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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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▧ Os regalamos el primer arma.
▧ El resultado es aleatorio y si no os interesa no es obligatorio que os quedéis el objeto.
▧ Podéis usar el arma aunque aún no esté actualizada en vuestro perfil, siempre y cuando hayáis hecho bien el registro.
▧ Sigue estos pasos, es muy sencillo:
1º Pulsa el botón responder, de abajo.
2º Escribe cualquier cosa en el mensaje.
3º Debajo de las opciones "Previsualizar" y "Enviar" escoge la lanzada de dados "Primer Arma", deja el número de dados en uno y dale a enviar.
4º A continuación de tu mensaje, saldrá una respuesta automática de Agent 4.0 con tu objeto ganado, si te interesa el objeto deberás editar tu mensaje y en él narrar como lograste el objeto.
Nota: Hay veces que a lo mejor responde otra persona cuando estáis haciendo esto y al enviar os sale eso de: "Se ha enviado otro mensaje mientras..." Y os da la opción de modificar o registrar, tenéis que modificar y volver a señalar el dado otra vez, porque al salir eso se desactiva la lanzada. Si no editáis el mensaje con un mínimo de cuatro lineas narrando como encontrasteis el objeto no se os colocará en el perfil.
Primer Arma
1º Pulsa el botón responder, de abajo.
2º Escribe cualquier cosa en el mensaje.
3º Debajo de las opciones "Previsualizar" y "Enviar" escoge la lanzada de dados "Primer Arma", deja el número de dados en uno y dale a enviar.
4º A continuación de tu mensaje, saldrá una respuesta automática de Agent 4.0 con tu objeto ganado, si te interesa el objeto deberás editar tu mensaje y en él narrar como lograste el objeto.
Nota: Hay veces que a lo mejor responde otra persona cuando estáis haciendo esto y al enviar os sale eso de: "Se ha enviado otro mensaje mientras..." Y os da la opción de modificar o registrar, tenéis que modificar y volver a señalar el dado otra vez, porque al salir eso se desactiva la lanzada. Si no editáis el mensaje con un mínimo de cuatro lineas narrando como encontrasteis el objeto no se os colocará en el perfil.
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
El miembro 'Keith Hansen' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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...Mañana de 30/11/2012, New York.
Rain salió en busca de recursos materiales para crear su guarida secreta en la azotea de un edificio. Andando con cautela por las calles menos densas, evitaba a los zombies que caminaban por los alrededores...
Primero paró por un taller de mecánica. Allí encontró par de utensilios que le ayudaría cuando brincara al Home Depot.
En el Home Depot encontró lo que buscaba. Volvió a la guarida y así estuvo durante todo el día. Yendo y viniendo para al final alcanzar el objetivo.
El miembro 'Rain' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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El tiempo no ayudaba a que Bradburn avanzase y continuase su rumbo errático por la ciénaga. Los zapatos se le hundían cada dos por tres en el barro y su estado físico se resentía notablemente. La respiración salía de su cavidad, agresiva, formando un vaho blanco que se fundía con el principio de niebla de los alrededores.
Insistente en remover el fango siguió a pesar de no otear nada en las proximidades. Árboles, raíces y el zumbido lejano de algunos insectos que no entendían que el verano hacía tiempo que se había terminado predominaban en el ambiente. La calma pasiva de aquel paraje en apariencia desértico le ponía el cabello de punta. Recurrentemente Bradburn oteaba sus alrededores, desconfiando hasta de su propia sombra. Nunca se sabía cuándo ni dónde le iban a atacar y la tensión visible a la altura de sus hombros indicaba esa predisposición a actuar al mínimo estímulo observado y/o oído.
Al llegar a la orilla, Bradburn, tropezó. Las manos cayeron ante él en la tierra y su cuerpo se precipitó poco después. Movido por el impulso dio los pasos que le restaban para salir finalmente del lodo y, al girarse sobre sus talones, apreció el obstáculo que lo había hecho caer: una enorme raíz que se hundía hasta la profundidad del propio fango.
Chasqueó la lengua contrariado y habría seguido su avance si un insulso destello apreciado en el lodo no lo hubiera instado a detenerse y mirar de nuevo. Ahí estaba el arma, llena de barro y desgastada por el influjo de los elementos. Bradburn metió la mano y la sustrajo de su cárcel de tierra. No era gran cosa pero —una vez lo limpiase—: podría darle algún que otro uso.
