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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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▧ Os regalamos el primer arma.
▧ El resultado es aleatorio y si no os interesa no es obligatorio que os quedéis el objeto.
▧ Podéis usar el arma aunque aún no esté actualizada en vuestro perfil, siempre y cuando hayáis hecho bien el registro.
▧ Sigue estos pasos, es muy sencillo:
1º Pulsa el botón responder, de abajo.
2º Escribe cualquier cosa en el mensaje.
3º Debajo de las opciones "Previsualizar" y "Enviar" escoge la lanzada de dados "Primer Arma", deja el número de dados en uno y dale a enviar.
4º A continuación de tu mensaje, saldrá una respuesta automática de Agent 4.0 con tu objeto ganado, si te interesa el objeto deberás editar tu mensaje y en él narrar como lograste el objeto.
Nota: Hay veces que a lo mejor responde otra persona cuando estáis haciendo esto y al enviar os sale eso de: "Se ha enviado otro mensaje mientras..." Y os da la opción de modificar o registrar, tenéis que modificar y volver a señalar el dado otra vez, porque al salir eso se desactiva la lanzada. Si no editáis el mensaje con un mínimo de cuatro lineas narrando como encontrasteis el objeto no se os colocará en el perfil.
Primer Arma
1º Pulsa el botón responder, de abajo.
2º Escribe cualquier cosa en el mensaje.
3º Debajo de las opciones "Previsualizar" y "Enviar" escoge la lanzada de dados "Primer Arma", deja el número de dados en uno y dale a enviar.
4º A continuación de tu mensaje, saldrá una respuesta automática de Agent 4.0 con tu objeto ganado, si te interesa el objeto deberás editar tu mensaje y en él narrar como lograste el objeto.
Nota: Hay veces que a lo mejor responde otra persona cuando estáis haciendo esto y al enviar os sale eso de: "Se ha enviado otro mensaje mientras..." Y os da la opción de modificar o registrar, tenéis que modificar y volver a señalar el dado otra vez, porque al salir eso se desactiva la lanzada. Si no editáis el mensaje con un mínimo de cuatro lineas narrando como encontrasteis el objeto no se os colocará en el perfil.
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
El miembro 'Jimmy Vargas Parker' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Eran casi las 12 del medio día mientras que un abrasador sol sin piedad alguna golpeaba a Harris quien caminaba por un polvoriento camino, parecía ser una zona rural, sin embargo no era abundante las zonas verdes por el lugar, las gotas de sudor bajaban por la frente de Harris mientras este fruncía el ceño ante la ola fuerte de calor ¡Maldita sea! exclamo el hombre dando una patada a una pequeña roca que estaba en el suelo, posando su mano por su frente, quitando un poco el sudor y a su vez evitar que el sol siguiera dañando sus ojos claros al menos por unos instantes, de está manera podía vislumbrar de mejor manera el camino, sus mejillas estaban coloradas por el sol, su cabello largo se encontraba reseco, el jeans azul que vestía parecía que lo había acompañado en mil batallas, su chaleco negro dejo de ser negro intenso desde hacía ya tiempo, su condición no era la mejor, sin embargo estaba vivo, no obstante en este mundo actual no se sabía si eso era una bendición o mas bien una maldición.
Camino un poco mas hasta que alcanzo a ver una pequeña gasolinera, unos cuantos autos abandonados, o mas bien lo que era solo metal oxidado y sin uso aparente alguno, entro a la vieja caseta con precaución, viendo de forma atenta a todos lados, negando con la cabeza al recordar que se había quedado sin armas en aquel momento, su precaución no iba a servirle tanto ahí si encontraba a alguien, sin un arma podía ser presa fácil de alguna persona, ¿zombies? Eso no era lo que de verdad había que tener miedo en aquel entonces.
Al entrar no vio nada, simplemente muchos estantes y basura por el suelo, restos de botellas plásticas, trozos de telas viejas, pedazos de promocionales o lo que alguna vez fueron eso, observo un cartel anunciado el especial del día de chilidogs a $0.99 Que ofertón... dijo para el mismo mientras se dibujaba en su rostro una media sonrisa, reviso un poco el lugar sin encontrar nada de valor, hasta que encontró una pequeña caja de herramientas, sin esperanzas de nada la abrió y encontró un destornillador, lo observo detenidamente dándose cuenta que aunque estaba viejo, podía ser util, incluso como arma en alguna situación de emergencia.
Guardo el destornillador y salio del lugar en busca de algunas provisiones, o un buen lugar con zona verde donde poder descansar.
