₪ Primer Arma {O P C I O N A L}

Pues a ver que sale...

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'Primer Arma' :

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Estaba pasando tanto tiempo con Jean que debía admitir que su animadversión por él comenzaba a disminuir, por supuesto no es como sean los mejores amigos o que lo adore sin control, pero podía darse el lujo de reír con él y también había encontrado formas de ayudarlo a sobrellevar sus traumas. Ellos vivían en un constante salvarse la espalda mutuamente y aquel día no era la diferencia. Todo aquello viene al no poder evitar una risa cuando el pediatra lució su movimiento de cadera con el palo de golf. Negó divertida y siguió buscando a su lado por donde salir. -Gracias a todo lo bueno, sino... Serian aún más insoportable estoy segura que Pipper tampoco ha jugado golf.- Ella no tenía ni idea de aquello pero conociendo a la doctora era poco probable, aunque si sabía de buena mano que era una buena esgrimista.

Mientras recorrían al sitio buscando donde salir un zombie con uniforme de vigilante se abalanzó a ellos y a la enfermera le dio tiempo de agacharse para hacerlo caer y que Jean le volara la cabeza con un buen giro. -Eso si fue hoyo en uno.- Comentó divertida mientras revisaba el cuerpo inerte en busca de algo útil, impulsada mayormente por el uniforme. Afortunadamente encontró un revolver y con una sonrisilla se lo presumió al doctor, estaba algo viejo, pero seguro serviría.

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'Primer Arma' :

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El traslado de la fábrica era inminente por eso Lucy y ella estaban juntas en una pequeña farmacia recolectando medicamentos. ¿Por qué estaban ellas dos solas? Porque eran delgadas y rápidas como para pasar por la pequeña rendija del aire central que era lo único que quedaba abierto de todo el local; pero por desgracia ellas dos no tenían las suficientes balas ni espadas como para luchar contra la jauría de muertos que comenzaban a empujar las puertas.

Mientras Lucy tiraba todas las pastillas y cosas útiles en los dos bolsos, Pipper se movía con prisa buscando con que defenderse porque por desgracia su hermosa espada regalo de su novio se perdió intentando entrar al lugar y no había tiempo para recuperarla. Por suerte cerca de la puerta encontró un haya de seguridad dentro de su caja protectora. Rompió con el codo el vidrio de seguridad que la separaba de aquello para sacar el hacha y medir su pecho de regresó corriendo con Lucy y esta la miró alzando una ceja a lo cual ella solo se encogió de hombros. - Debemos defendernos con algo, no hay mucho tiempo así que es mejor que vayamos saliendo. -

La enfermera asintió y las dos salieron por la ventana trasera rompiendola en pedazos y apurandose para llegar al auto mientras cargaban con todo. En los próximos días tendría que adaptarse al hacha o conseguir una nueva espada.

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Mis dedos se llenaron de materia viscosa, la cual terminó escurriéndose por mis antebrazos. Sabía que era inútil ese tipo de táctica contra los muertos, es decir, dudaba que sintieran dolor cuando clavabas los pulgares en sus cuencas, pero estando en esa posición, ¿qué más podía hacer? Había perdido mis armas durante la huida. Ni siquiera un maldito cuchillo pude coger. El muerto sobre mi era bastante grande incluso para mi y mis casi dos metros de estatura. Mi cabeza se golpeaba contra un estante de madera por el movimiento de la lucha por no ser mordido. De repente, algo cayó de uno de los entrepaños del mueble, golpeándome en la frente. —¡¿Qué caraj-?!— exclamé antes de darme cuenta que se trataba de un destornillador. Mas tardé en pronunciar esa frase incompleta que en cogerlo para clavarlo en el cráneo del monstruoso ser que estuvo a punto de devorarme.

El caminante dejó de moverse dejando un peso muerto de por lo menos 130 kilográmos sobre mí. Quitármelo de encima fue más difícil que la lucha en sí, pero había terminado. Al ponerme en pie, me di cuenta que ese destornillador era precisamente el que había ido a buscar a la ferretería para reparar el auto en el que viajábamos. Me hizo gracia pensar que pasé tanto problema para aquella pequeña herramienta, pero hey, le encontré otro uso bastante útil y ahora podríamos reagruparnos con los demás.

