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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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No había dejado de darle vueltas a lo ocurrido. Cuando Nigel le preguntó por Vanessa guardó silencio y se limitó a recostarse sobre su hombro para ver pasar el paisaje. Así que no hablaron más en todo el viaje, o al menos hasta un buen rato después.
- Creí que era mi hermana Vanessa, era ella, físicamente era ella, pero... - calló. - No sé qué ha pasado, no entiendo nada... la única explicación es que ha sido una maldita casualidad y que se parecían - pero aquella conclusión no le dejaba tranquilo tampoco.
- Lo siento, casi nos mata por mi maldita duda... - volvió a observar la carretera y el paisaje. - Así que bombero, ¿no? - decidió cambiar de tema mientras miraba los árboles. Aquel paisaje le resultaba extrañamente familiar. Pero ni siquiera sabía dónde estaban, hasta que vio el cartel de Fort Detrick y se incorporó por completo en el asiento.
- ¿Fort Detrick? - Max miró a todas partes muy nervioso, efectivamente iban a ahí. - Yo estuve aquí en una ocasión, no llegué a entrar, pero... traíamos a mi tía Margot al trabajo - dijo en un susurro mientras el camión se movía pasando las puertas del recinto. Algo dentro de Max hizo clic, miró muy rápido a Nigel. - ¿Este lugar ha aguantado en pie? - literalmente al joven estaba a punto de darle algo. ¿Fort Detrick había estado todo este tiempo en pie y él sin saberlo? ¿Estaría su tía bien? Podrían él y Hugo haber viajado hasta allí? ¿Podría Hugo estar vivo ahora.
Fue inevitable, después de lo que había visto y por todo cuanto había pasado las lágrimas comenzaron a caer sobre su rostro. Se vino literalmente abajo, la cabeza incluso le daba vueltas y cuando el vehículo se detuvo Max bajó del camión tambaleándose. Sin poder casi ni ver lo que estaba haciendo.
- Creí que era mi hermana Vanessa, era ella, físicamente era ella, pero... - calló. - No sé qué ha pasado, no entiendo nada... la única explicación es que ha sido una maldita casualidad y que se parecían - pero aquella conclusión no le dejaba tranquilo tampoco.
- Lo siento, casi nos mata por mi maldita duda... - volvió a observar la carretera y el paisaje. - Así que bombero, ¿no? - decidió cambiar de tema mientras miraba los árboles. Aquel paisaje le resultaba extrañamente familiar. Pero ni siquiera sabía dónde estaban, hasta que vio el cartel de Fort Detrick y se incorporó por completo en el asiento.
- ¿Fort Detrick? - Max miró a todas partes muy nervioso, efectivamente iban a ahí. - Yo estuve aquí en una ocasión, no llegué a entrar, pero... traíamos a mi tía Margot al trabajo - dijo en un susurro mientras el camión se movía pasando las puertas del recinto. Algo dentro de Max hizo clic, miró muy rápido a Nigel. - ¿Este lugar ha aguantado en pie? - literalmente al joven estaba a punto de darle algo. ¿Fort Detrick había estado todo este tiempo en pie y él sin saberlo? ¿Estaría su tía bien? Podrían él y Hugo haber viajado hasta allí? ¿Podría Hugo estar vivo ahora.
Fue inevitable, después de lo que había visto y por todo cuanto había pasado las lágrimas comenzaron a caer sobre su rostro. Se vino literalmente abajo, la cabeza incluso le daba vueltas y cuando el vehículo se detuvo Max bajó del camión tambaleándose. Sin poder casi ni ver lo que estaba haciendo.
Si había algo en el mundo que le gustaba era poder disfrutar de una buena taza de té caliente, últimamente incluso odiaba trabajar mientras tomaba su taza, puesto que no era capaz de disfrutarlo como merecía. No le quedaba ya mucho té, el negro hacía tiempo que dejó de olerlo siquiera, así que ahora racionaba el poco que le quedaba. A veces lo tomaba hasta aguado por simplemente poder tomar esa taza caliente.
Se encontraba en su despacho bebiendo cuando irrumpieron bruscamente en su despacho.
- ¿Saben llamar a la puerta? - dijo a modo de saludo. El hombre se quedó a un lado frunciendo el ceño. - Lo siento Margot, es ese idiota de Hunt, ha vuelto y se ha traído a un chaval con él, veinte años o así tendrá... - Margot puso los ojos en blanco y suspiró. Le habían fastidiado su momento. No debió dejar llegar a Hunt, siempre lo había sospechado y mira que insistió en que no podían rescatar a supervivientes, que no tenían provisiones y que eso les acabaría matando a todos. Aunque podía entenderle... pero igualmente debía caerle una buena reprimenda y sobre todo ver cómo era ese chaval y si estaría dispuesto a convertirse un soldado para Fort Detrick, puesto que ya tampoco podían echarle.