Camino un poco mas hasta que alcanzo a ver una pequeña gasolinera, unos cuantos autos abandonados, o mas bien lo que era solo metal oxidado y sin uso aparente alguno, entro a la vieja caseta con precaución, viendo de forma atenta a todos lados, negando con la cabeza al recordar que se había quedado sin armas en aquel momento, su precaución no iba a servirle tanto ahí si encontraba a alguien, sin un arma podía ser presa fácil de alguna persona, ¿zombies? Eso no era lo que de verdad había que tener miedo en aquel entonces.
Al entrar no vio nada, simplemente muchos estantes y basura por el suelo, restos de botellas plásticas, trozos de telas viejas, pedazos de promocionales o lo que alguna vez fueron eso, observo un cartel anunciado el especial del día de chilidogs a $0.99 Que ofertón... dijo para el mismo mientras se dibujaba en su rostro una media sonrisa, reviso un poco el lugar sin encontrar nada de valor, hasta que encontró una pequeña caja de herramientas, sin esperanzas de nada la abrió y encontró un destornillador, lo observo detenidamente dándose cuenta que aunque estaba viejo, podía ser util, incluso como arma en alguna situación de emergencia.
Guardo el destornillador y salio del lugar en busca de algunas provisiones, o un buen lugar con zona verde donde poder descansar.
El miembro 'Daniel Harris' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
El miembro 'Ethan Stohl' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Ese olor a sangre aún me revuelve el estómago. Esa mezcla de carne quemada, el pútrido edor de la carne descompuesta...
— ¡Para, no, para! — pero Clark no paraba, me ataba el cinturón de seguridad a toda prisa, mientras yo pataleaba y luchaba por librarme de él. No podía dejarle allí, no podía abandonarle. — ¡Faye tienes que irte, ellos te llevarán a un lugar seguro! — exclamó él mientras echaba un rápido vistazo hacia atrás, la horda de zombies se seguían acercando, algunos soldados agonizaban en el suelo, los militares del vehículo gritaban para marcharnos ya, pero yo no le podía dejar ahí, no así...
— Haz grandes cosas Faye — colocó su mano sobre mi mejilla y pegó su frente sobre la mía a modo de despedida, yo no paraba de llorar.
— Clark, te amo — fue lo único que pude decir.
— Y yo a ti pequeña, te amo — besó mi frente mientras que rompía a llorar en un llanto incontrolado, Clark cerró la puerta y el jeep arrancó con violencia, saliendo a toda velocidad de allí, mientras que yo dejaba atrás a Clark y él se despedía de mi agitando su mano, tratando de sonreír, como si nada de aquello estuviera pasando, como si en su brazo no hubiera una mordedura y como si los zombies no fueran a por él para acabar con sus restos.
Uno de los soldados me obligó a no mirar, en mi regazo estaba el palo de golf con el que nos habíamos defendido cuando se acabaron las balas. Yo no me podía creer lo que estaba pasando, pero era así, lo había perdido absolutamente todo en menos de 24 horas.
— ¡Para, no, para! — pero Clark no paraba, me ataba el cinturón de seguridad a toda prisa, mientras yo pataleaba y luchaba por librarme de él. No podía dejarle allí, no podía abandonarle. — ¡Faye tienes que irte, ellos te llevarán a un lugar seguro! — exclamó él mientras echaba un rápido vistazo hacia atrás, la horda de zombies se seguían acercando, algunos soldados agonizaban en el suelo, los militares del vehículo gritaban para marcharnos ya, pero yo no le podía dejar ahí, no así...
— Haz grandes cosas Faye — colocó su mano sobre mi mejilla y pegó su frente sobre la mía a modo de despedida, yo no paraba de llorar.
— Clark, te amo — fue lo único que pude decir.
— Y yo a ti pequeña, te amo — besó mi frente mientras que rompía a llorar en un llanto incontrolado, Clark cerró la puerta y el jeep arrancó con violencia, saliendo a toda velocidad de allí, mientras que yo dejaba atrás a Clark y él se despedía de mi agitando su mano, tratando de sonreír, como si nada de aquello estuviera pasando, como si en su brazo no hubiera una mordedura y como si los zombies no fueran a por él para acabar con sus restos.
Uno de los soldados me obligó a no mirar, en mi regazo estaba el palo de golf con el que nos habíamos defendido cuando se acabaron las balas. Yo no me podía creer lo que estaba pasando, pero era así, lo había perdido absolutamente todo en menos de 24 horas.
El miembro 'Faye Sálverie' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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15 de Febrero de 2013
El gélido viento entra por las rendijas de la puerta de su casa, oscura y solitaria, siendo ella la única que pisa ahora el descuidado parquét. Sus ojos miran las fotografías que recorren el pasillo, observando su rostro y el de su hermano en un pasado que se hacía lejano. Suspira mientras mueve la cabeza y continúa avanzando en dirección a la salida. En cuanto abriera esa puerta no había vuelta atrás, tendría que ser valiente y fuerte, no tenía más remedio.