El miembro 'Leon Bradley' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Primer Arma' :

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Todo lo que me habían enseñado mis amigos sobre supervivencia lo había ido aprendiendo poco a poco, aunque ahora, parecía haberlo olvidado todo, o que realmente no eran detalles tan importantse como yo lo creía. ¿Yo creía? No, ellos me habían insistido cuál era la forma correcta. A lo lejos vi a Gilbert, llevaba sus mochilas a cuestas tal y como siempre había dicho, y a su lado Emma, Leonard, Jonas... y los demás llevaban sus pesados macutos de los que no se separaban nunca, pero yo no podía seguir ese ritmo.

Los nervios esta vez me estaban sobrepasando. No estábamos en la calle de caza, no era un grupo pequeño al que poder abatir uno a uno desde el vehículo. No. Estaban ahí. Uno tras otro. Y otro al lado. Y varios más que precedían al grupo, atraídos por el tumulto, que aunque ni siquiera moviese mis pies, generaba mi respiración. Fue entonces, notando cómo me faltaba el aliento, cuando me desprendí de todo. Empecé a echar mis posesiones en la parte de atrás de la pick-up: la guitarra, mi mochila y los pocos recuerdos que podía tener, y comencé a hacer lo que un guerrero debería hacer: cargaba mi ballesta y disparaba hasta que me di cuenta de que había agotado el último virote y dejé la ballesta junto al resto de mis posesiones. La ingente cantidad de caminantes no acababa nunca. En un momento me vi rodeado y tuve que retroceder junto a algunos chicos. La señora María era ayudada por algunos y parecía estar herida, no podía ser...

-¡Louise!- grité -¡Tenemos que irnos ya!

Aún escuchaba algunos disparos, bastantes realmente, pero lo que resonaban en mi cabeza eran los gritos de los niños. Rose alzó la voz dirigiéndose a mí.

-¡Vamo' Marcus! ¡Corre a por los críos!

Robert salió del edificio con dos de los pequeños en brazos y, junto a él, Madelaine y Colt corrían. Entré en el edificio y recogí a la pequeña Evelyn del parque infantil, que hasta ahora, estaba siendo vigilada por Thomas. Debía recoger también la pequeña cunita de Angus Yougn, ¿cómo habían podido bautizar así a un bebé tan pequeño? ¿Y dónde estaba Hope y el albino? ¿No debía haberse hecho cargo ella del niño? Cargado como pude, salí en dirección hacia el autobús. La pequeña Madelaine me esperaba en la puerta trasera del vehículo con un gran bate de béisbol, que casi usó contra mí.

-¡Soy yo! ¡Soy yo! ¡Traigo a los niños! Aún faltan algunos.- eché un rápido vistazo al autobús no pude localizar al más importante: Sam, ¿Dónde estaba Sam? Tenía que encontrarle. -¡Sam! ¿Dónde está Sam?

-¡Tenemos que irnos ya Marcus! ¡No queda tiempo!

-¡No puedo dejarlo aquí! ¡Tenemos que encontrarlo!

La pequeña Madelaine me lanzó el bate al verme desarmado.

-Marcus, no podremos aguantar mucho más, así que no tardes.- dijo la niña con un tono de confianza y serenidad en la voz que resultaba sorprendente.

Sin pensarlo, aunque seguramente hubiese hecho lo mismo aún habiéndolo reflexionado, entré al edificio para intentar dar con el risueño muchacho, quién a pesar de su corto desarrollo intelectual había conseguido llegar a mi corazón antes que nadie.

-Aguanta Sam, resiste...- iba mascullando entre dientes para darme ánimos a seguir hasta encontrarle.

Una mano tocó mi hombro, y sin pensarlo, aparté hacia un lado su brazo para tomar fuerza como un resorte y golpear con el arma. El caminante cayó al suelo, pero no iba a pararme a comprobar los daños causados en su bulbo raquídeo o masa encefálica, con correr tenía bastante.

El miembro 'Marcus Cropper' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Primer Arma' :

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— @Ryuko Tachibana.
— @Joyce E. Carter
— @Marcus Cropper

Cuando editéis cómo conseguisteis vuestro arma enviarme un MP avisando y la añado a vuestro inventario.