Insistente en remover el fango siguió a pesar de no otear nada en las proximidades. Árboles, raíces y el zumbido lejano de algunos insectos que no entendían que el verano hacía tiempo que se había terminado predominaban en el ambiente. La calma pasiva de aquel paraje en apariencia desértico le ponía el cabello de punta. Recurrentemente Bradburn oteaba sus alrededores, desconfiando hasta de su propia sombra. Nunca se sabía cuándo ni dónde le iban a atacar y la tensión visible a la altura de sus hombros indicaba esa predisposición a actuar al mínimo estímulo observado y/o oído.
Al llegar a la orilla, Bradburn, tropezó. Las manos cayeron ante él en la tierra y su cuerpo se precipitó poco después. Movido por el impulso dio los pasos que le restaban para salir finalmente del lodo y, al girarse sobre sus talones, apreció el obstáculo que lo había hecho caer: una enorme raíz que se hundía hasta la profundidad del propio fango.
Chasqueó la lengua contrariado y habría seguido su avance si un insulso destello apreciado en el lodo no lo hubiera instado a detenerse y mirar de nuevo. Ahí estaba el arma, llena de barro y desgastada por el influjo de los elementos. Bradburn metió la mano y la sustrajo de su cárcel de tierra. No era gran cosa pero —una vez lo limpiase—: podría darle algún que otro uso.
El miembro 'Franky Bradburn' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Tras los primeros sucesos extraños que había visto, no los relacioné con que el mundo se estuviera yendo a la mierda.... Pulsé el mando a distancia que cerraba la puerta del aparcamiento privado de los servicios de urgencias y sin prestarle demasiada atención a su cierre, bajé del coche, cogí del maletero la mochila con mi portátil y la ropa limpia, y me dirigí a los vestuarios.... No sin antes, evidentemente, pasar por el "estar" a saludar a los compañeros. Aún quedaba más de cuarenta minutos antes de empezar mi turno.
Las luces estaban encendidas y en la pecera donde debía estar el guardia de seguridad no había nadie. No le di mayor importancia ya que perfectamente podría estar haciendo su ronda. Al abrir el "estar" no había nadie, y aunque me había parecido que no faltaba ningún vehículo de urgencias, se hacía raro que no hubiese nadie allí.
Entré en el vestuario, el agua de las duchas estaba abierta. Alguien estaba dando por terminado su turno.
-¡Buenos días!- dije alzando la voz al tiempo que abría mi taquilla.
El doctor Albert Johanned, como era habitual, terminaba su guardia y se iría a hacer unos hoyos. Justo al lado de su taquilla estaba la gran bolsa con sus preciados palos de golf.
-¿Cómo ha ido la noche?- Volví a preguntar, ya que con el sonido del agua no me habría escuchado la primera vez.
Al cabo de unos minutos, ya vestido con mi limpio y flamante traje de "faena", me extrañó que la ducha durase tanto y el gorgojeo que se escuchaba. Sin saber por qué me asomé.
-¿Estás bien?
Efectivamente era el doctor Johanned, y su compañera de guardia la enfermera Dora, pero parecían estar devorando a Lucas Hamilton, el guardia de seguridad que desafortunadamente había intentado darse una ducha antes de que el equipo de emergencias cambiara su sofisticada vida por el hábito insalubre del canibalismo. Quedé perplejo, pero había algo raro en sus ojos. El dr. giró su cabeza, percatándose ahora de que había alguien más allí. Su pecho estaba totalmente desgarrado y sus ropas empapadas de agua y sangre... posiblemente la suya.
Di un par de pasos atrás y por mi cabeza volvió a desatarse el infierno de los días en los campos de batalla. Tras unos segundos el cuerpo del doctor, el alto alemán afable y dicharachero, se mostraba erguido y lanzaba sus brazos hacia mí, como si quisiera convertirme en el plato fuerte de la fiesta. A ese tiempo, pequeño instante en el transcurso de mi recuerdo, la enfermera que se había convertido en la única comensal del cuerpo del guardia de seguridad, permaneció ajena a mí. Di un traspié hacia atrás, volviendo a salir de las duchas, mientras intentaba razonar con mi viejo amigo, el doctor.