OST
La epidemia había dejado la ciudad yerma y desolada. En sus manos agarra la cámara de fotos, apretando el disparador de tanto en tanto. El flash iluminaba intermitentemente el interior de los negocios mancillados y, aunque su cerebro le grita con fuerza que es peligroso, Alexandra decide continuar avanzando por las calles.
Algo metálico rueda dentro de un establecimiento y su cuerpo se tensa, poniéndose alerta. Su mirada es la viva imagen de la desconfianza. Tras ver las cosas que ha visto, no esta segura de si arriesgarse, pero la curiosidad tira de su cuerpo y entra dentro. La ferretería parece vacía a simple vista, pero aún siente ese hormigueo en sus dedos y sabe que en cualquier momento todo puede torcerse...
Menea la cabeza de lado a lado alejando esos recuerdos y entra inspirando fuertemente por la nariz. Todo huele a sangre y perecimiento, la oscuridad abarca la mayor parte del local lo cual la obliga a forzar la vista, pero no tarda en verlo arrastrarse en su dirección. Medio cadáver extendía sus brazos escuálidos intentando atrapar algo entre sus demacrados dedos. Quizás debería sentir miedo, asco o pena, pero nada... ni un mero atisbo de sentimientos. Lo mira con curiosidad, inclinando la cabeza a la derecha cuando agarra su bota de cuero falso. Se deshizo de su agarre sin mucho esfuerzo mientras busca algo con lo que golpear a ese ser. Una palanca de color gris descansaba en una estantería, como si la hubieran dejado ahí para que ella la encontrase. La agarra con cuidado, notando de nuevo el tirón en su pie.
Una y otra vez se hundía la punta de la palanca en el cráneo del muerto viviente. La sangre espesa y oscura salpica la ropa de la joven hasta que sus movimientos cesan, respirando agitada. Sus piernas volvieron a salir de allí no sin antes fotografiar su obra de arte, caminando por las tristes y muertas calles de Ohio.
El gélido viento entra por las rendijas de la puerta de su casa, oscura y solitaria, siendo ella la única que pisa ahora el descuidado parquét. Sus ojos miran las fotografías que recorren el pasillo, observando su rostro y el de su hermano en un pasado que se hacía lejano. Suspira mientras mueve la cabeza y continúa avanzando en dirección a la salida. En cuanto abriera esa puerta no había vuelta atrás, tendría que ser valiente y fuerte, no tenía más remedio.
OST
La epidemia había dejado la ciudad yerma y desolada. En sus manos agarra la cámara de fotos, apretando el disparador de tanto en tanto. El flash iluminaba intermitentemente el interior de los negocios mancillados y, aunque su cerebro le grita con fuerza que es peligroso, Alexandra decide continuar avanzando por las calles.
Algo metálico rueda dentro de un establecimiento y su cuerpo se tensa, poniéndose alerta. Su mirada es la viva imagen de la desconfianza. Tras ver las cosas que ha visto, no esta segura de si arriesgarse, pero la curiosidad tira de su cuerpo y entra dentro. La ferretería parece vacía a simple vista, pero aún siente ese hormigueo en sus dedos y sabe que en cualquier momento todo puede torcerse...
-Los golpes en la ventana de su cuarto se hacen insoportables, escuchando como chillaban al otro lado del cristal personas que perdían la vida-
Menea la cabeza de lado a lado alejando esos recuerdos y entra inspirando fuertemente por la nariz. Todo huele a sangre y perecimiento, la oscuridad abarca la mayor parte del local lo cual la obliga a forzar la vista, pero no tarda en verlo arrastrarse en su dirección. Medio cadáver extendía sus brazos escuálidos intentando atrapar algo entre sus demacrados dedos. Quizás debería sentir miedo, asco o pena, pero nada... ni un mero atisbo de sentimientos. Lo mira con curiosidad, inclinando la cabeza a la derecha cuando agarra su bota de cuero falso. Se deshizo de su agarre sin mucho esfuerzo mientras busca algo con lo que golpear a ese ser. Una palanca de color gris descansaba en una estantería, como si la hubieran dejado ahí para que ella la encontrase. La agarra con cuidado, notando de nuevo el tirón en su pie.
Una y otra vez se hundía la punta de la palanca en el cráneo del muerto viviente. La sangre espesa y oscura salpica la ropa de la joven hasta que sus movimientos cesan, respirando agitada. Sus piernas volvieron a salir de allí no sin antes fotografiar su obra de arte, caminando por las tristes y muertas calles de Ohio.
