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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Base de Pandemonium.
Los Angeles, California.
Los Angeles, California.
Pasillos - 12:34.
31 de mayo de 2015.
(Aspecto)
Acababa de salir de mi habitación, pues hacía menos de una hora que había regresado de una misión, así que me había duchado y arreglado para estar presente por las instalaciones de Pandemonium. Vestía un conjunto sencillo que había encontrado hacía unos días en una tienda, cuando estaba fuera. Lo bueno del apocalipsis era que ahora todo cuanto te encontraras podía ser tuyo sin tener que pagar a nadie. El problema era que todos seguían muertos y moviéndose por ahí como si nada.
La misión de aquel día había sido normal, en cuanto cabe la palabra normal hoy en día. Zombies, algún que otro golpe, manchas de sangre en la ropa y el cansancio habitual. El pie me dolía algo por culpa de una caída, pero le había quitado importancia, ya que suponía que sería una molestia pasajera.
Caminé lentamente por el pasillo en busca de algún entretenimiento para aquel día, ¿qué se suponía que podía hacer ahora que tenía la tarde libre? Primero iría a comer algo o tal vez no... Arrugué el ceño al sentir aquella punzada de dolor en mi pie derecho. Dolía desde que había llegado a la base, sin embargo era ahora cuando comenzaba a doler mucho más. Tenía toda la pinta de que me lo había torcido.
— Mierda, no tengo tiempo para esto — alcé levemente el pie mientras me mordía el labio. No podía permitirme un esguince, esa semana saldría en varias misiones y así no me dejarían asomarme ni por una de las ventanas. Respiré hondo y traté de seguir caminando, obviando el dolor, tal vez para mañana se hubiera pasado.
Traté de llegar hasta el final del pasillo y casi cuando llegaba al ascensor me detuve. — ¡Joder! — me quejé dándole un manotazo leve a la pared, pues tampoco deseaba dañarme ahora esta. Casi no podía seguir, dolía cada vez más y más, cosa que parecía mentira, me habían disparado en una ocasión, me habían dado un par de palizas e incluso en alguna que otra ocasión me habían torturado. ¿Y ahora no era capaz de caminar por culpa de un esguince? Cabezonería en tres, dos, uno... Apoyé el pie de nuevo y traté de llegar al ascensor, cojeaba ligeramente, pero continué, con el semblante serio. Presioné el botón que llamaba al ascensor y esperé.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron pasé al interior de la caja, que estaba totalmente vacía. Presioné el botón de la cafetería y esperé. ¿Y si la herida iba a peor? Me mordí el labio pensativa, sería mucho peor a la larga y tampoco me vendrían mal unos días de reposo. — No... — gruñí para mis adentros, las puertas se abrieron y salí fuera, caminando de esa forma algo costosa por el dolor. Tensé la mandíbula y continué hasta la puerta de la cafetería, antes de llegar a esta me detuve y examiné mi tobillo, parecía hinchado y estaba algo morado. No, no se pasaría solo para mañana...
- - - -:
- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
Hacía ya dos meses de mi última visita al médico y lo cierto es que aún me seguía dando escalofríos cada vez que me acercaba a aquella zona de Pandemonium. Hoy no me había quedado de otra que acercarme para que revisaran mi mano, cosa que veía estúpida: la marca ya casi ni se notaba, pero la nueva médico había insistido en que quería ver si la nueva pomada terminaba de hacer desaparecer la cicatriz, cosa que eso parecía.
Una hora más tarde salía con otro pequeño frasco de pomada, ella insistía en que siguiera usándola para ver si remitía del todo, no le llevaría la contraria, ya que al menos era mucho más simpática que el otro idiota que había antes allí.
Ahora me dirigía hacia la cafetería, pues con la cita con la doctora me habían dejado el día libre, comería algo e iría en busca de Jemma a ver en que estaba trabajando. Le llevaría un café, sí, así podríamos charlar un rato y bueno, hablar de nuestras cosas, que hacía unos días que apenas nos veíamos y echaba de menos a mi amiga.
No tardé en llegar a la cafetería, recoger dos vasos de papel de café y salir. Cuando empujaba la puerta alguien me llamó desde el interior de la sala, así que me giré para ver quien era: era uno de mis compañeros. - ¡No, hoy tengo el día libre, hasta luego! - sonreí y saludé con un gesto de cabeza. Empujé la puerta con mi espalda y giré para salir, fallo mío. Había alguien más a quien ni vi. Choqué con la mujer y los dos vasos se me cayeron de las manos irremediablemente sobre ambas.
- ¡MI-ER-DA! - exclamé arrastrando todas las vocales. Cuando los dos vasos ya quedaban en el suelo formando un pequeño charco alcé la mirada hacia el rostro de la mujer a quien acababa de "cafeinizar". - Ishh... Cuanto lo siento - fruncí el ceño mientras movía ambas manos, pues el café aún estaba caliente y picaba un poco en la ropa. Ambas habíamos quedado completamente manchadas, alguien de la cafetería nos había visto y ya pedía una fregona.
- No te preocupes, prometo que yo misma haré la colada de esas prendas... - susurré tratando de que ella no se enfadara conmigo. - No me he dado cuenta, lo siento mucho, de veras - seguía pidiendo disculpas justo cuando llegaba alguien con la fregona. - Déjame a mi - recogí yo el instrumento de limpieza, dejaron el cubo también a mi lado y comencé a limpiar el suelo rápidamente. Alguien trajo hasta un cartel de suelo mojado: madre mía con la eficacia de esta gente.
Una hora más tarde salía con otro pequeño frasco de pomada, ella insistía en que siguiera usándola para ver si remitía del todo, no le llevaría la contraria, ya que al menos era mucho más simpática que el otro idiota que había antes allí.
Ahora me dirigía hacia la cafetería, pues con la cita con la doctora me habían dejado el día libre, comería algo e iría en busca de Jemma a ver en que estaba trabajando. Le llevaría un café, sí, así podríamos charlar un rato y bueno, hablar de nuestras cosas, que hacía unos días que apenas nos veíamos y echaba de menos a mi amiga.
No tardé en llegar a la cafetería, recoger dos vasos de papel de café y salir. Cuando empujaba la puerta alguien me llamó desde el interior de la sala, así que me giré para ver quien era: era uno de mis compañeros. - ¡No, hoy tengo el día libre, hasta luego! - sonreí y saludé con un gesto de cabeza. Empujé la puerta con mi espalda y giré para salir, fallo mío. Había alguien más a quien ni vi. Choqué con la mujer y los dos vasos se me cayeron de las manos irremediablemente sobre ambas.
