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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Un refugio para la tormenta [Sam]
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Hoy no había habido atardecer. El cielo se volvió completamente negro por culpa de las nubes cargadas de electricidad que durante la mañana se habían empezado a mover con rapidez. A las tres de la tarde el cielo ya estaba encapotado y había empezado a descargar una lluvia terriblemente densa, con un viendo arremolinado que me mantenía alerta de un posible problema mucho mayor.
Esa misma mañana había empezado a cruzar Kansas para poder huir de una horda con la que me topé cerca del límite estatal. Las granjas y los campos descuidados no eran el lugar favorito de los muertos, y hasta la fecha no había visto a una vaca afectada por la enfermedad. Todo resultaba particularmente idílico hasta la tormenta. Y el posible ciclón. Por eso mismo quise buscar un lugar donde al menos pasar la noche antes de que fuera totalmente imposible ver los caminos donde el coche aún podía pasar.
Encontré un lugar, quizás no el mejor, pero un lugar. Una granja, con silo, casa derrumbada y granero. Me acerqué, con esa extraña lanza plegable que me había encontrado en el cuerpo de un militar en la mano, hasta la casa, calándome hasta los huesos en el proceso. Había dejado el coche algo alejado, cerca del terreno que menos parecía que fuera a provocar que encallase al salir mañana.
La casa era de un piso, pero el tejado parecía haber cedido debido a la falta de mantenimiento, quizás desde incluso antes de que se supiera de la enfermedad. La zona más dañada era el salón, donde no encontré nada de valor que no estuviera roto. Al entrar en una de las habitaciones interiores, me encontré con un profundo olor a humedad y moho. Miré en el armario, solo encontrando ropa de mujer y un par de mudas de hombre. Decidí rendirme con la búsqueda, pasé rápidamente a la cocina y al baño a ver si encontraba algo. Si había algo en esa casa, yo no lo encontraba.
Salí y corrí en dirección al granero. El sonido de la lluvia, mezclado con algunos distantes rayos impedían que pudiera escuchar pasos o gemidos de algún muerto, lo que me mantenía mucho más alerta, en búsqueda constante de un posible aviso visual de un atacante. No pasó. Llegué sano y salvo. El granero se diferenciaba en dos pisos, la planta baja, con suelo de tierra que, salvo algunas zonas por goteras, estaba aceptablemente seco, y el segundo, solamente accesible por una escalera de mano que podía ser recogida. Di una palmada rápida y sonora, y esperé alguna reacción. Se formó un barullo en una de las esquinas. Me preparé y desplegué la lanza, pero lo único que vi fue un gato que se dio a la carrera entre las balas de paja del lado izquierdo al lado derecho. Me tranquilicé por un momento. Miré a la escalera y empecé a subir. No había mucho, un par de balas de paja que no tenía muy claro como habían subido. ¿Tendrían antes una grúa o polea? Di un pequeño paseo y no encontré nada importante. Decidí rápidamente que dormiría aquí, puesto que con subir arriba la escalera sería suficiente para dormir parcialmente tranquilo.
Bajé e hice un círculo en la tierra alejado de la entrada, parcialmente cerca de la escalera, cogí paja de las balas, madera de tablas, cajas de madera entre tantos y los coloqué en el círculo. Saqué de la mochila una bolsa de plástico que contenían pedernal para encendido de fuego y lo rasqué múltiples veces hasta que el humo empezó a salir. Primero me secaría, comería y estaría listo para descansar.
El gato no parecía feliz de que le hubiera invadido su refugio.
Esa misma mañana había empezado a cruzar Kansas para poder huir de una horda con la que me topé cerca del límite estatal. Las granjas y los campos descuidados no eran el lugar favorito de los muertos, y hasta la fecha no había visto a una vaca afectada por la enfermedad. Todo resultaba particularmente idílico hasta la tormenta. Y el posible ciclón. Por eso mismo quise buscar un lugar donde al menos pasar la noche antes de que fuera totalmente imposible ver los caminos donde el coche aún podía pasar.