Margot se dirigió hacia la entrada de Fort Detrick acompañada de varios soldados. Divisó el camión de bomberos de Hunt aparcado en el exterior y apenas se centró en nada más. Sus ojos buscaban al muchacho.
- Hunt a mi despacho - se limitó a decirle. - Y en cuanto a ti te van a... - estaba a punto de decirle al muchacho que le iban a llevar a consultorio para una revisión médica protocolaria, pero fue incapaz de terminar la frase. - Maximillian - la voz se le rompió al pronunciar aquel nombre, ya que Margot dudó de si de verdad aquel era su sobrino o producto de su imaginación. Tal vez fuera una coincidencia, tal vez simplemente se pareciera a él. Se veía más mayor, cambiado de la última vez que le vio, el pelo ligeramente más largo, se veía bastante desaliñado y sobre todo delgado.
- Mi niño - se llevó una mano a la boca cuando inevitablemente se rompió. Margot había perdido todo, su hija, su marido, sus hermanas... y verle ahí de pie, le recordó tanto dolor... era una extraña mezcla desgarradora y a la vez de alegría, porque sí, su sobrino Maximillian estaba vivo. Y eso le llevó a hacerse otra pregunta. Sage había sufrido durante el apocalipsis horrores, ¿cómo habría sobrevivido él sin experiencia y tan joven? - Ven aquí - cruzó como un rayo la distancia entre ambos y le abrazó con todas sus fuerzas. Las lágrimas caían por su rostro mientras sujetaba a su sobrino y se apartaba apenas lo justo para mirarle bien y ver que estaba sano, que no tenía heridas, que no le habían hecho nada.
Se encontraba en su despacho bebiendo cuando irrumpieron bruscamente en su despacho.
- ¿Saben llamar a la puerta? - dijo a modo de saludo. El hombre se quedó a un lado frunciendo el ceño. - Lo siento Margot, es ese idiota de Hunt, ha vuelto y se ha traído a un chaval con él, veinte años o así tendrá... - Margot puso los ojos en blanco y suspiró. Le habían fastidiado su momento. No debió dejar llegar a Hunt, siempre lo había sospechado y mira que insistió en que no podían rescatar a supervivientes, que no tenían provisiones y que eso les acabaría matando a todos. Aunque podía entenderle... pero igualmente debía caerle una buena reprimenda y sobre todo ver cómo era ese chaval y si estaría dispuesto a convertirse un soldado para Fort Detrick, puesto que ya tampoco podían echarle.
Margot se dirigió hacia la entrada de Fort Detrick acompañada de varios soldados. Divisó el camión de bomberos de Hunt aparcado en el exterior y apenas se centró en nada más. Sus ojos buscaban al muchacho.
- Hunt a mi despacho - se limitó a decirle. - Y en cuanto a ti te van a... - estaba a punto de decirle al muchacho que le iban a llevar a consultorio para una revisión médica protocolaria, pero fue incapaz de terminar la frase. - Maximillian - la voz se le rompió al pronunciar aquel nombre, ya que Margot dudó de si de verdad aquel era su sobrino o producto de su imaginación. Tal vez fuera una coincidencia, tal vez simplemente se pareciera a él. Se veía más mayor, cambiado de la última vez que le vio, el pelo ligeramente más largo, se veía bastante desaliñado y sobre todo delgado.
- Mi niño - se llevó una mano a la boca cuando inevitablemente se rompió. Margot había perdido todo, su hija, su marido, sus hermanas... y verle ahí de pie, le recordó tanto dolor... era una extraña mezcla desgarradora y a la vez de alegría, porque sí, su sobrino Maximillian estaba vivo. Y eso le llevó a hacerse otra pregunta. Sage había sufrido durante el apocalipsis horrores, ¿cómo habría sobrevivido él sin experiencia y tan joven? - Ven aquí - cruzó como un rayo la distancia entre ambos y le abrazó con todas sus fuerzas. Las lágrimas caían por su rostro mientras sujetaba a su sobrino y se apartaba apenas lo justo para mirarle bien y ver que estaba sano, que no tenía heridas, que no le habían hecho nada.
Estaba bebiendo agua cuando Max soltó aquella bomba y por poco tiraba toda.
