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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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¿Unas tiritas, unas gasas... algo? [Matthew Kowalski]
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Nublado - 08 º C - Washington D. C. - 01 de enero de 2016 - B.S.O.
Los ladridos de Capi solo lograban ponerla más nerviosa, o incluso de mal humor, ya que Carmen lo único que quería era pensar con claridad y con todo aquello la mujer era incapaz de dar pie con bola. La sangre caía cálida y muy pegajosa por su brazo, manchando su único abrigo.
La alambrada le había hecho un corte muy feo y ahora debía esforzarse por curarse, evitar a los dos zombies y que Capi se callase.
— ¡Eh ya vale! — exclamó ella de bastante mala gana. Lo último que quería era enfadarse con su compañero de viaje y menos sabiendo que solo estaba preocupado por ella, Capi estaba nervioso y era su forma de llamar la atención. El animal decidió dejar de ladrar mientras ella giraba por la esquina de aquella gasolinera y veía a los dos zombies seguirla.
— Mierda Capi, esto no te va agustar... — la mujer hizo de tripas corazón y pese a la herida, recogió entre sus brazos al perro, quien se revolvió bastante porque odiaba que le cogieran. Con el mayor de los cuidados, lo dejó caer por la ventana de arriba. Carmen se estiró y se impulsó para subirse a la ventana y dejarse caer en el interior de aquella gasolinera. Capi había caído afortunadamente sobre un montón de cajas y estaba perfecto. Ella cayó a su lado, ligeramente mareada y chafando las cajas.
— Lo siento, ¿pero preferías a los zombies? — le preguntó. Como siempre en su lengua materna, el español. Carmen había decidido que Capi sería su "paisano" adoptivo. Lo cual era absurdo, pero a ella le ayudaba.
Al alzar la mirada, se vio en un pequeño almacén, los zombies fuera habían alcanzado la pared donde estaba la ventana, pero esta era demasiado alta para sus torpes articulaciones. Carmen había roto la tela de la manga de su abrigo para improvisar una venda, presionaba la herida y se levantaba con la intención de buscar algo que la ayudase a curarse.
Aún seguían en la capital del país, ella quería irse más al oeste, o incluso al sur, ya que el frío era insoportable.No se sentía bien y estaba hambrienta. Pensó que podría encontrar algo allí adentro para curarse o incluso comida. Carmen se levantó con mucho cuidado, seguida de Capi que no se mostraba para nada tranquilo con los zombies de fuera. Tenía que tener ahora mucho cuidado cuando abriera la puerta de la tienda, por si se encontraba con más sorpresas. Esperaba que no, no sabría si aguantaría mucho más.
La alambrada le había hecho un corte muy feo y ahora debía esforzarse por curarse, evitar a los dos zombies y que Capi se callase.
— ¡Eh ya vale! — exclamó ella de bastante mala gana. Lo último que quería era enfadarse con su compañero de viaje y menos sabiendo que solo estaba preocupado por ella, Capi estaba nervioso y era su forma de llamar la atención. El animal decidió dejar de ladrar mientras ella giraba por la esquina de aquella gasolinera y veía a los dos zombies seguirla.
— Mierda Capi, esto no te va agustar... — la mujer hizo de tripas corazón y pese a la herida, recogió entre sus brazos al perro, quien se revolvió bastante porque odiaba que le cogieran. Con el mayor de los cuidados, lo dejó caer por la ventana de arriba. Carmen se estiró y se impulsó para subirse a la ventana y dejarse caer en el interior de aquella gasolinera. Capi había caído afortunadamente sobre un montón de cajas y estaba perfecto. Ella cayó a su lado, ligeramente mareada y chafando las cajas.
— Lo siento, ¿pero preferías a los zombies? — le preguntó. Como siempre en su lengua materna, el español. Carmen había decidido que Capi sería su "paisano" adoptivo. Lo cual era absurdo, pero a ella le ayudaba.
Al alzar la mirada, se vio en un pequeño almacén, los zombies fuera habían alcanzado la pared donde estaba la ventana, pero esta era demasiado alta para sus torpes articulaciones. Carmen había roto la tela de la manga de su abrigo para improvisar una venda, presionaba la herida y se levantaba con la intención de buscar algo que la ayudase a curarse.
Aún seguían en la capital del país, ella quería irse más al oeste, o incluso al sur, ya que el frío era insoportable.No se sentía bien y estaba hambrienta. Pensó que podría encontrar algo allí adentro para curarse o incluso comida. Carmen se levantó con mucho cuidado, seguida de Capi que no se mostraba para nada tranquilo con los zombies de fuera. Tenía que tener ahora mucho cuidado cuando abriera la puerta de la tienda, por si se encontraba con más sorpresas. Esperaba que no, no sabría si aguantaría mucho más.
Las cosas habían cambiado para su perspectiva. Suponía que algunos podrían decir que se había vuelto algo más suave y que todo parecía color de rosas pero todo eso no podía estar más lejos de la realidad. Desde lo que había pasado en Florida Matthew ha Is comenzado a pensar que lo que era más valioso en ese mundo era la vida y que de verdad quería seguir con vida pero la verdad es que en un mundo como en el que se vivía uno jamás sabía cuándo podía ser el último día. Así que esa cuando salió de silver lake en busca de algunas provisiones le dijo a Ashley que volvería, aún había mucho que arreglar entre ellos aunque las cosas hayan mejorado mucho.
Aunque andaba en una muy buena camioneta no podía evitar extrañar moverse en su motocicleta. Seguramente esta había sido consumida completamente por el fuego en Florida. Por ahora se manera había en un auto del refugio pero se había encargado de que Balion le construyera algo mejor. Suponia que le haría saber cuando estaba lista y el tendría que ir hasta su fábrica para buscarla.
Ver una gasolinera abandonada no era la gran cosa y un par de zombies mucho menos pero lo que si era extraño era el hecho de que parecieran querer entrar a la gasolinera a toda costa. Por lo general los zombies rondaban despacio sin sentido a menos que hubiera algo de comida en el lugar, lo que hacía que que todos fueran al mismo lugar. Así que Matthew freno la camioneta y saco su machete y fue detrás de uno. La cabeza todo rápidamente pero no había notado que el segundo estaba tan cerca así que sacó el arma y disparó pero erro el toro y le dio en la pierna, lo suficiente para que el zombie cayera sobre el intentando morderlo -¡Me vendría bien algo de ayuda!- grito sabiendo que alguien estaba adentro
Ataque. AC = 3+ 7 = 10
AL = 3+ 4 = 7
Defensa zombie 1+ O = 1
1+ 8 = 9
Aunque andaba en una muy buena camioneta no podía evitar extrañar moverse en su motocicleta. Seguramente esta había sido consumida completamente por el fuego en Florida. Por ahora se manera había en un auto del refugio pero se había encargado de que Balion le construyera algo mejor. Suponia que le haría saber cuando estaba lista y el tendría que ir hasta su fábrica para buscarla.
Ver una gasolinera abandonada no era la gran cosa y un par de zombies mucho menos pero lo que si era extraño era el hecho de que parecieran querer entrar a la gasolinera a toda costa. Por lo general los zombies rondaban despacio sin sentido a menos que hubiera algo de comida en el lugar, lo que hacía que que todos fueran al mismo lugar. Así que Matthew freno la camioneta y saco su machete y fue detrás de uno. La cabeza todo rápidamente pero no había notado que el segundo estaba tan cerca así que sacó el arma y disparó pero erro el toro y le dio en la pierna, lo suficiente para que el zombie cayera sobre el intentando morderlo -¡Me vendría bien algo de ayuda!- grito sabiendo que alguien estaba adentro
Ataque. AC = 3+ 7 = 10
AL = 3+ 4 = 7
Defensa zombie 1+ O = 1
1+ 8 = 9
- Ashley:
- Wow:
- Uniforme:
El miembro 'Matthew Kowalski' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Números' :
#1 Resultados :
--------------------------------
#2 'Números' :
#2 Resultados :
#1 'Números' :
#1 Resultados :
--------------------------------
#2 'Números' :
#2 Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Nublado - 08 º C - Washington D. C. - 01 de enero de 2016 - B.S.O.
