₪ Primer Arma {O P C I O N A L}

La historia del revolver no es gran cosa, Dan se hizo con el en una vieja taberna rustica, semanas después de perder a su mujer en el hospital, y de que todo se fuera a la mierda. Era una taberna a las afueras de Tallahassee, los coches seguían aparcados en el parking de tierra, como si nada hubiera pasado, aunque estaban muy sucios y llenos de polvo. Los alrededores estaban llenos de basura, latas, papeles, etc... La edificación de madera era antigua y parecía bastante tocada por el tiempo. Muchas de las ventanas estaban rotas, y el color rojo desgastado de la pintura le daba un aspecto bastante tenebroso. La puerta de la entrada estaba abierta, y Dann no hacía mas que andar en busca de recursos.

Al entrar en la taberna se dio cuenta de que no encontraría gran cosa, y así fue, todo estaba destrozado, sucio y en un estado deplorable. Casi parecía que ese lugar nunca hubiera estado en buen estado.

Pasó al otro lado de la barra, ojeando cajones y armarios, observando las botellas abiertas de alcohol. Alcanzó una botella de whisky, bastante antigua al parecer, y tras darle un pequeño sorbo y fruncir el ceño por su amargura, encontró una viaja caja tras las botellas. Dejó la botella a un lado, y apartó otras tantas. Alcanzó la caja y al abrirla ahí estaba. Un revolver bastante llamativo, algo sucio y viejo, pero en buen estado.

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dados de poder ayudenme!!

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@Dann Hetfield Ya lo tienes

@Matthew Kowalski tu también

@DESMOND MILES Cuando edites lo reviso

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→ @Ligeia Solotov actualizado.

Observó sus manos ensangrentadas con horror. No entendía lo que acaba de pasar, ni qué demonios sucedía con él para haber hecho eso.

En el suelo reposaba el cuerpo moribundo con el rostro prácticamente destruido. No era necesario ser inteligente para darse cuenta de lo que había sucedido, que la sangre en las manos de Adwin no pertenecía a nadie más que a ese hombre. Las razones, sin embargo, eran las que quedarían un misterio, tanto para el hombre en el suelo cómo a cualquiera qué se acercara a ellos en ese momento. Ni siquiera el chico tenía idea.

Un momento el hombre había dicho un comentario desafortunado y al siguiente se encontraba en el suelo con la cara ensangrentada por los golpes de Adwin. Pero más importante para el chico era asegurarse de que nadie, ni el moribundo y, de preferencia, él mismo recordaran los sentimientos que le acecharon y las acciones que estuvo a punto de cometer. Acercando su cabeza a un pedazo de piel suelta presente en la frente del hombre, mandíbula lista para morder y boca haciéndose agua cuándo el sonido de un disparo ha cortado el ambiente, sacándolo efectivamente de aquel trance.

Se alejó rápidamente del hombre, quedando en aquella posición horrorizado ante el recuerdo. Pero el tiempo se le acababa, escuchando los sonidos de disparo acercándose junto a las voces guturales de dos hombres. Sea lo que sea que fuera a hacer a continuación, debía hacerlo ya. Investigó el espacio, tomando su mochila que había quedado olvidada en el suelo, tomando también la del hombre en el proceso. Estaba a punto de irse cuándo ha visto algo que le ha llamado la atención a un par de pasos de ambos, el distintivo brillo del metal tentando a su mirada. Corrió a recogerlo, maniobrando entre eso y las mochilas mientras escapaba de aquel lugar. Con suerte nadie sabría nunca que había sido él el culpable del estado de ese hombre... o lo que había estado por pasar después.

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En aquel preciso instante de caos, en el que los gritos, el dolor... no la dejaban pensar. Carmen al alzar la mirada, entre las lágrimas observó en la estantería de Tobias su viejo bate de baseball. La morena se alzó velozmente, no pensaba, solo reaccionaba, quería que los gritos cesaran. Golpeó la mesa cruzando el salón, provocando que ellos cayeran.

Logró alcanzar la estantería, prácticamente chocando contra ella. Las cosas se tambalearon, algunas cayeron al suelo. Carmen se estiró, pese a que ella era alta, la estantería lo era aún más. Desesperada subió un peldaño, sintiendo como la madera crujía bajo su pie. Estiró el brazo y logró alcanzar el bate de su soporte. Ella se giró al tiempo de alzarlo y golpear con todas sus fuerzas al zombie que se había lanzado a por ella. Tobias adoraba ese bate, era una de las pocas cosas que conservaba de su vida anterior y ahora Carmen le había asesinado a sangre fría con él.

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Vengo a por mi primer arma, gracias.

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Los pasos de un hombre que antaño fue autoridad repicaban en el solitario poblado. Algunos suelos aún eran de tierra, pero al no haber actividad, caminaba tranquilamente por el medio de la carretera esquivando cadáveres, chatarra y coches averiados. Su preciosa Colt Phyton se había estropeado hacía días y desde entonces, solo podía confiar en sus piernas para defenderse. Era por ello que no salía demasiado y se estaba racionando la comida y cada vez que lo hacía, trataba de buscarle un reemplazo. Pero tras ocho años de apocalipsis, quien hubiera dejado a su suerte un arma de fuego posiblemente habría muerto entre hordas de caminantes, o algo peor.

La puerta de aquella vivienda se abrió con un chirrío estridente. En otro tiempo, habría golpeado la puerta para hacer salir a cuantos hubiera allí, pero en aquella ocasión prefería mantener las distancias y tener cuidado pues era consciente de que cuerpo a cuerpo podía defenderse, pero si le venía mas de uno no sería capaz. La casa no tenía nada, absolutamente nada. Y quizás la desgracia le había llegado, porque en cierto momento, mientras revisaba el garaje y comprobaba si aquel viejo Plymouth aún funcionaba... Sintió algo demasiado cerca de él, una mano en su hombro.

No tenía sitio para golpearle, así que agarró lo primero que vio y golpeó la cabeza de aquel putrefacto caminante. Su cuerpo cayó inerte y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que aquella improvisada herramienta podría servir para algo más que para sacar puntas gruesas y forzar puertas a lo bruto. Hasta que lograse reparar su arma, aquella sería su compañera.