vez que la miraba parecía sentirse él mucho más mayor y ella más cría.

— Me han hablado sobre la situación actual de la base, el funcionamiento de la división Ice, sé mi nombre y mi antiguo rango. Nada más señora — tal vez fuera la disciplina que le habrían inculcado en el ejército, pero se mostró serio y con respeto. Pese a que una parte de él se negase a ello. Ella golpeaba el saco de boxeo y él seguía erguido con la vista fija en el frente.

— Ya sabes más que yo... — susurré mientras volvía a golpear el saco, una, dos, tres... Patada. — Llámame Bob o A6 — me limité a decir mientras que proseguía con los golpes.

— ¿Cómo llegaste hasta aquí? — me detuve en mi rutina de golpes, recogí la toalla del banco, la coloqué en mi cuello y bebí agua. — ¿Te lo han contado? — inquirí. Si podía saber más acerca de la gente que iba a tener a mi lado en los peores momentos de mi vida mejor. No me fiaba de cualquier persona para salir al exterior a pelear contra los zombies o peor aún...

— ¿Qué tal las noches, tienes pesadillas? — ese era otro dato importante a saber. Había personas dentro de la unidad que perdían el juicio por culpa de las pesadillas, que no eran capaces de vivir con la falta de recuerdos o de aceptar los flash que le producían. Había visto a varias personas pasar por ello.

¿Pesadillas? Callen no había tenido problemas, no recordaba absolutamente nada de ello, nada de lo que ella le había preguntado. Se limitó a negar con lentitud.

— Nada, lo que sé me lo contaron los médicos — se rascó una ceja mientras las imágenes se recreaban en su cabeza. — ...me encontraron malherido, rescataron, curaron mis heridas y tuvieron que añadir esto — se señaló el pecho, justo donde descansaba la araña, que se iluminó levemente.

— ¿Y qué fue de ti? — cuestionó. — ¿Cómo alguien tan joven acaba al cargo de una división? — fue totalmente directo, sin andarse con rodeos. Pero aquello le resultaba de lo más extraño, ¿qué cualidades tenía ella para estar ahí y mandar sobre él? Callen desconocía su pasado, cómo había acabado allí, pero le habían explicado su anterior cargo en el ejército. ¿Y debía obedecer órdenes de alguien a quien le sacaba años y años? No lo entendía, le hacía sentir incómodo.

Paré el saco de un solo movimiento.

— ¿Y eso es un problema? — enarqué una ceja y le miré fijamente. Aunque esa misma pregunta me la había hecho en un montón de ocasiones y siempre era la misma respuesta: ¿tal vez porque había llegado la primera? Sí, siempre había sabido eso, simplemente había sido por el orden de llegada, pero estaba completamente convencida de que me había ganado a pulso aquel puesto, por muy joven que fuera.

— Las cosas claras, estás bajo mi mando, lo que yo diga se hace y punto, ¿tienes algún problema? — le hice una pregunta muy seria, sin embargo no le di tiempo a responder. — Porque me importa una mierda, si quieres puedes ir a llorarle a los superiores, a ver si te hacen caso... — y sin más volví a golpear el saco, haciendo caso omiso a su presencia.

— Vamos a entrenar, ahí tienes otro saco de boxeo — lo señalé con la mirada, apenas de reojo, mientras que volvía a repetir mi serie de golpes.