Encontré un lugar, quizás no el mejor, pero un lugar. Una granja, con silo, casa derrumbada y granero. Me acerqué, con esa extraña lanza plegable que me había encontrado en el cuerpo de un militar en la mano, hasta la casa, calándome hasta los huesos en el proceso. Había dejado el coche algo alejado, cerca del terreno que menos parecía que fuera a provocar que encallase al salir mañana.
La casa era de un piso, pero el tejado parecía haber cedido debido a la falta de mantenimiento, quizás desde incluso antes de que se supiera de la enfermedad. La zona más dañada era el salón, donde no encontré nada de valor que no estuviera roto. Al entrar en una de las habitaciones interiores, me encontré con un profundo olor a humedad y moho. Miré en el armario, solo encontrando ropa de mujer y un par de mudas de hombre. Decidí rendirme con la búsqueda, pasé rápidamente a la cocina y al baño a ver si encontraba algo. Si había algo en esa casa, yo no lo encontraba.
Salí y corrí en dirección al granero. El sonido de la lluvia, mezclado con algunos distantes rayos impedían que pudiera escuchar pasos o gemidos de algún muerto, lo que me mantenía mucho más alerta, en búsqueda constante de un posible aviso visual de un atacante. No pasó. Llegué sano y salvo. El granero se diferenciaba en dos pisos, la planta baja, con suelo de tierra que, salvo algunas zonas por goteras, estaba aceptablemente seco, y el segundo, solamente accesible por una escalera de mano que podía ser recogida. Di una palmada rápida y sonora, y esperé alguna reacción. Se formó un barullo en una de las esquinas. Me preparé y desplegué la lanza, pero lo único que vi fue un gato que se dio a la carrera entre las balas de paja del lado izquierdo al lado derecho. Me tranquilicé por un momento. Miré a la escalera y empecé a subir. No había mucho, un par de balas de paja que no tenía muy claro como habían subido. ¿Tendrían antes una grúa o polea? Di un pequeño paseo y no encontré nada importante. Decidí rápidamente que dormiría aquí, puesto que con subir arriba la escalera sería suficiente para dormir parcialmente tranquilo.
Bajé e hice un círculo en la tierra alejado de la entrada, parcialmente cerca de la escalera, cogí paja de las balas, madera de tablas, cajas de madera entre tantos y los coloqué en el círculo. Saqué de la mochila una bolsa de plástico que contenían pedernal para encendido de fuego y lo rasqué múltiples veces hasta que el humo empezó a salir. Primero me secaría, comería y estaría listo para descansar.
El gato no parecía feliz de que le hubiera invadido su refugio.
Agosto de 2015 // Kansas // ¿Por la tarde? // Lloviendo
Estaba calada hasta los huesos. Lo odiaba. Llevaba cambiando de vehículo desde que salí de Nueva York, y como no, entrando en Kansas el cuatro por cuatro me dejó tirada, no encontré gasolina así como así, sólo una moto con el deposito a medias. Y eso al cuatro por cuatro no le iba a dar ni para quince minutos, así que la cogí y salí corriendo. No tenía mucho así que ir en moto tampoco era preocupante, lo fue cuando empezó a llover a cantaros.
Por suerte desde que entré en Kansas no me había topado con ningún zombie, algo era algo, peor hubiera sido encontrarme zombies y yo en moto... Bueno, igual podría haber montado una buena, había visto muchas películas estaba claro. Me paré en medio de un cruce. ¿Y ahora? Los relámpagos no me hacían mucha gracia, y menos cuando el camino tenía árboles a los lados. Me limpié la cara con la manga de la camiseta y seguí para adelante. No tenía muy claro por dónde estaba yendo, pero igual encontraba un sitio donde resguardarme.