Desenfundó el cuchillo y se posicionó frente a la puerta con este en la mano, completamente a la defensiva. Empujó la puerta hacia el interior del local con fuerza y retrocedió un paso para evitar que la atacaran si había algo más por allí, pero en lugar de eso, un grito provocó que diera un respingo, porque no procedía de delante, si no de sus espaldas, de donde estaban los zombies y los zombies, que Carmen recordase, no hablaban.
— ¡¿Pero qué...?! — Carmen, al no ver nada en el establecimiento volvió a cerrar la puerta y se estiró para alcanzar la ventana de nuevo, al asomarse vio a un hombre forcejeando con uno de los zombies. El brazo le dolía demasiado y aún así saltó al exterior de nuevo, dejando a Capi no de muy buen humor en el interior al quedarse solo. Carmen lo prefería así, a veces le daba miedo dejarlo suelto por ahí sabiendo lo que se podía encontrar.
La morena se acercó a las figuras, se trataba de un hombre que trataba de evitar una mordedura fatal. Ella saltó sobre el no muerto, a sus espaldas, tratando de clavar el cuchillo en su nuca aprovechando que estaba distraído con la otra persona que podría servirle de comida. Carmen pudo sentir como la cuchilla se hundía en el pútrido cráneo y el chasquido que se produjo fue tan desagradable que hasta ella frunció los labios.
Pero aquello fue demasiado ya para su cuerpo, estaba herida y cansada. Además había perdido bastante sangre y conforme sacó el cuchillo, la mujer retrocedió un par de pasos tambaleándose ligeramente a causa del mareo.
— Ay señor... — susurró para ella misma, en su idioma nativo, al sentir como la cabeza le daba vueltas. El otro zombie estaba bien muerto y en apariencia no habían más por allí, a no ser que hubieran más en la tienda, la cual aún no había podido revisar. La sangre caía con suavidad por su brazo izquierdo, a la vez que se escuchaban los suspiros y llantos de Capi, desde la ventana abierta. El pobre animal odiaba quedarse solo o encerrado, como si lo fuera a abandonar allí.
— Necesito algo más de ayuda — se señaló el brazo, haciendo un soberano esfuerzo por mantenerse de pie. Carmen había consumido hasta sus últimas energías con aquel movimiento. — Por favor — pidió, rezando porque se tratara de una buena persona.
— ¡¿Pero qué...?! — Carmen, al no ver nada en el establecimiento volvió a cerrar la puerta y se estiró para alcanzar la ventana de nuevo, al asomarse vio a un hombre forcejeando con uno de los zombies. El brazo le dolía demasiado y aún así saltó al exterior de nuevo, dejando a Capi no de muy buen humor en el interior al quedarse solo. Carmen lo prefería así, a veces le daba miedo dejarlo suelto por ahí sabiendo lo que se podía encontrar.
La morena se acercó a las figuras, se trataba de un hombre que trataba de evitar una mordedura fatal. Ella saltó sobre el no muerto, a sus espaldas, tratando de clavar el cuchillo en su nuca aprovechando que estaba distraído con la otra persona que podría servirle de comida. Carmen pudo sentir como la cuchilla se hundía en el pútrido cráneo y el chasquido que se produjo fue tan desagradable que hasta ella frunció los labios.
Pero aquello fue demasiado ya para su cuerpo, estaba herida y cansada. Además había perdido bastante sangre y conforme sacó el cuchillo, la mujer retrocedió un par de pasos tambaleándose ligeramente a causa del mareo.
— Ay señor... — susurró para ella misma, en su idioma nativo, al sentir como la cabeza le daba vueltas. El otro zombie estaba bien muerto y en apariencia no habían más por allí, a no ser que hubieran más en la tienda, la cual aún no había podido revisar. La sangre caía con suavidad por su brazo izquierdo, a la vez que se escuchaban los suspiros y llantos de Capi, desde la ventana abierta. El pobre animal odiaba quedarse solo o encerrado, como si lo fuera a abandonar allí.
— Necesito algo más de ayuda — se señaló el brazo, haciendo un soberano esfuerzo por mantenerse de pie. Carmen había consumido hasta sus últimas energías con aquel movimiento. — Por favor — pidió, rezando porque se tratara de una buena persona.
- DADOS:
- D1 Mi ataque al zombie: 5 + 4 = 9.
D2 Mi defensa del zombie: 4 + 7 = 11.
D3 Ataque del zombie: 1 + 6 = 7.
D4 Defensa del zombie: 1 + 4 = 5.
Vida Zombie 10 - (7+3) = 0.
Mi vida 30.
El miembro 'Carmen Ruiz' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
De golpe escucho un perro ladrar ¿Era broma? ¿Hacía cuánto tiempo que no escuchaba a un perro? Jamás se había puesto a pensar en los animales y los poco que parecía haber desde que toda esa mierda se desatará, suponía que también habían sido víctima de los zombies pero era algo que no quería tener en la cabeza ¿Porque será que uno puede ver personas morir pero cuando se trata de animales se hace casi imposible? De cualquier manera Matthew tenía que prestar una chica moleta atención al zombie que se le había venido encima, no podía morir de manera tan estúpida luego de haber sobrevivido a otras cosas peores.
Fue cuando notó una figura detrás del zombie que le clavó algo en la cabeza, pudo escucharse el sonido del cráneo rompiéndose y el cuerpo del zombie quedó inerte así que Matt lo movió a un costado para quitárselo, dirigió la mirada a quien sea que lo había ayudado y noto que su salvadora era una mujer que parecía mareada. Así que Matthew se levantó para acercarse lentamente, le parecía que ella había hablado en otro idioma ¿De dónde sería? No estaba seguro -¿Hablas mí idioma?- pregunto con una voz calmada para que ella no se sintiera amenazada.
Fue hacia ella y la tomo del cintura porque parecía que ella iba a desmayarse -te tengo- le dijo con amabilidad y la ayudo a sentarse. Miro la camioneta en la que venía y dijo -voy a buscar mí mochila, espera, voy a ayudarte- suponía que el perro que podía escuchar era de ella pero nada le pasaría así que podía esperar un poco. Fue hasta la camioneta y tomo la mochila para moverse con rapidez hasta ella -bien, veamos que tienes- la ayudo a quitarse la ropa solo para poder ver la herida, no tenía mucho para ayudarla así que busco en su mochila, saco una pomada y un bote de pastillas
-Esta pomada es para las quemaduras pero roguemos que desinfecte un poco - saco los paquetes de vendas y suspiró, abrió uno para poder limpiarle la herida con una botella pequeña que tenía de agua -puede que esto duela un poco- se había asegurado de ver si era una mordedura o algo más pero parecía ser solo una mordedura. Le puso la pomada sobre la herida y la desparramó para que al menos dejara de sangrar, luego le puso la venda con cuidado -creo que vas a estar bien- saco unas pastillas del bote y se las dio junto con la botella de agua -te servirán con el dolor-
Hay personas que en general eran un problema, Matthew ha Is terminado por aceptar que su naturaleza era la de cuidar a las personas. No parecía haber un zombie cerca así que se sentó junto a ella -Supongo que es tu perro el que ladra- ayudando a la chica ha Is gastado casi todo lo que tenía para curarse así que ahora más que antes necesitaba buscar algo de provisiones -¿Encontraste algo adentro?¿Quieres que vayamos? Por cierto soy Matt- ella le había quitado un zombie de encima, y el la había curado así que suponía que estaban en buenos términos
Fue cuando notó una figura detrás del zombie que le clavó algo en la cabeza, pudo escucharse el sonido del cráneo rompiéndose y el cuerpo del zombie quedó inerte así que Matt lo movió a un costado para quitárselo, dirigió la mirada a quien sea que lo había ayudado y noto que su salvadora era una mujer que parecía mareada. Así que Matthew se levantó para acercarse lentamente, le parecía que ella había hablado en otro idioma ¿De dónde sería? No estaba seguro -¿Hablas mí idioma?- pregunto con una voz calmada para que ella no se sintiera amenazada.