- ¡MI-ER-DA! - exclamé arrastrando todas las vocales. Cuando los dos vasos ya quedaban en el suelo formando un pequeño charco alcé la mirada hacia el rostro de la mujer a quien acababa de "cafeinizar". - Ishh... Cuanto lo siento - fruncí el ceño mientras movía ambas manos, pues el café aún estaba caliente y picaba un poco en la ropa. Ambas habíamos quedado completamente manchadas, alguien de la cafetería nos había visto y ya pedía una fregona.
- No te preocupes, prometo que yo misma haré la colada de esas prendas... - susurré tratando de que ella no se enfadara conmigo. - No me he dado cuenta, lo siento mucho, de veras - seguía pidiendo disculpas justo cuando llegaba alguien con la fregona. - Déjame a mi - recogí yo el instrumento de limpieza, dejaron el cubo también a mi lado y comencé a limpiar el suelo rápidamente. Alguien trajo hasta un cartel de suelo mojado: madre mía con la eficacia de esta gente.
- Muchas cosas:
- Home:
Graaacias Jason
- Life Is Strange...:
- Multipass!:
Tras una comida bastante ligera, me acerqué a uno de los carritos de la cafetería y deposité en él mi bandeja con los platos ya vacíos. Me despedí de un par de personas y fui directamente hacia la salida. Una vez en el pasillo me dirigía hacia mi puesto de trabajo cuando visualicé como dos chicas chocaban en mitad del pasillo.
El suelo estaba lleno de café, a parte de las dos chicas que habían chocado, la más joven se disculpaba y en cambio la otra no sabía ni en que estaría pensando, ya que su rostro era absolutamente una cara de póker. Me acerqué rápidamente hacia las dos con cuidado de no pisar los charcos de café, ya que no deseaba resbalar y mucho menos acabar con la suela de mis zapatillas pegajosa.
— En donde yo vivía la gente solía desayunar de otra forma; ya sabéis, beberse el café y no lanzarlo al aire — bromeé sin ánimo alguno de molestarlas, era mi forma de ser de siempre. Vestía unos pantalones de tela anchos de color verde claro, al igual que la camisa, que era la típica de manga corta que solían llevar los médicos. Zapatillas de goma blancas y bata a juego: todo mi disfraz de médico, vaya, con mi identificación colgando del bolsillo de la bata. El traje habitual.
— Como veis soy médico, no es que estemos en carnavales, ¿necesitáis ayuda con algo? Justo iba a la consulta ya — señalé con el pulgar la dirección. — Y yo que vosotras me quitaba a la de ¡ya! las ropas manchadas de café, si quema como suele quemar el café recién hecho es posible que os deje alguna marca de regalo en la pie, hacedme caso — expliqué como la buena médico que era. No llevaba esa bata precisamente por alardear. Y aunque pareciera mentira había visto casos como aquel en los que el café llegaba a hacer buenas quemaduras en la piel, eso no era ninguna broma.
El suelo estaba lleno de café, a parte de las dos chicas que habían chocado, la más joven se disculpaba y en cambio la otra no sabía ni en que estaría pensando, ya que su rostro era absolutamente una cara de póker. Me acerqué rápidamente hacia las dos con cuidado de no pisar los charcos de café, ya que no deseaba resbalar y mucho menos acabar con la suela de mis zapatillas pegajosa.
— En donde yo vivía la gente solía desayunar de otra forma; ya sabéis, beberse el café y no lanzarlo al aire — bromeé sin ánimo alguno de molestarlas, era mi forma de ser de siempre. Vestía unos pantalones de tela anchos de color verde claro, al igual que la camisa, que era la típica de manga corta que solían llevar los médicos. Zapatillas de goma blancas y bata a juego: todo mi disfraz de médico, vaya, con mi identificación colgando del bolsillo de la bata. El traje habitual.
— Como veis soy médico, no es que estemos en carnavales, ¿necesitáis ayuda con algo? Justo iba a la consulta ya — señalé con el pulgar la dirección. — Y yo que vosotras me quitaba a la de ¡ya! las ropas manchadas de café, si quema como suele quemar el café recién hecho es posible que os deje alguna marca de regalo en la pie, hacedme caso — expliqué como la buena médico que era. No llevaba esa bata precisamente por alardear. Y aunque pareciera mentira había visto casos como aquel en los que el café llegaba a hacer buenas quemaduras en la piel, eso no era ninguna broma.
No quería tener que estar varios días de reposo, pero esto era lo que parecía. Debería pasarme seguramente al menos una semana en reposo si quería volver luego a la acción con normalidad. Estaba tan concentrada en aquellos pensamientos que no me di ni cuenta de que alguien salía de la cafetería hasta que la persona en cuestión chocó conmigo derramando el contenido de dos cafés sobre ambas.
— ¡Ah, joder! — exclamé al sentir el café caer sobre mi, lo peor de todo era que ardía sobre mi piel, así que rápidamente me quité la chaqueta, tal y como decía una chica que acababa de salir de la nada. — ¿Que si quema?, que va... — dije algo mal humorada y sarcástica. Me quedé con una camiseta de manga larga de color azul marino, con la chaqueta comencé a darme en las piernas para secárlas rápido. — ¿Y qué coño pasa contigo?, ¿es que no puedes mirar pro dónde vas? — miré a la chica bastante mal humorada. La verdad es que si hubiera sido otro día seguramente no habría sido tan borde, pero aquello fue lo que colmó mi paciencia.
Miré a la supuesta doctora y asentí. — Sí, a parte de las quemaduras que me ha provocado esta niñata creo que me he torcido el tobillo en una misión — comenté mientras que me acercaba a ella cojeando levemente. Sentía el líquido aún arder sobre mis piernas, pero no me iba a quitar los pantalones en mitad del pasillo que daba a la cafetería, que seguramente sería el más transitado. Terminé de acercarme a la médico y alcé el pantalón para que pudiera ver mi tobillo: estaba bastante inflamado. — Ha sido justo hace unas horas, el golpe me dolió bastante, pero luego se me pasó y no sentí nada más, ha sido justo ahora al llegar a la base, que me he dado cuenta de la hinchazón y que comenzaba a doler — iba explicando con un notable mal humor en mis palabras, ignorando además por completo a la muchacha que no hacía más que disculparse en insistir en lo sucedido.
— Más te vale — dije refiriéndome a lo de la colada y sin más le lancé la sudadera. — Y también lavarás los pantalones, no te olvides — exigí mientras que comenzaba a caminar hacia el ascensor. Como mejor me permitía mi dolorido pie.
— ¡Ah, joder! — exclamé al sentir el café caer sobre mi, lo peor de todo era que ardía sobre mi piel, así que rápidamente me quité la chaqueta, tal y como decía una chica que acababa de salir de la nada. — ¿Que si quema?, que va... — dije algo mal humorada y sarcástica. Me quedé con una camiseta de manga larga de color azul marino, con la chaqueta comencé a darme en las piernas para secárlas rápido. — ¿Y qué coño pasa contigo?, ¿es que no puedes mirar pro dónde vas? — miré a la chica bastante mal humorada. La verdad es que si hubiera sido otro día seguramente no habría sido tan borde, pero aquello fue lo que colmó mi paciencia.