El miembro 'Alexandra M. Gibson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Desde que había llegado para buscar a Maximillian, había visto hasta qué punto el mundo se había ido a la mierda. Me alegraba de que el abuelo hubiese abierto aquel refugio para todos y que aquellos dos primos que habían estado lejos de nosotros, hubiesen llegado a él, el día que yo me iba. Pero al menos, yo sabía que ellos estaban bien y esperaba que todos juntos aguantasen si los zombies se acercaban… sabia que aquello pasaría porque los zombies crecían por momentos. Yo misma había visto como eran, no dejaba de escapar de ellos porque aunque había disparado a muchos, a veces, eran tantos que a veces tenía que salir corriendo y no podía mirar atrás.
Lo malo es que había gastado demasiadas balas, todo lo que había cogido del refugio (que me pertenecía, por otra parte) se había ido quedando por el camino porque lo había ido tirando cuando se me gastaban las balas y no quería que me hiciesen ir más lenta a la hora de escaparme. Había llegado el momento en el que me había quedado sin armas y no sabía qué hacer si me encontraba con los zombies, por eso cuando me había encontrado con un montón de muertos vivientes… intenté evitarlos y me metí en una casa que había encontrado vacía de milagro. Pero sabía que no estaba sola, escuchaba ruidos en todo momento y sabia que había de ellos dentro.
Fui explorando la casa después de evitar que abriesen la puerta aquellos que estaban fuera, necesitaba algo para acabar con ellos o tendría que salir pitando desde ya. Así que fui cuarto por cuarto rezando para que no hubiese nadie... respiraba hondo cada vez que abría una puerta. Tras una puerta me encontré con un cuarto en el que había una palanca de hierro, no sabía qué demonios hacia allí, pero me servía perfectamente. Yo era mejor en ataques a distancia, pero cuando se trataba de sobrevivir, todo el mundo era mejor en todo. La cogí entre mis manos y cuando quise salir de allí armada con ella, ya ni siquiera me importaban los zombies que hubiese por la casa, escuché algo.
¡Había un zombie en el cuarto! Aquello me rompió el corazón, porque era una niña de unos cinco años, aún tenía su vestido rosa puesto aunque ahora estaba manchado de sangre y suciedad, había estado en una zona de la habitación en la que no me había fijado. Se acercaba hacia mi gruñendo y sabia que debía matarla o moriría yo. Respiré hondo, alcé la palanca y apunté a su cabeza con todas mis fuerzas... se la destrocé. Necesité unos momentos para recuperar el aliento y cuando lo hice, salí por la ventana de la habitación ya que no había zombies fuera por aquella zona y eché a correr sin soltar la palanca.
Lo malo es que había gastado demasiadas balas, todo lo que había cogido del refugio (que me pertenecía, por otra parte) se había ido quedando por el camino porque lo había ido tirando cuando se me gastaban las balas y no quería que me hiciesen ir más lenta a la hora de escaparme. Había llegado el momento en el que me había quedado sin armas y no sabía qué hacer si me encontraba con los zombies, por eso cuando me había encontrado con un montón de muertos vivientes… intenté evitarlos y me metí en una casa que había encontrado vacía de milagro. Pero sabía que no estaba sola, escuchaba ruidos en todo momento y sabia que había de ellos dentro.
Fui explorando la casa después de evitar que abriesen la puerta aquellos que estaban fuera, necesitaba algo para acabar con ellos o tendría que salir pitando desde ya. Así que fui cuarto por cuarto rezando para que no hubiese nadie... respiraba hondo cada vez que abría una puerta. Tras una puerta me encontré con un cuarto en el que había una palanca de hierro, no sabía qué demonios hacia allí, pero me servía perfectamente. Yo era mejor en ataques a distancia, pero cuando se trataba de sobrevivir, todo el mundo era mejor en todo. La cogí entre mis manos y cuando quise salir de allí armada con ella, ya ni siquiera me importaban los zombies que hubiese por la casa, escuché algo.
¡Había un zombie en el cuarto! Aquello me rompió el corazón, porque era una niña de unos cinco años, aún tenía su vestido rosa puesto aunque ahora estaba manchado de sangre y suciedad, había estado en una zona de la habitación en la que no me había fijado. Se acercaba hacia mi gruñendo y sabia que debía matarla o moriría yo. Respiré hondo, alcé la palanca y apunté a su cabeza con todas mis fuerzas... se la destrocé. Necesité unos momentos para recuperar el aliento y cuando lo hice, salí por la ventana de la habitación ya que no había zombies fuera por aquella zona y eché a correr sin soltar la palanca.
El miembro 'Ruby V. Alexandros' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
El miembro 'Gaëlle Hotchner' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Primer Arma' :
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Caos.
El mundo se había convertido en lo que alguna vez hubo sido: los libros de ética ¿para qué servían? ¿de qué valían las leyes? Kendra, quién más de una vez había dicho que el sistema había que refaccionarlo desde cero, se preguntaba si eso no era más que el resultado de su asidua petición silenciosa. «La corte de justicia es un asco. El sistema está podrido. Juro que les metería una bomba.» Pero dónde hay mierda las bombas no hacen más que esparcirla. Ella bien lo sabe.