Fue hacia ella y la tomo del cintura porque parecía que ella iba a desmayarse -te tengo- le dijo con amabilidad y la ayudo a sentarse. Miro la camioneta en la que venía y dijo -voy a buscar mí mochila, espera, voy a ayudarte- suponía que el perro que podía escuchar era de ella pero nada le pasaría así que podía esperar un poco. Fue hasta la camioneta y tomo la mochila para moverse con rapidez hasta ella -bien, veamos que tienes- la ayudo a quitarse la ropa solo para poder ver la herida, no tenía mucho para ayudarla así que busco en su mochila, saco una pomada y un bote de pastillas
-Esta pomada es para las quemaduras pero roguemos que desinfecte un poco - saco los paquetes de vendas y suspiró, abrió uno para poder limpiarle la herida con una botella pequeña que tenía de agua -puede que esto duela un poco- se había asegurado de ver si era una mordedura o algo más pero parecía ser solo una mordedura. Le puso la pomada sobre la herida y la desparramó para que al menos dejara de sangrar, luego le puso la venda con cuidado -creo que vas a estar bien- saco unas pastillas del bote y se las dio junto con la botella de agua -te servirán con el dolor-
Hay personas que en general eran un problema, Matthew ha Is terminado por aceptar que su naturaleza era la de cuidar a las personas. No parecía haber un zombie cerca así que se sentó junto a ella -Supongo que es tu perro el que ladra- ayudando a la chica ha Is gastado casi todo lo que tenía para curarse así que ahora más que antes necesitaba buscar algo de provisiones -¿Encontraste algo adentro?¿Quieres que vayamos? Por cierto soy Matt- ella le había quitado un zombie de encima, y el la había curado así que suponía que estaban en buenos términos
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Nublado - 08 º C - Washington D. C. - 01 de enero de 2016 - B.S.O.
— ¡Capi, por favor! — Carmen exclamó en dirección de la ventana, una vez que el hombre se había marchado. El perro soltó una especie de queja, como un llanto y guardó silencio. Entonces ella aprovechó para cerrar unos segundos los ojos, esa paz no le duró mucho más de eso.
— Gracias — suspiró. Resultaba de lo más extraño que otra persona quisiera ayudar a alguien hoy en día. — Me lo hice tratando de escapar de unos zombies, al pasar por una alambrada rota — explicó mientras que el hombre la ayudaba a quitarse el abrigo. — Con cuidado, por favor — tal vez él pensara que ella pedía atención por su herida, pero en realidad estaba muy atenta de evitar que él pudiera tener problemas por culpa de la herida de ella.
— Gracias de nuevo — cuando finalizó se volvió a colocar el abrigo. La mujer se mostraba algo recelosa, más que nada seria. Había pasado por tantas cosas desagradables en los últimos meses, que ahora le resultaba casi imposible volver a confiar en nadie. — Sí, Capi, es muy... protector — precisamente, al hablar de él, el husky soltó otra queja. — Yo soy Carmen, mucho gusto — estiró su mano sana en señal de saludo, prácticamente sin darse cuenta de que lo había hecho. Al fin y al cabo eran costumbres del viejo mundo que no se podían olvidar.
— Para nada, quería buscar algo de utilidad, pero apenas pude entrar en la tienda — respiró hondo, ya que había comenzado a darle un fuerte dolor de cabeza. Seguramente por el esfuerzo y la sangre perdida, solo esperaba que se le pasara rápido. No podía permitirse encontrarse mal en días como aquel.
— Ahora podemos entrar por la puerta delantera, antes no me dio tiempo ni a tratar de abrirla — se estiró con cuidado de no hacerse daño. — Tampoco sé si habrá algo, aunque con el ruido que ha hecho Capi... ya lo sabríamos — el perro volvió a llorar. Avanzó con bastante calma a la entrada del establecimiento, Carmen portaba unas ganzúas en uno de los bolsillos de la chaqueta con las que comenzó a forzar la cerradura, tardó apenas cinco minutos y la puerta hizo un chasquido, al abrirse.
— Listo... — empujó la puerta y le hizo una señal para que pasara.
— Gracias — suspiró. Resultaba de lo más extraño que otra persona quisiera ayudar a alguien hoy en día. — Me lo hice tratando de escapar de unos zombies, al pasar por una alambrada rota — explicó mientras que el hombre la ayudaba a quitarse el abrigo. — Con cuidado, por favor — tal vez él pensara que ella pedía atención por su herida, pero en realidad estaba muy atenta de evitar que él pudiera tener problemas por culpa de la herida de ella.
— Gracias de nuevo — cuando finalizó se volvió a colocar el abrigo. La mujer se mostraba algo recelosa, más que nada seria. Había pasado por tantas cosas desagradables en los últimos meses, que ahora le resultaba casi imposible volver a confiar en nadie. — Sí, Capi, es muy... protector — precisamente, al hablar de él, el husky soltó otra queja. — Yo soy Carmen, mucho gusto — estiró su mano sana en señal de saludo, prácticamente sin darse cuenta de que lo había hecho. Al fin y al cabo eran costumbres del viejo mundo que no se podían olvidar.
— Para nada, quería buscar algo de utilidad, pero apenas pude entrar en la tienda — respiró hondo, ya que había comenzado a darle un fuerte dolor de cabeza. Seguramente por el esfuerzo y la sangre perdida, solo esperaba que se le pasara rápido. No podía permitirse encontrarse mal en días como aquel.
— Ahora podemos entrar por la puerta delantera, antes no me dio tiempo ni a tratar de abrirla — se estiró con cuidado de no hacerse daño. — Tampoco sé si habrá algo, aunque con el ruido que ha hecho Capi... ya lo sabríamos — el perro volvió a llorar. Avanzó con bastante calma a la entrada del establecimiento, Carmen portaba unas ganzúas en uno de los bolsillos de la chaqueta con las que comenzó a forzar la cerradura, tardó apenas cinco minutos y la puerta hizo un chasquido, al abrirse.
— Listo... — empujó la puerta y le hizo una señal para que pasara.
Parecía que ella notaba como Matt estaba mirando la herida porque no tardó en explicar el motivo por el cual sangraba. Hacía muy poco había conocido a una persona inmune y la verdad es que todo podía pasar pero esperaba que ella no se transformará en una de esas mierdas y que tuviera que matarla porque estaba usando sus provisiones para tratar de frenar el sangrado de la mujer. Había que admitir que vivir en un mundo así era riesgoso ser mordido por esas mierdas, sino que no habían hospitales para ir en caso de una infección o enfermedad, por lo que era mejor evitar cualquiera de esas mierdas.
Dejó que ella se colocará el abrigo, la verdad es que estaba haciendo un frío de la mierda así que no podía culparla. Ambos se quedaron en silencio un rato hasta que pregunto por el perro y la miro -¿Capi?- sonrió con un poco de gracia, para el era extraño que un perro tuviera un rango militar -no he visto muchos perros en un buen tiempo, supongo que tienes suertes de tenerlo- dijo con amabilidad, el sabía muy bien que era extraño ser así en este mundo pero aprendió por las malas que lo que más importaba era estar vivos y encontrar cosas mejores.
Miro a la gosolinera y dijo -bien, creo que necesitamos entrar- dijo esperando encontrar algo adentro porque definitivamente necesitaba reponer algunas cosas. Se levantó y le ofreció la mano para que ella pudiera levantarse y caminar hasta la puerta -a demás de tu perro ¿No tienes a nadie?- claramente antes de silver lake el había estado solo por lo que no le parecía extraño, es solo que comenzaba a pensar que quizás lo mejor no era estar solo. Dejó que ella se tomará el tiempo para abrir la gasolinera y volvió a tomar su arma, lo mejor era estar preparado para lo que fuera que pudiera pasar.
Una vez que ella abrió la puerta el entro y lo primero que pudo notar eres el olor a encierro y humedad pero no había olor a nada que se hubiera podrido -deberias ir a buscar a tu perro- mientras el comenzaba a mirar las góndolas y buscar que podía encontrar
Dejó que ella se colocará el abrigo, la verdad es que estaba haciendo un frío de la mierda así que no podía culparla. Ambos se quedaron en silencio un rato hasta que pregunto por el perro y la miro -¿Capi?- sonrió con un poco de gracia, para el era extraño que un perro tuviera un rango militar -no he visto muchos perros en un buen tiempo, supongo que tienes suertes de tenerlo- dijo con amabilidad, el sabía muy bien que era extraño ser así en este mundo pero aprendió por las malas que lo que más importaba era estar vivos y encontrar cosas mejores.