-Ey Albert, ¿qué te ocurre? ¿Qué está pasando?- pero no podía contestarme. Hubiera sido extraño si lo hubiese hecho, porque una de las heridas que tenía era un profundo corte mortal con desgarramiento de la tráquea que dejaba al aire incluso sus cuerdas vocales.
En un fallido intento, en mi afán porque todo volviera a la normalidad y que sólo fuera una pesadilla más de las que vivía cada noche, no pude esquivarlo y fui alcanzado por sus brazos, con una rápida flexión para intentar morderme. Por suerte, pude reaccionar a tiempo y le di un preciso empujón para separarlo un par de metros de mí, y que Dios me perdone, si es que a estas alturas de mi vida podía redimirme con el perdón de un Dios al que ya ni siquiera creía existente, pero ahí estaba.... Un Hierro3. Tiré de él fuertemente, más de lo que hubiese sido necesario para poder blandirlo, y tras un giro de cadera y un golpe de arriba a abajo, sin pensarlo, golpeé al doctor.
"Bing"
El golpe dio en su cuello y el chasquido denotaba la clara fractura de al menos dos o tres vértebras cervicales del mismo. Pero ahí estaba él... derribado en el suelo e intentando volver a levantarse. Miré el palo y efectivamente le había acertado, pero mi buen amigo se resistía a morir, ni siquiera a perder el conocimiento y volvía a ponerse en pie, como si en vez de estar muerto, sólo llevase un "pedo" monumental tras una fiesta de fin de año.
Salí de allí agarrando como pude mi mochila con el portátil y la bolsa con lo que necesitaría en la guardia. Debía encontrar a alguien que pudiera explicarme qué estaba pasando. Al final del pasillo, estaban las escaleras que bajaban al hall y allí debía estar la persona que me faltaba, uno de los dos conductores y miembro de la dotación que había encontrado devorándose en los vestuarios. Estaba de espaldas, con la mirada perdida, en su mano derecha noté la falta de algunos dedos, y un círculo de sangre que le rodeaba al completo, como si hubiese estado allí de pie durante mucho rato, esperando a que alguien llamase su atención.
-Luis, ¿eres tú?- dije alzando la voz.
Su cuerpo se giró torpemente para ver de nuevo la mirada del Dr. Johanned en el rostro de Luis. ¿Qué estaba ocurriendo....? Intenté acelerar para bajar por las escaleras, pero Luis fue a cerrarme el paso.... Luis o lo que quedara de él. Esta vez mi golpe se dirigió con saña sobre su cabeza, y el cuerpo del famélico conductor de ambulancia, cayó rodando escaleras abajo al tiempo que se abría la puerta de los vestuarios para que el dr. Johanned comenzara su andadura hacia mí.
-¡Joder!- grité.
Tal y como estaban las cosas, y a pesar de parecer que todos ya estaban muertos, no quería ser yo quien rematase a mis compañeros, así que empecé a bajar por las escaleras todo lo rápido que podía. El Dr. Johanned siguió mis pasos resbalando con el reguero de sangre que había dejado el conductor de su unidad, y adelantándome rodando por las escaleras, golpeó su nuca con un escalón, quedando inerte con su cuerpo entrelazado con el de Luis.
Rápidamente me dirigí a la cabina de seguridad para llamar por teléfono a la policía. Fue entonces, cuando en las pantallas de videovigilancia, pude observar la puerta de las urgencias y los pasillos del hospital. Todo allí era un caos: la gente corría delante de los que deberían estar muertos, y a pesar de que las doce cámaras eran en blanco y negro, se podía notar el color intenso de la sangre manchándolo y salpicándolo todo. Se me heló la sangre y apreté fuerte el palo de golf, al parecer para salir de allí habría que hacer muchos hoyos. Ahora entendía que el juego en realidad trataba de terminar con el menor número de golpes posibles.
Las luces estaban encendidas y en la pecera donde debía estar el guardia de seguridad no había nadie. No le di mayor importancia ya que perfectamente podría estar haciendo su ronda. Al abrir el "estar" no había nadie, y aunque me había parecido que no faltaba ningún vehículo de urgencias, se hacía raro que no hubiese nadie allí.
