Paseo por el campo - Carmen Ruiz

Amanecer - 07 º C - Míchigan - 04 de enero de 2016 - B.S.O.

— ¿Te gusta? Me recuerda a la granja de Tobias — Carmen estaba sentada en el suelo, junto a Capi, acababa de amanecer y ambos se preparaban para un nuevo día de supervivencia. — ¿Quieres que nos quedemos hoy también? — la mujer abría una lata de comida para perros y se la echaba en un cuenco al husky para que comiera. Capi se lanzó prácticamente a por el bol, hambriento. El pobre solo podía comer una vez al día, ya que Carmen tenía que racionar muy bien los alimentos que consumían, a veces ni ella comía en uno o varios días.

Apartó la manta en la que habían dormido y mientras Capi comía ella se dedicaba a dar una vuelta por el salón. Ya que la noche anterior, con la oscuridad solo se había preocupado de que allí no hubieran zombies, solo eso. Había dormido curiosamente bien, para haber pasado la noche entera en el suelo, ya que los colchones de las habitaciones de arriba estaban llenos de bichos y ratas. Carmen avanzó por el salón, hasta la cocina, escuchando los ruidos de Capi comiendo. Se adentró en la cocina y comenzó a revisar los armarios. No había nada de comida, pero sí medicamentos que decidió llevarse: un bote de uspirim y otro de adravil.

Al regresar Capi ya había terminado de comer y Carmen se fijaba en la posición del perro, estaba alerta, como si hubiera olido algo. Carmen inmediatamente se hizo con su bate y se acercó a la puerta de la entrada alzando el arma. Alguien se acercaba y no había tiempo para huir de allí. Capi se posicionó a su lado gruñendo ligeramente.

Había descansado bastante, pero estaba hambrienta y eso podía ser un auténtico problema. No solo para ella y capi, si no hasta para quien se acercara si resultaba ser una buena persona. Sabía que no se trataba de un zombie, ya que podía escuchar sus pasos y la forma de moverse indicaba que era una persona viva.

Amanecer - 07 º C - Míchigan - 04 de enero de 2016 - B.S.O.

— Shh... Capi, quieto — alzó la mano en la dirección del perro para tratar de tranquilizarlo. Carmen sujetaba aún el bate entre sus manos, con firmeza, sabía que no se trataba de un arma tan efectiva como un arma de fuego, por ejemplo, pero apenas tenía munición para gastar, así que prefería usar este.

Se trataba de una mujer, había llegado a la misma estancia que ellos dos. Capi seguía alerta, aunque más calmado tras las palabras de ella. Se posicionaba a un lado de Carmen, la mujer sujetaba el bate entre sus manos aunque este no fuera a servir de nada si la otra decidía abrir fuego.

— Cuidado con eso — pidió en un tono de voz tranquilo. La habían enseñado bien, solía saber tratar con las personas, en su trabajo siempre alababan esa personalidad suya y sobre todo su paciencia a la hora de tratar con gente que solía flanquear toda fuerza de voluntad de sus compañeros. El problema era que en aquellos días del fin del mundo, Carmen no era ya la misma persona que fue en antaño.

— Y no nos moveremos, no pasará nada malo si tú no quieres — empezó a decir, sin moverse ni un ápice. — Eh, está bien, no pasa nada, tranquila — empezó a decir seguidamente, mucho más aliviada. La mujer parecía actuar con sensatez, aunque eso no diera a Carmen todas las de fiarse. — Nosotros también estábamos de paso, dormimos aquí — señaló las mantas para que las viera. Era evidente que no se refugiaban allí, todo estaba demasiado sucio y polvoriento. Así que o era una persona muy sucia o no vivía allí.

— Mira, nosotros ya hemos descansado, nos vamos y aquí no ha pasado nada — Carmen se movía con mucha calma, quería evitar problemas y no es que le preocupase precisamente lo que aquella desconocida podía hacerles o si iba con alguien más y solo fingía. A Carmen le preocupaba esa sensación de malestar que comenzaba a sentir por culpa del hambre. No fue a mejor cuando el propio Capi fue el que comenzó a distanciarse de ambas, de ella incluida, eso no era buena señal, para nada.