Miro a la gosolinera y dijo -bien, creo que necesitamos entrar- dijo esperando encontrar algo adentro porque definitivamente necesitaba reponer algunas cosas. Se levantó y le ofreció la mano para que ella pudiera levantarse y caminar hasta la puerta -a demás de tu perro ¿No tienes a nadie?- claramente antes de silver lake el había estado solo por lo que no le parecía extraño, es solo que comenzaba a pensar que quizás lo mejor no era estar solo. Dejó que ella se tomará el tiempo para abrir la gasolinera y volvió a tomar su arma, lo mejor era estar preparado para lo que fuera que pudiera pasar.
Una vez que ella abrió la puerta el entro y lo primero que pudo notar eres el olor a encierro y humedad pero no había olor a nada que se hubiera podrido -deberias ir a buscar a tu perro- mientras el comenzaba a mirar las góndolas y buscar que podía encontrar
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Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Nublado - 08 º C - Washington D. C. - 01 de enero de 2016 - B.S.O.
Asintió riendo en silencio también cuando le preguntó por el nombre del perro, era cierto que tenía mucha suerte de haberle encontrado... o más bien de que él la encontrara a ella. Estaba convencida de que salvó su vida y a veces, en los días más optimistas, incluso se preguntaba si no sería su "señal", su ángel de la guarda personal.
Carmen se adentró en el local tras el hombre. Al no ver zombies avanzó velozmente hacia la puerta del almacén y la abrió de par en par. Capi estaba tumbado en el suelo, con cara de pena mirando hacia la ventana, así que nada más abrir salió corriendo hacia ella, para girar a su alrededor, rozar sus piernas, mientras movía la cola feliz... Carmen sonrió y se agachó para llenárle de caricias, por toda la cabeza y orejas.
— Ya está campeón, ya pasó — susurraba ahora en español para él. Se puso en pie y se acercó también a revisar las estanterías, mientras que el perro lo olisqueaba todo, incluido el hombre que la acababa de ayudar. — No, viajamos los dos solos, estaba con un grupo, pero... murieron todos — Carmen se encogió ligeramente de hombros, no le gustaba hablar de ello.
Observaba entre las destartaladas estanterías. Daba la impresión de que por allí había pasado mucha gente, porque la mayoría de cajas estaban vacías. Así que las alzaba, agitándolas, comprobando que estaban vacías, las dejaba caer al suelo... ¡y bingo! Dio con una pastilla de jabón, que echó directa en su petate, una caja de un medicamento llamado Lentz y un paquete de arroz. Le fue inevitable recordar otros tiempos, en los que su abuelo la llevaba al campo los domingos y hacían paella. Su estómago se quejó, dolorido por tal pensamiento y sobre todo por el hambre.
— He encontrado unas pastillas, vienen dos tabletas de diez cada una... — Carmen leía su información, aliviaban dolores comunes, como el paracetamol de toda la vida. Se acercó al hombre y le entregó una de las tabletas. — Gracias — era su forma de agradecerle la ayuda. — ¿Quieres arroz también? No me importa darte la mitad — siempre había sido una persona generosa y al parecer lo seguía siendo. Pese a todo, él la había ayudado y con personas así, pues... le era inevitable no ser amable.
Carmen se adentró en el local tras el hombre. Al no ver zombies avanzó velozmente hacia la puerta del almacén y la abrió de par en par. Capi estaba tumbado en el suelo, con cara de pena mirando hacia la ventana, así que nada más abrir salió corriendo hacia ella, para girar a su alrededor, rozar sus piernas, mientras movía la cola feliz... Carmen sonrió y se agachó para llenárle de caricias, por toda la cabeza y orejas.
— Ya está campeón, ya pasó — susurraba ahora en español para él. Se puso en pie y se acercó también a revisar las estanterías, mientras que el perro lo olisqueaba todo, incluido el hombre que la acababa de ayudar. — No, viajamos los dos solos, estaba con un grupo, pero... murieron todos — Carmen se encogió ligeramente de hombros, no le gustaba hablar de ello.
Observaba entre las destartaladas estanterías. Daba la impresión de que por allí había pasado mucha gente, porque la mayoría de cajas estaban vacías. Así que las alzaba, agitándolas, comprobando que estaban vacías, las dejaba caer al suelo... ¡y bingo! Dio con una pastilla de jabón, que echó directa en su petate, una caja de un medicamento llamado Lentz y un paquete de arroz. Le fue inevitable recordar otros tiempos, en los que su abuelo la llevaba al campo los domingos y hacían paella. Su estómago se quejó, dolorido por tal pensamiento y sobre todo por el hambre.
— He encontrado unas pastillas, vienen dos tabletas de diez cada una... — Carmen leía su información, aliviaban dolores comunes, como el paracetamol de toda la vida. Se acercó al hombre y le entregó una de las tabletas. — Gracias — era su forma de agradecerle la ayuda. — ¿Quieres arroz también? No me importa darte la mitad — siempre había sido una persona generosa y al parecer lo seguía siendo. Pese a todo, él la había ayudado y con personas así, pues... le era inevitable no ser amable.
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Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Escucho como ella se adentraba en el lugar e iba a buscar a su perro, si solo viajaba con el, tenía muchas lógica que ella se preocupara primero por el. La miro de reojo darle cariño al animal y suspiró -es un lindo perro. Se ve que te quiere mucho- dijo mientras tomaba lo que había encontrado y lo guardaba en la mochila. Y la miraba a ella buscar entre los espacios que parecían llenos de basura. La escucho decir que había estado con un grupo de personas -eso es una mierda, lo siento- porque el había perdido a gente en Atlanta, quizás a veces su atención se había desviado a una sola persona pero sabía lo que era perder.
Noto lo que ella decía mientras el levantaba una planta y dijo -no tengo ni puta idea para que es esto pero me la llevo- sonrió algo divertido y luego negó con tranquilidad -esta bien, guárdalo, tengo unas latas de comida en la camioneta ¿Has comido algo hoy- miro al perro y suspiró -creo que los dos necesitan comidas ¿Que les parece? Quizás pueda llevarlos a algún lado- se quedó pensando solo unos segundos y pensó que quizás iban a matarlo por eso pero el simplemente no podía dejar a nadie tirado sin ofrecerle ayuda.
Le entrego una lata de Coca-Cola y el abrió la suya -¿Cuál es el plan? Osea... Quieres seguir sola? O te gustaría encontrar un refugio?- por supuesto habría todo un protocolo de seguridad pero ella y su perro estaban solos y en un mundo como eso, era una real mierda eso. Así que no dudaría en prestarle ayuda. Camino hacia afuera y dijo - parece que no hay zombies por aquí, podríamos comer algo tranquilo, la verdad es que está haciendo bastante frío -
Salió de la gasolinera y busco un par de latas, también un paquete de carne deshidratada y volvio con ellos. Le entrego una lata a ella y el paquete de carne -esa es para el perro- probablemente nadie en su sano juicio le daría de comer a un perro, pero un compañero era un compañero sin importar en cuántas patas caminaba. Se apoyó en el mostrador y abrió la lata de frutas para comenzar a comer
Noto lo que ella decía mientras el levantaba una planta y dijo -no tengo ni puta idea para que es esto pero me la llevo- sonrió algo divertido y luego negó con tranquilidad -esta bien, guárdalo, tengo unas latas de comida en la camioneta ¿Has comido algo hoy- miro al perro y suspiró -creo que los dos necesitan comidas ¿Que les parece? Quizás pueda llevarlos a algún lado- se quedó pensando solo unos segundos y pensó que quizás iban a matarlo por eso pero el simplemente no podía dejar a nadie tirado sin ofrecerle ayuda.
Le entrego una lata de Coca-Cola y el abrió la suya -¿Cuál es el plan? Osea... Quieres seguir sola? O te gustaría encontrar un refugio?- por supuesto habría todo un protocolo de seguridad pero ella y su perro estaban solos y en un mundo como eso, era una real mierda eso. Así que no dudaría en prestarle ayuda. Camino hacia afuera y dijo - parece que no hay zombies por aquí, podríamos comer algo tranquilo, la verdad es que está haciendo bastante frío -
Salió de la gasolinera y busco un par de latas, también un paquete de carne deshidratada y volvio con ellos. Le entrego una lata a ella y el paquete de carne -esa es para el perro- probablemente nadie en su sano juicio le daría de comer a un perro, pero un compañero era un compañero sin importar en cuántas patas caminaba. Se apoyó en el mostrador y abrió la lata de frutas para comenzar a comer
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¿Un refugio? Carmen negó rápidamente, casi le fue impulsivo. No podía acercarse a otras personas, sería ponerlas en riesgo de forma innecesaria.