Miré a la supuesta doctora y asentí. — Sí, a parte de las quemaduras que me ha provocado esta niñata creo que me he torcido el tobillo en una misión — comenté mientras que me acercaba a ella cojeando levemente. Sentía el líquido aún arder sobre mis piernas, pero no me iba a quitar los pantalones en mitad del pasillo que daba a la cafetería, que seguramente sería el más transitado. Terminé de acercarme a la médico y alcé el pantalón para que pudiera ver mi tobillo: estaba bastante inflamado. — Ha sido justo hace unas horas, el golpe me dolió bastante, pero luego se me pasó y no sentí nada más, ha sido justo ahora al llegar a la base, que me he dado cuenta de la hinchazón y que comenzaba a doler — iba explicando con un notable mal humor en mis palabras, ignorando además por completo a la muchacha que no hacía más que disculparse en insistir en lo sucedido.
— Más te vale — dije refiriéndome a lo de la colada y sin más le lancé la sudadera. — Y también lavarás los pantalones, no te olvides — exigí mientras que comenzaba a caminar hacia el ascensor. Como mejor me permitía mi dolorido pie.
- - - -:
- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
- Lo siento mucho, no te he visto y, y, yo... - estaba bastante nerviosa, por varias razones: el ridículo de la situación, tampoco ayudaba que terceros se acercaran como una doctora, haber manchado a una pobre desgraciada que pasaba por allí... Lo que no me esperaba para nada fue la reacción de la mujer. Eso sí que me dio más vergüenza. Me quedé completamente estática escuchando sus quejas sin decir nada, me había dejado sin palabras, cosa extraña en mi, pero es que yo sabía que había sido culpa mía. Lo extraño es que me había disculpado bastante bien y con toda la sinceridad del mundo y entonces ella me atacaba como si fuera lo peor del mundo, que ya de por sí me sentía culpable, así que solo consiguió dejarme aún peor. Tampoco ayudaba que la gente de la cafetería se asomara ante las voces y nos mirasen como a bichos raros. En el fondo me daba igual, pero en aquel momento...
La mujer me ignoró completamente, el "niñata" tampoco ayudó. Y ahí sí que me enfadé. El suelo ya estaba limpio y ambas se marchaban hacia el ascensor, porque la rubia se quejaba de una torcedura de tobillo. - ¡Eh! ya te he pedido perdón - exclamé de mala gana tras ellas. - Si estás tan amargada como para no atender a razones y aceptar mis disculpas, no es mi problema, así que no es necesario que hagas sentir al resto del mundo como una mierda - adelanté a ambas y me coloqué frente a la mujer rubia. - Pero oye... Viendo lo visto - señalé su pie. - Tal vez deberías plantearte si la torpe aquí eres tú o yo - solté en un tono bastante molesto. La miré desafiante y luego a la doctora. - Siento lo ocurrido - me disculpé con ella, ya que no tenía culpa de nada y me marché sin mirar a nadie más.
Decidí ir por las escaleras para evitar quedarme con esa idiota. Ahora comenzaba a pensar que tal vez me hubiera pasado con mis últimas palabras, pero es que la desagradable había sido ella primero. ¿Qué se creía?, ¿que era mi intención ir por ahí desperdiciando el café? ¡Por favor! Estaba bastante molesta con lo ocurrido: no había sido mi intención que todo acabara así, pero es que esa... Resople mientras que bajaba las escaleras hacia mi planta. ¡Con el buen día que llevaba! Iba tan contenta en busca de Jemma...
Ahora debería cambiarme de ropa si quería ir a verla, primero, también me ducharía. fui directa a mi habitación, en concreto al baño: me desnudé rápidamente y me sorprendió lo que me encontré: mi piel estaba ligeramente enrojecida en algunas zonas, justo donde había caído el café, pese a la ropa. Brazos, manos, estómago y sobre mis muslos. - Oh mierda... - y lo peor es que dolía. Con todo aquello apenas había sido consciente de lo que pasaba. Decidí darme una ducha fría y luego hidratar la piel con algo de crema hidratante, pero con todo eso, las quemaduras, aunque fueran leves picaban bastante. Así que opté por ir a la consulta.
Diez minutos más tarde, vestía con una sudadera más ancha y pantalones elásticos, (mi ropa de deporte para entrenar y que era la única que no me hacía daño) iba hacia la consulta. Nada más entrar pregunté por quien estaba de guardia, me señalaron en una dirección y guié la mirada hacia allí.
La mujer me ignoró completamente, el "niñata" tampoco ayudó. Y ahí sí que me enfadé. El suelo ya estaba limpio y ambas se marchaban hacia el ascensor, porque la rubia se quejaba de una torcedura de tobillo. - ¡Eh! ya te he pedido perdón - exclamé de mala gana tras ellas. - Si estás tan amargada como para no atender a razones y aceptar mis disculpas, no es mi problema, así que no es necesario que hagas sentir al resto del mundo como una mierda - adelanté a ambas y me coloqué frente a la mujer rubia. - Pero oye... Viendo lo visto - señalé su pie. - Tal vez deberías plantearte si la torpe aquí eres tú o yo - solté en un tono bastante molesto. La miré desafiante y luego a la doctora. - Siento lo ocurrido - me disculpé con ella, ya que no tenía culpa de nada y me marché sin mirar a nadie más.
Decidí ir por las escaleras para evitar quedarme con esa idiota. Ahora comenzaba a pensar que tal vez me hubiera pasado con mis últimas palabras, pero es que la desagradable había sido ella primero. ¿Qué se creía?, ¿que era mi intención ir por ahí desperdiciando el café? ¡Por favor! Estaba bastante molesta con lo ocurrido: no había sido mi intención que todo acabara así, pero es que esa... Resople mientras que bajaba las escaleras hacia mi planta. ¡Con el buen día que llevaba! Iba tan contenta en busca de Jemma...
Ahora debería cambiarme de ropa si quería ir a verla, primero, también me ducharía. fui directa a mi habitación, en concreto al baño: me desnudé rápidamente y me sorprendió lo que me encontré: mi piel estaba ligeramente enrojecida en algunas zonas, justo donde había caído el café, pese a la ropa. Brazos, manos, estómago y sobre mis muslos. - Oh mierda... - y lo peor es que dolía. Con todo aquello apenas había sido consciente de lo que pasaba. Decidí darme una ducha fría y luego hidratar la piel con algo de crema hidratante, pero con todo eso, las quemaduras, aunque fueran leves picaban bastante. Así que opté por ir a la consulta.