La moto poco a poco fue dejando de funcionar, la gasolina, da para lo que da. Recogí mis mochilas y me puse a andar a paso ligero a la primera cosa con techo que vi. A la que me acercaba vi humo, y me vi tentada a dar media vuelta si no hubiera sido por el relámpago y los truenos que dieron si no a mi lado, muy cerquita. Entré como alma que lleva el diablo, con las manos en alto. -Sólo quiero techo- medio grité para que se me escuchase con todo lo que había allí fuera.
Tenía la tubería de hierro y el palo de golf colgados de la mochila, en una zona de fácil acceso, para no tardar en cogerlos y defenderme de ser necesario. Lo malo es que la jaqueca quiso aparecerse ahora y ahí. En ese preciso momento. Me mordí el labio y miré al hombre. No sabía a ciencia cierta lo que había hecho el mordisco conmigo, pero me daba miedo saberlo y encontrarme en medio de la nada con un hombre... Tampoco era un gran momento para saberlo.
Por suerte desde que entré en Kansas no me había topado con ningún zombie, algo era algo, peor hubiera sido encontrarme zombies y yo en moto... Bueno, igual podría haber montado una buena, había visto muchas películas estaba claro. Me paré en medio de un cruce. ¿Y ahora? Los relámpagos no me hacían mucha gracia, y menos cuando el camino tenía árboles a los lados. Me limpié la cara con la manga de la camiseta y seguí para adelante. No tenía muy claro por dónde estaba yendo, pero igual encontraba un sitio donde resguardarme.
La moto poco a poco fue dejando de funcionar, la gasolina, da para lo que da. Recogí mis mochilas y me puse a andar a paso ligero a la primera cosa con techo que vi. A la que me acercaba vi humo, y me vi tentada a dar media vuelta si no hubiera sido por el relámpago y los truenos que dieron si no a mi lado, muy cerquita. Entré como alma que lleva el diablo, con las manos en alto. -Sólo quiero techo- medio grité para que se me escuchase con todo lo que había allí fuera.
Tenía la tubería de hierro y el palo de golf colgados de la mochila, en una zona de fácil acceso, para no tardar en cogerlos y defenderme de ser necesario. Lo malo es que la jaqueca quiso aparecerse ahora y ahí. En ese preciso momento. Me mordí el labio y miré al hombre. No sabía a ciencia cierta lo que había hecho el mordisco conmigo, pero me daba miedo saberlo y encontrarme en medio de la nada con un hombre... Tampoco era un gran momento para saberlo.
- Gracias a todos :
El crepitar del fuego se mezclaba con el incesante golpe de la lluvia contra la tierra y el techo del granero. Mantenía la vista pegada a la entrada, buscando tras la lluvia movimiento que delatara algún posible peligro. Desvié entonces la mirada hacia el techo, hacia donde la columna de humo se movía. Esperaba que la concentración de denso y negro humo saliera por la ventana del piso superior. No tenía deseo alguno de inhalarlo, pero mi plan de dormir arriba iba a verse efectuado sí o sí.
Fue entonces cuando en el rabillo del ojo vi movimiento, demasiado cerca. Obnubilado en mis pensamientos, o por la densa capa de lluvia y la creciente oscuridad, no me había fijado de la persona que se estaba acercando. Me puse de cuclillas en un rápido movimiento, preparé el dedo en el activador de la lanza... Y apareció la mujer, entrando en el granero.
La miré dubitativo, después observé su postura de rendición, y la pequeña mueca que había puesto al momento siguiente. Simplemente asentí, sin decir nada. No me calmé, ni me senté apropiadamente, nunca se podía uno fiar por completo de alguien en estos días, pero evite hacer cualquier cosa que le hiciera pensar que iba a atacarla. Mas allá de estar alerta, algo que creía comprensible. Quizás hasta valido como aviso. 'No intentes nada, porque responderé.' Entonces un trueno cruzó el cielo, mucho mas cerca que los anteriores. La tormenta, el ciclón o lo que fuera, se estaba acercando. Me relajé un poco, destensando mi postura, sin llegar a sentarme del todo. No nos íbamos a matar el uno al otro cuando el cielo se nos caía encima, ¿no? Supongo que eso es lo que me gustaría creer.