— El plan es sobrevivir — se limitó a decir mientras se encogía de hombros.— Gracias — tomó la lata y la abrió rápidamente, tenía mucha sed, así que comenzó a beber. El hambre era peor, pero el azúcar de la cocacola le resultó de lujo. No quiso hablar más del tema, en realidad hasta lo esquivó. Hasta el hecho de hablar de su grupo, de la que se estaba convirtiendo en su familia, ni siquiera supo que pasó con sus abuelos y eso le dolía. Había podido hablar un par de veces con ellos y un día los teléfonos se cortaron.
— ¿En serio? — notablemente sorprendida sujetó la otra lata de comida y el paquete, ¿podía aceptarlo? Entonces se fijó en Capi, que la miraba con ojitos de cordero. Carmen abrió el paquete de carne deshidratada y le dio un par de trozos. — Muchísimas gracias — el perro devoraba los trozos de carne mientras ella guardaba el resto y se acercaba a él con la lata.
— Tal vez podamos improvisar una parrilla con algunas cosas de las que hay aquí — recogió una rejilla de la ventilación del suelo, que parecía haberse caído de la pared. Luego colocó un par de latas vacías, en cuatro para dejar la rejilla sobre estas y comenzó a buscar cosas para improvisar un fuego que encendería bajo la rejilla. — Aquí podemos calentar la comida, ¿tienes fuego? — decía mientras colocaba las cosas bajo su improvisada parrilla.
— ¿Tú... tienes a alguien? — se arrepintió de preguntar aquello, porque tal vez la conversación girase en torno a lo que ella quería evitar, pero no supo qué más decirle y aquel silencio comenzaba a incomodarla.
— El plan es sobrevivir — se limitó a decir mientras se encogía de hombros.— Gracias — tomó la lata y la abrió rápidamente, tenía mucha sed, así que comenzó a beber. El hambre era peor, pero el azúcar de la cocacola le resultó de lujo. No quiso hablar más del tema, en realidad hasta lo esquivó. Hasta el hecho de hablar de su grupo, de la que se estaba convirtiendo en su familia, ni siquiera supo que pasó con sus abuelos y eso le dolía. Había podido hablar un par de veces con ellos y un día los teléfonos se cortaron.
— ¿En serio? — notablemente sorprendida sujetó la otra lata de comida y el paquete, ¿podía aceptarlo? Entonces se fijó en Capi, que la miraba con ojitos de cordero. Carmen abrió el paquete de carne deshidratada y le dio un par de trozos. — Muchísimas gracias — el perro devoraba los trozos de carne mientras ella guardaba el resto y se acercaba a él con la lata.
— Tal vez podamos improvisar una parrilla con algunas cosas de las que hay aquí — recogió una rejilla de la ventilación del suelo, que parecía haberse caído de la pared. Luego colocó un par de latas vacías, en cuatro para dejar la rejilla sobre estas y comenzó a buscar cosas para improvisar un fuego que encendería bajo la rejilla. — Aquí podemos calentar la comida, ¿tienes fuego? — decía mientras colocaba las cosas bajo su improvisada parrilla.
— ¿Tú... tienes a alguien? — se arrepintió de preguntar aquello, porque tal vez la conversación girase en torno a lo que ella quería evitar, pero no supo qué más decirle y aquel silencio comenzaba a incomodarla.
Levantó una ceja al ver como negaba ante la idea de un refugio ¿Quién la podría haber jodido tanto como para querer estar lejos de todos? La verdad es que no debería sorprenderse por esas cosas era de lo más común cruzarse con gente que no estaba muy normal -no es muy bueno estar solo, siempre es bueno tener a quien te respalde y mira que yo he pasado mucho tiempo solo- le dijo como consejo pero no iba a meterse en lo que ella decidiera.
Acepto la lata de gaseosa y la verdad es que el también abrió la suya, quizás había salido por provisiones y había terminado con menos de lo que había llegado pero la verdad no le importaba, ya encontraría más, y en todo caso en Silver lake había provisiones, ya volvería a salir para buscar más. Así que salió y busco en la camioneta algunas cosas para que pudieran comer, ella y el perro parecían tener hambre, si estaban solos, al menos el podía ayudarlos ese día.
Pareció sorprendida por las cosas y el sonrio -hace muy poco aprendí que las cosas solo son cosas y que hay otras más importante, tú y el necesitan comer, ya encontré más - sabía que la amabilidad no era algo que se encontrará todos los días pero el era así y ya no importaba que pensaran los demás. Noto que el perro parecía bastante agradecido por la comida y el miro a la mujer -¿Puedo tocarlo?- no tenía interés en que el perro lo mordiera porque aunque que no fuera a contagiarlo del virus, igual dolería como la mierda.
Miro a la mujer que le decía sobre hacer una parrilla y el dijo - supongo que si- se había acostumbrado a comer directamente de la lata pero también a una buena comida en el refugio así que ninguno de los dos le molestaba realmente. Tomo el encendedor y se lo entrego mientras de paso sacaba un cigarrillo y dijo - ¿Quieres?- no es que fumara mucho pero a veces disfrutaba de un cigarrillo.
Sonrió ante su pregunta ¿Tenía a alguien? Aún no estaba seguro pero de cualquier manera dijo -hace unos meses me uni a refugio, honestamente me gustaría llevarte allí, no creo que sea bueno estar sola pero creo que no quieres eso y la verdad es que tampoco pretendo pasar por arriba tuyo, solo piensatelo- le dio una calada al cigarrillo -o estabas hablando de alguien en especial?-
Acepto la lata de gaseosa y la verdad es que el también abrió la suya, quizás había salido por provisiones y había terminado con menos de lo que había llegado pero la verdad no le importaba, ya encontraría más, y en todo caso en Silver lake había provisiones, ya volvería a salir para buscar más. Así que salió y busco en la camioneta algunas cosas para que pudieran comer, ella y el perro parecían tener hambre, si estaban solos, al menos el podía ayudarlos ese día.
Pareció sorprendida por las cosas y el sonrio -hace muy poco aprendí que las cosas solo son cosas y que hay otras más importante, tú y el necesitan comer, ya encontré más - sabía que la amabilidad no era algo que se encontrará todos los días pero el era así y ya no importaba que pensaran los demás. Noto que el perro parecía bastante agradecido por la comida y el miro a la mujer -¿Puedo tocarlo?- no tenía interés en que el perro lo mordiera porque aunque que no fuera a contagiarlo del virus, igual dolería como la mierda.
Miro a la mujer que le decía sobre hacer una parrilla y el dijo - supongo que si- se había acostumbrado a comer directamente de la lata pero también a una buena comida en el refugio así que ninguno de los dos le molestaba realmente. Tomo el encendedor y se lo entrego mientras de paso sacaba un cigarrillo y dijo - ¿Quieres?- no es que fumara mucho pero a veces disfrutaba de un cigarrillo.
Sonrió ante su pregunta ¿Tenía a alguien? Aún no estaba seguro pero de cualquier manera dijo -hace unos meses me uni a refugio, honestamente me gustaría llevarte allí, no creo que sea bueno estar sola pero creo que no quieres eso y la verdad es que tampoco pretendo pasar por arriba tuyo, solo piensatelo- le dio una calada al cigarrillo -o estabas hablando de alguien en especial?-
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— ¡Capi, sit! — exclamó Carmen haciéndole una señal al perro para que tomara asiento, él obedeció poco a poco, con calma. — Eso, tú a tu ritmo... — se rió pasando la mano por encima de su cabeza. — Adelante, creo que le has caído bien, no te hará nada — nunca había visto a otra persona viva y amable acercarse a Capi, por lo que tenía curiosidad también, pero él se mostraba calmado y agradecido por la comida. Carmen esperaba no tener que arrepentirse de aquella decisión. — Hablaba de gente en general, con quien estar, pero si dices que estás en un refugio... respondes a ella — ella se encogió de hombros.
