₪ Primer Arma {O P C I O N A L}

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'Primer Arma' :

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Un par de pasillos más a la izquierda. El ruido de pisadas, cada vez más cerca. A penas lograba ver poco más que mis pies en esa oscura base, antaño repleta de científicos que, como yo, buscaban una solución a aquello que me perseguía. Giré unos segundos el rostro, con la esperanza de no ver ninguna sombra tras de mí. ¿Dónde se había metido el resto del equipo?

Y entonces, sentí algo moverse delante. El olor a podredumbre inundó mi nariz en segundos y, presa del pánico, me quedé quieta. Sabía que por detrás venía al menos otro. ¿Qué podía hacer?

Rebusqué, semi-agachada, entre los escombros del suelo tirándoles piedras, cristales y todo aquello que mis manos encontraban. Los tenía frente a mí, listos para atacar. Entonces mis dedos rozaron algo parecido a un mango, que apreté con fuerza. ¡Un machete! Un jodido machete. Me levanté con rapidez y lo clavé en el cráneo del primero, el que más cerca estaba. Se quedó atascado e, incapaz de sacarlo, me di cuenta de que ya tenía encima al segundo. Un ruido sordo le cruzó la frente y le hizo caer al suelo. Uno de los soldados que me habían acompañado en la expedición se acercó preguntándome si estaba bien.

Conseguí sacar el machete de la cabeza del zombie y exhalé un suspiro largo. Por poco.

El miembro 'Zaja Paterson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Aún estaba adaptándose a su vida, no tenía claro si se trataba de una nueva vida o no. Tan sólo sabía que no conocía bien qué había pasado, pero por algún motivo creía firmemente en lo que los científicos le habían dicho. No sabía por qué pero sentía que ella había estado en su posición, aún no le habían hablado mucho de su vida pasada. Tan sólo le llamaban por Roxanne, algo que le hacía cuestionarse de si era su nombre o simplemente habían decidido llamarle así. Cualquiera de los dos casos, tampoco sabía si era algo que le importase. Aún así, se sentía segura en aquel lugar, haría lo que le pidieran pues al fin y al cabo... Ellos le salvaron la vida.

Esto le acabó llevando a coger unas tijeras que había tomado prestado, pero sabia que nadie lo echaría de menos. Unas tijeras que utilizaría frente a su espejo del cuarto y comenzaría a hacer cortes en su cabello, como si eso le ayudase a encontrar un estilo visual con el que sentirse cómoda. Pues de algún modo, sentía que ese color blanco no era suyo, pero no le desagradaba. Una vez terminó, limpio todo y luego: simplemente se sentí sobre el borde de la cama con la tijera en manos. Se las iba a quedar, por si acaso algún día lo necesitaba. Debía tener más utilidad a parte de cortar el cabello, ¿no era así? Eso esperaba ella, pero de ninguna de las formas esperaba utilizarlas contra Umbrella.

Tal vez un pequeño sentimiento de venganza naciera dentro de ella, y aquellos supervivientes que le hablaron sonaban de lo más atrayentes...

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- Cruza los dedos para que no le toque un pony de peluche y reza para que sea un dildo con batería recargable -

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Decido acallar mis pensamientos y sigo caminando por la carretera hasta que los pies me duelen, pero no me importa, quiero seguir adelante.
De repente, un gran rayo surca el cielo, y al mirar hacia él, me doy cuenta de lo encapotado que está por un montón de nubes color ceniza. Empieza a llover, primero flojo pero al poco tiempo, diluvia.
Me pongo la mochila sobre la cabeza en un intento de no mojarme tanto y echo a correr. Llego a un bosque y lo cruzo a toda prisa a pesar de las punzadas que siento en las plantas de los pies, no es buena idea estar a la intemperie con una tormenta como esta.
Por fortuna, llego a lo que parece una valla metálica negra y oxidada por el paso del tiempo. Alzo la cabeza y leo un viejo cartel el cual dice "Orfanato Montgomery Creek", se ve que antaño era hogar de los niños desfavorecidos y sin padres, lo cual ahora viene siendo una broma de mal gusto de mi destino. Me encojo de hombros y accedo al edificio, pues no queda otra, es eso o quedarme en un bosque con la posibilidad de enfermar o que me parta un rayo.

Al entrar recibo la inesperada "bienvenida" de unos esqueletos en descomposición con traje de militares. Me acerco con cuidado y veo que están más que muertos, por suerte no se van a levantar ya. Uno de ellos tiene un disparo en la cabeza y una vieja grabadora en la mano, la agarro y le doy al play, pero se ve que las pilas hace tiempo que dejaron de funcionar. Me acerco al otro cadáver y tras registrar su ropa, encuentro lo que parece ser una granada, tal vez de fragmentación, ya que papá tenía varias en casa a modo de colección sin cargar ya usadas claro, y era muy similar a una MK2. La cojo con cuidado y veo que está sin usar. Me la guardo en mi mochila ya que nunca se sabe para qué puede venir bien, parece que es el modelo que va cargado con TNT pero no estoy segura. Si explota cuando la lance en caso de necesidad, me será más que suficiente.
Me decido a empujar la puerta y entrar de una vez, ahora ya tengo el pelo chorreando de agua pero no me importa.

