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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Caminos, latas y recuerdos [Ryder]
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Recuerdo del primer mensaje :
Uno de junio de 2016.
Habían pasado ya varias semanas desde que había dejado el hotel de montaña, y aunque viajar de nuevo se había vuelto una rutina en los últimos años, esta vez se sentía un poco raro. Ahora que el calor estaba apretando, ni siquiera tenía que cargar tanto equipo para el frío, aunque eso de dormir en el suelo seguía siendo igual de incómodo. Caminaba por una carretera desierta, con las zapatillas medio desgastadas y el ánimo más o menos en el mismo estado.
La noche anterior había conseguido un par de latas de conserva en una casa abandonada, lo cual, en los términos de hoy, era casi como ganar la lotería. Claro que solo se me ocurrió darme el festín sin pensar en las consecuencias: ahora llevaba rato buscando algún rincón para… digamos, liberar presión. Ahí estaba yo, revisando las esquinas como si fuera un chaval en su primer día de colegio buscando dónde escapar de la clase.
- Ay, madre mía, con lo fácil que sería encontrar un maldito baño en otro tiempo - murmuré para mí mismo mientras me arrimaba a un árbol a un lado de la carretera y dejaba que la naturaleza hiciera su trabajo. Una situación nada glamorosa, pero cuando la necesidad apremia, uno no se anda con tonterías.
Tras aliviarme, me subí la cremallera y me quedé un momento observando el horizonte, perdiéndome en mis pensamientos. Me daba cuenta de que, pese a que había aprendido a vivir solo y apañármelas por mi cuenta, echaba de menos algunas cosas… y a algunas personas. No podía evitar pensar en el tonto de Josh, en cómo habría hecho las cosas más entretenidas si hubiera estado aquí. Siempre tenía alguna ocurrencia o algún chiste malo que me sacaba una sonrisa, y aunque no lo reconocería en voz alta, extrañaba su compañía más de lo que me gustaba admitir. Pero las cosas eran como eran, y hasta donde sabía, estaba solo.
- Bueno, Belo, tira pa’lante - me dije a mí mismo, volviendo a ponerme la mochila al hombro y reanudando el camino, como si las palabras de aliento fueran a hacer alguna diferencia.
Con cada paso, el sol pegaba más fuerte, y aunque el calor era incómodo, me recordaba lo mucho que había cambiado todo. De pequeño, el verano era sinónimo de ir a algún lago con la familia o de intentar ligar con alguna chica en la piscina del barrio. Ahora, era una señal de que debía andar con más cuidado; el calor secaba el terreno, y los zombies, como las ratas, se aparecían en los lugares menos esperados.
En cualquier caso, no podía dejar que el humor se me fuera por completo. Saqué un cigarro de la mochila, lo encendí, y me seguí riendo de mis propias tonterías mientras pensaba en lo ridículo que debía verme, un tipo con la camiseta medio rota y el pelo todo desaliñado, caminando por la carretera como si fuera el héroe de alguna película de bajo presupuesto.
- A ver si encuentro algo mejor que latas esta vez, que no quiero andar cazando rincones cada dos por tres - murmuré, lanzando el cigarro al suelo tras un par de caladas y aplastándolo con el pie.
Y así, con la mochila cada vez más ligera y el recuerdo de Josh revoloteando en mi cabeza, seguí adelante, un paso tras otro, en busca de… quién sabe. Cosas peores me habían pasado, y si había sobrevivido hasta aquí, no iba a dejar que un poco de calor y unos malos chistes en mi cabeza me detuvieran ahora. Menos cuando en la lejanía aparecía un edificio, erguido justo en el horizonte, tal vez mi suerte comenzaba a cambiar.
Uno de junio de 2016.