—¡Vamos, Vamos, Vamos! ¡Muévete!— La mujer de piel canela cerró la puerta del conductor, sin atrancarla, rodeando el vehículo por delante para ingresar a la casa. La puerta se agitó violentamente con una patada.
—¡Hey! "Señora comando especial", ¿vas a pagar por eso?— La hermana menor, por cuatro años, la miraba reprobadora mientras sujetaba por el hombro a Joshua, su sobrino.
—¡Shhh!— Josh se separaba de Vivian para mirarla con el ceño arrugado. —Estamos en misión secreta.—
—¡Muevan el trasero!— Espetó el rostro de la agente, asomado por el umbral de la puerta antes de volver a desaparecer en el interior de la casa. —¡Y cierren la puerta!—
—¿Siempre fue así de mandona?— Preguntaba la hermana en un tono gracioso, empujando la puerta, sin lograr que ésta atranque. Suspira. —¡La podría cerrar si alguien no hubiera roto la cerradura!— canturreó. Josh se rió cubriéndose la boca y la mujer sonrió satisfecha ante la reacción del pequeño. No importa lo que sucediera, Vivian estaba dispuesta a hacer que él lo sufra de la mejor manera posible. Le quitaba credibilidad como adulta, pero no importaba, porque Kendra siempre se había tomado las cosas demasiado a pecho y sentía la necesidad de balancearlo.
—¡Joder! ¡Que no es un puto juego!— La voz de Kendra se escuchó en la planta alta. Un estrépito, un forcejeo; un gruñido. Silencio.
—¡¿Kem?!— La hermana corrió subiendo apenas dos peldaños, cogida del barandal, esperando respuesta, mirando hacia arriba. —¡¿KEM?!— Reiteró el llamado. Su rostro ya no reía, ahora había caído en él la sombra de la preocupación. Se mordió el labio inferior al no escuchar respuesta.
Joshua se arrimaba a su lado, buscando la mirada de Vivian con ansiedad; sus ojos bien abiertos denotaban el miedo que sus piernas mostraban al temblar involuntariamente.
—S-s-son... lo-los los mon-mons?— Tartamudea nervioso, pero es interrumpido por un gesto de su tía: el índice a sus labios.
Un golpe, otro golpe. Se puede escuchar a Kendra en el piso superior, haciendo uso de la fuerza; probablemente luchando. Finalmente un disparo y, luego, silencio otra vez.
Josh corre, apremiado por la incertidumbre de saber si su madre se encuentra bien, escabulléndose de las manos de su tía que intentan retenerlo y ahora le pisa los talones. El ruido de sus pasos es lo único que se escucha en la casa de la familia, donde las fotografías de tiempos pasados les ven pasar, sonrientes, escaleras arriba.
—¡MAMÁ! ¡MAMITA!— Grita terminando de subir el último tramo. —¡MAMI!— Josh se abalanza sobre el cuerpo de Kendra, aplastado por el de un hombre robusto. Una escopeta de caza yace a un lado.
—¡Joshua! No, aléjate.— Vivian toma al muchacho por los hombros.
—Está muerto, mujer... Ayuda a quitármelo.— Susurra la imposibilitada, mirando a su hijo.
—¡Por Dios Santo, Kem! ¡Es un niño!— Chilla con fastidio mientras forcejea por quitarle el peso muerto. Josh la ayuda aunque poco puede hacer. —¡Esto es poco ortodoxo! ¡No le pides a un niño esta clase de cosas!— Le reprende con la voz distorsionada por el esfuerzo.
Kendra sonríe. Una vez liberados sus brazos, logra empujar al hombre a un lado. —¿Te preocupa la psicología de Josh?— Recupera el aliento, con el brazo descansando sobre su rodilla flexionada, antes de impulsarse hacia arriba. —¡Vamos! No podrías reconocer una situación apremiante ni aunque te peguen en el rostro con ella.— Empuja la escopeta lejos del tipo, con un golpe de su pie. —Las armas de papá no están.—Musita, chasqueando la lengua. —Hay que ir a la estación de policía y rogar porque no hayan saqueado el lugar.—
—¡No! No vamos a ninguna parte. Si quieres te matas sola.—
—Justamente. Sin armas morimos, Vivian.—
Josh levanta la mano y ambas mujeres le miran. Kendra se ríe.
—El abuelo guardaba una en el techo del primer cajón de su mesa de luz.— Dice con orgullo de dar una información desconocida para ambas. —Era nuestro secreto, pero supongo que si no quieres que se sepa algo no se lo dices a nadie.— Se encoge de hombros.