SITUACIÓN

Será un día nublado, de mal tiempo. Las grises nubes se han amontonado en lo alto del cielo, sobre la granja, como si avecinaran un mal presagio y ese no iba a tardar en llegar.

La lluvia comenzó a caer poco a poco, un relámpago, un segundo, otro... el cielo, pese a ser de día iba adquiriendo un color oscuro, como si fuera a anochecer. Los rayos eran los único que lograba iluminar el día.

El aire es cada vez más intenso. Una contraventana arriba, comienza a abrirse y cerrarse bruscamente, un par de objetos de la granja chocan contra las paredes del edificio, en el exterior un tornado comienza a alzarse poco a poco, el titán de aire gira y gira a unos cincuenta metros de la granja.

La ventana del salón es golpeada por algo más grande, los cristales estallan en mil pedazos, un cuerpo cae en pleno salón, medio desmembrado por culpa del golpe y los propios cristales, que lo han rajado provocando que pedazos de carne y sangre coagulada lo salpiquen todo. El cuerpo está destrozado, pero aún así el zombie se mueve por el suelo, arrastrándose, la pierna derecha le cuelga del muslo por apenas un par de jirones de piel.

DESAFÍOS

▬ OBLIGATORIO @Ligeia Solotov y @Carmen Ruiz: Esquivar el cuerpo del zombie y los cristales → Dado números + defensa = igualar o superar 7. De lo contrario - 10 en daños.

▬ OPCIONAL @Ligeia Solotov y @Carmen Ruiz: matar al zombie. A1 - D0 - CF1 - D10.

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* ACLARACIÓN: Al romperse el cristal el aire es cada vez más intenso.

Amanecer - 07 º C - Míchigan - 04 de enero de 2016 - B.S.O.

Capi era lo único bueno que tenía a día de hoy, adoraba a ese husky, lo quería y se preocupaba más por él que por ella misma. Así que esos extraños momentos en los que ella se sentía tan mal y él se distanciaba... a ella la destrozaban por dentro. Aunque lo entendía y agradecía enormemente que fuera tan listo y prudente.

— Se lla-ma Capi — logró decir con voz de preocupación. La situación no era agradable, ese maldito dolor de cabeza que comenzaba a crecer y a parecer que iba a taladrar su cerebro... lo entendía, o creía entenderlo. Pero esos momentos la rompían siempre.

Igual, si no hubiera estado tan preocupada por la mujer y el distanciamiento de Capi, se habría percatado de lo que estaba ocurriendo en el exterior. Pero ella quería haber comido algo y la desconocida los había interrumpido. Sí, en aquellos momentos hasta sentía una ira que no entendía y mucho menos controlar.

— Mira, no sucede nada, simplemente no queremos problemas, así que nos vamos, ya está — Carmen respondió tal vez más borde de lo normal, o simplemente borde, cosa que no solía ser. Pero ese dolor de estómago y el de cabeza... ¡no la dejaban pensar con calma! Capi también estaba ligeramente nervioso, las personas extrañas lo alteraban, porque solía temerlas, sobre todo cuando uno de esos casi se lo comía y en segundo lugar era Carmen. Él sabía cuando ella era peligrosa y debía seguirla de lejos y aquel era uno de esos momentos. Por esos nervios es posible que el perro tampoco se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo fuera.

Cuando la ventana estalló en pedazos, a Carmen le pilló por sorpresa y tanto que no entendía qué pasaba. Tan solo se le ocurría que un zombie las hubiera visto desde el exterior y se hubiera lanzado a por ellas. Instintivamente alzó las manos y se cubrió, corriendo hacia un lado y esquivando a la criatura casi milagrosamente. Todo en cuestión de segundos, la mujer al ver al zombie justo allí, desenfundó su cuchillo, puesto que había soltado el bate y se lanzó a por él para atacarlo. El viento que entraba era tan intenso, que Carmen cayó al suelo, siendo arrastrada por este. Fuera era todo una maldita locura, apenas se había fijado en el tornado, ya que la criatura logró alcanzarla y morder con furia su brazo. Carmen gritó llena de rabia y hundió el cuchillo en su cráneo para matarlo.