Michael sabía que lo que estaba a punto de hacer no estaba bien, nada bien. A su mamá jamás le había ocultado las cosas por más mínimas que fuesen, así que sentía un poco de culpa de hacerlo con su propio padre, pero creía que era por el bien de todos. No era todavía un excelente tirador, mas las clases le habían servido lo suficiente como para defender a Pepper si su padre se volvía loco e intentaba matarla. No iba a perderla como a su madre aunque se transformara. Era un virus, y creía que sólo faltaba tiempo para que alguien inventara una cura, si es que todavía quedaba algún buen científico. Sí, eso justificaba sus acciones. Antes de entrar a media noche a donde se guardaban algunas de las armas de la fábrica, revisó dos veces más que todos durmieran. Daba unos pasos y regresaba, inseguro, pero tras un par de minutos, más decidido, continuó con su plan.

Tomó un revólver, uno que le pareció que no echarían de menos pronto en comparación a otras de las armas que guardaban. Lo cubrió con su sudadera y caminó de regreso como si nada sucediera. Le pareció escuchar algo, tal vez fruto de los nervios. Su corazón dio un pequeño salto que el chico intentó calmar por si alguien aparecía. La actuación le sería útil en esos momentos.

—¿Michael? —preguntó un niño de nueve años con el que solía jugar, todavía somnoliento mientras se tallaba los ojos con las pequeñas manos, y es que habían tenido la suerte de tener un refugio en esa fábrica en el que Michael a veces podía llegar a sentirse de nuevo de su edad y permitirse distraerse un poco, pero no demasiado.

—Regresa a la cama. Lamento si te desperté… Fui a buscar a Salem —mintió casi con maestría, sin embargo, porque era fácil engañar a alguien de su edad y no porque hubiese alcanzado ya el nivel de su padre. A veces se preguntaba si ese cariño que tanto demostraba Leon era parte de una actuación, pero si algo ocurría, al menos ya tenía el revólver. Nadie sabía que un par de días después, cuando atacaran la fábrica, lo que menos importaría era ese pequeño robo que le provocaba tanto malestar.

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Ya era de noche cuando llegó a Greenvalley. La carretera desierta, cediendo el pavimento a la naturaleza que reclamaba su lugar, quebrándose para cederle el paso.
Por lo descuidado del camino, cualquiera pensaría que el fin del mundo había ocurrido décadas atrás, sin embargo solo habían bastado tres años para dejarlo todo en aquel estado de abandono. Quizás había sido descuidado antes, y el apocalipsis solo aceleró el paso. Quizás muchas cosas habían estado rotas aún antes de que todo pasara y, en este último tiempo, uno habían hecho más que terminar de desmoronarse.
Quizás debía dejar aquel pesimismo para otra ocasión.
El pueblo se veía desierto, como la gran mayoría lo estaba; sin embargo, un par de vehículos militares aún rodeaban la plaza del lugar, siendo ese el destino que había visto desde la autopista esa misma tarde.
Uno a uno fue revisando cada automóvil, no encontrando más que restos podridos de soldados y muchos casquillos de balas, desparramados por todo el sector; estaba claro que muchos antes que él, ya habían saqueado lo que pudiese servir en ese nuevo mundo.
Solo después de varios minutos, registrando minuciosamente cada rincón, y ya escuchando a su espalda cómo los muertos vivientes se acercaban, habiéndose percatado de su presencia, finalmente encontró algo útil: Una granada y un cigarrillo.
No era mucho, pero era suficiente.
Regresó a su motocicleta, que le había permitido maniobrar mejor entre los atascos de los caminos, dejando atrás a los cuerpos descompuestos que trataban de alcanzarlo, dejando pronto atrás aquel pueblo deprimente.

El miembro 'Gabriel Bucciarati' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Algunos lo consideran el fin del mundo, la extinción de la humanidad, se equivocan. La Tierra se ha convertido en un infierno, pero si algo está demostrando la humanidad es que al igual que las cucarachas pueden sobrevivir en el maldito infierno. Pero en un mundo donde la ley, la moral e incluso el dinero ya no significan nada solo los fuertes lo logran.

Esa fue la dura lección que aprendió Jackson cuando tuvo que reconstruirse así mismo desde su propia condenación. Un pasado que debe esforzarse por olvidar pues pensar en eso no hace más que debilitarlo, solo de pensar que todos a los conocía, a los que debía proteger están muertos un escalofrío recorre su espalda y su respiración se agita.

