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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Cuando los zombies eran cosa de Romero #Thea & Dallas
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22 de octubre de 2012 · Comisaría STARS · Nueva York · 22:00
— Hoy está esto muy tranquilo... ¿Por qué? — una curiosa Keith se paseaba por la oficina de los STARS de Nueva York con paso tranquilo. Como si anduviese sobre la barra de equilibrio, la joven de diecinueve años caminaba con lentitud hasta dejarse caer sobre la silla del escritorio de alguno de los miembros de la afamada unidad de élite. La castaña subió ambos pies a la silla, acurrucándose en esta para así impulsarse con ayuda de los brazos y poder girar. Vuelta tras vuelta cerraba los ojos mirando hacia el techo, riéndose como si fuera una cría.
— Mary Keith Basanti Kästner — su padre alzó la mirada por encima del informe para regañarla. Keith sabía que en verdad no la estaba regañando, pues de haberlo hecho habría omitido el "Mary", ella no se llamaba Mary Keith, si no que era algo que su padre utilizaba para picarla a menudo, de haberla querido regañar tan solo le habría bastado y sobrado gritar un "Keith", bien alto. Sin embargo, aquella forma poco convencional era también un método de indicarle que su paciencia estaba por venirse abajo y que requería que su hija se comportara como debía. — Si no hay nadie... — Keith se movió perezosa sin mucho ánimo por hacer caso de su padre, pues andaba ahora curioseando las cosas que yacían sobre la mesa en la que se encontraba. Era como si estas le gritaran: ¡Ven, ven! O algo así... Keith observó el nombre del propietario escrito en una de las carpetas y sonrió con picardía. Pertenecía a Hal Ferris, este era el mejor amigo de su padre y a ella siempre le había parecido, seguramente, el tipo más atractivo que había visto nunca. Tal vez un poco sieso... Pero nadie era perfecto.
Keith se puso a registrar entre sus cosas, tal vez encontrara algo interesante que quedarse, un boli, alguno de esos adornos que solían los chicos colocar en sus mesas... Pero efectivamente Hal era aburrido hasta para eso. Cualquiera de sus amigas se habría vuelto loca por estar donde ahora estaba ella, Keith sabía que siempre la acompañaban a su casa o la estación de policías para ver si lograban ver a Hal, nada más, él era el guaperas de los STARS. Se rascó la cabeza mientras trataba de impulsarse de nuevo con ayuda de la mesa, pero esta vez en la dirección del escritorio de en frente, seguro que Thea tenía cosas más interesantes. — Keith... — la joven alzó la mirada ligeramente sorprendida, su padre estaba justo a su lado y la miraba con muy poca paciencia. Su voz denotó no solo cansancio, si no que algo de decepción y ella parpadeó extrañada, nunca la había llamado así y sabía que empezaba a molestarse porque supuestamente había ido junto a él para echarle una mano, para acabar antes con aquel papeleo y así regresar a casa. — Papá lo siento... — Keith suspiró agachando la mirada ligeramente avergonzada. — Hoy he tenido un día complicado y ahora me distraigo con nada, lo siento — la joven se disculpó mientras que se ponía de pie y el señor Kästner cambiaba su expresión rápidamente. Sabía que su hija hacía poco que había empezado con el trabajo más difícil en la facultad y por eso fue comprensible.
— Anda, vete a casa... — le pidió su padre porque sabía que tardaría y su hija necesitaba descansar, además de que le dio ternura ver como de todas formas Keith se había acercado aún así para tratar de ayudarlo. — ¡No!, te ayudaré, así nos vamos juntos — Keith se apresuró, no solo a decir aquello, si no que salió disparada en la dirección de su escritorio para sentarse y repasar el papeleo que el señor Kästner acababa de rellenar, normalmente era ella la que escribía, pero hoy había ocurrido al revés. No tardó nada en leer el documento y en anotar por encima un par de cosas extrañas, a lápiz para que su padre lo corrigiera. — ¿Qué arma era? — preguntó ella mientras que se colocaba sus enormes gafas de ver. — Beretta, una R, 93R — el señor Kästner se cruzó de brazos mientras que su hija anotaba aquello, estaba realmente orgulloso de ella. Keith era una chica inteligente, tanto que entendía incluso mejor que él incluso como rellenar esos papeles que le volvían loco, él era un tipo de acción, no de quedarse escribiendo sentado en un despacho. Lo que si sabía es que Keith acabaría siendo una gran forense, sin dudarlo.
Con su ayuda no tardó casi nada en acabar el dichoso informe, justo cuando llamaron a su padre. Él atendió la llamada mientras que Keith añadía ya los últimos detalles, pero alzó la mirada en su dirección cuando el hombre se acercó con esa mirada típica de: Ha surgido algo... — Cariño, ha surgido algo y debo salir, vete a casa y avisa a tu madre — se acercó para coger su chaqueta del perchero y le dio un beso en la frente a su hija. — No, no... Terminaré esto y me iré a casa — Keith sonrió de lado. — Ten cuidado — le pidió ella, él asintió. — Hasta luego, no te vayas muy tarde — pidió, ella asintió y el padre de Keith salió rápidamente por la puerta mientras que la joven se disponía ya a terminar aquel papeleo, rellanando los últimos datos, corrigiendo otros o firmando como su padre, que eso era algo que se le daba realmente bien.
— Mary Keith Basanti Kästner — su padre alzó la mirada por encima del informe para regañarla. Keith sabía que en verdad no la estaba regañando, pues de haberlo hecho habría omitido el "Mary", ella no se llamaba Mary Keith, si no que era algo que su padre utilizaba para picarla a menudo, de haberla querido regañar tan solo le habría bastado y sobrado gritar un "Keith", bien alto. Sin embargo, aquella forma poco convencional era también un método de indicarle que su paciencia estaba por venirse abajo y que requería que su hija se comportara como debía. — Si no hay nadie... — Keith se movió perezosa sin mucho ánimo por hacer caso de su padre, pues andaba ahora curioseando las cosas que yacían sobre la mesa en la que se encontraba. Era como si estas le gritaran: ¡Ven, ven! O algo así... Keith observó el nombre del propietario escrito en una de las carpetas y sonrió con picardía. Pertenecía a Hal Ferris, este era el mejor amigo de su padre y a ella siempre le había parecido, seguramente, el tipo más atractivo que había visto nunca. Tal vez un poco sieso... Pero nadie era perfecto.
Keith se puso a registrar entre sus cosas, tal vez encontrara algo interesante que quedarse, un boli, alguno de esos adornos que solían los chicos colocar en sus mesas... Pero efectivamente Hal era aburrido hasta para eso. Cualquiera de sus amigas se habría vuelto loca por estar donde ahora estaba ella, Keith sabía que siempre la acompañaban a su casa o la estación de policías para ver si lograban ver a Hal, nada más, él era el guaperas de los STARS. Se rascó la cabeza mientras trataba de impulsarse de nuevo con ayuda de la mesa, pero esta vez en la dirección del escritorio de en frente, seguro que Thea tenía cosas más interesantes. — Keith... — la joven alzó la mirada ligeramente sorprendida, su padre estaba justo a su lado y la miraba con muy poca paciencia. Su voz denotó no solo cansancio, si no que algo de decepción y ella parpadeó extrañada, nunca la había llamado así y sabía que empezaba a molestarse porque supuestamente había ido junto a él para echarle una mano, para acabar antes con aquel papeleo y así regresar a casa. — Papá lo siento... — Keith suspiró agachando la mirada ligeramente avergonzada. — Hoy he tenido un día complicado y ahora me distraigo con nada, lo siento — la joven se disculpó mientras que se ponía de pie y el señor Kästner cambiaba su expresión rápidamente. Sabía que su hija hacía poco que había empezado con el trabajo más difícil en la facultad y por eso fue comprensible.
— Anda, vete a casa... — le pidió su padre porque sabía que tardaría y su hija necesitaba descansar, además de que le dio ternura ver como de todas formas Keith se había acercado aún así para tratar de ayudarlo. — ¡No!, te ayudaré, así nos vamos juntos — Keith se apresuró, no solo a decir aquello, si no que salió disparada en la dirección de su escritorio para sentarse y repasar el papeleo que el señor Kästner acababa de rellenar, normalmente era ella la que escribía, pero hoy había ocurrido al revés. No tardó nada en leer el documento y en anotar por encima un par de cosas extrañas, a lápiz para que su padre lo corrigiera. — ¿Qué arma era? — preguntó ella mientras que se colocaba sus enormes gafas de ver. — Beretta, una R, 93R — el señor Kästner se cruzó de brazos mientras que su hija anotaba aquello, estaba realmente orgulloso de ella. Keith era una chica inteligente, tanto que entendía incluso mejor que él incluso como rellenar esos papeles que le volvían loco, él era un tipo de acción, no de quedarse escribiendo sentado en un despacho. Lo que si sabía es que Keith acabaría siendo una gran forense, sin dudarlo.
Con su ayuda no tardó casi nada en acabar el dichoso informe, justo cuando llamaron a su padre. Él atendió la llamada mientras que Keith añadía ya los últimos detalles, pero alzó la mirada en su dirección cuando el hombre se acercó con esa mirada típica de: Ha surgido algo... — Cariño, ha surgido algo y debo salir, vete a casa y avisa a tu madre — se acercó para coger su chaqueta del perchero y le dio un beso en la frente a su hija. — No, no... Terminaré esto y me iré a casa — Keith sonrió de lado. — Ten cuidado — le pidió ella, él asintió. — Hasta luego, no te vayas muy tarde — pidió, ella asintió y el padre de Keith salió rápidamente por la puerta mientras que la joven se disponía ya a terminar aquel papeleo, rellanando los últimos datos, corrigiendo otros o firmando como su padre, que eso era algo que se le daba realmente bien.
Thanks Winter!
- Genial... - susurré mientras alzaba ambas manos y Dallas me miraba como si fuera capaz de fulminarme con la mirada. La expresión de la rubia se tornó bastante seria. - ¿Crees que puedes hacerlo mejor que yo no? - la de Texas se puso de pie tras colocarle las esposas a aquel tipo, el ladronzuelo de unos veinte años a lo sumo, trató de ponerse en pie. Dallas le empujó con el pie haciendo que este cayera al suelo. - Quieto mocoso - susurró ella mientras se acercaba en mi dirección sin apartar la mirada de la mía. Ambas serias, como si fuéramos a enzarzarnos en una pelea. Pero entonces la débil sonrisa en sus labios la delató, además de que yo ya la conocía demasiado bien como para que pese a su mal humor ya supiera que la tejana andaba de broma. - ¡Pues claro que si!, ¿qué te has creído tú? - exclamé de golpe siguiéndole el juego, pese a dejar entrever otra sonrisa en mis labios.
- ¡Claro, ya está la que todo lo sabe! - Dallas alzó la manos quejándose como solía hacer siempre, aunque la mayoría de estas veces fuera siempre de broma. - ¡Lo cierto es que si que podría haberlo hecho mejor, casi me partes el brazo tía! - el detenido se quejó desde el suelo haciendo que Dallas se volviera hacia este. - ¡¿Qué casi me partes el brazo tía?! - sonreí de lado al ver como ella comenzaba con su buen humor de siempre. - Ven, que te voy a enseñar yo a ti... Vamos, mueve el culo niñato - Dallas tiró del brazo de forma brusca para que el tipo se levantase. Seguidamente señaló el enorme pendiente que llevaba este en la oreja, un dilatador de esos... - ¿Y esto para qué es?, ¿para que te enganche y te lleve a comisaría o el que te pasa esa mierda os saca a pasear con un cordón atados? - Dallas agarró del hombro al chico haciendo que caminara. - ¡Vamos joder que no tengo toda la noche! - me mordí el labio aguantando una nueva sonrisa, al par que agachaba ligeramente la mirada y los seguía a ambos en la dirección de la comisaría.
- ¿Cuántas clases te has saltado eh?, porque eres un chico listo... Vender cerca de la estación de policía... O te creías muy listo pensando que aquí no habría vigilancia o eres el tipo más idiota del mundo... - Dallas empujaba al tipo en la dirección adecuada mientras que seguía hablando con su sarcasmo, la verdad es que me encantaba su sinceridad y su forma de ser... Dallas era sencillamente única. Habíamos ido a cenar a un bar de ahí al lado, cuando al salir nos encontramos con una escena única. La persecución no duró mucho y el resultado fue aquel mismo.
Al llegar a la comisaría Dallas se llevó al chico para ficharlo, yo le prometí que subiría a la planta superior, a nuestra oficina para rellenar el informe. Así que aquel día echaría unas horas extras de demás, pues se suponía que habíamos acabado nuestro trabajo al menos una hora y media atrás. La oficina a aquellas horas estaba bastante tranquila. Pasé por la recepción saludando a quien estaba allí de guardia y subí hacia arriba por las escaleras que había al fondo. Me sabía aquel recorrido de memoria, ese lugar era prácticamente mi segundo hogar, por no decir el primero, pues me pasaba la vida allí metida básicamente. Al llegar al pasillo me acerqué a la puerta y pasé hacia el interior encontrándome con una auténtica sorpresa.