— Tenía una familia y... todos murieron, poco a poco... — se quedó por unos instantes encerrada en sus pensamientos, con los ojos en blanco. Podía escuchar los gritos en su cabeza, incluso podía ver la sangre, los llantos de aquellos que habían sido su familia... negó rápidamente, esforzándose en volver a la realidad. — No, yo no estoy sola, le tengo a él... y no necesito más, gracias — tal vez fuera más cortante de lo que pretendía. Pero pasar otra vez por lo que vivió en aquella granja... no, Carmen no se lo podía permitir. Aquella no era la primera vez que le ofrecían algo así, tenía que negarse, cada vez resultaba más difícil, pero era lo mejor, tanto para ellos como para ella.
Se apartó para volver su atención a la improvisada parrilla. Había encontrado una pequeña caja de madera que rompió con la ayuda de varios pisotones. Colocó los pequeños tablones y encima unos cartones que encontró para tratar de encender el fuego.
— ¿Matt? — antes de mirarle parpadeó varias veces, puesto que la mujer podía sentir el nudo en su garganta, respiró hondo y se tranquilizó. — ¿Me habías dicho que te llamabas Matt, verdad? — no pudo evitar sonreír, de forma amarga. — Lo siento, se me da fatal los nombres... — no estaba apenada por no recordar su nombre, claro que no era agradable olvidar un nombre, pero lo que la intranquilizaba tanto era su situación. Ella sabía que le ocurría algo y no quería hacerle daño a nadie. Así que por más que le pesara, lo mejor era mantenerse alejada del mundo entero. Capi era el único que podía estar a su lado, ya que él de alguna forma entendía la situación de Carmen y se apartaba de ella cuando peor estaba.
— Eres muy amable, gracias por todo — añadió. — Espero que todo te vaya bien, a ti y a los tuyos — hizo una mueca y volvió sus ojos al fuego, para tratar de terminar de encenderlo.
— Tenía una familia y... todos murieron, poco a poco... — se quedó por unos instantes encerrada en sus pensamientos, con los ojos en blanco. Podía escuchar los gritos en su cabeza, incluso podía ver la sangre, los llantos de aquellos que habían sido su familia... negó rápidamente, esforzándose en volver a la realidad. — No, yo no estoy sola, le tengo a él... y no necesito más, gracias — tal vez fuera más cortante de lo que pretendía. Pero pasar otra vez por lo que vivió en aquella granja... no, Carmen no se lo podía permitir. Aquella no era la primera vez que le ofrecían algo así, tenía que negarse, cada vez resultaba más difícil, pero era lo mejor, tanto para ellos como para ella.
Se apartó para volver su atención a la improvisada parrilla. Había encontrado una pequeña caja de madera que rompió con la ayuda de varios pisotones. Colocó los pequeños tablones y encima unos cartones que encontró para tratar de encender el fuego.
— ¿Matt? — antes de mirarle parpadeó varias veces, puesto que la mujer podía sentir el nudo en su garganta, respiró hondo y se tranquilizó. — ¿Me habías dicho que te llamabas Matt, verdad? — no pudo evitar sonreír, de forma amarga. — Lo siento, se me da fatal los nombres... — no estaba apenada por no recordar su nombre, claro que no era agradable olvidar un nombre, pero lo que la intranquilizaba tanto era su situación. Ella sabía que le ocurría algo y no quería hacerle daño a nadie. Así que por más que le pesara, lo mejor era mantenerse alejada del mundo entero. Capi era el único que podía estar a su lado, ya que él de alguna forma entendía la situación de Carmen y se apartaba de ella cuando peor estaba.
— Eres muy amable, gracias por todo — añadió. — Espero que todo te vaya bien, a ti y a los tuyos — hizo una mueca y volvió sus ojos al fuego, para tratar de terminar de encenderlo.
Bueno, ella parecía tener al animal completamente entrenado porque cuando Matt pregunto si podía tocarlo, lo mando a sentarse con rapidez -vaya- murmuró mientras acercaba la mano para que el perro pudiera olerla antes de pasarla suavemente por el pelaje de la cabeza -vaya, es una muy buena compañía- no dudaba que si encontraba un perro lo llevaría con el pero la verdad es que era realmente difícil de encontrar a uno qu no estuviera muerto o hecho un zombie.
Levantó la vista a la mujer cuando le explicó que hablaba en general y el sonrió -pues entonces si, tengo a la gente del refugio- y a pesar que llevaba un par de meses en eso, no los conocía a todos. Clavo la mirada en ella pero la dejó hablar, por alguna razón no quería tocar el tema, quizás porque sabía lo doloroso que podía llegar a ser para una persona recordar la muerte de cada persona que apreciaba. Se acercó un poco a ella y dijo -bien, lo respeto pero si algún día cambias de opinión, deberías ir a California, yo me encargaré de encontrarte- la ubicación del refugio no era algo que iba a compartir a la primera pero pero pero daba la oportunidad si ella quería.
Dejó que ella se alejara para darle su espacio mientras el volvía a acariciar la cabeza del canino y solo volvió su atención a ella cuando lo llamo por su nombre -asi es- le sonrió divertido a la chica que parecía preocuparse por haberse equivocado de nombre. Negó con lo que decía y se apoyó en una góndola -en realidad creo que el mundo es una mierda y que los humanos nos estamos extinguiendo así que debemos ayudarnos lo máximo posible porque si no es así, simplemente nos extinguiremos - tampoco creía que el fuera un santo que mereciera tanto.
Había sacado un cigarrillo y lo fumaba lentamente cuando ella le daba la espalda y sonrió -si, yo también espero que nos vaya bien. Porque si es así vamos a joder a umbrella- dijo con completa sinceridad, después de todo era una completa verdad
Levantó la vista a la mujer cuando le explicó que hablaba en general y el sonrió -pues entonces si, tengo a la gente del refugio- y a pesar que llevaba un par de meses en eso, no los conocía a todos. Clavo la mirada en ella pero la dejó hablar, por alguna razón no quería tocar el tema, quizás porque sabía lo doloroso que podía llegar a ser para una persona recordar la muerte de cada persona que apreciaba. Se acercó un poco a ella y dijo -bien, lo respeto pero si algún día cambias de opinión, deberías ir a California, yo me encargaré de encontrarte- la ubicación del refugio no era algo que iba a compartir a la primera pero pero pero daba la oportunidad si ella quería.
Dejó que ella se alejara para darle su espacio mientras el volvía a acariciar la cabeza del canino y solo volvió su atención a ella cuando lo llamo por su nombre -asi es- le sonrió divertido a la chica que parecía preocuparse por haberse equivocado de nombre. Negó con lo que decía y se apoyó en una góndola -en realidad creo que el mundo es una mierda y que los humanos nos estamos extinguiendo así que debemos ayudarnos lo máximo posible porque si no es así, simplemente nos extinguiremos - tampoco creía que el fuera un santo que mereciera tanto.
Había sacado un cigarrillo y lo fumaba lentamente cuando ella le daba la espalda y sonrió -si, yo también espero que nos vaya bien. Porque si es así vamos a joder a umbrella- dijo con completa sinceridad, después de todo era una completa verdad
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Las palabras de él le dieron que pensar. Eran muy acertadas, pero aún así ella prefería seguir su camino, por temor a que pudiera ocurrir cualquier desgracia por su culpa. No deseaba volver a pasar por algo así, porque ya no sabría cómo podría seguir.
La morena no dijo gran cosa más y se limitó a terminar de encender el fuego y abrir las latas. Colocó ambas sobre aquella improvisada parrilla y con ayuda de una cuchara que portaba siempre, movió el contenido.
— ¿California? Eso queda muy lejos de aquí... — alzó la mirada hacia él para preguntarse por qué había viajado tan lejos de su refugio. — ¿Por qué has acabado en la otra punta del país? Si se puede preguntar — la simple idea de buscar recursos no se le hacía suficiente como justificación. Uno no tenía que irse tan lejos... ¿o si? ¿tan mal estaban las cosas al oeste del país?
— Esto ya está — avisó retirando con cuidado de no quemarse la rejilla del fuego para dejar ambas latas a un lado. Capi se acercó rápidamente a olerlas y Carmer lo agarró con fuerza. — Eh quieto — el perro retrocedió y se quedó mirando muy fijamente la comida. — Está bien entrenado, pero le gusta demasiado comer y a veces es un suplicio... — puesto que cada día resultaba más difícil encontrar comida. — Ahora te doy un poco, túmbate ahí, venga — Carmen señaló un lado del suelo, donde el animal, con toda la calma del mundo, se acercó y se dejó caer pesadamente. Una vez en el suelo, colocó su cabeza de tal forma que mirase a ambos y las latas. Sobre todo fijaba sus ojos en estas últimas, con cara de pena, pese a haber comido hacía apenas unos minutos.