Richard hace un gran esfuerzo por dejar la mente en blanco y solo centrarse en la carretera que tiene delante. Pues no quiere pensar en eso, ya no importa, lo único que importa es llegar al punto indicado.

Esa es su vida ahora, encuentra a gente en apuros y cobra por darles su ayuda. En este caso encontró a un hombre herido que necesitaba volver con su grupo. Richard lo lleva hasta ahí a cambio de un precio justo. Normalmente la gente está encantada de pagarlo, pues la comida, el agua y las armas son importantes, pero lo es mucho más la vida.

El coche se detiene junto a un improvisado campamento y el hombre le da lo que acordaron: un machete. Sin lugar a dudas fue un acuerdo muy provechoso; los machetes son de sus armas favoritas para matar infectados, no hacen ruído y duran más que el cargador de una pistola.

Finalmente Richard arranca el coche siguiendo su camino en solitario, no necesitaba un grupo, terminaban rompiéndose tras la muerte de todos sus integrantes. Lo último que quería era más personas a las que llorar.

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Tras una corta, pero satisfactoria ducha caliente, me observé frente al espejo. El reflejo de mi cuerpo envuelto en la toalla blanca era aún borroso, por la condensación. Pasé el dorso de la mano por mi figura, para contemplarla unos instantes. Si bien siempre había tenido el cabello largo, consideré excesivo que en ese momento me llegara hasta las caderas. Desde Raccoon City que me dedicaba a únicamente cortar las puntas.

Abrí el gabinete que se encontraba a mi izquierda, encima del lavabo. Nada. ¿Dónde se habrían llevado las tijeras? Suspiré y salí a la habitación, en busca de una salvación. Quería deshacerme de la melena antes de que se secara y la labor resultara más complicada. En el cuarto di vueltas, y más vueltas. Una bombilla se encendió en mi cabeza: en el último cajón de la cómoda había un costurero y, dentro, unas grandes tijeras. No eran de peluquería, pero estaban afiladas y servirían. Volví al baño y corté con cuidado mi cabello. Los mechones rubios se desprendían con facilidad y caían sobre la baldosa blanca. Barrer eso luego sería una molestia.

Iba a guardar las tijeras de nuevo, pero algo dentro de mí me dijo que lo mejor era tenerlas encima. Podía, quizás, recortar los papeles que tenía sobre la mesa, al lado de los tubos de ensayo. Allí dentro no las necesitaba para nada más. Sonreí. Dentro de la base, pocas cosas podían sucederme.

Me miré en el espejo una última vez. El desmechado había quedado bien. Y limpiar, ahora que había logrado salir del embrujo del laboratorio, era una actividad que me resultaba placentera por su sencillez. Y porque jamás me había gustado tener la agenda vacía.

El miembro 'Minerva Engel' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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"Acceso a la colmena permitido"

No entendíamos que mierdas pasaba ahí abajo, pero las grabaciones que se obtenían de las salas blancas y de los laboratorios, parecían sacadas de una jodida cinta de Tarantino.
Sólo el selecto grupo de élite USS, fue el elegido para bajar allí a averiguar qué es lo que sucedía de primera mano, antes de que todo se fuese a la mierda.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, nos dividimos en tres unidades: asalto, investigación y rescate.
Yo iba con los de asalto, estaba muy bien preparado y me había ganado un puesto de responsabilidad con sudor y mucho esfuerzo. Tom marchaba conmigo, siempre a mi lado apoyándome, nos habíamos hecho mejores amigos en nuestros años de instrucción, y ahora, éramos imparables.

Giramos la esquina con los rifles preparados, lo primero que vimos al cruzar el pasillo, a parte de un molesto silencio que parecía avecinar la calma antes de la tormenta, fue un reguero de sangre a lo largo del suelo blanco que continuaba hacia delante. La cosa no pintaba bien si os soy sinceros.
De repente, en la otra parte de la sala, se escucha ruido de pasos frentéticos y gritos de auxilio. Finalmente se oyen varios disparos, y silencio de nuevo...

¿Qué cojones...?