Diez minutos más tarde, vestía con una sudadera más ancha y pantalones elásticos, (mi ropa de deporte para entrenar y que era la única que no me hacía daño) iba hacia la consulta. Nada más entrar pregunté por quien estaba de guardia, me señalaron en una dirección y guié la mirada hacia allí.
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Graaacias Jason
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— Eh señoritas, un poco de calma... ¿no? — alcé ambas manos en señal de paz, pero solo faltó con que una estallara para que la otra lo hiciera también y ahí si que decidí callarme y apartarme de ambas, pues no era mi intención meterme en medio de una pelea. La más mayor de las dos llamó a la otra niñata y no me pareció bien, porque a mi gusto ambas se estaban comportando como dos crías, pero decidí seguir al margen.
Al menos todo acabó rápidamente, como empezó, la más joven zanjó el asunto, aunque no quedaron precisamente bien. Que se disculpara conmigo me hizo gracia, es decir, al menos se había dado cuenta de que no era apropiado ese tipo de discusiones en la base, ni fuera. — Tranquila — negué con una leve sonrisa. — Pero hazme caso, quítate esa ropa rápido o te dejarán marcas — avisé a la muchacha antes de que fuera, no estaba muy segura de que me hubiera escuchado, ya que se marchó rápida.
— ¿En serio? — me acerqué a la rubia, cuando escuché sus palabras. Me agaché a su lado para ver el tobillo. — No necesito saber más, te lo has torcido, mínimo una semana de baja, ¿agente...? — me puse en pie a la vez que le preguntaba por su nombre.
— Vamos bajemos a consulta — subí al ascensor a la vez que hacía un gesto para que los curiosos se alejaran. Aunque ese tipo de encontronazos no estaban bien vistos ocurrían más de lo habitual. Pandemonium era una base que acogía a muchas personas diferentes, era imposible que no chocásemos ocasionalmente. Una vez que estábamos en el ascensor le ofrecí mi bata a la rubia. — Quítate los pantalones y la camiseta... Y no, no es una proposición indecente, ya te gustaría, ¿eh? — sonreí burlona. — Rápido, es preferible prevenir a curar y más cuando no nos sobra la pomada antiquemaduras — por ello que le ofreciera la bata para que se la pusiera.
— ¿Podéis traerme vendas? Tengo un tobillo torcido y también pomada I-Siete, tengo quemaduras por café — me acerqué a la rubia y alcé la manga de su bata. Había hecho bien en quitarse la ropa antes, porque sino habría sido peor. Tenía algunas manchas rojizas sobre la piel. — Os lo avisé, espero que tu amiguita haya sabido actuar rápido también — señalé una camilla para que se sentara en ella y me senté a su lado para examinar su pie. Yo misma le quité la bota y el calcetín. Debido a la inflamación del tobillo resultó algo más complicado. Con mis guantes puestos comencé a examinar su tobillo: lo moví en varias direcciones y le preguntaba si sentía dolor o no, que zona le dolía más etc... — Afortunadamente es un esguince leve, una semana de reposo, sin mover el tobillo para nada y la siguiente que lo tomes con calma, incluso que hagas ejercicios de rehabilitación para que cure mejor la lesión o te tendré por aquí más a menudo — explicaba mientras comenzaba a liar un vendaje al rededor del pie para inmobilizarlo bien. — Quiero el pie en alto todo cuanto puedas, es decir, no quiere verte por ahí aunque sea con muletas, quiero reposo absoluto al menos los tres primeros días, ¿me has escuchado? — puse mi cara más mala. — Vendrás cada mañana a vernos para que cambiemos el vendaje, limpiemos y te demos pomada, si se inflama más o notas el pie dormido vienes a verme — iba explicando hasta que finalicé de liar el pie.
— Es que lo sabía... — suspiré al ver a la muchacha de antes de pie en la puerta. — ¿Te duele mucho corazón? — me acerqué hasta ella y levanté la sudadera que llevaba. Tenía marcas rojizas en el estómago. — Claro que te dolerá, diantres... Si es que no me hacéis caso, ve a sentarte con tu amiga y no quiero ni una palabra, ¿entendido? — miré amabas a la vez que alzaba un dedo. Fui entonces a buscar más pomada y gasas.
Al menos todo acabó rápidamente, como empezó, la más joven zanjó el asunto, aunque no quedaron precisamente bien. Que se disculpara conmigo me hizo gracia, es decir, al menos se había dado cuenta de que no era apropiado ese tipo de discusiones en la base, ni fuera. — Tranquila — negué con una leve sonrisa. — Pero hazme caso, quítate esa ropa rápido o te dejarán marcas — avisé a la muchacha antes de que fuera, no estaba muy segura de que me hubiera escuchado, ya que se marchó rápida.
— ¿En serio? — me acerqué a la rubia, cuando escuché sus palabras. Me agaché a su lado para ver el tobillo. — No necesito saber más, te lo has torcido, mínimo una semana de baja, ¿agente...? — me puse en pie a la vez que le preguntaba por su nombre.
— Vamos bajemos a consulta — subí al ascensor a la vez que hacía un gesto para que los curiosos se alejaran. Aunque ese tipo de encontronazos no estaban bien vistos ocurrían más de lo habitual. Pandemonium era una base que acogía a muchas personas diferentes, era imposible que no chocásemos ocasionalmente. Una vez que estábamos en el ascensor le ofrecí mi bata a la rubia. — Quítate los pantalones y la camiseta... Y no, no es una proposición indecente, ya te gustaría, ¿eh? — sonreí burlona. — Rápido, es preferible prevenir a curar y más cuando no nos sobra la pomada antiquemaduras — por ello que le ofreciera la bata para que se la pusiera.
— ¿Podéis traerme vendas? Tengo un tobillo torcido y también pomada I-Siete, tengo quemaduras por café — me acerqué a la rubia y alcé la manga de su bata. Había hecho bien en quitarse la ropa antes, porque sino habría sido peor. Tenía algunas manchas rojizas sobre la piel. — Os lo avisé, espero que tu amiguita haya sabido actuar rápido también — señalé una camilla para que se sentara en ella y me senté a su lado para examinar su pie. Yo misma le quité la bota y el calcetín. Debido a la inflamación del tobillo resultó algo más complicado. Con mis guantes puestos comencé a examinar su tobillo: lo moví en varias direcciones y le preguntaba si sentía dolor o no, que zona le dolía más etc... — Afortunadamente es un esguince leve, una semana de reposo, sin mover el tobillo para nada y la siguiente que lo tomes con calma, incluso que hagas ejercicios de rehabilitación para que cure mejor la lesión o te tendré por aquí más a menudo — explicaba mientras comenzaba a liar un vendaje al rededor del pie para inmobilizarlo bien. — Quiero el pie en alto todo cuanto puedas, es decir, no quiere verte por ahí aunque sea con muletas, quiero reposo absoluto al menos los tres primeros días, ¿me has escuchado? — puse mi cara más mala. — Vendrás cada mañana a vernos para que cambiemos el vendaje, limpiemos y te demos pomada, si se inflama más o notas el pie dormido vienes a verme — iba explicando hasta que finalicé de liar el pie.