Habían pasado ya varias semanas desde que había dejado el hotel de montaña, y aunque viajar de nuevo se había vuelto una rutina en los últimos años, esta vez se sentía un poco raro. Ahora que el calor estaba apretando, ni siquiera tenía que cargar tanto equipo para el frío, aunque eso de dormir en el suelo seguía siendo igual de incómodo. Caminaba por una carretera desierta, con las zapatillas medio desgastadas y el ánimo más o menos en el mismo estado.
La noche anterior había conseguido un par de latas de conserva en una casa abandonada, lo cual, en los términos de hoy, era casi como ganar la lotería. Claro que solo se me ocurrió darme el festín sin pensar en las consecuencias: ahora llevaba rato buscando algún rincón para… digamos, liberar presión. Ahí estaba yo, revisando las esquinas como si fuera un chaval en su primer día de colegio buscando dónde escapar de la clase.
- Ay, madre mía, con lo fácil que sería encontrar un maldito baño en otro tiempo - murmuré para mí mismo mientras me arrimaba a un árbol a un lado de la carretera y dejaba que la naturaleza hiciera su trabajo. Una situación nada glamorosa, pero cuando la necesidad apremia, uno no se anda con tonterías.
Tras aliviarme, me subí la cremallera y me quedé un momento observando el horizonte, perdiéndome en mis pensamientos. Me daba cuenta de que, pese a que había aprendido a vivir solo y apañármelas por mi cuenta, echaba de menos algunas cosas… y a algunas personas. No podía evitar pensar en el tonto de Josh, en cómo habría hecho las cosas más entretenidas si hubiera estado aquí. Siempre tenía alguna ocurrencia o algún chiste malo que me sacaba una sonrisa, y aunque no lo reconocería en voz alta, extrañaba su compañía más de lo que me gustaba admitir. Pero las cosas eran como eran, y hasta donde sabía, estaba solo.
- Bueno, Belo, tira pa’lante - me dije a mí mismo, volviendo a ponerme la mochila al hombro y reanudando el camino, como si las palabras de aliento fueran a hacer alguna diferencia.
Con cada paso, el sol pegaba más fuerte, y aunque el calor era incómodo, me recordaba lo mucho que había cambiado todo. De pequeño, el verano era sinónimo de ir a algún lago con la familia o de intentar ligar con alguna chica en la piscina del barrio. Ahora, era una señal de que debía andar con más cuidado; el calor secaba el terreno, y los zombies, como las ratas, se aparecían en los lugares menos esperados.
En cualquier caso, no podía dejar que el humor se me fuera por completo. Saqué un cigarro de la mochila, lo encendí, y me seguí riendo de mis propias tonterías mientras pensaba en lo ridículo que debía verme, un tipo con la camiseta medio rota y el pelo todo desaliñado, caminando por la carretera como si fuera el héroe de alguna película de bajo presupuesto.
- A ver si encuentro algo mejor que latas esta vez, que no quiero andar cazando rincones cada dos por tres - murmuré, lanzando el cigarro al suelo tras un par de caladas y aplastándolo con el pie.
Y así, con la mochila cada vez más ligera y el recuerdo de Josh revoloteando en mi cabeza, seguí adelante, un paso tras otro, en busca de… quién sabe. Cosas peores me habían pasado, y si había sobrevivido hasta aquí, no iba a dejar que un poco de calor y unos malos chistes en mi cabeza me detuvieran ahora. Menos cuando en la lejanía aparecía un edificio, erguido justo en el horizonte, tal vez mi suerte comenzaba a cambiar.
La oscuridad pareció tragarme por completo. De golpe, me vi sobre el zombie, definitivamente muerto y sentí algo de alivio hasta que escuché detrás de mi un ruido metálico. Ni más ni menos que era el machete de Ryder al caer. Al girar la cabeza, solo vi dos figuras apenas iluminadas, pero una sujetaba a la otra, Ryder estaba en apuros. Y en aquel preciso instante no hubo chistes, ni comentarios jocosos, lo único en lo que pensé era en no tardar ni un segundo en ayudarla.