— Da pena, pero debo ser firme — explicó mientras recogía una lata, con la ayuda de la propia manga de su abrigo, para no quemarse. Con su cuchara tomaba un poco del plato, soplaba y se lo llevaba a la boca. — Con el frío que hace... esto entra genial — puso los ojos en blanco mientras masticaba, con la boca cerrada y miraba hacia el techo. Estaba rico, antes había odiado la comida en lata y ahora era hasta un lujo.
— Por cierto, buen provecho... — se llevó una mano a la boca para taparse, cuando sonrió, al darse cuenta de que no había dicho nada. Igual hoy en día los modales se habían perdido, pero ella los seguía tratando de utilizar.
La morena no dijo gran cosa más y se limitó a terminar de encender el fuego y abrir las latas. Colocó ambas sobre aquella improvisada parrilla y con ayuda de una cuchara que portaba siempre, movió el contenido.
— ¿California? Eso queda muy lejos de aquí... — alzó la mirada hacia él para preguntarse por qué había viajado tan lejos de su refugio. — ¿Por qué has acabado en la otra punta del país? Si se puede preguntar — la simple idea de buscar recursos no se le hacía suficiente como justificación. Uno no tenía que irse tan lejos... ¿o si? ¿tan mal estaban las cosas al oeste del país?
— Esto ya está — avisó retirando con cuidado de no quemarse la rejilla del fuego para dejar ambas latas a un lado. Capi se acercó rápidamente a olerlas y Carmer lo agarró con fuerza. — Eh quieto — el perro retrocedió y se quedó mirando muy fijamente la comida. — Está bien entrenado, pero le gusta demasiado comer y a veces es un suplicio... — puesto que cada día resultaba más difícil encontrar comida. — Ahora te doy un poco, túmbate ahí, venga — Carmen señaló un lado del suelo, donde el animal, con toda la calma del mundo, se acercó y se dejó caer pesadamente. Una vez en el suelo, colocó su cabeza de tal forma que mirase a ambos y las latas. Sobre todo fijaba sus ojos en estas últimas, con cara de pena, pese a haber comido hacía apenas unos minutos.
— Da pena, pero debo ser firme — explicó mientras recogía una lata, con la ayuda de la propia manga de su abrigo, para no quemarse. Con su cuchara tomaba un poco del plato, soplaba y se lo llevaba a la boca. — Con el frío que hace... esto entra genial — puso los ojos en blanco mientras masticaba, con la boca cerrada y miraba hacia el techo. Estaba rico, antes había odiado la comida en lata y ahora era hasta un lujo.
— Por cierto, buen provecho... — se llevó una mano a la boca para taparse, cuando sonrió, al darse cuenta de que no había dicho nada. Igual hoy en día los modales se habían perdido, pero ella los seguía tratando de utilizar.
Parecía estar realmente pensativa, así que no dijo mucho más, ya le había ofrecido u refugio y le ha Is dicho el motivo por el cual pensaba que ayudarse era lo mejor que podían hacer las personas ¿No era extraño? Después de todo Matt había sentido que desde lo que le había pasado en Florida todo había cambiado para el. Si bien el siempre había sentido que debe a ayudar a las personas, lo hacía más por instinto que por el simple hecho de que aquello podía llegar a salvar el mundo, pero ahora entendía que no importaba como antes zombies o creaciones de umbrella matará, lo que importaba era ¿A cuantos podía ayudar?
Dejó que ella se encargará de calentar la comida en aquella especie de parrilla que había improvisado, mientras el dedicaba a acariciar la cabeza de aquel perro -en realidad no está tan lejos, solo es un estado y la verdad es que si estás buscando suministros, no es nada facil- como había dicho antes, Matt últimamente se dedicaba a ayudar lo más que podía.
Se levantó y dijo - ¿Me creerías si te digo que hace unas semanas casi me muero y tuve una revelación?- sonreía porque sabía lo loco que podía sonar aquello -hasta no hace mucho tiempo yo era nómada pero entendí que la única manera de salvar a este mundo es uniendonos. A veces puede parecer difícil, incluso imposible pero es necesario- sonaba a charla motivacional pero para el era una verdad -por eso me frene al ver a los zombies, parecían estar tras alguien y salvar a una persona puede hacer un cambio, quizás tú mañana ayudes a alguien que pueda crear una cura y me gusta pensar que mientras más me alejó del refugio, más puedo encontrar a personas que necesiten esa ayuda-
Se acercó a ella cuando escucho que lo de las latas estaba listo y volvió a sonreír amable. -bueno, creo que debe tener tanta hambr como cualquiera pero parece que se controla muy bien- dijo sin preocuparle mucho que el perro se acercara a su comida. El tomo su lata y dijo -bueno, tú debes ser firme... Pero yo no puedo - tomo un pedazo de cartón que encontró y lo puso frente al perro para luego agarrar su lata y dejar que medio contenido cayera en el cartón -provecho muchacho- le acarició la cabeza y se levantó para mirarla a ella
-Creeme, yo tengo más comida en el refugio, prefiero que ustedes coman- dijo con cierta inocencia pues sabía que ella podía molestarse por lo que acababa de hacer. Dejó que ella empezará a comer, mientras el miraba su lata y luego se la llevó a la boca para poder tomar un poco del contenido -¿Cómo llegaste aquí?- dijo cuando logró tragar lo que sea que fuera eso
Dejó que ella se encargará de calentar la comida en aquella especie de parrilla que había improvisado, mientras el dedicaba a acariciar la cabeza de aquel perro -en realidad no está tan lejos, solo es un estado y la verdad es que si estás buscando suministros, no es nada facil- como había dicho antes, Matt últimamente se dedicaba a ayudar lo más que podía.
Se levantó y dijo - ¿Me creerías si te digo que hace unas semanas casi me muero y tuve una revelación?- sonreía porque sabía lo loco que podía sonar aquello -hasta no hace mucho tiempo yo era nómada pero entendí que la única manera de salvar a este mundo es uniendonos. A veces puede parecer difícil, incluso imposible pero es necesario- sonaba a charla motivacional pero para el era una verdad -por eso me frene al ver a los zombies, parecían estar tras alguien y salvar a una persona puede hacer un cambio, quizás tú mañana ayudes a alguien que pueda crear una cura y me gusta pensar que mientras más me alejó del refugio, más puedo encontrar a personas que necesiten esa ayuda-
Se acercó a ella cuando escucho que lo de las latas estaba listo y volvió a sonreír amable. -bueno, creo que debe tener tanta hambr como cualquiera pero parece que se controla muy bien- dijo sin preocuparle mucho que el perro se acercara a su comida. El tomo su lata y dijo -bueno, tú debes ser firme... Pero yo no puedo - tomo un pedazo de cartón que encontró y lo puso frente al perro para luego agarrar su lata y dejar que medio contenido cayera en el cartón -provecho muchacho- le acarició la cabeza y se levantó para mirarla a ella
-Creeme, yo tengo más comida en el refugio, prefiero que ustedes coman- dijo con cierta inocencia pues sabía que ella podía molestarse por lo que acababa de hacer. Dejó que ella empezará a comer, mientras el miraba su lata y luego se la llevó a la boca para poder tomar un poco del contenido -¿Cómo llegaste aquí?- dijo cuando logró tragar lo que sea que fuera eso
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Carmen se quedó muy quieta al escuchar las palabras de él, aquello le hizo plantearse muchas cosas, tal vez demasiadas... pensamientos que había estado omitiendo porque conocía la respuesta y le daba miedo asumir esa realidad. Hacía mucho tiempo atrás que había abandonado esa mentalidad suya de querer contribuir en el mundo con su granito de arena. Era como si tras que todos aquellos a los que había visto morir, una parte de ella también hubiera muerto. Y ni más ni menos que de lo que solía sentirse más orgullosa. No fue capaz de decir nada al respecto, por más que esas palabras la hubieran tocado bien.