Sentada en la mesa de Frost estaba nada más ni nada menos que la hija de este, allí sola, sin nadie más. De haber sido otra persona habría puesto el grito en el cielo, pero tratándose de ella solo pude sonreír. Frost no las tenía todas con él a la hora de redactar informes y aunque no fuera bien visto solía ser su hija la que le rellenaba todo el papeleo. Al principio me pareció lo más incompetente del mundo, hasta que entonces me fijé en que los impresos siempre estaban bien, lo curioso era ver que estaba ella sin la compañía de él. Resultaba normal verla de vez en cuando, pues muchas veces Frost se llevaba el trabajo a casa. - Vaya, así que la señorita Kästner también está echando horas extra? - sonreí a la vez que me acercaba y me sentaba en el borde de la mesa. - Keith, hacía ya un par de semanas que no nos veíamos, ¿qué tal estás? - pregunté con un notable tono de cariño en mi voz, pues aunque llevara tal vez dos años allí, su padre más y claro, Frost y mi padre siempre se habían llevado bien, por lo que conocía a la hija de Frost desde que ella tenía unos quince años más o menos. - Tengo entendido que acabas de empezar con la universidad, ¿qué tal vas? - y es que era más que sabido, pues Frost estaba muy orgulloso de ella y siempre le sobraban los momentos para dedicarle alguna mención, Keith estaba estudiando criminología y todos estábamos convencidos de que lo haría muy bien, tan solo había que ver como le gustaba echarnos una mano siempre que podía y lo bien que lo hacía.
- ¡Claro, ya está la que todo lo sabe! - Dallas alzó la manos quejándose como solía hacer siempre, aunque la mayoría de estas veces fuera siempre de broma. - ¡Lo cierto es que si que podría haberlo hecho mejor, casi me partes el brazo tía! - el detenido se quejó desde el suelo haciendo que Dallas se volviera hacia este. - ¡¿Qué casi me partes el brazo tía?! - sonreí de lado al ver como ella comenzaba con su buen humor de siempre. - Ven, que te voy a enseñar yo a ti... Vamos, mueve el culo niñato - Dallas tiró del brazo de forma brusca para que el tipo se levantase. Seguidamente señaló el enorme pendiente que llevaba este en la oreja, un dilatador de esos... - ¿Y esto para qué es?, ¿para que te enganche y te lleve a comisaría o el que te pasa esa mierda os saca a pasear con un cordón atados? - Dallas agarró del hombro al chico haciendo que caminara. - ¡Vamos joder que no tengo toda la noche! - me mordí el labio aguantando una nueva sonrisa, al par que agachaba ligeramente la mirada y los seguía a ambos en la dirección de la comisaría.
- ¿Cuántas clases te has saltado eh?, porque eres un chico listo... Vender cerca de la estación de policía... O te creías muy listo pensando que aquí no habría vigilancia o eres el tipo más idiota del mundo... - Dallas empujaba al tipo en la dirección adecuada mientras que seguía hablando con su sarcasmo, la verdad es que me encantaba su sinceridad y su forma de ser... Dallas era sencillamente única. Habíamos ido a cenar a un bar de ahí al lado, cuando al salir nos encontramos con una escena única. La persecución no duró mucho y el resultado fue aquel mismo.
Al llegar a la comisaría Dallas se llevó al chico para ficharlo, yo le prometí que subiría a la planta superior, a nuestra oficina para rellenar el informe. Así que aquel día echaría unas horas extras de demás, pues se suponía que habíamos acabado nuestro trabajo al menos una hora y media atrás. La oficina a aquellas horas estaba bastante tranquila. Pasé por la recepción saludando a quien estaba allí de guardia y subí hacia arriba por las escaleras que había al fondo. Me sabía aquel recorrido de memoria, ese lugar era prácticamente mi segundo hogar, por no decir el primero, pues me pasaba la vida allí metida básicamente. Al llegar al pasillo me acerqué a la puerta y pasé hacia el interior encontrándome con una auténtica sorpresa.
Sentada en la mesa de Frost estaba nada más ni nada menos que la hija de este, allí sola, sin nadie más. De haber sido otra persona habría puesto el grito en el cielo, pero tratándose de ella solo pude sonreír. Frost no las tenía todas con él a la hora de redactar informes y aunque no fuera bien visto solía ser su hija la que le rellenaba todo el papeleo. Al principio me pareció lo más incompetente del mundo, hasta que entonces me fijé en que los impresos siempre estaban bien, lo curioso era ver que estaba ella sin la compañía de él. Resultaba normal verla de vez en cuando, pues muchas veces Frost se llevaba el trabajo a casa. - Vaya, así que la señorita Kästner también está echando horas extra? - sonreí a la vez que me acercaba y me sentaba en el borde de la mesa. - Keith, hacía ya un par de semanas que no nos veíamos, ¿qué tal estás? - pregunté con un notable tono de cariño en mi voz, pues aunque llevara tal vez dos años allí, su padre más y claro, Frost y mi padre siempre se habían llevado bien, por lo que conocía a la hija de Frost desde que ella tenía unos quince años más o menos. - Tengo entendido que acabas de empezar con la universidad, ¿qué tal vas? - y es que era más que sabido, pues Frost estaba muy orgulloso de ella y siempre le sobraban los momentos para dedicarle alguna mención, Keith estaba estudiando criminología y todos estábamos convencidos de que lo haría muy bien, tan solo había que ver como le gustaba echarnos una mano siempre que podía y lo bien que lo hacía.
- :
Tras aquello la joven tomó asiento en el sitio de su padre y se puso a acabar con todo aquel papeleo. Sencillo, lo cierto era que aquellas cosas le parecían bastante sencillas. Keith solía prestar atención a todo cuanto su padre le contaba sobre los casos en los que intervenía, después de aquello era tan solo rellenar un par de campos en los que se pedía aquella información, a veces le costaba entender por qué a su padre le suponía tantos problemas aquello.
— Oh mierda... — Keith se quejó, uno de los campos lo había rellenado mal y ya sabía que no admitían tachones ni manchas de corrector en aquellos impresos, puedo aunque estuvieran firmados y demás podría haber llegado alguien después y haber cambiado algo importante. Sin más se levantó y se acercó al archivo que había al final de la oficina, pues prácticamente sabía donde estaban todas las cosas en aquel lugar. El problema era que las llaves la tendría su padre. La castaña se giró mientras echaba un vistazo a su alrededor, la mesa de Dick Grayson descansaba al final, presidiendo la oficina delante de una pared adornada con una enorme bandera del grupo, los STARS de Nueva York. — Bueno, espera... — miró de nuevo hacia su alrededor para asegurarse de que verdaderamente no había nadie, su principal miedo era la puerta principal, pero aún así no le importó. Seguramente Thea conservaría alguna llave del archivador en su mesa. Así que se acercó a la mesa y tras sentarse en su silla comenzó a registrar por encima las cosas, con cuidado de no desordenar nada. Y tenía razón, las cosas de Thea eran mucho más interesantes que las de Hal. — Vaya hombre más aburrido — exclamó justo cuando escuchó pasos que provenían del pasillo que dirigía hacia la oficina.
Keith en aquel momento sintió que le iba a dar un infarto, saltó prácticamente de la mesa de Thea cerrando los cajones como pudo y corrió lanzándose literalmente sobre la silla de su padre, justo cuando la puerta se abría y ella agachaba la mirada simulando que escribía sin enterarse de nada. Todos en la oficina conocían que Keith ayudaba a su padre con el trabajo, al menos con esa parte que podía realizar, pero claro, de ahí a que la encontraran registrando la mesa de otra persona... Richard a veces se sentía reacio a tenerla por allí y seguramente más de uno pero no lo decían, por lo que prefirió simplemente alejarse de los posibles problemas. Y cuando reconoció la voz de Thea respiró aliviada. La miró con una amplia sonrisa. Verdaderamente Keith admiraba a aquella mujer y además se conocían desde que su padre entró en los STARS, pues sus padres eran buenos amigos además, así que solían verse a menudo. De ahí la alegría de volverla a ver, pues tenía mayor confianza con ella que con el resto de STARS.
— ¡Thea! — exclamó mientras veía como la morena tomaba asiento en el borde de la mesa. — Cierto, con la universidad apenas he tenido tiempo de pasarme por aquí, así que busqué un hueco para venir a saludar y a ayudar a mi padre, ya pensaba que no te vería — puso una expresión triste al decir aquello y negó mientras sujetaba el bolígrafo con ambas manos y la miraba con cierta timidez. Le resultaba extraño estar en aquella posición, Keith en la oficina y ella como si fuera la invitada. Entonces se fijó en que había tirado algo de la mesa de Thea con las prisas, una carpeta y se sintió la peor persona del mundo. — Si, bien, aunque me siento en otro mundo, la verdad... — sonrió agachando la mirada, no podía mentirle a la morena, siempre había sido muy amable con ella y sin más se levantó y recogió la carpeta dejándola sobre la mesa de ella. — Estaba buscando la llave del archivador, pensé que tú tendrías una copia en tu mesa y lo tiré, lo siento... Pero, cometí un fallo con el formulario y tenía que buscar otro limpio... Y mi padre no está... Y yo estoy muy cansada — hablaba con un evidente tono de culpa en su voz mientras señalaba en las direcciones y finalmente la miraba de nuevo a ella. — Perdona — susurró arrepentida al final.
— Oh mierda... — Keith se quejó, uno de los campos lo había rellenado mal y ya sabía que no admitían tachones ni manchas de corrector en aquellos impresos, puedo aunque estuvieran firmados y demás podría haber llegado alguien después y haber cambiado algo importante. Sin más se levantó y se acercó al archivo que había al final de la oficina, pues prácticamente sabía donde estaban todas las cosas en aquel lugar. El problema era que las llaves la tendría su padre. La castaña se giró mientras echaba un vistazo a su alrededor, la mesa de Dick Grayson descansaba al final, presidiendo la oficina delante de una pared adornada con una enorme bandera del grupo, los STARS de Nueva York. — Bueno, espera... — miró de nuevo hacia su alrededor para asegurarse de que verdaderamente no había nadie, su principal miedo era la puerta principal, pero aún así no le importó. Seguramente Thea conservaría alguna llave del archivador en su mesa. Así que se acercó a la mesa y tras sentarse en su silla comenzó a registrar por encima las cosas, con cuidado de no desordenar nada. Y tenía razón, las cosas de Thea eran mucho más interesantes que las de Hal. — Vaya hombre más aburrido — exclamó justo cuando escuchó pasos que provenían del pasillo que dirigía hacia la oficina.
Keith en aquel momento sintió que le iba a dar un infarto, saltó prácticamente de la mesa de Thea cerrando los cajones como pudo y corrió lanzándose literalmente sobre la silla de su padre, justo cuando la puerta se abría y ella agachaba la mirada simulando que escribía sin enterarse de nada. Todos en la oficina conocían que Keith ayudaba a su padre con el trabajo, al menos con esa parte que podía realizar, pero claro, de ahí a que la encontraran registrando la mesa de otra persona... Richard a veces se sentía reacio a tenerla por allí y seguramente más de uno pero no lo decían, por lo que prefirió simplemente alejarse de los posibles problemas. Y cuando reconoció la voz de Thea respiró aliviada. La miró con una amplia sonrisa. Verdaderamente Keith admiraba a aquella mujer y además se conocían desde que su padre entró en los STARS, pues sus padres eran buenos amigos además, así que solían verse a menudo. De ahí la alegría de volverla a ver, pues tenía mayor confianza con ella que con el resto de STARS.
— ¡Thea! — exclamó mientras veía como la morena tomaba asiento en el borde de la mesa. — Cierto, con la universidad apenas he tenido tiempo de pasarme por aquí, así que busqué un hueco para venir a saludar y a ayudar a mi padre, ya pensaba que no te vería — puso una expresión triste al decir aquello y negó mientras sujetaba el bolígrafo con ambas manos y la miraba con cierta timidez. Le resultaba extraño estar en aquella posición, Keith en la oficina y ella como si fuera la invitada. Entonces se fijó en que había tirado algo de la mesa de Thea con las prisas, una carpeta y se sintió la peor persona del mundo. — Si, bien, aunque me siento en otro mundo, la verdad... — sonrió agachando la mirada, no podía mentirle a la morena, siempre había sido muy amable con ella y sin más se levantó y recogió la carpeta dejándola sobre la mesa de ella. — Estaba buscando la llave del archivador, pensé que tú tendrías una copia en tu mesa y lo tiré, lo siento... Pero, cometí un fallo con el formulario y tenía que buscar otro limpio... Y mi padre no está... Y yo estoy muy cansada — hablaba con un evidente tono de culpa en su voz mientras señalaba en las direcciones y finalmente la miraba de nuevo a ella. — Perdona — susurró arrepentida al final.
- Lo cierto es que me pillas por los pelos, me marchaba ya a casa, al final la detención de ese idiota ha servido para algo... - sonreí levemente recordando como Dallas lo estaba torturando prácticamente. - Tendré que pedirle a Dallas que no se pase demasiado con él - hice una pequeña mueca divertida justo cuando hablábamos de ellos. Keith por su cuenta confirmaba lo de la universidad. Siempre me pareció curiosa la carrera que había tomado, pues lo cierto era que de alguna forma intuía que acabaría en el cuerpo con nosotros o que sería una afamada reportera. Ya que la joven era una fotógrafa bastante buena en su tiempo libre. Aún así siempre me recordó a mi, y seguía haciéndolo pese a que no siguiera mis mismos pasos. No acabaría de forma directa en los STARS, pero seguramente formaría parte del grupo una vez que se graduara, y lo cierto es que me era imposible no hacer las comparaciones, ambas teníamos a padres en el equipo, los idolatrábamos y de alguna forma seguíamos sus pasos, a la vez que ambas en nuestro tiempo los ayudamos en cuanto pudimos y admirábamos aquel lugar como nada, porque si no la joven no se pasaría por allí tantas veces.