El miembro 'Eileen Cauldfield' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Terry prefería viajar de forma ligera. Estaba acostumbrado a pasar días enteros sin comer por lo que cargar con comida no era indispensable. Agua, en cambio, sí lo era y por ello cargaba con dos botellas que procuraba llenar cuando tuviera la oportunidad. Una vieja botella de perfume para compensar la falta de cambios de ropa. Un poco de fertilizante en caso de requiriera hacer que algo explotara. Una manguera. Y nada más.

Después de caminar un par de horas siguiendo una carretera solitaria, distinguió una fachada en la distancia. El exterior del motel estaba rodeado de autos abandonados. Ni una sola ventana había quedado intacta. Manchas marrones cubrían gran parte de las paredes y el suelo. Algunos huesos sueltos aquí y allá. Terry echó un vistazo al interior de cada auto, tratando de encontrar algo que pudiera serle útil. Por supuesto a juzgar por las apariencias no era la primera persona que pasaba por allí; dudaba que encontrara algo útil.

Usando la manguera trató de sacar gasolina de alguno de los automóviles, pero todos los tanques estaban vacíos. Junto a uno de los autos encontró una palanca de hierro en el suelo. Se encontraba manchada de lo que Terry esperaba fuera sangre. La levantó pero era demasiado pesada por lo que volvió a colocarla con cuidado sobre el suelo. No quería hacer algún ruido que pudiera atraer la atención hasta que hubiera terminado de recorrer la zona.

Tardó un rato en pasarse por todas las habitaciones del motel y como lo imaginaba, no encontró nada que valiera la pena cargar.
Afortunadamente, tampoco encontró nada que se moviera, vivo o muerto. Caminó hacia el exterior del motel, dispuesto a seguir avanzando por la carretera pero se detuvo en seco. Frente a él había una chica zombie avanzando sobre la carretera, aún sin notar la presencia de Terry. Éste se encogió y avanzó lentamente entre los coches, cuando recordó la palanca. Llegó hasta donde se encontraba y la levantó. El zombie había avanzado unos cuantos metros. Terry se acercó en silencio lo más que pudo permaneciendo oculto, y cuando lo único que quedaba era espacio abierto, corrió con la palanca levantada y la enterró en la parte trasera de la cabeza del zombie. Éste intento girarse pero Terry jaló la palanca con fuerza desprendiendo un poco de cráneo, y volvió a golpear al zombie que cayó al suelo. Terry continuó golpeando el cuerpo una y otra vez, gran parte de esas veces aún después de que el zombie había dejado de moverse.

"Creo que sí la cargaré después de todo", pensó Terry, mientras apresuraba el paso para salir de terreno abierto antes del anochecer.

El miembro 'Terry Barnes' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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La dulce y melosa voz de Enya sonaba al volumen perfecto por los pequeños altavoces del radiocasette. Había sido una buena "adquisición", hacía algunos meses que habían encontrado el viejo radiocasette en un bar de carretera, junto con un suministro de pilas que aún no se habían oxidado del todo. ¡Por todos los cielos! ¡Cuánto costaba encontrar aparatos que aún funcionasen a pilas hoy en día!

La segunda estrofa comenzaba con el cambio postural al asana del guerrero, así que cargué el peso sobre la pierna derecha adelantada, ligeramente flexionada, y abrí los brazos en cruz con una amplia inspiración, intentando concentrarme exclusivamente en la postura, mientras vigilaba pacientemente como el resto de los asistentes hacían los ejercicios. Las sesiones de yoga matinal llevaban ya mucho tiempo establecidas y las clases cada vez tenían más y más adeptos. Por eso, nos habíamos establecido en el gran pabellón acristalado que recibía el camino por el que se llegaba al parking de las instalaciones de La Fábrica.

-Rosemary, intenta mantener el torso recto pero relajado. No fuerces y expira suavemente.- corregí de forma concisa y con una sonrisa en los labios, y entonces...

...Y entonces, Rosemary expiró.

Había escuchado los disparos pero mi cerebro no había llegado a procesarlos, puede que por la actitud de relajación y aislamiento interior con la que intentaba guiar la clase. Lo que sí escuché fue el sonido de cristales rotos, cuando unos brazos huesudos y putrefactos atravesaron uno de los ventanales, atrayendo a la señora Rosemary hacia sí. Los presentes comenzaron a gritar y a correr en dirección a la salida mientras más muertos empezaban a atravesar los cristales buscando una presa fácil.

Al comienzo del segundo estribillo de la canción, me estiré para alcanzar del brazo de Rosemary, que desesperadamente extendía hacia mí buscando algún tipo de auxilio. Tiré hacia detrás con todas mis fuerzas pero la presa del caminante no cedía, y pude ver con total claridad como un trozo de carne fresca y sangrante acababa de ser arrancado del cuello de mi amiga. Su mano perdió toda la fuerza de agarre y soltó la mía, al tiempo que la mirada aterrada de la mujer iba vaciándose de vida.