En efecto, Kendra pudo comprobar que Joshua estaba en lo correcto tras sacar el primer cajón y tantear el techo interno de la mesa. Observó el revólver unos segundos y lo acercó para olerlo; a juzgar por la pulcritud y el aroma a aceite podía adivinar que su padre lo había cuidado muy bien mientras estaba en libertad. «Nunca confíes en una automática. Siempre se traban.» Recordó a su padre decir aquello y sonrió.
«Gracias...»
El mundo se había convertido en lo que alguna vez hubo sido: los libros de ética ¿para qué servían? ¿de qué valían las leyes? Kendra, quién más de una vez había dicho que el sistema había que refaccionarlo desde cero, se preguntaba si eso no era más que el resultado de su asidua petición silenciosa. «La corte de justicia es un asco. El sistema está podrido. Juro que les metería una bomba.» Pero dónde hay mierda las bombas no hacen más que esparcirla. Ella bien lo sabe.
—¡Vamos, Vamos, Vamos! ¡Muévete!— La mujer de piel canela cerró la puerta del conductor, sin atrancarla, rodeando el vehículo por delante para ingresar a la casa. La puerta se agitó violentamente con una patada.
—¡Hey! "Señora comando especial", ¿vas a pagar por eso?— La hermana menor, por cuatro años, la miraba reprobadora mientras sujetaba por el hombro a Joshua, su sobrino.
—¡Shhh!— Josh se separaba de Vivian para mirarla con el ceño arrugado. —Estamos en misión secreta.—
—¡Muevan el trasero!— Espetó el rostro de la agente, asomado por el umbral de la puerta antes de volver a desaparecer en el interior de la casa. —¡Y cierren la puerta!—
—¿Siempre fue así de mandona?— Preguntaba la hermana en un tono gracioso, empujando la puerta, sin lograr que ésta atranque. Suspira. —¡La podría cerrar si alguien no hubiera roto la cerradura!— canturreó. Josh se rió cubriéndose la boca y la mujer sonrió satisfecha ante la reacción del pequeño. No importa lo que sucediera, Vivian estaba dispuesta a hacer que él lo sufra de la mejor manera posible. Le quitaba credibilidad como adulta, pero no importaba, porque Kendra siempre se había tomado las cosas demasiado a pecho y sentía la necesidad de balancearlo.
—¡Joder! ¡Que no es un puto juego!— La voz de Kendra se escuchó en la planta alta. Un estrépito, un forcejeo; un gruñido. Silencio.
—¡¿Kem?!— La hermana corrió subiendo apenas dos peldaños, cogida del barandal, esperando respuesta, mirando hacia arriba. —¡¿KEM?!— Reiteró el llamado. Su rostro ya no reía, ahora había caído en él la sombra de la preocupación. Se mordió el labio inferior al no escuchar respuesta.
Joshua se arrimaba a su lado, buscando la mirada de Vivian con ansiedad; sus ojos bien abiertos denotaban el miedo que sus piernas mostraban al temblar involuntariamente.
—S-s-son... lo-los los mon-mons?— Tartamudea nervioso, pero es interrumpido por un gesto de su tía: el índice a sus labios.
Un golpe, otro golpe. Se puede escuchar a Kendra en el piso superior, haciendo uso de la fuerza; probablemente luchando. Finalmente un disparo y, luego, silencio otra vez.
Josh corre, apremiado por la incertidumbre de saber si su madre se encuentra bien, escabulléndose de las manos de su tía que intentan retenerlo y ahora le pisa los talones. El ruido de sus pasos es lo único que se escucha en la casa de la familia, donde las fotografías de tiempos pasados les ven pasar, sonrientes, escaleras arriba.
—¡MAMÁ! ¡MAMITA!— Grita terminando de subir el último tramo. —¡MAMI!— Josh se abalanza sobre el cuerpo de Kendra, aplastado por el de un hombre robusto. Una escopeta de caza yace a un lado.
—¡Joshua! No, aléjate.— Vivian toma al muchacho por los hombros.
—Está muerto, mujer... Ayuda a quitármelo.— Susurra la imposibilitada, mirando a su hijo.
—¡Por Dios Santo, Kem! ¡Es un niño!— Chilla con fastidio mientras forcejea por quitarle el peso muerto. Josh la ayuda aunque poco puede hacer. —¡Esto es poco ortodoxo! ¡No le pides a un niño esta clase de cosas!— Le reprende con la voz distorsionada por el esfuerzo.