- Eso es normal, no estás acostumbrada, espera a que pase un tiempo y ya verás como te haces con el lugar y con todo, seguramente acabarás siendo de as primeras, eso lo sé desde ya - sonreí mientras que me ponía en pie. - ¿Quieres beber algo?, creo que Dallas o Hal tenían por ahí un par de latas de cocacola - pero Keith no me dejó ni acercarme a la mesa de alguno de los dos, pues se levantó rápidamente recogiendo una carpeta que estaba en el suelo, no muy lejos de mi mesa. La reconocí como mía y tampoco me dio tiempo a pedir explicación alguna, además de que tampoco le había dado mucha importanciaa, podría haber pasado cualquiera y bastaba con que estuviera en el borde de la mesa para que se cayera. Pero la joven me contó otra historia distinta, pudiendo haberme mentido con cualquier chorrada, que la habría creído de todas formas.
- ¡Keith por favor, no te martirices por eso! - no pude evitar sonreírle de forma cariñosa al ver su expresión, parecía verdaderamente arrepentida, como si hubiera cometido el peor error del mundo. - Mira, lo cierto es que esa llave siempre la llevo conmigo, pero por si vuelve a pasar... - saqué la pequeña llave del llavero que siempre llevaba en mi bolsillo, se la mostré a Keith y la metí en un vasito que tenía en mi escritorio para los clips, quedaba bastante disimulada y nadie la buscaría ahí, excepto ambas ahora que conocíamos donde estaba. - Cuando te haga falta algo de ahí a sabes donde buscar - le sonreí mientras que me sentaba en mi escritorio. Pues yo también debía rellenar papeleo de demás. Keith era una chica responsable, no me preocupaba dejar mi llave allí, sabía que podía confiar de sobra en ella. - ¿Me pasas a mi otro formulario ya que estás?, tengo que rellenar otro yo también - le pedí con amabilidad mientras cogía mis bolígrafos y demás.
- Por cierto, ¿dónde está tu padre?, es raro no verle por aquí - pregunté con curiosidad recordando que ella misma había dicho que Frost no se encontraba en la oficina y normalmente él solía estar por allí cuando Keith le ayudaba con su trabajo.
- Eso es normal, no estás acostumbrada, espera a que pase un tiempo y ya verás como te haces con el lugar y con todo, seguramente acabarás siendo de as primeras, eso lo sé desde ya - sonreí mientras que me ponía en pie. - ¿Quieres beber algo?, creo que Dallas o Hal tenían por ahí un par de latas de cocacola - pero Keith no me dejó ni acercarme a la mesa de alguno de los dos, pues se levantó rápidamente recogiendo una carpeta que estaba en el suelo, no muy lejos de mi mesa. La reconocí como mía y tampoco me dio tiempo a pedir explicación alguna, además de que tampoco le había dado mucha importanciaa, podría haber pasado cualquiera y bastaba con que estuviera en el borde de la mesa para que se cayera. Pero la joven me contó otra historia distinta, pudiendo haberme mentido con cualquier chorrada, que la habría creído de todas formas.
- ¡Keith por favor, no te martirices por eso! - no pude evitar sonreírle de forma cariñosa al ver su expresión, parecía verdaderamente arrepentida, como si hubiera cometido el peor error del mundo. - Mira, lo cierto es que esa llave siempre la llevo conmigo, pero por si vuelve a pasar... - saqué la pequeña llave del llavero que siempre llevaba en mi bolsillo, se la mostré a Keith y la metí en un vasito que tenía en mi escritorio para los clips, quedaba bastante disimulada y nadie la buscaría ahí, excepto ambas ahora que conocíamos donde estaba. - Cuando te haga falta algo de ahí a sabes donde buscar - le sonreí mientras que me sentaba en mi escritorio. Pues yo también debía rellenar papeleo de demás. Keith era una chica responsable, no me preocupaba dejar mi llave allí, sabía que podía confiar de sobra en ella. - ¿Me pasas a mi otro formulario ya que estás?, tengo que rellenar otro yo también - le pedí con amabilidad mientras cogía mis bolígrafos y demás.
- Por cierto, ¿dónde está tu padre?, es raro no verle por aquí - pregunté con curiosidad recordando que ella misma había dicho que Frost no se encontraba en la oficina y normalmente él solía estar por allí cuando Keith le ayudaba con su trabajo.
- :
— ¿Habéis detenido a alguien? — Keith no pudo evitar sonreír cuando Thea le confesó aquello, pese a que especificara que se marchaban ya y que no estarían seguramente de servicio, pero aún así ellas cumplieron con su obligación. Seguramente habría más de uno que habría pasado de ello por tal de marcharse a casa en cuanto pudiera. Ellas no y por tanto la joven no pudo sentirse aún más orgullosa de esa mujer y del equipo en general, como su padre, que seguramente habría actuado de la misma forma. — Eso espero, por ahora el cambio de aires me ha gustado bastante, es lo que te estaba contando, otro mundo y me gusta en verdad, solo tengo que acostumbrarme como dices — Justo antes de confesar aquel gran delito, o al menos casi que lo veía así ella. Estaba arrepentida y triste por la posible reacción de ella, pero Thea se lo tomó bastante bien, es más, tanto que hasta dejó su llave allí, de forma secreta para el resto, menos para ellas dos.
— Thea, eres genial, muchísimas gracias — La castaña sonrió de nuevo, ya más relajada que antes, mientras que se acercaba a buscar la llave e iba al archivador como la morena le había pedido. No podía sentirse más contenta. Desde que había empezado a ayudar a su padre solía sentirse como si fuera casi una especie de becaria o novata en la oficina, al principio no la tomaban demasiado en cuenta, pero poco a poco se fueron acostumbrando a su presencia de vez en cuando y la saludaban prácticamente como una más. Incluso en alguna que otra ocasión había ayudado con algún caso y seguramente fue ahí cuando terminó por decidir que quería estudiar. — A ver... — Era ese afán por ayudar a la gente y esa agudeza que Keith tenía para analizarlo todo lo que acabó por decidir cual era la carrera perfecta para ella.
— Por cierto esas cocacolas estarían genial ahora — Keith miró de reojo a Thea con una sonrisita pícara. Pues le echó algo de cara ya que estaba sedienta. Seguidamente volvió la mirada hacia el archivador para abrirlo con la llave y echar un vistazo por las carpetas. Aunque no tuviera llave la joven se apañó bastante bien a la hora de buscar la carpeta que contenía dichos impresos. Pues su padre ya le había dejado su llave en alguna ocasión, así que se conocía aquel orden. No tardó demasiado en hacerse con dos fotocopias, cerrar y volver para sentarse en la mesa de su padre de nuevo, no sin antes volver a guardar la llave.
— Aquí tienes — Le entregó a Thea el papel que había pedido y entonces se dedicó a rellenar el papel nuevo que ya se sabía casi de memoria. Keith estaba bastante contenta con la situación. Pues se sentía de verdad como si estuviera trabajando en aquella oficina junto a los apreciados STARS. En aquel momento, a parte de fantasear con ello, la muchacha se dijo a si misma que muy pronto, seguramente al finalizar sus estudios se sumaría al cuerpo, al menos como especialista en el campo que desarrollarían sus estudios y pese a las desganas que había sufrido aquellos días por la universidad, ahora estaba deseando continuar con sus clases para progresar y cumplir aquel pequeño sueño cuanto antes.
— Thea, eres genial, muchísimas gracias — La castaña sonrió de nuevo, ya más relajada que antes, mientras que se acercaba a buscar la llave e iba al archivador como la morena le había pedido. No podía sentirse más contenta. Desde que había empezado a ayudar a su padre solía sentirse como si fuera casi una especie de becaria o novata en la oficina, al principio no la tomaban demasiado en cuenta, pero poco a poco se fueron acostumbrando a su presencia de vez en cuando y la saludaban prácticamente como una más. Incluso en alguna que otra ocasión había ayudado con algún caso y seguramente fue ahí cuando terminó por decidir que quería estudiar. — A ver... — Era ese afán por ayudar a la gente y esa agudeza que Keith tenía para analizarlo todo lo que acabó por decidir cual era la carrera perfecta para ella.
— Por cierto esas cocacolas estarían genial ahora — Keith miró de reojo a Thea con una sonrisita pícara. Pues le echó algo de cara ya que estaba sedienta. Seguidamente volvió la mirada hacia el archivador para abrirlo con la llave y echar un vistazo por las carpetas. Aunque no tuviera llave la joven se apañó bastante bien a la hora de buscar la carpeta que contenía dichos impresos. Pues su padre ya le había dejado su llave en alguna ocasión, así que se conocía aquel orden. No tardó demasiado en hacerse con dos fotocopias, cerrar y volver para sentarse en la mesa de su padre de nuevo, no sin antes volver a guardar la llave.
— Aquí tienes — Le entregó a Thea el papel que había pedido y entonces se dedicó a rellenar el papel nuevo que ya se sabía casi de memoria. Keith estaba bastante contenta con la situación. Pues se sentía de verdad como si estuviera trabajando en aquella oficina junto a los apreciados STARS. En aquel momento, a parte de fantasear con ello, la muchacha se dijo a si misma que muy pronto, seguramente al finalizar sus estudios se sumaría al cuerpo, al menos como especialista en el campo que desarrollarían sus estudios y pese a las desganas que había sufrido aquellos días por la universidad, ahora estaba deseando continuar con sus clases para progresar y cumplir aquel pequeño sueño cuanto antes.
- Chorradas - hice un gesto con la mano, quitándole importancia al asunto. A decir verdad ella si que era una joven increíble, genial, vamos, pero no llegué a decirle nada. Keith era una chica muy astuta, ya había demostrado en innumerables ocasiones que acabaría siendo una de las mejores en su trabajo y claro, con aquellos credenciales y sabiendo lo responsable que era no iba a negarle una estúpida llave. Keith me pidió ese par de cocacolas y con una sonrisa bastante divertida me puse de pie para ir a buscar esas dos dichosas latas.
- Creo que estaban aquí... - me acerqué al mueble donde solíamos guardar algunas botellas de agua y algo de comida por si nos daba hambre en la oficina, efectivamente habían seis latas de cocacola e incluso un paquete de patatas que cogí por si Keith quería picar algo mientras. - ¡Voilà! - exclamé mostrando ambas cosas mientras que me acercaba a su mesa y las iba dejando sobre esta. Keith no me respondió sobre Frost, y eso me hizo sentir más curiosidad. - ¿Le han llamado? - pregunté mientras que abría mi lata y seguidamente la bolsa de patatas fritas. - Me refiero a tu padre - seguidamente me llevé una patata a la boca. Seguramente había habido alguna llamada y por eso Frost no estaba allí, Keith se habría quedado para terminar el papeleo de él, como la buena hija que era.
Tras aquel breve paréntesis decidí acercar mi silla hasta su mesa para que así aquel rato quedase más entre familia, sonreí ligeramente. - Así mejor - ambas nos quedamos prácticamente al lado la una de la otra, ella con su papeleo y yo con el mío. Empezamos a trabajar en silencio, aunque de vez en cuando comentábamos algo, todo aquello mientras que dábamos buena cuenta de la bebida y el aperitivo. Eso me recordaba que al día siguiente debería reponer lo que había tomado. Ya solíamos todos decir que no importaba, que compartíamos esas cosas, yo era una de ellas, pero aún así prefería no dejar a nadie sin sus cosas para picar. Echábamos muchas horas en aquel lugar y era comprensible contar con algo para almorzar, merendar...
- Pues esto ya está - tras decir aquello me recosté en la silla mientras me cruzaba de brazos y miraba a Keith con curiosidad. Mi informe era bastante sencillo, apenas tenía que rellenar unos datos, ahora solo debía bajar y darselo a Dallas para que ella terminara con el asunto. Eso me recordaba al pobre chico que estaría pasando un "buen" rato con la rubia. - ¿Necesitas ayuda con algo? - pregunté a la par que limpiaba las cosas de la mesa de Frost y tiraba los restos y las latas ya vacías a la papelera. Lo que faltaba sería ensuciar la mesa de Frost, con lo que era para sus cosas el hombre. - Tengo que bajar a pasarle esto a Dallas, si has terminado puedes acompañarme, ¿qué me dices Keith? - me limpié las manos, terminé de dejar todo en su sitio, luego recogí el papel y observé a la joven esperando una respuesta.
- Creo que estaban aquí... - me acerqué al mueble donde solíamos guardar algunas botellas de agua y algo de comida por si nos daba hambre en la oficina, efectivamente habían seis latas de cocacola e incluso un paquete de patatas que cogí por si Keith quería picar algo mientras. - ¡Voilà! - exclamé mostrando ambas cosas mientras que me acercaba a su mesa y las iba dejando sobre esta. Keith no me respondió sobre Frost, y eso me hizo sentir más curiosidad. - ¿Le han llamado? - pregunté mientras que abría mi lata y seguidamente la bolsa de patatas fritas. - Me refiero a tu padre - seguidamente me llevé una patata a la boca. Seguramente había habido alguna llamada y por eso Frost no estaba allí, Keith se habría quedado para terminar el papeleo de él, como la buena hija que era.
Tras aquel breve paréntesis decidí acercar mi silla hasta su mesa para que así aquel rato quedase más entre familia, sonreí ligeramente. - Así mejor - ambas nos quedamos prácticamente al lado la una de la otra, ella con su papeleo y yo con el mío. Empezamos a trabajar en silencio, aunque de vez en cuando comentábamos algo, todo aquello mientras que dábamos buena cuenta de la bebida y el aperitivo. Eso me recordaba que al día siguiente debería reponer lo que había tomado. Ya solíamos todos decir que no importaba, que compartíamos esas cosas, yo era una de ellas, pero aún así prefería no dejar a nadie sin sus cosas para picar. Echábamos muchas horas en aquel lugar y era comprensible contar con algo para almorzar, merendar...
