₪ Primer Arma {O P C I O N A L}

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'Primer Arma' :

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No era nómada pero la joven Davis necesitaba poder salir de ese lugar durante un tiempo y así hizo, no sería indefinido. Cuando llegó a una casa cualquiera de un pueblo que había en Kansas, pudo entrar y cerrar todo bien.

—Esto ya no es ni una casa... —murmuró arrugando la nariz, el hedor a muerto era insoportable pero eso no hizo que se hiciera para atrás.

Fue hacia la cocina para poder rebuscar por los cajones, "¡bingo!" se dijo con una sonrisa. Había encontrado un cuchillo, no era lo que buscaba pero le valdría. Guardó este para poder proseguir con la investigación, ¿habría algo más en esa casa? Eso esperaba...

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Dadas las órdenes y con todo listo se había quedado solo, no tardó en marcharse a los vestuarios, quería darse una ducha, no se sentía desprotegido, pero tras la rigurosa petición de entrar a la base desarmado, no haber encontrado nada que poder usar como arma, abrir el armario del baño y encontrar unas tiejas de punta junto a material de primeros auxilios consigue animarle.
-Bueno, no son las reglamentarias, pero para algo servirán...-Como si fuera algo que ocultar, las guarda entre su uniforme de momento, pasando ya al fin a darse un baño con tranquilidad, pues no tardaría en llegar un paquete de ayuda con sus cosas.

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→ @Jack Conway tu arma no se ha añadido, cuando edites como la conseguiste avísanos y la incluimos en tu inventario. Gracias.

30 de noviembre de 2012

- ¿Y no tienes algo que raje más? - mi colega negó mientras que yo alzaba el bate y golpeaba el aire. - A ver, que yo no me quejo, mola eso ir por ahí reventando cabezas, pero a la segunda se me van a cansar los brazos tío - me quejé. - Que no hay nada más, ¿quieres usar la guitarra? - mi cara fue un auténtico poema. - ¿Todavía te dura el porro de antes? - zarandeé el bate nuevamente.  - Va Mike, abre la puerta, que al final nos convertimos en primer plato de esos descerebrados - ambos salimos corriendo al exterior.

El miembro 'Grey Seiffert' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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9 de Junio, 2014.

Aquello ocurrió a orillas del Smith Mountain Lake, al sureste de la ciudad de Roanoke, Virginia. Habían abandonado la carretera para internarse en el bosque con la intención de buscar un sitio seguro para armar un campamento provisorio. Lo que terminaron encontrando fue una mansion que abordaba más de 3000 metros cuadrados, con vista al embalse. Probablemente el hogar más cómodo que ha tenido Irene desde el inicio de todo el caos.
— Mira esto – dijo a su compañera. Mientras exploraban los alrededores, habían dado con un campo de golf que no dudaron en recorrer — ¿Alguna vez viste tanto lujo reunido? La casa, el lago, el campo de golf... Y encima, lejos de la ciudad.
— Creí que estarías acostumbrada, ¿no habías dicho que eras rica?
— No, solo dije que nunca he tenido problemas de dinero –aclaró con una sonrisa coqueta y luego avanzó en dirección a un arbusto donde reposaba abandonado un palo de golf– Jamás he usado uno de estos.
Lo levantó del suelo con sincera curiosidad, y lo inspeccionó de principió a fin antes de hacer lo que cualquier otro hubiera hecho: dar golpes al aire pretendiendo que tenía una pelota para golpear. ¿Quién sabe? Si había un palo tirado por ahí, de seguro habrían bolas perdidas.
— ¡Irene, un sin mente! – le indicó su compañera, sacando el arma de la funda.
— No dispares. Hace un lindo día como para atraer más bichos de estos.
Alertado por la muchacha, el zombie se había puesto en marcha en su dirección. Irene se adelantó unos cuantos pasos y de un solo golpe con el palo, desplomó al solitario infectado sobre el césped. Eso sí, tuvo que asestarle otros dos golpes para que dejara de moverse. Nada mal.
Los brazos de la rubia rodearon a Irene por la espalda, y una barbilla se posó con tranquilidad sobre su hombro izquierdo.
— ¡Buen trabajo!
Irene estuvo de acuerdo. El palo estaba hecho de acero, un arma potente a pesar de su frágil apariencia.
— Pues me lo quedo.