—¿Cuales son las posibilidades? Encontrar a alguien en tu refugio para la tormenta en mitad de ninguna parte, Kansas. —alcé las cejas, con gesto afable. —Cerca del fuego se esta bien, no deberías tardar demasiado en secarte. No creo que quieras dormir empapada. —concluí, acercando un poco mas mi mochila al fuego. Para que se seque, en principio, y para tenerla cerca, por si a caso... Espero no tener una noche movidita, pero no moriré aquí y ahora...
Fue entonces cuando en el rabillo del ojo vi movimiento, demasiado cerca. Obnubilado en mis pensamientos, o por la densa capa de lluvia y la creciente oscuridad, no me había fijado de la persona que se estaba acercando. Me puse de cuclillas en un rápido movimiento, preparé el dedo en el activador de la lanza... Y apareció la mujer, entrando en el granero.
La miré dubitativo, después observé su postura de rendición, y la pequeña mueca que había puesto al momento siguiente. Simplemente asentí, sin decir nada. No me calmé, ni me senté apropiadamente, nunca se podía uno fiar por completo de alguien en estos días, pero evite hacer cualquier cosa que le hiciera pensar que iba a atacarla. Mas allá de estar alerta, algo que creía comprensible. Quizás hasta valido como aviso. 'No intentes nada, porque responderé.' Entonces un trueno cruzó el cielo, mucho mas cerca que los anteriores. La tormenta, el ciclón o lo que fuera, se estaba acercando. Me relajé un poco, destensando mi postura, sin llegar a sentarme del todo. No nos íbamos a matar el uno al otro cuando el cielo se nos caía encima, ¿no? Supongo que eso es lo que me gustaría creer.
—¿Cuales son las posibilidades? Encontrar a alguien en tu refugio para la tormenta en mitad de ninguna parte, Kansas. —alcé las cejas, con gesto afable. —Cerca del fuego se esta bien, no deberías tardar demasiado en secarte. No creo que quieras dormir empapada. —concluí, acercando un poco mas mi mochila al fuego. Para que se seque, en principio, y para tenerla cerca, por si a caso... Espero no tener una noche movidita, pero no moriré aquí y ahora...
Agosto de 2015 // Kansas // ¿Por la tarde? // Lloviendo
Rápidamente me acerqué al fuego y saqué algo de picar. Necesitaba comer, tranquilizarme y respirar hondo. No quería que la jaqueca fuese a peor. No podía estar más de acuerdo con él, Kansas era enorme y era complicado cruzarte con alguien.
-Sólo espero que podamos dormir algo- musité mirando la puerta del granero. La tormenta parecía ser enorme, pero los zombies me daban más miedo. Fruncí el ceño involuntariamente. Uggh. Volví a tomar un bocado de lo que tenía e intenté controlar mi respiración. Poco a poco notaba como me iba calentando, podía notar mis dedos de los pies y de las manos. Que gusto.
-¿Crees que la tormenta irá a mas?- pregunté al hombre que tenía delante. Mientras, abrí la mochila que llevaba buscando algo para cenar, ya no me satisfacía el picoteo, necesitaba comer algo más sustancioso. La jaqueca seguía ahí, pero al menos no me daba tato el tostón. Necesitaba distraerme, así que ojala, ojala, el hombre hablase un poco. No tenía porqué ser algo personal, me valía lo del tiempo perfectamente. Pero necesitaba dejar de pensar en lo que me estaba pasando, cada vez que me comía la cabeza con eso, era peor.