— Es que lo sabía... — suspiré al ver a la muchacha de antes de pie en la puerta. — ¿Te duele mucho corazón? — me acerqué hasta ella y levanté la sudadera que llevaba. Tenía marcas rojizas en el estómago. — Claro que te dolerá, diantres... Si es que no me hacéis caso, ve a sentarte con tu amiga y no quiero ni una palabra, ¿entendido? — miré amabas a la vez que alzaba un dedo. Fui entonces a buscar más pomada y gasas.
Cuando la chica se marchó le dediqué una mirada llena de molestia. ¿En serio? Me dieron ganas de decirle cualquier cosa, en aquel momento seguro que podría haber soltado mil y una cosas de las que posteriormente me arrepentiría, pero no fue así y la dejé ir. Una parte de mi ya se avergonzaba de mi reacción, en verdad la chica no tenía culpa de mis problemas y los había pagado con ella por aparecer el peor momento y tampoco de la mejor forma.
— Gracias — agarré la bata de la doctora y cuando estuvimos a solas en el ascensor comencé a desnudarme hasta quedar en ropa interior, luego me coloqué la bata por encima. — Así mucho mejor doctora... Abbott — miré la identificación que pendía de la bata. — Aiken, Ava Aiken, pero todos me llaman Bobbi — susurré con la mirada fija en la puerta del ascensor. — Siento mucho lo ocurrido, estallé en el peor momento — desvié la mirada al suelo y luego a la mujer.
Efectivamente el esguince se iba a cobrar una semana de baja, seguramente dos. — Menos mal que ha sido leve... — susurré mientras apoyaba la cabeza sobre una de mis manos. Abbott se dedicaba a evaluar el tobillo y luego a vendarlo. Mi mal humor, por otro lado, ya se había esfumado, me encontraba mucho más tranquila e incluso me sentía algo mal por mi reacción de arriba. Tal vez debiera buscar luego a la muchacha apara disculparme, sí, eso sería lo mejor.
Pues no hizo falta, aparecía por la puerta y su expresión tampoco era la mejor. Al parecer sus quemaduras habían sido peor porque se había quitado la ropa más tarde: genial, ahora me sentía responsable de eso también. Abbott le pidió que se sentara al lado de mi y que ninguna dijera nada, como si fuéramos dos crías... La doctora se marchó en busca de algo y yo me quedé con la mirada fija en la chica. — Siento mucho lo ocurrido, no he tenido un buen día, como puedes ver... — señalé mi tobillo. — Y lo he pagado contigo — agaché la mirada, no me sentía para nada orgullosa de lo ocurrido.
— Gracias — agarré la bata de la doctora y cuando estuvimos a solas en el ascensor comencé a desnudarme hasta quedar en ropa interior, luego me coloqué la bata por encima. — Así mucho mejor doctora... Abbott — miré la identificación que pendía de la bata. — Aiken, Ava Aiken, pero todos me llaman Bobbi — susurré con la mirada fija en la puerta del ascensor. — Siento mucho lo ocurrido, estallé en el peor momento — desvié la mirada al suelo y luego a la mujer.
Efectivamente el esguince se iba a cobrar una semana de baja, seguramente dos. — Menos mal que ha sido leve... — susurré mientras apoyaba la cabeza sobre una de mis manos. Abbott se dedicaba a evaluar el tobillo y luego a vendarlo. Mi mal humor, por otro lado, ya se había esfumado, me encontraba mucho más tranquila e incluso me sentía algo mal por mi reacción de arriba. Tal vez debiera buscar luego a la muchacha apara disculparme, sí, eso sería lo mejor.
Pues no hizo falta, aparecía por la puerta y su expresión tampoco era la mejor. Al parecer sus quemaduras habían sido peor porque se había quitado la ropa más tarde: genial, ahora me sentía responsable de eso también. Abbott le pidió que se sentara al lado de mi y que ninguna dijera nada, como si fuéramos dos crías... La doctora se marchó en busca de algo y yo me quedé con la mirada fija en la chica. — Siento mucho lo ocurrido, no he tenido un buen día, como puedes ver... — señalé mi tobillo. — Y lo he pagado contigo — agaché la mirada, no me sentía para nada orgullosa de lo ocurrido.
- - - -:
- Solo Bobbi:
- Pandemonium:
Me encontraba de pie en mitad de la sala con la mirada fija en la ya localizada doctora. Para mi pesar también se encontraba con ella la histérica de arriba y eso no me gustaba ni un pelo. El lado positivo es que la médico fue super amable nada más verme.
- Sí, aunque lo peor es lo que pica - expliqué cuando se acercó la mujer. Observé como examinaba parte de la quemadura y me miraba con un suspiro. - ¿Qué...? - me dejó allí plantada con la mirada fija en la mujer de antes y mi rostro se contrajo en una expresión de pocos amigos. Ahora la que suspiré fui yo, mientras con las manos en los bolsillos caminaba hasta la mujer y tomaba asiento tal y como la doctora me había pedido.Me crucé de brazos con la mirada fija en el frente para evitar tener que mirarla. Sin embargo lo que vino ahora me sorprendió, ¿se estaba disculpando? Sí, se estaba disculpando, así que la miré entre asombrada y dudosa.
- Bueno... ya somos dos - estiré mis manos para mostrárselas, la sudadera que llevaba no tenía mangas, así que dejé ver las quemaduras en mis antebrazos, a la vez que agarraba en un impulso casi inconsciente la pulsera (rastreadora) con mi mano, como si ya con eso no fuera a poder verla. Solía darme vergüenza cuando la reconocían y me trataban como a una apestada. - Ya da igual... - resoplé a la vez que me cruzaba de brazos. El daño estaba hecho, de todas formas aceptaba sus disculpas, o medio las aceptaba, no me parecía bien lo que había hecho conmigo ahí arriba y eso no se podía cambiar de golpe con un par de palabras, como si fuera apretar un botón en un ordenador y reiniciar.
- Espero que esto no vaya a dejar marca, sería toda una faena... - suspiré mientras que me miraba la mano en la que me había quemado la otra vez planchando, era casi como si atrajera al fuego, ya debería tener que empezar a preocuparme. - Pensé con ironía - Aquel momento comenzaba a hacerse eterno, ¿por qué no regresaba aún la médico? Así que me puse en pie y me acerqué a una de las enfermeras.