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Era la tercera casa que registrábamos. Habíamos tenido mucha suerte de encontrar aquella pequeña urbanización en medio de la nada. Parecía completamente desierta. Sin embargo, siempre manteníamos la precaución de ir en silencio cuando nos acercábamos a núcleos urbanos, por muy pequeños que fueran.

Buscábamos cualquier cosa que fuera de utilidad, pero que no supusiera cargar con mucho peso. Pero no estábamos teniendo mucho éxito, y empezaba a caer el sol tras los árboles. Tal vez una de aquellas casas fuera el lugar perfecto para pasar la noche, aunque estaban todas desvalijadas. Ni comida, ni medicamentos... Y las puertas de algunas de las casas estaban rotas, o echadas abajo. Encontramos un par de cuerpo que me hicieron arrugar la nariz por el olor. No me gustaba el olor a putrefacción. No es el mismo que el de la sangre aún caliente.

Tío Tom se adentró con cautela en las habitaciones al fondo del pasillo, mientras Audrey registraba la cocina, y yo husmeaba en el baño. El lugar más habitual para encontrar medicamentos es el cuarto de baño de cualquier casa. Nada útil nuevamente. Hasta que en el armario bajo el fregadero di con un pequeño costurero. Agujas, hilo, dedales, y unas tijeras. Las saqué y las empuñé con la punta hacia abajo. Me miré en el espejo. Puede que contra zombis no, pero contra personas que quisieran hacernos daño... Era un arma más.

El miembro 'Olivia Wilford' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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— ¡¡OLIVIA!! — Aquel aullido logró quemarle la garganta, su corazón tamborileaba a toda prisa y las bajas temperaturas ni las sentía producto de la desesperación. ¿Cómo cojones habían aparecido tantos? Se suponía que habían menos de tres infectados, lo habían comprobado de antemano. No habría peligro, no lo habría, joder. Rey apretó los labios y no dudó en pisar firme sobre las baldosas, coger carrerilla y alcanzar la mano de su hermana pequeña; darle el empujón que necesitaba para continuar con la huida.

— No te detengas — Su voz no fue sólida, siquiera volteó el rostro. Se centró en cruzar el pasillo de la derecha, vislumbrar la salida. Tom era consciente de que ponerse a disparar en el interior del comercio sólo serviría para atraer a más de ellos. No, no podían llamar la atención. Su tío comenzó a derribar estanterías mientras las hermanas se apresuraban a llegar a la puerta trasera. Los nervios la carcomían. La sangre en el interior de sus venas ardía y la presión no hacía más que palpitarle en las sienes.

Por la retaguardia emergió uno de los infectados, no se lo esperaba, tampoco supo que hacer más que empujar a Liv lejos de él. Trató de usar la mochila como protección, forcejeando con sus fuerzas restantes. — ¿Tengo cara de chuleta? Hijo de puta, ¡no soy tu cena! — Farfulló,  tratando de alejar sus manos del rostro del infectado, no podía ser mordida. No iba a palmarla, ni de coña lo haría.

— ¡Rey! — Su tío corrió tanto como pudo, no obstante no podía permanecer aguantando mucho más. Cayó al suelo con el infectado encima, sólo la mochila los separaba. Fue entonces cuando Liv logró patear algo, acercándole el objeto alargado a su hermana mayor. Un bate. Su mano se aferró al reverso de madera, lo apretó con tantísimo vigor que pudo sentir como la palma se le enrojecía. No podía usarlo bruscamente, no como estaba posicionada. Al menos sirvió para hacer presión en el cuello del infectado y quitárselo de encima. Luego vinieron los tortazos en su cabeza. Uno detrás de otro. Colérica, fuera de sí.

Fue Olivia quien la detuvo una vez pudieron ver los sesos del infectado repartidos por el suelo. Los latidos bajo su pecho punzaban. ¿Qué había hecho? Frunció los labios, aterrada, aún con el bate siendo apretado en su mano izquierda.

Debían salir del comercio, debían largarse a toda hostia.

El miembro 'Audrey Wilford' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Uhm, primera armita (?

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@Klaus se entregará tu arma cuando edites con el rol de como la conseguiste.