- Pues esto ya está - tras decir aquello me recosté en la silla mientras me cruzaba de brazos y miraba a Keith con curiosidad. Mi informe era bastante sencillo, apenas tenía que rellenar unos datos, ahora solo debía bajar y darselo a Dallas para que ella terminara con el asunto. Eso me recordaba al pobre chico que estaría pasando un "buen" rato con la rubia. - ¿Necesitas ayuda con algo? - pregunté a la par que limpiaba las cosas de la mesa de Frost y tiraba los restos y las latas ya vacías a la papelera. Lo que faltaba sería ensuciar la mesa de Frost, con lo que era para sus cosas el hombre. - Tengo que bajar a pasarle esto a Dallas, si has terminado puedes acompañarme, ¿qué me dices Keith? - me limpié las manos, terminé de dejar todo en su sitio, luego recogí el papel y observé a la joven esperando una respuesta.
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— Si, al parecer surgió algo y tuvo que salir — Keith observó a Thea de reojo mientras que se sentaba y comenzaba a pasar toda la información que tenía de un informe a otro. Con sumo cuidado y buena letra la hija de Frost fue rellenando el informe, mientras que Thea se acercaba hasta ella para así trabajar juntas. Sonrió al ver las latas y la bolsa de patatas que Thea había traído, cosa que agradeció de veras, pues la joven se encontraba muerta de hambre. — Acabas de salvarme la vida, aún no he cenado y me muero de hambre — Keith con la mano libre cogió un puñado de patatas fritas que se llevó a la boca mientras que con la otra seguía escribiendo con mucho cuidado el informe de su padre.
No tardaron demasiado en acabar, al parecer lo de Thea no era muy complicado y Keith prácticamente tan solo tenía que copiar todo lo que había en la otra hoja. Cuando acabó asintió a la policía mientras guardaba las cosas en su sitio y rompía el informe a sucio tirándolo en la basura. Luego su padre lo revisaría y lo firmaría. — Eso estaría genial, me gustaría ver a Dallas también ya de paso — Keith conocía a todos los miembros del equipo de STARS de Nueva York, mejor a su padre como era era evidente, luego a Thea y Dallas. Al resto los conocía de vista o de haber tenido alguna conversación banal con ellos mientras que esperaba a su padre o le ayudaba con algo. Keith no solo se dejaba caer por allí para ayudar a su padre en su trabajo, antes cuando salía del instituto se acercaba para así volver a casa con su padre, se quedaba allí sentada estudiando o haciendo sus deberes y cuando el señor Kästner terminaba su trabajo ambos regresaban a su hogar. Así que efectivamente la joven se había pasado mucho tiempo por la comisaría, era muy normal aquel trato con la gente del lugar.
— Te acompaño — Keith sonrió con cariño poniéndose en pie. En cuanto Thea y Keith recogieron las cosas del lugar comenzaron a marchar en la dirección que Thea le había indicado. La oficina se encontraba en la planta superior de la comisaría de Nueva York, así que tan solo tuvieron que bajar unas escaleras hasta la recepción. Keith se colocó mejor la chaqueta cuando llegaron a la recepción. Habían bajado las temperaturas en los últimos días y allí solía hacer frío. — ¿Te acompaño? — Keith sabía que aquella zona ya era más cerrada al publico, por ello preguntó justo cuando llegaron allí abajo.
— Es tarde y le prometí a mi padre que en cuanto acabara con ello me marcharía a casa, por lo que no tienes por qué preocuparte, me acercaré a la parada y esperaré a un bus — Keith en verdad no tenía muchas ganas de irse, no aún y si podía ver a Dallas las ganas de marchar ya a casa descendían. La rubia siempre le había caído en gracia y le encantaba escuchar sus chistes o simplemente charlar un rato con ella.
No tardaron demasiado en acabar, al parecer lo de Thea no era muy complicado y Keith prácticamente tan solo tenía que copiar todo lo que había en la otra hoja. Cuando acabó asintió a la policía mientras guardaba las cosas en su sitio y rompía el informe a sucio tirándolo en la basura. Luego su padre lo revisaría y lo firmaría. — Eso estaría genial, me gustaría ver a Dallas también ya de paso — Keith conocía a todos los miembros del equipo de STARS de Nueva York, mejor a su padre como era era evidente, luego a Thea y Dallas. Al resto los conocía de vista o de haber tenido alguna conversación banal con ellos mientras que esperaba a su padre o le ayudaba con algo. Keith no solo se dejaba caer por allí para ayudar a su padre en su trabajo, antes cuando salía del instituto se acercaba para así volver a casa con su padre, se quedaba allí sentada estudiando o haciendo sus deberes y cuando el señor Kästner terminaba su trabajo ambos regresaban a su hogar. Así que efectivamente la joven se había pasado mucho tiempo por la comisaría, era muy normal aquel trato con la gente del lugar.
— Te acompaño — Keith sonrió con cariño poniéndose en pie. En cuanto Thea y Keith recogieron las cosas del lugar comenzaron a marchar en la dirección que Thea le había indicado. La oficina se encontraba en la planta superior de la comisaría de Nueva York, así que tan solo tuvieron que bajar unas escaleras hasta la recepción. Keith se colocó mejor la chaqueta cuando llegaron a la recepción. Habían bajado las temperaturas en los últimos días y allí solía hacer frío. — ¿Te acompaño? — Keith sabía que aquella zona ya era más cerrada al publico, por ello preguntó justo cuando llegaron allí abajo.
— Es tarde y le prometí a mi padre que en cuanto acabara con ello me marcharía a casa, por lo que no tienes por qué preocuparte, me acercaré a la parada y esperaré a un bus — Keith en verdad no tenía muchas ganas de irse, no aún y si podía ver a Dallas las ganas de marchar ya a casa descendían. La rubia siempre le había caído en gracia y le encantaba escuchar sus chistes o simplemente charlar un rato con ella.
- ¿Pero qué dices Keith? - miré a la joven casi como si la fuera a matar. - ¡Es tardísimo! - exclamé alzando ligeramente las manos. - Cuando vea a Frost se va a enterar - empecé a decirle mientras que ambas nos preparábamos para salir, una vez que recogí todo esto. - Mira que tenerte aquí hasta tan tarde sin comer nada... - me hice con la chaqueta que había dejado en el perchero y mientras me la ponía yo continuaba hablando. - Vamos, te invito a cenar algo en el bar de abajo y luego te llevo a casa - cualquiera que me escuchara se echaría a reír, pues ya solía yo hacer ese tipo de cosas yo. No se trataba de despiste ni nada por el estilo, era más bien querer acabar el trabajo pronto. No había nada más.
- Pues no sé yo si la rubia estará para muchas visitas, la verdad... - miré de reojo a Keith mientras que le sujetaba la puerta para que saliera fuera. - Ya sabes como suele ponerse... - me llevé el dedo índice a la cabeza e hice el típico gesto de lunática. Podría decirse que Dallas no era la poli mala, si no una mezcla entre esta y una psicópata. Eso sí, siempre obtenía lo que se proponía de esos interrogatorios.
Al bajar las escaleras me acerqué a Keith, los civiles tenían prohibida la entrada a aquella zona de la comisaría, pero al ver la expresión de la chica no pude más que sonreír negando. - Prefiero que en vez de esa cara de pena me digas directamente que te mueres por entrar ahí... - sonreí con cierta diversión negando. - Anda vamos... - le hice un gesto con la mano a la joven para que me siguiera por aquel pasillo al fondo de este habían varias puertas, dos de ellas muy cerca, una donde estaría Dallas con ese idiota y la otra con el espejo para así ver tan interesante charla.
- Puedes pasar aquí - abrí la habitación oscura con el enorme cristal que mostraba la sala de interrogatorios, divisé de reojo a Dallas sentada en la mesa con aquel chico. Seguramente querría saber de donde había sacado la droga. Me acerqué a la puerta de al lado, llamé y la abrí. - Sienna, ¿puedes salir un momento? - le pregunté a mi amiga y compañera mientras que alzaba el informe además para que ya supiera de que iba tal intromisión. Una vez que salió y cerró la puerta tras de si aparté la hoja señalando la puerta de al lado que estaba abierta, con Keith dentro. - Mira quien se ha pasado a saludar - sonreí finalmente cuando señalé a la joven que estaba deseando ver a Dallas. - Queríamos darte antes de marcharnos esto, llevaré a Keith al bar para que cene algo y la llevaré a su casa - me crucé de brazos mientras miraba a ambas. - ¿Te queda a ti mucho con el chico este? - pregunté luego.
- Pues no sé yo si la rubia estará para muchas visitas, la verdad... - miré de reojo a Keith mientras que le sujetaba la puerta para que saliera fuera. - Ya sabes como suele ponerse... - me llevé el dedo índice a la cabeza e hice el típico gesto de lunática. Podría decirse que Dallas no era la poli mala, si no una mezcla entre esta y una psicópata. Eso sí, siempre obtenía lo que se proponía de esos interrogatorios.
Al bajar las escaleras me acerqué a Keith, los civiles tenían prohibida la entrada a aquella zona de la comisaría, pero al ver la expresión de la chica no pude más que sonreír negando. - Prefiero que en vez de esa cara de pena me digas directamente que te mueres por entrar ahí... - sonreí con cierta diversión negando. - Anda vamos... - le hice un gesto con la mano a la joven para que me siguiera por aquel pasillo al fondo de este habían varias puertas, dos de ellas muy cerca, una donde estaría Dallas con ese idiota y la otra con el espejo para así ver tan interesante charla.
- Puedes pasar aquí - abrí la habitación oscura con el enorme cristal que mostraba la sala de interrogatorios, divisé de reojo a Dallas sentada en la mesa con aquel chico. Seguramente querría saber de donde había sacado la droga. Me acerqué a la puerta de al lado, llamé y la abrí. - Sienna, ¿puedes salir un momento? - le pregunté a mi amiga y compañera mientras que alzaba el informe además para que ya supiera de que iba tal intromisión. Una vez que salió y cerró la puerta tras de si aparté la hoja señalando la puerta de al lado que estaba abierta, con Keith dentro. - Mira quien se ha pasado a saludar - sonreí finalmente cuando señalé a la joven que estaba deseando ver a Dallas. - Queríamos darte antes de marcharnos esto, llevaré a Keith al bar para que cene algo y la llevaré a su casa - me crucé de brazos mientras miraba a ambas. - ¿Te queda a ti mucho con el chico este? - pregunté luego.
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Ya pensaba yo que me marchaba a casa, un día más de trabajo y me metería en la cama. Con el frío que hacía estaba deseando meterme bajo las mantas y dormir hasta las mil del día siguiente o hasta que tuviera que ir a trabajar. Tras un largo día de trabajo Thea y yo decidimos ir a cenar al bar de la esquina. A la vuelta nos encontramos un buen número que acabó conmigo en la sala de interrogatorios acompañando a un mocoso que seguramente aún dormía con la luz encendida por las noches. La conversación se hizo larga, pero finalmente el chico confesó y con un extra de cosas que fui anotando en la libreta con una sonrisa. Así era, aquel chico era un mocoso, no sabía ni lo que hacía con su vida y había cierto grupo de idiotas que se aprovechaba de ello. Aunque con aquellas pruebas que habíamos conseguido seguramente los apartábamos de la calle y dejaban en paz a estos chicos que los pobres no sabían ni lo que estaban haciendo con su vida. Incluso era más hasta una victima.
—Bueno, la noche te la has ganado en el cinco estrellas —iba a decir algo más cuando llamaron a la puerta—. Espera aquí —le señalé el lugar, aunque ahí esposado dudaba que se fuera a mover demasiado.
Sonreí al ver a Thea en la puerta y salí fuera cerrando tras de mi mientras que le arrebataba el informe de la detención y lo releía. —Hoy estamos echando un buen día, ¿eh? —sonreí de lado mientras que revisaba el papel, quedaba rellenar tan solo un par de detalles más de los que ya se encargaría el tipo del calabozo.
—¡Hey mini-Frost! —sonreí al verla, con diversión mientras me acercaba a ella y le daba un pequeño abrazo—. ¿Has visto? —señalé con la mirada al chico que estaba sentado en la silla mirando las musarañas—. Guapo, pero no muy espabilado —hice un gesto con la mano quitandole importancia.
—Os acompaño entonces, llevaré a este lumbreras al calabozo y nos vamos —no dije más, fui directa hacia la sala a por el chico—. Eh lumbreras, en pie — exclamé—. Vamos a dar un paseo —le ayudé a levantarse y salimos fuera, antes miré a las chicas—. En cuanto acabe con él voy a la entrada, esperadme ahí, no tardaré.
—Bueno, la noche te la has ganado en el cinco estrellas —iba a decir algo más cuando llamaron a la puerta—. Espera aquí —le señalé el lugar, aunque ahí esposado dudaba que se fuera a mover demasiado.
Sonreí al ver a Thea en la puerta y salí fuera cerrando tras de mi mientras que le arrebataba el informe de la detención y lo releía. —Hoy estamos echando un buen día, ¿eh? —sonreí de lado mientras que revisaba el papel, quedaba rellenar tan solo un par de detalles más de los que ya se encargaría el tipo del calabozo.
—¡Hey mini-Frost! —sonreí al verla, con diversión mientras me acercaba a ella y le daba un pequeño abrazo—. ¿Has visto? —señalé con la mirada al chico que estaba sentado en la silla mirando las musarañas—. Guapo, pero no muy espabilado —hice un gesto con la mano quitandole importancia.