Entré en el vestuario, el agua de las duchas estaba abierta. Alguien estaba dando por terminado su turno.
-¡Buenos días!- dije alzando la voz al tiempo que abría mi taquilla.
El doctor Albert Johanned, como era habitual, terminaba su guardia y se iría a hacer unos hoyos. Justo al lado de su taquilla estaba la gran bolsa con sus preciados palos de golf.
-¿Cómo ha ido la noche?- Volví a preguntar, ya que con el sonido del agua no me habría escuchado la primera vez.
Al cabo de unos minutos, ya vestido con mi limpio y flamante traje de "faena", me extrañó que la ducha durase tanto y el gorgojeo que se escuchaba. Sin saber por qué me asomé.
-¿Estás bien?
Efectivamente era el doctor Johanned, y su compañera de guardia la enfermera Dora, pero parecían estar devorando a Lucas Hamilton, el guardia de seguridad que desafortunadamente había intentado darse una ducha antes de que el equipo de emergencias cambiara su sofisticada vida por el hábito insalubre del canibalismo. Quedé perplejo, pero había algo raro en sus ojos. El dr. giró su cabeza, percatándose ahora de que había alguien más allí. Su pecho estaba totalmente desgarrado y sus ropas empapadas de agua y sangre... posiblemente la suya.
Di un par de pasos atrás y por mi cabeza volvió a desatarse el infierno de los días en los campos de batalla. Tras unos segundos el cuerpo del doctor, el alto alemán afable y dicharachero, se mostraba erguido y lanzaba sus brazos hacia mí, como si quisiera convertirme en el plato fuerte de la fiesta. A ese tiempo, pequeño instante en el transcurso de mi recuerdo, la enfermera que se había convertido en la única comensal del cuerpo del guardia de seguridad, permaneció ajena a mí. Di un traspié hacia atrás, volviendo a salir de las duchas, mientras intentaba razonar con mi viejo amigo, el doctor.
-Ey Albert, ¿qué te ocurre? ¿Qué está pasando?- pero no podía contestarme. Hubiera sido extraño si lo hubiese hecho, porque una de las heridas que tenía era un profundo corte mortal con desgarramiento de la tráquea que dejaba al aire incluso sus cuerdas vocales.
En un fallido intento, en mi afán porque todo volviera a la normalidad y que sólo fuera una pesadilla más de las que vivía cada noche, no pude esquivarlo y fui alcanzado por sus brazos, con una rápida flexión para intentar morderme. Por suerte, pude reaccionar a tiempo y le di un preciso empujón para separarlo un par de metros de mí, y que Dios me perdone, si es que a estas alturas de mi vida podía redimirme con el perdón de un Dios al que ya ni siquiera creía existente, pero ahí estaba.... Un Hierro3. Tiré de él fuertemente, más de lo que hubiese sido necesario para poder blandirlo, y tras un giro de cadera y un golpe de arriba a abajo, sin pensarlo, golpeé al doctor.
"Bing"
El golpe dio en su cuello y el chasquido denotaba la clara fractura de al menos dos o tres vértebras cervicales del mismo. Pero ahí estaba él... derribado en el suelo e intentando volver a levantarse. Miré el palo y efectivamente le había acertado, pero mi buen amigo se resistía a morir, ni siquiera a perder el conocimiento y volvía a ponerse en pie, como si en vez de estar muerto, sólo llevase un "pedo" monumental tras una fiesta de fin de año.
Salí de allí agarrando como pude mi mochila con el portátil y la bolsa con lo que necesitaría en la guardia. Debía encontrar a alguien que pudiera explicarme qué estaba pasando. Al final del pasillo, estaban las escaleras que bajaban al hall y allí debía estar la persona que me faltaba, uno de los dos conductores y miembro de la dotación que había encontrado devorándose en los vestuarios. Estaba de espaldas, con la mirada perdida, en su mano derecha noté la falta de algunos dedos, y un círculo de sangre que le rodeaba al completo, como si hubiese estado allí de pie durante mucho rato, esperando a que alguien llamase su atención.
-Luis, ¿eres tú?- dije alzando la voz.