— ¡Espera, espera, espera...! — cuando detuve el camión lo miré fijamente. — ¿Me estás diciendo que Margot, Margot Alighieri es tu tía? — pero no respondió porque el chaval se bajó rápidamente del camión. — ¡Max! — exclamé bajando yo también. No se trataba de que no me respondiera, si no de que su cara era un poema, estaba blanco como la leche.
— ¡Eh, Max! — di la vuelta al camión para hablarle, pero en ese momento un grito con mi nombre me hizo detenerme. — Nada, como cuando me llamaba el director... — alcé ambas manos mirando a Margot con cierta súplica y luego señalé al muchacho, el rostro de la mujer fue también un poema.
— Pues sí, es su tía... — me crucé de brazos viendo la conmovedora escena.
— ¿Has visto? Es su sobrino y se lo he traído yo — le dije al soldado que pasaba por ahí, con mucho orgullo de mis palabras.
— Nigel, lleva ese cacharro al hangar ya, anda — respondió.
— Sí... señor... — me subí de nuevo al camión, no sin antes volver a mirar de Margot y Max, sonreí, esas cosas molaban. Más hoy en día. Arranqué el viejo cacharro para llevarlo hacia el hangar tal y como me habían pedido.
— ¡Espera, espera, espera...! — cuando detuve el camión lo miré fijamente. — ¿Me estás diciendo que Margot, Margot Alighieri es tu tía? — pero no respondió porque el chaval se bajó rápidamente del camión. — ¡Max! — exclamé bajando yo también. No se trataba de que no me respondiera, si no de que su cara era un poema, estaba blanco como la leche.
— ¡Eh, Max! — di la vuelta al camión para hablarle, pero en ese momento un grito con mi nombre me hizo detenerme. — Nada, como cuando me llamaba el director... — alcé ambas manos mirando a Margot con cierta súplica y luego señalé al muchacho, el rostro de la mujer fue también un poema.
— Pues sí, es su tía... — me crucé de brazos viendo la conmovedora escena.
— ¿Has visto? Es su sobrino y se lo he traído yo — le dije al soldado que pasaba por ahí, con mucho orgullo de mis palabras.
— Nigel, lleva ese cacharro al hangar ya, anda — respondió.
— Sí... señor... — me subí de nuevo al camión, no sin antes volver a mirar de Margot y Max, sonreí, esas cosas molaban. Más hoy en día. Arranqué el viejo cacharro para llevarlo hacia el hangar tal y como me habían pedido.
- ¿Por qué ha pasado mi tía corriendo hacia fuera de esa manera? - bebí de mi taza mientras miraba por la ventana, pero por más que me estirase no lograba ver nada más. - Nigel ha traído a un muchacho - respondió uno de los compañeros de Elaine. - ¿Te has enterado sin sale de la sala? - me giré enarcando una ceja, él asintió. - Sois demasiado cotillas, en serio... ya ni sé cómo lo hacéis - dejé la taza en mi mesa y salí de la sala. - Voy a echarle un cable a Nigel antes de que mi tía lo despelleje - no dije más y salí en dirección de la entrada.
Si se trataba de un muchacho podía entender perfectamente la situación, pero también conocía a mi tía.
Nigel pasaba por mi lado con el camión, le sonreí a la vez que le saludaba con mi mano. Al parecer no había sido para tanto. Cuando el camión terminó de pasar me encontraba en frente de la entrada. Mi tía estaba abrazando al muchacho.
- ¡Max! - exclamé, salí corriendo hacia ellos dos. - ¡Max! - grité incrédula a la par que me lanzaba sobre ellos dos para abrazarlos con todas mis fuerzas. Empecé a llorar de pura alegría a la vez que rompía a reír como una idiota. - Dios santo, eres tú de verdad... - no podía creerlo, pero era él.
Si se trataba de un muchacho podía entender perfectamente la situación, pero también conocía a mi tía.
Nigel pasaba por mi lado con el camión, le sonreí a la vez que le saludaba con mi mano. Al parecer no había sido para tanto. Cuando el camión terminó de pasar me encontraba en frente de la entrada. Mi tía estaba abrazando al muchacho.
- ¡Max! - exclamé, salí corriendo hacia ellos dos. - ¡Max! - grité incrédula a la par que me lanzaba sobre ellos dos para abrazarlos con todas mis fuerzas. Empecé a llorar de pura alegría a la vez que rompía a reír como una idiota. - Dios santo, eres tú de verdad... - no podía creerlo, pero era él.
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