—Os acompaño entonces, llevaré a este lumbreras al calabozo y nos vamos —no dije más, fui directa hacia la sala a por el chico—. Eh lumbreras, en pie — exclamé—. Vamos a dar un paseo —le ayudé a levantarse y salimos fuera, antes miré a las chicas—. En cuanto acabe con él voy a la entrada, esperadme ahí, no tardaré.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
— ¡No!, tranquila, de verdad, estoy bien... — Keith observó a Thea fijamente cuando empezó a decirle que regañaría a su padre por tenerla allí sin cenar ni nada. — Thea, no es necesario, de verdad, tranquila — con aquel picoteo ya se daba por satisfecha, además lo que más le interesaba ahora sería que le dejara acercarse a las salas de los interrogatorios, así vería a Dallas y el lugar. Desde bien pequeña le había fascinado demasiado la comisaría de Nueva York y siempre que podía ver algo más se dejaba caer por el lugar o acompañaba a quien fuera.
Una vez que estuvieron listas bajaron por las escaleras hacia la recepción de la estación de policías. Siempre había disfrutado mucho en el NYPD, el edificio tenía cierta aura de misterio que siempre le había gustado. Era hermoso, con sus ventanas enormes, su espacio... Un edificio antiguo que habían adaptado a los nuevos tiempos, con carácter, un lugar que la impresionó nada más poner un pie en sus suelos. Thea y ella cuando descendieron por las escaleras mantuvieron un pequeño intercambio de palabras. La morena pilló al vuelo las intenciones de la joven, que sin duda no eran ni mucho menos las de marcharse a casa ya. Quería quedarse por el lugar y de paso ver a Dallas. Cuando la de los STARS la pilló Keith no pude más que sonreír con cierta picardía por ello. Y entonces la muchacha asintió de forma rápida ante sus palabras.
— Pooorfaaa... — Keith estiró bien la palabra y puso su mejor cara de niña buena para así ganarse a la morena, que no dudó mucho y le acabó haciendo un gesto para que la siguiera. Keith sonrió ampliamente y siguió a la mujer en aquella dirección en la que no recordaba haber entrado nunca. Ambas entraron a aquel pasillo y caminaron hasta dos puertas, Thea le dejó pasar a una habitación y allí vio a Dallas sentada junto al chico que interrogaba. Cuando la rubia salió Keith fue a saludarla rápidamente, Dallas sonrió lanzándose a por ella para darle un pequeño abrazo. — ¡Dallas! — Keith se alegró muchísimo de verla, le siguió el abrazo a la rubia y asintió con cierta timidez cuando ella le dijo aquello, en verdad a Keith no le pareció tan guapo, hizo una mueca y asintió.
Dallas les pidió que la esperaran en la entrada, pues ya había acabado. Keith asintió cuando el chico salió con Dallas y seguidamente miró a Thea para dirigirse al lugar que la rubia les había indicado.
Una vez que estuvieron listas bajaron por las escaleras hacia la recepción de la estación de policías. Siempre había disfrutado mucho en el NYPD, el edificio tenía cierta aura de misterio que siempre le había gustado. Era hermoso, con sus ventanas enormes, su espacio... Un edificio antiguo que habían adaptado a los nuevos tiempos, con carácter, un lugar que la impresionó nada más poner un pie en sus suelos. Thea y ella cuando descendieron por las escaleras mantuvieron un pequeño intercambio de palabras. La morena pilló al vuelo las intenciones de la joven, que sin duda no eran ni mucho menos las de marcharse a casa ya. Quería quedarse por el lugar y de paso ver a Dallas. Cuando la de los STARS la pilló Keith no pude más que sonreír con cierta picardía por ello. Y entonces la muchacha asintió de forma rápida ante sus palabras.
— Pooorfaaa... — Keith estiró bien la palabra y puso su mejor cara de niña buena para así ganarse a la morena, que no dudó mucho y le acabó haciendo un gesto para que la siguiera. Keith sonrió ampliamente y siguió a la mujer en aquella dirección en la que no recordaba haber entrado nunca. Ambas entraron a aquel pasillo y caminaron hasta dos puertas, Thea le dejó pasar a una habitación y allí vio a Dallas sentada junto al chico que interrogaba. Cuando la rubia salió Keith fue a saludarla rápidamente, Dallas sonrió lanzándose a por ella para darle un pequeño abrazo. — ¡Dallas! — Keith se alegró muchísimo de verla, le siguió el abrazo a la rubia y asintió con cierta timidez cuando ella le dijo aquello, en verdad a Keith no le pareció tan guapo, hizo una mueca y asintió.
Dallas les pidió que la esperaran en la entrada, pues ya había acabado. Keith asintió cuando el chico salió con Dallas y seguidamente miró a Thea para dirigirse al lugar que la rubia les había indicado.
Sonreí ampliamente cuando vi a Sienna alegrarse tanto de ver a la joven. - Pensaba ya que no podrías salir - le dediqué una mirada divertida cuando acabó. Sienna dijo que se encargaría de aquel muchacho y que nos acompañaría seguidamente, por lo que me acerqué a Keith y la sujeté por el brazo con delicadeza. - Pues tú y yo nos vamos a esperarla - sin más ambas caminamos en la dirección que la rubia nos había indicado. A aquellas horas la recepción estaba prácticamente vacía, por lo que tomamos sitio en uno de los bancos que había pegado en la pared. - No insistas con ello, te acompañaremos a que cenes algo y luego a casa - no permitiría que se marchara sola ahora que era tan de noche. Seguramente Keith sabría defenderse bastante bien sola, pero así yo me quedaba más tranquila también. Ahora esperaríamos a Sienna y cuando pasó apenas un rato recordé algo.
- Keith... - llamé su atención girándome en su dirección además para hablarle, pues hacía tiempo que quería regalarle algo y aún no había tenido tiempo. - Quería decirte que creo que serás muy buena en tu trabajo - sonreí con cariño y algo de diversión. - Estoy deseando que te gradúes para que podamos trabajar juntas, ya sabes, de forma oficial... - sin llegar a decir nada más me quité la medalla que me regalaron el día de mi graduación, una de St. Michael. - Ten - no es que fuera creyente, ni mucho menos, pero siempre se había dicho que este era el patrón de las fuerzas del orden. - Cuando te gradúes tu padre seguramente te regalará una, mientras tanto quiero que conserves esta y que te acuerdes de que siempre tendrás un sitio aquí para ayudarnos en todo - Keith no sería una policía, pero sencillamente estaría ahí, porque siempre nos echaba una mano y cuando se graduase iría a más aún. - Siempre pensé que ingresarías en el cuerpo, pero... Bueno, si eres tú quien se quiere hartar a estudiar no seré yo quien te lo impida - la miré con ternura y diversión. - Ya prácticamente a veces te cuento como parte de la oficina, eres nuestra becaria no remunerada - Coloqué bien su pelo mientras que me ponía entonces en pie y echaba un vistazo en la dirección.
- Pero bueno... ¿Y esta mujer qué está haciendo? - cambié de tema de forma radical, pues aquellas cosas solían ponerme nerviosa y bueno, yo no era detallista por naturaleza, aunque aquello si que salió de mi de forma muy natural, Keith era la pequeña del grupo aunque oficialmente no contase como tal. Siempre ayudaba a su padre y nos echaba una mano cuando necesitábamos algo.
- Keith... - llamé su atención girándome en su dirección además para hablarle, pues hacía tiempo que quería regalarle algo y aún no había tenido tiempo. - Quería decirte que creo que serás muy buena en tu trabajo - sonreí con cariño y algo de diversión. - Estoy deseando que te gradúes para que podamos trabajar juntas, ya sabes, de forma oficial... - sin llegar a decir nada más me quité la medalla que me regalaron el día de mi graduación, una de St. Michael. - Ten - no es que fuera creyente, ni mucho menos, pero siempre se había dicho que este era el patrón de las fuerzas del orden. - Cuando te gradúes tu padre seguramente te regalará una, mientras tanto quiero que conserves esta y que te acuerdes de que siempre tendrás un sitio aquí para ayudarnos en todo - Keith no sería una policía, pero sencillamente estaría ahí, porque siempre nos echaba una mano y cuando se graduase iría a más aún. - Siempre pensé que ingresarías en el cuerpo, pero... Bueno, si eres tú quien se quiere hartar a estudiar no seré yo quien te lo impida - la miré con ternura y diversión. - Ya prácticamente a veces te cuento como parte de la oficina, eres nuestra becaria no remunerada - Coloqué bien su pelo mientras que me ponía entonces en pie y echaba un vistazo en la dirección.
- Pero bueno... ¿Y esta mujer qué está haciendo? - cambié de tema de forma radical, pues aquellas cosas solían ponerme nerviosa y bueno, yo no era detallista por naturaleza, aunque aquello si que salió de mi de forma muy natural, Keith era la pequeña del grupo aunque oficialmente no contase como tal. Siempre ayudaba a su padre y nos echaba una mano cuando necesitábamos algo.
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Bostezo ligeramente y me llevo una mano a la boca mientras el chico me miraba—. ¿No te ha enseñado tu mamá que es de mala educación mirar fijamente a la gente? —le doy con mi mano libre un toque en la cabeza para que mirase en otra dirección. El tal Alex resopló y desvió la mirada por fin mientras que yo sonreía para mi con algo de suficiencia.
—Aquí tienes Andrea, pensión completa para el muchacho hasta mañana a estas horas —sonrío con simpatía cuando veo a Andrea, la encargada de guardia de los calabozos acercarse. La mujer me dedicó la misma mirada—. ¡¿Qué?!, ¿mañana a estas horas no hay ya autobuses para regresar a mi casa —el chico pareció molesto—. Deja que me vaya una hora antes, por favor... —al decirme aquello no puedo evitar mirarle enarcando una ceja.
—Si claro, ¿y cómo pensabas regresar hoy? —le analicé con la mirada esperando una respuesta lógica que no llegó—. Está bien, saldrás por la mañana, pero de pasado, así estás el tiempo justo, duermes en un sitio seguro y te vas por la mañana que seguro que hay autobuses ya, a las ocho Andrea —sonrío con algo de malicia y diversión mientras cambio la hora y fecha de salida, el chico parece gritarle al cielo algo mientras Andrea se ríe también—. Venga chico, ¿puedes estar en algún sitio mejor? —Andrea también le dedica una pequeña burla, le entrego el informe a la mujer y miro al chaval—. Pórtate con la señorita o volveré —le señalo con el dedo.
—Ahora eres todo mío —el chico se quejaba mientras que la mujer tiraba de él entre bromas, para llevárselo a su nueva "habitación", me despedí con la mano y un beso que lancé en su dirección. Y me volví por el pasillo mientras me abrochaba mejor el enorme chaquetón, ya que fuera comenzaba a hacer un frío horrible.
—¿Y bien señoritas? —me froto las manos cuando llego hasta Thea y Keith, que me esperan en un banco dentro de la recepción—. Mañana entramos más tarde, ¿y si nos llevamos a esta para que se corra su última juerga antes de sumergirse de lleno durante los próximos cinco años en esos "entretenidos" libros de texto —me subo la cremallera del abrigo y las miro con una sonrisa amplia—. ¿Me mataría tu padre demasiado? —las miro con curiosidad. La sonrisa creció en mis labios al ver la expresión de ambas en sus rostros. Sin llegar a decir nada más comencé a caminar haciendo un gesto para que me siguieran. Saludé a Ingrid, la recepcionista y salí por la puerta, manteniendo esta para que pasaran Keith y Thea.
—Que conste que lo he dicho en serio —las aviso alzando un dedo cuando pasan por mi lado. Dejo cerrar la puerta sola y bajo los escalones a saltos mientras que me froto las manos—. Puto frío.
Las esperaba en la acera mientras que maldecía a los cuatro vientos aquel tiempo que hacía tan horrible y me frotaba una y otra vez las manos para tratar de entrar en calor. Adoraba Nueva York, pero la mataría por aquel clima, echaba de menos Dallas, así era imposible no recordar mi ciudad natal.
—Aquí tienes Andrea, pensión completa para el muchacho hasta mañana a estas horas —sonrío con simpatía cuando veo a Andrea, la encargada de guardia de los calabozos acercarse. La mujer me dedicó la misma mirada—. ¡¿Qué?!, ¿mañana a estas horas no hay ya autobuses para regresar a mi casa —el chico pareció molesto—. Deja que me vaya una hora antes, por favor... —al decirme aquello no puedo evitar mirarle enarcando una ceja.
—Si claro, ¿y cómo pensabas regresar hoy? —le analicé con la mirada esperando una respuesta lógica que no llegó—. Está bien, saldrás por la mañana, pero de pasado, así estás el tiempo justo, duermes en un sitio seguro y te vas por la mañana que seguro que hay autobuses ya, a las ocho Andrea —sonrío con algo de malicia y diversión mientras cambio la hora y fecha de salida, el chico parece gritarle al cielo algo mientras Andrea se ríe también—. Venga chico, ¿puedes estar en algún sitio mejor? —Andrea también le dedica una pequeña burla, le entrego el informe a la mujer y miro al chaval—. Pórtate con la señorita o volveré —le señalo con el dedo.
—Ahora eres todo mío —el chico se quejaba mientras que la mujer tiraba de él entre bromas, para llevárselo a su nueva "habitación", me despedí con la mano y un beso que lancé en su dirección. Y me volví por el pasillo mientras me abrochaba mejor el enorme chaquetón, ya que fuera comenzaba a hacer un frío horrible.
—¿Y bien señoritas? —me froto las manos cuando llego hasta Thea y Keith, que me esperan en un banco dentro de la recepción—. Mañana entramos más tarde, ¿y si nos llevamos a esta para que se corra su última juerga antes de sumergirse de lleno durante los próximos cinco años en esos "entretenidos" libros de texto —me subo la cremallera del abrigo y las miro con una sonrisa amplia—. ¿Me mataría tu padre demasiado? —las miro con curiosidad. La sonrisa creció en mis labios al ver la expresión de ambas en sus rostros. Sin llegar a decir nada más comencé a caminar haciendo un gesto para que me siguieran. Saludé a Ingrid, la recepcionista y salí por la puerta, manteniendo esta para que pasaran Keith y Thea.