Su cuerpo se giró torpemente para ver de nuevo la mirada del Dr. Johanned en el rostro de Luis. ¿Qué estaba ocurriendo....? Intenté acelerar para bajar por las escaleras, pero Luis fue a cerrarme el paso.... Luis o lo que quedara de él. Esta vez mi golpe se dirigió con saña sobre su cabeza, y el cuerpo del famélico conductor de ambulancia, cayó rodando escaleras abajo al tiempo que se abría la puerta de los vestuarios para que el dr. Johanned comenzara su andadura hacia mí.
-¡Joder!- grité.
Tal y como estaban las cosas, y a pesar de parecer que todos ya estaban muertos, no quería ser yo quien rematase a mis compañeros, así que empecé a bajar por las escaleras todo lo rápido que podía. El Dr. Johanned siguió mis pasos resbalando con el reguero de sangre que había dejado el conductor de su unidad, y adelantándome rodando por las escaleras, golpeó su nuca con un escalón, quedando inerte con su cuerpo entrelazado con el de Luis.
Rápidamente me dirigí a la cabina de seguridad para llamar por teléfono a la policía. Fue entonces, cuando en las pantallas de videovigilancia, pude observar la puerta de las urgencias y los pasillos del hospital. Todo allí era un caos: la gente corría delante de los que deberían estar muertos, y a pesar de que las doce cámaras eran en blanco y negro, se podía notar el color intenso de la sangre manchándolo y salpicándolo todo. Se me heló la sangre y apreté fuerte el palo de golf, al parecer para salir de allí habría que hacer muchos hoyos. Ahora entendía que el juego en realidad trataba de terminar con el menor número de golpes posibles.
El miembro 'Gilbert White' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Los muertos nos sorprendieron cuando habíamos empezado a bajar la guardia. Tras tres días esperando al resto del grupo en el siguiente "punto seguro" y pocas horas de sueño repartidas entre esas jornadas, había comenzado a rendirme al sopor de la tarde mientras los tibios rayos de sol otoñales comenzaban a esconderse por el oeste. No estoy segura de cuánto tiempo pasé en ese estado, pero la somnolencia se despejó de un plumazo cuando escuché el primer grito.
-¡Vienen por todas partes! ¡¡Estamos rodeados!!- exclamó Whilhelm.
En cuanto abrí los ojos, desde dentro de la cabina del camión forestal, pude ver como a ras de suelo casi todos los integrantes de nuestra pequeña caravana combatían con un grupo de una treintena de cadáveres. En un solo movimiento abrí la puerta, salté al suelo y desenganché el hacha pulasky de la cinturilla del pantalón para empezar a combatirlos, mientras iba haciendo un recuento mental de dónde y cómo estaban quienes me rodeaban.
-¡Malo! ¡Monstruo malo!- chillaba Sam, que aplastaba la cabeza de un zombie que intentaba morderlo con sus gigantescas manos.
Estaba demasiado agotada como para esto, pero no podía permitirme no combatir. Por la espalda del robusto hombretón llegaba una nueva pareja de caminantes con aspecto de campistas y que todavía parecían estar "frescos", así que corrí en su dirección enarbolando el hacha y clavé el pico de pato en la cabeza del muerto más próxima, mientras trataba de mantener a raya al segundo apoyando la suela de la bota sobre su vientre que cedía con facilidad a la presión. Mientras hacía el gesto por desenclavar el envés del hacha de la cabeza del zombie, el abdomen del que mantenía retenido se abrió esparciendo las vísceras negras y putrefactas por el suelo.
-¡¡Pero qué asco!!- exclamé sintiendo una bocanada ácida por la imagen.
Con el arma ya liberada, giré para clavar el filo sobre la frente del zombie que acababa de destripar involuntariamente, con tan mala suerte que la hoja se quedó enterrada en el hueso y el mango se astilló quedando inservible.
-¡Noo m'dita sea!- grité frustrada. No sólo me había manchado las botas de vísceras sino que además se había quedado con la parte más importante de mi hacha.
Entretanto, Sam había conseguido reventar la cabeza del muerto que le asediaba golpeándola contra el chasis de la ambulancia, pero otros tantos continuaban acercándose y en su rostro quedaba claro que estaba muerto de miedo, así que decidí darle unos segundos de respiro atrayendo la atención de los poco inteligentes enemigos.