Se sorprendió a si misma con la cuchara en la mano y la mirada fija en la lata. Los ruidos que producía Capi al devorar su comida la espabilaron.
— Oh... es un pequeño embaucador, con esa carita de pena... — su voz sonó realmente dulce cuando miró al perro. No podía enfadarse ni con Matt, ni con Capi.
— Yo ni debería estar aquí... — empezó a decir mientras movía la comida, una vez más en la lata. — Estaba pasando unas... "vacaciones" digamos, mi hogar está en España y todo esto nos pilló por sorpresa... y aquí estoy, en un país que apenas conozco de turismo tras el fin del mundo — Carmen se encogió de hombros con una leve sonrisa algo forzada, echaba de menos su tierra, su hogar... su abuelo, sus compañeros... su mirada era triste, aunque trataba de sonreír. — Así que... ahora aprovecho: la Estatua de la libertad, puede que Las Vegas próximamente... está todo en temporada baja — ese era el lado positivo, se sentía libre de hacer lo que quisiera y ahora podría por ejemplo recorrer la ruta 66 en un bonito coche, pero la idea de que moriría sin volver a pisar suelo español la entristecía mucho, porque ya se había hecho a la idea de ello.
Estaba más perdida que nunca, y había tomado la decisión de que era mejor así. Ella tendría quedarse cuenta de su error. De hasta qué punto estaba haciendo mal o bien las cosas. A saber cuándo sería ese momento. Pero las palabras de él se habían quedado ahí, porque ella siempre había tenido una forma de pensar similar y necesitaba eso, aunque ahora lo negase, más que nada por miedo.
— ¿Y tú, qué hay de ti? — pregunto, para luego dar otra cucharada a la lata. Sí, decía que quería evitar a la gente, pero poder charlar con alguien que no quisiera devorarte, robarte o a saber que atrocidad más... era un lujo muy placentero hoy en día. Una comida tranquila y una conversación a la que no fueran a responder con un ladrido. ¿Qué más podía pedir aquel día?
Se sorprendió a si misma con la cuchara en la mano y la mirada fija en la lata. Los ruidos que producía Capi al devorar su comida la espabilaron.
— Oh... es un pequeño embaucador, con esa carita de pena... — su voz sonó realmente dulce cuando miró al perro. No podía enfadarse ni con Matt, ni con Capi.
— Yo ni debería estar aquí... — empezó a decir mientras movía la comida, una vez más en la lata. — Estaba pasando unas... "vacaciones" digamos, mi hogar está en España y todo esto nos pilló por sorpresa... y aquí estoy, en un país que apenas conozco de turismo tras el fin del mundo — Carmen se encogió de hombros con una leve sonrisa algo forzada, echaba de menos su tierra, su hogar... su abuelo, sus compañeros... su mirada era triste, aunque trataba de sonreír. — Así que... ahora aprovecho: la Estatua de la libertad, puede que Las Vegas próximamente... está todo en temporada baja — ese era el lado positivo, se sentía libre de hacer lo que quisiera y ahora podría por ejemplo recorrer la ruta 66 en un bonito coche, pero la idea de que moriría sin volver a pisar suelo español la entristecía mucho, porque ya se había hecho a la idea de ello.
Estaba más perdida que nunca, y había tomado la decisión de que era mejor así. Ella tendría quedarse cuenta de su error. De hasta qué punto estaba haciendo mal o bien las cosas. A saber cuándo sería ese momento. Pero las palabras de él se habían quedado ahí, porque ella siempre había tenido una forma de pensar similar y necesitaba eso, aunque ahora lo negase, más que nada por miedo.
— ¿Y tú, qué hay de ti? — pregunto, para luego dar otra cucharada a la lata. Sí, decía que quería evitar a la gente, pero poder charlar con alguien que no quisiera devorarte, robarte o a saber que atrocidad más... era un lujo muy placentero hoy en día. Una comida tranquila y una conversación a la que no fueran a responder con un ladrido. ¿Qué más podía pedir aquel día?
Parecía algo callada ante todas las palabras de Matthew como si realmente la tocaran en algo de lo que ella no quería hablar, quizás solo había perdido a su grupo y era la única que había sobrevivido pero si algo había aprendido el, era que no podías ayudar a quien no quería recibir ayuda, por eso le había ofrecido su comida, no porque fuera un santo en si, sino porque era lo mayor que podía hacer por ella.
Dejó que mirara la lata, e incluso que disfrutara de lo que había adentro. No estaba seguro que llevaban un par de días sin comer por lo que era mejor que ellos pudieran hacerlo. Volvió a mirar al perro y dejó salir una risa - bueno, en ese caso. Creo que he caído en su trampa- porque a él si le había dado esa lástima que el perro intentaba lograr en las personas. Pero de cualquier manera el se acomodo mientras comenzó a comer lo que quedaba en su lata.
No era la primera persona que conocía que ni siquiera debía estar en ese país, sin ir más lejos hace poco había estado entrenado con una chica del campamento, era rusa y había terminado en América sin saber lo que iba a pasar -bueno, eso es bastante porquería porque imagino que es complicado estar solo- aunque el ya le había hecho la invitación al campamento, así que no iba a hacer o decir algo más que la hiciera sentir presionada.
-Bueno, tienes que tener en cuenta que el clima se volvió algo loco, pero supongo que sí se puede hacer turismo- le dio una sonrisa amable porque honestamente no sabía que más decirle ¿Por qué quería seguir sola? Lo llenaba de curiosidad pero seguía repitiéndose que eso no era de su incumbencia.
Se acomodo en su lugar y dijo -no hay una gran historia. Era soldado del ejército, le estaba por casar con una linda chica y estaba en una misión lejos de casa cuando todo se desato- sonrió ante aquellos recuerdos -asi que moví cada contacto que tenía para ir a nueva York por mí chica. Y lo hice, pero cuando llegue a casa ella no estaba. Lo que le hizo volver a mí base. Un par de semanas después ella llegó a mí base. Nos unimos a un refugio en Atlanta por unas semanas- se llevó una nueva cucharada a la boca y cuando trago continuo - el refugio fue atacado y casi todos murieron. Ella despacio así que mantuve nómada mucho tiempo hasta que hace unos meses la encontré en California. Ella me llevo a su refugio y bueno... Ahora trabajo para hacer un mundo mejor... Ya se, sueno como un cochino hippie ¿No?-
Dejó que mirara la lata, e incluso que disfrutara de lo que había adentro. No estaba seguro que llevaban un par de días sin comer por lo que era mejor que ellos pudieran hacerlo. Volvió a mirar al perro y dejó salir una risa - bueno, en ese caso. Creo que he caído en su trampa- porque a él si le había dado esa lástima que el perro intentaba lograr en las personas. Pero de cualquier manera el se acomodo mientras comenzó a comer lo que quedaba en su lata.
No era la primera persona que conocía que ni siquiera debía estar en ese país, sin ir más lejos hace poco había estado entrenado con una chica del campamento, era rusa y había terminado en América sin saber lo que iba a pasar -bueno, eso es bastante porquería porque imagino que es complicado estar solo- aunque el ya le había hecho la invitación al campamento, así que no iba a hacer o decir algo más que la hiciera sentir presionada.
-Bueno, tienes que tener en cuenta que el clima se volvió algo loco, pero supongo que sí se puede hacer turismo- le dio una sonrisa amable porque honestamente no sabía que más decirle ¿Por qué quería seguir sola? Lo llenaba de curiosidad pero seguía repitiéndose que eso no era de su incumbencia.
Se acomodo en su lugar y dijo -no hay una gran historia. Era soldado del ejército, le estaba por casar con una linda chica y estaba en una misión lejos de casa cuando todo se desato- sonrió ante aquellos recuerdos -asi que moví cada contacto que tenía para ir a nueva York por mí chica. Y lo hice, pero cuando llegue a casa ella no estaba. Lo que le hizo volver a mí base. Un par de semanas después ella llegó a mí base. Nos unimos a un refugio en Atlanta por unas semanas- se llevó una nueva cucharada a la boca y cuando trago continuo - el refugio fue atacado y casi todos murieron. Ella despacio así que mantuve nómada mucho tiempo hasta que hace unos meses la encontré en California. Ella me llevo a su refugio y bueno... Ahora trabajo para hacer un mundo mejor... Ya se, sueno como un cochino hippie ¿No?-
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