—Que conste que lo he dicho en serio —las aviso alzando un dedo cuando pasan por mi lado. Dejo cerrar la puerta sola y bajo los escalones a saltos mientras que me froto las manos—. Puto frío.
Las esperaba en la acera mientras que maldecía a los cuatro vientos aquel tiempo que hacía tan horrible y me frotaba una y otra vez las manos para tratar de entrar en calor. Adoraba Nueva York, pero la mataría por aquel clima, echaba de menos Dallas, así era imposible no recordar mi ciudad natal.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
— De verdad, muchísimas gracias, pero no es necesario, no deseo molestaros — Keith sonrió con cierta timidez a Thea quien se había propuesto no solo llevarla a cenar, si no que también acompañarla a casa y aunque esto a Keith le gustaría en verdad no deseaba molestar ni a una ni a la otra, pues Dallas parecía querer también unirse a la comitiva. — Te estoy muy agradecida, pero no es necesario, de verdad — sonrió de nuevo. Keith se sentía muy agradecida y cuando se empezaba a preguntar por Dallas, Thea la sorprendió.
— Es... Saint Michael, el patrón de las fuerzas del orden — Keith observó como Thea se había quitado la medalla y cuando esta se la entregó la joven, abriendo los ojos de la sorpresa ante tal regalo comenzó a negar, incluso la sonrisa se borró de su rostro. — Thea no, no puedo aceptarla — trató incluso de apartar la medalla de ella cuando la morena la dejaba en sus manos. — Thea, es demasiado, yo... — la joven se puso hasta nerviosa con aquello, pues sabía que esa medalla era importante para ellos, al menos para su padre recordaba que lo era, pero la joven STARS la dejó sin palabras, hasta el punto de emocionarla. — Ni siquiera soy policía, seré forense Thea — Keith sujetó con fuerza sus manos y la miró fijamente. Podría echarse allí a llorar como una idiota por culpa de las palabras de Thea Grayson. Al principio Keith tenía sus dudas, se había visto trabajando como policía, pero a la hora de la verdad la muchacha no se veía ni capaz de sujetar un arma, al final se sintió atraída por cursar esa carrera y se dio cuenta de que sería lo suyo, no estar justo al principio del frente para librar esa guerra, pero si detrás, ayudando en cuanto pudiera. Había momentos, sobre todo en aquella última semana en la que las dudas la acribillaron a base de bien, pero aquellas palabras de Thea la animaron más que ningún otro discurso que le hubieran dado, por sencillas que pudieran parecer. Finalmente asintió. — Te la devolveré cuando acabe y trabajaré contigo — no había un tal vez en sus palabras, ni un lo intentaré, era una sentencia, una promesa. Keith se sentía ahora con más fuerzas que nunca y de la misma forma sujetó la medalla en su mano, sin saber que esta le acabaría infundiendo más valor del que esperaba en un tiempo...
Apenas se percató de que Dallas había llegado, Keith observaba fijamente a Thea que se había puesto de pie y sin más se lanzó a por ella para darle un buen abrazo. — ¡Gracias! — Keith no podía estar más agradecida con aquella mujer o tenerla en un pedestal más alto del que ya la tenía, adoraba a Thea Grayson. Con los ojos húmedos se fijó entonces en Dallas, que hablaba de celebrar que Keith ya no saldría más en los próximos cinco años. La joven soltó una pequeña carcajada porque tristemente tenía razón, pero no le importaba. Se frotó la cara con las mangas de la chaqueta limpiándose los ojos con disimulación y asintió. — Yo mañana tampoco tengo clase, así que podría llamar a mi madre y avisarla de que iré más tarde — Aún no era mayor de edad, así que salir con Dallas y Thea tenía que ser una auténtica juerga, al menos de Dallas se imaginaba que podía venir cualquier cosa y pensando en los cinco próximos años deseaba de veras esa fiesta que la rubia pedía. Así que cuando empezó a caminar hacia la puerta la siguió rápidamente.
— Por favor, además con los preparativos y el papeleo apenas he podido aprovechar los últimos días de mis vacaciones... — se giró juntando las manos en la dirección de Thea, que era la única a la que le faltaba dar su visto bueno. — Porfa... Mi padre apenas me deja salir demasiado, seguro que con vosotras no me dice nada — Keith puso su mejor cara de niña buena y sonrió ligeramente traviesa, esperando poder ganarse una afirmativa por parte de la morena.
— Es... Saint Michael, el patrón de las fuerzas del orden — Keith observó como Thea se había quitado la medalla y cuando esta se la entregó la joven, abriendo los ojos de la sorpresa ante tal regalo comenzó a negar, incluso la sonrisa se borró de su rostro. — Thea no, no puedo aceptarla — trató incluso de apartar la medalla de ella cuando la morena la dejaba en sus manos. — Thea, es demasiado, yo... — la joven se puso hasta nerviosa con aquello, pues sabía que esa medalla era importante para ellos, al menos para su padre recordaba que lo era, pero la joven STARS la dejó sin palabras, hasta el punto de emocionarla. — Ni siquiera soy policía, seré forense Thea — Keith sujetó con fuerza sus manos y la miró fijamente. Podría echarse allí a llorar como una idiota por culpa de las palabras de Thea Grayson. Al principio Keith tenía sus dudas, se había visto trabajando como policía, pero a la hora de la verdad la muchacha no se veía ni capaz de sujetar un arma, al final se sintió atraída por cursar esa carrera y se dio cuenta de que sería lo suyo, no estar justo al principio del frente para librar esa guerra, pero si detrás, ayudando en cuanto pudiera. Había momentos, sobre todo en aquella última semana en la que las dudas la acribillaron a base de bien, pero aquellas palabras de Thea la animaron más que ningún otro discurso que le hubieran dado, por sencillas que pudieran parecer. Finalmente asintió. — Te la devolveré cuando acabe y trabajaré contigo — no había un tal vez en sus palabras, ni un lo intentaré, era una sentencia, una promesa. Keith se sentía ahora con más fuerzas que nunca y de la misma forma sujetó la medalla en su mano, sin saber que esta le acabaría infundiendo más valor del que esperaba en un tiempo...
Apenas se percató de que Dallas había llegado, Keith observaba fijamente a Thea que se había puesto de pie y sin más se lanzó a por ella para darle un buen abrazo. — ¡Gracias! — Keith no podía estar más agradecida con aquella mujer o tenerla en un pedestal más alto del que ya la tenía, adoraba a Thea Grayson. Con los ojos húmedos se fijó entonces en Dallas, que hablaba de celebrar que Keith ya no saldría más en los próximos cinco años. La joven soltó una pequeña carcajada porque tristemente tenía razón, pero no le importaba. Se frotó la cara con las mangas de la chaqueta limpiándose los ojos con disimulación y asintió. — Yo mañana tampoco tengo clase, así que podría llamar a mi madre y avisarla de que iré más tarde — Aún no era mayor de edad, así que salir con Dallas y Thea tenía que ser una auténtica juerga, al menos de Dallas se imaginaba que podía venir cualquier cosa y pensando en los cinco próximos años deseaba de veras esa fiesta que la rubia pedía. Así que cuando empezó a caminar hacia la puerta la siguió rápidamente.
— Por favor, además con los preparativos y el papeleo apenas he podido aprovechar los últimos días de mis vacaciones... — se giró juntando las manos en la dirección de Thea, que era la única a la que le faltaba dar su visto bueno. — Porfa... Mi padre apenas me deja salir demasiado, seguro que con vosotras no me dice nada — Keith puso su mejor cara de niña buena y sonrió ligeramente traviesa, esperando poder ganarse una afirmativa por parte de la morena.
- Deja de decir tonterías, que no es nada o que no es necesario - exclamé cuando Keith comenzó a decirme que no era necesario. - Acabo de decirte que si, así que o insistas más, como buena novata del grupo tendrás que soportarnos, te guste o no - alcé un dedo en su dirección, aparentemente seria cuando empezó a decir todo aquello. Traté de que no me rechistara, pero me fue imposible no echarme a reír con aquello. Lo mejor fue ver la emoción en los ojos de Keith cuando le entregué mi medalla, ni siquiera era un regalo como tal, tan solo una especie de préstamo, algo para animarla a que estudiase, sabía de mucha gente que acababa dejado aquella carrera, por lo dura que era más que nada y ya no solo por lo estudios. Conocía a algunas personas que se habían cambiado de modalidad por culpa de lo difícil que resultaba el trabajo diario.
- ¿Por fin joder!, ¿es qué te estabas retocando el maquillaje o qué? - en cuanto vi a Dallas aparecer fui directa a por ella para agarrarla por un hombro y apenas me dio tiempo a más porque antes de ello Keith se lanzó a por mi para abrazarme. En un primer momento abrí los ojos sorprendida por aquello, pero luego le seguí el abrazo con una sonrisa cariñosa. - Esto si que no es nada boba - acaricié su pelo e incluso le di un pequeño beso en su cabeza para luego apartarme y mirarla fijamente. - Tú solo cumple lo que me has prometido, ¿sí? - la miré fijamente con esa expresión cariñosa en mi rostro, viendo como se limpiaba la cara con las mangas de su camiseta, cosa que me produjo aún más ternura. Así que acaricié suavemente su mejilla. - Nos lo debes a todos y a ti misma, acuérdate - le dediqué una mirada llena de complicidad y me giré hacia Dallas que tendría que estar alucinando un poco con aquel teatro que acabábamos de montar justo allí.
- Frost nos colgaría a ambas y luego a ella la encerraría en lo alto de una torre... - señalé varias veces al techo con el dedo índice y luego las seguía a ambas hacia la fría calle. - ¿Qué no te dice nada?, dile que vas con Dallas, ya verás como te dice algo... - hice una mueca divertida mientras que bajaba las escaleras de la comisaría y empezaba a caminar en la dirección del bar de la esquina. - Está bien - asentí y miré de reojo a Dallas. - Pero tú recuerda que ella es menor de edad aún y que tú eres policía... - alcé un dedo y aunque parecía bastante seria estaba bromeando, exagerando un poco la situación. Lo bueno de tener un bar en la esquina, era precisamente eso, que estaba cerca de la oficina, así que no tardamos en llegar a este. Abrí la puerta y cuando Jerrow alzó la mirada hacia mi dirección me observó enarcando una ceja.
- ¿Agente, no se ha quedado satisfecha con la cena? - sonreí al camarero mientras dejaba la puerta abierta para que pasaran las chicas. - Te traemos trabajo, anda hazle de cenar lo que ella te pida, a mi me pones una cerveza y a Dallas... - miré a Jerrow mientras señalaba a mis compañeras y este se adelantaba. - A mi rubia favorita le voy a preparar una jarra de la mejor margarita que haya probado nunca... ¿O prefiere la señorita algo en especial? - Jerrow se acercó por la barra en la dirección de la puerta para acercarse a Dallas, aquel tipo nos conocía ya demasiado bien y la confianza era más que evidente. Sonreí mirándoles mientras que me quitaba la chaqueta y la dejaba en el perchero para tomar luego asiento en la barra.
- ¿Por fin joder!, ¿es qué te estabas retocando el maquillaje o qué? - en cuanto vi a Dallas aparecer fui directa a por ella para agarrarla por un hombro y apenas me dio tiempo a más porque antes de ello Keith se lanzó a por mi para abrazarme. En un primer momento abrí los ojos sorprendida por aquello, pero luego le seguí el abrazo con una sonrisa cariñosa. - Esto si que no es nada boba - acaricié su pelo e incluso le di un pequeño beso en su cabeza para luego apartarme y mirarla fijamente. - Tú solo cumple lo que me has prometido, ¿sí? - la miré fijamente con esa expresión cariñosa en mi rostro, viendo como se limpiaba la cara con las mangas de su camiseta, cosa que me produjo aún más ternura. Así que acaricié suavemente su mejilla. - Nos lo debes a todos y a ti misma, acuérdate - le dediqué una mirada llena de complicidad y me giré hacia Dallas que tendría que estar alucinando un poco con aquel teatro que acabábamos de montar justo allí.
- Frost nos colgaría a ambas y luego a ella la encerraría en lo alto de una torre... - señalé varias veces al techo con el dedo índice y luego las seguía a ambas hacia la fría calle. - ¿Qué no te dice nada?, dile que vas con Dallas, ya verás como te dice algo... - hice una mueca divertida mientras que bajaba las escaleras de la comisaría y empezaba a caminar en la dirección del bar de la esquina. - Está bien - asentí y miré de reojo a Dallas. - Pero tú recuerda que ella es menor de edad aún y que tú eres policía... - alcé un dedo y aunque parecía bastante seria estaba bromeando, exagerando un poco la situación. Lo bueno de tener un bar en la esquina, era precisamente eso, que estaba cerca de la oficina, así que no tardamos en llegar a este. Abrí la puerta y cuando Jerrow alzó la mirada hacia mi dirección me observó enarcando una ceja.
- ¿Agente, no se ha quedado satisfecha con la cena? - sonreí al camarero mientras dejaba la puerta abierta para que pasaran las chicas. - Te traemos trabajo, anda hazle de cenar lo que ella te pida, a mi me pones una cerveza y a Dallas... - miré a Jerrow mientras señalaba a mis compañeras y este se adelantaba. - A mi rubia favorita le voy a preparar una jarra de la mejor margarita que haya probado nunca... ¿O prefiere la señorita algo en especial? - Jerrow se acercó por la barra en la dirección de la puerta para acercarse a Dallas, aquel tipo nos conocía ya demasiado bien y la confianza era más que evidente. Sonreí mirándoles mientras que me quitaba la chaqueta y la dejaba en el perchero para tomar luego asiento en la barra.