-¡Por aquí sacos de carne!- dije agitando los brazos en el aire para llamar su atención. -¡Aquí hay un bocadito rico!
Muy rápido había hablado, pues ya no tenía munición en la pistola ni ningún otro arma cuerpo a cuerpo que utilizar, así que empecé a dar vueltas a la ambulancia, esperando que el pequeño grupo me siguiese y, de paso, encontrar algo con que defenderme. En la segunda vuelta, al pasar ante la cabina abierta, pude ver un ténue destello metálico bajo la camilla, y la tercera vez que pasé por delante extendí la mano, cubriéndome tras la puerta, para alcanzarlo.
-¿Qué demonios?- me pregunté extrañada al encontrarme agitando un palo de golf para mantener a distancia a los muertos.
No tenía ni idea de cómo abría llegado un palo de golf a la ambulancia, y por su aspecto, parecía haber vivido mejores tiempos así que no debía de ser una adquisición reciente. Comencé a blandirlo haciendo semicírculos delante de los caminantes, si bien no era el arma más eficaz del mundo, al menos servía para derribarlos y mantenerlos a raya hasta que pudiera encontrar algo mejor.
-¡Vienen por todas partes! ¡¡Estamos rodeados!!- exclamó Whilhelm.
En cuanto abrí los ojos, desde dentro de la cabina del camión forestal, pude ver como a ras de suelo casi todos los integrantes de nuestra pequeña caravana combatían con un grupo de una treintena de cadáveres. En un solo movimiento abrí la puerta, salté al suelo y desenganché el hacha pulasky de la cinturilla del pantalón para empezar a combatirlos, mientras iba haciendo un recuento mental de dónde y cómo estaban quienes me rodeaban.
-¡Malo! ¡Monstruo malo!- chillaba Sam, que aplastaba la cabeza de un zombie que intentaba morderlo con sus gigantescas manos.
Estaba demasiado agotada como para esto, pero no podía permitirme no combatir. Por la espalda del robusto hombretón llegaba una nueva pareja de caminantes con aspecto de campistas y que todavía parecían estar "frescos", así que corrí en su dirección enarbolando el hacha y clavé el pico de pato en la cabeza del muerto más próxima, mientras trataba de mantener a raya al segundo apoyando la suela de la bota sobre su vientre que cedía con facilidad a la presión. Mientras hacía el gesto por desenclavar el envés del hacha de la cabeza del zombie, el abdomen del que mantenía retenido se abrió esparciendo las vísceras negras y putrefactas por el suelo.
-¡¡Pero qué asco!!- exclamé sintiendo una bocanada ácida por la imagen.
Con el arma ya liberada, giré para clavar el filo sobre la frente del zombie que acababa de destripar involuntariamente, con tan mala suerte que la hoja se quedó enterrada en el hueso y el mango se astilló quedando inservible.
-¡Noo m'dita sea!- grité frustrada. No sólo me había manchado las botas de vísceras sino que además se había quedado con la parte más importante de mi hacha.
Entretanto, Sam había conseguido reventar la cabeza del muerto que le asediaba golpeándola contra el chasis de la ambulancia, pero otros tantos continuaban acercándose y en su rostro quedaba claro que estaba muerto de miedo, así que decidí darle unos segundos de respiro atrayendo la atención de los poco inteligentes enemigos.
-¡Por aquí sacos de carne!- dije agitando los brazos en el aire para llamar su atención. -¡Aquí hay un bocadito rico!
Muy rápido había hablado, pues ya no tenía munición en la pistola ni ningún otro arma cuerpo a cuerpo que utilizar, así que empecé a dar vueltas a la ambulancia, esperando que el pequeño grupo me siguiese y, de paso, encontrar algo con que defenderme. En la segunda vuelta, al pasar ante la cabina abierta, pude ver un ténue destello metálico bajo la camilla, y la tercera vez que pasé por delante extendí la mano, cubriéndome tras la puerta, para alcanzarlo.
-¿Qué demonios?- me pregunté extrañada al encontrarme agitando un palo de golf para mantener a distancia a los muertos.