De repente, abro los ojos sorprendido al ver como un grupo de médicos y científicos sale disparado corriendo y ¿gruñendo? Su mirada se ve perdida, solo emiten gruñidos y están llenos de sangre y restos de... Mejor no saber de qué.
Tom y yo apuntamos con nuestras armas y tras dar un aviso de contención, que fue totalmente ignorado, abrimos fuego. Pero aún así, no se detienen en su marcha insaciable, algunos caen por el camino pero logran llegar y darnos alcance.
Sacamos los cuchillos de asalto y tratamos de defendernos como podemos.

Aunque sabemos que estamos jodidos, pues nos superan en número y fuerza.

Pero no nos rendimos, justo cuando termino de clavar el cuchillo en el ojo de una científica o lo que quedaba de ella, haciendo que la sangre me saltase a la cara, me gir al escuchar a Tom maldecir.
Está siendo atacado por tres y claramente no puede aguantar mucho más por si mismo.
Salto corriendo al ver cómo uno de esos seres abre la mandíbula dispuesto a acabar con Tom. Apenas sin pensar, me metí entre él y esa cosa, con mi brazo por delante para contenerle. Noté cómo su mandíbula se cerró en torno a mi brazo sin poder soltarme, y cómo y cada uno de sus dientes, me perforaban lentamente la piel.

Joder... ¡JODER!

Como pude, levanté el rifle y lo coloqué en la frente del puto bicho y disparé.
Le volé la cabeza y sus sesos y demás me saltaron encima manchándome, era asqueroso pero estaba ya acostumbrado a cosas del estilo.
Me miré la herida sangrante, no había sido profunda, por lo que podría taparme y seguir adelante.
Tom se arrastró como pudo y decidí ocultar mi herida mientras lo ayudaba a levantarse.

—Tío nunca he dicho esto pero... Creo que ha llegado el momento de abortar la misión.—le dije mientras lo ayudaba a caminar, pues se había torcido el tobillo en la caída y apenas podía aguantarse solo en pie.
Cuando casi llegábamos a la salida, un grupo enorme de esas cosas nos asaltó. Joder estábamos rodeados...
¿La cosa iba a terminar así sin más?

Miré a derredor, gritos de compañeros desesperados por sobrevivir llenaban mis oídos. No podíamos hacer nada y caíamos uno a uno.
Sam era el único que había logrado llegar al ascensor y anunciaba que si no nos dábamos prisa, el muy cabrón nos dejaría ahí.
Lo fulminé con la mirada, pero Tom me detuvo antes de que pudiera cometer alguna locura.
—Hey, creo que no saldremos de esta, no al menos si te ves retrasado por un lastre como yo...—me dijo dejándose caer al suelo.
Me tendió algo en la mano, lo miré y vi que era una granada de fragmentación.
—¿Has perdido la chaveta? ¡No te voy a dejar aquí! Te comerán vivo joder ¡joder! ¿Es eso lo que quieres?—le repuse furioso.
Me miró, totalmente calmado y sonriendo.
—Tú vas a coger lo que te he dado, por si las moscas y te vas a ir de aquí cagando leches ¿vale? Soy un lastre, y no nos vamos a librar ¡estamos rodeados! La única manera es que salgas tú abriéndote paso a tiros, y que en última instancia si no puedes más, detones la puta granada. ¡No me seas marica joder!—lo último lo dijo medio riéndose. No podía terminar todo así, joder...
—Quiero que cuando llegues al ascensor, antes de iros, me pegues un tiro justo aquí. —dijo señalándose la frente. —Será menos doloroso que terminar a bocados por estos gilipollas. —se reía pero sus ojos lagrimeaban. Lo miré con pesar y lo abracé.
—Tom... Lo siento...—me puso la mano en el hombro y me empujó.
—Esto no es culpa tuya capullo y ahora lárgate.—asentí y con el rifle me hice  un pasillo de cadáveres mientras lograba llegar corriendo hasta el ascensor.
Me giré y vi como Tom estaba siendo rodeado. Levanté el arma e hice algo que jamás pensé que haría.

Disparé en la cabeza de mi mejor amigo, que vi como la vida se marchaba de su cuerpo mientras me sonreía con tristeza.
Iba a lanzar la granada pero Sam me detuvo.
—Tenemos nuevas órdenes de no destruir la colmena, solo debemos salir los supervivientes y cerrarán todo el acceso. —miré el ascensor, 3 éramos los supervivientes.
Me guardé la granada y observé cómo nos alejábamos de aquel infierno...