- ¡Cuidado! - exclamé, a la par que ya estaba corriendo hacia ellas, con el hacha en alto, la alcé sobre la cabeza de la mujer. Tal vez fue la presión por separarla de Ryder, que no fui del todo preciso. Prácticamente la partí por la mitad, de forma diagonal sobre uno de sus hombros. La sangre coagulada salpicó en varias direcciones. Traté de darle un segundo golpe, pero literalmente di en el aire cuando el cuerpo se desplomó. Pegotes de un líquido viscoso y pegajoso me llenaron más de roña las ropas. Pero lo peor fue, que aunque había logrado separar a la mujer de Ryder, no había terminado de matarla como esperaba. Su cuerpo prácticamente había sido dividido en dos, la cabeza y hombro derecho iban por un lado, mientras que lo demás iba por el otro. Ya no se podía mover, puesto que todas las extremidades habían quedado con el otro lado. Su cabeza y hombro, al contrario temblaban en el suelo con los gruñidos que provocaba. Era bastante repulsivo.
Por respeto, si es que ya lo podía hacer de otra forma, cogí el destornillador que llevaba en mi cinturón y me agaché para clavárselo en la cabeza. Estaba a punto de hacerlo cuando la cabeza se empezó a balancear de un lado a otro y me quedé allí con la mano en alto sobre ella sin ser capaz de dejarlo caer. Me pregunté muchas cosas en lo más hondo de mi cabeza. ¿Sufrió, quién la mordió, en qué pensó en sus últimos momentos...?
Y me sentí de lo peor al quedarme allí completamente petrificado observando los restos de aquella pobre mujer.
- ¡Cuidado! - exclamé, a la par que ya estaba corriendo hacia ellas, con el hacha en alto, la alcé sobre la cabeza de la mujer. Tal vez fue la presión por separarla de Ryder, que no fui del todo preciso. Prácticamente la partí por la mitad, de forma diagonal sobre uno de sus hombros. La sangre coagulada salpicó en varias direcciones. Traté de darle un segundo golpe, pero literalmente di en el aire cuando el cuerpo se desplomó. Pegotes de un líquido viscoso y pegajoso me llenaron más de roña las ropas. Pero lo peor fue, que aunque había logrado separar a la mujer de Ryder, no había terminado de matarla como esperaba. Su cuerpo prácticamente había sido dividido en dos, la cabeza y hombro derecho iban por un lado, mientras que lo demás iba por el otro. Ya no se podía mover, puesto que todas las extremidades habían quedado con el otro lado. Su cabeza y hombro, al contrario temblaban en el suelo con los gruñidos que provocaba. Era bastante repulsivo.
Por respeto, si es que ya lo podía hacer de otra forma, cogí el destornillador que llevaba en mi cinturón y me agaché para clavárselo en la cabeza. Estaba a punto de hacerlo cuando la cabeza se empezó a balancear de un lado a otro y me quedé allí con la mano en alto sobre ella sin ser capaz de dejarlo caer. Me pregunté muchas cosas en lo más hondo de mi cabeza. ¿Sufrió, quién la mordió, en qué pensó en sus últimos momentos...?
Y me sentí de lo peor al quedarme allí completamente petrificado observando los restos de aquella pobre mujer.
- Dados:
- MI ATAQUE 4 + 8 = 12.
MI DEFENSA 5 + 3 = 8.
SU ATAQUE 3 + 5 = 8.
SU DEFENSA 2 + 6 = 8.
Vida del zombie: 20 - 19 = 1.
MI ATAQUE 4 + 0 = 0.
MI DEFENSA 5 + 6 = 11.
SU ATAQUE 3 + 5 = 8.
SU DEFENSA 2 + 5 = 7.
Tercera lanzada de dados para un puto punto de vida, soy un desgraciado, ya está: xxx.
- Spoiler:
El miembro 'Adrian J. Belikov' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Números' :
Resultados :
'Números' :
Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
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