Concienzudamente, lo preparé todo para ponerme a cocinar, organicé todo para que quedase medianamente recogido y que fuese sencillo recoger para marcharme corriendo. El palo de golf estaba ahí y la tubería también. A mano. Ojalá hoy no los necesitase. Iba a comer albóndigas con arroz. Una delicia para estos tiempos, y que guardaba fielmente para estas ocasiones. Para cuando me ponía así por culpa del mordisco.
-Sólo espero que podamos dormir algo- musité mirando la puerta del granero. La tormenta parecía ser enorme, pero los zombies me daban más miedo. Fruncí el ceño involuntariamente. Uggh. Volví a tomar un bocado de lo que tenía e intenté controlar mi respiración. Poco a poco notaba como me iba calentando, podía notar mis dedos de los pies y de las manos. Que gusto.
-¿Crees que la tormenta irá a mas?- pregunté al hombre que tenía delante. Mientras, abrí la mochila que llevaba buscando algo para cenar, ya no me satisfacía el picoteo, necesitaba comer algo más sustancioso. La jaqueca seguía ahí, pero al menos no me daba tato el tostón. Necesitaba distraerme, así que ojala, ojala, el hombre hablase un poco. No tenía porqué ser algo personal, me valía lo del tiempo perfectamente. Pero necesitaba dejar de pensar en lo que me estaba pasando, cada vez que me comía la cabeza con eso, era peor.
Concienzudamente, lo preparé todo para ponerme a cocinar, organicé todo para que quedase medianamente recogido y que fuese sencillo recoger para marcharme corriendo. El palo de golf estaba ahí y la tubería también. A mano. Ojalá hoy no los necesitase. Iba a comer albóndigas con arroz. Una delicia para estos tiempos, y que guardaba fielmente para estas ocasiones. Para cuando me ponía así por culpa del mordisco.
- Gracias a todos :
—Podemos dormir arriba, si subimos la escalera, no creo que nada pudiera alcanzarnos, así que podríamos dormir tranquilamente. —miré a la parte superior del granero, no era una zona demasiado grande, pero para dormir varias personas daba de sobra. —Descansar tranquilamente parece casi una fantasía ahora, ¿no te parece? —le dije, volviendo la vista hacia ella.
De la mochila saqué una lata de comida que, aunque sin etiqueta, creía que era de albóndigas. Lo encontré en una estantería de un pequeño comercio, en la que ponía el precio para albóndigas enlatadas. Me apetecía carne, así que crucé mentalmente los dedos. La dejé bien cerca del fuego, para que se fuera calentando, y después saqué el cuchillo militar. Volví a mirarla cuando me preguntó por la tormenta, pasando a la tormenta que podíamos ver a través de las puertas del granero.
—Los rayos suenan cada vez más cerca. La tormenta se está acercando, así que no creo que deje de ir a más o mantener esta intensidad hasta dentro de unas horas. —hice un agujero con el cuchillo en la lata, para liberar presión. Olía a salsa de tomate, no estaba seguro de que más tenía. —Debemos cruzar los dedos para que no sea un tifón. Hay mucho viento, y Kansas tiene fama de tornados. No sé si el granero aguantaría algo así, sobretodo viendo la casa que esta aquí al lado. —me encogí de hombros. No creía que eso debiera ser algo de lo que preocuparnos demasiado, solo nos quitaría el sueño. Tampoco es como si pudiera coger el coche y huir, cada vez el suelo se empantana más, y si muevo el coche por estos caminos podría encallarme realmente rápido. Y entonces estaría más o menos en la misma situación.
De la mochila saqué una lata de comida que, aunque sin etiqueta, creía que era de albóndigas. Lo encontré en una estantería de un pequeño comercio, en la que ponía el precio para albóndigas enlatadas. Me apetecía carne, así que crucé mentalmente los dedos. La dejé bien cerca del fuego, para que se fuera calentando, y después saqué el cuchillo militar. Volví a mirarla cuando me preguntó por la tormenta, pasando a la tormenta que podíamos ver a través de las puertas del granero.