Había llegado el tan temido día. El sálvese quien pueda. Más de media docena de muertos habían invadido la sala de yoga y ya no había tiempo de intentar sacar a nadie de ahí, quién había podido había corrido. Ahora era mi momento de correr.

Salí a toda prisa del pabellón de cristal, el caos reinaba en el aparcamiento y junto a las puertas del asentamiento, donde un grupo de vigilantes completamente sobrepasados, intentaban contener una marea de caminantes que ya era, a todas luces, imparable. Sin embargo, desde el exterior de la sala aún se escuchaban algunos pasajes de la canción... Igual el mecánico tenía razón cuando decía que poníamos el volumen demasiado alto.

Necesitaba encontrar la forma de escapar, y mientras pensaba en qué ruta tomar, me encontré rodeada por tres de esas fieras hambrientas. Intenté correr hacia el aparcamiento, pero mi pie tropezó con una de las banderillas del campo de minigolf que recientemente se había instalado para los críos, y caí de bruces al suelo. Me puse en pie a gatas, como mal pude, pero habían conseguido sacarme bastante terreno y tenía que conseguir algo con lo que defenderme. Justo antes de que el primero se abalanzase sobre mí, alcancé a sacar un palo de golf de una de las bolsas que habían dejado abandonadas en medio del "green" de tierra batida, y lancé un golpe en abanico contra la cabeza del muerto guiada solo por el instinto de supervivencia.

El golpe fue eficaz, y con los últimos acordes de la canción que aún resonaba en mi cabeza, repetí un par de veces más hasta que la criatura cayó al suelo inanimada. Todavía quedaban otros dos, más alejados del primero, pero no pensaba quedarme a seguir probando suerte. Reemprendí la carrera, algo dolida de mi hombro tras la caída, pero tenía que llegar al parking para salvar el pellejo.

Sobre la explanada de tierra, los supervivientes se montaban en los vehículos de forma descoordinada y apresurada, debía darme prisa si no quería quedarme sin plaza, así que alcé la mano haciendo gestos al mexicano, cuando lo vi poniendo en marcha en el Scirocco verde.

-¡Julio! ¡¿Queda sitio para mí?!- por dios... no me dejéis en este infierno...

-¡Arriba! ¡¡Pero no tarde en subir!!- respondió haciéndome gestos con la mano.

No iba a dejar que eso pasase, con que hice un último esfuerzo de carrera hasta el vehículo, intentando esquivar a los muertos que ya era difícil de diferenciar de los vivos.

Ocupé mi asiento y, mientras el coche arrancaba, pude ver a varios tiradores desconocidos abriendo fuego desde distintos puntos del patio central. ¿Estaban matando a los caminantes...? ¿Estaban cazándonos a nosotros...? Puede que nunca llegásemos a entender realmente qué había ocurrido, pero al menos había conseguido salvar mi cuello una vez más. A los que no... más suerte en la próxima vida.

El miembro 'Clarisse Chesire' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Un regalo bonito y gratis, pls

El miembro 'Taron Travis' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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→ @Taron Travis.
→ @Eileen Cauldfield.
→ @Laura Montgomery
→ @Silvia Warren.
→ @Wilhelmina Bathory.

Cuando editéis cómo conseguisteis vuestro arma, me avisáis por MP y la añado a vuestro inventario.

El sol se había puesto y el grupo de ataque se había reunido para pasar la noche. Los coches de la corporación aparcaron justo enfrente del rancho abandonado que les serviría de refugio durante esta noche. Los soldados estaban más que habituados a esto, apenas tardaban una hora en limpiar todo el recinto y dejarlo acondicionado para su utilización. La eficiencia de estas fuerzas del orden del nuevo mundo eran especialmente eficientes a la hora de acometer con su labor. Valoraba mucho esta efectividad.

Entré en la casa con calma, no necesitaba correr rodeado de tanto especialista en operaciones. No tenía ganas de hablar con nadie, había sido un día largo y lo único que quería era dormir un poco y olvidar este día tan largo. Me dirigí a la cocina ya que ahí es donde me habían colocado el saco de dormir. Era muy agradable no tener que preocuparse de los zombies.

En un movimiento casi inconsciente abrí la nevera, como decenas de veces hubiera hecho en mi antiguo hogar. Fue una mala idea. Del interior de la putrefacta nevera una suerte de gato desecho saltó hacia mi en un burdo intento de atacarme, por suerte estaba lo suficientemente podrido para no ser muy peligroso. Sin embargo, dada mi poca experiencia en esto no pude evitar asustarme. Tanteé con mi mano derecha la encimera de la cocina hasta agarrar el mango de algo. Con un movimiento rápido clavé completamente la hoja del cuchillo en la cabeza del gato que dejó de moverse de inmediato.

Saqué el cuchillo de su cuerpo inerte y lo limpié contra mi bata ya manchada del simple contacto de la bestia. Era asqueroso. Se ve que había sobrevalorado la eficacia de esos soldados.

El miembro 'Thormund Rospanov' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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