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—Peeeerrrdooonaaa... Pero todo esto que ves es al natural, nada de maquillaje, maja —sonrío con diversión cuando me acusa de estar retocando mi maquillaje, que claro que llevo, pero seguirle la broma es mucho más divertido que cabrearse por un comentario de mi amiga que va sin mala intención alguna. Todo era por pura diversión. Lo que me sorprendía era ver como Keith se lanzó a abrazar a Thea sin más ni menos. Las observé enarcando una ceja—. ¿Pero qué me he perdido yo? —las miro con los ojos abiertos de par en par—. ¿Os habéis cambiado de acera y no me habéis invitado? —digo la primera chorrada que se me viene a la cabeza, porque ellas saben que estoy totalmente de coña y porque me gusta picarlas lo suyo.
Sin más dilación las tres salimos de la oficina, dejándonos la seriedad colgada en el perchero seguramente, porque hasta Thea me seguía el cachondeo con más coñas de las habituales—. Y no le haría falta pillarse a un dragón que la custodiase, se plantaría él mismo en a los pies de la torre con su reglamentaria —alzo ambas manos y cierro un ojo mientras finjo llevar una pistola en las manos y disparo hacia el frente. Me carcajeé al final con el comentario de Thea en el que aseguraba que yo sería el problema.
—¿Cuanto rencor acumulado me tienes, no?, que malas sois las morenas y que manía nos tenéis a las que nos sienta bien el rubio —la miro con fingida ofensa y mi expresión cambia drásticamente a una más seria—. ¿Eso quiere decir que no iremos al platano dorado? —enarco una ceja extrañada citando esa frase de un programa de televisión.
Las tres no tardamos en recorrer la distancia hasta nuestro bar favorito. Jerrow seguramente se ganaba la vida con nuestra sección, que prácticamente nos pasábamos la vida allí cada vez que teníamos un rato libre—. ¿Te he dicho alguna vez cuanto te amo? —exclamo cuando le escucho una vez que las tres estamos dentro. Dejé la chaqueta junto a la de Thea y fui directa a la barra para tomar asiento. Una vez allí apoyé los codos sobre el mostrador y la barbilla sobre mis manos para mirar fijamente a Jerrow mientras pestañeaba—. Si con algo especial te refieres a que me traerás esa jarra soolo con un delantal, por mi perfecto —sonrío coqueta pronunciando con gran énfasis la palabra "solo"—. Si lo deseas te servirá esa jarra solo con el delantal y sus calcetines blancos de la suerte mientras que pagues todas tus consumiciones... —la mujer de Jerrow, Theresa sale de la cocina con un bol de patatas que deja en la barra—. Hola cielo, ¿qué ta estás?, hacía tiempo que no te veíamos por aquí —Theresa saluda a Keith con cariño mientras que Jerrow y yo nos reímos.
—Touché Tess... —exclamo mientras que Jerrow se acerca a por esas peticiones y yo me acomodo en el taburete—. ¿Así que calcetines blancos de la suerte eh? —pregunto con fingida picardía, Tess asiente varias veces—. Le funcionan muy bien —la mujer se apoya en la barra mientras que Jerrow le deja su jarra a Thea—. Ya sabes, para no quedarme frío y venirme abajo... —Tess y yo nos carcajeamos junto a él. Son las bromas típicas de siempre, cualquiera que nos vea pensará que estamos como una cabra, pero es esta una de las razones por la que no podría dejarme caer por otro bar que no fuera este—. Eh Thea... —aprovecho cuando se sienta a mi lado para darle un leve codazo en su brazo y así captar solo su atención, ahora que Jerrow anda atareado en los margaritas y Tess charlando con Keith—. ¿Crees que Hal usará también calcetines blancos de la suerte? —prácticamente lo susurro en su oído con una pequeña carcajada divertida. Porque si había cosas que me gustasen en el mundo era picar a la gente, pero sin duda lo mejor era cuando me permitía alguna broma de la categoría Hal Ferris con Thea. Si, me encantaba ver las reacciones de ella.
Sin más dilación las tres salimos de la oficina, dejándonos la seriedad colgada en el perchero seguramente, porque hasta Thea me seguía el cachondeo con más coñas de las habituales—. Y no le haría falta pillarse a un dragón que la custodiase, se plantaría él mismo en a los pies de la torre con su reglamentaria —alzo ambas manos y cierro un ojo mientras finjo llevar una pistola en las manos y disparo hacia el frente. Me carcajeé al final con el comentario de Thea en el que aseguraba que yo sería el problema.
—¿Cuanto rencor acumulado me tienes, no?, que malas sois las morenas y que manía nos tenéis a las que nos sienta bien el rubio —la miro con fingida ofensa y mi expresión cambia drásticamente a una más seria—. ¿Eso quiere decir que no iremos al platano dorado? —enarco una ceja extrañada citando esa frase de un programa de televisión.
Las tres no tardamos en recorrer la distancia hasta nuestro bar favorito. Jerrow seguramente se ganaba la vida con nuestra sección, que prácticamente nos pasábamos la vida allí cada vez que teníamos un rato libre—. ¿Te he dicho alguna vez cuanto te amo? —exclamo cuando le escucho una vez que las tres estamos dentro. Dejé la chaqueta junto a la de Thea y fui directa a la barra para tomar asiento. Una vez allí apoyé los codos sobre el mostrador y la barbilla sobre mis manos para mirar fijamente a Jerrow mientras pestañeaba—. Si con algo especial te refieres a que me traerás esa jarra soolo con un delantal, por mi perfecto —sonrío coqueta pronunciando con gran énfasis la palabra "solo"—. Si lo deseas te servirá esa jarra solo con el delantal y sus calcetines blancos de la suerte mientras que pagues todas tus consumiciones... —la mujer de Jerrow, Theresa sale de la cocina con un bol de patatas que deja en la barra—. Hola cielo, ¿qué ta estás?, hacía tiempo que no te veíamos por aquí —Theresa saluda a Keith con cariño mientras que Jerrow y yo nos reímos.
—Touché Tess... —exclamo mientras que Jerrow se acerca a por esas peticiones y yo me acomodo en el taburete—. ¿Así que calcetines blancos de la suerte eh? —pregunto con fingida picardía, Tess asiente varias veces—. Le funcionan muy bien —la mujer se apoya en la barra mientras que Jerrow le deja su jarra a Thea—. Ya sabes, para no quedarme frío y venirme abajo... —Tess y yo nos carcajeamos junto a él. Son las bromas típicas de siempre, cualquiera que nos vea pensará que estamos como una cabra, pero es esta una de las razones por la que no podría dejarme caer por otro bar que no fuera este—. Eh Thea... —aprovecho cuando se sienta a mi lado para darle un leve codazo en su brazo y así captar solo su atención, ahora que Jerrow anda atareado en los margaritas y Tess charlando con Keith—. ¿Crees que Hal usará también calcetines blancos de la suerte? —prácticamente lo susurro en su oído con una pequeña carcajada divertida. Porque si había cosas que me gustasen en el mundo era picar a la gente, pero sin duda lo mejor era cuando me permitía alguna broma de la categoría Hal Ferris con Thea. Si, me encantaba ver las reacciones de ella.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
¿Veis? aquella era una de las razones por las que a la joven Kästner le encantaba ir a la oficina de su padre. Thea Grayson y Sienna Adler, Dallas, era geniales. A veces se preguntaba si no debería haber decidido ser policía en vez de forense, pues entonces acabaría siendo compañera directa de ellas. Aún así acabaría trabajando con ellas y esa era una de las cosas que más animaba a la joven. Keith aplaudió cuando Thea aceptó lo de salir aquellas noche. — Voy a avisar a mi madre entonces de que no llegaré a casa a la hora — la muchacha se fue hacia un lado para buscar en su mochila el teléfono móvil. Al revés de muchas de sus amigas ella tan solo lo usaba para lo justo y necesario. La madre de Keith no se sorprendió demasiado de que su hija le dijera que estaría con Thea y Sienna, pues sabía que le agradaba mucho la compañía de las compañeras de su padre. Lo que si le sorprendió algo más fueron las horas y lo que harían. — Si, iremos a celebrar que empiezo ya mis estudios, según Dallas no levantaré cabeza en los próximos cinco años de los libros — la madre de Keith se rió al otro lado de la linea y dejó que su hija se fuera con las dos agentes de policía, sabía que su hija estaría bien con ellas. Además de que Keith siempre había sido una niña muy responsable y apenas salía, si de vez en cuando le daba el capricho por hacerlo su madre no se iba a negar.
Regresó riendo cuando escuchaba los comentarios de las dos mujeres. Keith pasó al interior del bar y también dejó su chaqueta junto a la de ellas dos. Seguidamente saludó a Jerrow y tomó asiento al lado de Dallas. La muchacha se echó a reír con los comentarios de la rubia y el camarero que siempre estaban igual.
— Hola Tess — sonrió con tranquilidad y pidió una cocacola, también una hamburguesa para cenar. — Si, he estado ocupada con la matrícula y la preparación de todo ese jaleo... — Keith hizo un gesto para quitarle importancia, ahora lo que menos le apetecía a la joven era recordar todo aquello. — Bueno, ya verás como lo sacas — Theresa sonrió mientras me abría un botellín de cocacola y le daba un vaso, seguidamente se fue a la cocina diciendo que iría a prepararle la comida. — Gracias — cogió el vaso lleno de cocacola y se giró hacia Thea y Dallas que hablaban sobre calcetines blancos mágicos y por un momento Keith prefirió no entender la conversación. Las miró enarcando una ceja y negó riéndose a la vez que daba un sorbo a la bebida.
— ¿Hal? — preguntó la joven a la vez que apoyaba su cabeza sobre el hombro de Dallas para mirar a las dos mujeres. Estaba segura de que había escuchado aquel nombre, así que le dio otro sorbito a su bebida con la pajita y las miró fijamente con una sonrisa. Al parecer aquel hombre siempre iba a ser tema de conversación, ya fuera entre sus amigas compañeras de clase o ellas dos.
Regresó riendo cuando escuchaba los comentarios de las dos mujeres. Keith pasó al interior del bar y también dejó su chaqueta junto a la de ellas dos. Seguidamente saludó a Jerrow y tomó asiento al lado de Dallas. La muchacha se echó a reír con los comentarios de la rubia y el camarero que siempre estaban igual.
— Hola Tess — sonrió con tranquilidad y pidió una cocacola, también una hamburguesa para cenar. — Si, he estado ocupada con la matrícula y la preparación de todo ese jaleo... — Keith hizo un gesto para quitarle importancia, ahora lo que menos le apetecía a la joven era recordar todo aquello. — Bueno, ya verás como lo sacas — Theresa sonrió mientras me abría un botellín de cocacola y le daba un vaso, seguidamente se fue a la cocina diciendo que iría a prepararle la comida. — Gracias — cogió el vaso lleno de cocacola y se giró hacia Thea y Dallas que hablaban sobre calcetines blancos mágicos y por un momento Keith prefirió no entender la conversación. Las miró enarcando una ceja y negó riéndose a la vez que daba un sorbo a la bebida.
— ¿Hal? — preguntó la joven a la vez que apoyaba su cabeza sobre el hombro de Dallas para mirar a las dos mujeres. Estaba segura de que había escuchado aquel nombre, así que le dio otro sorbito a su bebida con la pajita y las miró fijamente con una sonrisa. Al parecer aquel hombre siempre iba a ser tema de conversación, ya fuera entre sus amigas compañeras de clase o ellas dos.
- ¡Hola chicos! - saludé al matrimonio dueño del bar mientras dejaba mi chaqueta y tomaba sitio después en uno de los taburetes. Dallas y Keith me siguieron. - ¿Qué tal va la noche? - tras pedir lo que bebería comenzamos a charlar. Keith se pidió algo para cenar y con Dallas solo hubo falta mencionar que directamente le prepararía una jarra entera de margaritas, pues ya sabíamos que una copa ni le duraría mucho ni la conformaría.
- Tú no escuches o tu padre nos ahorcará mañana de la viga principal de la comisaría - miré a Keith fijamente a la vez que la señalaba con el dedo. Luego entre risas, por culpa de la conversación entre Dallas, Jerrow y su mujer, cogí la jarra de cerveza y le di un trago corto. La noche empezaba bien.
Me giré lentamente ante esa pregunta inquietante de mi compañera, antes de que pudiera responder nada, la descendiente de Lucius asomó su rostro por encima de el hombro de ella y al verme observadas por ambas me quedé con las palabras en la boca. Apenas llegué a abrirla, dudando, pues aquel tema de verdad que me chocaba y para colmo Keith se había dado cuenta de que Dallas mencionó a Hal. - Seguro que es más de boxers de la suerte... - hice una mueca y rápidamente le di un trago más largo a la jarra, tan solo quería no parecer demasiado idiota y eso sería siguiendo la broma de Dallas, aunque no pude disimular mi expresión, por ello decidí huir. - ¡Voy al baño! - dejé la jarra de nuevo sobre la barra y literalmente huí como una cobarde de aquella conversación.