—Los rayos suenan cada vez más cerca. La tormenta se está acercando, así que no creo que deje de ir a más o mantener esta intensidad hasta dentro de unas horas. —hice un agujero con el cuchillo en la lata, para liberar presión. Olía a salsa de tomate, no estaba seguro de que más tenía. —Debemos cruzar los dedos para que no sea un tifón. Hay mucho viento, y Kansas tiene fama de tornados. No sé si el granero aguantaría algo así, sobretodo viendo la casa que esta aquí al lado. —me encogí de hombros. No creía que eso debiera ser algo de lo que preocuparnos demasiado, solo nos quitaría el sueño. Tampoco es como si pudiera coger el coche y huir, cada vez el suelo se empantana más, y si muevo el coche por estos caminos podría encallarme realmente rápido. Y entonces estaría más o menos en la misma situación.
Agosto de 2015 // Kansas // ¿Por la tarde? // Lloviendo
Miré arriba, donde dijo que podríamos dormir. Había entrado tan rápido que apenas me había fijado en el lugar. Él había atraído bastante mi atención, era guapo, alto, de pelo rubio moreno de este extraño... Si fuésemos los últimos humanos en el mundo no me importaría procrear, qué le vamos a hacer. Pero luego pensaba en mi condición, en el anillo de compromiso que llevaba en la mano y en Belikov. Si no fui capaz de romper mi compromiso por él ¿cómo diablos lo iba a hacer por un extraño? Pese a lo guapo que era.
-Si ya me lo parecía antes... Ahora es un lujo más bien- dije riendo ligeramente. Lo que tenía estar metida en medicina, dormir era algo que casi carecía. Así que podemos decir que estaba medio acostumbrada, pero igualmente, era algo que pocas veces podía obtener sin despertarme cada cinco minutos intranquila por cualquier ruido, real o de mi cabeza. El arroz por suerte era de estos de calentar y ya, así que lo único que realmente debía hacer con más cuidado eran las albóndigas, no quería ponerme mala de una indigestión justo ahora.
Le di vueltas a lo que dijo mientras daba vueltas a mi comida. Tenía punto de razón, no lo había pensado cuando me encaminé hacia aquí. Tornados. No debería haberme acercado a Kansas, había sido una mala decisión, pero ya no podía hacerle nada. -Viéndolo desde el lado positivo, si esto sigue en pie mientras la casa estaba así... Tendremos suerte y no nos pasará nada- dije sonriendo al hombre que tenía delante. -Soy Samantha, antes del apocalipsis me formaba como cirujana, encantada de conocerte- dije a modo de presentación.
-Si ya me lo parecía antes... Ahora es un lujo más bien- dije riendo ligeramente. Lo que tenía estar metida en medicina, dormir era algo que casi carecía. Así que podemos decir que estaba medio acostumbrada, pero igualmente, era algo que pocas veces podía obtener sin despertarme cada cinco minutos intranquila por cualquier ruido, real o de mi cabeza. El arroz por suerte era de estos de calentar y ya, así que lo único que realmente debía hacer con más cuidado eran las albóndigas, no quería ponerme mala de una indigestión justo ahora.
Le di vueltas a lo que dijo mientras daba vueltas a mi comida. Tenía punto de razón, no lo había pensado cuando me encaminé hacia aquí. Tornados. No debería haberme acercado a Kansas, había sido una mala decisión, pero ya no podía hacerle nada. -Viéndolo desde el lado positivo, si esto sigue en pie mientras la casa estaba así... Tendremos suerte y no nos pasará nada- dije sonriendo al hombre que tenía delante. -Soy Samantha, antes del apocalipsis me formaba como cirujana, encantada de conocerte- dije a modo de presentación.
- Gracias a todos :
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