- Hola, verá, voy a estar aquí un rato para unas curas y... me preguntaba si sería posible llamar a alguien para que me acompañase, trabaja en I+D, pero es mi amiga y bueno... - me llevé una mano a la cabeza, dubitativa y tratando de dar pena. - Me gustaría que me acompañase, por favor, ¿podría ayudarme? - sonreí poniendo mi mejor carita de no haber roto un plato, a la espera de que quisiera ayudarme y llamar a Jemma.
- Sí, aunque lo peor es lo que pica - expliqué cuando se acercó la mujer. Observé como examinaba parte de la quemadura y me miraba con un suspiro. - ¿Qué...? - me dejó allí plantada con la mirada fija en la mujer de antes y mi rostro se contrajo en una expresión de pocos amigos. Ahora la que suspiré fui yo, mientras con las manos en los bolsillos caminaba hasta la mujer y tomaba asiento tal y como la doctora me había pedido.Me crucé de brazos con la mirada fija en el frente para evitar tener que mirarla. Sin embargo lo que vino ahora me sorprendió, ¿se estaba disculpando? Sí, se estaba disculpando, así que la miré entre asombrada y dudosa.
- Bueno... ya somos dos - estiré mis manos para mostrárselas, la sudadera que llevaba no tenía mangas, así que dejé ver las quemaduras en mis antebrazos, a la vez que agarraba en un impulso casi inconsciente la pulsera (rastreadora) con mi mano, como si ya con eso no fuera a poder verla. Solía darme vergüenza cuando la reconocían y me trataban como a una apestada. - Ya da igual... - resoplé a la vez que me cruzaba de brazos. El daño estaba hecho, de todas formas aceptaba sus disculpas, o medio las aceptaba, no me parecía bien lo que había hecho conmigo ahí arriba y eso no se podía cambiar de golpe con un par de palabras, como si fuera apretar un botón en un ordenador y reiniciar.
- Espero que esto no vaya a dejar marca, sería toda una faena... - suspiré mientras que me miraba la mano en la que me había quemado la otra vez planchando, era casi como si atrajera al fuego, ya debería tener que empezar a preocuparme. - Pensé con ironía - Aquel momento comenzaba a hacerse eterno, ¿por qué no regresaba aún la médico? Así que me puse en pie y me acerqué a una de las enfermeras.
- Hola, verá, voy a estar aquí un rato para unas curas y... me preguntaba si sería posible llamar a alguien para que me acompañase, trabaja en I+D, pero es mi amiga y bueno... - me llevé una mano a la cabeza, dubitativa y tratando de dar pena. - Me gustaría que me acompañase, por favor, ¿podría ayudarme? - sonreí poniendo mi mejor carita de no haber roto un plato, a la espera de que quisiera ayudarme y llamar a Jemma.
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— Ah no, no quiero a terceros revoloteando por mi consulta — solté cuando al regresar vi a la más joven de las dos preguntando si podían llamar a alguien. — No te lo tomes a mal, pero aborrezco cuando hay más gente de la cuenta por aquí y más si son de I+D, suelen creerse capaces a cuestionar mi trabajo... — coloqué mi mano libre sobre su hombro y la acompañé hacia donde estaba Aiken.
— No sé si tu amiga será así, pero por lo general lo hacen y no me gusta nada — me senté a un lado para tratar sus quemaduras. — Necesito que las dos me enseñéis las quemaduras, así que descubrirlas — por si acaso me levanté y corrí uno de los biombos para dar intimidad a las dos mujeres.
— Así mucho mejor — volví a mi sitio con mi carpeta y las señalé a ambas con el bolígrafo. — Necesito vuestras tarjetas de identificación, por favor — todo en la base estaba llevado al milímetro y aquello era una de las tantas cosas que demostraban aquella obsesión por el control. Debía indicar que habían pasado por allí, añadir a su historial médico lo que les había pasado y lo más importante de todo, ver sus últimas revisiones médicas o si poseían alguna clase de alergia o cualquier enfermedad que fuera necesario reconocer.
— No sé si tu amiga será así, pero por lo general lo hacen y no me gusta nada — me senté a un lado para tratar sus quemaduras. — Necesito que las dos me enseñéis las quemaduras, así que descubrirlas — por si acaso me levanté y corrí uno de los biombos para dar intimidad a las dos mujeres.
— Así mucho mejor — volví a mi sitio con mi carpeta y las señalé a ambas con el bolígrafo. — Necesito vuestras tarjetas de identificación, por favor — todo en la base estaba llevado al milímetro y aquello era una de las tantas cosas que demostraban aquella obsesión por el control. Debía indicar que habían pasado por allí, añadir a su historial médico lo que les había pasado y lo más importante de todo, ver sus últimas revisiones médicas o si poseían alguna clase de alergia o cualquier enfermedad que fuera necesario reconocer.
Desvié la mirada cuando la chica volvió a acercarse, preferí sencillamente no decir nada más para evitar posibles conflictos entre ambas. Aunque me hicieran sentir una cría con esas órdenes me limité a descubrir las prendas y mostrar mi piel ligeramente enrojecida en los brazos y muslo derecho. Al menos no parecía haber sido tanto como lo que le había caído a la otra.
— Claro, aquí tienes — le acerqué mi pase de identificación de Pandemonium. Sabía que con él no tendría que decirle mucho más: datos básicos, posibles alergias, historial médico... todo estaba en esa tarjetita, mi vida entera y dependiendo del nivel de seguridad tendría acceso a unos datos u otros. Un trozo de plástico testigo de todo. Eso era un poco irónico, pues seguramente sería lo único que dejaría tras morir...
— Por cierto Doctora Abbott, ha dicho que quiere que los tres primeros días esté de reposo absoluto, pero si quiere que la venga a ver cada mañana... — le dediqué una mirada curiosa, tal vez con algo más de malicia de la que quisiera, pero si no me iba a dejar caminar... ¿Qué se suponía que iba a hacer entonces para acudir a esas revisiones, gatear?
La sola idea del reposo me ponía los pelos de punta. No me lo podía permitir, si ya no me tenían en cuenta por lo general, pues ahora... sería el colmo a mi triste carrera en Pandemonium. necesitaba mostrar lo que valía al resto de mis compañeros.
— Claro, aquí tienes — le acerqué mi pase de identificación de Pandemonium. Sabía que con él no tendría que decirle mucho más: datos básicos, posibles alergias, historial médico... todo estaba en esa tarjetita, mi vida entera y dependiendo del nivel de seguridad tendría acceso a unos datos u otros. Un trozo de plástico testigo de todo. Eso era un poco irónico, pues seguramente sería lo único que dejaría tras morir...