El viento la seguía empujando hacia atrás con furia. Ella se sujetó hacia un lado y buscó con la mirada a Capi que se había escabullido hacia el recibidor, o más bien, que había sido empujado hacia allá.

DADOS:

SITUACIÓN

▬ @Carmen Ruiz: 30 - 20 (crítico) = 10 PV.
▬ @Ligeia Solotov: 40 - 10 = 30 PV.

Amanecer - 07 º C - Míchigan - 04 de enero de 2016 - B.S.O.

De un momento a otro todo había cambiado, esa calma que tanto había estado disfrutando con Capi se esfumó de un plumazo, sin siquiera darles tiempo para desayunar. Carmen en aquel momento se ayudaba de las piernas para evitar salir volando, se había colocado a un lado del sofá y luchaba por mantenerse en esa esquina, mientras con su mano izquierda sujetaba la mordedura del zombie, viendo como la sangre caía entre sus dedos. Le había mordido justo debajo de la otra mordedura, resultaba patético o irónico.

Capi se encontraba refugiado en el pasillo, esa zona parecía más estable al no tener ventanas. Otros cristales de la casa comenzaron a romperse, las cosas se movían o caían de los estantes. Una estantería, muy pesada que estaba justo en frente comenzó a moverse, los libros caían, el mueble temblaba, parecía estar anclado a la pared, pero no dudaría mucho.

La morena buscó con la mirada a la otra joven, ambas estaban en la misma tesitura. Solo que Carmen, además, no dejaba de pensar en comida y en el terrible dolor de barriga que la estaba atormentando. Su estómago pedía atención.

— ¡Tenemos que salir de aquí! — gritó. Cada esquina de la casa parecía chirriar y quejarse, como si fuera a venirse abajo en cualquier momento. Si ese tornado les pasaba por encima, estarían perdidas. Igual el sótano aguantaba y podía ser su salvación, pero también su tumba. Carmen no dejaba de pensar, la cabeza le daba vueltas, el hambre no ayudaba, el dolor de su brazo menos... ¡Y no sabía absolutamente nada, no sacaba nada en claro! Lo único era que ese tornado cada vez se acercaba más y podrían morir.

El crujido de la estantería y la pared, alertó a Carmen, que saltó como un relámpago y se lanzó al pasillo, justo donde estaba Capi refugiado. La estantería se desplomó bruscamente en la posición en la que Carmen había estado hacía apenas unos segundos.

Suspiró al darse cuenta de que podría haber muerto.

No, cada vez tenía menos dudas, la casa no iba a aguantar y si se refugiaban en el sótano podrían acabar mucho peor. A través de la venta ase fijó en el granero, tampoco parecía muy estable, pero los tablones aguantaban mejor, sin salir volando, no como en la casa.

— ¡Esto no va a aguantar! — gritó. Acto seguido, estiró su brazo para alcanzar la mochila y se la colgó a la espalda, avanzó como pudo hacia Capi, colocándole la cuerda en el arnés que llevaba. Carmen avanzó hasta la puerta a la vez que ayudaba al perro. Saldría fuera, tal vez se tratara de una gran imprudencia, pero su instinto le decía que esa casa iba a caerse a pedazos.

Tal vez otra idea sería tratar de marcharse, atrás le había parecido ver un vehículo. ¿Pero lo alcanzarían, funcionaría, sería una pérdida de tiempo? Sus ojos se cruzaron de nuevo con el granero. ¿Era tan mala idea? No sabía por qué, pero fue en esa dirección, esforzándose por cada paso. Las ventanas de la casa se rompían, las puertas comenzaron a abrirse y ella seguía empeñada en que el granero podría ser una buena idea. Se construían como zona de trabajo, esas cosas aguantaban con todo. Les pillaba de paso en la parte trasera de la granja, siendo la zona más alejada del tornado, tal vez así lograsen esquivarlo.

— ¡Vamos! — mientras avanzaba, se agarró a la barandilla con todas sus fuerzas, en el porche, esperando a la otra mujer, no sabía qué era lo que haría ella, pero al menos quería saber que salía bien de la casa.