No tenía ni idea de cómo abría llegado un palo de golf a la ambulancia, y por su aspecto, parecía haber vivido mejores tiempos así que no debía de ser una adquisición reciente. Comencé a blandirlo haciendo semicírculos delante de los caminantes, si bien no era el arma más eficaz del mundo, al menos servía para derribarlos y mantenerlos a raya hasta que pudiera encontrar algo mejor.
El miembro 'Vernice Valdeviras' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Corría velozmente entre las estanterías de aquel almacén. Latas de comida, sobres, botellas de agua... todo cuanto veía de utilidad caía pesadamente en el carro que el hombre llevaba. Estaba haciendo su compra del mes, con suerte la estiraría a dos meses. Cuanto menos tiempo pasara en tierra más posibilidades de vivir tenía. Y ese era su plan de vida actualmente, había logrado jubilarse, sin apenas pasar por la cárcel, sin duda un gran resultado. Estaba lo de los zombies pero nada era perfecto.
Empujó el carro con fuerza hacia la salida del local, pasando por la mesa de la entrada, en la cual se fijó que había uno de esos vasos con lápices, bolígrafos... ¡hasta unas tijeras! En aquel momento solo pensó en los bolígrafos, él quería algo en donde apuntar sus pensamientos y viaje para no volverse loco. Echó el vaso entero en el carro, acompañado de una pequeña libreta de cuero que había en la mesa. Tras eso salió corriendo con el carro hacia el velero. ¡Se marchaba de ahí!
Empujó el carro con fuerza hacia la salida del local, pasando por la mesa de la entrada, en la cual se fijó que había uno de esos vasos con lápices, bolígrafos... ¡hasta unas tijeras! En aquel momento solo pensó en los bolígrafos, él quería algo en donde apuntar sus pensamientos y viaje para no volverse loco. Echó el vaso entero en el carro, acompañado de una pequeña libreta de cuero que había en la mesa. Tras eso salió corriendo con el carro hacia el velero. ¡Se marchaba de ahí!
El miembro 'Ezra Drake' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
En mitad de su camino a ningún lugar, Ivory se había refugiado en una casa abandonada, una que al principio no quiso ocupar pero ante la inminente tormenta, no tuvo más opción que adentrarse en la vieja estructura acompañada de su fiel Kirara. Fuera como fuese, la casa estaba abandonada desde hacía años y lo notó por la cantidad de polvo y telarañas que habían ido carcomiendo los rincones del hogar aunque ello no impidió que, en la necesidad de sobrevivir, la morena su pusiera a rebuscar entre los muebles para ver si daba con comida o, mejor, con un arma que le ayudase a defenderse y es que no podía depender siempre de su suerte para escabullirse de situaciones peligrosas.
Tras un rato buscando, Ivory dio con una caja metálica. Se la llevó con ella al comedor en la que había encendido un pequeño fuego para combatir el frío y la humedad. ¿Que escondería aquella caja? Sonrió por lo bajo de manera escueta, se sentía como una niña a punto de abrir su regalo de cumpleaños aunque la realidad era muy diferente a aquello. En cualquier caso, nada más abrir la caja dio con un viejo revólver. Emocionada, Ivory la cogió inmediatamente para ponerse a apuntar sintiéndose una vaquera por el tipo de arma que era. No obstante, pronto se dio cuenta de que aquella arma estaba descargada y, por si fuera poco, no habían cajas de munición para recargar el arma. ¿Encontrar un arma pero no sus balas era tener buena suerte? Se preguntó aquello una y otra vez antes de suspirar. Se guardaría el arma por si acaso en el futuro, si es que lo había, encontraba las balas necesarias para el revólver.
Tras un rato buscando, Ivory dio con una caja metálica. Se la llevó con ella al comedor en la que había encendido un pequeño fuego para combatir el frío y la humedad. ¿Que escondería aquella caja? Sonrió por lo bajo de manera escueta, se sentía como una niña a punto de abrir su regalo de cumpleaños aunque la realidad era muy diferente a aquello. En cualquier caso, nada más abrir la caja dio con un viejo revólver. Emocionada, Ivory la cogió inmediatamente para ponerse a apuntar sintiéndose una vaquera por el tipo de arma que era. No obstante, pronto se dio cuenta de que aquella arma estaba descargada y, por si fuera poco, no habían cajas de munición para recargar el arma. ¿Encontrar un arma pero no sus balas era tener buena suerte? Se preguntó aquello una y otra vez antes de suspirar. Se guardaría el arma por si acaso en el futuro, si es que lo había, encontraba las balas necesarias para el revólver.
