Una gota de suerte -Tiffany Rose-

Era tarde en la noche y había logrado colarse en un departamento bastante alto. Había notado que algunos zombies quedaban por allí pero nadie parecía realmente vivo. El departamento estaba destruido pero tenía una na buena vista hacia abajo donde podía asegurarse de estar vigilando. Había entrado algo tarde , así que en la mañana se encargaría de revisar el lugar, por el momento se había sentado en la oscuridad al lado de la gran ventana que daba al balcón. Por alguna razón se imaginaba un departamento así cuando había tenido a Ashley con el y ahora no dejaba de pensar que quizás ella había sabido de todo eso

Gracias a todo lo santo que aún podía existir en ese mundo de mierda había encontrado una botella de whisky tirada cerca del ventanal así que quizás esa noche tendría la maldita suerte de poder dormir un poco. Se pasó la mano por el rostro y abrió la botella y sonrió -te amo- era lo mejor que le ha Is pasado en el último mes

Miro el sofá de aquel departamento y se preguntó si podría dormirse allí -bueno ¿Que es lo peor que puede pasar?- había trabado la puerta, así que se movió en la oscuridad del lugar y busco en la mochila el mechero y el paquete de cigarrillos. Encendió uno y luego se dejó caer en el sofá ¿Cuando había sido la última buena noche? Probablemente cualquiera pensara en la vida antes de toda esa mierda pero la verdad que el pensó en la última noche que durmió con Ashley entre sus brazos. De alguna manera el había sentido que si ella estaba ahí todo estaría bien.

Luego había descubierto que ella trabajaba para la compañía de porquería que había empezado todo eso y habían discutido, desde allí todo había ido en picada hasta encontrar esa botella que tenía en su mano derecha. A veces se preguntaba ¿Porque que no metía una bala en el cerebro y dejaba toda esa mierda? Quizás una parte de él pensaba que había algo más allí pero ¿Que? ¿Comportarse como héroe? Cuando había estado en el ejercito Había querido serlo pero lo había dejado por una mujer y cada día pensaba que lo mejor hubiera sido morir en una misión con los suyos

Después de haber abandonado a mi capitán en ese sucio centro comercial rodeado por niebla tóxica, me sentía una mujer diferente, como si la Tiffany de aquellos años mozos en el Equipo Bravo hubiera muerto para dar vida a una nueva Tiffany que es capaz de hacer lo que sea por sobrevivir. Me había convertido en alguien sin escrúpulos cuya única meta en la vida es vivir un día más sin importar que tenga que pasar por encima de alguien más. La verdadera Tiffany, aunque me negara por mucho tiempo a creerlo, era aquella que traicionó a los S.T.A.R.S trabajando con el enemigo por objetivos egoístas y provocó la muerte de más de uno de sus compañeros.

Esa era la Tiffany que se encontraba en ese departamento, escondida dentro de una de las habitaciones, mirando por el breve agujero de la puerta a aquel hombre que se acostaba en el sofá con un cigarrillo y una botella de Whisky. Yo ya llevaba un par de días refugiada ahí y por descuido no había cerrado la puerta, pensando que los zombis todavía no aprendían a girar perillas, pero los hombres ebrios y viciosos sí, por eso ahora tenía a un visitante indeseado en mi refugio temporal.

Había algo que aprendí en estos tres años de apocalipsis y eso es a no confiar en nadie desconocido, porque los humanos supervivientes son mil veces más peligrosos que cualquier muerto viviente, especialmente los hombres que no dudan en usar su superioridad física para someter a mujeres y hacerles lo que ellos quieran. Tener a un hombre conmigo no era una buena idea y debía hacerme cargo de esa amenaza cuanto antes.

Esperé a que el hombre cayese dormido y salí de la habitación de manera muy silenciosa, con arma en mano. Me puse de pie a su lado, apuntándole a la cabeza y con el pie le empujé el hombro para que despertara. Para cuando abriera los ojos, me vería a mí ahí apuntándole a la frente.

— Entrégame todo lo que tengas y sal de aquí.

¿Por qué ya nada le sorprendía? La verdad es que en el tiempo que llevaba con toda esa mierda, había aprendido a la perfección que las personas podían ser un asco. No iba a decir que no quedaba nadie bueno, pero en general el apocalipsis había mostrado la verdadera naturaleza humana. Cada quien era egoísta y solo pensaba en si. Porque vamos, es el puto fin del mundo, debería ser el momento donde los pocos sobreviviente se unieran y bla bla bla... ¿Si me explico? Pero en cambio el mundo era un basurero y ya no podía sorprenderse con nada de lo que pasará.

Así que ahí estaba el, durmiendo en un sofá cuando abrió los ojos. Tenía un arma apuntandolo y detrás de él una chica. Levantó una ceja y sonrió ante lo que ella le dijo -si... No creo que eso vaya a pasar cariño- La verdad es que el no tenía una mierda, se ha Is quedado sin nada -creo que llegaste un par de días tarde- solo quería dormir un poco, ni siquiera quería quedarse ahí más de una noche.

Parpadeo un par de veces y luego miro la botella con la que se había quedado dormido. Y pensar que había imaginado que quizás podía llegar a dormir un poco. Lo peor es que al día siguiente seguro que iba a tener una maldita migraña. Dejó la botella en un costado y levantó las manos con tranquilidad. Aunque en realidad no sentía nada con el arma apuntandolo. Hacía ya un tiempo que no sabía exactamente porque no se había puesto una bala en la cabeza.

Se movió lentamente hasta levantarse -¿Quieres un cigarrillo?- porque es lo único que tenía y algunas latas de comida que solía racionar. Porque al menos su entrenamiento en el ejercito había servido de algo. Cuando muriera tenía que agradecer a su abuelo por inculcarle aquel amor a su patria que lo había hecho estar desde joven allí. De cualquier manera tomo la mochila y saco los cigarrillos. Tomo uno y luego metió lentamente la mano en su bolsillo para sacar el mechero y encenderlo.

-Mira en realidad solo quería dormir un poco así que saca eso de mí cara- encendió el cigarrillo y está vez sin la miro algo más amenazante -no quiero tener que golpearte y llamar la atención de esas mierdas. Me iré en cuanto salga el sol- encendió el cigarrillo y le dio una larga calada ¿Será que no podía tener un puto día en paz?