Kendra sonríe. Una vez liberados sus brazos, logra empujar al hombre a un lado. —¿Te preocupa la psicología de Josh?— Recupera el aliento, con el brazo descansando sobre su rodilla flexionada, antes de impulsarse hacia arriba. —¡Vamos! No podrías reconocer una situación apremiante ni aunque te peguen en el rostro con ella.— Empuja la escopeta lejos del tipo, con un golpe de su pie. —Las armas de papá no están.—Musita, chasqueando la lengua. —Hay que ir a la estación de policía y rogar porque no hayan saqueado el lugar.—
—¡No! No vamos a ninguna parte. Si quieres te matas sola.—
—Justamente. Sin armas morimos, Vivian.—
Josh levanta la mano y ambas mujeres le miran. Kendra se ríe.
—El abuelo guardaba una en el techo del primer cajón de su mesa de luz.— Dice con orgullo de dar una información desconocida para ambas. —Era nuestro secreto, pero supongo que si no quieres que se sepa algo no se lo dices a nadie.— Se encoge de hombros.
En efecto, Kendra pudo comprobar que Joshua estaba en lo correcto tras sacar el primer cajón y tantear el techo interno de la mesa. Observó el revólver unos segundos y lo acercó para olerlo; a juzgar por la pulcritud y el aroma a aceite podía adivinar que su padre lo había cuidado muy bien mientras estaba en libertad. «Nunca confíes en una automática. Siempre se traban.» Recordó a su padre decir aquello y sonrió.
«Gracias...»
El miembro 'Kendra Maddock' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Una tormenta se acercaba. Ebba clavó su mirada a lo lejos, en las nubes grises y negras que seguían una marcha constante, surcando el cielo y que pronto estarían sobre su cabeza. Sabia que pronto tenía que buscar refugio. El estar en el medio de la nada, rodeada de solo vegetación tales como arbustos, no le servirían para resguardarse de la inminente lluvia que se le avecinaba encima. Decidió apresurar su marcha y volver por el camino que había recorrido hace momentos en donde se había topado con una pequeña granja abandonada. Eso creía dado que solo la observó a lo lejos y no notó movimiento alguno en ella. Ebba, tiempo atrás, había decidido que no quería tomar más riesgos de los necesarios y, entrar en un lugar que evidentemente podía brindar refugio y posible alimento era de esperar que alguna otra persona también lo pensara así y decidiera tomar hospedaje en ella. Lo último que Ella necesitaba era cruzar su camino con alguien en malas por un techo.
- Bueno es ir hasta allí o mojarse hasta los huesos - susurró para si misma poniendo a sus pies en movimiento en dirección hacía la granja. Solo le tomó media hora más o menos el llegar. Era un gran incentivo el darse prisas cuando la necesidad de no calarse de frío apremia. Con cautela observó si su presencia había captada por cualquier ser, vivo o muerto, en las cercanías a medida que se acercaba, pero parecía seguir estando inhabitada. A medida que se aproximaba divisó algo tirado en su camino, parecía ser un pedazo de palo de madera, cubierto por tierra en su mayoría. Se agachó a recoger aquello y se llevó una sorpresa que, al tomarlo le pesara en la mano. Sus orbes se ensancharon cuando tomó en cuenta con que se había topado, un hacha. Una simple hacha tirada en el camino que dirigía hacia la casa. Algo de suerte al fin, aquello le serviría como un arma. La asió con fuerza entre su mano izquierda y siguió su caminar hacia lo que suponía sería su refugio por el tiempo que durara la tormenta.
- Bueno es ir hasta allí o mojarse hasta los huesos - susurró para si misma poniendo a sus pies en movimiento en dirección hacía la granja. Solo le tomó media hora más o menos el llegar. Era un gran incentivo el darse prisas cuando la necesidad de no calarse de frío apremia. Con cautela observó si su presencia había captada por cualquier ser, vivo o muerto, en las cercanías a medida que se acercaba, pero parecía seguir estando inhabitada. A medida que se aproximaba divisó algo tirado en su camino, parecía ser un pedazo de palo de madera, cubierto por tierra en su mayoría. Se agachó a recoger aquello y se llevó una sorpresa que, al tomarlo le pesara en la mano. Sus orbes se ensancharon cuando tomó en cuenta con que se había topado, un hacha. Una simple hacha tirada en el camino que dirigía hacia la casa. Algo de suerte al fin, aquello le serviría como un arma. La asió con fuerza entre su mano izquierda y siguió su caminar hacia lo que suponía sería su refugio por el tiempo que durara la tormenta.
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─He escuchado un ruido─ dice con seriedad, alternando la vista entre la puerta que tenía enfrente y la cámara que llevaba cargando ─Estaba echando un vistazo por esta casa, y se escuchó un golpe o eso parecía... Bueno, si voy a morir al menos todos ustedes serán testigos─ nervioso, llevó su mano al pomo de la puerta y, después de respirar profundamente, la abrió de golpe. Los rayos del Sol entraban perfectamente por la ventana y Kat se felicitó mentalmente por haber ido en el día; recorrió la habitación con la mirada antes de entrar, estaba alerta por cualquier cosa. Cuando lo consideró seguro, se adentró en el cuarto ─Todo está hecho mierda─ graba el lugar, esquivando cajas y cosas tiradas ─. Parece que alguien, o algo, estuvo aquí recientemente─ entrecerró los ojos y puso la cámara a la altura de sus ojos. ─Hay algo ahí─ señaló, su dedo se podía ver en la grabación ─; brilla mucho. Espero que sea algo que pueda usar para defenderme porque, aunque parezca increíble, en este lugar no hay nada─ llevó sus pasos al frente, en dirección al objeto brillante. Al llegar, hizo una mueca de dolor. Se trataba de un cuchillo de cocina, enterrado en el ojo de lo que antes fue una persona. ─Miren esto─ acercó la cámara ─, pobre tipo. Supongo que no le importara que me lleve esto... No te preocupes, puedes quedarte tu ojo─ dejó la cámara sobre un escritorio, apuntando hacia el cadáver. Puso los dedos encima del globo ocular mientras extraía el cuchillo, para evitar sacar lo que no necesitaba; estaba atascado con algo. Entonces tiró más fuerte y liberó la pupila del filo; sostuvo el cuchillo, por el mango, frente a la lente ─Tiene sangre. Buscaré algo para desinfectarlo porque no me desharé de él, además...─ de repente, un zombie se apareció gruñendo en la ventana, provocando un sobresalto en el sueco. Éste agarró la cámara, sosteniendo el cuchillo a manera de defensa ─Me largo de aquí─ dijo, y salió justo por donde había entrado.
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Eliza iba de casa en casa, desesperada, buscando algo que poder llevarse a la boca antes de desfallecer. Llevaba ya casi un día sin comer y notaba como las fuerzas le iban flaqueando. Entra en la penúltima, era la octava que registraba en todo el día, y por ahora nada. Sube las escaleras con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible. Primero la cabeza por el quicio de la puerta, comprobando que no hubiera nadie, después entra despacio, analizando el perímetro.
Tras comprobar que no había nadie en las habitaciones de ese lujoso chalet empieza a rebuscar en cada recoveco posible, pero nada, la casa está totalmente vacía.
-Supongo que es lo que pasa cuando se busca en una obviamente de ricachones.- Suspira, dejándose caer al suelo.- A todo el mundo se le ha ocurrido antes que a mi mirar aquí.
Eliza se relaja en el suelo, observando una pantalla de plasma rota, que en su momento debió de ser de lo mejor de la tecnología, pero ahora yacía ahí, sin ningún uso, rota. La rubia se levanta, le había parecido ver algo raro debajo del mueble de la televisión. Se acerca, agachándose, poniendo la cabeza al nivel del suelo, e intentando escrutar en la oscuridad.
- Es algo... ovalado.- Eliza estira la mano, con cuidado, esperando encontrarse con una pelota, o quizá con algo con lo que entretenerse en el viaje. Lo agarra, al momento siente que es algo raro que no le da buenas sensaciones, pero lo saca, sorprendiéndose al ver lo que es.- ¿Qué demonios hace esto aquí?
Mira con recelo la granada de fragmentación. Nunca le han gustado los explosivos, pero podría ser útil. Así que abre su bolsa de viaje, e introduce la granada allí, teniendo cuidado de que no esté en contacto con nada que pueda activar su detonación.
Elizabeth sigue en su camino para sobrevivir.
Tras comprobar que no había nadie en las habitaciones de ese lujoso chalet empieza a rebuscar en cada recoveco posible, pero nada, la casa está totalmente vacía.
-Supongo que es lo que pasa cuando se busca en una obviamente de ricachones.- Suspira, dejándose caer al suelo.- A todo el mundo se le ha ocurrido antes que a mi mirar aquí.
Eliza se relaja en el suelo, observando una pantalla de plasma rota, que en su momento debió de ser de lo mejor de la tecnología, pero ahora yacía ahí, sin ningún uso, rota. La rubia se levanta, le había parecido ver algo raro debajo del mueble de la televisión. Se acerca, agachándose, poniendo la cabeza al nivel del suelo, e intentando escrutar en la oscuridad.
- Es algo... ovalado.- Eliza estira la mano, con cuidado, esperando encontrarse con una pelota, o quizá con algo con lo que entretenerse en el viaje. Lo agarra, al momento siente que es algo raro que no le da buenas sensaciones, pero lo saca, sorprendiéndose al ver lo que es.- ¿Qué demonios hace esto aquí?
Mira con recelo la granada de fragmentación. Nunca le han gustado los explosivos, pero podría ser útil. Así que abre su bolsa de viaje, e introduce la granada allí, teniendo cuidado de que no esté en contacto con nada que pueda activar su detonación.
Elizabeth sigue en su camino para sobrevivir.
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