— Por cierto Doctora Abbott, ha dicho que quiere que los tres primeros días esté de reposo absoluto, pero si quiere que la venga a ver cada mañana... — le dediqué una mirada curiosa, tal vez con algo más de malicia de la que quisiera, pero si no me iba a dejar caminar... ¿Qué se suponía que iba a hacer entonces para acudir a esas revisiones, gatear?
La sola idea del reposo me ponía los pelos de punta. No me lo podía permitir, si ya no me tenían en cuenta por lo general, pues ahora... sería el colmo a mi triste carrera en Pandemonium. necesitaba mostrar lo que valía al resto de mis compañeros.
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Suspiré, me habría gustado que Jemma estuviera aquí conmigo. Pero entonces, al pensarlo mejor tal vez no era la mejor opción. Aún recordaba sus pesadas charlas sobre cuidados en el trabajo cuando me quemé la mano con la plancha en la lavandería.
- Entiendo - susurré a la vez que comenzaba a quitarme la sudadera. Tenía los brazos ligeramente rojizos y también parte del estómago, pero lo peor resultaba un par de burbujas que comenzaban a aparecer en el brazo. - Ups... esto no tiene buena pinta - con la mirada busqué a la doctora. Llegó a tiempo de que le entregase mi tarjeta de identificación, entonces me fijé en que ahora la pulsera metálica brillaba en mi muñeca, siendo más visible que nunca. Me sentí avergonzada, no era algo que me gustase mostrar. La gente al verla se pensaba que era una terrorista o peor aún... desconfiaban de mi. Esa dichosa cosa era un cartel con luces que me señalaba como que no era de fiar.
- Mi identificación - traté de que la cogiera lo antes posible para poder ocultar rápidamente la dichosa pulsera. Por eso siempre intentaba ponerme manga larga. Ese dichoso Hotchner... no había hecho nada malo, maldita sea, solo quería ayudar.
- Entiendo - susurré a la vez que comenzaba a quitarme la sudadera. Tenía los brazos ligeramente rojizos y también parte del estómago, pero lo peor resultaba un par de burbujas que comenzaban a aparecer en el brazo. - Ups... esto no tiene buena pinta - con la mirada busqué a la doctora. Llegó a tiempo de que le entregase mi tarjeta de identificación, entonces me fijé en que ahora la pulsera metálica brillaba en mi muñeca, siendo más visible que nunca. Me sentí avergonzada, no era algo que me gustase mostrar. La gente al verla se pensaba que era una terrorista o peor aún... desconfiaban de mi. Esa dichosa cosa era un cartel con luces que me señalaba como que no era de fiar.
- Mi identificación - traté de que la cogiera lo antes posible para poder ocultar rápidamente la dichosa pulsera. Por eso siempre intentaba ponerme manga larga. Ese dichoso Hotchner... no había hecho nada malo, maldita sea, solo quería ayudar.
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— ¿Es que no sabes usar muletas? — contesté en el mismo tono que ella, con la misma mirada maliciosa. — Será el único ejercicio que harás, pero si quieres puedo pedir que te dejen una camilla aquí y que descanses en ella los primeros días para poder verte sin necesidad de esforzarte... — la sonrisa en mis labios creció.
Recogí ambas tarjetas, pero entonces me fijé en que la joven portaba una pulsera plateada, trató de ocultarla, pero ahí estaba, la marca de que Pandemonium no confiaba en ella. — Tranquila — desvié la mirada y me hice con la tarjeta.
— Ryder... ¿Ketchup? — enarqué una ceja curiosa y luego me volví. Le pedí que se tumbara en la cama, una de las enfermeras me ayudó con la pomada. Ava por otro lado sería atendida justo después, mi prioridad eran las quemaduras de Ryder. Una vez lista fui con la mujer.
— Ava te he recetado una medicación para el dolor y la inflamación, si vas con la tarjeta a la farmacia te lo darán sin problemas, te tomarás uno cada ocho horas y conforme vaya viendo su evolución te diré si sigues o no — le devolví la tarjeta ella y luego a Ryder. — Y tú... tienes una pomada que te echarás en las quemaduras cada cinco horas, además una medicación para el dolor, si te duele mucho te tomas una cada ocho horas, a los dos días me vienes a ver — me quité los guantes. — Si alguna tiene algún problema,
empeora, nota algo raro, duele mucho... me buscáis, aquí o me mandáis un mensaje, ¿vale? — tiré los guantes desechables y me crucé de brazos.
Recogí ambas tarjetas, pero entonces me fijé en que la joven portaba una pulsera plateada, trató de ocultarla, pero ahí estaba, la marca de que Pandemonium no confiaba en ella. — Tranquila — desvié la mirada y me hice con la tarjeta.
— Ryder... ¿Ketchup? — enarqué una ceja curiosa y luego me volví. Le pedí que se tumbara en la cama, una de las enfermeras me ayudó con la pomada. Ava por otro lado sería atendida justo después, mi prioridad eran las quemaduras de Ryder. Una vez lista fui con la mujer.
— Ava te he recetado una medicación para el dolor y la inflamación, si vas con la tarjeta a la farmacia te lo darán sin problemas, te tomarás uno cada ocho horas y conforme vaya viendo su evolución te diré si sigues o no — le devolví la tarjeta ella y luego a Ryder. — Y tú... tienes una pomada que te echarás en las quemaduras cada cinco horas, además una medicación para el dolor, si te duele mucho te tomas una cada ocho horas, a los dos días me vienes a ver — me quité los guantes. — Si alguna tiene algún problema,
empeora, nota algo raro, duele mucho... me buscáis, aquí o me mandáis un mensaje, ¿vale? — tiré los guantes desechables y me crucé de brazos.
— Vale, vale... — no quise discutir más, aquella mujer era de armas tomar, lo último que me faltaba era quedarme allí "castigada". Desvié la mirada hacia otro lado, con resignación y algo captó mi atención: la pulsera plateada que Ryder llevaba en la muñeca. — Tú... tu grado de seguridad es el E, si no estarías en una celda — casi me puse en pie tras esa sorpresa.
— ¿Por qué eres sospechosa? — mi cara se puso bastante seria. Hasta ahora no tenía constancia de que hubiera nadie por ahí con una pulsera así. — ¿Por qué no se fían de ti? — exigí saber, me crucé de brazos y prácticamente la fulminé con la mirada, ignorando el resto del mundo.
— ¿Por qué eres sospechosa? — mi cara se puso bastante seria. Hasta ahora no tenía constancia de que hubiera nadie por ahí con una pulsera así. — ¿Por qué no se fían de ti? — exigí saber, me crucé de brazos y prácticamente la fulminé con la mirada, ignorando el resto del mundo.