Crucé el bar hasta la puerta de los servicios como un rayo, tras entrar cerré tras de mi. - Menuda idiota soy - bostecé mientras que me acercaba al espejo y hacía tiempo. Dallas era así y a veces la mataría, le encantaba ponerme incómoda con aquel tema y lo peor era que lo hiciera con otros delante, a este paso media Nueva York sabría ya a estas alturas de mi interés por Hal, todos menos el propio tipo. ¿Y si lo sabía ya?, menuda idiota, sería como la típica adolescente loca... Para mi lo peor ahora sería que se llegase a enterar mi padre, ahí si que me moriría de vergüenza, además de que me echaría una charla nivel, jefe a empleada en la que me diría lo poco ética y formal que estaba actuando, irresponsable, que podía afectar mi trabajo... Y ya me veía destinada al culo del mundo, a otra unidad STARS perdida en mitad de la nada y menos. Tras lavarme las manos observé mi rostro en el espejo y arreglé un poco mi cabello con las manos, luego rebusqué en mi bolso hasta dar con un viejo pintalabios que apenas usaba. Decidí pintarme algo para hacer tiempo hasta salir, aunque tampoco quería tardar mucho, pues para entonces Dallas ya podría estar como una cuba y lo peor, Keith también.
- Mierda, somos policías, Keith es apenas mayor de edad y... Frost nos va a matar - hice una mueca mientras salía como un rayo por la puerta.
- Tú no escuches o tu padre nos ahorcará mañana de la viga principal de la comisaría - miré a Keith fijamente a la vez que la señalaba con el dedo. Luego entre risas, por culpa de la conversación entre Dallas, Jerrow y su mujer, cogí la jarra de cerveza y le di un trago corto. La noche empezaba bien.
Me giré lentamente ante esa pregunta inquietante de mi compañera, antes de que pudiera responder nada, la descendiente de Lucius asomó su rostro por encima de el hombro de ella y al verme observadas por ambas me quedé con las palabras en la boca. Apenas llegué a abrirla, dudando, pues aquel tema de verdad que me chocaba y para colmo Keith se había dado cuenta de que Dallas mencionó a Hal. - Seguro que es más de boxers de la suerte... - hice una mueca y rápidamente le di un trago más largo a la jarra, tan solo quería no parecer demasiado idiota y eso sería siguiendo la broma de Dallas, aunque no pude disimular mi expresión, por ello decidí huir. - ¡Voy al baño! - dejé la jarra de nuevo sobre la barra y literalmente huí como una cobarde de aquella conversación.
Crucé el bar hasta la puerta de los servicios como un rayo, tras entrar cerré tras de mi. - Menuda idiota soy - bostecé mientras que me acercaba al espejo y hacía tiempo. Dallas era así y a veces la mataría, le encantaba ponerme incómoda con aquel tema y lo peor era que lo hiciera con otros delante, a este paso media Nueva York sabría ya a estas alturas de mi interés por Hal, todos menos el propio tipo. ¿Y si lo sabía ya?, menuda idiota, sería como la típica adolescente loca... Para mi lo peor ahora sería que se llegase a enterar mi padre, ahí si que me moriría de vergüenza, además de que me echaría una charla nivel, jefe a empleada en la que me diría lo poco ética y formal que estaba actuando, irresponsable, que podía afectar mi trabajo... Y ya me veía destinada al culo del mundo, a otra unidad STARS perdida en mitad de la nada y menos. Tras lavarme las manos observé mi rostro en el espejo y arreglé un poco mi cabello con las manos, luego rebusqué en mi bolso hasta dar con un viejo pintalabios que apenas usaba. Decidí pintarme algo para hacer tiempo hasta salir, aunque tampoco quería tardar mucho, pues para entonces Dallas ya podría estar como una cuba y lo peor, Keith también.
- Mierda, somos policías, Keith es apenas mayor de edad y... Frost nos va a matar - hice una mueca mientras salía como un rayo por la puerta.
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—Sisisisisis... ¡Pero mira como se ríe! —exclamo señalando a Keith—. ¡No sabe nada esta! —me giro mirando fijamente a Keith, enarcando una ceja, exagerando un poco. Luego, la fina linea tensa en la que se habían transformado mis labios se fue curvando hasta convertirse en una sonrisa.
—Esta juventud... ya están hartos de ver porno en internet, seguro que sabe más que tú y yo juntas —digo sin más, como si fuera lo más normal. Seguidamente sonreí ampliamente, exagerando mi emoción cuando Jerrow se acercó a nosotras con una jarra de margaritas solo para mi—. ¿Quieres un va... ¡Pero que digo! —Jerrow niega mientras se marcha y yo cojo la jarra de litro entre mis manos para darle un trago bien largo. Thea se marchaba mientras al baño y yo con tranquilidad bebía de aquel licor—. Yo también me iría al baño tras hablar de Hal Ferris, pero... ¡Mujer compórtate que tienes que dar ejemplo! —me limpio la boca con la manga y me giro para ver como se marcha. Ya solas me volví de nuevo hacia la barra.
—Es hablar de este hombre y no solo pierde la compostura, también hasta las bragas... —miro a Keith encogiéndome de hombros y alzo la mano para que se acerque Jerrow—. ¿A cuanto va ya la apuesta? —Jerrow se acerca al mostrador y saca una carpeta—. 105 dólares—responde él mientras que mira el papel de su carpeta—. ¡Subo a cincuenta en un mes por Thea!—exclamo mientras rebusco el dinero en mi bolsillo y lo dejo caer con un golpe seco sobre la barra.
—¿En un mes, no es muy arriesgado? —niego quitándole importancia—. Es mi chica, la convenceré de que le diga ya algo de una vez... —le vuelvo a dar otro trago a la bebida y miro a Keith—. ¿Quieres apostar tú algo también?, miraré a otro lado, ¿eh? —le digo con diversión pero aparentando seriedad—. Se gustan, pero no pueden ser más siesos, la verdad... —le vuelvo a dar otro trago mientras miro a Keith y niego.
—Esta juventud... ya están hartos de ver porno en internet, seguro que sabe más que tú y yo juntas —digo sin más, como si fuera lo más normal. Seguidamente sonreí ampliamente, exagerando mi emoción cuando Jerrow se acercó a nosotras con una jarra de margaritas solo para mi—. ¿Quieres un va... ¡Pero que digo! —Jerrow niega mientras se marcha y yo cojo la jarra de litro entre mis manos para darle un trago bien largo. Thea se marchaba mientras al baño y yo con tranquilidad bebía de aquel licor—. Yo también me iría al baño tras hablar de Hal Ferris, pero... ¡Mujer compórtate que tienes que dar ejemplo! —me limpio la boca con la manga y me giro para ver como se marcha. Ya solas me volví de nuevo hacia la barra.
—Es hablar de este hombre y no solo pierde la compostura, también hasta las bragas... —miro a Keith encogiéndome de hombros y alzo la mano para que se acerque Jerrow—. ¿A cuanto va ya la apuesta? —Jerrow se acerca al mostrador y saca una carpeta—. 105 dólares—responde él mientras que mira el papel de su carpeta—. ¡Subo a cincuenta en un mes por Thea!—exclamo mientras rebusco el dinero en mi bolsillo y lo dejo caer con un golpe seco sobre la barra.
—¿En un mes, no es muy arriesgado? —niego quitándole importancia—. Es mi chica, la convenceré de que le diga ya algo de una vez... —le vuelvo a dar otro trago a la bebida y miro a Keith—. ¿Quieres apostar tú algo también?, miraré a otro lado, ¿eh? —le digo con diversión pero aparentando seriedad—. Se gustan, pero no pueden ser más siesos, la verdad... —le vuelvo a dar otro trago mientras miro a Keith y niego.
A beautiful liar, love for him is pain. The temples are now burning, our faith caught up in flames. I need a new direction, cause I have lost my way. All we need is faith.
— Veamos... — Keith se movió de forma extraña para poder llegar con sus manos al interior de los bolsillos de su vaqueros. La joven sacó varias monedas y un par de billetes que fue colocando en la barra y contando. — Llevo 21 dólares con 50 y si me pagas tú la cena los apuesto por Hal — Keith aún era muy joven y sobre todo, en el fondo romántica. Así que esperaba a que Hal fuera el acabara con aquella historia y comenzara una nueva junto a Thea.— Se declarará él y apuesto a que lo hará en alguno de los próximos encuentros que tengan, solos — Arrastrando el dinero en la dirección de Jerrow y este sonrió mirando de reojo a Dallas. Seguramente esperaba ver si daba el visto bueno para que yo apostara. La miré con una sonrisa mientras que la rubia bebía y se hacía la loca nivel: ahora no veo nada.
— ¿Todavía andáis con esas chorradas? — Tess salió de la cocina con un plato en el que había una hamburguesa y patatas fritas. Cuando keith se fijó en la comida se le abrió aún más el apetito, a causa de la buena pinta que tenía el plato.
— ¡Tess, huele delicioso! — ella sonrió, le tenía mucho cariño a Keith, ya que la conocía desde que Frost comenzó a dejarse caer por aquel bar y solía arrastrar con ella a su pequeña. Le pasó dos botes de salsas para la comida, que Keith agradeció y sin más rodeos comenzó a comer mientras que le ofrecía a Dallas el plato para que cogiera patatas si quería. Le encantaba pasar ratos con todos ellos, la joven se sentía muy cómoda con aquella gente, pues los conocía casi desde que era una mocosa prácticamente.
— ¿Todavía andáis con esas chorradas? — Tess salió de la cocina con un plato en el que había una hamburguesa y patatas fritas. Cuando keith se fijó en la comida se le abrió aún más el apetito, a causa de la buena pinta que tenía el plato.
— ¡Tess, huele delicioso! — ella sonrió, le tenía mucho cariño a Keith, ya que la conocía desde que Frost comenzó a dejarse caer por aquel bar y solía arrastrar con ella a su pequeña. Le pasó dos botes de salsas para la comida, que Keith agradeció y sin más rodeos comenzó a comer mientras que le ofrecía a Dallas el plato para que cogiera patatas si quería. Le encantaba pasar ratos con todos ellos, la joven se sentía muy cómoda con aquella gente, pues los conocía casi desde que era una mocosa prácticamente.
Me miré en el espejo y respiré hondo. Aquella debía ser una noche para pasarlo bien y no darle vueltas a nuestros problemas. Me miré en el espejo fijamente y me agradó lo que vi, me había pintado y arreglado el pelo, así que tenía mejor pinta de la que solía tener. Además de que ya no parecía tan cansada. Recogí mis cosas y salí fuera del servicio. Nada más volver al bar escuché las risas de los chicos, sobre todo las escandalosas carcajadas de Dallas. Eso me hacía sospechar que o bien ya estaba pidiendo la siguiente ronda de bebida o seguramente llevaba más de la mitad de la primera.
- ¿Estáis de fiesta sin mi? - tomé asiento en el taburete al lado de ella. - ¿Qué es eso de lo que tanto os reís?, se os escuchaba desde el baño escandalosas... - pregunté mientras que le daba un trago a mi cerveza y las miraba con una ligera sonrisa. Jerrow su mujer negaban con una sonrisa pícara mientras que Dallas y Keith parecían seguir a lo suyo, como si se rieran de algo que no me querían contar. Le quité importancia.
Nos quedamos allí más tiempo del normal, aprovechando que Keith estaba con nosotras y que al día siguiente no teníamos que madrugar ninguna. La noche transcurrió bastante bien, era una de esas que recordarías mucho tiempo después. Dallas acabó medio "chispada" y Keith y o tratábamos de tomárle el pelo con bromas. Incluso Jerrow y Theresa acabaron por unirse a nosotras. Compartimos bebida y los típicos aperitivos mientras que hablábamos de cosas en su mayoría que carecían de sentido alguno y otras algo más serias, aunque estas últimas eran menos usadas. Y así transcurrió la noche hasta que cada uno se fue a su casa.
Tras dejar a Keith y llegar a mi casa me tumbé un rato en el sofá. Pensaba en todo lo que había pasado aquel día. Si, le diría a Hal de salir un día. Además pensaba en que debíamos compartir todos más noches como aquella, salir al bar de Jerrow tras el trabajo, tomar un par de copas... Antes lo hacíamos más a menudo y ahora lo echaba de menos. Lo que nadie sabía es que no quedaba mucho para que todos e acabara, pues el destino tenía otros planes para todos.
- ¿Estáis de fiesta sin mi? - tomé asiento en el taburete al lado de ella. - ¿Qué es eso de lo que tanto os reís?, se os escuchaba desde el baño escandalosas... - pregunté mientras que le daba un trago a mi cerveza y las miraba con una ligera sonrisa. Jerrow su mujer negaban con una sonrisa pícara mientras que Dallas y Keith parecían seguir a lo suyo, como si se rieran de algo que no me querían contar. Le quité importancia.
Nos quedamos allí más tiempo del normal, aprovechando que Keith estaba con nosotras y que al día siguiente no teníamos que madrugar ninguna. La noche transcurrió bastante bien, era una de esas que recordarías mucho tiempo después. Dallas acabó medio "chispada" y Keith y o tratábamos de tomárle el pelo con bromas. Incluso Jerrow y Theresa acabaron por unirse a nosotras. Compartimos bebida y los típicos aperitivos mientras que hablábamos de cosas en su mayoría que carecían de sentido alguno y otras algo más serias, aunque estas últimas eran menos usadas. Y así transcurrió la noche hasta que cada uno se fue a su casa.
Tras dejar a Keith y llegar a mi casa me tumbé un rato en el sofá. Pensaba en todo lo que había pasado aquel día. Si, le diría a Hal de salir un día. Además pensaba en que debíamos compartir todos más noches como aquella, salir al bar de Jerrow tras el trabajo, tomar un par de copas... Antes lo hacíamos más a menudo y ahora lo echaba de menos. Lo que nadie sabía es que no quedaba mucho para que todos e acabara, pues el destino tenía otros planes para todos.
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