Carmen avanzó algo más, ayudándose de las paredes de la casa, sin dejar de mirar hacia la puerta. Era cierto que en Estados Unidos tenían un problema con los tornados, en España jamás había visto uno. La mujer avanzó y corrió hasta la puerta del granero, tirando de Capi que avanzaba como podía tras ella. Abrió la pesada hoja de la puerta y pasó al interior, manteniendo la puerta abierta, esperando a ver qué hacía ella. Capi se coló en el interior del granero sacudiéndose. Allí el viento era más calmado.

DADOS:

SITUACIÓN

▬ @Carmen Ruiz: 10 PV.
▬ @Ligeia Solotov: 30 PV.

Amanecer - 07 º C - Míchigan - 04 de enero de 2016 - B.S.O.

La casa no iba a aguantar si el tornado se acercaba más de la cuenta, Carmen estaba convencida de ello, así que retroceder hasta el granero fue la idea más sensata en aquel momento. Capi pasó corriendo hasta el centro del granero y se sacudió rápidamente. En cuanto la mujer estuvo dentro Carmen cerró la puerta con fuerza.

— ¡Dios! — exclamó. Por culpa del cansancio, la carrera y sobre todo sus heridas, Carmen se tambaleó cayendo hacia un lado, junto a un montón de paja. Respiró pesadamente, había estado demasiado cerca. El aire rugía fuera como si de un monstruo se tratara, Carmen alzó la mirada resoplando para apartarse el pelo de la cara, fue entonces cuando se fijó en algo al fondo del granero.

— ¿Qué es eso? — preguntó, poniéndose en pie. Seguía sujetándose el brazo, mientras avanzaba, Capi olisqueaba por ahí y miraba de reojo hacia los techos del granero. Los golpes en el exterior eran cada vez mayores. — Es una puerta — susurró, se trataba de una pesada puerta metálica. Carmen se agachó para abrirla. — Creo que es un refugio — Capi también se acercó. Carmen abrió la puerta con su mano sana, había unas escaleras, fue por puro instinto, comenzó a bajar. Había visto demasiados documentales en los que los americanos creaban sus propios refugios subterráneos y aquello lo parecía. Se veía seguro, apenas se escuchaba el ruido del exterior.

Al abrir la puerta, con mucha calma no le sorprendió lo que encontró. La situación era compleja y ella estaba al límite de sus facultades. Capi gruñó, ella sujetó el cuchillo con la derecha, pese al dolor, era enfrentarse a los zombies o al mismísimo infierno que se había desatado fuera.

Aquella noche no había estado mal, incluso aquella mañana había tenido un momento de paz. Carmen había vivido su vida en pos de su intuición y no se arrepentía de nada, no había dejado nada al azar, no se preguntaba que habría ocurrido de perder alguna oportunidad... no, para nada. En aquel momento solo pensaba en seguir sobreviviendo, o más bien en que Capi siguiera con vida. ¿Era estúpido preocuparse más por un perro que por ella misma? Estaba en las últimas, así que quien debía jugársela era ella. El sentido del deber, de su maldito deber, el que le inculcaron.

— Suerte o muerte — susurró en español cuando se lanzó a por la mujer. Se agachó con rapidez cuando estaba llegando a la altura de la mujer no muerta y alzó el arma con todas las fuerzas que le quedaban incrustando la afilada cuchilla en la cuenca de su ojo, apretó, aunque eso le produjera un terrible dolor en el brazo, donde la habían mordido. Pero la zombie cayó definitivamente muerta al suelo. La ex Guardia Civil se zafó del cadáver ágilmente, empujándolo a un lado, para acto seguido toparse con que el que debió ser el padre, no le daba tiempo a actuar, o al menos no a pensar en cómo iba a moverse. Carmen volvió a mover su mano y esta vez clavó el cuchillo en plena frente del zombie, dejase que este cayera definitivamente muerto al suelo. Respiró hondo, había estado muy cerca, tanto que aún sentía como todo podría desmoronarse y eso pasó cuando sus ojos se fijaron en los de los dos niños que quedaban al final de la estancia y las observaban sin vida. Era demencial tener que pasar por algo así.

DADOS: