₪ Primer Arma {O P C I O N A L}

ARMA

Era agosto, de eso no tenía duda. Y por entonces aun se encontraba recorriendo los extensos bosques en el propio desafío que se había impuesto. Desconocía cuánto tiempo llevaba así, aunque en realidad, sí lo sabía pero no quería reconocer la cuenta; aun no estaba preparado para hacer frente a las preguntas que Pandemonium le haría por esa repentina desaparición, aun no estaba preparado para su mirada inquisitiva.

El bosque se hallaba en silencio, y su avance era lento. Dudaba de que por allí pudiera encontrarse con gente, nunca se había dado la ocasión, pero de esas criaturas, los zombies, sí, y de ellos quería cuidarse. Por eso caminaba con pasos lentos y seguros, sorteando las hojas secas, o las pequeñas ramas caídas que pudieran crujir bajo su peso. Y no lo hacía nada mal, pero nadie es perfecto, y de vez en cuando se veía obligado a recostarse sobre el tronco de un árbol y guardar la respiración, porque los escuchaba en algún punto de aquella extensión alertados por él mismo.

Solo que aquella vez el sonido, el quejido que desgarraba sus oídos proveniente de algo muerto y vivo a la vez, venía desde más cerca. En otras ocasiones se sumaba al entorno e intentaba pasar desapercibido, pero si no entrenaba, si no se ponía a prueba con su nueva condición física en aquella realidad nunca se daría por satisfecho. Aquella vez se separó del tronco, y agachado, intentó enfocar su ojo derecho para buscar de dónde venía ese sonido guiado por el oído.

El bosque entonces pareció estar más vivo, y la naturaleza le impidió tener una ruta clara, pero avanzó hacia donde él pensaba. La mochila se balanceaba a su espalda, suave, portando en su interior algunos suministros que había recogido con el paso de los días; casi todo era comida. Entre sus manos no llevaba más que un trozo de tubería rescatado de la chatarra, pues aun saliendo de Pandemonium, no había querido llevarse las armas y la munición que facilitaban.

Avanzó entre la espesura, bajo los pequeños destellos del sol abriéndose paso entre las hojas, ramas y arbustos, hasta llegar a un pequeño claro. Supuso que se había equivocado cuando advirtió unas tiendas de campaña revueltas y rasgadas, un campamento hacía tiempo destrozado. No bajó la guardia en su avance, pues aunque ya no escuchaba aquel sonido que lo había guiado, tampoco quería ser sorprendido.

La tela de las tiendas se encontraba desgarrada, y todo lo que en su día había estado almacenado dentro ahora se repartía por el claro. No había signos de actividad reciente mirara por donde mirara. Pero no le quitó la necesidad de agacharse de nuevo y rebuscar, con paciencia. Clavado en el suelo, y creciendo alrededor del mismo una pequeña planta, se encontraba el machete. Soltó la tubería, que cayó en un ruido sordo, y tiró del machete hasta desprenderlo de las raíces; estaba más afilado de lo que pensaba.

Con la nueva arma entre sus manos, prosiguió el camino para localizar un lugar donde pasar la noche, y con un poco de suerte encontraría la criatura que había detectado antes.