El miembro 'Ivory R. Blackwood' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba aquí, ¿en algún momento pararía este sufrimiento? No sabía qué era lo que querían de mí pero parecía que los experimentos no terminaban nunca, y cada uno de ellos era peor que el anterior. La puerta se abrió como todos los días haciendo que me fuera contra una esquina en un inútil intento de resistirme.
-Ven aquí no tenemos todo el día – Lo de siempre – Tienes que largarte antes de que alguien nos descubra - ¿Qué acababa de decir? Era un truco estaba seguro. El científico avanzó hasta mí y me agarro del brazo tirando de mí – No tengo tiempo para explicarte nada ni para que te plantees si digo la verdad – Podía haberme resistido, pero si era una trampa estaba seguro de que vendrían más a por mí así que simplemente me dejé llevar esperando que el experimento hoy no fuera demasiado doloroso.
Recorrimos pasillos lo que pareció una eternidad hasta que llegamos a una puerta que no había visto nunca – Esto es la salida – Mis ojos se abrieron de par en par, ¿esto era un truco? ¿Decía la verdad? – Tienes aproximadamente diez minutos antes de que vean que no estás – El hombre viendo lo confundido que estaba, cogió un hacha que había cerca y abrió la puerta – Empieza a correr, no es mucho pero será mejor que ir con las manos desnudas – Estaba casi paralizado, pero la bocanada de aire proveniente del exterior hizo que mis piernas se movieran de forma automática, echando a correr.
Lo último que vi fue la chapa identificativa del científico mientras la puerta se cerraba “Deiros”. Sin duda no se me olvidaría nunca.
-Ven aquí no tenemos todo el día – Lo de siempre – Tienes que largarte antes de que alguien nos descubra - ¿Qué acababa de decir? Era un truco estaba seguro. El científico avanzó hasta mí y me agarro del brazo tirando de mí – No tengo tiempo para explicarte nada ni para que te plantees si digo la verdad – Podía haberme resistido, pero si era una trampa estaba seguro de que vendrían más a por mí así que simplemente me dejé llevar esperando que el experimento hoy no fuera demasiado doloroso.
Recorrimos pasillos lo que pareció una eternidad hasta que llegamos a una puerta que no había visto nunca – Esto es la salida – Mis ojos se abrieron de par en par, ¿esto era un truco? ¿Decía la verdad? – Tienes aproximadamente diez minutos antes de que vean que no estás – El hombre viendo lo confundido que estaba, cogió un hacha que había cerca y abrió la puerta – Empieza a correr, no es mucho pero será mejor que ir con las manos desnudas – Estaba casi paralizado, pero la bocanada de aire proveniente del exterior hizo que mis piernas se movieran de forma automática, echando a correr.
Lo último que vi fue la chapa identificativa del científico mientras la puerta se cerraba “Deiros”. Sin duda no se me olvidaría nunca.
El miembro 'Zack Cross' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- Gracias a todos :
Tenía todo un arsenal a su disposición. En Umbrella le podían conseguir cualquier arma y nada tenía que ver com su padre. Él si podía complicarle las cosas resultaba hasta mejor. Era como si para Eldritch retar a su hija fuera el mejor hobby del mundo. Para una misión incluso la envió con un cuchillo, y para otra sin armas. Erica tuvo que buscarse la vida como mejor pudiera. Y lo consiguió, siempre lo conseguía.
Cuando su padre la arrojó del helicoptero Erica tenía buenas armas, que fue perdiendo con el paso del tiempo y también ganó otras. Sim embargo al llegar a Estados Unidos no tenía nada. Un viejo bate de madera fue lo único que encontró en una tienda al llegar y lo cierto es que le gustó mucho.
Cuando su padre la arrojó del helicoptero Erica tenía buenas armas, que fue perdiendo con el paso del tiempo y también ganó otras. Sim embargo al llegar a Estados Unidos no tenía nada. Un viejo bate de madera fue lo único que encontró en una tienda al llegar y lo cierto es que le gustó mucho.
El miembro 'Erica Ashcroft' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
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