- - - -:
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La doctora pareció verla y su mirada no fue como la de muchos en la base que al verla se asustaban o me evitaban, era como si me entendiera, como si no me juzgara y eso me hizo sentir bien, tanto que ni me percaté de que me preguntaba por mi apellido o de que alguien más la veía. Traté de taparla rápido.
Tarde, Ava vio la maldita pulsera y pareció no gustarle ni un pelo. ¿La iba a tener encima ahora también como a Hotchner?
- Es... - quise explicarle lo que ocurrió, pero esa mirada... esa mirada me hizo sentir horrible, como si fuera una terrorista. - No es asunto tuyo - solté secamente. - Quien me la puso sabe por qué la llevo y punto - hasta él comentó que tal vez fuera algo exagerado, pero era eso o quedarme unos días encerrada en una celda mientras trataban de sacarme una confesión que no habría, no había hecho anda malo.
Guardé la tarjeta cuando me la devolvió y me senté de nuevo en la camilla esperando a que me atendieran.
Tarde, Ava vio la maldita pulsera y pareció no gustarle ni un pelo. ¿La iba a tener encima ahora también como a Hotchner?
- Es... - quise explicarle lo que ocurrió, pero esa mirada... esa mirada me hizo sentir horrible, como si fuera una terrorista. - No es asunto tuyo - solté secamente. - Quien me la puso sabe por qué la llevo y punto - hasta él comentó que tal vez fuera algo exagerado, pero era eso o quedarme unos días encerrada en una celda mientras trataban de sacarme una confesión que no habría, no había hecho anda malo.
Guardé la tarjeta cuando me la devolvió y me senté de nuevo en la camilla esperando a que me atendieran.
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— Eso no importa, si Pandemonium ha considerado que puede estar por ahí es que puede estar por aquí — me giré en dirección Ava, tal vez más seria de lo que debería, pues me molestó que le hablara así a Ryder como si fuera una apestada. — En su momento yo también tuve una y a veces simplemente son por seguridad, más que nada, no te proecupes, te la quitarán en seguida — sonreí con amabilidad en la dirección de la joven.
— Chicas, ya estáis listas, podéis marcharos, pero cualquier cosa me informáis ¿vale? — traté de sonar más amable con Ava, no pude evitar que me afectara y recordar los días en los que yo misma llevé ese dichoso trasto. Y todo porque al parecer mi marido había trabajado con ellos, pero Drake era tan solo un miembro de seguridad, ¿qué podían temer tanto?
No, ahora no tenía absolutamente nada claro.
— Chicas, ya estáis listas, podéis marcharos, pero cualquier cosa me informáis ¿vale? — traté de sonar más amable con Ava, no pude evitar que me afectara y recordar los días en los que yo misma llevé ese dichoso trasto. Y todo porque al parecer mi marido había trabajado con ellos, pero Drake era tan solo un miembro de seguridad, ¿qué podían temer tanto?
No, ahora no tenía absolutamente nada claro.
En realidad la doctora tenía razón, pero no podía evitar ponerme alerta con todo aquel tema.
— De acuerdo... — susurré tratando de no mostrarme recelosa. Resultaba irónico que en su momento yo también hubiera sido cuestionada y que ahora no confiara en ellas dos, sin embargo algo me olía mal en todo aquello. Tal vez fuera sencillamente el día de mierda que estaba teniendo y que solo necesitara descansar, pese a las pocas ganas que tenía de encerrarme en mi habitación.
— Estás bien... — añadí finalmente mientras que recogía algunas de mis cosas y más o menos como podía recogía las muletas y me ponía en marcha de mi habitación.
— Gracias por todo, nos veremos pronto — y tras despedirme fui la primera en marcharme y dejar aquella estancia.
— De acuerdo... — susurré tratando de no mostrarme recelosa. Resultaba irónico que en su momento yo también hubiera sido cuestionada y que ahora no confiara en ellas dos, sin embargo algo me olía mal en todo aquello. Tal vez fuera sencillamente el día de mierda que estaba teniendo y que solo necesitara descansar, pese a las pocas ganas que tenía de encerrarme en mi habitación.
— Estás bien... — añadí finalmente mientras que recogía algunas de mis cosas y más o menos como podía recogía las muletas y me ponía en marcha de mi habitación.
— Gracias por todo, nos veremos pronto — y tras despedirme fui la primera en marcharme y dejar aquella estancia.
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- Gracias Jenna - no le hablaba como a mi doctora, si no por como había cortado la conversación para evitar tener que hablar de ello, ya que no era algo que me hiciera sentir muy cómoda. El hecho de que todo el mundo se centrase en mi como si fuera una terrorista... odiaba esa sensación. Salí porque necesitaba recuperar mi portátil para hacer las cosas bien con Pandemonium, poder ayudar el máximo posible. Bastante tuve que pasar para que Hotchner me dejase estar por ahí libremente.
Suspiré una vez que terminó conmigo y me puse en pie.
- Entendido doctora, espero que esté todo bien dentro de unos días... - puse los ojos en blanco, temía lo peor. - Gracias, haré caso de sus instrucciones - y tras eso yo también me marché. Buscaría a Jemma para contarle lo ocurrido y desahogarme.
Suspiré una vez que terminó conmigo y me puse en pie.
- Entendido doctora, espero que esté todo bien dentro de unos días... - puse los ojos en blanco, temía lo peor. - Gracias, haré caso de sus instrucciones - y tras eso yo también me marché. Buscaría a Jemma para contarle lo ocurrido y desahogarme.
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Negué lentamente con una suave sonrisa para quitarle impotancia al asunto. Ryder se marchó finalmente, bastante agradecida por todo, al igual que Ava. Esperaba que esas dos arreglasen esos asuntos, o irían a peor.
Terminé de recoger mis cosas, limpiar... Y colgué la bata en mi armario. Llevaba muchas horas de guardia y necesitaba descansar ya, no me apetecía marcharme, pero lo necesitaba, por el tiempo que llevaba trabajando y le debía a mis pacientes estar descansada. Avisé a una de mis compañeras y posteriormente pasé mi tarjeta. Cuando llegué a mi habitación me dejé caer sobre la cama, tal cual. No me di cuenta de lo agotada que estaba hasta que no caí sobre la cama y me dormí enseguida.
Terminé de recoger mis cosas, limpiar... Y colgué la bata en mi armario. Llevaba muchas horas de guardia y necesitaba descansar ya, no me apetecía marcharme, pero lo necesitaba, por el tiempo que llevaba trabajando y le debía a mis pacientes estar descansada. Avisé a una de mis compañeras y posteriormente pasé mi tarjeta. Cuando llegué a mi habitación me dejé caer sobre la cama, tal cual. No me di cuenta de lo agotada que estaba hasta que no caí sobre la cama y me dormí enseguida.
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